HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 HISTORIA DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO CURSO 2014‐15 1 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 TEMA 01. LA EUROPA DEL ANTIGUO RÉGIMEN 2 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1. INTRODUCCIÓN. La denominación Antiguo Régimen fue acuñada por los revolucionarios en 1789 para designar el estado de cosas al que la Revolución francesa había puesto fin. Así, este nombre designa el sistema económico, social y político que procedía de la descomposición del feudalismo medieval y que se mantuvo vigente en Europa hasta las revoluciones liberales‐burguesas. El origen del Antiguo Régimen se suele fijar hacia el siglo XVI, y se caracteriza por la supervivencia del régimen económico señorial en pugna con el capitalismo comercial incipiente, una población estancada a causa de la pervivencia de las crisis demográficas periódicas, una sociedad de tipo estamental fundamentada en la desigualdad civil, y un sistema político basado en el absolutismo monárquico. Ahora bien, a lo largo del siglo XVII, y especialmente del XVIII, las nuevas actividades económicas, el ascenso de nuevos grupos sociales, sobre todo la burguesía, y un extraordinario movimiento ideológico, la Ilustración, socavaron profundamente los cimientos del Antiguo Régimen. Es precisamente la confrontación entre lo viejo y lo nuevo, entre el mundo aristocrático y el burgués, entre el feudalismo y el capitalismo, lo que hizo del siglo XVIII un período de tránsito, que desembocó en la gestación del mundo contemporáneo. 3 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 2. UNA ECONOMÍA AGRÍCOLA Y SEÑORIAL. 2.1. LA PROPIEDAD DE LA TIERRA. Durante el Antiguo Régimen, la agricultura era la fuente más importante de riqueza. Sólo una pequeña parte de las tierras podían ser consideradas de propiedad privada, es decir, se podía disponer libremente de ellas y ponerlas a la venta si se creía oportuno. Las demás estaban vinculadas a un título nobiliario, a la Iglesia, a un municipio o a la Corona. La propiedad vinculada permitía a su titular sacar provecho económico y ejercer jurisdicción sobre ella, pero no podía venderse. El conjunto de tierras en manos de un señor (noble o eclesiástico) recibía el nombre de señorío territorial. Constaba, en primer lugar, de la reserva señorial, formada por las tierras más productivas que el señor se reservaba para su explotación directa. Allí se ubicaban su residencia y los establecimientos principales: horno, forja, molino, establo, etc. El resto del territorio de un señorío estaba dividido en parcelas llamadas mansos, cuya dimensión debía ser suficiente para alimentar a una familia. El señor cedía estos mansos o bien a hombres libres que trabajaban la tierra en usufructo a cambio de pagar un censo, o bien a siervos que debían asegurarle prestaciones, tanto en forma de productos como de trabajo. 2.2. LOS DERECHOS SEÑORIALES. Los derechos señoriales eran el conjunto de prestaciones y rentas que recibían los señores en virtud de su dominio sobre la tierra. Estos derechos provenían, en primer lugar, de la explotación económica de sus propiedades: los campesinos debían realizar una serie de trabajos (prestaciones personales) en la reserva señorial y también entregar un tanto por ciento de la cosecha de las tierras que trabajaban. Además, el señor exigía unas tasas por la utilización de los monopolios señoriales (molino, herrería, etc.) y la explotación de los bosques y de los ríos de su señorío. El señor gozaba también de jurisdicción, es decir, podía ejercer atribuciones de carácter público sobre un territorio mucho más amplio (señorío jurisdiccional) que incluía no sólo sus propias tierras, sino también las tierras ajenas, de propietarios alodiales. De este modo, el señor ejercía las regalías, que le otorgaban funciones militares, de justicia, fiscales y de gobierno: podía hacer la guerra y firmar la paz, acuñar moneda, dictar órdenes y reglamentos y juzgar a las personas de sus dominios así como a los transeúntes. El señor también sacaba provecho económico del señorío jurisdiccional a través de los derechos de paso, peajes de puentes (pontazgo) y caminos, de los derechos de circulación de mercancías, de los permisos de mercado y de las multas aplicadas a las personas en función de su poder judicial. A este abanico de tributos feudales hay que añadir el diezmo, que consistía en la obligación que tenían los campesinos de entregar la décima parte de las cosechas a la Iglesia para asegurar el mantenimiento del clero y del culto, y una serie de tributos estatales (talla, capitación gabela…) de los que también estaban exentos los grupos privilegiados (nobleza y clero). 4 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 2.3. UNA PRODUCCIÓN INSUFICIENTE. La agricultura se mantenía como una actividad tradicional, muy atrasada desde el punto de vista técnico y con una productividad muy baja. Era una agricultura de subsistencia, dedicada al policultivo básicamente cerealístico. No había especialización y el comercio era escaso (autoconsumo). De todas formas, la existencia de algunos excedentes permitía su venta en los mercados locales y en las ferias periódicas. También se cultivaban algunos productos más especializados como la viña y el lino, orientados esencialmente hacia el mercado. Para el aprovechamiento de la tierra coexistían dos tipos de explotaciones. Por un lado, de cultivo en campos abiertos, llamados openfields, en los que se producían esencialmente cereales y se practicaba el barbecho. Por otro, existían tierras comunales, dedicadas a bosques o pastos, de las cuales se beneficiaba toda la comunidad campesina. La producción ganadera era también insuficiente, ya que la agricultura no producía los alimentos necesarios para aumentar la cabaña. La alimentación de los animales dependía básicamente de los rastrojos, de las hierbas que crecían en los campos en barbecho y de los escasos pastos comunales. En consecuencia, la producción se basaba sobre todo en el consumo de cereales. Las cosechas marcaban el ritmo de la economía, que se veía periódicamente azotada por las llamadas crisis de subsistencia. Algunos años seguidos de malas cosechas provocaban escasez de alimentos y los productos básicos se encarecían. Estas crisis periódicas generaban hambre, desnutrición y a menudo desembocaban en protestas como las denominadas revueltas del pan. 2.4. UNA POBLACIÓN ESTANCADA. La incapacidad de la agricultura para aumentar de manera significativa su producción comportaba el estancamiento de la población. Así, la demografía del Antiguo Régimen se corresponde con el llamado ciclo demográfico antiguo, que se mantuvo hasta los inicios de la industrialización y se caracterizaba por un escaso o casi nulo crecimiento demográfico. La subalimentación, la falta de higiene y los escasos recursos médicos provocaban una elevada mortalidad (entre un 30‰ y un 40‰), que era especialmente grave en el caso de los recién nacidos. En consecuencia, la esperanza de vida era baja y la media de edad de los adultos oscilaba alrededor de los 45 años. La natalidad era muy alta (entre el 35‰ y el 40‰) y la tasa de fecundidad, también: se calcula que cada mujer tenía una media de cinco hijos. Cuando unos años de prosperidad económica comportaban un aumento demográfico, la producción de alimentos era incapaz de crecer al mismo ritmo. De este modo, la crisis de subsistencia a menudo era el origen de una crisis demográfica. Las enfermedades y epidemias se ensañaban con una población subalimentada, provocando una mortalidad catastrófica y diezmando sus efectivos. Estas crisis periódicas eran las responsables del estancamiento demográfico a largo plazo. 2.5. LA INDUSTRIA TRADICIONAL Y LAS MANUFACTURAS. Una buena parte de todo lo necesario para el consumo cotidiano se solía producir en el ámbito familiar. La familia campesina era la unidad de producción básica, y se encargaba tanto de trabajar la tierra como de 5 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 elaborar los productos de consumo doméstico. De todas formas, en las ciudades de la época existía una producción artesana, de origen medieval, controlada por los gremios, agrupaciones de artesanos de la misma profesión, que controlaban el volumen de producción, las técnicas empleadas y los precios de venta. El aumento progresivo de la demanda de productos a partir de los siglos XVI y XVII estimuló a los comerciantes ya algunos artesanos a buscar nuevos sistemas productivos para escapar del control gremial, que dificultaba el aumento de la producción y no permitía un margen amplio de beneficios. Con este objetivo, se empezó a extender el trabajo doméstico, el cual consistía en que un artesano‐comerciante distribuía la materia prima y facilitaba los instrumentos de trabajo a una familia campesina para que elaborase los productos en su propio domicilio. Después, el comerciante, que normalmente pagaba por pieza elaborada, se encargaba de comercializar el producto en los mercados urbanos o coloniales. Durante el siglo XVIII se difundió otro modelo de producción industrial: las denominadas manufacturas. Se trataba de establecimientos subvencionados, impulsados por el Estado (en Europa continental), o de iniciativa privada (en Inglaterra), donde se elaboraban determinados artículos de lujo. Aunque el proceso de producción era completamente manual, su novedad consistía en concentrar a un número muy elevado de trabajadores a sueldo y bajo un mismo techo. En este sentido, las manufacturas constituyen un precedente de las fábricas modernas. 2.6. LA INSUFICIENCIA DE LOS TRANSPORTES. En el Antiguo Régimen, la red de comunicaciones era escasa y los medios de transporte, muy rudimentarios. Los caminos y carreteras constituían el sistema de comunicaciones por excelencia, aunque tan sólo los caminos reales se conservaban en buen estado, mientras los vecinales estaban en malas condiciones y el tránsito resultaba dificultoso. Los vehículos más utilizados eran el carro y la diligencia, movidos por animales de tiro (caballos, mulos). Iban muy lentos; los vehículos más rápidos y ligeros sólo alcanzaban los 15 ó 20 km/h, y su capacidad de carga era muy reducida. El segundo gran medio de transporte era la navegación marítima y fluvial. La primera utilizaba esencialmente la fuerza del viento como método de tracción, y su capacidad de carga era bastante limitada (100 toneladas). Además, el desplazamiento era lento: se tardaba dos meses, en condiciones favorables, para ir de Gran Bretaña a Estados Unidos. La navegación fluvial constituía el medio de transporte más fácil y barato, pero precisaba buenas condiciones hidrográficas, de las que no gozaban todos los países. En este sentido, Gran Bretaña poseía una red fluvial privilegiada que, tras la construcción de canales entre los principales ríos, dio origen a una importante red de navegación fluvial. 2.7. EL COMERCIO INTERIOR Y EL COMERCIO COLONIAL. Los escasos excedentes, el bajo nivel de especialización agrícola y el insuficiente sistema de transportes daban como resultado un limitado desarrollo del comercio. La mayoría de intercambios se realizaba en las ferias con lo que el comercio interior solía tener un alcance local o comarcal, aunque existían también, desde antiguo, las grandes ferias periódicas, donde acudían comerciantes de zonas lejanas para vender y comprar. Ahora bien, el aislamiento comercial característico del período preindustrial se rompió con el comercio colonial. A partir del siglo XVI se hizo mucho más frecuente el comercio entre territorios separados por mar que entre regiones más próximas por tierra. Se abrieron nuevas rutas marítimas y el comercio colonial se convirtió en un factor de estímulo para las economías europeas, ya que proporcionaba materias primas, permitía vender 6 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 objetos manufacturados y daba grandes beneficios a sus promotores. Destacó el llamado comercio triangular, que afectaba a tres continentes (África, Europa, América): se canjeaban productos elaborados europeos por esclavos en África, que luego se vendían a América a cambio de productos agrícolas (café, cacao, tabaco...). La necesidad de capitales para financiar las expediciones comerciales favoreció la ampliación de los mecanismos de crédito, de las compañías de comercio y de las instituciones financieras (bancos), que conllevó a la proliferación de mercaderes y prestamistas. El gran movimiento de capitales y su acumulación alrededor del comercio colonial justifica que muchos historiadores caractericen este período preindustrial como el del capitalismo comercial. 3. LA SOCIEDAD ESTAMENTAL. 3.1. LOS ESTAMENTOS. La sociedad del Antiguo Régimen estaba dividida en estamentos, también llamamos estados u órdenes, que eran grupos cerrados a los que se pertenecía por las circunstancias del nacimiento (a diferencia de las clases sociales que se definen por el nivel de riqueza), y en los que el ascenso o promoción social resultaba muy difícil. El derecho tradicional establecía tres estamentos: el clero, que se ocupaba de rezar y asegurar la protección divina; la nobleza, que combatía y protegía de sus adversarios a la colectividad, y el estado llano, cuya función social era producir los bienes materiales, y comprendía grupos tan diversos como el campesinado, la burguesía y las clases populares de las ciudades. La característica principal de la sociedad estamental era su desigualdad civil, que comportaba la división en dos grupos bien diferenciados: los privilegiados, que gozaban de derechos y estaban exentos de pagar impuestos, y los no privilegiados, que no tenían ninguna prerrogativa y debían soportar todas las cargas fiscales. 3.2. LOS PRIVILEGIADOS. El clero era el primero de los grupos privilegiados y representaba una parte muy pequeña de la población (menos del 1 %). No tenía que pagar ninguno de los impuestos directos y sus ingresos provenían del diezmo y de su propio patrimonio, dado que poseía muchas propiedades urbanas y rurales. Los obispos y abades eran, además, señores de muchos pueblos y territorios, de los que cobraban todas las rentas señoriales. A pesar de su aparente unidad, el clero no era un grupo homogéneo. El alto clero (abades, obispos, canónigos y altos cargos) provenía exclusivamente de las clases nobiliarias y vivía en el lujo característico de la nobleza. Contrariamente, el bajo clero (sacerdotes, párrocos y monjes) era, principalmente de origen campesino, vivía una vida modesta sin lujos y no gozaba de privilegios. La nobleza era el segundo estamento privilegiado, representaba entre el 2% y el 3% de la población y ostentaba la propiedad de la mayor parte de la tierra. Gozaba de una serie de concesiones honoríficas (el derecho a llevar espada, el banco reservado en la iglesia, el monopolio de acceso a altos cargos...), económicas (derecho de caza, exención de trabajar en las obras públicas...) y fiscales (dispensa de pagar impuestos y derecho a cobrarlos). Ahora bien, la nobleza tampoco era un grupo homogéneo y existían enormes diferencias entre la 7 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 rica y poderosa nobleza de la Corte, la más modesta nobleza de provincias y la nobleza de toga, que surgió de la necesidad del monarca de vender los cargos públicos o de recompensar favores. 