b R13 LATERCERA Domingo 25 de septiembre de 2016 Alberto Arenas guardó silencio durante casi un año y medio. En este período nunca habló públicamente cómo fue su “sorpresiva y dura” salida del gabinete; hoy lo hace con el objetivo de dar vuelta la página y concentrarse en el lanzamiento de su libro Sostenibilidad Fiscal y Reformas Tributarias en América Latina. Afirma que se “siente orgulloso de haber sido ministro de Hacienda de Chile” y que con la Presidenta Michelle Bachelet sólo se ha reencontrado en un par de ocasiones. TEXTO: Marta Sánchez Leiva. FOTOGRAFIA: Patricio Fuentes Y. cuenta de abril de 2015, lo que me permitió enfrentar de mejor manera mi salida del ministerio. ¿Qué logros rescata que le permitieron ver el vaso más lleno que vacío? Haber realizado una reforma tributaria que recaudará 3% del PIB en régimen y con un acuerdo transversal de todos los sectores políticos, el mismo acuerdo que ahora se requiere para una reforma al sistema de pensiones, este logro estoy seguro que será colocado en su justa dimensión en el futuro. Haber pasado una ley que permite capitalizar Codelco en US$ 4.000 millones no sólo fue histórico por su monto, sino que una verdadera oportunidad para consolidar uno de los pilares del desarrollo del país. Estoy convencido de que la historia será más equitativa con mi labor en el Ministerio de Hacienda que la contingencia actual, pero así como la vida es bella, también hay que saber que la política es dura y, en mi caso, me tocó más de la segunda parte en mi mandato. ¿Alguna autocrítica? Por supuesto que tengo autocríticas, me habría encantado en 2013 haber sido más pesimista respecto de las estimaciones de tasas de crecimiento. Los organismos internacionales y la gran mayoría de los economistas que realizan proyecciones económicas sobreestimaron las expectativas de crecimiento económico; recién en 2014 se comenzaron a ajustar las proyecciones. Hay otras autocríticas, pero esas quedarán para mis memorias, que espero vengan bastante más adelante. En este casi año y medio que ha estado fuera del gobierno, ¿mantiene contacto con miembros del gabinete? No he tenido mayor contacto con mis ex colegas del equipo político y ex colegas actuales del gabinete. Por cierto, hay excepciones, pero la principal razón por la cual hablamos esporádicamente es porque estoy dedicado a tiempo completo a mi trabajo de investigación en Cepal. Tanto usted como los ex ministros Rodrigo Peñailillo y Alvaro Elizalde han mantenido silencio desde que salieron del gobierno, ¿hubo algún especie de pacto? No hubo ningún pacto. En mi caso, me dediqué jornada completa a mi trabajo de asesor regional en la Cepal y una vez terminado mi proyecto de investigación estoy presentándolo, situación que también haré en Washington DC cuando presente el libro en la sede del BID en octubre. ¿Cómo ha sido su relación con la Presidenta? Me he encontrado con la Presidenta en algunas de sus actividades, en especial cuando ha venido a la Cepal. De hecho, en su última visita a un seminario tuvimos la oportunidad de hablar, fue un encuentro muy cercano. ¿Sintió que fue injusto que le pidiera la renuncia? Cuando uno es ministro está expuesto a estas situaciones, es parte de la política. Respecto de la forma en cómo se implementó el cambio de gabinete, creo que en mi caso no fue proporcional a la relación de confianza que tenía con la Presidenta. ¿Por qué cree que a usted, teniendo una larga y cercana relación con la Presidenta, ella opta por sacarlo junto a todo el equipo político? Es una pregunta que sólo la puede contestar la Presidenta. En mi opinión, y con la perspectiva que da el tiempo, me he formado la convicción de que mi presencia era el sello de un programa de gobierno que proponía transformaciones estructurales, y que si bien con el cambio no se buscaba renunciar a lo expresado en él, con mi salida se optó por dar una señal en el sentido de atenuar las reformas comprometidas. Pero a esa altura ya se había aprobado la reforma tributaria… Así es, la reforma tributaria fue la principal tarea de la cartera que yo dirigía y ya se había tramitado. Pero hacia el fin del primer año de gobierno se venían incubando una serie de situaciones que se concatenaron para generar un escenario de tensiones e inestabilidad, que empujaron al gobierno cada vez más hacia una posición defensiva. Ciertamente, ese era un buen momento para empeñarse a fondo en contra de la acción reformista y de quienes las encabezaron. En ese contexto, la Presidenta decidió que debía liberar presión y lo hizo efectuando un importante cambio de gabinete, que incluyó a todo el equipo político. Dado este mismo análisis, ¿nunca tuvo algún indicio interno o externo que le permitiera anticipar que podría salir del gabinete? Ninguno, le reitero, mi salida fue sorpresiva, y el momento vivido fue muy duro. Cuando usted salió del gabinete, representantes del sector privado aplaudieron la llegada de Rodrigo Valdés a Hacienda, porque tenían una mala evaluación de su gestión, ¿por qué cree que no logró convencer a los empresarios y también a parte del bloque oficialista de que el camino que tomaba el gobierno era el correcto? Mi labor como ministro de Hacienda fue buscar un equilibrio con todos los sectores, empresarios y trabajadores, mis tareas eran muy concretas, porque debía afrontar una economía desacelerada conjuntamente con la aprobación de la reforma tributaria para asegurar sostenibilidad financiera de las reformas que el programa proponía para el período, eso era lo responsable fiscal y políticamente. Entonces, ¿por qué estuvo marcada su relación con el sector privado? La evaluación que tiene el sector privado de mi gestión está directamente relacionada con mi labor en la reforma tributaria. El 1% de mayores ingresos aumentó su carga efectiva del impuesto a la renta de 12% a 18% y, en la actualidad, este 1% paga el 80% de lo que se está recaudando con la reforma. Si eso no explica mi relación con el sector privado, no sé qué podría explicarla. ¿Influyó que usted no fuera parte de la elite económica? No influyó en mí ni en mi trabajo. Sí hubo un primer momento en que tuve que desarrollar mis relaciones, especialmente con el mundo empresarial, lo que mejoró cuando se logró el acuerdo transversal político de la reforma tributaria. Cuando ya ha pasado casi un año y medio, y ha podido mirar con distancia la implementación del programa de este gobierno, ¿sigue pensando que se hizo lo correcto o que se debió ser más pausado para evitar este clima de desconfianza e incertidumbre que aún permanece? La gestión y la implementación de las políticas públicas siempre pueden ser perfeccionadas y el caso de la gestión del programa de gobierno no es la excepción. En la actualidad, existe un escenario mediático, donde lo que realiza el gobierno está bajo crítica y se ha instalado la desconfianza, en un momento en que, además, el gobierno SIGUE EN PAGINA [14] 3