Las tres funciones básicas del lenguaje El lenguaje es un instrumento tan sutil y complicado que a menudo se pierde de vista la multiplicidad de sus usos. Un uso muy importante del lenguaje es comunicar información. Por lo común, esto se realiza mediante la formulación y la afirmación (o negación) de proposiciones. Del lenguaje usado para afirmar o negar proposiciones, o para presentar razonamientos, se dice que cumple una función informativa. En este contexto, usamos la palabra 'información' de modo que incluya también la mala información, o sea tanto las proposiciones falsas como las verdaderas, tanto los razonamientos correctos como los incorrectos. El discurso informativo es usado para describir el mundo y para razonar acerca de él. Que los presuntos hechos descriptos sean o no importantes, sean generales o particulares, no interesa. En todos los casos, el lenguaje con que se los describe o se transmite algo acerca de ellos es usado informativamente. Este tipo de lenguaje puede caracterizarse como verdadero o falso. Ejemplo de discurso informativo: Una estrella es una enorme esfera de gas muy caliente y brillante. Las estrellas producen su propia luz y energía mediante un proceso llamado fusión nuclear. La fusión sucede cuando los elementos más ligeros son forzados para convertirse en elementos más pesados. Cuando esto sucede, una tremenda cantidad de energía es creada causando que la estrella se caliente y brille. A las estrellas se les encuentra en una variedad de tamaños y colores. Nuestro Sol es una estrella amarillenta de tamaño promedio. Las estrellas que son más pequeñas que nuestro Sol son rojizas y las que son más grandes que éste, son azules. Además del informativo, podemos distinguir otros dos usos o funciones básicos del lenguaje, a los que nos referiremos como el uso expresivo y el uso directivo. Así como la ciencia nos ofrece los ejemplos más claros de discurso informativo, la poesía nos suministra los mejores ejemplos del lenguaje que cumple una función expresiva. Las siguientes líneas de Sabines Los amorosos juegan a coger el agua, a tatuar el humo, a no irse. Juegan el largo, el triste juego del amor. Nadie ha de resignarse. Dicen que nadie ha de resignarse. no pretenden de ningún modo informarnos acerca de hechos o teorías concernientes al mundo. El propósito del poeta es comunicar, no conocimiento, sino sentimientos y actitudes. El verso no fue escrito para transmitir ninguna información, sino para expresar ciertas emociones que el poeta experimentaba muy agudamente y para despertar en el lector sentimientos similares. El lenguaje tiene una función expresiva cuando se lo usa para dar expansión a sentimientos y emociones, o para comunicarlos. Sin embargo, no todo lenguaje expresivo es poético. Expresamos pena exclamando: ¡Qué desgraciado! ¡Dios mío!, y entusiasmo voceando: ¡Bravo! o ¡Magnífico! El novio expresa su delicada pasión murmurando: "¡Querida!" o "¡Tesoro!" El poeta expresa sus emociones complejas y concentradas en un soneto o en alguna otra forma de poesía. Un fiel puede 1 expresar su sentimiento de admiración y de temor reverente ante la vastedad y los misterios del universo recitando el Padrenuestro. Todos éstos son usos lingüísticos dirigidos no a comunicar información, sino a expresar emociones, sentimientos o estados de ánimo. El discurso expresivo, como tal, no es verdadero ni falso. Pues, si alguien quiere aplicar solamente criterios de verdad o falsedad, de corrección o incorrección, a un discurso expresivo tal como un poema, juzgará erróneamente y perderá mucho de su valor. Por otra parte, el lenguaje cumple una función directiva cuando se lo usa con el propósito de originar (o impedir) una acción manifiesta. Los ejemplos más claros de discursos directivos son las órdenes y los pedidos. Cuando una madre indica a su pequeño que se lave las manos antes de comer, no pretende comunicarle ninguna información, ni tampoco manifestar o despertar alguna emoción particular. Su lenguaje está dirigido a obtener resultados, a provocar una acción del tipo indicado. Cuando la misma señora pide al almacenero que le mande ciertas mercaderías a su casa, está usando nuevamente el lenguaje de manera directiva para motivar o causar una acción. Plantear una pregunta es, por lo común, pedir una respuesta y debe clasificarse también como discurso directivo. La diferencia entre una orden y un pedido es bastante sutil, pues casi cualquier orden puede traducirse en una solicitud agregando las palabras "por favor", o mediante cambios adecuados en el tono de voz o en la expresión facial. En su forma crudamente imperativa, el discurso directivo no es verdadero ni falso. Una orden como "cierre la ventana" no puede ser verdadera ni falsa, en ningún sentido literal. Que la orden sea o no obedecida, ello no afecta ni determina su valor de verdad, pues no tiene ningún valor de verdad. Podemos no estar de acuerdo acerca de si una orden ha sido o no obedecida; podemos diferir en cuanto a saber si una orden debe ser o no obedecida; pero nunca podemos diferir acerca de si una orden es verdadera o falsa, pues no puede ser ninguna de ambas cosas. En el estudio de la lógica nos interesa básicamente el lenguaje informativo, para ello utilizaremos conceptos clave como son verdad y falsedad y válido o inválido. Como estudiosos de la lógica debemos ser capaces de diferenciar el discurso que funciona informativamente del que no cumple esta función. Debemos, además, ser capaces de desentrañar la función informativa que cumple un pasaje determinado de cualquier otra función que pueda también desempeñar el lenguaje. Para poder realizar este 'desentrañamiento' debemos saber cuáles son las diferentes funciones que puede cumplir el lenguaje y ser capaces de distinguirlas. (Texto basado en Copi, Irving M., Introducción a la lógica, Buenos aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires) 2