3.3. LOS NO PRIVILEGIADOS. El tercer estado integraba a la mayoría de la población (entre un 90% y un 95%) y agrupaba a sectores sociales muy diferentes, tanto por su condición económica como social. A pesar de esa diversidad, al final del Antiguo Régimen les unía un interés común: su oposición al régimen feudal y la reivindicación de la igualdad civil. La burguesía constituía el grupo económico más dinámico de la sociedad, ya que, en los últimos siglos, su riqueza había aumentado notoriamente. Entre sus componentes se podía distinguir: la burguesía rentista, que vivía de las rentas de sus propiedades o capitales; la financiera (banqueros y cobradores de impuestos); la manufacturera o industrial, y, finalmente, la pequeña burguesía, que comprendía artesanos, pequeños comerciantes y profesionales liberales. Las clases populares urbanas agrupaban a los trabajadores manuales de las ciudades, tanto a los artesanos (oficiales y aprendices) como a los obreros de las manufacturas, al personal doméstico y a todos los pequeños oficios. El campesinado constituía la mayoría de la población y se distinguía entre los campesinos libres, que podían ser propietarios o arrendatarios, los jornaleros, y los siervos, que vivían bajo el régimen señorial. Las condiciones de vida de los tres grupos eran precarias y durante el siglo XVIII habían empeorado como consecuencia del aumento de la población y de la subida de los precios. 4. EL ABSOLUTISMO MONÁRQUICO. 4.1. LA MONARQUÍA DE DERECHO DIVINO. El eje central del sistema político del Antiguo Régimen era la monarquía absoluta de derecho divino, según la cual la autoridad del monarca provenía de Dios, en nombre de quien ejercía el poder. El Estado estaba controlado por el monarca, que concentraba en su persona todos los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) y poseía un poder absoluto: nombraba a los magistrados, administraba justicia y dirigía la política exterior. Además, la arbitrariedad era la norma de Estado y ninguna ley protegía a los súbditos del despotismo. El ejemplo más significativo de absolutismo fue la monarquía francesa de los Borbones, y sobre todo de Luis XIV, conocido como el "rey Sol". El absolutismo llegó a España en 1700 de la mano de Felipe V. A pesar de que, desde un punto de vista formal, todo el poder residía en el monarca, en la práctica existían unas instituciones que lo asesoraban y que ejecutaban sus mandatos. El principal órgano de gobierno era el Consejo de Estado, cuyos miembros eran designados por el rey y se subdividía en secciones especializadas: Consejo de Finanzas, de Justicia, de Guerra, etc. También había Negociados para el tratamiento de asuntos más específicos, y se hizo habitual la designación de secretarios de Estado, comparables a los actuales ministros. La administración provincial estaba en manos de gobernadores o intendentes, que tenían atribuciones para aplicar las leyes, mantener el orden, dirigir las obras públicas, la industria, el comercio, o cualquier asunto de gobierno territorial. Estos cargos dependían del monarca y eran revocables a su voluntad. Por último, una 8 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 legión de funcionarios y burócratas se encargaba de ejecutar las órdenes reales, de administrar justicia, de recaudar impuestos, etc. El monarca no compartía la soberanía con ninguna institución, no debía rendir cuentas a nadie, ni tenía que someterse a ningún control. Su poder estaba restringido tan sólo por la ley divina, a la que estaba sometido como cualquier otro; por el derecho natural y por las leyes fundamentales de cada reino, que el monarca debía aceptar en el momento de su coronación. Una de las limitaciones del poder real provenía de los parlamentos, unas instituciones nacidas en la Edad Media que reunían a los representantes de los tres estamentos. Tenían tan sólo algunas atribuciones en materia fiscal, como votar nuevos impuestos, aunque también suplían al monarca en situaciones excepcionales y ratificaban a los nuevos reyes. Pero a pesar de su escaso margen de actuación, los monarcas absolutos intentaron marginar a los parlamentos que podían obstaculizar el ejercicio del poder absoluto, y sólo recurrían a ellos en situaciones extremas: para pedir aumento de impuestos o ayudas económicas. 4.2. LOS INICIOS DEL PARLAMENTARISMO. En el siglo XVIII, tan sólo Gran Bretaña y Holanda contaban con una monarquía en la que los poderes del monarca estaban limitados por un Parlamento. Este proceso se realizó en Inglaterra, mediante las dos revoluciones del siglo XVII, que acabaron con la monarquía absoluta de los Estuardo. En 1649, una primera revolución derrocó y ejecutó a Carlos I, que pretendió gobernar sin el control parlamentario. Después de un breve período republicano, el nuevo monarca, Carlos II, tuvo que aceptar el reconocimiento del hábeas corpus en 1679, que garantizaba a todo detenido a comparecer ante un juez y contar con un abogado para su defensa, lo cual constituyó así el primer freno a la arbitrariedad del poder real. En 1689, una segunda revolución destronó a los Estuardo, y el Parlamento obligó al nuevo rey, Guillermo de Orange, a jurar la Declaración de Derechos (The Bill of Rights), que limitaba los poderes del monarca y sometía algunas de sus decisiones al Parlamento. Inglaterra se había convertido en una monarquía parlamentaria. Los poderes ejecutivo y legislativo estaban separados y un Parlamento electo votaba las leyes y controlaba a los miembros del gobierno. Además, los ciudadanos tenían garantizada la defensa de su libertad individual y se institucionalizaba una justicia independiente del poder ejecutivo. Sin embargo, este parlamentarismo tenía sus limitaciones: sólo una minoría (grandes propietarios agrarios, burgueses, etc.), que representaba el 15% de la población, tenía derecho a voto; los habitantes de las colonias no estaban representados en el Parlamento y la esclavitud continuaba siendo comúnmente aceptada. El ejemplo inglés se convirtió en un modelo para muchos teóricos y sus nuevas fórmulas políticas fueron recogidas por los pensadores de la Ilustración. 9 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 5. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN. 5.1. EL ESPÍRITU DE LA ILUSTRACIÓN. La Ilustración fue un movimiento de carácter intelectual que se desarrolló en la Europa del siglo XVIII y cuyas ideas inspiraron la independencia de Estados Unidos y de la Revolución francesa. Sus precedentes hay que buscarlos en dos pensadores ingleses que elaboraron sus teorías en el tránsito del siglo XVII al XVIII: Isaac Newton y John Locke. El primero fue el gran introductor del método científico, basado en la observación y posterior comprobación de los hechos, y el segundo criticó abiertamente el poder absoluto y planteó la división de poderes. Los ilustrados, fundamentalmente franceses, propugnaron una fe absoluta en la razón (inteligencia humana) como único medio para entender y explicar el mundo. Así, los nuevos filósofos se enfrentaron a la concepción medieval del mundo basada en el teocentrismo, en la revelación y en la tradición. Aunque la mayor parte de los ilustrados eran deístas, rechazaban la superioridad de cualquier religión sobre las otras y condenaban la intolerancia religiosa. Los ilustrados confiaban en la razón, creían que la naturaleza era una fuente de justicia y bondad y proclamaban que el ser humano nacía para ser feliz. 5.2. LA CRÍTICA AL ANTIGUO RÉGIMEN. Los ilustrados criticaron los pilares fundamentales del Antiguo Régimen y propusieron un nuevo modelo de organización política y social basado en los principios de la libertad y la igualdad. En primer lugar, criticaron el absolutismo y configuraron las bases de una nueva doctrina política que conocemos con el nombre de liberalismo. Montesquieu propugnó la división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) y puso un énfasis especial en la independencia del poder judicial. Rousseau defendió la necesidad de un contrato social entre gobernantes y gobernados, que garantizase los derechos básicos del individuo y formuló el principio de soberanía nacional, según el cual el poder emana del libre consentimiento de todos los ciudadanos expresado mediante el voto. Los ilustrados también se opusieron claramente a la sociedad estamental y defendieron la movilidad social, la igualdad de origen y el mérito según la valía y la inteligencia de cada uno. Así, proclamaron que nadie podía heredar ni gozar de honor, prestigio o privilegios en nombre de sus antepasados. Voltaire se proclamó defensor de la libertad de conciencia y afirmó que las relaciones humanas debían basarse en la tolerancia entre los hombres y las ideas. En el terreno económico surgieron los llamados fisiócratas, como Quesnay, que se opusieron al mercantilismo y sentaron las bases del liberalismo económico. Defendían que la principal fuente de riqueza de un país era la agricultura y no la acumulación de metales preciosos; se oponían a toda reglamentación por parte del Estado, apoyando la libertad económica y la iniciativa individual. Estas nuevas ideas encontraron terreno propicio en una burguesía que había visto crecer su poder económico a lo largo del siglo XVIII, pero permanecía privada de toda igualdad jurídica y de la posibilidad de intervenir en política. 10 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 5.3. EL DESPOTISMO ILUSTRADO. La influencia del pensamiento ilustrado alcanzó las cortes europeas, y algunos soberanos, sin renunciar a su carácter de monarcas absolutos, intentaron experiencias reformistas que pretendían unir la autoridad real con las ideas de progreso de la Ilustración. Así, en buena parte de Europa aparecieron monarcas ilustrados: Federico II en Prusia, María Teresa en Austria, la zarina Catalina en Rusia, Gustavo en Suecia y Carlos III en España. Como rasgos comunes de la actuación de estos monarcas se pueden citar el absolutismo centralizador, la racionalización de la administración, el fomento de la educación y la búsqueda de la modernización económica. En este sentido, todos ellos promovieron programas de desarrollo agrícola e industrial y facilitaron la libertad de comercio. De todas formas, estas experiencias resultaron muy limitadas. No era posible aceptar sólo una parte de la Ilustración; no se podían admitir las reformas económicas, el reparto de la propiedad o la libre circulación comercial y mantener intacta la sociedad estamental y el poder absoluto. Las contradicciones de este reformismo abrieron el camino a las revoluciones liberales. 11 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 TEMA 02. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 12 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1. INTRODUCCIÓN. Entre 1780 y 1860 Gran Bretaña experimentó una transformación radical de su economía y de su organización social, que se conoce con el nombre de Revolución Industrial. A lo largo del siglo XIX, el proceso de industrialización se difundió por otros países europeos (Bélgica, Francia, Alemania...) y por Estados Unidos. La Revolución Industrial significó el paso de una economía agraria a otra industrializada, caracterizada por el predominio de la producción de bienes manufacturados y por el crecimiento sostenido de la producción. Esta transformación fue el resultado de una oleada de progresos técnicos y de grandes cambios en la organización del trabajo, que convirtieron a Gran Bretaña en el centro industrial y financiero del mundo. La industrialización consolidó un nuevo sistema de producción y de trabajo, el capitalismo, fundamentado sobre los principios teóricos del liberalismo económico. Estos cambios económicos dieron paso a una organización de la sociedad estructurada alrededor de dos clases sociales: la burguesía y el proletariado. Como consecuencia del crecimiento de la producción, la renta por habitante aumentó de manera considerable. Sin embargo, gran parte de la población no mejoró su nivel de vida hasta mediados del siglo XIX, como consecuencia de las duras condiciones laborales que el sistema capitalista impuso tanto sobre los nuevos sectores (obreros) como sobre los sectores tradicionales (campesinos y artesanos). 2. TRANSFORMACIONES AGRARIAS Y CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO. 2.1. LA REVOLUCIÓN AGRÍCOLA. Una serie de transformaciones en la agricultura, que se conocen como revolución agrícola, hicieron posible un notable aumento de la producción de alimentos, que a su vez permitió la supervivencia de una población en rápido crecimiento. En 1650 la producción de un trabajador agrario permitía alimentar a 1,5 personas; en 1800, había aumentado hasta 2,5 personas. Las tres innovaciones agrarias más importantes fueron los cambios en el sistema de cultivo, la introducción de nuevas máquinas y la nueva estructura de la propiedad. La difusión de la rotación de cultivos (sistema Norfolk), que combinaba la siembra de cereales con plantas forrajeras, permitió suprimir el barbecho, que exigía dejar una parte del suelo sin sembrar para recuperar su fertilidad. Nabos, tréboles y alfalfa ayudaron a fijar nitrógeno al suelo y aumentaron la producción de forraje, con lo cual se incrementó también la cabaña ganadera cuyo estiércol, a su vez, mejoró la fertilidad de la tierra. La introducción de nuevos métodos de siembra (Jethro Tull), de nuevas herramientas (arado Rotterdam, trilladoras mecánicas...), de nuevos cultivos (patatas, maíz...) y de nuevos fertilizantes (guano) permitieron aumentar y diversificar la producción de alimentos. Este cambio en la forma de cultivar fue unido a otra transformación: el cercamiento de tierras comunales (openfields), que conllevó su privatización mediante las leyes de cercamiento (Enclosure Acts). La subida del precio de los cereales estimuló a los grandes propietarios a adueñarse de las tierras de uso colectivo para poder producir más e incrementar sus beneficios. Esta privatización comportó la individualización de la producción e incentivó la mejora de las técnicas de cultivo y el aumento de la producción destinada al mercado. 13 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 El cercamiento de tierras provocó una concentración de la propiedad, que perjudicó a los pequeños propietarios y a los campesinos pobres, quienes perdieron su derecho a usar las tierras comunales. Al no disponer de recursos para cercar tierras tuvieron que vender sus propiedades y convertirse en jornaleros a cambio de un salario. Como el número de campesinos que buscaban trabajo era muy elevado, los salarios resultaban bajos y muchos se vieron obligados a emigrar a las ciudades. 2.2. EL AUMENTO DE LA POBLACIÓN. El aumento de la oferta de alimentos desde mediados del siglo XVIII hizo posible un elevado crecimiento demográfico. Las grandes hambrunas desaparecieron y la población, mejor alimentada, tuvo mayor resistencia ante las enfermedades y epidemias. Gran Bretaña vivió una gran expansión demográfica: entre 1800 y 1900 el número de habitantes se triplicó, pasando de 10,9 a 37 millones. Este crecimiento fue el resultado de cambios en la natalidad y en la mortalidad. Durante el siglo XVIII la natalidad se elevó del 32,5 ‰, a principios de la centuria, al 37 ‰, a finales, debido a la disminución de la edad de matrimonio y del número de célibes por la mejora de la situación económica. Esta tasa inició su declive en la segunda mitad del siglo XIX como consecuencia del descenso de la mortalidad infantil, y de un mayor deseo de las familias de controlar el número de nacimientos. La reducción de la tasa de mortalidad fue, en primer lugar, el resultado de una mejor alimentación, a la que contribuyeron, ya en la segunda mitad del siglo XIX, algunos avances médicos e higiénicos, como la vacuna contra la viruela y la difusión del uso del jabón. De este modo, la tasa de mortalidad disminuyó un tercio, pasando de alrededor del 32 ‰ en 1700, a situarse ligeramente por encima del 20 ‰ a finales del siglo XIX. Asimismo, la esperanza de vida creció notablemente, y a finales del siglo XIX se situaba, tanto en Gran Bretaña como en la mayoría de países industrializados, alrededor de los cincuenta años. 3. EL DESARROLLO DE LA INDUSTRIA. 