CAPÍTULO I. ¿QUÉ ES LA IGLESIA? La palabra “EKKAESIA” (eclesia) viene del griego y significa reunión, congregación de personas. Por sociedad se entiende una agrupación de personas que se reúnen para realizar un fin determinado mediante el cumplimiento de ciertas obligaciones, por lo tanto, la iglesia es la sociedad espiritual y visible de todos los bautizados que profesan la doctrina de Cristo con el fin de participar de los méritos de Cristo y salvarse. La Iglesia Católica la fundó nuestro Señor Jesucristo: a) Preparó su función instruyendo durante 3 años a sus apóstoles y haciéndolos aptos para la predicación de su doctrina. b) Fundó la Iglesia cuando eligió a los 12 apóstoles para directores de su obra, dándoles por jefe a San Pedro. Les dio la misión de predicar su doctrina por todo el mundo y les confirió el triple poder de enseñar, santificar y gobernar a los fieles con estas palabras: “Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra, id pues y enseñad a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo haciéndoles observar las cosas que yo os he mandado” (Mateo 28, 18). Cristo fundó la Iglesia por que como él no había de permanecer siempre con los hombres era menester que estableciera una sociedad capaz de continuar su misión sobre la tierra. EL DESARROLLO Los apóstoles comenzaron a cumplir esta misión el mismo día de Pentecostés, con éxito tan admirable que sólo San Pedro convirtió 3,000 personas en su primer predicación (Hechos 2, 41) y 5,000 en el segundo (Hechos 4,4). Luego los apóstoles se esparcieron por todo el mundo e iban fundando comunidades cristianas donde predicaban. Estas comunidades eran dirigidas por obispos consagrados por ellos y estaban unidas entre sí por una misma fe y doctrina, unos mismos sacramentos y ritos; y por la obediencia a un jefe común que era Pedro y sus sucesores. Alos fieles se les llamó cristianos, y a las comunidades Iglesia; y al conjunto de ellas La Iglesia Católica o simplemente Iglesia. CAPÍTULO II. CUALIDADES DE LA IGLESIA. Jesucristo quiso adornar a su Iglesia con 4 cualidades que fuera visible, perpetua, invariable e infalible. 1. Su visibilidad consiste en que es una sociedad visible y exterior. En efecto Jesucristo: a. Estableció un signo visible para entrar en ella al bautismo. b. Puso a su cabeza autoridades visibles: Los apóstoles y sus sucesores. c. Procuró medios exteriores de santificación: La predicación, los sacramentos, la obediencia a sus jefes, siempre y cuando éstos se mantengan siempre fieles a la doctrina revelada. 2. Su perpetuidad consiste en que perdurará para siempre, pues tiene la promesa de Cristo: “Yo estaré con vosotros hasta el fin de los siglos” (Mateo 28, 20). a. La Iglesia debe ser perpetua en razón de su fin, pues debe salvar a los hombres hasta el fin de los tiempos. b. La perpetuidad de la Iglesia se llama también “indefectibilidad”, indefectible significa que no puede faltar. 3. Su invariabilidad consiste en que ha conservado y conservará invariable el tesoro que recibió de Cristo, a saber: el dogma, la moral, los sacramentos y la organización interna. a. Sin duda que ha habido desenvolvimiento y perfección en el dogma católico, pero este desenvolvimiento consiste no en que se hayan enseñado verdades nuevas no contenidas en la sagrada escritura o en la tradición, sino que se han declarado y enseñado en forma perfectamente clara y explícita, verdades que estaban allí contenidas en forma general oscura o imprecisa, por ejemplo la escritura enseña que en Dios hay Padre, Hijo y Espíritu Santo. El dogma se fue desenvolviendo hasta que encontró la fórmula precisa: En Dios hay 3 personas en una sola naturaleza y así ha pasado con otras verdades. COMENTARIO. La obediencia que los católicos deben al Papa y a los obispos es forzosamente obligatoria, cuando estos superiores se mantienen fieles a esta cualidad e invariabilidad, pero si los superiores enseñan doctrinas falsas o cambian las costumbres o modifican los sacramentos, los ritos y fórmulas, lo mismo que introducción de elementos novedosos en la organización de la Iglesia, los católicos no solo están obligados a no obedecer sino aún a rechazar a tales superiores y a tales doctrinas que van en contra de la Iglesia de siempre. Esto lo podemos observar actualmente en los cambios que los jerarcas de la Iglesia han realizado en cosas del rito, de la misa, de los sacramentos, de las costumbres y de la moral de la Iglesia. La misa verdadera ha sido “suprimida” y en lugar de ella se ha hecho una falsa misa, que tiene más semejanza con los ritos protestantes. La Iglesias ahora cantan y rezan como en los templos protestantes, se ha introducido música mundana y movimientos