El catecumenado es mucho más que catequesis

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CATECUMENADO BAUTISMAL DE ADULTOS
GUÍA
DEL CATEQUISTA
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CATEQUESIS PARA LA ILUMINACIÓN Y MISTAGÓGICA
YO SOY LA VID
Y VOSOTROS LOS SARMIENTOS
DELEGACIÓN EPISCOPAL DE CATEQUESIS DE MADRID
PPC
PRESENTACIÓN
ETAPA DE LA ILUMINACIÓN Y MISTAGOGÍA
Querido catequista:
Con la entrega de los principales documentos de la Iglesia, del Símbolo de la fe y del
Padrenuestro, termina para los catecúmenos la etapa propiamente catecumenal y comienza la recta
final de su itinerario de Iniciación cristiana.
Es el momento de las decisiones por parte de los catecúmenos y el momento en el que la Iglesia, por
la celebración de los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, engendra nuevos
hijos a la fe y los convierte en miembros suyos, en hermanos del pueblo santo de Dios.
Ahora es, pues, necesario coronar bien la obra emprendida y conviene que todos, catecúmenos,
catequistas y la comunidad cristiana, contando con la ayuda del Señor, se dispongan a vivir y
celebrar intensamente el tramo final de este largo camino.
Entramos en una nueva etapa: nueva por los contenidos, nueva por la metodología, nueva por el fin
y la meta que se persiguen; y conviene, querido catequista, subrayar y hacer ver dicha novedad.
Si en las etapas anteriores lo que primaba era la instrucción, aunque no por ello se olvidaban las
otras tareas, fines y métodos de la Iniciación, ahora, en estos tramos finales, lo que ha de primar
más es la oración, la meditación y la reflexión. Ahora ya no es tan prioritaria la necesidad de una
exposición sistemática de la fe; lo que se ha de buscar, fundamentalmente, es que los catecúmenos
(más propiamente, “los elegidos”) hagan, en primer lugar, un itinerario semejante al de Jesús con
los apóstoles y discípulos, cuando estos se dirigían a Jerusalén y el Maestro les iba instruyendo y
disponiendo a vivir los misterios pascuales, su muerte y resurrección. Ese es el espíritu que ha de
inspirar la etapa llamada de la purificación y la iluminación. Y, en segundo lugar, en la etapa que
llamamos de la mistagogía, “los elegidos” han de tener una experiencia similar a la de los apóstoles
y discípulos, cuando Jesús se les aparecía después de su resurrección para confirmarles que estaba
vivo y para ponerles en camino enviándoles a predicar la Buena Noticia de la Salvación a todas las
gentes.
Se trata, por tanto, de una tarea maravillosa y muy delicada; una tarea en la que de forma muy
especial el principal protagonista es el Espíritu Santo. Y el catequista lo que tiene que hacer es
facilitar esa acción interior del Espíritu en cada catecúmeno.
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Miremos a María, pues ella, que supo acompañar a la Iglesia naciente e intercedió para que el
Espíritu Santo viniera en aquel primer Pentecostés, también intercede ahora por todos nosotros,
catequistas y catecúmenos. Y pidamos igualmente que el Señor lleve a feliz término la obra que Él
mismo ha comenzado al llamar a la fe a estos hijos suyos que ahora, por la celebración de los
sacramentos de la Iniciación, piden ser incorporados a la Iglesia y convertirse así en hijos de Dios,
miembros de Cristo y templos de su Espíritu.
Madrid, 30 de julio de 2010
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EL PROYECTO
El Tercer Sínodo Diocesano de la Archidiócesis de Madrid, clausurado en la Pascua de Pentecostés
del año 2005, estableció que «se instaurara el Catecumenado bautismal diocesano, como institución
catequética para los no bautizados y punto de referencia para los itinerarios de la Iniciación cristiana
de niños, adolescentes y jóvenes y de Reiniciación cristiana de adultos, teniendo en cuenta las
modalidades reconocidas por la Iglesia y ya existentes en nuestra diócesis» (Constituciones
sinodales 113). Además, decretó que «corresponde a la Delegación episcopal de catequesis la
puesta en marcha del Catecumenado bautismal diocesano, de acuerdo con el Ritual de la Iniciación
Cristiana de Adultos» (Decreto sinodal, Art. 38).
Así pues, este material que ahora tienes en tus manos, querido catequista, es un fruto más de los
nacidos gracias a los trabajos, las reflexiones y las reuniones de aquel Sínodo, en el que se vio
necesario ofrecer a todas las comunidades y realidades eclesiales que forman la Archidiócesis de
Madrid un instrumento eficaz con el que poder realizar la necesaria tarea de la Iniciación cristiana
de los adultos que piden a la Iglesia la fe y el Bautismo, y también de todos aquellos que, en
cualquier edad o etapa de la vida, recorren un itinerario de Iniciación cristiana con el que
desarrollan y vitalizan la gracia del Bautismo que en su momento recibieron.

Etapas del proyecto y materiales correspondientes
El proyecto ha quedado recogido en tres materiales, cada uno de los cuales sirve para cubrir las
diferentes etapas del itinerario, tal y como vienen señaladas en el RICA:
 «Venid conmigo»: las catequesis para la etapa del precatecumenado.
 «Yo soy el camino, la verdad y la vida»: las catequesis para la etapa del catecumenado
propiamente dicho.
 «Yo soy la vid y vosotros los sarmientos»: las catequesis para las etapas, respectivamente,
de la iluminación y la mistagógica.