3.1. LA MECANIZACIÓN Y EL SISTEMA FABRIL. El cambio en los sistemas de producción se caracterizó por el uso de máquinas y por la sustitución de las fuentes animadas de energía (trabajo humano o de animales) por inanimadas (energía hidráulica y carbón). Ambos elementos, unidos a la necesidad de un mayor control sobre la mano de obra, provocaron la concentración de obreros y obreras en edificios destinados a la producción (fábricas). Este proceso comportó la ruina de muchos artesanos, y la producción individualizada (artesanal) fue progresivamente sustituida por el sistema fabril (producción en serie). La mecanización del proceso productivo se inició en la industria textil con la lanzadera volante de John Kay (1733), las nuevas hiladoras (Spinning Jenny, Mule, Water Frame) y los telares mecánicos, y poco a poco las máquinas se fueron extendiendo a los sectores agrícola, minero y metalúrgico. Ahora bien, el salto definitivo a las nuevas formas de producción se dio cuando estas máquinas empezaron a moverse gracias al uso de la energía hidráulica, que aprovechaba el agua de los ríos mediante ruedas hidráulicas. Sin embargo, fue la máquina de vapor, patentada por James Watt en 1769, la que permitió abandonar la dependencia y las limitaciones de las fuentes de energía tradicionales, convirtiéndose en el símbolo de la Revolución Industrial. 14 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 La mecanización, el vapor y la concentración en fábricas provocaron el aumento de la productividad (cantidad producida por unidad de tiempo) y la producción (cantidad de bienes producidos), lo que permitió abaratar los costes y disminuir el precio. 3.2. LA INDUSTRIA ALGODONERA. El sector emblemático de la Revolución Industrial fue la industria textil algodonera. El algodón es un tejido suave, de fácil lavado y que, producido en grandes cantidades, resultaba sumamente económico. Hasta el siglo XVIII, los tejidos de algodón se importaban de la India, pero los nuevos industriales pronto se dieron cuenta de los beneficios que podrían extraerse de su fabricación. Los inicios de la industria textil se remontan al año 1750, con la prohibición de entrada, en Gran Bretaña, de tejidos de algodón estampados (indianas). Desde mediados del siglo XVIII la industria textil británica conoció una expansión sin precedentes, y a partir de ese momento consiguió no sólo abastecer el mercado interior sino exportar buena parte de su producción. Por un lado, las masivas importaciones de algodón en rama desde la India o desde las plantaciones esclavistas de Estados Unidos abastecieron de materia prima barata al sector. Por otro, la aplicación de inventos sencillos como la lanzadera volante y las máquinas de hilar incrementaron la productividad en el hilado, y estimularon el crecimiento de la producción. 3.3. EL CARBÓN Y EL HIERRO. El segundo sector decisivo de la industrialización fue el del carbón y la siderurgia. El carbón se convirtió en el gran combustible del siglo XIX: alimentó la máquina de vapor y desempeñó un papel imprescindible en el proceso siderúrgico. En consecuencia, la producción de carbón aumentó de manera considerable gracias a una serie de innovaciones en la minería, que comportaron el incremento de la productividad. El uso de vigas de hierro en las minas permitió penetrar en los pozos con más seguridad, mientras la introducción de raíles y vagonetas facilitó la extracción y el transporte del mineral. En la segunda mitad del siglo XVIII, la demanda creciente de hierro para fabricar barcos, munición y herramientas estimuló la búsqueda de un combustible menos costoso y más efectivo. La sustitución del carbón vegetal por el carbón de coque (Darby, 1732), con mucho más poder calorífico, y su fundición en un alto horno, permitió, por un lado, un extraordinario crecimiento del sector minero del carbón y, por otro, la producción de hierro en grandes cantidades. Otra técnica importante para el desarrollo de la siderurgia fue la pudelación y el laminado del hierro inventados por Cort en 1783. Más adelante, en 1856, el convertidor de Bessemer permitió transformar el hierro fundido en acero, Con lo cual se abrió una nueva etapa en la fabricación de maquinaria. La transformación de la siderurgia permitió emplear el hierro en múltiples instrumentos (utillaje agrícola, vías férreas, locomotora...), y sobre todo, fabricar máquinas más precisas y duraderas. Pero el mayor impulso a la siderurgia provino de la gran demanda de hierro que comportó la construcción de la red ferroviaria, a partir de la década de 1830. 3.4. OTROS SECTORES INDUSTRIALES. El resto de la economía no permaneció al margen de los cambios. La industria química también quedó profundamente transformada ante las necesidades del textil, que requería ingentes cantidades de tintes y 15 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 blanqueadores. La producción de ácido sulfúrico también creció a un ritmo espectacular tras la invención de la cámara de plomo por Roebuck (1746). La metalurgia (fabricación de maquinaria) fue otro sector de elevado crecimiento. En una primera etapa su impulso provino de las necesidades del textil, pero poco a poco la difusión de la mecanización hizo que se consolidara este nuevo sector dedicado exclusivamente a fabricar las máquinas necesarias para el resto de las actividades industriales. Finalmente, otro sector de rápida expansión fue el de la construcción. 3.5. LOS NUEVOS TRANSPORTES. Para poder trasladar materias primas y mercancías, en Gran Bretaña, a mediados del siglo XVIII, se mejoraron los caminos y se construyeron multitud de canales para posibilitar la navegación fluvial. Pero fue el ferrocarril el que provocó una verdadera revolución en el transporte, gracias a su rapidez, enorme capacidad de carga, menor coste por unidad transportada y mayor seguridad para pasajeros y mercancías. Sobre la base del sistema tradicional de arrastrar vagonetas sobre carriles mediante el tiro de animales, Stephenson inventó, en 1829, la locomotora, una máquina de vapor capaz de trasladarse sobre rieles. La primera línea de ferrocarril movida por la fuerza del vapor unió Liverpool y Manchester en 1830, dos ciudades vinculadas a la industria algodonera. A principios del siglo XIX, un ingeniero estadounidense, Robert Fulton, aplicó la máquina de vapor a la navegación y, en 1807, el primer barco de vapor navegó por el río Hudson. Poco a poco, los barcos de vela fueron sustituidos por los de vapor, que permitieron acortar de manera considerable los viajes transoceánicos. La construcción de la red ferroviaria en la segunda mitad del siglo XIX modificó, tanto en Gran Bretaña como en el resto de Europa, las costumbres sociales, al hacer mucho más rápidos y seguros los viajes de larga distancia. Las grandes expectativas de desarrollo económico creadas por el ferrocarril condujeron, en la década de 1840, a un gran boom bursátil de las compañías constructoras, que alcanzó su apogeo en 1846. 3.6. EL IMPULSO DEL MERCADO. La mejora en las infraestructuras y el transporte hizo posible el paso hacia una economía de mercado, en la que se produce no para el autoconsumo, sino para la venta. Así, el aumento de la producción agrícola e industrial obligó a encontrar nuevos consumidores tanto en el interior como en el exterior. El impulso inicial de la expansión comercial británica provino del mercado exterior. Los industriales y comerciantes aprovecharon las oportunidades que les ofrecía el mercado atlántico para la exportación de la producción. Pero la transformación de mayor calado fue el desarrollo de un mercado interior, de ámbito nacional, que permitiese la generalización de los intercambios. Su consolidación fue un proceso más lento, que se nutrió del crecimiento de la población al procurar más consumidores, del aumento de la capacidad adquisitiva del campesinado, de la especialización de la producción y de la mejora de los transportes. Como resultado, hubo un aumento considerable del comercio y se pasó de un ámbito de intercambios local y comarcal a un mercado integrado a nivel nacional e internacional. 16 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 3.7. LA INDUSTRIALIZACIÓN DEL CONTINENTE. A finales del siglo XVIII y a lo largo del XIX, el proceso industrializador se expandió por el continente europeo, aunque de una manera muy desigual y con notables diferencias respecto al modelo británico. En el resto del mundo, tan sólo en Estados Unidos y Japón se produjo un desarrollo de la industria semejante al europeo. A principios del siglo XIX, las transformaciones económicas se iniciaron en Francia y Bélgica, donde tuvo un menor peso el sector textil, y la industrialización se sustentó en la explotación de los ricos yacimientos de carbón, una agricultura desarrollada, una buena red de transportes (canales fluviales y marítimos, ferrocarril) y un activo comercio. A partir de los años 1850‐1870, Alemania cimentó su desarrollo industrial en la abundancia de carbón y hierro, la concentración del capital financiero en grandes corporaciones bancarias, un importante sector siderúrgico y la más destacada industria química de Europa. En la Europa meridional, el crecimiento industrial fue más tardío y lento y en muchos casos incompleto. En Italia y España coexistían áreas fuertemente industrializadas (Piamonte, Cataluña...) con regiones de economía básicamente rural y poco productivas, por la ausencia de una reforma agraria, que constituyeron un lastre para la plena industrialización de estos países. En la Europa oriental, el Antiguo Régimen permaneció vigente durante todo el siglo XIX, sólo en zonas muy localizadas de los imperios austrohúngaro y ruso se asentó una incipiente industrialización a finales de siglo. 4. LIBERALISMO ECONÓMICO Y CAPITALISMO. 4.1. EL LIBERALISMO ECONÓMICO. Los principios económicos del liberalismo fueron elaborados, a finales del siglo XVIII, por un conjunto de pensadores británicos que constituyen lo que se conoce como la Escuela Clásica, y que tiene en Adam Smith, David Ricardo, Thomas Malthus y John Stuart Mill sus principales exponentes. Adam Smith defendía la supremacía del individuo frente a los estamentos o grupos organizados, y consideraba que la búsqueda del propio interés era el motor del desarrollo económico. Para Smith, el interés personal de cada individuo da como resultado que cada bien sea producido en la cantidad en que es demandado. Los intereses contrapuestos se equilibran en el mercado a través de una "mano invisible" que, mediante los precios, ajusta la oferta y la demanda. Es el libre juego de ambas el que consigue un equilibro óptimo, tanto a nivel social como económico. De este modo, el Estado debe abstenerse de cualquier intervención en la economía y debe eliminar las barreras proteccionistas y los monopolios, porque ambos son un obstáculo para el crecimiento económico. Sin embargo, la visión de Smith no descartaba la intervención pública en ámbitos como la educación para adultos pobres, la justicia o el ejército. Autores posteriores pusieron de relieve otros aspectos. David Ricardo, por ejemplo, argumentó que al ser el trabajo una mercancía como las demás, y muy abundante, los salarios no subirían por encima del mínimo imprescindible para la subsistencia. Thomas Robert Malthus señaló que el crecimiento de la población desequilibraría su relación con los recursos existentes, lo cual empeoraría el nivel de vida de la mayoría de las personas. 17 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 4.2. CAPITAL, TRABAJO Y MERCADO. Desde la Revolución Industrial, el capitalismo se configuró como un sistema en el que los instrumentos de producción (la tierra, las fábricas y la maquinaria), y lo que se produce con ellos, son propiedad privada. Ésta se concentra en sólo una parte de la población, denominada burguesía o capitalistas, mientras la mayoría, los asalariados o proletariado, no poseen más que su capacidad para el trabajo, que alquilan a cambio de un salario. Trabajadores y empresarios se relacionan mediante el mercado, en donde unos demandan empleo y otros ofrecen trabajo, fijándose un precio (salario) en función de la oferta y la demanda. Además, el capitalismo es un sistema de iniciativa libre no planificado, que tiene como objetivo la búsqueda del máximo beneficio individual. Así, los propietarios de los medios de producción pretenden maximizar el beneficio obtenido con su propiedad mientras que los asalariados persiguen un salario más alto. La competencia entre empresarios para conquistar mayor cuota de mercado les incentiva a reducir costes y precios, adoptando para ello técnicas más productivas y tratando de que los costes salariales sean los menores posibles. Los desajustes entre oferta y demanda provocan crisis periódicas, que, según los planteamientos liberales, se corrigen ajustando los costes (salarios) o la producción (oferta). A lo largo del siglo XIX, desaparecieron las crisis de subsistencia, propias del Antiguo Régimen, pero no las situaciones de crisis económica. En ellas, los productos no se venden, los precios caen, los beneficios bajan, las empresas cierran y el paro aumenta. En esta situación, sólo los empresarios con mayores recursos, o los que tienen menores costes, sobreviven y son los que prosiguen la innovación para encontrar nuevos productos, vender los ya existentes a menor precio o abrir otros mercados. 4.3. PROTECCIONISMO Y LIBRECAMBIO. Gran Bretaña, como país pionero y avanzado en el proceso de industrialización, se mostró partidaria del librecambio, es decir, de la no intervención estatal en el comercio internacional, lo cual permitió que las mercancías se intercambiasen libremente entre los distintos Estados, dependiendo exclusivamente de la competitividad de las empresas. De este modo, la irrupción en el mercado internacional de los productos británicos, de mayor calidad o de menor precio, afectó profundamente al resto de Europa: Para evitar la competencia de Gran Bretaña y, al mismo tiempo, fomentar el crecimiento de su propia industria, tanto los países del continente como Estados Unidos aplicaron medidas proteccionistas. El proteccionismo defiende la imposición de aranceles a la entrada de productos extranjeros con el objetivo de encarecerlos para que no sea rentable su importación. La defensa de la libertad de intercambios favorecía a los países más competitivos y mejor situados en el proceso industrializador. Sin embargo, todos los Estados mantuvieron un componente de proteccionismo más o menos intenso. La propia Gran Bretaña introdujo, en 1846, unas leyes proteccionistas sobre la importación de trigo (Corn Laws). 18 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 5. LAS CONSECUENCIAS SOCIALES. 5.1. EL PROCESO DE URBANIZACIÓN. La difusión de la industrialización y la organización fabril de la producción obligaron a los trabajadores a concentrarse en torno a la fábrica y a trasladarse a las ciudades. Este proceso provocó un cambio en la localización de la población en el territorio que dio lugar a la multiplicación y crecimiento de las ciudades (sociedad urbana). La emigración interior hacia las ciudades procedió, en su mayoría, de las áreas rurales circundantes. Se calcula que con el inicio de la industrialización casi dos millones de ingleses se desplazaron a las ciudades. Así, la urbanización creció rápidamente. En Gran Bretaña, hacia 1750, había dos ciudades (Londres y Edimburgo) que alcanzaban los 50000 habitantes; en 1851, ya había 29. El crecimiento urbano afectó también al resto de Europa: mientras a principios del siglo XIX sólo un 2% de la población europea vivía en las ciudades, a comienzos del siglo XX lo hacía ya el 78% de los británicos, el 60% de los alemanes y el 44% de los franceses. 