malinche: ¿rompe con la tradición o sigue con la fantasía?

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MALINCHE: ¿ROMPE CON LA TRADICIÓN O SIGUE CON LA FANTASÍA?
Christen Parker
'La Malinche' es una figura popular en la historia mexicana que tras los años ha sido
simbólicamente exiliada de la consciencia colectivade su patria. Ella es típicamente considerada la
madre del primer mestizo y una traidora de la gente mexicana por su ayuda a Hernán Cortés en la
conquista de México. En la novela Malinche, Laura Esquivel nos presenta un retrato ficticio de este
personaje histórico. Hay una tradición establecida en la historia y la literatura de representar el indígena
con una dualidad simplista, sin la complejidad de un ser humano auténtico. A primera vista, la
representación de Esquivel de 'la Malinche' parece cruzar la frontera de esta limitación literaria,
dándonos una construcción compasiva de sufrimientos creíbles. Pero, propongo, que aunque la novela
subraya varios rasgos humanos, es posible que al final no logre hacer nada novedoso con
la figura importante de ‘la Malinche’. Pero, antes de abandonar definitivamente esta
representación como otro cuento de ‘la Malinche’ como diabla o ángel, vale la pena examinar y
analizar aquí el personaje presentado en Malinche.
Históricamente, hay varios eventos principales que generalmente son considerados verdaderos
en la vida de esta figura polémica ahora conocida ‘Malinche’ pero nacida ‘Malinali’. Sabemos que ella
fue desplazada durante toda su vida. Vendida por su madre cuando era niña, pasó entre las manos de
varios maestros como esclava hasta que fue vendida al grupo conquistador de Hernán Cortés. Fue
identificada por su habilidad de hablar un dialecto maya, que el intérprete que Cortés tenía no podía
hablar, una habilidad desarrollada en sus años de esclavitud. Como su intérprete, era la intermediaria
entre Cortés y Moctezuma durante el tiempo en que Cortés ganó la confianza de Moctezuma antes de
destruir su reino. También fue tomada para ser la amante de Cortés y concibió un hijo, Martín Cortés,
quien es considerado ‘el primer mestizo’. Simbólicamente, la Malinche ha sido importante en el
discurso mexicano, especialmente del mestizaje. Hay varias representaciones, explicaciones y, como
esta obra de Esquivel, ficciones de esta mujer histórica y polémica. Se puede decir que no importa
cómo ella está representada en una novela, que es una historia y no debe ser histórica. Pero la falta de
humanización en las representaciones indígenas es tan endémica que vale la pena buscar excepciones.
Una de las críticas que Peter Wade mantiene en Race and Ethnicity in Latin America es la
importancia de analizar estas representaciones, ya que cuando solamente se ven los extremos, se puede
ignorar el centro donde vive la gente real. Por ignorar la realidad de los indígenas pasados, los poderes
políticos pueden ignorar los problemas reales que los indígenas y mestizos de hoy padecen. Wade
reprende, “[v]ery often, it was a question of exotic and romantic symbolism, based more on the
glorification of the pre-Columbian indian ancestry [...] than on respect for contemporary indian
populations” (32). Marilyn Grace Miller, en Rise and Fall of the Cosmic Race, también llama la
atención a las representaciones de los extremos. Ella específicamente se refiere a las historias de la
Malinche, diciendo, “La Malinche is either the face of disaster, “La Chingada,” or a pillar of resistance
and survival, the womb of cultural annihilation, or the fertile ground of cultural diplomacy. This duality
seems inescapable [...]” (23-24).
Del trabajo de entender los eventos de la historia, Miguel León-Portilla nos dice en “La
construcción de significado en la historia”: “La construcción de significado en la historia implica la
integración de conceptos que dan a entender lo que ocurrió en un determinado tiempo y lugar con todas
sus implicaciones, antecedentes, causas y consecuencias” (7). Por supuesto, Esquivel, como novelista,
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al igual que los historiadores, no tuvo acceso a las fuentes primarias, inexistentes, de la mujer misma
para realmente conocer sus pensamientos y emociones. Entonces, de los pedazos de la historia
disponibles, y por supuesto más alineados a su propósito, y con detalles necesariamente inventados,
Esquivel parece presentarnos una construcción de alguien respetable y honorable, en vez del símbolo
de una traidora. Todas las construcciones históricas tienen sus parcialidades y perspectivas, y las
ficciones históricas aún más, y todas las decisiones poéticas tienen un papel importante en el efecto
total.
