CEP. Pautas para el retiro del mes de Agosto de 2008 Siguiendo los temas de reflexión que este año nos ayudan a conocer más a nuestro padre y modelo San Pablo nos acercamos a este momento que se ha dado por llamar su “conversión” Es el Llamado una conversión permanente? La llamada es una, y continua, más se vive más se comprende en este sentido es conversión (¡existencia vuelta a Dios!) permanente. 1.- La Elección de San Pablo1 Los detalles de la conversión transfigurante de Saulo los encontramos narrado por tres veces en el libro de los Hechos de los apóstoles (cf. Hch 9; 22; 26), esto es confirmado en las cartas del apóstol con más sobriedad. Pablo, comprende que su vocación es obra de Dios, una inmerecida gracia dada a un hombre que se auto justificaba con la practica de las prescripciones religiosas, pero que en realidad era “un blasfemo, y violento perseguidor”. (I Tim 1,13). Dios ha elegido y llamado a un perseguidor para hacerlo un apóstol. Esta elección es una libre decisión del Señor. No es una improvisación porque, el amor de Dios por nosotros viene siempre de muy lejos (Cf Rm 8,28-30). En las cartas paulinas la acción del “llamar”, del griego Kalein, tiene siempre como sujeto a Dios mismo. “Cuando aquel que me separó desde le seno de mi madre y me llamó por su gracias, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo…” (Gal 1,15-16). El verbo usado por el apóstol “separar” es significativo en la vocación particular de Pablo y del mismo modo se presenta al inicio de la carta a los Romanos: “Pablo apóstol por vocación, puesto aparte por el evangelio de Dios” (Rm 1,1) San Pablo ha sido separado de un común estilo de vivir, para ser introducido en una especial relación con Dios. El Contexto hace comprender que no se trata de una segregación, porque la vocación del apóstol conlleva la misión de introducir a otros, especialmente a los paganos en la misma relación de alianza con Dios, en Cristo Jesús. La vocación de Pablo no debe concebirse en clave “administrativa”, como si Dios le signase una función para el bien de otros, se debe comprender como una gracia personal, interna, la cual hace posible una misión en favor de otras personas. Es un testimonio, una liturgia de la vida que pide el empeño de toda la persona y que nace de una experiencia de relación personal y profunda con Cristo. Pablo ha recibido, “en sí mismo” la revelación del Hijo de Dios y ha sido introducido en una íntima relación con Él, hasta la completa conformación a su Misterio. El afirma: “Dios que dice: de las tinieblas brille la luz…” (2 Cor 4,6). Dios hace brillar la luz de Cristo en el corazón de Pablo, es decir en el lugar que en la antropología bíblica indica la sede de la interioridad, de la libertad, y de la elección conciente. Pablo se sintió aferrado por Cristo Jesús (Cf. Fil. 3,12) también en el ámbito religioso su escala de valores, se transformó: “las cosas que para mí eran valiosas, las considero una pérdida por motivo de Cristo. Todo es perdida de frente a la sublimidad de la relación con Cristo Jesús mi Señor, por el cual he dejado perder todas las cosas y las considero basura a fin de ganar a Cristo…” (Fil. 3,7-8). Por permanecer unido a Cristo, Pablo se pone con todas sus fuerzas al servicio del prójimo, en la evangelización. Experimentado el amor de Cristo lo impulsa a dar la vida por el Evangelio. Ahora podemos comprender mejor lo que significó para Pablo este encuentro con Jesús en el camino Damasco y lo que en forma real significó su “Conversión” 2.-PABLO ENAMORADO DE CRISTO2 Dice el Padre Alberione: “todo el secreto de la grandeza de Pablo esta en su vida interior, se puede decir que él ha vencido desde lo íntimo” Esta extraordinaria aventura tiene su punto de partida en el Camino de Damasco: allí comienza la historia de las relaciones íntimas de Pablo con Cristo muerto y resucitado; relaciones que sus cartas manifiestan de múltiples formas. La iluminación de Damasco da tono a toda la vida de Pablo, aquel acontecimiento exterior, pero sobre todo interior, guiará cada uno e sus pasos en el apostolado: él existirá, vivirá y respirará por Cristo, que se le ha revelado a él, el último de los apóstoles, verdadero aborto por haber sido perseguidor y blasfemo. Este es el sentido fundamental de la Conversión de Pablo: se enamora de Cristo porque, toma conciencia del amor que Cristo le tiene. De “apasionado” perseguidor se ha convertido en “apasionado” mensajero del amor, hasta el punto de poder afirmar: nos apremia el amor de Cristo” (2 Cor 5,14). El verbo griego que Pablo usa para expresar esta acción irresistible es: “soré jomai”, que significa literalmente: “me produce fiebre alta”.Pablo, enfermo de amor: ¡maravillosa enfermedad! Cristo se convierte realmente en el soporte de su existencia, la única razón por la que merece la pena vivir. Una consagración total al Cristo Total. Si la vida del creyente es una continua “conversión”, no puede darse un auténtico camino hacia Cristo al margen de esa toma de conciencia del amor de Cristo por nosotros. Sólo así, Cristo “se convierte en fin y medida de nuestra vida”. El amor de Dios por la criatura es ya una magnifica realidad; pero Pablo, en su experiencia, intuye en ese amor la gratuidad aspecto inconcebible para la mentalidad hebrea, que vivía la “justicia del talión”. Pablo se siente “predilecto” precisamente cuando era “perseguidor” y este sentirse amado cuando en su corazón anidaba un odio infinito contra el Cristo de los Cristianos, era algo tan fuera de lo normal que lo deja fascinado. De ahí la conclusión de Pablo: No somos justificados por nuestras obras sino mediante la fe sin condiciones en ese amor sin límites (Cf Rm 3,-21-24). Pautas de Reflexión personal. ¿Yo como Pablo he experimentado ese amor gratuito de Dios en mi vida? ¿Mi escala de valores es la de Cristo? ¿Qué es lo más valioso para mí? ¿Es Cristo fin y medida de mi vida? 1 Extracto del articulo, LA LITURGIA DELLA VITA IN SAN PABLO, en la revista La Vita in Cristo e nella chiesa, mes de Junio 2008, pp. 37-40. 2 Catequesis Paulina pp. 179-180.