SEXTA PLÁTICA “LA OPCIÓN POR LOS POBRES Y EXCLUIDOS” ESQUEMA Oración al iniciar la plática Introducción 1. Referencias básicas de la misión de la Iglesia: el Reino de la vida y la dignidad de la persona humana. 2. Opción preferencial por los pobres y excluidos 3. Nace de la fe en Jesucristo 4. A manera de grandes líneas de acción 4.1 Las necesidades (DA 384): 4.2 La persona, sujeto de su propio desarrollo (DA 385) 4.3 Estructuras justas 5. “Actitud permanente que se manifiesta en opciones y gestos concretos” 6. La opción por los pobres, opción de los misioneros claretianos Conclusión Ejercicios para el tiempo personal “Opción preferencial por los pobres y excluidos” Oración basada en los nn. 389-398 de Aparecida Padre bueno, Tú nos has mostrado, en Jesucristo, cuánto amas a cada persona humana y la dignidad sagrada que le confieres (DA 389). Nos llena de angustia, Señor, comprobar que millones de latinoamericanos/as no pueden llevar una vida, que responda a esa dignidad (DA 391). En sintonía con las Conferencias anteriores, hoy queremos ratificar y potenciar la opción del amor preferencial por los pobres (DA 396). Tu sabes, Padre del cielo, que no nos mueven razones ideológicas ni oportunismos históricos, sino únicamente nuestra fe en Jesucristo, tu rostro humano y nuestro rostro divino. Nuestra opción por los pobres ya está implícita en nuestra fe cristológica, que confiesa que Tú, Dios nuestro, te hiciste pobre para enriquecernos con tu pobreza (DA 392). Padre compasivo, concédenos unos ojos llenos de fe para contemplar en los rostros sufrientes de nuestros hermanos el rostro sufriente de tu Cristo, según sus palabras limpias y claras: “Cuánto hicieron con uno de estos, mis hermanos más pequeños, lo hicieron conmigo” (Mt. 25, 40) (DA 393) Y concédenos también, Padre, mirar en el rostro sufriente de Jesús el rostro sufriente de todos los pobres, pues tu verdad revelada nos enseña que todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres. Y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo (DA 393). Dios misericordioso, defensor de los pobres, nos comprometemos a trabajar para que nuestra Iglesia Latinoamericana siga siendo compañera de camino de nuestros hermanos más pobres, incluso hasta el martirio, y brille así como sacramento del amor, solidaridad y justicia entre nuestros pueblos. Amén (DA 398) “LA OPCIÓN PREFERENCIAL POR LOS POBRES Y EXCLUIDOS” Introducción Como hemos meditado en la plática anterior la finalidad última de la misión es que “nuestros pueblos tengan vida”. Ahora bien, como hay situaciones que atentan gravemente contra la vida, el anuncio del Reino de la vida implica la liberación integral y la inserción social de las personas y grupos humanos. Esta solicitud misionera tiene una destinación universal. “El mandato de caridad del Señor abraza todas las dimensiones de la existencia, todas las personas, todos los ambientes de la convivencia y todos los pueblos” (DA 380). Ahora bien, dado que no todos viven en las mismas condiciones de vida digna y plena, el amor mostrará su preferencia precisamente por los más pobres. Como a aquella madre africana a quién le preguntaron que a cuál de sus seis hijos quería más, y ella respondió: “al más débil, enfermo, necesitado. A todos quiero pero mis cuidados maternales preferentes se dirigen al más pobre”. Aparecida ha reafirmado este amor y opción preferente por los pobres y ha añadido: “y excluidos”. Desarrolla su reflexión y exhortación en el capítulo 8. 1. Referencias básicas de la misión de la Iglesia: el Reino de la vida y la dignidad de la persona humana. “Nos urge la misión de entregar a nuestros pueblos la vida plena y feliz que Jesús trae para que cada persona humana viva de acuerdo con la dignidad que Dios le ha dado.” (DA 389) Para realizar su misión, la Iglesia tiene presente dos referencias básicas: La vida que Jesús anuncia y trae: el Reino de la vida. La dignidad de la persona humana. Aparecida dedica sendos apartados a cada uno de estas referencias, que describe como vasos comunicantes, es decir, como realidades que se implican y enriquecen mutuamente. El nivel de la una influye en el nivel de la otra. Reino de Dios, justicia social y caridad. (DA 8.1) El Reino anunciado e iniciado por Jesús, implica la afirmación del valor supremo de la persona humana por encima de los ídolos del poder, la riqueza y el placer efímeros (DA 387). Nuestra fe proclama que todo ser humano existe por el amor de Dios que lo está creando y que por tanto tiene una dignidad sagrada en todas las etapas de su vida (DA 388) La dignidad humana (DA 8.2) Y precisamente en la acogida de este Reino alcanzamos la plenitud de vida a la que somos llamados: la vida de Hijos de Jesús (DA 382) “Nuestra misión para que nuestros pueblos tengan vida manifiesta la convicción de que en el Dios vivo revelado en Jesús se encuentra el sentido, la fecundidad y la dignidad de la vida humana” (DA 389). De esta implicación mutua entre Reino de la vida y dignidad humana, sacamos dos consecuencias: “Ser discípulos y misioneros de Jesucristo” para que nuestros pueblos en Él tengan vida, nos lleva: o A asumir evangélicamente, o desde la perspectiva del Reino, o las tareas prioritarias, o que contribuyen a la dignificación de todo ser humano” (DA 384) “Nuestra fidelidad al evangelio nos exige proclamar en todos los lugares públicos del mundo y en todas las instancias eclesiales la vedad sobre el ser humano y la dignidad de toda persona humana” (390). 