oposicion: carlistas leninistas

Anuncio
La nueva política del Gobierno, que
preparaba el terreno a la Ley, era
secundada por todos los sectores
sociales. El periódico „G ram m a“ de­
claraba que „la población está con el
G obierno“ y García Inclán, en la
Radio, se pronunciaba porque la
Revolución acabe con „to d o s los pará­
sitos que no trabajan y solo saben
cantar, llevar el pelo largo y am ar“ ;
y tam poco se salvaban del anatema
„la s desvergonzadas muchachas de la
m in ifald a “ .
Se asistía a un retroceso Victoriano
incluso en las costum bres sociales y
en la m oralidad, liberada por la Revo­
lución. Por la famosa Ley 1231 se de­
clara que el trabajo es „un deber
s o c ia l“ para todos los hom bres con
edad entre 17 y 60 años todas las
m ujeres entre 17 y 55 y se establecen
penas de trabajos forzados que osci­
lan entre los 6 meses y los 2 años.
Sin duda, los tiem pos dorados de la
„revolución m usical“ se han term inado
y aquella libertad de crítica de que
gozaban los artistas e intelectuales
cubanos, com o rara excepción en los
países socialistas, está tocando a su
fin. El G obierno ha decidido fin a l­
mente creer en la im posibilidad de
salir del subdesarrollo sin exigir
grandes sa crificios de la población y
la im posibilidad de e xig ir tales sa cri­
ficios sin m ovilizar a aquella política­
mente, detrás de las consignas revolu­
cionarias.
Dentro de esta perspectiva general
cabría preguntar, ¿que derecho tienen
los intelectuales a e xig ir un trato de
favor? Parece razonable pensar que
la función de la llamada „in te lig e n c ia “
reside en co nstitu ir un contrapeso
crítico en un régimen como el cubano,
unipartidista y carente de mecanismos
dem ocráticos form ales, así como en
contrabalancear los posibles excesos
de una burocracia hipertrofiada. Pero
tam bién parece lógico que el régimen,
convencido, ante todo, de la „razón
de estado“ , decida p rescindir de la
crítica de la „in te lig e n c ia “ en virtud
de la pretendida efectividad social y
económ ica.
Hay que saber ahora si, cuando llegue
el inevitable deshielo, Cuba m antendrá
aún su capacidad de innovación
artística y literaria. Es autorizado
suponer, a partir de las experiencias
proporcionadas por los otros países
comunistas, que la finalización del
proceso ahora iniciado en Cuba,
iniciará una solución de continuidad
que
im posibilite
el
florecim iento
posterior.
Miguel Salinas
28
OPOSICION:
CARLISTAS LENINISTAS
Durante la guerra civil española lucharon al lado de Franco, distinguiéndose por
su ferocidad contra los republicanos, sobre todo „cuando estaban recién
comulgados“.
Carlistas y falangistas tenían muy poco
de común, exceptuando su cerrilism o.
En 1937, por el Decreto de U nificación,
Franco les obligó a darse el abrazo del
gitano. Al conglom erado se le puso el
nombre de Falange Española Tradicionalista y de las JONS. La aporta­
ción carlista a la fusión fue la palabra
„T ra d ic io n a lis ta “ . También cedieron a
los falangistas la famosa boina roja
(„e l pim iento m orró n “ ). A cambio, los
carlistas asumieron las flechas. Du­
rante muchos años, Franco estuvo uti­
lizando a los falangistas y a los car­
listas, lanzándolos a unos contra los
otros, alternando las promesas con las
decepciones.
Pero al entrar en escena el Opus Dei,
Franco decidió p rescindir de los car­
listas, que, de tercera rueda, habían
pasado a ser la rueda de repuesto,
para term inar en el almacén de trastos
viejos. La decisión de Franco de nom­
brar heredero al rival del pretendiente
Carlista, el hijo del conde de Barce­
lona, actual Príncipe de España, don
Juan Carlos hizo com prender d e fin iti­
vamente a los carlistas que habían sido
apartados del puchero común del 18
de ju lio de 1936.
La expulsión de España del preten­
diente don Carlos-Hugo de Borbón
Parma y de toda la estirpe regia car­
lista, vino a darles la puntilla a los con­
jurados de M ontejurra. En el „e xilio
to le ra d o “ , los carlistas han recapaci­
tado y han llegado a la conclusión de
que se habían equivocado de régi­
men, han descubierto que mal se
puede defender una monarquía tra d i­
cional conservadora con una boina
roja en la cabeza. Los carlistas se pro­
claman ahora „so c ia lis ta s “ .
Pero como los „s o c ia lis ta s “ oficiales
no tienen buen cartel, los carlistas
desean hacer los cosas bien, y pa­
sarse a la „o p o s ic ió n “ .
En un manifiesto, publicado a prim e­
ros de mayo en Pamplona, los carlistas
exigían que el régimen los acepte, si
no como amigos, por lo menos como
adversarios y que les persiga como a
los de la „op osición auté ntica “ .
Para hacer m éritos de ilegalidad, exi­
gieron la amnistía para todos los pre­
sos políticosociales; acusaron al go­
bierno de m anipular la inform ación y
practicar
la censura,
y
rechazaron
categóricam ente la Ley de Sucesión,
pidiendo la anulación del nom bra­
m iento de don Juan Carlos de Borbón
como heredero de Franco. También se
declararon en favor de una España
Federal de Repúblicas sociales.
Y de las palabras, los carlistas pasaron
después a los hechos. Durante su tra ­
dicional romería a M ontejurra, los car­
listas „perturbaron el orden p ú b lic o “ ,
lanzando gritos contra Franco y su
régimen (del que ellos fueron cofundadores). Y al estilo de los „tupam a­
ros“ , ocuparon la em isora navarra
RADIO REQUETE. Los asom brados
radiooyentes navarricos pudieron es­
cuchar, por prim era vez desde que
acabó la guerra civil española, un pro­
grama no confeccionado en el M iniste­
rio de Inform ación y Turismo. La gran
novedad: fue tam bién radiado el him­
no vasco, que desde que Bilbao fue
ocupado por moros, falangistas y requetés, solam ente podía oírse desde
la em isora clandestina vasca en el ex­
tranjero, Radio Euzkadi.
Evidentemente, Franco no está dis­
puesto a conceder a los carlistas una
p articipación en el gobierno. Más fácil
es que los carlistas consigan lo se­
gundo: ser reconocidos como „o p o ­
sición al régim en“ . Los prim eros sín­
tomas de que Franco parece querer
hacer ciertas concesiones en este sen­
tido, ya se han producido. Fue p rohi­
bida la revista carlista MONTEJURRA
y han sido cerrados los locales car­
listas en Madrid.
Más defícil resultará a la brigada políticosocial caracterizar a estos nuevos
„ile g a le s “ . Quizás prospere la desig­
nación de „ca rlista sle n in ista s“ , que ya
ha empezado a usarse. España tiene
cabida para todo. Por algo es diferente.
M. G.
Descargar