sensuales en las misas dominicales, las mujeres vistiendo de manera deshonesta dentro de la Iglesia, subiendo hacia los altares, repartiendo la sagrada comunión, sirviendo de diaconisas y lectoras lo mismo que los hombres no consagrados al servicio de Dios; también muchos se acercan a comulgar sin previa confesión por el excesivo abuso de las absoluciones generales tanto de ministros como de fieles. Las mujeres sin cubrirse la cabeza contraviniendo lo que está establecido por San Pablo en su primera carta a los corintios capítulo II. Todo lo anterior, contrario a las costumbres antiguas e invariables de la Iglesia, ya que Jesús dijo: “El mundo y sus cosas pasarán pero mis palabras no pasarán”. 4. Su infalibilidad consiste en no poder errar en asuntos pertinentes a la fe y la moral. La infalibilidad es necesaria a la Iglesia por que dios obligó a los hombres bajo pena de condenación a que pertenecieran a ella: “Quien no creyere se condenará” (Marcos 16,16), pero si la Iglesia pudiera errar Dios obligaría a los hombres a aceptar el error lo que repugna su sabiduría. COMENTARIO. En la Iglesia la infalibilidad está basada en la voz del Papa, cuando este habla a ex – cátedra. Ex – cátedra significa que el Papa declara ante la Iglesia que va a hablar como vicario de Jesucristo para definir algún asunto en materia de fe o costumbres, en esta situación el Espíritu Santo se ve obligado a asistirlo para que no diga cosa contraria a la fe o al dogma o a la moral que la Iglesia siempre ha enseñado. También la infalibilidad está en los concilios, los concilios varían en importancia según el tipo de concilio que sea; hay concilios dogmáticos y concilios pastorales. En el concilio dogmático se definen doctrinas y costumbres y por lo tanto se caracteriza por su invariabilidad e infalibilidad, estos concilios dogmáticos es la misma voz de Jesucristo y del Espíritu Santo en la Iglesia, y a lo largo de 20 siglos no ha habido ninguna contradicción entre todos los concilios que han sido de carácter dogmático. Los concilios pastorales son aquellos concilios en los que no se toca ni la doctrina, ni la moral, ni las costumbres de la Iglesia; los concilios pastorales son de adaptación de nuevos métodos de predicación y de evangelización para adaptarse a los tiempos y así hacerse más efectiva y eficaz la acción de la Iglesia de Cristo entre los hombres. Cuando a raíz de un concilio pastoral se hacen cambios o modificaciones en el terreno del dogma, la moral y el culto de la Iglesia atentando contra la invariabilidad de la tradición y de la escritura o contra lo ya definido anteriormente de manera infalible por el magisterio de la Iglesia, entonces los feligreses y aún los mismos ministros están obligados no a sólo desobedecer sino aún a resistir los mandatos de cualesquiera superiores que bajo cualquier dignidad quieran imponer tales reformas contrarias a las enseñanzas de Jesucristo, por que primero está la fe antes que la obediencia; la obediencia nos obliga en la fidelidad a la doctrina de Jesucristo y a los ministros que prediquen fieles a ella, pero cuando los ministros de Cristo, no importando su dignidad nos predican doctrinas contrarias no estamos obligados a obedecerlas, por que San Pablo dice: “Aunque nosotros (los apóstoles, obispos y aún el Papa o cualquier otro) o un ángel del cielo os anuncie otro evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema”. “Os lo he dicho antes y ahora de nuevo lo digo: Si alguno os predica otro evangelio distinto del que habíais recibido sea anatema” (Galatas 1,9-10). “Y si los obispos y sacerdotes modernistas nos amenazan con excomuniones falsas y dicen que lo tradicional ya pasó de moda, que somos desobedientes al Papa y nos tratan de hacer callar, contestémosles como San Pedro: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 4,19). CAPÍTULO III. FIN Y PODERES DE LA IGLESIA. 1. Su fin: Podemos distinguir en la Iglesia un fin remoto y un fin próximo. a. Su fin remoto es la salvación de los hombres. b. Su fin próximo es santificar a los hombres mediante la comunicación de bienes espirituales que Cristo puso en sus manos, a saber: La enseñanza de su doctrina, el cumplimiento de sus mandamientos y la recepción de los sacramentos. 