2. Opción preferencial por los pobres y excluidos “Dentro de esta amplia preocupación por la dignidad humana (que nace de la experiencia del Reino) se sitúa nuestra angustia por millones de latinoamericanos/as que no pueden llevar una vida que responda a esa dignidad” (DA 391). No podemos permanecer insensibles ante la realidad de injusticia, inequidad y sufrimiento. Hacemos nuestra su aflicción y opresión. “Por eso: hoy queremos ratificar y potenciar la opción del amor preferencial por los pobres hecha en las Conferencias anteriores” (DA 396). “Queremos”, expresa una decisión de la voluntad en la que la persona se expresa y se compromete. La voluntad decide porque el amor “lo quiere”. El amor afectado, angustiado por esa dura realidad. Ratificar, porque la opción no es nueva, y ya había sido asumido por las Conferencias anteriores. Ciertamente que hay deficiencias, olvidos, hasta incoherencias entre la vida y la opción. Pero también ha habido logros positivos y siempre estará ahí delante como juicio y como estímulo. De manera que Aparecida con razón puede afirmar que esta “opción preferencial por los pobres es uno de los rasgos que marca la fisonomía de la Iglesia latinoamericana y caribeña” (DA 391). Potenciar, Aparecida reconoce la importancia de la opción y la urgencia de la opción, por eso quiere potenciarla para: o Despertar a quienes la olvidan. o Animar a quienes la practican. o Llegar más amplia, radical y efectivamente a mejorar las condiciones de vida de los pobres. 3. Nace de la fe en Jesucristo Quizá en el pensamiento de alguno se estén levantando una serie de objeciones: ¿Por qué a estas alturas volver a ratificar y aún más potenciar esta opción? ¿No pasaron ya los tiempos de los modelos socialistas-marxistas, de una teológica y pastoral más política que eclesial? ¿Quiénes se preocupan hoy de los pobres? ¿De dónde nace esta opción? ¿De teorías económico-políticas? ¿De oportunismo social? Aparecida es una clara y hermosa respuesta. “La opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza. Esta opción nace de nuestra fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre que se ha hecho nuestro hermano” (DA. 392). Y esta no es una simple reflexión “piadosa”. Esta es la cristología de la encarnación. La opción por los pobres no es: Advenediza a la fe, algo que viene de fuera pero no le pertenece, De libre opción para el creyente como si fuera un elemento secundario en la fe, algo devocional en el campo de la vivencia de la fe. Ajena a la fe, de manera que un verdadero creyente no debería meterse en esas cosas. La manera de vivir esta opción por parte de cada uno de los discípulos misioneros va ser distinta según su vocación específica, su profesión, etc. Pero cuanto más crezca y se profundice el seguimiento, la comunión de vida con Jesucristo, más se afianzará en calidad y compromiso la opción por los pobres. Por eso es importante vincular teológica y vivencialmente las acciones que se hagan como opción por los pobres con una espiritualidad Cristológica. La mejor justificación, explicación y ejemplo de lo que digo son los santos. Y pongo el ejemplo de tres santos con carismas y formas de vivir y trabajar distintas: San Antonio María Claret: anunciar el evangelio a los pobres. Carlos de Foucault: vivir como los pobres y entre los pobres sin hacer nada especial, sino “estar con ellos”. Madre Teresa de Calcuta: el amor a los más pobres, cuidándolos, aseándolos con sus propias manos. Estamos llamados a contemplar el rostro de Cristo en los pobres. “Los rostros sufrientes de los pobres son el rostro sufriente de Cristo”. (DA 393) E inversamente, en el rostro sufriente de Jesús, el siervo sufriente, el crucificado, contemplamos a todos los pobres. Por eso añade Aparecida: “todo lo que tiene que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres; todo lo que tiene que ver con los pobres, tiene que ver con Cristo” (DA 393). ¡Qué testimonios tan conmovedores vemos en los grandes santos de la caridad! ¡Qué excesos de amor! ¡Hasta que excesos de teología!: San Camilo de Lelis, que llamaba “vasos sagrados” a la escupidera, el orinal, la palancana que llevaba colgados de la faja mientras asistía a los enfermos. San Vicente de Paúl, que los llama nuestros “amos y señores” y que nos pide que les demos gracias por dejarse servir y ayudar. Un Gerardo Capellan (campesino de La Rioja) que llevaba a espaldas a los bolos y le vomitaban por delante. La gente se reía. Y él comentó ¡Cuántas veces he llevado a Cristo en mis hombros! ¿Quieren sentirse animados a amar con obras preferentes a los pobres? Lean los evangelios de Jesucristo y la vida de los santos de la caridad. 