El catecumenado es mucho más que catequesis
 En el catecumenado, como bien sabes, querido catequista, las catequesis no son lo único, ni tan
siquiera lo primero ni lo último. El catecumenado es en sí una institución de la Iglesia que sirve
de instrumento para la evangelización de las gentes y que consta de muchas y muy diferentes
acciones: unas preparan y disponen para recibir las catequesis, y otras siguen y suponen las
catequesis recibidas.
 Así pues, podríamos decir que las catequesis, dentro del itinerario de Iniciación cristiana, nunca
se pueden concebir como algo aislado y separado del conjunto de la acción pastoral. Hay un
antes, un durante y un después, que son como la atmósfera vital que hace posible que la semilla
de la fe pueda arraigar en el corazón de las personas que piden a la Iglesia los sacramentos de la
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Iniciación, y que también pueda arraigar y consolidarse, creciendo convenientemente, en
aquellos otros que aun habiendo recibido los sacramentos, sin embargo, no tuvieron una
catequesis adecuada o fueron objeto de una Iniciación carente de alguno de sus elementos más
significativos.
 En consecuencia, aunque los destinatarios de estas catequesis, en principio, sean las personas que
han seguido las etapas anteriores del catecumenado bautismal, también pueden y deben recibirlas
aquellas otras que en su momento no hicieron o no pasaron por las etapas de la iluminación y
mistagógica, y, por tanto, se han visto privadas de los beneficios y frutos que espiritualmente se
les suponen.

No confundir catecúmenos con catequizandos
 En el caso de que estas catequesis vayan dirigidas a personas ya bautizadas, lo que siempre habrá
que tener en cuenta es que no cabe tratarlas nunca como si fueran realmente catecúmenos. Por
ejemplo, a la hora de tener los escrutinios, nunca cabe poner en duda la conveniencia de que
estas personas ya hayan recibido el Bautismo y los demás sacramentos de la Iniciación, sino que
habrá que buscar disponerles para que sean conscientes del don que recibieron e invitarles a que
sean responsables y coherentes con él.
 Asimismo todo lo que se refiere a exorcismos, bendiciones y unción prebautismal, hay que decir
que no son ceremonias propias de los bautizados; estos, lo que han de celebrar es el sacramento
de la Penitencia y la Reconciliación como la forma propia en que los bautizados reciben el
perdón de sus pecados, junto con el sacramento de la Eucaristía, que nos aporta la fuerza
necesaria para resistir y vencer las tentaciones del Enemigo.
 Aunque parezca obvio, no está de más recordar que el Bautismo y la Confirmación no son
reiterables, pero sí cabe (y es necesario hacerlo) renovar los compromisos bautismales de cuando
en cuando, tal y como la Iglesia lo recomienda. Por tanto, la celebración de los sacramentos de
Iniciación y la celebración final del catecumenado en el día de Pentecostés, en el caso de que se
trate de personas bautizadas en la edad de párvulos, deben ser adaptadas convenientemente.

Para celebrar y vivir la Cuaresma del ciclo A
Por último, cabe señalar que este material puede ser utilizado por los miembros de las comunidades
cristinas, independientemente de que hayan realizado el itinerario catecumenal completo. Por
ejemplo, muy bien podría servir para ayudar a vivir y seguir el tiempo de la Cuaresma,
singularmente en el ciclo A, de modo que se favorezca en los fieles cristianos un proceso de
redescubrimiento del Bautismo y una toma de conciencia de los aspectos que se trabajan,
respectivamente, en las etapas de la iluminación y la mistagógica, como son: el aspecto penitencial,
de lucha y combate contra el pecado, el de iluminación sobre determinadas situaciones de la vida
cristiana…
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EL PAPEL DEL ACOMPAÑANTE

Nueva etapa, nuevas actitudes
 En la carta de presentación hemos hablado sobre la “novedad” que suponen estas dos últimas
etapas del catecumenado bautismal con respecto a las anteriores. Una novedad que se ha de
traducir, sobre todo, en el modo de impartir las catequesis, pues ahora ya no prima tanto la
instrucción sino, más bien, la oración, la meditación y la reflexión. Pues bien, en función de la
nueva orientación que tienen estas catequesis, también ha de ser “novedosa” la actitud con que el
catequista afronta esta parte del itinerario.
 A partir de ahora, la prioridad no es explicarles muchas más cosas a los catecúmenos, sino
favorecer en ellos que, guiados por las lecturas de la liturgia de la Palabra de los respectivos
domingos, puedan ir orando, reflexionado y contrastando sus vidas con lo que el Señor dice a su
pueblo, con lo que los diferentes personajes que aparecen citados en los textos dicen o hacen,
con las situaciones por las que pasan, etc. Todo ello se ve completado con la abundante riqueza
de oraciones litúrgicas, específicas de cada uno de los domingos, y que será bueno que los
catecúmenos conozcan, comprendan y utilicen como algo propio.