5.2. LA SEGREGACIÓN URBANA. El rápido crecimiento de las ciudades originó una fuerte segregación social por barrios. La burguesía edificó nuevos y confortables barrios residenciales donde la suciedad y la contaminación industrial eran menores. En estos barrios se construyeron edificios que se articulaban alrededor de grandes avenidas y se dotaban de servicios públicos, como la iluminación y el alcantarillado. En ellos se instalaron oficinas, comercios y viviendas en las que la burguesía podía mostrar su riqueza y gozar de todo tipo de comodidades. Los barrios obreros crecieron rápidamente y a menudo sin ninguna planificación: las calles no estaban pavimentadas, por lo que cuando llovía se llenaban de barro, no había alcantarillado y tampoco existía un servicio de recogida de basura. Los edificios tenían diversas plantas, con varias viviendas en cada una. La calidad de la edificación era muy baja, no había agua corriente, ni baños individuales... 5.3. LA NUEVA SOCIEDAD INDUSTRIAL. El triunfo de la industrialización y la instauración del capitalismo comportaron una profunda transformación de la sociedad del Antiguo Régimen. Por un lado, en el campo, muchos pequeños propietarios se convirtieron en jornaleros a la vez que el número de campesinos fue disminuyendo como resultado de la concentración de la propiedad y la mecanización. Por otro lado, la consolidación de la producción fabril arruinó a la mayor parte de los artesanos. De este modo, muchos campesinos y artesanos pasaron a engrosar las filas del naciente proletariado industrial. La aristocracia ligada a la propiedad de la tierra perdió parte de su relevancia social ante la consolidación del poder económico como pilar del estatus social. Hasta la Revolución Industrial, la tierra fue la principal fuente de poder, pero con el afianzamiento del capitalismo industrial surgió una nueva clase, la burguesía, vinculada a la propiedad de fábricas, cuya riqueza aumentó a un ritmo muy rápido y disputó a la aristocracia su preeminencia social. 19 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 En el nuevo mundo industrial, los empresarios, los banqueros, los grandes propietarios agrícolas formaban esta burguesía, que se convirtió en la élite social. Gracias a su riqueza y a su creciente influencia política y cultural organizó la sociedad en función de sus ideas y de sus valores. Los nuevos valores burgueses se basaban en la exaltación de la propiedad privada, el trabajo, el ahorro y el individualismo. Igualmente, eran los jóvenes varones de estas familias quienes accedían a la enseñanza secundaria y a la universidad, de manera que las élites políticas, científicas y culturales (ingenieros, abogados, escritores, pintores, investigadores, jefes de gobierno, ministros, empresarios...) surgieron de esta clase social. Al igual que en el pasado, la familia continuó siendo el núcleo esencial de transmisión y consolidación del patrimonio, y la vivienda familiar se convirtió en un símbolo de prosperidad y de estatus social. Para emular las formas aristocráticas, las familias de la alta burguesía disfrutaban de servicio doméstico, de vestidos elegantes, de institutrices y tutores para la educación de los hijos y se esforzaban en ostentar su lujo y refinamiento. En medio de esta élite económica y los trabajadores fabriles surgió la clase media, cuyo rasgo común era que no ejercía un trabajo manual. Estaba formada por profesionales liberales (abogados, médicos, profesores...), a los que se sumaron nuevas profesiones que alcanzaron una gran importancia en la sociedad industrial: técnicos e ingenieros, empleados de comercio, funcionarios de la Administración, trabajadores especializados, militares de alta graduación así como empleados de banca. La situación de la mayoría de la población (asalariados, jornaleros agrícolas, tenderos, artesanos, etc.) quedó muy lejos del nivel de vida de la burguesía. Los asalariados constituían el grueso de la fuerza de trabajo, necesaria para mover las máquinas y producir los bienes, y que vendían a cambio de un salario. Sus condiciones laborales eran precarias, sus sueldos, escasos, y sus jornadas de trabajo, muy prolongadas (12‐13 horas). A diferencia de los antiguos campesinos y artesanos que cultivaban sus tierras y tenían capacidad para decidir su horario de trabajo, el trabajador de la fábrica perdió la independencia y tuvo que someterse a un rígido horario laboral. A pesar del aumento espectacular de la producción y de la riqueza, la inmensa mayoría de la población vivió, al menos hasta 1850, muy cerca del límite de la subsistencia. 5.4. LAS MUJERES EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL. La sociedad industrial consolidó una clara diferenciación social por géneros: la esfera pública (economía, cultura, arte, política...) quedaba para los hombres, mientras se reservaba la esfera doméstica a las mujeres. De este modo, la mujer se orientaba hacia el matrimonio y su situación jurídica y legal reflejaba una clara inferioridad: el código civil disponía que la mujer casada tenía la obligación de obedecer al marido, que era el representante de todos sus bienes, y necesitaba su permiso para cualquier acto legal. Las mujeres carecían también de derechos políticos, ya que el liberalismo, en su primera fase, sólo concedió el derecho al sufragio a los hombres. La vida de las mujeres de clase media y alta transcurría en el hogar. Sus tareas primordiales eran el cuidado de la casa y de los hijos, y según su nivel social, contaban con servicio doméstico. Por ello, su educación se consideraba como subsidiaria y sus estudios se orientaban a la adquisición de nociones básicas de lectura, escritura y cálculo, y también de las materias consideradas como femeninas: religión, música y hogar. De este modo, la educación femenina disminuía a medida que se descendía en la escala social a la vez que se incrementaba la actividad laboral. 20 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Así, la situación era muy diferente para las mujeres campesinas. Desde muy antiguo, las mujeres del campo unían a las labores domésticas el trabajo agrícola, donde se les asignaban tareas específicas: la escarda, la vendimia, la recogida de aceituna..., aunque también solían ayudar en el cuidado del ganado, la siega y otras actividades del campo. La industrialización comportó el surgimiento de la mujer obrera, puesto que el salario del hombre era insuficiente para mantener a toda la familia. Las mujeres realizaban largas jornadas, de 10 a 12 horas, a las que había que añadir el cuidado de la casa y la familia; su remuneración era inferior a la del hombre y su trabajo gozaba de una escasa valoración social. Se dedicaban preferentemente al sector textil, sobre todo al hilado, pero también había un gran número de mujeres jóvenes, de entre quince y veinticinco años, en su mayoría solteras, que ejercían en el servicio doméstico. 21 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 TEMA 03. LA REVOLUCIÓN FRANCESA 22 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1. INTRODUCCIÓN. La Revolución Francesa es uno de esos acontecimientos históricos que sirven para señalar el fin de un período histórico y el inicio de una nueva etapa. Ya has visto en el tema anterior que, en realidad, la primera revolución que creó un Estado basado en las ideas de la Ilustración se produjo en Norteamérica, pero en aquella época los Estados Unidos no eran muy influyentes a escala internacional y estaban lejos de Europa. Cuando la Revolución se produzca en Francia, sin embargo, el Antiguo Régimen va a empezar a tambalearse por toda Europa, ya que sus ideas y su ejemplo se extendieron fácilmente por los países vecinos. La Revolución Francesa no es un acontecimiento de varios días, ni siquiera de unos pocos años. Podríamos decir que estalla en 1789 y abre un proceso de cambios en Francia, plagados de violencia, enfrentamientos y guerra, que va a durar hasta 1815. Durante estos años los revolucionarios van a intentar distintas formas de gobierno que van fracasando sucesivamente, en gran parte por los enfrentamientos entre ellos mismos sobre la organización que debía darse al nuevo Estado y a la sociedad. La Revolución Francesa es posiblemente uno de los acontecimientos históricos sobre el que más se ha escrito y son muchas las interpretaciones que se le han dado. Puede ser considerada una revolución burguesa, aunque en algunos momentos el pueblo más humilde llegó a tener casi el control del país. Algunos revolucionarios moderados sólo querían cambiar la monarquía absoluta por una monarquía parlamentaria constitucional. Otros querían eliminar la monarquía y establecer una República que defendiera los intereses de la burguesía acomodada. Los más radicales, por su parte, esperaban de la Revolución que acabara con las desigualdades económicas entre ricos y pobres. 2. CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA. Fueron muchas y complejas las causas que llevaron al pueblo francés a sublevarse contra su rey. En 1789, debido a una serie de malas cosechas consecutivas, el hambre y la miseria se extendían por Francia y el pueblo lo estaba pasando mal. No era la primera vez que esto pasaba, ya que las crisis de subsistencias, como vimos en el tema anterior, eran frecuentes en el Antiguo Régimen. Hasta el siglo XVIII no habían existido ideas que propusieran soluciones alternativas, pero esta vez, después de muchos años de propagación de las ideas ilustradas, había mucha gente que pensaba que las cosas podían ser de otra forma y que había que intentar cambiarlas. Podemos considerar que la Revolución Francesa se produjo por la acumulación de causas Ideológicas, sociales, políticas y económicas que coincidieron en Francia a fines del siglo XVIII. En el terreno de la ideología, una causa de la Revolución es la gran propagación que habían tenido las ideas ilustradas, que proponían un cambio en la sociedad y en la organización del Estado. En el terreno social, podemos considerar que la sociedad estamental a fines del siglo XVIII estaba en crisis por las críticas de la burguesía. La riqueza de este grupo no paraba de crecer, pero su 23 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 pertenencia al Tercer Estado le impedía participar activamente en el gobierno de la nación, por lo que su descontento era creciente. En el terreno político, la monarquía de Francia estaba atravesando un mal momento. El rey Luis XVI era un monarca con poder absoluto, pero no tenía la personalidad ni el talento de sus predecesores. Ante la situación de crisis que vivía el país, ni el rey ni sus ministros encontraban las soluciones adecuadas. En el terreno económico la situación de Francia era un desastre. Las malas cosechas y los impuestos abusivos llevaron a la mayor parte del pueblo a la miseria. Los privilegiados (nobles y clero) también se quejaban, porque sus ingresos, que dependían mucho de las cosechas de los campesinos, habían descendido. No es que pasaran hambre, claro, pero tampoco podían permitirse los lujos acostumbrados sin endeudarse. Ante la nefasta situación que atravesaba Francia y la enorme deuda del Estado, al rey Luis XVI sólo le cabían dos opciones si quería recaudar más impuestos: Cobrárselos a los privilegiados, lo que enfrentaría al monarca con la nobleza y la iglesia. Seguir aumentando los impuestos al Tercer Estado, lo cual era difícil porque gran parte de la población estaba ya en la miseria. Bloqueado y sin saber qué camino tomar, Luis XVI decidió reunir los Estados Generales, la Asamblea que representaba a los tres estamentos de la nación: nobleza, clero y Tercer Estado, para pedir consejo. La reunión se convocó para mayo de 1789 en el palacio de Versalles. La Revolución estaba a punto de comenzar. 3. PRIMERA FASE: DE LOS ESTADOS GENERALES A LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE. La convocatoria de los Estados Generales había generado interés y esperanzas por toda Francia. Hacía más de un siglo que los reyes de Francia no convocaban esta asamblea porque habían gobernado con poder absoluto y sin pedir consejo ni dar explicaciones a los representantes de la nación. Ya desde el comienzo surgió un primer tema de enfrentamiento entre los estamentos representados en los Estados Generales. ¿Cómo debían votarse las propuestas de la asamblea al rey? Tradicionalmente en los Estados Generales se había votado por estamentos, es decir, cualquier propuesta tendría tres votos: el de la nobleza, el del clero y el del Tercer Estado. De nada servía que los diputados del Tercer Estado fueran más numerosos y representaran al 80% de la nación, cualquier propuesta suya que fuera en contra de los privilegios de la nobleza y el clero tendría siempre dos votos en contra y sería anulada. Los representantes del Tercer Estado pidieron que las propuestas de los Estados Generales se votaran por persona, sistema con el que contarían con una mayoría suficiente para que sus propuestas fueran aprobadas. Ante la imposibilidad de cambiar el sistema de votación, los representantes del Tercer Estado se negaron a asistir a la sala común y decidieron reunirse por separado. Optaron por marcharse a París, donde continuaron sus sesiones en un local que se utilizaba para jugar al frontón. 24 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 En este local, siguiendo las doctrinas ilustradas y el ejemplo de lo que hicieron los colonos americanos, los diputados del Tercer Estado se proclamaron representantes de la Nación y juraron no separarse hasta haber redactado una Constitución para Francia que organizara un nuevo sistema político, económico y social. Este acto, conocido como el Juramento del Juego de Pelota, puede considerarse el verdadero inicio de la Revolución. El rey aceptó de mala gana que los Estados Generales pasaran a convertirse en Asamblea Nacional y empezaran a trabajar en la elaboración de una Constitución que iba a acabar con su poder absoluto. Pero al mismo tiempo estaba reuniendo tropas para que entraran en París y sometieran a los diputados rebeldes. Ante los rumores de que llegaban tropas reales, el pueblo parisino salió a las calles para defender a sus representantes. Los sublevados asaltaron la fortaleza de la Bastilla para tomar armas y pólvora. Pronto se organizó un nuevo ayuntamiento revolucionario y un ejército popular, la Guardia Nacional, para defender París en caso de ataque de las tropas del rey. La noticia de la revuelta en París se extiende por toda Francia y el ejemplo se imita en muchas ciudades. El pueblo organiza nuevos ayuntamientos y tropas populares. Muchos campesinos hambrientos, por su parte, atacan los castillos y mansiones de la nobleza y saquean sus posesiones. Se desata una ola de violencia y pánico, tumultos, asesinatos y vandalismo que se conoce como el Gran Miedo. Para intentar calmar los ánimos, la Asamblea Nacional de París promulgó un decreto que declaraba suprimidos todos los privilegios de la nobleza y el clero y sus derechos señoriales. Era el 3 de agosto de 1789. La sociedad estamental había desaparecido de Francia. También, imitando lo que hicieron los colonos americanos años antes, los diputados de la Asamblea promulgaron también una Declaración de derechos del hombre y del ciudadano, que se inspiraba plenamente en las ideas ilustradas: libertad, igualdad y soberanía nacional. Sin embargo, la labor más importante fue la elaboración de una Constitución. En septiembre de 1791 el texto de la nueva Constitución está acabado. En ella se determinaba que: La nueva forma de gobierno sería una monarquía constitucional con separación de poderes El rey tendría el poder ejecutivo (dirigiría el gobierno). La Asamblea Nacional tendría el poder legislativo (elaboraría las leyes). Los tribunales de justicia serían independientes de ambas instituciones. Según la nueva Constitución, los diputados de la Asamblea Nacional serían elegidos cada dos años por votación popular (sufragio). Sin embargo, se nota que los diputados que redactaron esta constitución eran burgueses acomodados, porque se estableció que sólo podrían votar y presentarse a las elecciones los ciudadanos (hombres) que dispusieran de unos determinados niveles de riqueza. A este sistema de votación se le denomina sufragio censitario, porque para poder votar había que tener un patrimonio reconocido en el censo de cada población. Los campesinos más pobres, los vagabundos, mendigos, artesanos, obreros asalariados, hombres y mujeres que habían luchado en las calles por el triunfo de la Revolución, se veían de este modo apartados de la participación política. Todo iba depender de que la nueva Asamblea Nacional que resultara de las elecciones resolviera la crisis económica, el problema del hambre, la subida de los precios y pusiera paz en un país revuelto. 