Domingo III - Jesús presenta el programa de su misión en la comunidad de Nazaret Lucas 1, 1-4; 4,14-21 Oración inicial Todos oramos después de cada apartado: HOY Dios ama al mundo a través de nosotros 1.- Hoy: palabra clave en nuestra vida de cada día. En este hoy se cumple la Escritura. En este hoy Cristo entra en la sinagoga de nuestras convicciones para proclamar un nuevo mensaje a la pobreza de nuestro pensamiento, a los sentimientos prisioneros de nuestros deseos de poder y saber. 2.- HOY Cristo llega a las ruinas de nuestra comunidad, a nuestro vivir gris, a nuestras miradas ofuscadas por tanto horizonte miope e inicia un año de gracia, de regreso, de bendición enviándonos a proclamar la Gran Noticia de la Liberación para pobres y excluidos. TODOS.- Señor, que nuestro hoy sea el tuyo, para que ninguna palabra tuya caiga en vano en nuestra vida. Que tu Palabra se realice HOY en nosotros, en nuestra Familia Menesiana y en toda tu Iglesia. Amén. PARA UBICARNOS EN EL EVANGELIO DE HOY El Año Litúrgico, con la selección de sus lecturas, nos lleva en profundidad hacia el misterio de Cristo. En el comienzo de este Tiempo Ordinario somos como “Teófilo”: tras nuestro contacto inicial con Jesús, probablemente con la primera catequesis recibida, se nos invita a crecer más y ahondar más profundamente en el significado de nuestra fe. Y la comprendemos mejor cuanto más conocemos a nuestro Maestro Jesús. ¿Cuál es su visión y misión en la vida? Él es el único, ungido por el Espíritu, elegido y enviado a todos, pero más especialmente a los pobres, los ínfimos y los perdidos. Con esta opción preferencial por los últimos de la sociedad, Jesús abre el corazón del Padre, el “sueño” de Dios y la clase de liberación que quiere traer. Nos resulta muy difícil comprender esto, quizás por haber estado tan acostumbrados a pensar y creer que las bendiciones y la presencia de Dios significan buena vida; y se reduce la “buena vida” al bienestar material. Encontramos difícil creer que Dios ponga sus ojos en los pobres. Con el anuncio de su programa de vida y su fidelidad en llevarlo a cabo hasta el final, Jesús cambia esta perspectiva. Nos reta a dejar actuar a su Espíritu en nosotros, de modo que podamos comprender cuán verdadero es que en su persona se esté cumpliendo el texto sagrado “hoy.” Descubre lo que las palabras escogidas por Jesús revelan de su identidad: por un lado es alguien estrechamente vinculado a Dios ( “ungido” por su Espíritu y “enviado”) y por otro está en estrecha relación con los destinatarios de su misión: pobres, cautivos, ciegos, oprimidos. La escena de la sinagoga de Nazaret es como una maqueta en la que están ya presentes “en miniatura” temas que se irán repitiendo en la vida de Jesús y en la sus seguidores: al anunciar el Evangelio con la propia vida, se hará inevitable el encuentro con la resistencia y el rechazo. El texto: Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, 2 tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, 3 he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, 4 para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. 14 Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu y su fama se extendió por toda la región. 15 Iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. 16 Vino a Nazaret, donde se había criado, entró, según su costumbre, en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. 17 Le entregaron el volumen del profeta Isaías, desenrolló el volumen y halló el pasaje donde estaba escrito: 18 El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos 19 y proclamar un año de gracia del Señor. 20 Enrolló el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. 21 Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura que acaban de oír se ha cumplido hoy.» 1 Momento de silencio para responder a algunas preguntas: “Teófilo” –literalmente amado de Dios-, probablemente un convertido cristiano que ahora está probablemente dispuesto y deseoso de aprender más sobre Jesús y el misterio de su persona y su misión. ¿Soy yo “Teófilo”? Me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva: ¿Qué lugar ocupan los pobres en mi vida: Cuánto tiempo, cuánto cariño, cuánto compromiso les entrego? ¿Me considero pobre, necesitado de Dios y de los demás? Hoy se ha cumplido esta Escritura: ¿Qué signos de mi vida hacen realidad hoy el programa de Jesús? ¿También entre nosotros lo primero es mejorar la calidad de vida, evitar lo que nos puede molestar, y asegurar, como sea, nuestro pequeño bienestar material, sicológico y afectivo? Y para lograrlo, cada uno debe organizarse la vida a su gusto. No hay que