Seguir la pedagogía de Jesús con sus apóstoles y discípulos
 En definitiva, se trata de que, como también decíamos en la carta de presentación, el catequista
favorezca que los catecúmenos hagan un itinerario semejante al de Jesús con los apóstoles y
discípulos.
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
En primer lugar, cuando estos se dirigían a Jerusalén y el Maestro les iba instruyendo y
disponiendo a vivir los misterios pascuales, su muerte y resurrección. Ese es el espíritu que ha
de inspirar la etapa llamada de la purificación y la iluminación.
Y, en segundo lugar, en la etapa que llamamos de la mistagogía, en la que “los elegidos” han
de tener una experiencia similar a la de los apóstoles y discípulos cuando Jesús se les aparecía
después de su resurrección, para confirmarles que estaba vivo y para ponerles en camino,
enviándoles a predicar la Buena Noticia de la Salvación a todas las gentes.
 Hará bien, por tanto, el catequista en fijarse e inspirarse en el ejemplo de Jesús, y aprender de él
la tarea de acompañar a los catecúmenos o catequizandos que le han sido confiados.


Es momento de provocar a los catecúmenos, como hacía Jesús con sus discípulos, para que
piensen y se den cuenta de lo que supone ser discípulo suyo, tanto en lo que tiene de don,
como también en lo que tiene de exigencia.
Es momento de escuchar a los catecúmenos y neófitos, y de escucharles con atención (como
hacía Jesús con sus apóstoles y discípulos), para comprender las dificultades que
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experimentan en su propia carne para seguir al Maestro, esperando de él ayuda, consejo y
orientación concretos, al tiempo que fortaleza, ánimo y ganas para seguir adelante.

Es momento también para enseñar a los catecúmenos y neófitos a discernir y a escrutar, es
decir, a leer en sus corazones, como lo hacía Jesús, para que queden al descubierto todos los
engaños del Enemigo, y, para que libres de toda atadura, puedan elegir en libertad lo que
realmente les conduce a la salvación.
 Todo esto, el catequista lo debe saber hacer sin incurrir en ningún falso protagonismo, pues se
debe considerar, más bien, en servidor e instrumento de la acción divina.
 El catequista ha de ser consciente de que el protagonismo solo es del Espíritu Santo y, siguiendo
el consejo que san Ignacio de Loyola daba al que dirige los Ejercicios Espirituales, simplemente
se ha de contentar con favorecer «que la criatura se comunique con el Criador», y molestar lo
menos posible. Es decir, lo importante no es que el catequista proponga al catecúmeno un
camino ya hecho, sino que el catecúmeno descubra, ayudado por la discreta acción del
catequista, la vía por donde el Señor le invita a caminar; y, lo que es más importante, que el
catecúmeno sea consciente de que, si Dios se lo pide, no le va a faltar la fuerza ni la gracia
necesarias para llevarlo a cabo.
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DESCRIPCIÓN DE LAS ETAPAS FINALES DEL ITINERARIO

Rito de la elección
 Una vez que los catecúmenos han recibido la instrucción adecuada y han sido iniciados en todas
y cada una de las dimensiones de la fe (la fe que profesamos en el Credo; la fe que celebramos
en los sacramentos; la fe que estamos llamados a vivir siguiendo el camino de los mandamientos
y las bienaventuranzas; y la fe que se ha de alimentar y expresar con la oración y la
espiritualidad cristianas), los catecúmenos han de pedir formalmente ser admitidos a la
celebración de los sacramentos de la Iniciación.
 La Iglesia da respuesta a su solicitud en un rito que se llama de La admisión a los sacramentos, o
Rito de la elección o inscripción del nombre. Así comienza la parte final del itinerario
catecumenal.

Catequesis de la etapa de la purificación y la iluminación
 Tras el rito, comienza el tiempo destinado a la preparación intensiva del espíritu y del corazón de
los catecúmenos para que se dispongan adecuadamente a recibir los sacramentos de la Iniciación.
 Las catequesis de esta etapa se dirigen más bien a los corazones y a las mentes; y buscan que,
mediante un conocimiento más profundo y personal de Cristo, facilitado por la liturgia de la
Palabra de los domingos de Cuaresma, los catecúmenos se purifiquen más y más y se sientan
atraídos por la luz de la Verdad que les conduce a la vida.

Escrutinios y exorcismos
 Para facilitar la purificación e iluminación de las conciencias de los catecúmenos, la Iglesia
propone, como medio, la realización de los escrutinios, acompañada por la celebración litúrgica
correspondiente.
 Por un lado, como indica el propio Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (RICA), es
necesario que los catecúmenos descubran lo que en su corazón hay de débil, enfermo y torcido,
para fortalecerlo, sanarlo y corregirlo. La Iglesia muestra así sus entrañas de madre para con sus
hijos y les ofrece la ayuda necesaria para que se vean libres de todo pecado y protegidos contra
toda tentación.

Preparación próxima de los sacramentos
El RICA también recomienda vivamente a los catecúmenos a que se retiren y dediquen un tiempo
suficiente a la oración, al recogimiento y al ayuno, de modo que dispongan el corazón lo mejor
posible para recibir de forma provechosa los sacramentos pascuales.
8

Celebración de los sacramentos
 Es importante que los catecúmenos estén bien instruidos sobre el significado de los símbolos, los
ritos y las oraciones por los que van a convertirse realmente en hijos de Dios y miembros de su
pueblo, que es la Iglesia.
 Así pues, es necesario instruirles convenientemente al respecto, antes y después de la
celebración, mediante las catequesis llamadas mistagógicas.

