LA REFORMA DEL PACTO COLONIAL EN INDIAS. Dentro de la

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LA REFORMA DEL PACTO COLONIAL EN INDIAS.
N O T A S SOBRE INSTITUCIONES DE GOBIERNO Y S O C I E D A D
EN EL S I G L O X V I I
Por F e r n a n d o
Muro
Romero
Dentro de la considerable renovación que en las dos últimas
décadas se produce en el estudio de la Historia de América, es
posiblemente la historia política la que menos ímpetu reformador recibe, a pesar de ser una de las especialidades más afectadas
por el paso del tiempo y, por tanto, con mayor necesidad de
acomodar sus conceptos y métodos a las cambiantes necesidades.
Precisamente por monopolizar el adjetivo de «tradicional» en el
conglomerado de las ramas históricas, la despreocupación hacia
ella de los investigadores interesados en profundizar los conocimientos sobre la colonización española es mayor, amparados
posiblemente en la creencia de una difícil o imposible redención,
que la haga colaborar al progreso historiográfico.
Sin embargo, también es necesario resaltar que por diferentes
motivos que exceden de estas páginas, se va produciendo un lento
resurgir de la historia política, entendida como evolución de las
relaciones sociales de poder, fundamentalmente, por lo que se
refiere a Hispanoamérica colonial, en base a investigadores anglosajones, con la vigorosa colaboración de los cultivadores de la
historia constitucional o de las instituciones públicas, de raiz germánica, con ramificaciones en algunos historiadores americanos 1 .
Con ellos se va superando la profunda escisión entre la Historia
entendida como ciencia social — asimilada ya por otras especialil ) Sin afán de incluirlos a todos, pueden citarse los historiadores John L.
P h e l a n , David A. B r a d i n g , J. I. I s r a e l y,más recientemente,
Jacques A. B a r b i e r , cuyos trabajos son suficientemente conocidos. Los
alemanes están representados por Richard K o n e t z k e y sus discípulos,
siendo resaltables en esta linea los últimos trabajos de Horst Ρ i e t s c h m a n n , Staat und staatliche Entwicklung am Beginn der Spanischen Kolonisation Amerikas, Münster 1980, y Die Staatliche Organisation des Kolonialen Iberoamerika, Stuttgart 1980. Entre los hispanoamericanos que tratan la historia política con esas perspectivas son comunmente valorados los
estudios del chileno Mario G ó η g o r a, sin que ahora se agreguen otros
también relevantes por exceder de esta nota.
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Fernando Muro Romero
dades — y una faceta de ella, como la política, cuya consideración para comprender el conjunto resulta necesario que se aborde
desde esa perspectiva 2 .
En este panorama renovado la historia del poder tiene que dar
respuesta a numerosas cuestiones, abandonando una exclusiva
consideración de los grandes personajes, las anécdotas curiosas o
brillantes, e incluso dejando a un lado una interpretación-rigidamente lineal de los temas, en base a una cronología de gobernantes o a una formal sucesión de instituciones, para integrar las
cuestiones políticas dentro del conjunto de los hechos sociales,
de manera que colabore a su análisis y explicación.
Dentro de estos objetivos se incluye este breve artículo, que
sólo pretende relacionar un conjunto de datos y ofrecer algunas
sugerencias sobre las lineas generales a nivel político del siglo
XVII hispanoamericano, que permanece en buena parte todavía
oscuro y sometido a las lógicas controversias del progreso historiográfico, a las que se suma recientemente su consideración
dentro del debate sobre la crisis general del seiscientos. Iniciado
hace más de venticinco años para Europa, sobre todo en lo referente a la crisis económica, sólo más tarde integra plenamente a
la historia de España, centrándose en otro problema antiguo y
diferente en parte como la decadencia del Imperio hispánico,
para pasar hace un decenio a considerar las Indias dentro de un
cuestionario que en su origen no le era propio 3 .
En esta larga historia hay que procurar ahora que nuestros
conocimientos no se caractericen más por la confusión que por la
controversia, dentro de la que siempre saldrían perjudicados los
últimos que se sumaron a un debate — en este caso las Indias —,
en el que, por irse acumulando heterogéneos ingredientes, la
mezcla puede resultar cuanto menos insípida. De que ésto no
2 ) Lo destaca para el ámbito de la Historia de América, Héctor P é r e z
B r i g n o l i , « ¿Historia política o historia del poder? Reflexiones sobre un
libro reciente de Tulio Halρ crin D.¡>, en: Estudios sociales Centroamericanos
10 (San José de Costa Rica 1975), pp. 1 2 5 - 1 3 9 .
3
) Lo resume para introducirse en su investigación J. I. I s r a e l , «Mexico and the General Crisis of the seventeenth century», en: Past and Present 63 (Oxford, mayo 1974), pp. 33—57. Ahora en castellano dentro de
E. F l o r e s c a n o (ed.), Ensayos sobre el desarrollo económico de México y América Latina, México 1979, pp. 128—153. Cito por ésta última.
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Reforma del pacto colonial
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ocurra, debemos interesarnos los que nos dedicamos al estudio de
Hispanoamérica colonial.
Uno de los problemas que suscita la situación actual es que los
estudiosos no sólo han utilizado a veces términos sin una meditada conceptuación, sino que los han aplicado a situaciones distintas e incluso han llegado a considerarse con frecuencia sinónimas palabras como crisis y decadencia, en una progresiva despreocupación por los problemas teóricos, que se agrava dentro de
una historiografía como la americanista, donde la gran parte de
los trabajos sobre el siglo XVII no están realizados teniendo en
cuenta el primitivo debate, por lo que resulta al menos entretenido — y en buena parte puede que al final decepcionante —
plegarse a los cánones de la controversia, que empezó siendo la
crisis general de la economía europea del siglo XVII.
Si nos acercamos más al tema que nos ocupa, podemos comprobar que distintos enfoques dados a las instituciones de gobierno participan de ese cierto desconcierto terminológico, que
puede confundir la correcta comprensión de la Historia y el
propio trabajo de los historiadores. Esta diversidad se debe con
frecuencia a que los trabajos sobre la colonización española durante el seiscientos se caracterizan, en su mayoría, por aportaciones al conocimiento de algún territorio de las Indias e incluso
a sólo ciertas facetas de ellos, abordadas frecuentemente en desconexión y, a veces, ignorancia de los planteamientos, métodos y
resultados de los demás, incluso los de similares temas.
Así, los que se refieren al régimen de gobierno desde la perspectiva de la historia del derecho y de las instituciones, califican
al siglo XVII como una etapa de consolidación del sistema indiano, aunque se realizan ya algunas matizaciones 4 ; frente a ellos, los
que observan la cuestión de una manera más general hablan unos
de la decadencia imperial, el estancamiento político, la depresión
o parálisis parcial del poder español en el Nuevo Mundo, mientras
otros destacan la diversificación de las economías coloniales y su
4
) Véase Manuel S a l v a t
Μ o η g u i 11 o t, «Problemática de la
pcriodifícación del Derecho Indiano», en: Revista Chilena de Historia del
Derecho 7 (Santiago 1978), pp. 165—71, que resume las principales opiniones y da la suya propia.