pensar en los problemas de los demás. Lo que haga cada uno es cosa suya. No es bueno meterse en la vida de otros. Bastante tiene uno con sacar adelante su propia vida. Este individualismo moderno puede que esté en la raíz de muchas situaciones de nuestra vida consagrada y laical: Todo es bueno si no me hace daño. Naturalmente, hay que respetar a todos y no perjudicar a nadie. Cada uno sabe «lo que le va» y «lo que no le va». Lo importante es que la vida religiosa nos ayude a sentirnos bien, a ser felices… Pero ser cristiano, ser consagrado no es sentirse bien ni mal, sino sentir a los que viven mal , pensar en los que sufren, reaccionar ante su impotencia, entregar la vida por los pobres, no refugiarnos en nuestro propio bienestar. Lo dijo Jesús con claridad: «A mí el Espíritu de Dios me envía a dar una Buena Noticia a los pobres». Al cristiano verdaderamente espiritual -«ungido por el Espíritu»- se lo encuentra, lo mismo que a Cristo, junto a los más desvalidos y humillados. Lo que le caracteriza no es tanto la comunicación íntima con el Ser Supremo cuanto la apertura al amor de un Dios Padre que empuja y envía a sus fieles hacia los seres más pobres y abandonados. Quizás podrían ayudarnos a entrar en un mejor conocimiento de este reto las palabras de Juan Pablo II en Novo Millennio Ineunte: “El siglo y el milenio que comienzan tendrán que ver todavía, y es de desear que lo vean de modo palpable, a qué grado de entrega puede llegar la caridad hacia los más pobres. Si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse: «He tenido hambre y me han dado de comer, he tenido sed y me han dado de beber; fui forastero y me han hospedado; desnudo y me han vestido, enfermo y me han visitado, encarcelado y han venido a verme» (Mt 25,35-36). Esta página no es una simple invitación a la caridad: es una página de cristología, que ilumina el misterio de Cristo. Sobre esta página, la Iglesia comprueba su fidelidad como Esposa de Cristo, no menos que sobre el ámbito de la ortodoxia" (NMI, 49) 1 La “misión” menesiana que compartimos es la misma de Jesús: C 48. Cristo se aplicó a sí mismo la palabra del profeta Isaías: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres". (Lc 4,18) La Congregación participa en esta misión. Ha nacido en la Iglesia para la educación humana y cristiana de los jóvenes: es su carisma propio. No es cuestión de hacer cosas por los pobres sino “vivir una real comunión con los pobres” y no solo en algunos países: D 48. La situación de los países menos desarrollados, “económicamente pobres, pero ricos en sabiduría», obliga a exigencias particulares en materia de pobreza. Los Hermanos que trabajan en ellos están invitados a una real comunión con los Pobres. Los analfabetos son nuestros preferidos: D 51. La Congregación se preocupa de los analfabetos, pobres entre los pobres. Con audacia y prudencia lo tiene presente tanto en la elección de sus obras misioneras como en otras. La “preferencia por los pobres” la vivimos en comunidad: D 52. Cada Comunidad procura actuar de forma concreta e inmediata en favor de los pobres que viven a su alrededor: alfabetización, clases nocturnas, catequesis de jóvenes y de adultos, ayudas ocasionales, socorros organizados, gestos de acogida... Periódicamente reflexionan juntos sobre lo que es posible dar y la manera de darlo. D 71. La Comunidad se interesa por la vida de los hombres, sobre todo de los más pobres, y participa con gusto en actividades culturales y obras sociales. Servir a los pobres es condición de fidelidad menesiana: C 1. La Congregación de los Hermanos de la Instrucción Cristiana de Ploërmel …reúne a hombres que … se entregan totalmente a Dios … en una vida … de apostolado al servicio del pueblo de Dios, especialmente de la juventud, con una predilección por los pobres, mediante la instrucción y la educación cristianas. C 27. La pobreza religiosa es inseparable de la caridad. Conscientes de su solidaridad con los pobres, los Hermanos se muestran generosos con ellos y se esfuerzan sobre todo, en suprimir las causas de la miseria. MENESIANOS: Vivamos donde vivamos, los pobres son nuestros preferidos. ¿En qué se concreta esto en nuestro diario vivir: educar para los pobres… educación liberadora…vivir como los pobres…elegir servir a los pobres… vivir desde la lógica de los pobres… pensar desde los pobres… ? ¿Qué lugar ocupan los pobres en la FAMILIA MENESIANA en el lugar que vivimos? ¿Deberían ocupar otro? ¿Cómo hacer? ¿Cómo vivir? 1 Durante el año 2010, la Regla de Vida de los Hermanos nos acompañará para vivir el Evangelio. Cumpliremos así una petición del Capítulo General 2006.