25 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 4. SEGUNDA FASE: MONARQUÍA CONSTITUCIONAL (1791‐1792) En 1791 se inicia el primer intento de sustitución del Antiguo Régimen en Francia por un nuevo régimen inspirado en las ideas de la Ilustración, pero moderado, al gusto de la burguesía acomodada que lo había diseñado. Sin embargo, el nuevo régimen estaba a condenado a fracasar por diferentes motivos. El rey que debía encabezar el gobierno, Luis XVI, había aceptado la Constitución de mala gana, y su mayor aspiración era recobrar su poder absoluto con la ayuda de los reyes vecinos, principalmente el de Austria, de donde era su mujer María Antonieta. En la nueva Asamblea que resultó de las primeras elecciones populares (aunque sólo votaron los más ricos) se formaron pronto grupos enfrentados ante las decisiones que debían tomarse. La unidad de los primeros tiempos, cuando todos lucharon juntos contra el Antiguo Régimen, se había acabado. La situación económica seguía empeorando, y el hambre y la carestía de los alimentos tenían descontento al pueblo, que además se sentía un poco engañado al haber quedado apartado de la participación política. Los enemigos de la Revolución (nobles y eclesiásticos) se habían reorganizado y en muchas partes del país habían reclutado ejércitos para luchar contra el nuevo gobierno. En cuanto a los grupos políticos que se iban formando... Por una parte estaban los moderados, o constitucionalistas, partidarios de que las cosas se estabilizaran y se mantuviera una monarquía constitucional. Se sentaban en la parte derecha de la Asamblea. Uno de sus jefes más notables fue el Marqués de Lafayette. En el ala izquierda de la Asamblea, desde el período constituyente, se habían sentado los radicales, partidarios de que se hicieran cambios más profundos y hubiera una mayor justicia social. A su vez se dividían en varios grupos políticos, que se reunían en clubes para organizarse. Los grupos más importantes de esta tendencia eran los girondinos, con Brissot como jefe más destacado, y los jacobinos, encabezados por Robespierre. Fuera de la asamblea, el pueblo más pobre se sentía abandonado y veía que su situación no sólo no mejoraba, sino que empeoraba por momentos. Los más exaltados, denominados sans‐culottes, habían tomado las armas para defender la revolución y no estaban dispuestos a entregarlas sin conseguir una mejora de su situación. Como no habían podido votar en las elecciones, no se sentían representados por el nuevo gobierno y empezaban a organizarse por su cuenta. Uno de sus líderes más populares fue Marat. La situación estaba tan mal que el propio rey Luis XVI intentó huir de Francia disfrazado, pero fue capturado y devuelto a París. A partir de ese momento la monarquía constitucional pierde el sentido, porque el rey no es más que un prisionero de la Asamblea con la que, supuestamente, comparte el poder. Para empeorar las cosas, Austria y Prusia declaran la guerra a Francia, exigiendo que se restituya el poder absoluto a Luis XVI e invadiendo el país. Los partidarios del Antiguo Régimen que quedaban en Francia también se levantan en armas y el caos se apodera de la nación. 26 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 En este estado de cosas, el pueblo asalta el palacio de las Tullerías y la Asamblea tiene que proteger al rey y su familia para evitar su linchamiento. No obstante, se decide destituirlo, mantenerlo prisionero y convocar unas nuevas elecciones para tratar de hacer una nueva Constitución y organizar otra forma de gobierno. Para calmar a las masas populares, se decide que esta vez la votación se haga por sufragio universal, es decir, podrían votar todos los hombres con independencia de su riqueza. 5. TERCERA FASE: LA CONVENCIÓN (1792‐1795) La nueva Asamblea elegida por sufragio universal masculino pasó a llamarse Convención Nacional y, dado que el rey había sido depuesto, asumió todos los poderes del Estado, que se convertía en una República. En la Convención Nacional encontramos a los siguientes grupos políticos, que se van a ir sucediendo en la dirección del Estado: Los girondinos habían obtenido la mayoría en las elecciones y van a ser el sector moderado de la Convención. Representaban a la burguesía más acomodada (comerciantes, banqueros,...) y querían que la Revolución se estabilizara organizando un sistema de gobierno republicano (sin rey) pero que mantuviera a raya las aspiraciones de las clases populares. El segundo grupo más numeroso en la Convención lo formaban los jacobinos, con su jefe Robespierre como diputado estrella. Sus diputados pertenecían a la pequeña burguesía (artesanos, abogados, empleados...) y no miraban con buenos ojos las medidas que proponían los girondinos. Para conseguir sus objetivos, el grupo de los jacobinos se acercó a los sectores populares más radicales(los sans‐ culottes), que le dieron su apoyo para conseguir el poder. Un gran número de diputados de la Convención no estaba claramente en ninguno de los dos grupos mejor organizados. Según las circunstancias podían apoyar las propuestas de los girondinos o de los jacobinos. Se les conocía como el grupo de la llanura. La primera medida de la Convención fue declarar abolida la monarquía y proclamar la República como nueva forma de gobierno. A continuación se juzgó al rey Luis XVI por haber traicionado a la Nación. Aunque el debate fue intenso y la votación muy igualada, finalmente fue condenado a muerte, al igual que su mujer e hijos. La ejecución de Luis XVI y su familia provocó que los principales reinos de Europa formaran una coalición y declararan la guerra a la República de Francia. Si la situación no estaba lo bastante mal, ahora además Francia tenía que defenderse del ataque conjunto de Inglaterra, Austria, Prusia y España. Ante la invasión extranjera, el nuevo gobierno decreta una leva forzosa de 300.000 hombres para defender a la Nación y, contra todo pronóstico, este ejército popular consigue derrotar a las tropas extranjeras en varias batallas. En este momento el papel de los militares como defensores de la Revolución empieza a ser importante y sus hazañas los convierten en héroes populares. Napoleón Bonaparte, por ejemplo, comienza en esta época a destacar por sus victorias. En los primeros tiempos de la Convención fueron los girondinos, con el apoyo de los diputados de la llanura, los que controlaron el gobierno. Sus medidas, que beneficiaban a la burguesía más rica, no consiguieron mejorar la situación económica del pueblo más humilde, que empezó a soliviantarse y alborotarse. 27 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Ante la gravedad de la situación, los jacobinos, con el apoyo de los sans‐culottes de París, dieron un golpe de estado, acusaron a los jefes girondinos de traidores y especuladores en contra del pueblo y tomaron el poder. Con los jacobinos en el poder, el control del Estado quedó en manos de su jefe, Robespierre, que se apoyó en un denominado Tribunal Revolucionario y un Comité de Salud Pública como órganos de gobierno. Muchos diputados girondinos fueron juzgados y condenados a muerte, acusados de traición a la Revolución, y se entró en una fase radical que se conoce como "el Terror". El nuevo gobierno jacobino, con el apoyo del pueblo parisino, eliminó físicamente en la guillotina no sólo a muchos nobles y eclesiásticos, sino también a bastantes burgueses enriquecidos en los que el pueblo volcó su odio. Los jacobinos, oyendo las peticiones populares, adoptaron medidas a favor de una mayor igualdad económica y prepararon una nueva Constitución que no llegó a entrar en vigor, y que era muy favorable a las demandas del pueblo más humilde, que podrás comprobar en el siguiente documento En julio de 1794, un nuevo golpe de estado protagonizado por los diputados centristas (la Llanura) hartos de los excesos del gobierno, acabó con la tiranía de Robespierre, lo detuvo y fue juzgado y condenado a muerte junto a sus principales colaboradores. El período más exaltado de la revolución acabó y los diputados moderados trataron de controlar al pueblo y establecer un nuevo sistema de gobierno. Robespierre y sus colaboradores son detenidos durante una sesión de la Convención. 6. CUARTA FASE: LA REPÚBLICA BURGUESA (1795‐1799) Superada la fase radical de la Revolución, los diputados más moderados de la Convención intentaron organizar una nueva forma de gobierno que asegurara los principios liberales burgueses y diera marcha atrás al intento de los jacobinos de crear una sociedad igualitaria y controlada por el Estado. En 1795 se aprobó una nueva Constitución (la tercera que se intentaba desde el inicio de la Revolución) cuyos aspectos más importantes son: El sistema de votación para elegir a los diputados sería el sufragio censitario, poniéndose un límite alto al nivel de riqueza necesario para poder votar y presentarse a diputado. Se calcula que pudieron votar sólo 200.000 ciudadanos (hombres). El control del estado, por lo tanto, estaría en manos de la burguesía más acomodada. El poder legislativo (hacer las leyes) residiría en dos asambleas, denominadas Consejo de los Quinientos y Consejo de Ancianos , que tenían que ponerse de acuerdo para la aprobación de las leyes. Esto recuerda ya a nuestro actual sistema parlamentario en el que las leyes deben ser aprobadas por dos cámaras: el Congreso y el Senado. El poder ejecutivo (dirigir el gobierno) estaría en manos de un grupo de cinco personas designadas por el Consejo de los Quinientos, denominado Directorio. En el terreno internacional, el gobierno del Directorio mantuvo la guerra contra las monarquías absolutistas de Europa, consiguiendo derrotar a España y Prusia, que firmaron su rendición. 28 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Ahora sólo Inglaterra y el emperador austriaco quedaban en lucha contra Francia. En estas campañas militares del Directorio continúa el ascenso del joven general Napoleón Bonaparte, que se convierte en un héroe popular gracias a sus victorias contra los enemigos de la República de Francia. En cuanto a la situación interna de Francia, el gobierno del Directorio no consigue calmar la situación. Los sectores contrarrevolucionarios, que deseaban la vuelta al Antiguo Régimen, se reorganizaron y prepararon una rebelión, que fue derrotada por el general Napoleón. Los sectores populares, partidarios de los jacobinos y de las medidas igualitarias que se habían tomado en la época de la Convención, también conspiraron y el gobierno tuvo que usar la mano dura y la represión para acabar con sus aspiraciones. El caso es que en 1799 la situación de Francia no conseguía estabilizarse. Dentro y fuera del país los enemigos de la Revolución se organizaban para atacar con más fuerza a la Francia revolucionaria. Algunos miembros del Directorio consideraron que la situación era peligrosa y había que tomar medidas drásticas para salvar la Revolución. Convencieron a Napoleón Bonaparte, el militar de moda aclamado por el pueblo, para que diera un golpe de Estado y asumiera el poder en Francia hasta que pasara el peligro. El 9 de noviembre de 1799 Napoleón, al mando de sus tropas y con el apoyo del pueblo, entra en la sala del Consejo de los Quinientos y obliga a los diputados a que cedan el poder ejecutivo del Estado a tres personas con el cargo de Cónsules. Uno de esos cónsules, por supuesto, sería el propio Napoleón. La Revolución no ha muerto, pero su destino queda en manos de los militares, y más concretamente en manos de Napoleón Bonaparte. 29 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 TEMA 04. NAPOLEÓN Y LA EUROPA DE LA RESTAURACIÓN 30 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1. INTRODUCCIÓN. En su golpe de estado Napoleón contó con el apoyo de la alta burguesía de Francia, que veía que todo lo que había conseguido con la Revolución podía perderse por los ataques exteriores (países en guerra contra Francia) y por las conspiraciones interiores (de los grupos más radicales que querían imponer una sociedad igualitaria y de los partidarios de volver al absolutismo). Napoleón consiguió dar estabilidad al gobierno de Francia al acabar con las conspiraciones interiores, y al mismo tiempo consiguió durante algunos años mantener a raya a todos los países enemigos de Francia. Su gobierno fue del agrado del pueblo, que, aunque no tuvo plena participación en la política, vio mejorar su situación económica y tuvo garantizados los derechos que le había dado la Revolución. Sin embargo, el empeño de Napoleón de enfrentarse a toda Europa, imponiendo el modelo político y social de la Revolución Francesa, estaba condenado al fracaso. Eran demasiados enemigos y la guerra permanente demasiado costosa para Francia. Napoleón se enfrentó contra todas las potencias absolutistas de Europa en la época, y finalmente fue derrotado. Tras la derrota de Napoleón, la Revolución parece haberse acabado y por unos años los vencedores intentan volver al Antiguo Régimen y a la monarquía absoluta. Entre 1815 y 1830, en Europa se vive un período que conocemos como la época de la Restauración, caracterizado por el intento de volver a recuperar todos los aspectos del Antiguo Régimen que habían sido desmantelados durante los años de la Revolución en Francia y en los territorios conquistados por Napoleón. Sin embargo, la marcha atrás era imposible porque, aunque la Revolución había sido derrotada, sus ideas estaban más vivas que nunca, y pronto por toda Europa surgirá una ola de nuevas revoluciones que acabarán definitivamente con el Antiguo Régimen en la mayoría de los países europeos, como veremos en el tema siguiente. 2. NAPOLEÓN EXTIENDE LA REVOLUCIÓN POR EUROPA (1799‐1815) El gobierno de Napoleón (de 1799 a 1815) supuso la creación de un nuevo modelo de Estado que heredaba los principales logros de la Revolución Francesa, pero se basaba en el poder casi absoluto de una persona. En sus años de gobierno en Francia, Napoleón fue modificando su sistema de gobierno, pudiendo señalarse las siguientes etapas: Napoleón comenzó participando en el gobierno de Francia como Cónsul, compartiendo el poder con otros dos cónsules (de 1799 a 1802). Posteriormente, asumió el gobierno en solitario como Cónsul vitalicio, es decir, que gobernaría hasta su muerte sin necesidad de elecciones (de 1802 a 1804). Finalmente, en el momento de su máximo esplendor Napoleón se proclamó Emperador de la República de Francia (de 1804 a 1815) y en muchos aspectos, incluidas sus representaciones pictóricas, su imagen nos recuerda a la de los antiguos monarcas absolutistas. Veamos algunos aspectos de la obra de Napoleón en Francia y de su política internacional. 31 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 2.1. EN EL TERRENO INTERIOR. Afianzó un régimen que mantenía los cambios principales de la Revolución en sus aspectos más moderados, los que interesaban a la alta burguesía. Organizó una administración moderna, con numerosos funcionarios para poner en orden el gobierno del país. Elaboró un Código Civil que garantizaba la libertad individual, la igualdad ante la ley de los ciudadanos (hombres), la propiedad privada y la libertad económica. Realizó numerosas obras públicas que mejoraron comunicaciones e infraestructuras del país. Fomentó la educación pública. 