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mayor independencia de la metrópoli 5 . Junto a éstas pueden
señalarse otras posturas intermedias e incluso variantes, que complican aún más esta aparente contradicción entre consolidacióndecadencia—diversificación económica, sobre todo si se lleva el
análisis hasta la consideración de algunas de sus consecuencias
sociales 6 . Todo ello producto de calificar una situación histórica
de forma bastante rígida, sin conocerla todavía con profundidad,
teniendo en cuenta solamente ciertas facetas de la realidad y
efectuándolo con una terminología que, por su carácter rotundo,
pretende ser ampliamente comprensiva y termina siendo vaga, a
veces confusa y, por genérica, poco representativa de lo sucedido.
Precisamente por ésto, más que adscribirme a una de las opiniones decantadas con el tiempo, voy a intentar exponer sólo una
ρ erio difica cióη
muy
simple a nivel
ind i a n o de las instituciones de gobierno en el XVII, no tratandolas
todas, sino algunas de ellas en base a las cuestiones más importantes
de lo que sabemos acontece al que denominamos hoy poder público. Por tanto, sólo se resalíalo más característico que se percibe a
ese nivel, consciente de que un análisis más pormenorizado de la
historia política y sus instituciones en la centuria, dará luz sobre
un conjunto de temas importantes para profundizar en la historia
hispanoamericana. Para ello es necesario tener en cuenta un buen
número de variables regionales, en las que resulta imposible
entrar ahora, en un siglo donde crece su importancia, a medida
que los dos relojes — el español atlántico y el español europeo —
van dejando palpablemente de marchar al unisono, representando
las autoridades peninsulares que toman las decisiones un mayor
5 ) Cita las distintas posturas Kenneth J . A η d r i e η: «The sale of juros
and the politics of reform in the viceroyalty of Peru, 1608—1695», en:
Journal of Latin American Studies 13,1 (Cambridge, mayo 1981) pp. 1—19,
en especial 2—3.
6 ) Un ejemplo de esta perspectiva puede verse en el trabajo de Fred
Β r ο η η e r, «Elite formation in seventeenth-century Peru», en: Boletín de
Estudios Latinoamericanos y del Caribe 24 (Amsterdam, junio 1978), pp.
3—26. Recientemente resumen también el debate y concluyen con una postura ambivalente, tras estudiar las cartas cuentas de las cajas reales mexicanas
y comparar sus ingresos con las del Perú, John J . T e P a s k e y Herbert S.
K l e i n : «The seventeenth-century crisis in New Spain: myth or reality?»,
en: Past and Present 90 (Oxford, febrero 1981), pp. 116-135.
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interés por el segundo, lo que permite a las Indias y a sus
distintos territorios iniciar un largo camino hacia convertirse en
americanas 7 .
Este complicado proceso comienza a gestarse coincidiendo, en
lineas generales, con e! reinado de Felipe III (1598—1621). Aunque la administración colonial, tras la «pacificación» de los años
1570—1580, disfruta de unos treinta años de provechosa expansión, ya a comienzos del XVII se manifiestan con fuerza algunos
problemas para la estabilidad del conjunto del Imperio, a la vez
que se consolidan y requieren respuesta otras dificultades tipicamente indianas. Entre las primeras cabe destacar la creciente
presión europea que, además de alterar el tráfico mercantil atlántico, obliga a niveles de gobierno americano a confiar la mayoría
de las presidencias de las audiencias a caballeros de capa y espada
en perjuicio de los letrados, produciéndose una apreciable militarización de las más altas autoridades, como muestra de la inestabilidad, que cada vez cuesta más dinero mantener, lo que se
prueba no sólo con el aumento de las cantidades gastadas en el
situado para los lugares estratégicos, sino también por la necesidad de poner en marcha a fines del XVI nuevas fuentes de ingresos y un aumento de algunos importantes impuestos en Indias 8 .
En el gobierno metropolitano empiezan también a alterarse los
canales tradicionales. El Consejo de Indias queda afectado,
aunque todavía por poco tiempo (1600—1609), con la instrumentalización de la creada Cámara de Indias por el Duque de
Lerma, además de tener que oponerse a la consolidación de las
Juntas de Hacienda y Guerra, lo que ésta consigue, mermando así
las facultades como institución del supremo organismo indiano 9 .
7
) El símil destacado por John H. E l l i o t : «América y el problema de
la decadencia española», en: Anuario de Estudios Americanos XXVIII (Sevilla 1971) pp. 1 - 2 3 , aquí pág. 18.
8
) Sobre los cambios en las audiencias, Fernando M u r o
Romero,
Las presidencias - gobernaciones en Indias (siglo XVI), Sevilla 1975, pp.
176—185; y un resumen de las medidas fiscales practicadas en 1591, en
Ernesto S c h ä f e r , El Consejo Real y Supremo de las Indias, tomo II:
La Labor del Consejo de Indias en la administración colonial (Sevilla 1947),
pág. 173, nota 42. Existen artículos monográficos sobre algunas de ellas,
que no se citan por exceder de estas páginas.
9
) Véase Ernesto S c h ä f e r , El Consejo Real y Supremo de las Indias,
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En lo que se refiere a Ultramar, una sociedad que ya no vive de
la epopeya de la conquista, se enfrenta a una cruda realidad que,
por llevarle a exigir mayores contraprestaciones a la monarquía,
produce un progresivo desfase y enfrentamiento a los deseos imperiales. La coincidencia con la necesidad de adaptarse a las dificultades de un asentamiento estable, tras una larga etapa de
fundación colonial con sus perjudiciales secuelas — descenso de la
población indígena, complicada sociedad multirracial, conflictos
entre grupos colonizadores tanto civiles como eclesiásticos, dificultades técnicas para el progreso económico etc. . .—, complica
aún más las respuestas de la administración a las nuevas necesidades, lo que obliga a forzar el ritmo de las concesiones, dentro o
fuera de la ley. Por esta época puede afirmarse que las autoridades indianas, quizá con la excepción de los virreyes y sus directos colaboradores, más que corromperse, comienzan a ser más
americanas dentro de un respeto hacía la monarquía como titular del poder político. Ya para estos años están documentadas
vinculaciones profundas de algunos magistrados de las audiencias
con los poderosos — tanto con la aristocracia de la tierra como
con la clase mercantil —, a lo que contribuye la escasa posibilidad
de ascenso a los altos puestos peninsulares, hasta el punto que
sólo seis oidores pasan al Consejo de Indias en el siglo, aunque
todos lo hacen entre 1600-1629 1 0 .