Se puede decir que una característica típica del ser humano, algo que todos tienen en común en
la experiencia compleja de vivir, es sufrir. Empezamos aquí, entonces, en el análisis de cuanto esta
representación resulte verosímil. Central en esta versión de ‘la Malinche’ son los desplazamientos que
padece durante su vida. El desplazamiento es algo fundamentalmente humano. En su libro El
Nomadismo, Michel Maffesoli reflexiona, “[…] la vida es siempre un andar de aquí para allá” (101),
pero los desplazamientos de esta protagonista desde su niñez más nos recuerda los de un exiliado; son
llenos de sufrimiento intrínseco y comprensible. Estar desplazado, forzado por una razón y una manera
u otra a estar fuera de un lugar natal o de un hogar familiar, ha sido un tema universal en la experiencia
humana. El desplazamiento puede producir nostalgia, vulnerabilidad y sufrimiento físico, psicológico y
sexual. Encontrando estos elementos en una versión de ‘la Malinche’ quizás sería un paso hacia
entenderla menos unidimensional.
En Reflections on Exile and Other Essays, Edward Said nos dice del exilio, “It is the unhealable
rift forced between a human being and a native place, between the self and its true home: its essential
sadness can never be surmounted” (173) y que puede llevar un sentido de “constant estrangement”
(175). Said cita a Simone Weil: “To be rooted […] is perhaps the most important and least recognized
need of the human soul” (183). El personaje de Malinali, así llamada por su nombre natal por toda la
historia, recuerda sus raíces en todos los momentos posibles con una nostalgia característica de la
nostalgia que sufren los desplazados y exiliados. Leemos su nostalgia por series de memorias de su
abuela, “...recordó a su abuela y en su mente se infiltraron imágenes queridas y dolorosas a la vez”
(Esquivel 14). Estas memorias, necesariamente ficticias, nos cuentan con lujo de detalles la mayor
parte de su historia infantil, teniendoun papel importante en la obra aunque todos ocurren antes del
quinto cumpleaños de la protagonista. Su abuela es una persona profundamente espiritual y cariñosa,
quien es la responsable de inculcar en Malinali sus raíces indígenas. Estas memorias se establecen en
Malinali, conectada con un familiar de una manera íntima y muy humana. Lo que dice su abuela de la
memoria es un tema con variación por toda la novela: “‘La memoria’, le dijo, ‘es ver desde dentro. Es
dar forma y color a las palabras. Sin imágenes no hay memoria’” (27). Estos pedazos de nostalgia,
imaginados por Esquivel, contribuyen a una construcción compasiva, si no creíble.
Siguiendo la posibilidad de humanizar a ‘la Malinche’, la novela nos presenta a una Malinali
vulnerable en sus desplazamientos. Como los inmigrantes descritos por José Manuel Valenzuela Arce
en “Desplazamientos y fronteras: representaciones fronterizas y nuevos desafíos para América Latina”,
que “[…] se ven expuestos a mayores condiciones de vulnerabilidad […]” (26), Malinali tiene la
vulnerabilidad intrínseca de los que están lejos de sus hogares y a merced de poderes fuera de su
control. En su esclavitud y en su incorporación al campo español de Cortés, parece que Malinali no
pertenece y quizás nunca pertenecerá (179). Por ser esclava, Malinali nunca tiene su propio ‘lugar’ y
nunca es su propia maestra hasta el final cuando adquiere su libertad. Porque está vulnerable, a merced
de sus maestros, ella siempre tiene que acomodar sus deseos y caprichos, “tenía que ganarse la simpatía
de sus nuevos amos para evitar el rechazo y, en el peor de los casos, el castigo” (Esquivel 14). Por
ejemplo, Malinali aprende los idiomas necesarios para complacer a sus maestros. El lector puede
simpatizar con el vacío de seguridad física y psicológica, seguridades básicas humanas. La falta de esta
seguridad invoca las simpatías del lector. ¿Así se aproxima la ‘Malinche’ a un plano mucho más
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Christen Parker
humano?
