2013 La caridad por la que trabajamos

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“La Iglesia nunca puede sentirse dispensada
del ejercicio de la CARIDAD como actividad
organizada de los creyentes y, por otro lado,
nunca habrá situaciones en las que no haga
falta la CARIDAD de cada cristiano… porque
el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá
siempre necesidad de amor”
la caridad
Art. 1º. Carta Universal de Declaración de Derechos Humanos. 1948
por la que trabajamos
Benedicto XVI. Encíclica Deus Caritas Est.. nº 29. Pág. 54
“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida
adecuado que le asegure, así como a su familia, la
salud y el bienestar y en especial la alimentación,
el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros
casos de pérdida de sus medios de subsistencia
por circunstancias
independientes de su voluntad”
“(…) Haciendo el bien ahora y en primera
persona, con pasión y donde sea posible. El
programa de Jesús es un corazón que ve. Este
corazón ve donde se necesita el amor y actúa en
consecuencia… Cuando esta actividad caritativa es asumida por la iglesia como iniciativa
comunitaria, a la espontaneidad del individuo
debe añadirse la programación, la previsión y la
colaboración con otras instituciones similares”.
Benedicto XVI. Deus Caritas Est. nº 31 B. Pág. 62
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales
en dignidad y derechos y, dotados como están de
razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”
Art. 25. Carta Universal de Declaración de Derechos Humanos. 1948
Pº Echegaray y Caballero, 100 • 50001 Zaragoza • Tel.: 976 294 730
www.caritas-zaragoza.org
Ser el organismo oficial de la
Iglesia para la acción social y caritativa
implica una gran responsabilidad que nos
lleva a reflexionar y estudiar el contenido y
las exigencias de la CARIDAD aquí y ahora.
La encíclica Cáritas in veritate, de Benedicto XVI, nos
alerta acerca de esta sociedad globalizada que nos
hace más cercanos, pero no más hermanos.
Una sociedad que propicia el egoísmo,
más en tiempos de crisis, y fomentando el
“sálvese quien pueda”.
Por eso y más que nunca debemos promover:
Una CARIDAD VIGÍA Y PROFETA que acude donde nadie está y se marcha cuando otros llegan, abriendo
caminos, al estilo de los misioneros. Como Santa María
de los Ojos Grandes, nuestra misión ha de estar en la
vanguardia, descubriendo y denunciando proféticamen-
te nuevas carencias, ya que de otro modo puede estar
el hombre tirado al lado del camino y pasar de largo.
No podemos obviar que hay que dar comida, vestido…
como se proclama en el evangelio de Mateo, capítulo
25, pero a la vez exigir JUSTICIA. Nunca la Caridad ha
de tapar la Justicia, ni se ha de dar por Caridad lo que se
debe por Justicia. Hay que detectar las carencias, las llagas
de la sociedad y ponerles aceite y vino, como nos invita
el Papa Francisco.
Una CARIDAD HUMANA Y PARTICIPADA, pues las
personas que sufren necesitan ser bien atendidas, más
allá de una atención técnicamente correcta, con calor y
humanidad. Poner amor y dar amor, aún en medio de los
papeles. Además, las personas acogidas por Cáritas en
cualquiera de sus necesidades, han de implicarse directamente, siendo protagonistas de su propio desarrollo.
A este mundo hemos venido para amar y ser felices,
y el amor y la felicidad van unidos. Los creyentes estamos llamados a poner CORAZÓN EN LAS MANOS y
ese es el toque especial de Cáritas: el AMOR que pone
en sus acciones. Ese toque especial es el que nos debe
distinguir de otros o unirnos a ellos. Nunca ha de ser
la Caridad un medio de hacer proselitismo. El amor es
gratuito, no busca alcanzar unos objetivos y es el mejor
testimonio del Dios en quien creemos y que nos impulsa
a amar.
Una CARIDAD FRATERNA E IGUALITARIA que
nace cuando se considera al otro como a un hermano
y no como alguien inferior, pues entre dos personas que
no se consideran iguales en dignidad, nunca podrá haber
amor, sino sumisión y desigualdad. En definitiva, ver en el
otro al hermano y que cuando le pisen a mí me duela.
Una CARIDAD COMUNITARIA Y COMPROMETIDA, ya que, si bien nuestra CARIDAD se asienta en un
modelo samaritano –ante una necesidad hay que dar
respuesta-, es preciso reconocer que hay muchas otras
instituciones y personas que también dirigen sus esfuerzos al BIEN COMÚN y, que para ser eficaces en nuestra
respuesta, es preciso colaborar, coordinarse y trabajar
juntos, codo con codo.
Y habrá que trabajar para eliminar las causas que
producen personas o territorios excluidos, sabiendo
que su promoción y el reconocimiento de sus derechos
son gran parte de la solución y ésta está en manos de
políticos y leyes.
Una CARIDAD GENEROSA Y ESPERANZADA que
nos lleve a ser constantes en el esfuerzo, tranquilos en
la toma de decisiones, cercanos en la escucha, cálidos en
la palabra, coherentes en los pensamientos y en la vida,
transparentes en los sentimientos, lógicos en las exigencias… a pertrecharnos de fe, esperanza, perseverancia,
Cáritas es el organismo oficial de la Iglesia para la acción caritativa y social
confianza, ilusión y mucho sentido común. También a ser
humildes, sabiendo que no todo depende de nosotros,
pero que si algo del bien que podamos hacer lo dejamos
de hacer, nadie lo hará por nosotros.
Aún aceptando que los pobres, como dice Jesús “los
tendréis siempre entre vosotros”, si donde haya una lágrima que se pueda enjugar, donde se abra una llaga que
se pueda lavar o donde se necesite un hombro en el que
poderse apoyar, si estamos allí, se mantendrá viva la llama
de la ESPERANZA de que un mundo mejor es posible.
Papa Francisco (2013):
“Que nadie nos robe la esperanza”.
La historia de Cáritas habla de una CARIDAD encarnada en el RECONOCIMIENTO DE LA DIGNIDAD Y LOS DERECHOS
HUMANOS FUNDAMENTALES y, aunque
no siempre ha sido fácil reconocernos en
estos principios, hoy podemos afirmar que
cualquiera de sus acciones parten de este
fundamento básico, pues para la Iglesia
todo aquello que rebaje la dignidad de la
persona no es una CARIDAD CRISTIANA.
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