Esta situación se agrava en otros niveles de gobierno, sobre
todo en los distritos al mando de corregidores y alcaldes mayores,
donde su tradicional corto salario les deja a merced de extorsionar directamente a la población indígena o convertirse progresivamente en unos vínculos con las oligarquías del territorio, participando en sus tratos y granjerias, cuando no son estas mismas
quienes ocupan los cargos, agravado todo con la disputa por el
control de la población indígena y su economía con los eclesiástitomo I: Historia y organización del Consejo y de la Casa de la Contratación
de las Indias, (Sevilla 1935), en particular pp. 175—217.
10
) Pedro R o d r í g u e z C r e s p o , «Sobre parentescos de los oidores con los grupos superiores de la sociedad limeña (a comienzos del siglo
XVII)», en: Mercurio Peruano 4 4 7 - 4 5 0 , (Lima 1964), pp. 4 9 - 6 1 , y
Μ. Α. Β u r k h o 1 d e r, «The Council of the Indies in the late eighteenth
century: a new perspective», en: Hispanic American Historical Review LVI,
3, (Duke 1976), pp. 4 0 4 - 4 2 3 , aquí pág. 408.
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cos. Esta actividad, que todavía pretende la corona encauzar
reiterando el cumplimiento de las normas, empieza a dar evidentes muestras de falta de control sobre unos oficiales que participan en importantes tareas de justicia, gobierno y hacienda, lo que
se muestra en las discusiones de 1604—1606 sobre la supresión o
continuidad de los corregimientos 11 .
Aun estando presentes estos problemas de estabilidad imperial
interior y exterior, se practican durante el reinado de Felipe III
medidas para mejorar la administración indiana, entre las que
cabe destacar el establecimiento de los tribunales de cuentas en
México, Lima y Santa Fe, además de contadores individuales en
Cuba y Caracas (1605), la consolidación de las salas del crimen en
las audiencias virreinales y el aumento del número de magistrados
en ellas, Guatemala, Charcas y Santa Fe, e incluso la institución aliza ción de los consulados, como corporación mercantil
privilegiada, en las capitales de los virreinatos 12 . No obstante,
estas actuaciones no merman el aumento del control por parte de
los indianos — sean o no nacidos en América — de las instituciones de gobierno, incluso a niveles fiscales, ya que no sólo
parece que no funcionen bien los tribunales de cuentas, sino que
también los más importantes impuestos — alcabala, almojarifazgo
y diezmos — se gestionan por medio de arrendadores individuales
o corporaciones — como los cabildos y consulados de comercio —, cada vez más poderosos en lo económico y lo político 13 .
Ya en 1606, además, ante las necesidades monárquicas, los poseedores de fortuna pueden aumentar su participación política en la
vida ciudadana, al permitirse la renunciación perpetua de los
oficios de pluma y los cargos municipales vendibles, que estaban
11
) Véase Guillermo L o h m a n n
V i l l e n a, El corregidor de
indios en el Perú bajo los Austrias, (Madrid 1957), pp. 4 0 9 - 4 1 3 y Javier
Tord
N i c o l i n i , «El corregidor de indios del Perú: comercio y tributos», en: Histoia y Cultura 8, (Lima 1974), pp. 1 7 3 - 2 1 4 , en especial 1 8 6 189 y 1 9 5 - 2 0 3 .
12) S c h ä f e r , cit. en nota 8, pp. 1 1 2 - 1 1 6 y 1 7 4 - 1 7 9 .
13
) Víase, por ejemplo, María Encarnación R o d r í g u e z V i c e n t e ,
El tribunal del Consulado de Lima en la primera mitad del siglo XVII,
(Madrid 1960), pp. 185—211 y Mario G ó η g o r a, Encomenderos y estancieros. Estudios acerca de la constitución social aristocrática de Chile después de la conquista, 1 5 8 0 - 1 6 6 0 , (Santiago 1970), pp. 8 7 - 9 4 .
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hasta entonces solo los primeros autorizados a renunciarse por
una vez desde 1581. Esta medida, de variable incidencia según las
zonas, que todavía desconocemos en su amplitud, resulta muy
significativa por dar luz sobre las disputas entre las oligarquías de
los territorios y demostrar la controvertida flexibilidad social
entre los grupos ascendentes y descendentes 14 .
Por tanto, si en tiempos de Felipe III se caracteriza la situación
en lineas generales por un equilibrio estable entre la expansión
colonial dirigida por las autoridades y un progresivo aumento del
poder llamémosle indizino, áquel va poco a poco haciéndose más
inestable, al pasarse en la etapa de Felipe IV comandada por
Olivares (1621—1643) a un intento por parte de la monarquía
de acelerar el reloj americano, con el fin de que una más estricta
intervención en las colonias corte de raiz el debilitamiento político, manifestado ya a comienzos de la década de 1620, y ayude
a capear el difícil panorama europeo que se le presenta a la monarquía. Se ponen en marcha un conjunto de disposiciones, algunas de las cuales afectan a nuestro tema, pues Olivares percibe
que la consecución de un mayor incremento en la rentabilidad
fiscal de las Indias y su remesa a España, tiene que pasar por
encauzar a las instituciones dentro de las normas tradicionales del
sistema de gobierno ls .
Pero en esta faceta se torna contraproducente ya la insistencia
en esos cauces, cada vez más poco sintonizados con la realidad
indiana. Aunque se insiste, por ejemplo, en no permitir de ninguna manera el matrimonio de los magistrados de las audiencias
con naturales de su distrito e incluso llega a proponer Olivares la
necesidad de cambiar a los oidores cada cinco años de tribunal,
con el fin de impedir se radiquen en sus puestos, para evitar sus
vínculos con las oligarquías, en la práctica se torna imposible el
14
) Francisco T o m a s y V a l i e n t e , La venta de ofícios en Indias
(1492-1606), Madrid 1972, pp. 123-133; G ó η g o r a, cit.en nota anterior, pp. 74—87 y 94—98, que refiere la participación de los «hombres nuevos» y «antiguos ricos» ; y Gastón Gabriel D o u c e t , «Feudatarios y soldados en el cabildo de Córdoba», en: Revista de Historia del Derecho 2
(Buenos Aires 1974), pp. 383—406, que indica no se venden allí las regidurías hasta la tercera década del siglo XVII.
15
) Véase E l l i o t , cit. en nota 7, pp. 19—20.
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éxito de estas medidas, pues los tradicionales intereses de la burocracia peninsular siguen impidiendo la promoción vertical de los
jueces indianos 16 .