Su vulnerabilidad sigue en el sufrimiento psicológico y físico de estar ‘entre mundos’ - el
español y el indígena. Leemos de alguien en una posición muy delicada: puede perder su vida
rechazando a Cortés y a los españoles, pero también puede perder su vida a manos del pueblo si los
españoles pierden una batalla. Ella tiene que ser, como dice José Luís Romero en Latinoamérica: Las
ciudades y las ideas, un “instrumento para el ascenso de afortunados aventureros” (18). Dice la
protagonista, “Soy la bestia de carga de tus deseos, de tus caprichos, de tus locuras” (Esquivel 152). Se
abusa a sí misma, al contribuir con el propósito de los españoles. La novela describe sus sentimientos
de culpabilidad:
La lengua era la culpable de todo. Malinali había destruido el imperio de Moctezuma con su
lengua […] Decidió entonces, castigar el instrumento que había creado ese universo […] se
perforó la lengua. Empezó a escupir la sangre como si así pudiese expulsar de su mente el
veneno, de su cuerpo la vergüenza y de su corazón, la herida […] No volvería a ser jamás
instrumento de ninguna conquista (157).
Estas páginas nos presentan una víctima, no una victimaria.
Finalmente, sentimos su vulnerabilidad sexual. Miller escribe, “La Malinche carries with her the
stigma of sexual violence and illegitimacy, a status repeatedly evoked in literature that deals with
mestizaje, even in the contemporary period” (23). Ella es tomada sexualmente por Cortés, incapaz de
resistirle físicamente, en escenas descritas muy explícitamente. Aunque la narración de Esquivel al
principio de la relación íntima describe un deseo, aún tímido, para Cortés por parte de Malinali, y un
deseo que sigue a pesar de su odio, es claro que ella es tomada por la fuerza. Esta mezcla de deseo y
disgusto en la relación y sus violaciones parecen tener algo de la complejidad humana alrededor de la
sexualidad. Al final de su relación con Cortés, ella es regalada al soldado Jaramillo sin previa consulta
de su opinión ni deseo, otro ejemplo de su falta de control por ser mujer y esclava. La construcción de
su vulnerabilidad así tiene algunas realidades de deseo, dolor, frustración - y bastante descripción
carnal.
Puede ser que el sufrimiento aquí está en contraste con la fábula popular de una traidora de su
gente que simplemente rechazó su pueblo mexicano para ayudar a los españoles a conquistar y matar.
Esquivel nos presenta rasgos de un ser humano no solamente comprensible, sino honorable, nostálgico
y siempre conectado a sus raíces espirituales y tradicionales. Entonces, por estos pedazos palpables de
vulnerabilidad física, psicológica y sexual que padece, ¿tenemos la suma de alguien bastante humano?
Desafortunadamente, entre las piedras de realidades comprensibles, la novela parece llenar casi todos
los espacios con diálogos y pensamientos fantásticos que desequilibran el balance potencial.
Desde el relato de su parto hasta una versión milagrosa de su muerte, la novela pasa al plano
humano y llega al plano divino. En los personajes principales, leemos varias pistas de un entendimiento
imposible de cómo cada acontecer será parte de una historia significante. Como escribe León-Portilla,
“Cabe aquí la pregunta de si ¿hay que intentar entender ese acontecer a la luz de una larga duración?”
(7). No se puede evitarlo en este recuento de aconteceres. Dice la novela después del parto de Malinali,
“La abuela presintió que esa niña estaba destinada a perderlo todo, para encontrarlo todo […] el canto
de sus antepasados […] recicladas, transformadas y vaciadas de nuevo” (Esquivel 3). Las perspectivas
presentadas son profundas y visionarias. En la novela, como en la realidad, Malinali toma la religión
católica, pero en la novela ella equilibra estas identidades y nunca rechaza sus tradiciones. Al contrario,
mezcla las tradiciones en una manera increíblemente comprensiva, como si fuera responsable de hacer
esta fusión del futuro por sus propios poderes. Se nos presenta a la intermediaria ideal. Esquivel la
describe como si fuera consciente de empezar la mezcla de sangres, religiones y culturas que existen
Malinche
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hoy día. A lo largo de la historia entendemos el significado de la conquista de México y parece que los
pensamientos que Esquivel construyó para su protagonista tienen una perspicacia que ella no podía
tener si no fuera una vidente.