Catequesis de la etapa de la mistagogía
 Se trata de ayudar a los neófitos, o sea, los recién bautizados, a que profundicen en la vivencia de
los misterios pascuales y del don que han recibido mediante los sacramentos de la Iniciación.
 Esto se consigue con la participación asidua en la celebración eucarística, singularmente la
dominical; con la meditación de los textos bíblicos de la liturgia de la Palabra, sobre todo, de los
relatos evangélicos; con las homilías de los sacerdotes; y con las explicaciones y reflexiones
hechas en común, dirigidas por el catequista, gracias a las cuales los recién bautizados podrán
penetrar aún más en los misterios celebrados.
 Todo ello va acompañado de un trabajo de reflexión y de revisión compartido, entre los
catecúmenos que hayan concluido contemporáneamente sus respectivos itinerarios y los demás
miembros de la comunidad cristiana, que les acogen y les acompañan en los primeros pasos de
su caminar como cristianos.

Convivencia final
 Como broche final de todo el itinerario se proponen una convivencia, la celebración de una
Eucaristía presidida por el Obispo diocesano y un ágape fraterno.
 Será una buena ocasión para que todos los bautizados en un mismo año dentro de la diócesis, se
conozcan y compartan experiencias entre sí, al tiempo que departen con el Obispo y reciben sus
orientaciones, ayudas, consejos, aliento y ánimos para perseverar en adelante en la vida cristiana.
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RITO DE LA ELECCIÓN O INSCRIPCIÓN DEL NOMBRE
(Cfr. RICA 143-151.374bis-375; y Yo soy la vid..., libro del catecúmeno, páginas 5-7)

Escrutinios previos
 Antes de la celebración de este Rito conviene que los catecúmenos sean escrutados para discernir
si realmente tienen, como dice el Ritual, «una fe iluminada y la voluntad deliberada de recibir los
sacramentos de la Iglesia» (RICA 134).
 Para ello, tanto el sacerdote o persona responsable del catecumenado, como los catequistas y
padrinos, así como los miembros de la comunidad que conozcan a los catecúmenos, es bueno
que den su parecer sobre cómo han aprovechado lo que la Iglesia les ha entregado a lo largo del
camino recorrido (cfr. RICA 135).
 Todas estas deliberaciones, previas a la celebración del Rito, han de ser comunicadas al Obispo
(o a quien va a presidir en su nombre la celebración), de modo que pueda «efectuar en nombre de
Cristo y de la Iglesia, la admisión de “los elegidos”» (RICA 138).
 Las deliberaciones pueden tener lugar con o sin la presencia de los catecúmenos, y la forma ha
de ser la que se considere más apta, siempre teniendo claro que lo que se busca es el bien del
candidato y lo que se persigue es que este sea consciente del paso que, ayudado por la gracia de
Dios, va a dar, así como de los compromisos definitivos que adquirirá y que serán sellados
públicamente en la celebración litúrgica.
 Es absolutamente necesario que los catecúmenos experimenten la intercesión a su favor de toda
la Iglesia y que se sientan alentados a seguir a Cristo con mayor generosidad.
 Así pues, conviene que toda la comunidad sea preparada previamente para participar en la
celebración y que se sienta responsable de “los elegidos”, a quienes ha de ofrecer su ejemplo, su
ayuda y su intercesión, de manera que comprendan existencialmente que no están solos y que
realmente la Iglesia es una madre que les engendra como hijos para la vida eterna.