Se sigue consecuentemente el criterio consagrado en la época
de enviar personas de confianza con cargos importantes — como
es el caso del marqués de Gelves al virreinato mexicano o el de los
visitadores que se envían al del Perú y otras audiencias americanas —, en los que se confía, asistidos de la abundante normativa
existente, para que enderecen el poder real en las distintas zonas 17 . Por lo que conocemos, en la sociedad americana ya no
resulta suficiente moralizar la actuación de las autoridades, haciendo estrictas y más poderosas las facultades de los visitadores
o exigiendo un mayor cumplimiento del ordenamiento vigente en
materia de residencia; por el contrario, los comisionados para
restablecer el orden monárquico no pueden profundizar en lo
más hondo de sus reformas, como le ocurre por ejemplo al citado
marqués de Gelves, que en su tiempo se llega a alterar aún más la
estabilidad de los grupos poderosos mexicanos y sus relaciones
con el virrey, o el caso del visitador Mañozca en Quito, que llega
igualmente a enfrentarse con los intereses creados, que resulta
complicado alterarlos por estar relacionados ya en buena medida
incluso con altos oficiales del territorio 18 .
John Leddy Ρ h e 1 a n , The Kingdom of Quito in the Seventeenth
Century. Bureaucratic Politics in the Spanish Empire, (Madison 1967),
aquí 152—153 y 224—225. Richard L. K a g a n , Universidad y sociedad
en la España Moderna, (Madrid 1981), en particular 130—147.
17
) Véase P h e l a n , cit. en nota anterior, pp. 215—239 y J. I. I s r a e l ,
Race, Class and Politics in Colonial Mexico, 1 6 1 0 - 1 6 7 0 , Oxford 1975. En tiempos de Felipe IV, además de realizarse por lo menos dieciseis visitas
a las distintas audiencias, también se dicta un conjunto de disposiciones para
mejorar el procedimiento, destacando las promulgadas antes de 1636, que,
recogidas por Leon Pinelo, pasan a la Recopilación de 1680. Véanse los estudios de Ismael S á n c h e z B e l l a , «Visitas a Indias (siglos XVI—XVII)»,
en: Memoria del Segundo Congreso Venezolano de Historia, 3 tomos,
(Caracas 1975), III, pp. 1 6 5 - 2 0 8 , en especial 2 0 6 - 2 0 8 ; y «El juicio de visita en Indias», en: Memoria del IV Congreso Internacional de Historia del
Derecho Indiano, (México 1976), pp. 5 7 9 - 6 2 5 .
18
) Israel,
cit. en nota 3, (pág. 140 de la traducción castellana),
destaca los conflictos del virrey con los colonos blancos, los funcionarios
y el clero secular; y P h e l a n , cit. en nota 16, pp. 243—287, refiere las
dificultades del visitador.
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En el fondo esta situación está demostrando que algunas normas vertebrales de la colonización establecidas en el XVI, no se
logran mantener sólo con repetirlas o hacerlas más generales.
Puede esto ilustrarse diciendo que la política de segregación racial
y el control de las autoridades sobre la fuerza de trabajo se enfrentan con las necesidades de los privilegiados, por la diversification de estos mismos y el descenso de la población indígena;
que la legislación restrictiva del comercio interprovincial, cuando
consigue aplicarse, fomenta como inmediata respuesta el aumento del contrabando, con la despreocupación e incluso complicidad de algunos gobernantes; y que el sistema de visitas empieza
a dudarse de su efectividad incluso por el Consejo, cuando se
propone por Olivares efectuar una cada cinco años a las audiencias, además de que las residencias no pueden contener a unos
oficiales que, como los corregidores y alcaldes mayores, por su
corto salario se dedican a negocios ilegales, pero no ilícitos, convirtiendo poco a poco el propio trámite de control en una granjeria más, por la que se paga dinero a cambio de la absolución 19 .
Todo ello se agrava aún más, cuando las necesidades financieras de la monarquía obligan a tomar determinaciones que
resultan perjudiciales para las oligarquías y, por tanto, pueden
multiplicar sus deteriorantes consecuencias sobre la población
más desposeída. La recomendación del virrey del Perú conde de
Chinchón (1634) de «que se vaya con gran tiento en asentar
nuevas imposiciones en estas provincias y en mirar cómo y a
quiénes se ordena, por los grandes e irreparables daños que de lo
19
) Resaltan estos puntos I s r a e l , cit. en nota 3, pp. 134—135,138 y
142-145; S c h ä f e r , cit. en nota 8, pp. 1 3 1 - 1 5 7 , Magnus M ö r n e r ,
La Corona española y los foráneos en los pueblos de indios de América,
(Estocolmo 1970), pp. 189-310; y Alberto Y a l í
R o m á n , «Sobre
alcaldías mayores y corregimientos en Indias. Un esayo de interpretación»,
en: Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas 9, (Colonia y Vienna 1972), pp. 1—39, aquí pág. 27.
La misma Corona observa el deterioro de las residencias cuando, en contra
de las disposiciones legales, ve, por ejemplo, que los virreyes y altas autoridades no envían las listas pedidas con personas hábiles para tramitarlas, teniendo que llegar incluso a permitir la posibilidad de obtención de un nuevo
cargo por los oficiales que se piense lo merezcan, aún antes de concluido el
juicio. Véase José María M a r i l u z U r q u i j o , Ensayo sobre los juicios
de residencia indianos, (Sevilla 1952), pág. 93.
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contrario pueden resultar», es un exponente de la oposición a la
Unión de Armas y a otros donativos o impuestos que, con o sin
relación directa a ella, se ponen en marcha o aumentan en la
década de 1630 — mesada, media anata, alcabala, sisa, almojarifazgo, papel sellado . . . 2 0 .
Este incremento de la tensión resulta todavía difícil analizar, a
niveles indianos, hasta qué punto, hacia 1635—1640, genera un
fuerte enfrentamiento entre lo que los poderosos americanos
están dispuestos a resistir y lo que la corona Ies exige. Se sabe que
le reducción de la prioridad de la minería mexicana para el aprovisionamiento de azogue y la exigencia del pago de las deudas del
mercurio a los mineros les ocasionan claros perjuicios 21 . También
que la venta de juros en Perú (1639—1641) no logra movilizar a
otros estamentos que a los religiosos 22 . Pero igualmente es cierto
que parece continua el fortalecimiento de los privilegiados locales, pues la debilidad política de la monarquía español resulta en
este tiempo la mejor garantía para evitar drásticos descontentos
entre los grupos dominantes 23 .
Con todo, habría que saber más de las actividades y posibilidades para evadir la presión fiscal por parte de los poderosos, que
debió ser considerable, y hay que constatar que la corona se ve
obligada a poner en marcha recursos extraordinarios, ya no de
carácter propiamente impositivo, que le resultan indispensables
para mantener los niveles de sus ingresos fiscales. Ellos tienden,
por el contrario, a favorecer y conseguir la colaboración de los
acaudalados, como son los casos de la citada venta de juros, la
20) La cita en Fred Β r o η η e r, «La Unión de las Armas en el Perú.
Aspectos político-legales», en: Anuario de Estudios Americanos XXIII,
(Sevilla 1958), pp. 1133-1176, aquí 1151. - Véase Fernando S i l v a
V a r g a s , «Esquema de la hacienda real en Chile indiano», Revista Chilena
de Historia del Derecho 4, (Santiago 1965), pp. 2 0 8 - 2 5 0 .