Aunque hemos visto muchos aspectos humanos de alguien desplazada, hay que notar la falta de
otros rasgos humanos importantes como el egoísmo, el resentimiento y el interés personal. Sufre, pero
siempre lo equilibra con una espiritualidad y entendimiento perfecto. Durante toda la novela, Malinali
busca encontrar un aspecto positivo en todo. Nostálgica y vulnerable, todavía ella se sacrifica. Violada
y maltratada, es capaz de buscar el perdón y la reconciliación. Ella tiene compasión aún por los que le
ofenden, con una bondad sobrehumana. En el camino con Cortés, Malinali encuentra a su madre, quien
la vendió, y por un instante se siente enojada, pero rápidamente la perdona en una manera parecida a
una bendición. Su madre entonces le llama la “Señora del nuevo mundo” (Esquivel 150). Malinali
recibe el título predicho con gracia y paz. Aunque Cortés la abusa, al final Malinali expresa una mezcla
perfecta de compasión y entendimiento hacia él. En todo lo que hace, tiene una conexión espiritual y
una sabiduría casi universal. Según la novela, Malinali considera todo sagrado: el agua, la saliva, el
sudor, el semen. Aún antes de las guerras leemos que ella puede ver en la noche algo “de magia, de luz,
de paz” (Esquivel 116). Sí, experimenta nostalgia y vulnerabilidad, pero en esta versión su experiencia
completa es en una manera distinta a la de un ser humano típico.
Al final de la novela, la muerte de Malinali es innegable como la de una diosa cuando se
desaparece en la luz: “Irradiaba paz [...] Malinali, al igual que Quetzalcóatl [...] Abandonó este mundo”
(Esquivel 182). Si fuera, como dice aquí, “al igual que Quetzalcóatl”, no podemos tener una traidora
aquí; pero tampoco podemos tener un ser humano verdadero. Esta representación ficticia de ‘la
Malinche’ le transforma en una diosa, o quizás una santa. Vemos que en vez de transformarla en
alguien como los lectores, la obra sigue la larga tradición de representar los indígenas como dice Wade,
“symbols of a glorious heritage” (33). Todavía ‘la Malinche’ no pertenece, sigue en el exilio de los
extremos. Después de tanto esfuerzo de rescatar a 'la Malinche' de su posición simbólicamente exiliada
del pueblo mexicano con una historia de la mujer Malinali, vemos que Esquivel la pone en un pedestal,
alejada de la masa popular.
Con compasión, leemos la serie de eventos y emociones de una mujer desplazada, nostálgica y
vulnerable, pero la suma del total todavía no crea un ser humano. Todavía ni el pueblo mexicano ni el
pueblo internacional pueden entender a ella como una figura familiar, como una más de 'nosotros'. No
estamos más cerca de un entendimiento ni una conexión real con la mujer hoy llamada la Malinche.
Esta novela, entonces, a pesar de incluir elementos complejos, más cercano a la realidad, va sobre la
marca. Contribuye a la masa de literatura romántica del indígena americano pero no hace nada único
para ubicarla completamente en la realidad. ¿Por qué los novelistas siguen representando a esta figura
por los extremos, por las dualidades? Es una pregunta para otras investigaciones, pero valdría la pena,
porque vemos con este análisis que aún con las mejores intenciones de presentarnos a un personaje
distinto, una 'Malinche' humana, se cae en los patrones tradicionales, de mantenerla en los extremos.
Christen Parker, Saint Louis University. M.A. student in Spanish.
ACKNOWLEDGEMENTS
I'd like to thank Dr. Oscar López for his detailed help in the writing and editing process, Dr.
Olga Arbelaez for her mission of deepening the understanding of identity in Latin America, and Dr.
Kara McBride for her continued work in opening opportunities, like this publication, for her graduate
students.
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Christen Parker
OBRAS CITADAS
Esquivel, Laura. Malinche. New York: Atria, 2006. Impreso.
Leon-Portilla, Miguel. "La Construcción De Significado En La Historia" Forum 37.2 (2006): 7-10.
Impreso.
Maffesoli, Michel. El Nomadismo. Vagabundeos Iniciativos. Mexico: Fondo De Cultura Económica
USA, 2004. Impreso.
Miller, Marilyn Grace. Rise and Fall of the Cosmic Race: The Cult of Mestizaje in Latin America.
Austin: University of Texas Press, 2004. Impreso.
Romero, José Luis. Latinoamérica: Las ciudades y las ideas. Medellín: Editorial Universidad de
Antioquia, 1999. Impreso.
Said, Edward W. Reflections on Exile and Other Essays. Massachusetts: Harvard University Press
2000. Impreso.
Valenzuela Arce, José Manuel. “Desplazamientos y fronteras: representaciones fronterizas y nuevos
desafíos para América Latina.” Cultura y cambio social en América Latina. E. Mabel Moraña.
Madrid: Iberoamericana-Vervuert, 2008. Impreso.
Wade, Peter. “Blacks and Indians in Latin America.” Race and Ethnicity in Latin America.
London: Pluto Press, 1997. 25-39. Impreso.
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