La celebración del rito
Se trata del rito de paso entre la etapa catecumenal, propiamente dicha, y esta siguiente, que se
denomina tiempo de la purificación o de la iluminación.
En esta celebración, la comunidad cristiana presenta a los que han de ser elegidos ante el Obispo, o
el sacerdote que actúe en su nombre.
El Obispo, por su parte, ha de expresar públicamente, ante la comunidad reunida solemnemente,
qué candidatos son los admitidos para recibir los sacramentos de la Iniciación: Bautismo,
Confirmación y Eucaristía.
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Desde el momento en que los catecúmenos son admitidos o elegidos para la celebración de los
sacramentos de Iniciación reciben el nombre de “elegidos” o “competentes” (cfr. RICA 24).
«Hecha la elección, se les instará a seguir a Cristo con mayor generosidad» (RICA 134) y a que,
junto con todos los fieles, «se preparen para las solemnidades pascuales» (RICA 138). También los
padrinos han de ser exhortados a acompañar a los elegidos y a ayudarles con su ejemplo para que se
dispongan a recibir los sacramentos de la vida divina (cfr. RICA 147).
1 El lugar
El lugar propio de esta celebración es la Iglesia Catedral, aunque, como en los ritos anteriores,
puede tener lugar en la parroquia en la que los catecúmenos han recibido las catequesis.
2 El día
Lo normal es que el rito tenga lugar dentro de la liturgia eucarística del primer domingo de
Cuaresma y justo a continuación de la homilía, que debe servir tanto a los catecúmenos como a toda
la comunidad para que se dispongan a participar activamente en los misterios pascuales.
Si el Rito no se celebra en el primer domingo de Cuaresma, conviene, no obstante, que las lecturas
sean las de ese día (cfr. Leccionario de la Misa, nn. 22-24; y RICA 141). Y si el Rito se celebra
fuera de una celebración de la Eucaristía, la ceremonia debe concluir con la despedida de todos:
fieles y catecúmenos (cfr. RICA 141).
3 Los padrinos
En este rito tienen especial relevancia los padrinos de cada uno de los catecúmenos, pues han de dar
testimonio ante el Obispo y ante toda la comunidad de que sus ahijados han escuchado fielmente la
palabra de Dios, han comenzado a caminar ante Dios guardando la palabra recibida y están unidos
fraternalmente a la comunidad y sus oraciones (cfr. RICA 144).
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1 TIEMPO DE LA PURIFICACIÓN Y DE LA ILUMINACIÓN
CATEQUESIS Y EVANGELIOS CORRESPONDIENTES
 Tema 42: Creados por Dios para vivir en Cristo y ser realmente libres
Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto (Mt 4,1–11)
 Tema 43: Iluminados por la luz de Cristo, caminamos a la tierra que el Señor prometió
Evangelio de la transfiguración de Jesús en el monte (Mt 17,1–9)
 Tema 44: De la duda a la confesión de fe: “Jesús es en verdad el Salvador del mundo”
Evangelio de la samaritana (Jn 4,5–42)
 Tema 45: Iluminado por la luz de la fe, Creo, Señor
Evangelio del ciego de nacimiento (Jn 9,1–41)
 Tema 46: El Señor nos promete su Espíritu, nuestra carne mortal resucitará
Evangelio de la resurrección de Lázaro (Jn 11,1–45)
METODOLOGÍA
El tiempo de purificación y de iluminación es el tiempo en el que los catecúmenos se disponen a
celebrar el Misterio Pascual mediante la recepción de los sacramentos de la Iniciación cristiana.
 Normalmente, como ya hemos recordado, este tiempo debe coincidir con la Cuaresma, que es el
momento más propio del Año Litúrgico para renovar a la comunidad de los fieles, junto con los
catecúmenos, por la liturgia y la catequesis litúrgica, mediante el recuerdo o la preparación del
Bautismo, y por la penitencia.
 Se supone que, durante este tiempo, además de asistir a la celebración de la liturgia de la Palabra
de cada domingo, los catecúmenos tienen a continuación un rato largo de catequesis en el que,
con la ayuda del catequista, van dejándose purificar e iluminar para disponerse del mejor modo
posible a la recepción de los sacramentos de la Iniciación: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
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FINALIDAD PROPIA DE ESTA ETAPA
 En este período, las catequesis están ordenadas a preparar intensamente el ánimo de los
catecúmenos, dándoles una formación espiritual específica.
 Se trata, pues, de una catequesis dirigida, sobre todo, a las mentes y a los corazones para
purificarlos por el examen de conciencia y por la penitencia, y para iluminarlos por un
conocimiento más profundo de Cristo, el Salvador.
 El hilo conductor de estas catequesis es el de las lecturas evangélicas de los cinco domingos del
ciclo A de la Cuaresma.
LOS CICLOS LITÚRGICOS B Y C
En los años en que durante la Cuaresma se siguen, respectivamente, los ciclos B o C, las
adaptaciones son relativamente fáciles.

Primer y segundo domingos de Cuaresma
La temática de los dos primeros domingos es siempre la misma: las tentaciones de Jesús en el
desierto y la transfiguración. De ahí que, aun teniendo en cuenta los acentos de los diferentes relatos
de Marcos y Lucas, los puntos a seguir en la catequesis deben ser básicamente los mismos.

Tercer domingo de Cuaresma
 El evangelio del tercer domingo del ciclo B es el de la purificación del Templo, según la versión
de san Juan (Jn 2,13–25). Por tanto, lo importante sería subrayar, en sintonía con el relato de la
Samaritana, cómo Jesús pide la fe en él, verdadero Templo donde Dios habita en su plenitud.
 Mientras que en el ciclo C se lee el pasaje de Lc 13,1–9. Texto en el que, por un lado, Jesús
habla de la necesidad que todos tenemos de convertirnos, y, por otro, de cómo él, viñador en la
viña del Padre, no cesa de interceder por nosotros y de trabajar para que lleguemos a dar fruto; es
decir, justo lo que le vemos hacer a Jesús con la Samaritana, trabajar para ponerla en disposición
de que se convierta y llegue a dar fruto abundante para gloria de Dios.
 Teniendo en cuenta este matiz, la catequesis puede seguir básicamente los mismos puntos de la
propuesta al hilo de las lecturas del año A.

Cuarto domingo de Cuaresma
 El evangelio del cuarto domingo del ciclo B es el final del diálogo de Jesús con Nicodemo (Jn
3,14–21). Jesús se nos revela como ese signo innegable del amor que Dios nos tiene, pues nos ha
enviado a su Hijo, no para condenar al mundo sino para que el mundo se salve por medio de él.
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Precisamente ese es el hilo conductor del relato del ciego de nacimiento: los discípulos pensaban
que Dios le había castigado por algún pecado cometido por él o por sus padres y, sin embargo,
nada de eso es cierto. Jesús ha venido como luz del mundo y para que creyendo en él tengamos
vida eterna.
 En el ciclo C, el evangelio que se proclama es la parábola del hijo pródigo (Lc 15,1–3.11–32);
por tanto, el acento se pone de nuevo en la misericordia infinita de Dios, nuestro Padre, que a
todos nos invita a tener las mismas entrañas misericordiosas para con nuestros hermanos.