21
) I s r a e l , cit. en nota 3, pág. 138.
22
) A diferencia de lo ocurrido con la realizada en 1608. Véase A n d r i e η, cit. en nota 5, pp. 13—15.
23
) Lo destaca en lineas generales E l l i o t , cit en nota 7, pág. 21.
T e p a s k e y K l e i n señalan que los nuevos impuestos y la elevación de
los antiguos sobre las actividades agrícolas y comerciales en México no
producen un considerable aumento de los ingresos reales, que proviene fundamentalmente de la minería, con lo que constatan el poco fruto de la presión fiscal en aquellas, (op. cit., en nota 6, pp. 128—130 y 135).
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prórroga de una vida en las encomiendas, las composiciones de
tierras y los títulos, mayorazgos e hidalguías24.
Durante estos años se percibe también un aumento en la libertad de actuación de los corregidores y alcaldes mayores en sus
negocios privados, al mismo tiempo que la monarquía ofrece la
adquisición de mayor poder político a los indianos, con el
aumento de la cantidad y calidad de los oficios vendibles, que
llegan a los provinciales de la Hermandad, escribanos de censos,
de las visitas de los oidores a los distritos audienciales y de tasaciones y padrones, además de las plazas de contador de cuentas
reales y particiones, a la vez que la de defensor general de bienes
de difuntos y menores 25 . Esto parece que ocurre coincidiendo
con claros síntomas de consolidación de familias y clanes integrados por varias en el control del cabildo y la economía urbanas,
con una mayor participación de hacendados y comerciantes al
lado de la aristocracia encomendera, junto a un apuntado descenso de los precios y aumento de las vacantes en las regidurías
municipales de algunas zonas, que obligan a ofrecer mediante
dinero esos mayores niveles de autoridad26.
24
) Véase A n d r i e n , cit. anteriormente y Β r o η η e r, en nota 20,
pp. 1174—1175. — En este sentido hay que interpretar la R. C. 12-V-1635,
dirigida al virrey de Nueva España, marqués de Cadereyta, ofreciendo la
participación a cuatro procuradores, en nombre de las provincias comprendidas en los distritos de las audiencias de México, Guatemala, Santo Domingo, Nueva Galicia y Filipinas, en las Cortes de Castilla para jurar al Príncipe,
con la posibilidad de obtener alguna contrapartida económica. Véase Demetrio R a m o s P é r e z , «Las ciudades de Indias y su asiento en Cortes de
Castilla», en: Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene
18, (Buenos Aires 1967), pp. 170-185.
25
) L o h r a a n n , cit. en nota 11, pp. 421—447 y Fernando M u r o
R o m e r o , «El «beneficio» de oficios públicos con jurisdicción en Indias.
Nota sobre sus origines», en: Anuario Histórico Jurídico Ecuatoriano V,
(Quito 1980), pp. 3 1 1 - 3 5 9 , en particular 325 y en: Anuario de Estudios
Americanos XXXV, (Sevilla 1978), pp. 1—67. Cito por la última, que lestá
corregida y ampliada.
26
) Véase G o η g o r a, loe, cit. en nota 14; Peter M a r ζ a h i , Town
in the Empire. Government Politics and Society in Seventeenth Century
Popayan, (Texas 1978), en especial 85—106; Adolfo Luis G o n z á l e z
R o d r i g u e z , «La sociedad encomendera en la gobernación de Popayán
durante el siglo XVII», en: La encomienda en Popayán. Tres estudios, (Sevilla 1977), pp. 2 5 5 - 3 6 8 , en particular 3 5 3 - 3 6 8 ; Julián Β. R u i z R i ν er a, Encomienda y mita en Nueva Granada en el siglo XVII, (Sevilla 1975),
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Reforma del pacto colonial
59
Con estas perspectivas, en los últimos años de Olivares y durante el resto del reinado de Felipe IV (1643—1665) se están produciendo muestras cada vez mas evidentes de una reforma de lo
que se conoce con el nombre de pacto colonial. La monarquía,
como titular del poder político sobre las Indias, no hace crisis ni
decae hasta el punto de resultar imposible su regeneración. Pero
lo que empieza a desarrollar, de manera más o menos consciente,
es una dirección con cierto pragmatismo de la vida colonial, en
base a las crecientes necesidades de la debilidad imperial, que se
torna a la postre menos exigente con el orden tradicional americano y, por el contrario, colabora a la instauración de un pacto
renovado, que afecta como es lógico a las instituciones de gobierno.
En la administración central, aunque el Consejo de Indias no
sigue recibiendo las interferencias de las J u n t a s especiales que,
bajo Felipe III, toman decisiones que la burocracia consiliar se
resiste a poner en práctica, se ve afectado por el inicio de la
mercantilización de sus plazas subalternas y por el restablecimiento, en 1644, de la Cámara, a pesar de su oposición, con lo que
sólo tres consejeros, afectos a las altas esferas de poder, pasan a
realizar la selección de candidatos a los más importantes puestos
indianos 2 7 . Por añadidura, empiezan a colocarse al frente del
pp. 253—277; y Manuela Cristina G a r c í a
B e r n a l , Yucatán. Población y encomienda bajo los Austrias, (Sevilla 1978), pp. 425—474.
Aurora F l o r e s
O l e a , «Los regidores de la ciudad de México en la
primera mitad del siglo XVII», en: Estudios de Historia Novohispana III,
(México 1970), pp. 1 4 9 - 1 7 2 , señala la R. C. 22-XII-1636, que ofrece a seis
regidores, por su antigüedad, otorgarle un oficio real, con el fin de que suba
el precio de esas plazas (pág. 160); y Manuel A l v a r a d o
Morales,
«El cabildo y regimiento de la ciudad de México en el siglo XVII. Un ejemplo de oligarquía criolla», en: Historia Mexicana 112, (México 1979), pp.
489—514, el cual destaca además, como síntoma del vigor alcanzado por los
notables del municipio, la eliminación en 1638 del corregidor de la capital a
cambio del pago de 200.000 pesos a las arcas reales, con lo que se inicia una
segunda época de gobierno de los alcaldes ordinarios (véase pág. 495). En
Lima se había producido en 1590 ese relevo. Guillermo L o h m a n n
Vil l e n a , «El corregidor de Lima. Estudio histórico-jundico», en: Anuario
de Estudios Americanos IX, (Sevilla 1952), pp. 131 — 171, que resalta las
opiniones favorables y contrarias al restablecimiento del cargo en el primer
tercio del XVII (pp. 1 5 8 - 1 7 1 ) .
27
) J. H. E l l i o t , La España Imperial 1 4 6 9 - 1 7 1 6 , (Barcelona 1974),
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Fernando Muro Romero
Consejo personajes muy vinculados a esas esferas γ su dirección
comienza a quedar progresivamente en manos de gobernadores,
con caracteres de provisionalidad aunque se mantengan varios
años en el cargo, sin que se consoliden por lo común en el puesto
de presidente 28 .