2.1. EN EL TERRENO INTERNACIONAL. Napoleón intentó extender el nuevo régimen revolucionario francés por toda Europa, derrotando a las monarquías absolutistas y apoyando la creación de nuevos gobiernos inspirados en las ideas liberales. Realizó una política imperialista tratando de que Francia controlara Europa, bien como territorios conquistados y anexionados a Francia, o como estados gobernados por amigos y familiares del propio Napoleón. Consiguió dominar prácticamente todo el continente gracias a su moderno y bien organizado ejército, que derrotó en numerosas ocasiones a tropas muy superiores en número. Contó en muchos países con el apoyo de los sectores ilustrados, que veían con buenos ojos el dominio de Napoleón porque suponía el establecimiento de Constituciones y gobiernos basados en las ideas liberales. 32 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 3. LA CAÍDA DE NAPOLEÓN. La derrota de Napoleón se debió en gran parte a que Inglaterra, que dominaba los mares, nunca pudo ser sometida por Napoleón y se mantuvo en guerra permanente contra Francia. Precisamente fue el intento de Napoleón de asegurarse el control de toda Europa para dejar aislada a Inglaterra lo que provocó que interviniera en demasiados frentes, desde España hasta Rusia, siendo imposible salir victorioso de todos ellos. Las dificultades militares para Napoleón comenzaron en España, país en el que había impuesto a su hermano José Bonaparte como monarca constitucional. El pueblo español se negó a aceptar esta imposición y se inició una guerra de guerrillas, que supuso para Francia una sangría continua de hombres y recursos. Además, en España desembarcaron tropas inglesas que ayudaron a los españoles a derrotar a los ejércitos de Napoleón. Al mismo tiempo que la situación en España empeoraba, Napoleón se embarcó en la locura de invadir Rusia para obtener su rendición y conseguir que no comerciara con Inglaterra. Aunque llegó hasta Moscú, tuvo que iniciar una retirada en pleno invierno que acabó con enormes bajas. Se estima que en la campaña de Rusia murieron 570.000 soldados franceses. Las dificultades y bajas en España y Rusia fueron aprovechadas por el resto de países para volver a declarar la guerra a Napoleón, que finalmente no pudo hacer frente a tantos enemigos y fue derrotado en Leipzig (Alemania) en 1813. El 11 de abril de 1814 Napoleón firmó su rendición y su renuncia al gobierno de Francia, tras lo cual fue desterrado a la isla de Elba. Las potencias aliadas que habían derrotado a Napoleón pusieron en el trono de Francia a Luis XVIII, hermano del asesinado Luis XVI. Sin embargo, Napoleón consiguió escapar de Elba y recuperar el poder por un breve plazo de tiempo, que se conoce como el Imperio de los Cien días. Volvió a reunir un potente ejército, pero tuvo que enfrentarse en la batalla de Waterloo (1815) a una coalición de tropas que doblaban en número a las suyas y fue derrotado definitivamente. Tras esta nueva derrota, Napoleón fue desterrado por los ingleses a la lejana isla de Santa Elena, en el Atlántico, donde murió en 1821 a la edad de 51 años. 4. LA RESTAURACIÓN (1815‐1830) Derrotado Napoleón, y con él la Revolución Francesa, las potencias europeas vencedoras procedieron a tratar de restaurar el orden político y territorial que existía en Europa antes de la Revolución. Este proceso y este período se conocen con el nombre de la Restauración. En líneas generales, la Restauración supuso: Volver a imponer el Antiguo Régimen en todos los territorios europeos. Esto quiere decir que se restauró la monarquía absoluta y la sociedad estamental. Establecer un equilibrio territorial entre las principales potencias europeas para que ninguna destacara mucho sobre las otras. 33 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Imponer medidas de control y de represión para que las ideas liberales propagadas por la Revolución Francesa no pudieran difundirse. El sistema de la Restauración se organizó en el Congreso de Viena, reunión en la que los embajadores de los países vencedores de Napoleón se pusieron de acuerdo en las bases del nuevo orden internacional: Restauración de las monarquías legitimas. Los reyes destronados por la Revolución o por Napoleón volverían a reinar en sus respectivos países. Caso de haber fallecido se pondría en el trono a sus herederos legítimos. Por este acuerdo la dinastía de los Borbones volvió al trono en Francia (Luis XVIII) y España (Fernando VII). El poder de los monarcas sería absolutista, como antes de la Revolución. Si algún monarca tuviera problemas en su país para mantener el gobierno absolutista, el resto de monarcas le apoyarían de forma inmediata. Los países vencedores obtuvieron ganancias territoriales y despojaron a Francia de sus conquistas. Para afianzar los acuerdos del Congreso de Viena, los principales reyes absolutistas de Europa firmaron una alianza de colaboración, llamada la Santa Alianza. Los monarcas firmantes (de Austria, Rusia y Prusia), considerándose a sí mismos reyes por la Gracia de Dios, firmaron un pacto sagrado por el que se comprometieron a: 1. 2. 3. 4. Respetar el reparto de territorios que se había hecho en el Congreso de Viena. Mantener la vigilancia para impedir las iniciativas revolucionarias liberales en cualquier país de Europa. Celebrar periódicamente congresos o reuniones con el fin de adoptar nuevas medidas si fuese necesario. Crear una fuerza armada conjunta lista para intervenir en cualquier país en el que surgiera un intento de revolución liberal contra el absolutismo. En 1823 la Santa Alianza funcionó y se enviaron tropas para ayudar al rey de España Fernando VII contra los militares que le habían obligado a aceptar una Constitución liberal. Después de la intervención en España, la Santa Alianza fue perdiendo fuerza porque pronto sus integrantes empezaron a tener disputas entre ellos y las nuevas oleadas revolucionarias por Europa se hicieron demasiado numerosas como para poder frenarlas. La Restauración fue un breve período de tiempo en el que el Antiguo Régimen trató inútilmente de defenderse de la propagación de las ideas liberales, que terminaron por derrotarlo, como veremos en el próximo tema. 5. SIGNIFICADO DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA. Aunque hemos visto que con la derrota de Napoleón y la Restauración algunos pensaron que la Revolución había muerto, lo cierto es que sus ideas continuaron vivas y siguieron difundiéndose por toda Europa. Veamos algunos aspectos clave de la Revolución Francesa. Fue la primera revolución política burguesa del continente europeo. 34 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Aunque existía el antecedente de la revolución americana, la Revolución Francesa es el primer intento de sustitución del Antiguo Régimen que se produjo en Europa. En ella, la burguesía trató de diseñar un nuevo modelo de sociedad basado en los principios de la Ilustración. Supuso el punto de partida del liberalismo. Las ideas ilustradas del siglo XVIII, evolucionadas a partir de la experiencia de la Revolución Francesa, van a convertirse en una nueva ideología bien definida que acabará derribando el Antiguo Régimen. Es lo que se conoce como ideología liberal. Sirvió de modelo a las futuras revoluciones burguesas del siglo XIX. 35 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 TEMA 5. LIBERALISMO Y NACIONALISMO 36 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1. INTRODUCCIÓN. Vimos en el tema anterior cómo derrotado Napoleón el Antiguo Régimen volvió a imponerse por toda Europa en la época de la Restauración. Su caída definitiva no fue fácil, ya que hizo falta casi un siglo de revoluciones para que podamos darlo por desaparecido de la mayor parte de los países europeos. El siglo XIX es el siglo de las revoluciones, y acabará con la imposición en la mayor parte de Europa de un nuevo régimen, el liberalismo, basado en las ideas de la Ilustración, pero actualizadas y más desarrolladas gracias a los aprendizajes obtenidos en la Revolución Francesa. Por otra parte, el siglo XIX es también el siglo de los nacionalismos. El mapa de Europa experimentará importantes cambios porque las ideologías nacionalistas van a proponer que cada pueblo o nación tengan su propio Estado. Eso suponía en algunos casos, como el de Italia o Alemania, acabar con la división de estos territorios en varios estados enfrentados entre sí y conseguir la unidad nacional. En otros casos, el nacionalismo va a consistir en la lucha de algunos pueblos por separarse de los imperios que los tenían sometidos y crear sus propios estados independientes. Hacia el final del siglo XIX, tras años de revoluciones liberales y nacionalistas, la Europa que se prepara para dar la bienvenida al siglo XX es ya muy distinta a la del Antiguo Régimen. Un régimen nuevo se está imponiendo, el liberalismo, y con él una forma nueva de organizar el gobierno de los estados, la sociedad y la economía. El siglo XIX es el origen de un nuevo mundo, pero no supone el fin de las injusticias, de las guerras, ni de los conflictos entre potencias por imponer su autoridad. 2. LA IDEOLOGÍA LIBERAL EN EL SIGLO XIX. El liberalismo es una ideología que tiene sus bases y principios en la Ilustración, y que propone una nueva forma de organización que afecta al terreno político, social y económico. El grupo social que mejor se identificó con esta nueva ideología fue la burguesía, que aunque inició su lucha por el cambio unida al resto de elementos del Tercer Estado, con el tiempo acabó comprendiendo que sus intereses no coincidían con los de las clases bajas, que pronto comenzaron a tener sus propias ideas de cambio y entraron en conflicto con la ideología liberal. Pero eso lo veremos en el próximo bloque. Veamos a continuación las principales ideas del liberalismo en cuanto a la política, la sociedad y la economía. 2.1. EL LIBERALISMO POLÍTICO DEL SIGLO XIX. La ideología liberal encuentra sus bases en Montesquieu. Parte de la idea de que el Estado debe basarse en la separación de sus distintos poderes para evitar que ninguna persona o institución pueda acumular un poder excesivo y convertirse en tiranía. Por ello, los poderes legislativo, ejecutivo y judicial deben estar a cargo de instituciones distintas. Según la teoría liberal, el Estado debe seguir una política de mínima intervención, o laissez faire (en francés, «dejar hacer»). Esto se basa en la convicción de que cada individuo buscará lo mejor para sí mismo y eso a la larga beneficia al conjunto de la sociedad, siendo la labor del Estado corregir los casos en que esto último no se cumpla. 37 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 El liberalismo defiende una organización política orientada hacia la libertad del individuo. Esta libertad no depende de la decisión del rey; porque el titular último del poder es el pueblo. Este poder, o soberanía popular, implica la limitación de la autoridad de los reyes mediante Constituciones, en las cuales se establecen las garantías de los ciudadanos y la división de los poderes, que nunca deben estar concentrados. El derecho a legislar corresponde únicamente a los parlamentos y los ciudadanos no están obligados a cumplir más que lo que las leyes disponen, conforme a la interpretación que de ellas hacen los jueces independientes. La libertad del individuo está garantizada frente a cualquier abuso por una serie de derechos que se regulan en las constituciones: integridad personal y familiar, libertad religiosa, protección de la propiedad privada. Muy importante es también la libertad de prensa, porque sólo a través de una prensa libre se pueden expresar los partidos y decidir los ciudadanos entre las diferentes opciones que se ofrecen. 2.2. EL LIBERALISMO SOCIAL DEL SIGLO XIX. A continuación vamos a mencionar las principales ideas del liberalismo del siglo XIX en cuanto a la organización de la sociedad, y comprobarás que muchas de ellas siguen vigentes en nuestra sociedad actual. El liberalismo defiende la no intromisión del Estado en la conducta privada de los ciudadanos y en sus relaciones sociales, admitiendo grandes cotas de libertad de expresión y religiosa. La igualdad jurídica de los individuos es la base de la nueva sociedad, en la que no deben existir privilegios, ya que cada cual, según sus méritos, puede progresar en la vida. Sin embargo, la igualdad económica no es una meta del liberalismo, ya que se considera que la riqueza de cada persona está en función de sus méritos y es inevitable que existan pobres y gente con escaso poder adquisitivo. Aunque el liberalismo acaba con los privilegios de la sociedad estamental, los antiguos nobles terminaron integrándose en la nueva división social dentro del grupo dominante, formado por las personas más ricas. Los antiguos nobles, junto a los burgueses más ricos, formaron la nueva clase alta que aspiraba a controlar la sociedad, la economía y el estado según sus intereses. 2.3. EL LIBERALISMO ECONÓMICO EN EL SIGLO XIX. Probablemente, es en el terreno de sus ideas económicas en el que podemos sentirnos más críticos hacia la ideología liberal del siglo XIX. La libertad económica sin cortapisas ni intervención del Estado que defendían los liberales del siglo XIX dejaba la economía bajo el control total de las clases adineradas, que aprovechaban su libertad para explotar salvajemente a las clases trabajadoras, como veremos en el próximo bloque. Es también en el terreno económico en el que el liberalismo ha evolucionado más, ya que en nuestros días, aunque vivimos en una economía liberal, el Estado interviene bastante, o puede intervenir, para evitar los abusos de los más poderosos y ayudar a los más débiles. Comenzaremos viendo como intentaba justificar uno de los padres del liberalismo que la libertad económica terminaba beneficiando a toda la sociedad, y no sólo a los ricos. Veamos ahora algunas ideas básicas del liberalismo en el terreno de la economía, cuyo máximo defensor fue Adam Smith: 38 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 El liberalismo defiende la no intromisión del Estado en las relaciones económicas entre los ciudadanos (reduciendo los impuestos a su mínima expresión y eliminando cualquier regulación sobre comercio, producción, etc.). Para el liberalismo la economía no tiene que estar sometida a un excesivo control del Estado, ya que se regula por sí sola por la ley de la oferta y la demanda. La libre competencia entre los individuos que actúan en la economía, y el deseo de cada uno de prosperar, acaba traduciéndose, según el liberalismo, en el progreso económico de toda la sociedad. El papel que debe jugar el Estado en la economía, según el liberalismo, es garantizar la ley y el orden para que la economía pueda desarrollarse en paz y libertad. 2.4. LAS IDEOLOGÍAS NACIONALISTAS DEL SIGLO XIX. Esta ideología se basa en el concepto de nación, y pretende que cada pueblo que se considera a sí mismo una nación debe tener derecho a crear un Estado propio. Mazzini, un nacionalista italiano del siglo XIX, fue su máximo ideólogo. Si el liberalismo tiene como base la libertad de los individuos frente al Estado, el nacionalismo aspira a la libertad de cada nación para organizar su propio Estado y no depender de poderes externos. Desde este punto de vista, una nación es un conjunto de personas que comparten una misma lengua, una misma cultura, una historia común y que, por lo tanto, debe tener derecho a constituirse en un estado unido (todos los miembros de la nación deben pertenecer a él) e independiente (el estado nacional no puede depender del estado de otra nación). 