Quinto domingo de Cuaresma
 El quinto domingo de cuaresma del ciclo B se lee el pasaje de Jn 12,20–33, donde, entre otras
muchas cosas, Jesús habla de la necesidad que tiene el grano de trigo de caer en tierra y morir
para llegar a dar fruto. Así pues, el paralelismo con la resurrección de Lázaro es más que notable.
En dicho pasaje, Jesús levanta los ojos al cielo y ora para que los que le ven, crean que el Padre
le ha enviado; en este otro pasaje, se oye directamente la voz del Padre que anuncia la
glorificación de su Hijo.
 En el ciclo C, el evangelio es el pasaje de la mujer sorprendida en adulterio y puesta a los pies de
Jesús para que dijera si debía ser lapidada o no por su delito (Jn 8,1–11).
 Jesús, con su modo de proceder, nos revela que ha venido a librarnos de todas nuestras ataduras,
es decir, del pecado, como en el caso de la mujer adúltera, y también de la muerte, como en el
caso de Lázaro; aunque hemos de ser conscientes de que todos necesitamos de esta salvación que
Jesús nos trae, desde el mayor hasta el más pequeño.
ESTRUCTURA DE LOS TEMAS
Cada tema está articulado en cuatro partes o momentos.

Punto de partida
En él, el catecúmeno encontrará, en primer lugar, una presentación muy sintética de los principales
puntos que se tocan en la liturgia de la Palabra del domingo correspondiente, acompañados de
algunas preguntas que expresan, por lo general, las cuestiones que normalmente se les plantean a
los catecúmenos en estos momentos del itinerario. Preguntas que, a su vez, encuentran respuesta en
lo que la Palabra de Dios nos dice y nos enseña.
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
La Palabra de Dios
 El fin de indicar las lecturas respectivas de cada uno de los domingos no es otro sino que los
catecúmenos asuman la tarea de leerlas con calma y de meditarlas personalmente, de forma que
lleguen a la celebración de la Eucaristía y a la catequesis posterior, bien empapados de sus
contenidos, habiendo anotado todo aquello que no entienden y las preguntas que les suscitan los
textos de la liturgia con respecto a sus propias vidas.
 Junto a la indicación de las correspondientes lecturas de cada domingo, hemos querido incluir un
texto breve de algún Santo Padre, del magisterio de nuestro actual Papa, Benedicto XVI, o de su
predecesor, el venerable Juan Pablo II, o de algún autor contemporáneo, para que los
catecúmenos puedan comprender y abrirse a la actualidad que tiene la Palabra de Dios, siempre
viva y eficaz, y capaz de iluminar cualquier circunstancia y situación de la vida.

Mensaje cristiano
 En este apartado hemos querido desarrollar algo más extensamente (aunque tratando siempre,
por otra parte, de ser lo más concisos posible), los principales puntos que se derivan del
Evangelio correspondiente a cada domingo y que más interesan a los catecúmenos de cara a su
preparación para recibir los sacramentos de la Iniciación.
 Será tarea del catequista llevar bien preparados estos puntos, no tanto para explicarlos, sino para
ayudar a los catecúmenos a que los puedan aplicar lo más concretamente posible a sus vidas.
 En la sesión de catequesis, por tanto, más que leer y comentar los puntos del Mensaje cristiano,
será preferible dialogar sobre las preguntas que se ofrecen en el apartado Para reflexionar y
preparar el coloquio de los escrutinios, u otras semejantes.

Expresión de la fe
 Invitamos a que cada una de las catequesis concluya meditando y orando con el salmo
correspondiente a la liturgia del domingo respectivo.
 Para ello, ofrecemos algunas pistas que sirvan para contextualizar el salmo en el conjunto de la
liturgia de la Palabra y, sobre todo, para tratar de aterrizar lo que dice el salmo en la vida de los
catecúmenos y en el momento del itinerario en el que se encuentran.
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LOS TEMAS DE LA ETAPA DE LA PURIFICACIÓN O ILUMINACIÓN
TEMA 42:
CREADOS POR DIOS PARA VIVIR EN CRISTO Y SER REALMENTE LIBRES
(Cfr. páginas 8-17 del libro del catecúmeno)
Los dos ejes de esta primera catequesis son los relatos del pecado original y de las tentaciones de
Jesús en el desierto.
Objetivos



Que el catecúmeno encuentre en los textos que la liturgia de la Palabra propone, la luz necesaria
para afrontar sus propias tentaciones y la gracia necesaria para salir victorioso.
Puesto que la principal tentación con la que el demonio trata de apartarnos de Dios es la
desconfianza, lo que se ha de buscar, una vez más, es que el catecúmeno crezca en la confianza
en Dios como Creador y Señor. Dios no nos ha creado para la muerte, como trata de hacernos
creer el tentador, sino que nos ha creado para la vida y para vivir felizmente con Él para siempre.
En las tres tentaciones de Jesús, que se nos cuentan en los evangelios, el catecúmeno puede ver
reflejadas todas y cada una de las formas con que hemos sido, somos y seremos tentados los
hombres a lo largo de nuestra vida; lo importante es que los catecúmenos estén preparados y
dispuestos a luchar, sostenidos por la gracia, conscientes de que, si Jesús, que es nuestra Cabeza,
venció, también ellos vencerán con su ayuda. Basta que, al igual que Jesús, tengan el propósito
de alimentarse continuamente de la Palabra de Dios; de confiar siempre, como Jesús lo hizo, en
el Señor; y de adorarle y rendirle culto, como Jesús hizo en todo momento con su Padre del
cielo.