Con estos cambios, a pesar de sus esfuerzos, el Consejo después
de 1644 puede ejercer presiones menos efectivas para exigir ima
adecuada cualificación a los oidores nombrados en las audiencias,
con lo que poco a poco se va deteriorando el modelo de la
burocracia letrada indiana, que no significa otra cosa que se
muestra con mayor proclividad hacía una actuación más protectora de sus intereses que de las consignas de la monarquía, lo
que ésta observa por lo menos de manera desenfadada 29 .
Esta afirmación, que constata el cambio reseñado en el orden
colonial, no resulta frivola. En Indias decae como fundamento de
la estabilidad social el primitivo pacto de los conquistadores con
la corona, en virtud del cual éstos y sus descendientes son los
beneméritos, por colaborar a la pacificación junto a los oficiales
del rey, siendo mercedados como premio con encomiendas, tierras, cargos y otros beneficios de la colonización 30 . Para estos
años del XVII la posesión de fortuna, en momentos de necesidades de numerario por parte de la monarquía, se convierte en la
mejor fuente para adquirir mérito, en la esencia que va a articular
dicho pacto, con lo que éste se adapta a las nuevas realidades.
Así se abre una mayor participación a nivel político de los
estamentos dominantes en ascenso, que ya no se identifican con
la participación en la conquista o primera población, ni con la
ocupación de los más altos oficios civiles y eclesiásticos. Con los
nuevos cauces se da paso a una variada consolidación de corporaciones y grupos familiares según los territorios, guiada por la
pp. 3 2 8 - 3 2 9 y 381; y S c h ä f e r , cit. en nota 9, pp. 2 2 7 - 2 3 4 y 2 6 3 267.
î8
) Véase M u r o , cit. en nota 25, pp. 2 6 - 2 7 .
I9
) Lo destaca Ρ h e 1 a η, cit. en nota 16, pp. 129—130 y 145.
30) Aunque se refiere a la emancipación americana, señala los rasgos
esenciales del tema Mario G ó η g o r a, «Pacto de los conquistadores con
la Corona y antigua constitución indiana: dos temas ideológicos de la época
de la independencia», en: Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene 16, (Buenos Aires 1965), pp. 11—30.
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Reforma del pacto colonial
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posesión de dinero. Así se observa la pérdida de prestigio y poder
de los encomenderos en aquellas zonas donde no se adaptan a la
diversificacion económica, y de los mineros donde disminuye la
producción, todo en favor de hacendados, estancieros, comerciantes y los que amplían su fortuna con actividades industriales
que, de manera variada, suben. Sobre todo, el definitivo impulso
de las órdenes religiosas como grupo predominante, que colabora y del que depende el crecimiento de otros 3 1 .
La tendencia al aumento de poder de las oligarquías, que no
puede simplificarse en lo social con la oposición de criollos frente
a peninsulares, se acrecienta en la década 1650—1660, cuando se
toman una serie de medidas que trasladan mayor participación en
los mecanismos políticos a las manos de particulares. Ante la
imposibilidad de aumentar la presión fiscal por sus imprevisibles
consecuencias, tras la caída de Olivares se inicia un proceso que
culmina con unas disposiciones de 1654 que, con el fin de conseguir numerario para la monarquía, además de procurar el pago de
las deudas líquidas atrasadas a la real hacienda y la composición
de las dudosas, habilitan unos medios que pretenden conseguir
dinero de los grupos privilegiados, ofreciéndoles importantes contrapartidas. Así, junto a aumentarse el número y la calidad de los
oficios vendibles, autorizarse el indulto de delitos, la legitimación
de hijos naturales y bastardos, la prórroga de una vida más en las
encomiendas, la concesión a villas del título de ciudad y el per31
) Para el ascenso de los poderosos hacendados y la prepotencia territorial de la Iglesia en México, la obra clásica de François C h e v a l i e r ,
La formación de los latifundios en México, 2 o ed., México 1976, en especial tercera parte; los cambios sociales que se producen en Lima los esboza
Β r o η η e r, cit. en nota 6, pp. 13—26; la insuficiencia de la encomienda y
la necesidad del complejo encomienda-estancia para mantemerse entre los
notables chilenos, la destaca G ó n g o r a , cit. en nota 13,pp. 102—129;y
el progreso de la industria obrajera en Quito, unido a su control por un reducido grupo social procedente en buena parte de la aristocracia encomendera, que se vincula al poder político, lo señala Javier O r t i z d e l a
T a b l a , «El obraje colonial ecuatoriano. Aproximación a su estudio», en:
Revista de Indias 1 4 9 - 1 5 0 , (Madrid 1977), pp. 4 7 1 - 5 3 6 , en especial 5 1 4 528 y 535. — La importancia del dinero en la articulación del orden social
en el XVII, en Guillermo C e s p e d e s d e l C a s t i l l o , Las Indias en
el siglo XVII. Historia de España y América social y económica, 5 vols.,
(Barcelona 1972), III, pp. 4 3 9 - 5 3 5 , en particular 4 6 6 - 4 8 0 .
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Fernando Muro Romero
dòn por el cultivo en Indias de viñas contra la ley, todo a cambio
de un servicio pecuniario para la monarquía, ésta se muestra
partidaria de ofrecer de manera onerosa oficios tan importantes,
que ya entrañan jurisdicción, como son las plazas de oficiales
reales y ministros de los tribunales de cuentas 32 .
Someter a transacción cargos de tanto valor para la colonización como los encargados de la gestión de la Hacienda indiana, de
manera legal, nos está indicando que la corona tiene todavía
mucho que ofrecer a los ricos indianos para perpetuarse en el
poder, aunque sea perdiendo importantes esferas de mando en la
vida colonial. Y evidentemente esto es así porque, además de no
recaudarse mucha cantidad de dinero con esos medios, alteran las
relaciones sociopolíticas en Indias hasta el punto que, en estos
últimos años de Felipe IV, se plantean conflictos en Panamá, Isla
Española y Nuevo Reino de Granada que afectan a una adecuada
administración financiera, lo que es posible ocurra en otros territorios del Imperio, para lo que debemos saber más del funcionamiento de las cajas reales y los tribunales de cuentas 33 .
Al progreso de esta situación se une la pérdida de su eficacia
por los mecanismos extraordinarios de control, como las visitas,
que ademas de demorarse casi indefinidamente — como ocurre en
México —, cuando se llega a las sentencia — tal cual pasa en
Quito —, el propio Consejo rebaja las penas de las autoridades
implicadas, en reconocimiento de no poder acelerar las exigencias
éticas a sus oficiales. Igualmente acontece con las residencias,
sobre todo en el caso de los corregimientos y alcaldías, en los que
sus titulares llegan a dejar un agente encargado de amañar la
absolución con el juez 3 4 .