2.5. CÓMO SE FUERON DESARROLLANDO LAS IDEAS NACIONALISTAS POR EUROPA. En el sistema político del Antiguo Régimen, las diferentes monarquías absolutistas e imperios estaban integrados por diversas naciones bajo la autoridad de un mismo soberano. Pongamos el ejemplo de los reyes de España, que habían integrado en su estado un conglomerado de nacionalidades con distintas lenguas, tradiciones y cultura: Castilla, Aragón, Cataluña, Flandes, Nápoles... Otro ejemplo de estado plurinacional del siglo XIX es el Imperio Austro‐Húngaro. La Revolución Francesa y el Imperio Napoleónico ayudaron a difundir por Europa las ideas nacionalistas. Como recuerdas, el mapa de Europa fue alterado por Napoleón, que apoyó la creación de estados nacionales que fueran aliados de Francia y restaran poder a los monarcas y emperadores que se le oponían. Con la Restauración se trató de volver al antiguo mapa de Europa y de acabar con las ideas nacionalistas. Diversos pueblos que se consideraban a sí mismos como nación fueron divididos y repartidos entre las potencias vencedoras (Italia, por ejemplo) o incorporados a estados supranacionales. Sin embargo, el nacionalismo se extendió pronto en esos territorios: los belgas aspirarán a separarse de Holanda; Polonia no quiso estar integrada en el Imperio Ruso; los checos y húngaros rechazarán formar parte del Imperio Austriaco, etc. Durante la primera mitad del siglo XIX el nacionalismo fue un movimiento de carácter liberal y avanzado, enfrentado a la Restauración y al Antiguo Régimen y promotor de movimientos de liberación nacional. A partir de la segunda mitad del siglo XIX el nacionalismo fue transformándose en ciertos casos en una ideología conservadora y agresiva, que despreciaba la libertad y dignidad del individuo (características 39 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 de la primera etapa) y defendía los intereses de los grupos sociales que controlaban el poder. Desde entonces contribuyó a provocar conflictos que desembocaron en el siglo XX en la Primera Guerra Mundial. 2.6. TIPOS DE NACIONALISMOS EN EL SIGLO XIX. Según el objetivo que se persigue, podemos distinguir dos tipos de nacionalismos en el siglo XIX. El nacionalismo separatista. Es el que pretende la independencia política de una nación que se encuentra integrada dentro de un estado más grande. Como ejemplos podrían considerarse la lucha de los griegos por separarse del Imperio Otomano, de los checos por separarse del imperio austro‐húngaro o de los polacos por separarse del imperio ruso. En nuestros días, podemos considerar ejemplo de este tipo de nacionalismo el que representan los partidos nacionalistas vascos y catalanes en España. El nacionalismo unificador. Es el que pretende la unificación estatal de poblaciones con características nacionales comunes que se reparten en distintos estados. Como ejemplos podrían considerarse los intentos de los nacionalistas italianos y alemanes por crear estados que unieran a sus respectivas naciones bajo un mismo gobierno. Garibaldi fue el héroe popular de la lucha por la creación de un estado italiano unido. 3. LAS OLEADAS REVOLUCIONARIAS LIBERALES Y NACIONALISTAS DEL SIGLO XIX. Ahora que ya conoces las bases de las ideologías liberal y nacionalista, llega el momento de analizar cómo fueron propagándose y triunfando en la Europa del siglo XIX. Te advierto que este tema es bastante complicado, y no es por nada, es que realmente la propagación de estas ideas fue de por sí bastante complicada. En cualquier caso, no intentes memorizar cada fecha y lo que pasó en cada país, no es tu objetivo. Conviene que tengas en cuenta esta información, pero lo principal es que tomes conciencia de lo complicado que resultó conseguir que el liberalismo, finalmente, se impusiera al Antiguo Régimen. El liberalismo y el nacionalismo fueron ganando terreno muy lenta y costosamente. Más que de una revolución puntual en cada país, podemos hablar de oleadas revolucionarias que estallaban en diversos países de Europa simultáneamente, tal vez por imitación. Las tres principales oleadas revolucionarias se produjeron en 1820, 1830 y 1848. En algunos países los intentos revolucionarios eran solamente liberales: trataban de sustituir una monarquía absoluta por un gobierno constitucional. En otros casos los revolucionarios luchaban a la vez por conseguir la independencia y unidad de sus naciones y un régimen liberal. Por ello, no podemos separar fácilmente las revoluciones liberales y nacionalistas. 40 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Observarás en los siguientes apartados que en muchos territorios europeos los intentos revolucionarios liberales y nacionalistas fracasaban una y otra vez. Pero en cada oleada el liberalismo conseguía triunfar en algún país, y poco a poco esto ayudaba a que sus ideas se extendieran y se intentaran imitar. 3.1. PRIMER ATAQUE SERIO A LA RESTAURACIÓN. LAS REVOLUCIONES DE 1820. Como recordarás, en 1820 nos encontramos en plena época de la Restauración y las monarquías absolutas de Europa tenían un pacto para ayudarse mutuamente en caso de que estallaran revoluciones liberales: la Santa Alianza. Pese a esto, en 1820 se van a producir varios intentos de revolución liberal en países de la zona mediterránea: Grecia, España, Piamonte y Nápoles. Estas revoluciones tuvieron distintos resultados. En Grecia la revolución fue nacionalista y liberal al mismo tiempo. Por una parte, el pueblo griego se sublevó contra la dominación del Imperio Otomano y proclamó su independencia, pero al mismo tiempo la ideología que trataba de establecer el nuevo estado era de tipo liberal. La revolución liberal‐nacionalista griega acabó triunfando, aunque tras una guerra de nueve años que se cobró muchas vidas. Grecia contó en su lucha con el apoyo de Gran Bretaña, que envió armas y dinero a los sublevados. Finalmente, en 1829 el emperador Otomano reconoció la independencia de Grecia y este país se convirtió en una monarquía parlamentaria. En el caso español, más que de una revolución liberal podemos hablar de un golpe de estado liberal en 1820. Los militares que se disponían a embarcar hacia América para luchar contra los colonos rebeldes se sublevaron y obligaron al rey Fernando VII a aceptar una Constitución liberal, como puedes comprobar en el siguiente documento. "Españoles: Cuando vuestros heroicos esfuerzos lograron poner término al cautiverio en que me retuvo la más inaudita perfidia, todo cuanto vi y escuché, apenas pisé el suelo patrio, se reunió para persuadirme que la nación deseaba ver resucitada su anterior forma de gobierno (...) Me habéis hecho entender vuestro anhelo de que restableciese aquella constitución que entre el estruendo de las armas hostiles fue promulgada en Cádiz el año de 1812 (...) He jurado esa Constitución por la que suspirabais y seré siempre su más firme apoyo (...) Marchemos francamente, y Yo el primero, por la senda constitucional (...)". Manifiesto del rey Fernando VII, 10 de marzo de 1820. Resulta claro que Fernando VII aceptó la Constitución de mala gana, ya que en secreto pidió ayuda a la Santa Alianza, que en 1823 envió tropas francesas que derrotaron a los rebeldes y devolvieron a Fernando VII su poder absoluto. En el siguiente documento podrás comprobar la manera en que Fernando VII justifica su vuelta al absolutismo. “…Son nulos y de ningún valor los actos del gobierno llamado constitucional (de cualquier clase y condición que sean) que ha dominado a mis pueblos (...), declarando, como declaro, que en toda esta época he carecido de libertad; obligado a sancionar las leyes y a expedir las órdenes, decretos y reglamentos que contra mi voluntad se meditaban y se expedían en el mismo gobierno". Manifiesto del rey Fernando VII, 1 de octubre de 1823. 41 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Tampoco tuvieron mucho éxito los liberales en Piamonte y Nápoles, ya que, como en España, sus reyes consiguieron frenar las revoluciones con ayuda de tropas de la Santa Alianza. Por las mismas fechas, en América las colonias españolas se negaron a reconocer el poder absoluto de Fernando VII e iniciaron su propio proceso de independencia, muy inspirado en el de los colonos ingleses de Norteamérica. Aunque durante años España no reconoció la independencia de sus colonias americanas, las victorias militares de los rebeldes fueron proclamando distintos estados en Sudamérica, que se organizaron como repúblicas liberales. José de San Martín y Simón Bolívar fueron los grandes líderes de la independencia de la América hispana. 3.2. LOS LIBERALES ATACAN DE NUEVO. LAS REVOLUCIONES DE 1830. En 1830 se vuelve a producir por Europa una oleada de intentos revolucionarios liberales. Esta vez el ataque al Antiguo Régimen tuvo mayor seriedad, entre otras cosas porque se produjo en más lugares y de forma más organizada. Como en 1789, Francia fue el corazón de la revuelta, que luego se extendió a otros países. Al mismo tiempo que en Francia se alzaban los liberales, en diversas partes de Europa estallaron revoluciones nacionalistas, aunque impregnadas también de ideas liberales (Bélgica, Polonia, Italia, Alemania... En Francia. En París estalló una revuelta popular contra el rey absolutista Carlos X y pronto se extendió por el país. Ante la derrota de las tropas monárquicas, Carlos X abandonó Francia y se proclamó a su pariente Luis Felipe de Orleans rey constitucional. Según la nueva Constitución, el rey tendría el poder ejecutivo (dirigir el gobierno), mientras que el poder legislativo (hacer las leyes) residiría en una Asamblea de diputados elegidos por sufragio censitario (sólo votarían en las elecciones los hombres con un determinado nivel de fortuna). El liberalismo que triunfó en Francia en 1830 era el más moderado, el que interesaba a los sectores más ricos de la burguesía. El pueblo que había luchado en las calles por la libertad, una vez más, se vio apartado de la toma de decisiones, por lo que muchos liberales no quedaron contentos con el nuevo régimen y siguieron conspirando para conseguir un régimen liberal más democrático. En Bélgica una rebelión nacionalista triunfó en 1830 y consiguió su independencia de los Países Bajos, en donde los belgas habían sido integrados contra su voluntad por el Congreso de Viena. Al tiempo que Bélgica se convertía en un país independiente, se impuso como forma de gobierno la monarquía constitucional, por lo que en el nuevo Estado iban a dominar las ideas liberales de separación de poderes y derechos constitucionales. En Polonia, Italia y Alemania las revoluciones nacionalistas fracasaron y fueron aplastadas por los reyes absolutistas de Rusia, Prusia y Austria. 3.3. LAS REVOLUCIONES DE 1848. Como habrás observado, esto de las revoluciones liberales funcionaba a base de oleadas. Cada cierto tiempo surgía la chispa revolucionaria en un país y se imitaba por toda Europa, aunque con distinto éxito y resultados. En 1848, por ejemplo, se produjo la oleada revolucionaria más intensa del siglo XIX, y la última que vamos a 42 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 comentar. Una vez más, y van tres, la revolución tuvo su origen en Francia y luego se extendió por gran parte de Europa. Estalla la revolución en Francia. Aunque en Francia existía una monarquía constitucional desde 1830, muchos liberales estaban descontentos porque se había creado un sistema que sólo beneficiaba a los sectores más ricos de la sociedad. Las causas del estallido revolucionario en Francia fueron: La crisis económica de 1847. Afectó al sector agrario tras una serie de malas cosechas, en especial de patatas, alimento básico para las clases populares, que comenzaron a pasar hambre ante la carestía de los alimentos. La mala situación del campo influyó en los sectores industrial y financiero, llevando al paro a muchos obreros. La negación de derechos y libertades a grandes sectores de la sociedad francesa. La monarquía de Luis Felipe de Orleans sólo satisfacía los intereses de la alta burguesía, mientras que la pequeña burguesía y las clases trabajadoras quedaban política y económicamente desatendidas. El desarrollo de los acontecimientos. Un levantamiento de obreros, pequeños burgueses y estudiantes, protestando por las malas condiciones de vida de las clases bajas, obligó a dimitir al rey Luis Felipe de Orleans, que abandonó el país. Se proclamó la República y un gobierno provisional, mientras se preparaba una nueva Constitución más democrática y se convocaban elecciones. Este gobierno provisional tomó medidas de avanzado carácter social a favor de los más débiles y concediendo mayores libertades: Elecciones por sufragio universal (masculino), con participación de todos los hombres sin tener en cuenta sus ingresos económicos. Proclamación de la Libertad de prensa y de asociación. Inclusión del Derecho al trabajo como derecho fundamental de las personas. Establecimiento de la jornada laboral máxima de 10 horas. Creación de talleres nacionales para dar empleo a los parados. Cuando la situación parecía estar controlada por las clases más humildes, los pequeños burgueses se unieron a la alta burguesía y consiguieron que la República volviera a estar controlada por las clases altas. No sólo eso, sino que además se convierte en Presidente de la República un sobrino de Napoleón Bonaparte, que imitando a su tío pronto se proclamará Emperador de Francia, como Napoleón III , y bajo su autoridad volverá a someter el descontento de las clases bajas. La oleada revolucionaria de 1848 en el resto de Europa. El estallido revolucionario en Francia de 1848 se imitó por muchos países de Europa casi inmediatamente. 43 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 En el Imperio Austro‐Húngaro. El emperador Fernando I tuvo que aceptar la formación de una Asamblea Constituyente. Las protestas nacionalistas se unieron a las liberales, especialmente en Hungría y Chequia, que lograron cierta autonomía dentro del Imperio. En Alemania. Las revoluciones de 1848 en territorios alemanes tuvieron un fuerte carácter nacionalista, buscando la unidad nacional. Aunque eso no se consiguió, al menos el rey de Prusia se vio obligado a aceptar gobernar con una Constitución. En Italia. Los estallidos revolucionarios en los distintos territorios italianos consiguieron que la monarquía constitucional y el liberalismo moderado se impusieran en Nápoles y en el Reino de Piamonte. Al mismo tiempo, los territorios del Norte de Italia, que estaban en poder del Imperio Austriaco, se rebelaron pidiendo su independencia, aunque sin éxito. Consecuencias de las revoluciones de 1848. Aunque las revoluciones de 1848 fracasaron en muchos territorios y sólo consiguieron avances muy moderados en otros; sus reivindicaciones influyeron poderosamente en la ideología liberal del siglo XIX. En el terreno político, las revoluciones de 1848 supusieron un avance en sentido democrático hacia un liberalismo que asumiera una participación ciudadana más igualitaria. Por ejemplo, poco a poco se fue extendiendo el sufragio universal como forma normal de celebrar las elecciones. Los distintos grupos que se unieron en los comienzos de las revoluciones de 1848 (pequeña burguesía, obreros, intelectuales) se enfrentaron luego al defender distintos objetivos. A partir de ahora, dentro de la sociedad liberal vamos a encontrar nuevos grupos enfrentados entre sí que toman conciencia de sus diferencias: Gran parte de la pequeña burguesía y las clases medias, temerosos de una revolución social de las clases trabajadoras, se unieron a la gran burguesía. En adelante seguirán discutiendo por aspectos secundarios, pero compartirán el mismo modelo esencial de estado liberal. Por su parte, el proletariado, la clase obrera, comienza a tomar conciencia de grupo y a organizarse contra la sociedad liberal y contra la burguesía, ya que en el nuevo sistema liberal que se iba imponiendo por Europa los derechos y las condiciones de vida de las clases trabajadoras no habían mejorado. Los campesinos, una vez conseguida su liberación del régimen señorial, eran más conservadores. Su mayor preocupación era mantener las conquistas conseguidas y, como siempre, tratar de alimentar a la familia. 