Por último, se invita a los catecúmenos a que interioricen las principales actitudes que se reflejan
en los versículos del salmo 50, que recoge la liturgia de la Palabra: el reconocimiento de los
pecados; la confesión de que la salvación viene solo de Dios, de su misericordia y de su bondad
que son eternas; y la apertura de los labios a la alabanza por el gozo de vernos redimidos.
16
TEMA 43:
ILUMINADOS POR LA LUZ DE CRISTO, CAMINAMOS A LA TIERRA QUE EL
SEÑOR PROMETIÓ
(Cfr. páginas 18–27 del libro del catecúmeno)
Los dos ejes principales de esta segunda catequesis son la narración de la vocación de Abrahán y el
relato de la transfiguración de Jesús en el monte.
Objetivos
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A la luz del relato de Abrahán, se pretende que cada catecúmeno se vuelva a preguntar por los
motivos (las esperanzas) que le pusieron en camino, es decir, lo que le llevó a comenzar el
catecumenado, para plantearse y descubrir a continuación la solidez y la firmeza de aquellas
motivaciones. Será bueno que el catecúmeno se pregunte y descubra en qué sentido han
cambiado, cómo se han transformado, en qué se nota que realmente han madurado, etc.



Además, conviene que el catecúmeno termine de descubrir lo que significa existencialmente que
la vida del creyente es estar continuamente de camino, pues la meta es la casa del Padre y no
hemos de despistarnos hasta alcanzarla.
Pero, sobre todo, lo que se busca con esta catequesis es que los catecúmenos contemplen el
rostro transfigurado de Cristo y que se afiance su fe en él como Mesías y como Señor, como el
Hijo amado de Dios al que deben escuchar.
Para profundizar en el relato se ofrecen a los catecúmenos diferentes pistas que les permitan
comprender e interpretar los principales signos que aparecen en él: el monte, el rostro, las
vestiduras, los personajes que se citan (Moisés y Elías) y, por último, la nube. Se trata de pasar
de lo visible a lo invisible, de lo que se ve al misterio que está más allá, pero que se nos
manifiesta para que creamos que Jesús realmente es el Hijo de Dios.
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TEMA 44:
DE LA DUDA A LA CONFESIÓN DE FE: “JESÚS ES EN VERDAD EL
SALVADOR DEL MUNDO”
(Cfr. páginas 28-37 del libro del catecúmeno)
Los dos principales ejes de esta tercera catequesis son, por un lado, el relato de las lamentaciones de
los israelitas en el desierto, cuando no tenían agua que beber; y, por otro, el relato del encuentro del
la samaritana con Jesús en el pozo de Siquem.
Objetivos

Los catecúmenos han de ser invitados a preguntarse por esos momentos en que la tentación
consiste en el arrepentimiento de haber comenzado el camino, en la desilusión y la frustración,
en la sensación de haber sido engañados, de que todo es una gran mentira.


Los catecúmenos han de identificarse con la samaritana, a la que Jesús escruta para que deje de
engañarse a sí misma y por fin encuentre el “agua viva” que pueda saciar su sed, abandonando,
en cambio, todos esos otros caminos que a la postre le han llevado a sentirse profundamente
frustrada y triste.
Los catecúmenos han de preguntarse igualmente por el sentido de los duros trabajos que tenemos
que soportar en la vida, por las rutinas que nos cansan y nos conducen a una permanente actitud
de escepticismo ante todo y con todos, para que, poco a poco, vayan descubriendo al que nos
ofrece un agua que nos permitirá no tener que volver al pozo cada día, pues quitará para siempre
nuestra sed.



Los catecúmenos han de descubrir, al igual que lo hicieron la samaritana y sus paisanos, que
Jesús realmente es el Mesías, el Salvador del mundo, el que tenía que venir al mundo.
Los catecúmenos han de comprender que lo importante es conocer a Jesús, no por lo que otros
dicen de él, sino por el encuentro personal e íntimo con él. Para ello es necesario hablar con él,
dejar que nos pregunte, abrir nuestra vida sin ningún temor para que él pueda darnos la única
agua capaz de saciar nuestras más profunda sed.
Con el salmo 94, los catecúmenos han de ponerse en esa actitud de apertura de conciencia para
entrar así en los escrutinios, sin ningún género de temor que pueda endurecer el corazón y
volverlo hostil a la gracia divina.