32) M u r o , cit. en nota 25, pp. 3 4 - 3 9 .
) M u r o , cit. anteriormente, pp. 40—45.
3 4 ) Veánse I s r a e 1, cit. en nota 3, pp. 147—151; F h e 1 a η, en nota
16, pp. 2 9 7 - 3 0 7 ; y Y a l i R o m á n, en nota 19, p. 27. - El aumento de
la duración de las visitas para estos años de mediados del XVII lo resalta
S á n c h e z - B e l l a , Visitas a Indias, cit. en nota 17, pp. 203—206. Sobre
la idoneidad de la institución, él mismo se muestra en lineas generales bastante optimista, al afimar que resulta más positiva de lo que se pensó antes
de abordar un estudio directo del tema. Véase su «Eficacia de la visita en
Indias», en Anuario de Historia del Derecho Español L, (Madrid 1980),
pp. 3 8 3 - 4 1 1 .
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Reforma del pacto colonial
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Precisamente a estos niveles de distritos, aunque se vuelve a
discutir la conveniencia de suprimir los corregidores y dejar la
gobernación en manos de los cabildos, con valedores tan importantes como el obispo y visitador Palafox, ya los intereses creados
impiden tomar decisiones drásticas que alteren el status quo, a
pesar de que no existen dudas sobre los abusos de éstos oficiales,
sus conflictos con los eclesiásticos y las perjudiciales consecuencias de inquietud y descontento entre la población indígena, que
llega a sublevaciones c o m o la de Tehuantepec en 1660, que se
extiende a Ixtepec, Nejapa y otros lugares de los obispados de
Oaxaca y P u e b l a 3 5 .
Estos rasgos señalados tienden a alterar el ritmo de vida, acentuando las diferencias entre España y las Indias, a lo que contribuye el progresivo gasto del Imperio colonial, no sólo en tareas
de defensa, unido a la disminución de sus ingresos, palpable
durante el reinado de Carlos II ( 1 6 6 5 — 1 7 0 0 ) 3 6 . Estas perspectivas hacen que la monarquía deba profundizar más en el citado
pragmatismo, moldeando con mayor vigor las reformas exigidas
por el renovado pacto colonial, mediante la concesión de superiores cotas de poder político a los indianos con posibilidades
económicas.
Posiblemente favorece esa actitud el hecho de que, al triunfo
en la estructura de poder en España de miembros de la nobleza
latifundista, se une la consolidación de una oligarquía aristocrática, a partir de la subida al gobierno de don J u a n J o s é de Austria
arropado por los Grandes. Trae ésto como consecuencia no sólo
el progreso en la sustitución del Consejo de Indias para los asuntos de alta política, sino el crecimiento en la mercantilización de
sus plazas, que llega hasta las de consejero y fiscal, lo cual agudiza
sus problemas financieros por generar un aumento superfluo de
oficiales. Las reformas de 1677, 1687 y 1691 no consiguen apreciables frutos en la disminución de ministros, por la acumulación
35)
L o h m a n n , cit. en nota 11, pp. 27—28; e I s r a e l , en nota 3,
pp.145-150.
36) para p e rú lo destaca A η d r i e n, cit. en nota 5, pp. 4—5. En Nueva
España sólo comienza a recuperarse la recaudación fiscal a fines del siglo,
tras la recesión iniciada hacia 1670 (véase T e P a s k e y K l e i n , cit. en
nota 6, pp. 1 2 0 - 1 2 1 ) .
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Femando Muro Romero
de intereses creados, y el organismo como institución gira más
hacia el servicio de la politica fiscal, lo que se hace patente en
1687, al acumular el marqués de los Velez la presidencia del
Consejo de Hacienda, del de Indias y la recién creada Superintendencia general de la real hacienda 37 .
Esta adaptación de las instituciones de gobierno a las necesidades financieras va imponiéndose igualmente en la administración
territorial, pero no de forma violenta, sino justificándose las actuaciones desde un plano ético, hasta el punto de que el propio
Palafox afirma que hay teólogos para todo, dispuestos a escribir
un alegato que enlace con la doctrina tomista los intereses superiores de la monarquía. A este respecto, si se busca una característica a nivel político de la colonización indiana en tiempos de
Carlos II, ésta es el crecimiento del beneficio de los cargos con
jurisdicción. A pesar de que la opinión más generalizada sostiene
que la mercantilización de los oficios de justicia está vedada, se
abre paso para estos momentos el criterio de que « los teólogos y
juristas de mayor y más aprobado sentir, teniendo para ello por
su caudillo a Santo Tomás — dicen — se puede disponer de los
oficios que son a provisión del Principe Soberano, admitiendo
servicio que por ellos le hagan. ..», puesto que se trata de una
regalía tanto crear oficios como concederlos a cambio de una
cantidad de dinero, máxime ahora que «haviendose estrechado
tanto las necesidades públicas, no sólo se han tenido por liçitos,
sino de obligaçiôn el evitar por su medio mayores inconvenientes. . ,» 38 .
Todo ello se hace porque la coyuntura desfavorable de la monarquía exige estas medidas, para conservar la esencia del cuerpo
de la república, que no es nada más y nada menos que el mantenimiento de las directrices favorables para el Imperio de la unión
Castilla-Indias, las cuales están por encima de todo. Y precisamente, en momentos de necesidades de numerario, con las citadas se puede ayudar mejor por lo menos a un correcto desarrollo.
Progresivamente — de 1670 a 1690 — se va oficializando la con37
) John L y n c h , España bajo los Austria«, vol. II, (Barcelona 1975),
pp. 351-352 y S c h ä f e r , cit. en nota 9, pp. 268-285 y 353.
38) véase M u r o , cit, en nota 25,pág. 25.
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cesión, mediando dinero, de los corregimientos y alcaldías
mayores, que ya subrepticiamente vendían virreyes y presidentes,
además de algunos gobiernos y plazas de Hacienda, hasta llegar
en ocasiones a magistraturas de las audiencias e incluso el puesto
de virrey 39 .
Esto indica realismo, pues ya están suficientemente alterados
los patrones de actuación de las autoridades para justificarlo.
Como dice un memorial de la época, «. . .y aunque el vender Su
Magestad oficios en estos reynos en propiedad, parece que a implicado dificultad por la opresión que a los pobres se le sigue, y
que de la sustancia de ellos ha de salir el precio; esta regla tiene
excepción en el caso presente, porque ninguna mayor que la que
los corregidores y governadores hazen en las Indias, pues hasta los
tratos muy menudos passan por sus manos y de los que quieren,
sin tener quien en sus acciones les vaya a la mano, ni defienda el
bien común» 4 0 .
