“La Iglesia nunca puede sentirse dispensada del ejercicio de la CARIDAD como actividad organizada de los creyentes y, por otro lado, nunca habrá situaciones en las que no haga falta la CARIDAD de cada cristiano… porque el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad de amor” la caridad Art. 1º. Carta Universal de Declaración de Derechos Humanos. 1948 por la que trabajamos Benedicto XVI. Encíclica Deus Caritas Est.. nº 29. Pág. 54 “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad” “(…) Haciendo el bien ahora y en primera persona, con pasión y donde sea posible. El programa de Jesús es un corazón que ve. Este corazón ve donde se necesita el amor y actúa en consecuencia… Cuando esta actividad caritativa es asumida por la iglesia como iniciativa comunitaria, a la espontaneidad del individuo debe añadirse la programación, la previsión y la colaboración con otras instituciones similares”. Benedicto XVI. Deus Caritas Est. nº 31 B. Pág. 62 “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros” Art. 25. Carta Universal de Declaración de Derechos Humanos. 1948 Pº Echegaray y Caballero, 100 • 50001 Zaragoza • Tel.: 976 294 730 www.caritas-zaragoza.org Ser el organismo oficial de la Iglesia para la acción social y caritativa implica una gran responsabilidad que nos lleva a reflexionar y estudiar el contenido y las exigencias de la CARIDAD aquí y ahora. La encíclica Cáritas in veritate, de Benedicto XVI, nos alerta acerca de esta sociedad globalizada que nos hace más cercanos, pero no más hermanos. Una sociedad que propicia el egoísmo, más en tiempos de crisis, y fomentando el “sálvese quien pueda”. Por eso y más que nunca debemos promover: Una CARIDAD VIGÍA Y PROFETA que acude donde nadie está y se marcha cuando otros llegan, abriendo caminos, al estilo de los misioneros. Como Santa María de los Ojos Grandes, nuestra misión ha de estar en la vanguardia, descubriendo y denunciando proféticamen- te nuevas carencias, ya que de otro modo puede estar el hombre tirado al lado del camino y pasar de largo. No podemos obviar que hay que dar comida, vestido… como se proclama en el evangelio de Mateo, capítulo 25, pero a la vez exigir JUSTICIA. Nunca la Caridad ha de tapar la Justicia, ni se ha de dar por Caridad lo que se debe por Justicia. Hay que detectar las carencias, las llagas de la sociedad y ponerles aceite y vino, como nos invita el Papa Francisco. Una CARIDAD HUMANA Y PARTICIPADA, pues las personas que sufren necesitan ser bien atendidas, más allá de una atención técnicamente correcta, con calor y humanidad. Poner amor y dar amor, aún en medio de los papeles. Además, las personas acogidas por Cáritas en cualquiera de sus necesidades, han de implicarse directamente, siendo protagonistas de su propio desarrollo. A este mundo hemos venido para amar y ser felices, y el amor y la felicidad van unidos. Los creyentes estamos llamados a poner CORAZÓN EN LAS MANOS y ese es el toque especial de Cáritas: el AMOR que pone en sus acciones. Ese toque especial es el que nos debe distinguir de otros o unirnos a ellos. Nunca ha de ser la Caridad un medio de hacer proselitismo. El amor es gratuito, no busca alcanzar unos objetivos y es el mejor testimonio del Dios en quien creemos y que nos impulsa a amar. Una CARIDAD FRATERNA E IGUALITARIA que nace cuando se considera al otro como a un hermano y no como alguien inferior, pues entre dos personas que no se consideran iguales en dignidad, nunca podrá haber amor, sino sumisión y desigualdad. En definitiva, ver en el otro al hermano y que cuando le pisen a mí me duela. Una CARIDAD COMUNITARIA Y COMPROMETIDA, ya que, si bien nuestra CARIDAD se asienta en un modelo samaritano –ante una necesidad hay que dar respuesta-, es preciso reconocer que hay muchas otras instituciones y personas que también dirigen sus esfuerzos al BIEN COMÚN y, que para ser eficaces en nuestra respuesta, es preciso colaborar, coordinarse y trabajar juntos, codo con codo. Y habrá que trabajar para eliminar las causas que producen personas o territorios excluidos, sabiendo que su promoción y el reconocimiento de sus derechos son gran parte de la solución y ésta está en manos de políticos y leyes. Una CARIDAD GENEROSA Y ESPERANZADA que nos lleve a ser constantes en el esfuerzo, tranquilos en la toma de decisiones, cercanos en la escucha, cálidos en la palabra, coherentes en los pensamientos y en la vida, transparentes en los sentimientos, lógicos en las exigencias… a pertrecharnos de fe, esperanza, perseverancia, Cáritas es el organismo oficial de la Iglesia para la acción caritativa y social confianza, ilusión y mucho sentido común. También a ser humildes, sabiendo que no todo depende de nosotros, pero que si algo del bien que podamos hacer lo dejamos de hacer, nadie lo hará por nosotros. Aún aceptando que los pobres, como dice Jesús “los tendréis siempre entre vosotros”, si donde haya una lágrima que se pueda enjugar, donde se abra una llaga que se pueda lavar o donde se necesite un hombro en el que poderse apoyar, si estamos allí, se mantendrá viva la llama de la ESPERANZA de que un mundo mejor es posible. Papa Francisco (2013): “Que nadie nos robe la esperanza”. La historia de Cáritas habla de una CARIDAD encarnada en el RECONOCIMIENTO DE LA DIGNIDAD Y LOS DERECHOS HUMANOS FUNDAMENTALES y, aunque no siempre ha sido fácil reconocernos en estos principios, hoy podemos afirmar que cualquiera de sus acciones parten de este fundamento básico, pues para la Iglesia todo aquello que rebaje la dignidad de la persona no es una CARIDAD CRISTIANA.