En la Búsqueda de su Gloria Lectura Bíblica: Juan 13:31-35 Objetivo: Ayudar al niño a: Conocer los distintivos de los verdaderos discípulos de Jesús. Para Recordar. En la clase pasada hablamos que durante la cena de la pascua Jesús les enseñó a sus discípulos a servir a otros en amor. Pero también les dijo que uno de ellos lo iba a traicionar entregándolo a sus enemigos. (Salmo 41:9/55:12-14,20-21) Al oír esto los discípulos se sorprendieron al escuchar esto. ¿Cómo era posible que alguien que pertenecía al grupo de amigos más cercanos de Jesús, y que había sido escogido para que fuera uno de los 12 apóstoles y que durante más de tres años escuchó a Jesús enseñar y lo vio hacer milagros, pudiera hacer eso? (Juan 6:70/ Mateo 26:20-26) Ese discípulo era Judas, y fue escogió para que se cumpliera lo que la Escritura decía del plan de Dios para salvar al mundo. (Zacarías 11:12-13) Satanás no conocía este plan, y estaba muy enojado por todas las cosas buenas que Jesús estaba haciendo. Así que inventó un plan para deshacerse de Jesús. Satanás convenció a uno de los discípulos de Jesús para que lo ayudara con su malvado plan. Para Jesús era muy importante explicarles esto a sus discípulos aunque en ese momento no lo entendieran, sino hasta después cuando sucediera, entonces ellos estarían seguros de que Jesús es Dios. Los apóstoles deberían recordar siempre que ellos no solamente serían mensajeros de Cristo, sino también de Aquel que envió a Cristo. Les convenía recordar esto durante todo su ministerio para evitar el desaliento. Tengamos mucho cuidado de no caer bajo la influencia de Satanás, como le paso a Judas. La palabra de Dios nos dice que en algunas personas su corazón está lleno del mal, y desobedecen a Dios, a esas personas se les conoce como “hijos de desobediencia”. Ellos son capaces de imitar lo bueno y parecer discípulos fieles, serviciales y amorosos, pero su corazón está controlado por el maligno. Judas es un ejemplo, pues él caminó junto a la luz del mundo y terminó en las tinieblas (Efesios 2:2/ 2 Co 11:12-15) ¿Cómo actúa Satanás en los hijos de desobediencia? Cuando una persona es inducida a hacer lo malo es porque los deseos que hay en su corazón lo arrastran y dominan. Los malos deseos nos llevan a pecar; es decir que estamos desobedeciendo a Dios y obedeciendo al maligno por lo tanto hacemos cosas malas y cuando vivimos sólo para hacer lo malo, lo único que nos espera es la muerte eterna. (Santiago 1:13-15) Versículo anterior: “a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición” Juan 17:12 Versículo de hoy: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como Yo os he amado” Juan 13:34 Desarrollo del Tema: En nuestra clase de hoy aprenderemos los dos distintivos de los verdaderos discípulos de Cristo. Después de que Judas se fue convencido por Satanás de su malvado plan. Jesús les dijo a los discípulos que se quedaron con Él, “ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado con Él” ¿Qué es glorificar? Glorificar significa “manifestar los atributos de Dios” es decir mostrar a otros que Jesús tiene poder. (Juan 12:27-28) ¿Poder para que? Cuando nosotros no podíamos salvarnos haciendo buenas obras, Cristo murió por nosotros y cumplió con todos los requisitos que Dios pedía para justificarnos, es decir para declararnos inocentes delante de Dios. Jesús mostró en la cruz su poder para liberarnos del poder del pecado en nuestra vida, y destruyó al diablo que nos tenían atemorizados, también mostró su poder venciendo a la muerte al resucitar. (Hebreos 2:14-18/ 1 Co 15:55-57) El Padre también fue glorificado porque el dio a su Hijo en rescate por nosotros. El verdadero discípulo de Jesús vive para glorificar a Dios. Un discípulo de Jesús es una persona que ha recibido a Jesucristo como Salvador y le permite ser el Señor de su vida y obedece sus mandamientos (Juan 1:12) El primer distintivo del verdadero discípulo de Jesús es buscar que Dios sea glorificado en su vida. Dios nos provee de su poder a través de su palabra, para que podamos mostrar a otros que Jesús es nuestro Señor, con nuestras actitudes, palabras y acciones. (Ef 3:21) Cuando Jesús les dice a sus discípulos, que era poco el tiempo que iba a estar con ellos les da un nuevo mandamiento, al obedecer este mandamiento todos notaran quienes son los verdaderos discípulos de Cristo. Si amamos a Jesús vamos a obedecer este mandamiento Jesús les dijo: “ámense unos a otros, como Yo los he amado” (1 Juan 5:2) El amor de unos por otros es el segundo distintivo de los verdaderos discípulos de Cristo. Jesús nos dejó el ejemplo de amor porque nos amó hasta dar su vida por nosotros (1Juan 4:7-13 Juan 3:16/13:1). Al confiar en Jesucristo, él llena nuestro corazón con su amor, por medio del Espíritu Santo que Él nos da. Con el amor de Cristo en nuestra vida tenemos poder para animar a los demás. Este amor nos lleva a consolar a otros, y a ser compasivos. Viviendo en armonía y amándonos y perdonándonos unos a otros. De la misma manera que lo hizo Cristo. (Filipenses 2:1-5)