2. Sus poderes para consecución de este fin: Cristo dejó a su Iglesia 3 poderes: de enseñar, de santificar y de gobernar a los hombres. a. El poder de enseñar se llama doctrinal y consiste en el derecho y deber que tienen de enseñar y defender la doctrina de Cristo, de la cual es depositario. Cristo confió a la Iglesia este poder cuando dijo a sus apóstoles: “Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra, id y enseñad a todas las naciones” (Mateo 8,18). La Iglesia ejercita este poder por medio de la predicación y enseñanza de la doctrina cristiana, somos embajadores de Cristo y es Dios quien nos exhorta por nuestra boca (Segunda de Conrintios 5,20). En virtud de este poder de enseñar la Iglesia defiende la integridad de la fe y de la moral cristiana, condena los errores, prohibe los malos libros y vigila las enseñanzas para que no se deslice de ella nada contra las buenas costumbres y la fe. b. El poder de santificar se llama sacerdotal: consiste en el derecho y deber que tiene la Iglesia de procurar la santificación de las almas. Cristo le confirió este poder cuando dijo a los apóstoles: “Bautizad a todas las gentes en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28,19). “Anteriormente les había dicho también: Haced esto en memoria mía, a quienes perdonaréis los pecados les serán perdonados” (Poder de administrar la eucaristía y la confesión). La Iglesia ejercita el poder de santificar por medio de los sacramentos, el santo sacrificio de la misa, la oración y el culto público. En virtud del poder de santificar, tiene derecho. B1) A poseer lugares propios para ejercitarlo, a saber, templos y cementerios. B2) A tener los bienes materiales necesarios para el culto. B3) A reglamentar el culto, en especial en lo referente a los sacramentos. En consecuencia, es la única que puede establecer impedimentos matrimoniales y dispersar sobre ellos. c. El poder de gobernar se llama pastoral: El poder pastoral de la Iglesia consiste en el derecho y deber de gobernar a sus súbditos. Cristo le confirió este poder cuando dijo a sus apóstoles: “Hacedles observar cuanto os he mandado” (Mateo 28,20). La iglesia ejercita el poder de gobernar, haciendo observar la ley de Dios dictando leyes propias que obligan en consecuencia y juzgando y castigando a los que las quebrantan. La Iglesia mediante estos 3 poderes se propone tan solo el fin para el cual la colocó Cristo: Conducir las almas al cielo. Advirtamos que, aunque su fin es espiritual, necesita sin embargo, la posesión de bienes materiales; porque los miembros que la componen son hombres, sujetos a las necesidades humanas; y porque con frecuencia esos bienes son necesarios para obtener fines de orden superior. CAPÍTULO IV. LAS CUATRO NOTAS DE LA VERDADERA IGLESIA. La verdadera Iglesia debe de ser una Santa, Católica y Apostólica. 1. La Iglesia es una porque Jesucristo no quiso fundar sino una sola Iglesia con una sola doctrina y un solo jefe. a. Jesucristo prometió a Pedro que sobre él edificaría su Iglesia, no sus iglesias. Expresa su deseo de que todos los hombres formen un solo rebaño bajo un solo pastor (Juan 10,16) y manifiesta que todo reino dividido en fracciones contrarias será desolado (Mateo 12,25) y San Pablo recomendando a los fieles de Efeso una estricta unidad emplea la fórmula; un solo Señor, una sola fe, un bautismo. En la Iglesia verdadera esto se ve por la unidad de doctrina e interpretación que los pastores y los fieles han mantenido a lo largo de 20 siglos, unidad en el rito (la misa apostólica o tridentina), un solo idioma para el culto, el Latín. 2. La Iglesia es Santa porque Cristo (Santo entre los santos) la fundó para santificar a los hombres. Jesucristo manifestó la fuerza santificadora de su doctrina con estas palabras: “Yo les he comunicado tu doctrina; santifícalos en la verdad” (Juan 17,17) y San Pablo declara: “Jesucristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla a fin de hacerla comparecer santa e inmaculada” (Ef. 5,27). El santoral litúrgico del año cristiano da vivo testimonio del poder santificador de la Iglesia. 3. Debe ser Católica porque Cristo la estableció para todos los pueblos y para todos los tiempos, es decir, porque no hace distinción de personas; “Id y enseñad a todas las naciones” (Mt. 28,19). “Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos, me serviréis de testigos hasta los confines del mundo” (Hechos 1,8). 4. La Iglesia debe ser Apostólica porque sólo los apóstoles y a sus legítimos sucesores (obispos, sacerdotes y diáconos) Cristo confirió el poder de enseñar, santificar y gobernar porque los obispos y los sacerdotes y el Papa se mantienen siempre fieles a la enseñanza de Cristo y los apóstoles, enseñanza mantenida con toda pureza; “Como me envió el padre así os envió a vosotros” (Jn. 20,21). “Quien a vosotros oye, a mí me oye” (Lc. 10,16). Y San Pablo: “Estáis edificados sobre el fundamento de los apóstoles y unidos en Cristo piedra angular”. COMENTARIOS. Católico que lees estas páginas, analiza atentamente lo aquí escrito que es doctrina pura y verdadera. Los grupos llamados tradicionalistas son atacados constantemente