Invitamos, por último, a trabajar con los catecúmenos un texto de Gaudium et spes 10,
fundamentalmente para que descubran cómo el drama del ser humano, que tantas veces nos deja
sin palabras, y los grandes interrogantes que nos planteamos generación tras generación,
encuentran en el rostro de Cristo, imagen visible del Dios invisible, la única luz capaz de
iluminar el misterio del hombre y la fuerza necesaria para encontrar soluciones a los principales
problemas de nuestro tiempo.
18
TEMA 45:
ILUMINADO POR LA LUZ DE LA FE, CREO, SEÑOR
(Cfr. páginas 40–49 del libro del catecúmeno)
Los dos ejes de la cuarta catequesis son el relato de la unción del rey David por parte de Samuel y la
curación del ciego de nacimiento.
Objetivos
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Los catecúmenos, gracias a los textos de la palabra de Dios, han de ver que los escrutinios a los
que son sometidos en esta etapa de su itinerario no obedecen sino a la forma como el Señor actúa
en la historia de la salvación cuando llama y elige a una persona para una determinada tarea. Es
necesario mirar como Dios mira, hay que aprender a juzgar y valorar a las personas según los
criterios divinos, que frecuentemente son muy diferentes a aquellos por los que nos movemos los
hombres.
Los catecúmenos, como el ciego de nacimiento, se han de dejar iluminar por la luz de la Verdad,
y han de aprender que el pecado más peligroso es el de creer que no tenemos pecado y que,
estando ciegos, creamos, sin embargo, que vemos.
Los catecúmenos, iluminados por la luz de Cristo, han de aprender a denunciar las obras de las
tinieblas para convertirse en artífices de la justicia y de la verdad, de modo que la fe en Jesús y
en su evangelio se convierta en una fuerza capaz de transformar este mundo según el plan de
Dios.
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Los catecúmenos, como el ciego de nacimiento, han de aprender a sentirse bendecidos por Dios,
también en medio de esas situaciones que habitualmente consideramos como una maldición: la
enfermedad, la injusticia, la pobreza y hasta la misma muerte.
Los catecúmenos, como el ciego de nacimiento, han de ser conducidos poco a poco a la fe en
Jesús como Mesías y como Salvador por la experiencia de que realmente Jesús les ha salido al
camino, les ha tocado, les ha recreado y les ha hecho ser criaturas nuevas, hombres nuevos.
Esta catequesis es fundamental para ayudar a los catecúmenos a que se dispongan a hacer las
renuncias bautismales con pleno conocimiento del sentido y de las consecuencias que el rito
supone en sí mismo.
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Invitamos a reflexionar con el texto de Gaudium et spes 10 sobre la necesidad de conectar los
valores que hoy gozan de una mayor consideración en nuestro mundo con su fuente más original,
que no es otra sino Dios. Solo así ayudaremos a los catecúmenos a que se esfuercen por construir
la ciudad terrena sin olvidarse de la del cielo.
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TEMA 46:
EL SEÑOR NOS PROMETE SU ESPÍRITU, NUESTRA CARNE MORTAL
RESUCITARÁ
(Cfr. páginas 52–63 del libro del catecúmeno)
Los dos ejes de esta quinta catequesis son el relato de los huesos secos del profeta Ezequiel y la
resurrección de Lázaro.
Objetivos
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Al igual que el profeta Ezequiel fue invitado a invocar al Espíritu para que revivieran los huesos
secos, los catecúmenos han de ser invitados a que crean en la acción eficaz del Espíritu Santo
para hacerles nacer de nuevo.
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Es necesario que los catecúmenos comprendan que es en virtud de la acción del Espíritu Santo
por lo que los signos sacramentales que la Iglesia realiza son verdaderamente eficaces.
Los catecúmenos han de comprender asimismo que los signos y los milagros que Jesús realizó
fueron una manifestación concreta de que el Espíritu de Dios estaba con él, que era el Espíritu
Santo el que hacía eficaces sus palabras y sus signos.
Los catecúmenos, al igual que las hermanas de Lázaro, Marta y María, tienen que ser llevados a
confesar a Jesús como Mesías y Señor porque es capaz de dar vida incluso a los muertos,
superando el aparente escándalo de que un hombre, semejante en todo a sus hermanos, haya
recibido de Dios tal potestad.
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Los catecúmenos han de ir creciendo hasta alcanzar una fe operante, es decir, una fe que no se
limite a confesar unas verdades aprendidas y aceptadas como tales, sino una fe que nos lleve a
actuar en consecuencia; solo así podrán ser en verdad discípulos de Jesús.
Los catecúmenos, a la luz del relato de la resurrección de Lázaro, son invitados a mirar a Jesús
como el que es capaz de librarles de la muerte, de desatarles de todas sus ataduras y de ofrecerles
el alimento que les hará perseverar en la vida nueva hasta alcanzar la plena posesión de la vida
eterna.
Esta última catequesis de la etapa de la iluminación ha de disponer a los catecúmenos a celebrar
y participar activa y fructuosamente en la recepción de los sacramentos de la Iniciación cristiana,
que recibirán en la noche de Pascua.
Ofrecemos, como complemento para esta catequesis, una homilía del predicador de la Casa
Pontificia, el franciscano capuchino padre Raniero Cantalamessa, que ayudará a los catecúmenos a
profundizar aún más en el sentido de los textos bíblicos que propone la liturgia del quinto domingo
de Cuaresma.
20
Índice
Presentación…………………………………………………………………………
3
El Proyecto…………………………………………………………………………….
5
El papel del acompañante……………………………………………………….......
7
Descripción de las etapas finales del itinerario……………………………………..
9
Rito de la elección o inscripción del nombre……………………………………….
11
1. TIEMPO DE LA PURIFICACIÓN Y DE LA ILUMINACIÓN
Catequesis y evangelios correspondientes……………………………….………
13
Metodología………………………………………………………………………..
13
Finalidad propia de esta etapa……………………………………………………
14
Los ciclos litúrgicos B y C…………………………………………………………
14
Estructura de los temas……………………………………………………………
15
Los temas de la etapa de la purificación o iluminación…………………………
17
Los escrutinios…………………………………………………………………….
22
Preparación próxima de los sacramentos……………………………………….
26
Celebración de los sacramentos de Iniciación…………………………………..
34
2. TIEMPO DE LA MISTAGOGÍA
Catequesis y evangelios correspondientes……………………………….………
35
Metodología………………………………………………………………………..
35
Estructura de los temas……………………………………………………………
36
Algunos criterios metodológicos a tener en cuenta………………………….......
36
Los temas de la etapa de la mistagogía…………………………………………..
37
Convivencia final………………………………………………………………….
43
Apéndice: Catequesis mistagógicas de los Santos Padres………………………….
45
21
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