Pero es que, además — y ésto necesita investigarse con mayor
profundiad —, el pragmatismo puede que llegue incluso a una
mayor profundización en las relaciones sociales entre los grupos
dominantes indianos. La larga práctica de delegar los nombramientos de corregidores y alcaldes mayores en las altas autoridades de América, había conducido a un monopolio de estos
cargos por los encomenderos y los criados y allegados de virreyes
y presidentes. Ello produce no sólo, como en el caso de México,
un descontento entre muchos criollos, pues los representantes del
rey habían preferido conceder estas mercedes a sus paniaguados
peninsulares, sino también unos deseos de participar en estas
preeminencias por parte de otros grupos cada vez más fuertes,
como pueden ser hacendados y mercaderes 41 .
3 9 ) Lo refiere J . H. P a r r y ,
The Sale of Public Offices in the Spanish
Indies under the Hapsburgs, (Berkeley y Los Angeles 1953), que da las listas
de los cargos beneficiados, sacadas de S c h ä f e r , cit. en nota 8. — Véase
también Antonio D o m í n g u e z O r t i z , «Un virreinato en venta», en:
Mercurio Peruano XLIX, n° 453, (Lima 1965), pp. 4 3 - 5 1 y Μ. A. B u r k h o l d e r y D . S , C h a n d l e r , From impotence to authority. The Spanish
Crown and the American Audiencias 1687—1808, (Missouri 1977), en especial los apéndices.
4 0 ) M u r o, cit. en nota 25, pág. 58.
4 1 ) El disgusto de los criollos mexicanos lo refiere
I s r a e l , cit. en
nota 3 , p p . 1 4 5 - 1 4 7 .
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Femando Muro Romero
Si a todo se une que la corona percibe claramente, en la década
de 1670, que los virreyes del Perú y Nueva España obtienen
300.000 y 750.000 pesos, respectivamente, cada bienio por la
venta privada de estos cargos, no es de extrañar que, hacia 1680,
pase la monarquía a concederlos en la península, ante el disgusto
de sus representantes personales. Precisamente la adecuación de
esta actitud consiste, además del beneficio cuantitativo que pasa
a las necesitadas arcas reales, en la participación cualitativa que, a
partir de este momento, parecen conseguir en estos oficios los
más poderosos hacendados y mercaderes, que exigían acceder por
sí o intermediarios a esas esferas de gobierno 42 .
Este claro síntoma de consolidación de esos grupos, que como
es lógico algunos de sus integrantes proceden o se enlazan con los
encomenderos, además de unirse a negocios mineros, se observa
también en la materialización durante estos años de su predominio en el poder local. La monarquía, que hacía más de un siglo
que vendía a las oligarquías ciudadanas el control de los cabildos,
para estas fechas ha perdido su mayor preeminencia a estos niveles, cual era la movilización del patriciado ante sus ofertas de
venta de cargos. Hay síntomas de que aumentan las vacantes de
regidurías y otros oficios vendibles, además de disminuir su precio, no porque los municipios decaigan, sino debido a que los
poderosos para dominar la vida local no necesitan ya invertir
como antes en la compra de sus cargos. Utilizan otros canales
para proteger sus intereses, como el acceso y la conexión con más
altos niveles de autoridad, hasta el punto de que resulta frecuente
la dispersión de las reuniones de los cabildos y aumenta el nombramiento de interinos e incluso el arrendamiento de los oficios
vendibles 43 .
4 2 ) Véase
Y a 1 í R o m á n , en nota 19, pág. 29. - El control de
corregimientos y alcaldías por los grandes hacendados en México lo refiere
C h e v a l i e r , cit. en nota 81, pág 370. Para Perú destaca T o r d N i c o l i n i el desplazamiento de los encomenderos γ su sustitución por mercaderes, terratenientes y otros grupos en el dominio de los corregimientos (op.
cit. en nota 11, pág. 193).
4 3 ) Véanse, por ejemplo, John P r e s t o n
M o o r e , Hie cabildo in
Perú under the Hapsburgs, (Durham 1954), pp. 265—284; y los trabajos
citados en nota 26 de M a r z a h l , ibidem, R u i z R i ν e r a, pp. 274—
275 y G a r c i a Β e r η a 1, pp. 435-436.
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Reforma d d pacto colonial
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Este rápido e incompleto repaso a lo más característico de las
instituciones de gobierno en el XVII, se puede terminar afirmando que en Indias se reflejan los problemas atravesados por la
monarquía en la época, agudizados por las peculiaridades americanas. Los sacrificios financieros exigidos por los conflictos entre
las potencias de Europa Occidental se ven aumentados por los
gastos ante las necesidades de proteger el dominio sobre el Nuevo
Mundo. Esta situación, complicada en América durante unos
años de diversificación económica e integración de grupos poderosos con variados intereses y cada vez más contrapuestos a los
del poder central, hace que, a las exigencias propias de unas
autoridades en su mayoría mal pagadas, sólo quepa la solución de
una práctica administrativa en Indias que degenera con frecuencia
en una contención, cuando no una deformación de la voluntad
del Príncipe 44 .
Si ésto supone una pérdida efectiva de control por parte de la
monarquía de sus propios oficiales, es de destacar también que la
situación no llega a deteriorarse tanto como para producir una
irreversible crisis del poder en el imperio colonial. Para un régimen político no capacitado todavía para efectuar un profundo
cambio en el sistema de gobierno, como hubiera sido el paso de
una administración judicial a la preponderancia de otra ejecutiva,
con la consiguiente evolución del régimen de oficios individuales
al de oficinas coordinadas, le es suficiente conseguir mantener las
constantes más fundamentales de su dominio colonial 45 .
Es cierto que las autoridades actúan cada vez más como personas privadas integrantes o al servicio de los altos estratos de la
sociedad indiana. Pero también hay que señalar su coincidencia
con la actitud de la misma monarquía, dispuesta a distribuir sus
regalías entre los grupos dominantes, consciente de que de su
alianza con ellos, no exenta desde luego de conflictos y choques,
44
) Véase Jaime V i c e n s V i v e s , «Estructura administrativa estatal
en los siglos XVI y XVII», en: Coyuntura económica y reformismo burgués
y otros estudios de Historia de España, (Barcelona 1969), pp. 99—141, en
particular 1 1 4 - 1 1 5 , 1 2 8 - 1 2 9 y 1 3 3 - 1 4 1 .
4 5
) Caracteriza ese paso Bernardino B r a v o L i r a , «Oficio y oficina.
Dos etapas en la Historia del Estado Indiano», en: Anuario Histórico Jurídico Ecuatoriano V, (Quito 1980), pp. 2 3 9 - 2 6 5 .
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Fernando Muro Romero
depende la conservación del imperio colonial. Por tanto, no implica ninguna contradición que en un siglo donde se consigue
consolidar un sistema jurídico, representado por la Recopilcación
de 1680, sea igualmente el paso adelante de unas sociedades que,
identifícades sólo con lo fundamental de esas normas, comienzan
a construir una diversidad de poderes, que acabarán mucho más
tarde siendo incompatibles con la estructura política representada
por la monarquía colonial.
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