por los obispos y sacerdotes de la Roma post – conciliar acertadamente llamados modernistas o de la nueva Iglesia, que en su afán de modernizar la Iglesia, según ellos para adaptarla a los tiempos modernos han cambiado todo, la liturgia, las costumbres morales, sobre todo han destruido y quitado o prohibido la misa verdadera o misa tridentina comúnmente llamada el Santo sacrificio de la misa y ahora celebran en su lugar una falsa misa hecha por 5 protestantes a cargo de un hereje llamado Monseñor Bugnini. La Iglesia modernista es la obra de grupos masónicos infiltrados en el mismo Vaticano, esta nueva Iglesia y sus ministros en muchos aspectos se han apartado peligrosamente de la verdadera fe, en esta Iglesia ya no hay unidad pues cada sacerdote y obispo quiere ser Papa en su propia diócesis, interpreta los textos bíblicos a su manera, celebran su falsa misa o asamblea poniendo y quitando lo que les da su gana, los ministros se pelan por los territorios y mientras unos se mantienen algo conservadores otros se van al extremo como los llamados sacerdotes de la teología de la liberación. Tampoco hay santidad porque se ha destronado a Dios y sus santos derechos y se ha entronizado al hombre y sus derechos como el centro de todo, así lo vemos en los templos, donde el sagrario ha sido relegado a la orilla, o a los laterales; el sacerdote le da la espalda al altar y los presbiterios llenos de hombres y mujeres que sin tener carácter sacerdotal se mecen y aplauden al compás de la disque música sagrada tocada por conjuntos de rock, estudiantinas, en fin instrumentos y rítmos de música mundana o de toque protestante. El venerable silencio de la misa antigua, silencio que servía para que el pueblo sintiera la presencia de dios ha sido sustituido por el murmullo ensordecedor de os cantos y aplausos de corte protestante que resuenan en toda la misa; en la hora de la disque consagración el sacerdote muestra la hostia y el cáliz como quien hace un brindis en una fiesta mundana y si el sacerdote e arrodilla o se inclina lo hace con poca piedad; de los feligreses no se diga menos, se arrodilla quien quiere o están platicando y luego a la hora de la comunión el sacerdote ayudado por gente que no está consagrada realizan la repartición de la llamada comunión donde todos comulgan de pie, donde muchas mujeres se acercan vestidas indecentemente, lo mismo que los hombres, en fin donde no hay ninguna reverencia; y todo esto observado con beneplácito por el sacerdote que reparte la comunión o se sienta en el trono mientras la gente que le ayuda reparte la comunión. Tampoco es ya católica es decir, universal, o sea que va en busca de todos los hombres y que no distingue personas: ¿Cuánta gente ha abandonado la Iglesia para pasarse a otras sectas? Y los ministros de la Iglesia no hacen nada para evitarlo, ya no quieren confesar, ahora absuelven en montón, ya no quieren dar dirección espiritual. Para la recepción de los sacramentos ponen tantos obstáculos y requisitos burocráticos que mucha gente prefiere no recibir los sacramentos. Las misas de matrimonio, primera comunión, presentación, 15 años, etc., son a la carta, con estudiantina tal precio $$, con alfombra tal precio $$, con flores tal precio $$; de tal manera que ahora si tienes dinero eres atendido y si no lo tienes también eres atendido pero de otra manera. Ciertamente no todos los sacerdotes son así, pero sí la gran mayoría; no hablaremos de los malos ejemplos de los ministros, ya que eso corresponde a su vida privada que no nos interesa pues Dios va a juzgar a cada uno pero en este sentido, la caída de muchos consagrados tiene como causa la nueva “espiritualidad” (los nuevos conceptos de religiosidad y consagración), de tal manera que los ministros de alguna manera también son víctimas de los cambios que la Iglesia ha hecho en todo. Católico, por la conservación de tu fe y la salvación de tu alma busca los templos donde los obispos y sacerdotes con palabras y obras den testimonio de que son fieles a la doctrina de siempre, a la enseñanza de siempre, a la Iglesia de siempre y aunque te digan retrógrado, rebelde, aunque te amenacen con falsas excomuniones, aunque te digan tradicionalista y rebelde al Papa recuerda que nadie puede cambiar la doctrina de siempre, ni las normas y costumbres de la Iglesia de siempre (ni siquiera el mismo Papa). Recuerda que primero hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, que la FE es superior a la obediencia porque Cristo es ayer, hoy y por todos los siglos Amén. Deseando que la gracia misericordiosa de Dios te asista para que no te envuelvan las tinieblas. De Dios seas bendito. Carlos H. Álvarez D. Dei Gratia Episcopus.