4. A manera de grandes líneas de acción La opción por los pobres se canaliza a través de tres grandes líneas de acción, que no son excluyentes sino complementarias, pues cada una se dirige a un aspecto de la persona y situación de los pobres: las necesidades, la persona, las estructuras. 4.1 Las necesidades (DA 384): La primera y más inmediata forma de acción es socorrer a los pobres en sus necesidades. “Este” pobre no es un número, está ahí, entre nosotros y padece necesidad urgente. No es momento de discursos, de análisis sociológicos sino de poner manos a la obra, de practicar la misericordia. El ejemplo lo tenemos en el mismo Jesucristo, en sus “gestos de misericordia” para con los enfermos, hambrientos, excluidos sociales: con este ciego, con este leproso, con esta viuda pobre, con este publicano, con este paralítico… Las “obras de misericordia” siempre serán necesarias. No podemos esperar a crear un sistema justo para ayudar a los pobres. No podemos dejar morir al hambriento o enfermo mientras trabajamos por un sistema equitativo de distribución de los bienes del desarrollo. Pero las “obras de misericordia” son insuficientes, de modo que “no deben contribuir a crear círculos viciosos que sean funcionales a un sistema económico inicuo” (DA 385) Todos hemos oído aquello de que si le das un pescado a alguien que tiene hambre, le has quitado el hambre de ese día pero si le das una caña y le enseñas a pescar le has dado un medio de vida para que no pase hambre. Por eso es necesario señalar una nueva línea de acción. 4.2 La persona, sujeto de su propio desarrollo (DA 385) “Se requiere que las obras de misericordia estén acompañadas por la búsqueda de una verdadera justicia social, que vaya elevando el nivel de vida de los ciudadanos, promoviéndolos como sujetos de su propio desarrollo” (DA 385). La opción por los pobres conlleva “la búsqueda de la justicia social”, es decir, la búsqueda de las causas que originan la pobreza y la exclusión para denunciarlas y transformarlas. Esta búsqueda nos lleva fundamentalmente a las causas que radican en las personas y a las causas estructurales. En este apartado nos fijamos en la promoción de la persona como sujeto de su propio desarrollo. La Iglesia ofrece las razones y motivaciones que despiertan y desarrollan los valores y las fuerzas sociales en la persona y en los grupos sociales a los que pertenece (DA 385). Este proceso, que podemos llamar “concientización social”, irá desarrollando unas actitudes nuevas en los pobres y excluidos en relación con la sociedad y con ellos mismos, actitudes positivas y constructivas. Normalmente la promoción implicará también la capacitación laboral y las oportunidades de trabajo para que las personas sean capaces de valerse por si mismas. 4.3 Estructuras justas No basta atacar las causas de la pobreza que radican en el individuo mismo. “La justicia social es una exigencia vinculada a la cuestión social, que hoy se manifiesta con una dimensión mundial; concierne a los aspectos sociales, políticos y económicos y, sobre todo, a la dimensión estructural de los problemas y las soluciones correspondientes” (Compendio de la DSI, n. 201). Por eso Aparecida nos recuerda que “urge crear estructuras que consoliden un orden social, económico y político en el que no haya inequidad y donde haya posibilidad para todos” (DA 384). El Papa Benedicto XVI ya nos había dicho en su Discurso Inaugural que “las estructuras justas son una condición indispensable para una sociedad justa” (DI 4). 