Sociedad en el feudalismo Extraído de Escuelapedia La sociedad feudal era compuesta por dos clases sociales básicas: señores y siervos. La estructura social prácticamente no permitía movilidad, siendo, por tanto, que la condición de un individuo durante toda su vida venía determinada por el nacimiento, es decir, quien nacía siervo moría siervo. Usando los conceptos predominantes hoy, podemos decir que el trabajo, el esfuerzo, la competencia, el talento, entre otros aspectos, eran características incapaces de alterar la condición social de un hombre. El señor feudal era el propietario de los medios de producción, de base agraria, mientras los siervos representaban una gran masa de campesinos que producían la riqueza social pero que, a base de varias obligaciones, gran parte de su trabajo producido no les correspondía. Sin embargo, podían existir otras condiciones sociales en esta organización estamental: la más importante era el clérigo. Pero, ¿el clero es una clase social o no? El clero poseía gran importancia en el mundo feudal, cumpliendo un papel específico en términos de religión, de formación social, moral e ideológica. Sin embargo ese papel del clero es definido por la jerarquía de la Iglesia, es decir, por el Alto Clero, que a su vez es formado por miembros de la nobleza feudal. Originariamente el clero no era una clase social, pues sus miembros eran de origen señorial (alto clero) o servil (bajo clero). La mayoría de libros sobre historia retrata la división de esta sociedad conforme a las palabras del obispo Adalberón de Laon (?1030/1031): ‘En la sociedad, algunos rezan, otros guerrean y otros trabajan, donde todos forman un conjunto inseparable y el trabajo de unos permite el trabajo de los otros dos y cada cual a su vez presta su apoyo a los otros’. Para el clérigo francés el conjunto de siervos es ‘una raza de infelices que nada pueden obtener sin sufrimiento’. Se percibe el discurso de la Iglesia como intento de interpretar la situación social y al mismo tiempo tratar de justificarla, preservándola. En esta sociedad, cada capa tiene su función y, por tanto, debe obedecerla como voluntad divina cristiana. En la capa superior, ‘los guerreros’ podemos diferencia entre nobles y caballeros. Los primeros descienden de las principales familias del periodo carolingio, mientras que el resto se volvieron propietarios rurales a partir de la concesión de extensiones de tierras ofrecidas por los nobles. Esa relación era bastante común, fortalecía los lazos entre los miembros de la élite, incluso porque los caballeros se volvían vasallos y al mismo tiempo buscaban imitar el comportamiento de la nobleza tradicional, adoptando su moral y sus valores. Con el paso del tiempo, la diferenciación entre nobles y caballeros fue desapareciendo; se preservó, sin embargo, la relación de soberanía y vasallaje. La relación de soberanía y vasallaje es bastante compleja. Su origen se remonta al Reino Franco, principalmente durante el reinado de Carlomagno y se basa en la concesión del feudo (beneficium). Surgen los dos primeros problemas: ¿Quién está envuelto en esta relación? ¿Qué es el feudo? Esta relación es eventual, puede existir o no, dependiendo de la voluntad o de la necesidad de las partes, que son siempre dos señores feudales: es decir, es una relación social que implica a miembros de la misma capa social, la élite medieval. El término feudo originalmente significaba ‘beneficio’, algo concedido a otro, y que normalmente era la tierra, de ahí su utilización como sinónimo de ‘propiedad señorial’. Soberano es el señor que concede el beneficio, mientras que vasallo es el señor que recibe el beneficio. Esta relación, en realidad bastante compleja, se volvió fundamental durante la Edad Media y sirvió para preservar los privilegios de la élite y se materializaba en tres actos: el homenaje, la investidura y el juramento de fidelidad. Normalmente el soberano era un gran propietario rural y pretendía aumentar su ejército y capacidad guerrera, mientras el vasallo es un hombre que necesita de tierras y campesinos.