5. “Actitud permanente que se manifiesta en opciones y gestos concretos” Aparecida reconoce que la opción por los pobres puede quedarse en un plano meramente ideológico o reducirse a un estado de ánimo meramente emotivo, sin verdadera incidencia en las decisiones y en los comportamientos personales y comunitarios (DA 397). Para que sea “afectiva y efectiva” debe convertirse en “una actitud permanente que se manifieste en opciones y gastos concretos” (DA 397). He aquí algunos “gestos” que expresan todo un talante o forma de vida tocada por la “solidaridad” con los pobres, tomados de los nn. 397-398: La compasión, entendida como “padecer con”, sentir con los pobres poniéndonos en su lugar, haciendo nuestros sus más hondos sentimientos y padecimientos. La cercanía, que implica “estar con” los pobres y “dedicar tiempo” a los pobres. Hacerse “prójimo” decía Jesús en la parábola del Buen Samaritano. La escucha atenta para conocer su situación, sus valores, sus anhelos. Pobre, decía J. Lowe, es aquel a quien ni siquiera se le escucha. Escuchar es reconocer el valor y la dignidad del que habla. El acompañamiento en su proceso de liberación, en sus luchas por la justicia, en su camino de fe. “Día a día los pobres se hacen sujetos de la evangelización y de la promoción humana integral” (DA 398). La amistad: “la opción por los pobres debe conducirnos a la amistad con los pobres” (DA 398). Sólo la amistad supera el paternalismo, la superioridad o la búsqueda de la propia imagen en la relación con los pobres. Como Jesucristo: en definitiva se trata de tener con los pobres los sentimientos, las actitudes y los gestos de Jesús. 6. La opción por los pobres, opción de los misioneros claretianos No es el momento de desarrollar con cierta amplitud la reflexión sobre nuestra pobreza evangélica a imitación de Jesucristo, el cual, dedicado a anunciar la Buena Nueva del Reino, no tenia donde reclinar su cabeza (CC. 23). Bástenos presentar el comentario a los misioneros 23 y 24 de las Constituciones, tomado al pie de la letra de “Nuestro proyecto de vida misionera”: “La pobreza evangélica ha de comprenderse y vivirse como opción por el Reino y dentro de ella como opción por los pobres. La opción por los pobres es un don (un carisma) que nos llega con el Reinado de Dios. Nos aproxima vitalmente a los pequeños, a los humillados, a los que no cuentan nada, a los más pobres, a los oprimidos”. “La opción por los pobres es una opción particular dentro de la opción fundamental por el Dios del Reino. No hemos de poner nuestra confianza en el brazo poderoso de los hombres ni en el poder de los que están en sus tronos ni en la fuerza histórica de los pobres. Sólo en Dios. Como ministros de la Palabra hemos de anunciar proféticamente que el único protagonista del Reino es Dios, el Señor. Nosotros somos únicamente los “humildes servidores” o “los siervos inútiles”. Nosotros no construimos el Reino, no conquistamos el Reino. El Reino llega como respuesta de Dios a nuestras súplica: “¡Venga a nosotros tu Reino!”. Por esto, el magníficat de María sirve de correctivo a todo tipo de compromiso dogmático con fuerzas políticas en las que sobrevalora como instauradoras de la justicia a favor de los pobres; sirve de correctivo asimismo al activismo liberador que deja de lado la dimensión contemplativa, la oración y ad-oración hacia Aquél que es el Único que hace maravillas”. “La opción por los pobres conlleva necesariamente un estilo de vida y una espiritualidad de anawin. La pertenencia la Reino sólo es posible entrando por la puerta de la pobreza voluntaria y solidaria: “Vende todo lo que tienes, dalo a los pobres, ven y sígueme”; por la puerta de la minoridad “sino os hacéis como niños no entraréis en el Reino”. Identificándose con Jesús “manso y humilde de corazón” y con María “la humilde sierva”. La opción por los pobres lleva a la humildad, al servicio, a la confianza ilimitada en la Providencia del Padre, a la solidaridad comunitaria”. “La opción por los pobres es el estilo del Reino de Dios y de aquellos que reciben del Señor Jesús la participación en su señorío y en su libertad filial. De ahí nace una nueva humanidad, consciente de sus derechos humano-divinos, luchadora por sus derechos. María es la nueva Eva. Apareció siempre orlada de una misteriosa dignidad, un inconformismo santo y una pobreza llena de sencillez, alegría y esperanza”. (CMF, “Nuestro proyecto de vida misionera. Comentario a la Constitución. II Constitución fundamental y primera parte”, Misioneros Claretianos, Roma, 1991, Páginas 365-366). Pueden meditar otros documentos congregacionales, como: o “La misión del claretiano hoy”, Capítulo General de 1979: “opción por una evangelización desde la perspectiva de los pobres y necesitados”, nn. 173176. o “En misión profética”, Capítulo General de 1997: “Para que nuestra pobreza sea signo personal y comunitario del evangelio” nn. 25-26. o “Para que tengan vida”, Capítulo General de 2003: “Solidaridad con los pobres y excluidos y amenazados en su desarrollo a la vida”, nn. 38-40; “En solidaridad con los pobres y excluidos”, n. 67. Conclusión Es el momento de pasar a la meditación y oración, para ratificar personalmente la opción del amor preferencial por los pobres (DA 396). Esta ratificación honda, perseverante, a prueba de tentaciones sólo se rubrica contemplando a Jesucristo pobre con ojos iluminados por el Espíritu Santo, “padre de los pobres”.