44 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 4. LA UNIFICACIÓN ITALIANA (1859‐1871) La idea de una Italia unificada bajo un solo estado había sido impuesta por Napoleón, pero anulada en la época de la Restauración. En 1820 Italia era un mosaico de pequeños estados absolutistas que vivían en el Antiguo Régimen, y además casi todo el Norte de Italia estaba en manos del emperador austriaco. Sin embargo, como podrás comprobar en el documento siguiente, los nacionalistas italianos tenían claro que Italia era una Nación. La lucha por la creación de un estado italiano unitario comenzó desde el reino del Piamonte, cuando su rey constitucional Víctor Manuel II consiguió derrotar al emperador austriaco y "liberar" algunos territorios italianos que controlaba Austria. En 1859 Víctor Manuel II se presenta ante el pueblo oprimido del resto de estados absolutistas italianos como un posible liberador, al tiempo que unificador de Italia. En muchas zonas estallan motines liberales y nacionalistas y las tropas de Víctor Manuel consiguen ir ocupando todo el Norte de Italia. Los pequeños estados de esa zona fueron, por lo tanto, incorporados al Reino de Piamonte. En 1860, el otro gran reino del Sur de Italia, el de Nápoles‐Sicilia, también fue incorporado por Víctor Manuel II a su corona, con la ayuda de los liberales de Nápoles y de un ejército de voluntarios al mando de Garibaldi. Tras la incorporación de Nápoles a su reino, Víctor Manuel II se proclamó Rey de Italia por la gracia de Dios y voluntad de la nación. El único territorio que se resiste hasta el final a incorporarse a la nueva Italia es el Estado Pontificio, el que gobernaba el Papa de Roma. En aquella época este estado controlaba todo el centro de Italia, así que hasta que el rey Víctor Manuel II no logra ocupar Roma y forzar al papa a renunciar a su Estado territorial no podemos dar por concluida la unificación de Italia. Este hecho se produjo en 1871, estableciéndose en Roma la capital del nuevo estado italiano. 5. LA UNIFICACIÓN ALEMANA (1866‐1871) Como en el caso de Italia, pero aún más complicado, el territorio alemán se dividía en 1820 en más de 30 estados. Algunos eran muy pequeños, pero otros se habían convertido en reinos importantes que se disputaban la hegemonía en el territorio alemán. Desde tiempo inmemorial había existido la idea de que el pueblo alemán formaba una nación y habían existido algunas instituciones comunes a todos los estados alemanes. En el siglo XIX, por ejemplo, existía la Confederación Germánica, que agrupaba a todos los estados alemanes pero sólo de forma simbólica. La idea de conseguir la unificación de todos los territorios alemanes, sin embargo, irá cobrando fuerza con el desarrollo de las ideas liberales y nacionalistas. Al contrario de lo que sucedió en Italia, en el territorio alemán no existía ningún país en el que la ideología liberal estuviera en el poder. Austria y Prusia, que eran los estados alemanes más grandes y poderosos, estaban gobernados por monarquías absolutistas. 45 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Fue Prusia el país que primero aceptó las ideas liberales, con el ascenso al poder de una burguesía moderada que consiguió modernizar el país económicamente y desarrollar su economía. Para mejorar el comercio, Prusia propuso a los estados alemanes en 1835 crear una unión aduanera, algo así como nuestro actual Mercado Común europeo. La modernización de Prusia le permitió equipar un moderno y potente ejército que sería su apoyo para conseguir la unificación alemana. 5.1. GUERRA CONTRA AUSTRIA (1866) En primer lugar, Bismark, primer ministro de Prusia, busca la excusa para declarar la guerra a Austria, que intentaba actuar siempre como cabeza de los estados alemanes. En 1866, tras una corta guerra, las tropas prusianas derrotan estrepitosamente a los austriacos y obligan a su emperador a renunciar a cualquier autoridad en la Confederación Germánica. Al mismo tiempo, Prusia se apodera de algunos pequeños estados alemanes del Norte y obliga al resto a aceptar su autoridad en una llamada Federación Alemana del Norte. En la guerra contra Austria de 1866 el moderno ejército prusiano derrotó fácilmente a las tropas austriacas. Los desplazamientos por ferrocarril de sus tropas, por ejemplo, fueron decisivos para esta victoria. 5.2. GUERRA CONTRA FRANCIA (1870‐1871) En 1870 a Prusia sólo le faltaba controlar algunos estados alemanes del Sur y de la frontera con Francia. Sin embargo, el nuevo Emperador de Francia, Napoleón III, también aspiraba a extender el dominio de Francia en esa zona , o por lo menos a no tener ningún vecino excesivamente poderoso. El canciller Bismarck buscó de nuevo una excusa para forzar una declaración de guerra entre Prusia y Francia, consiguiendo que estallara el conflicto y que todos los territorios alemanes que seguían siendo independientes apoyaran a Prusia en esta guerra. La superioridad militar del moderno ejército prusiano fue de nuevo decisiva, y en menos de un año las tropas prusianas estaban a las puertas de París, tras haber aplastado al ejército de Napoleón III en la batalla de Sedán. Tras su victoria sobre Francia y el sometimiento a su autoridad de los últimos estados alemanes que se mantenían independientes, el rey Guillermo II de Prusia pudo proclamarse káiser (emperador) de Alemania. Alemania nacía como estado unificado con aspiraciones de convertirse en la nueva potencia imperialista del centro de Europa. 46 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 TEMA 6. LOS MOVIMIENTOS OBREROS. 47 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1. INTRODUCCIÓN. Si miramos a grandes rasgos la situación de los países europeos a comienzos y a finales del siglo XIX las mejoras y avances habían sido notables en casi todos los terrenos: La producción económica se había multiplicado. La población de Europa había aumentado notablemente, gracias sobre todo a las mejoras en la producción y distribución de alimentos y a los avances sanitarios e higiénicos. La producción a gran escala de nuevos bienes de consumo hacía la vida más confortable a muchas personas. La revolución de los medios de transporte favorecía el intercambio de mercancías e ideas. Sin embargo veremos también como trajo consigo la explotación de los trabajadores industriales, los proletarios, que trabajarán en condiciones infrahumanas, sometidos a una explotación que comenzaba en la infancia. 2. EL NACIMIENTO DE LA CLASE OBRERA Y SUS CONDICIONES DE VIDA EN LOS INICIOS DE LA INDUSTRIALIZACIÓN. La Revolución Industrial ocasionó el nacimiento de un nuevo grupo social, llamado a convertirse en la mano de obra barata que permitió los grandes beneficios de las primeras industrias y minas modernas. Esta clase obrera de los inicios de la industrialización tenía un origen campesino, y acudió en masa a las ciudades donde las nuevas fábricas podían ofrecer empleo, ya que en el campo el crecimiento de la población, el desigual reparto de la propiedad de la tierra y el avance de la mecanización hicieron que no hubiera trabajo suficiente ni medios para subsistir. En las ciudades industriales y en los centros mineros, estas masas de personas faltas de cualquier medio de subsistencia se acumularon en barrios deprimentes, formados por infraviviendas y carentes de las mínimas condiciones higiénicas, situados en las inmediaciones de las fábricas o minas en las que las familias trabajadoras aspiraban a emplearse. Podríamos extendernos en detalles sobre la triste condición de la clase obrera de los primeros tiempos de la industrialización, pero seguro que cualquier cosa que podamos decirte será menos efectiva que dejar que sean textos e imágenes de la época las que te permitan descubrir la vida real de estas personas. La realidad económica y social de los inicios de la industrialización era totalmente nueva. No existían leyes ni normas que regularan las nuevas condiciones de trabajo de la clase obrera. Por su parte, los gobiernos liberales que se iban imponiendo por Europa no tenían entre sus prioridades preocuparse por las condiciones de vida de la clase trabajadora, ya que defendían los intereses de la burguesía, que sacaba provecho de contar con esta masa obrera dispuesta a competir por conseguir un jornal como fuera. La doctrina del liberalismo económico defendía que el Estado no debía controlar la economía ni imponer normas, dejando que fueran los propios protagonistas, patrones y empleados, los que libremente negociaran salarios, jornadas de trabajo, derechos de los trabajadores, etc. 48 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Como te puedes imaginar, la negociación libre entre unas pocas personas poderosas y adineradas, que necesitaban contratar trabajadores, y una masa de gente hambrienta necesitada de trabajar a cualquier precio no era en modo alguna equilibrada. Al final, el patrón siempre podía encontrar personas desesperadas y dispuestas a trabajar más horas por menos dinero con tal de conseguir unos ingresos, por mínimos que fueran. Esta es la gran causa del enorme grado de explotación que sufrió la clase obrera de los primeros tiempos de la industrialización. 2.1. JORNADAS, SALARIOS Y COSTE DE VIDA. En los primeros tiempos de la industrialización, la ausencia de leyes estatales que regularan las condiciones de trabajo hacía que éstas quedaran en manos de lo que los patronos estuvieran dispuestos a exigir y los obreros dispuestos a aceptar. Partiendo de la base de que no faltaba gente en situación desesperada que competía por conseguir un empleo a cualquier precio, las condiciones de trabajo en cuanto a jornada laboral y salarios eran penosas para la clase obrera. La jornada normal de trabajo en las primeras fábricas y minas modernas duraba entre doce y catorce horas (a veces más). En las sociedades campesinas del Antiguo Régimen, por comparar, no era normal trabajar tantas horas, sobre todo porque en el campo era la luz solar la que establecía la duración de la jornada. La expresión "trabajar de sol a sol", por dura que pueda sonar, se refiere a una jornada de trabajo inferior a la de los primeros tiempos de la Revolución Industrial, ya que en las fábricas y minas la luz artificial permitía prolongar las jornadas de trabajo. El único límite era la capacidad de resistencia física de los trabajadores y trabajadoras. En cuanto a los salarios de la clase obrera, como puedes imaginarte, eran tan muy bajos. Podrías pensar que los obreros iban teniendo subidas salariales a medida que aumentaban los beneficios de sus patronos, pero sucedía todo lo contrario. A mayores beneficios, los patronos tenían más posibilidad de invertir en nuevas máquinas que permitían reducir el número de trabajadores necesarios. Ante la posibilidad del despido, normalmente, los trabajadores aceptaban reducciones de sus salarios, ya de por sí bajos. El trabajo de los hijos e hijas de los obreros desde la infancia era imprescindible para la supervivencia de una familia. Es más, imagina un matrimonio sin hijos y echa cuentas. Lo tenían peor para salir adelante, porque un hijo podía suponer un gasto de 1 real al día para su comida, pero si desde los 8 años podía ganar un jornal de 2 reales ya aportaba al presupuesto familiar más de lo que consumía. 2.2. DERECHOS DE LA CLASE OBRERA. Desgraciadamente para los obreros y obreras de los primeros tiempos de la Revolución Industrial, podemos liquidar este apartado con una sola palabra: ninguno. Si quieres podemos repasar algunos derechos básicos de los trabajadores y trabajadoras actuales, tan básicos que tal vez pienses que han existido desde siempre. Imagina un mundo en el que los trabajadores y trabajadoras carecieran de: Un salario mínimo fijado por ley. Una jornada laboral máxima establecida por ley. Descanso dominical pagado. Algún día de vacaciones pagadas al año. Atención sanitaria pública y gratuita. 49 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Unas condiciones mínimas de seguridad e higiene en el trabajo. Una pensión, por mínima que sea, tras la jubilación. Un subsidio, por poco que sea, en caso de paro o enfermedad. Derecho de asociarse para defender sus intereses. Derecho a la huelga. Derecho a votar en las elecciones. Si el salario de la época apenas daba para que una familia pagara la vivienda y la alimentación, imagina la situación de las personas en paro, incapacitadas para el trabajo por algún accidente laboral o enfermedad o con una edad en la que sus cuerpos no podían ya soportar más trabajo. La única alternativa en estos casos era la caridad, que los primeros gobiernos liberales supieron dejar en manos de las instituciones religiosas (católicas o protestantes) de sus respectivos países. 2.3. LOS CENTROS DE TRABAJO: MINAS Y FÁBRICAS. A comienzos del siglo XIX Gran Bretaña era el país más avanzado en la Revolución Industrial y su paisaje se iba poblando de fábricas. En grandes naves mal ventiladas se acumulaban obreros, obreras y máquinas a vapor, con sus calderas quemando continuamente carbón. Puedes imaginarte las condiciones higiénicas en esas primeras fábricas, que como habrás observado en el documento eran totalmente insoportables para alguien no acostumbrado. Habrás visto que nuestro doctor se preguntaba cómo podían soportar los trabajadores permanecer en esos lugares durante jornadas tan largas. Podría haber dos posibles respuestas: Porque habían trabajado en esas condiciones desde su infancia y se habían habituado. Por puro instinto de supervivencia. Pero si las condiciones de trabajo en las fábricas eran infrahumanas, peor aún eran en las minas de carbón, de donde se extraía el combustible que movía las máquinas a vapor. El mineral de carbón era sacado al exterior por niños que empujaban vagonetas por unos raíles o las arrastraban encadenadas a sus pies. Te preguntarás porqué los patronos elegían niños y niñas (recuerda el texto de Disraeli) de corta edad para una tarea tan dura y exigente físicamente. ¿No sería más rápido el trabajo si acarreara el mineral una mula, por ejemplo, u hombres adultos dotados de mayor fuerza? ¿Por qué de la elección de niños y niñas? El túnel necesario para que se desplazaran no tenía que ser muy alto debido a su corta estatura, y eso abarataba la construcción de túneles. ¿Que los niños y niñas tenían poca fuerza? Bueno, tres o cuatro juntos podían reunir la fuerza de un adulto, y la suma de sus salarios era menor. Sin duda, el coste del salario de cuatro o cinco niños sería menor que el de mantener y alimentar una mula, que además necesitaría disponer de túneles más altos y, por tanto, más caros de construir. 2.4. LOS BARRIOS OBREROS. Tras doce o catorce horas de jornada en una fábrica inmunda, soportando altas temperaturas y un aire viciado, o en las entrañas de una mina de carbón o de hierro sin ver la luz, los primeros obreros y obreras, niños y niñas, volvían a sus hogares a pasar esa media jornada de descanso. 50 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 No tenían que andar mucho, porque sus casas estaban en las inmediaciones de las fábricas y minas donde trabajaban, zonas, por otra parte, en las que las malas condiciones higiénicas y sanitarias hacían que nadie en su sano juicio y con medios suficientes quisiera vivir. 3. EL SURGIMIENTO DEL MOVIMIENTO OBRERO EN GRAN BRETAÑA: LUDISMO, TRADE UNIONS Y CARTISMO. En el apartado anterior hemos visto las miserables condiciones de vida y trabajo del proletariado en los inicios de la Revolución Industrial. Como habrás imaginado, esa situación de explotación salvaje no podía mantenerse eternamente. La clase obrera tardó un tiempo en tomar conciencia de su fuerza y en desarrollar estrategias de lucha para mejorar su condición. Debido al mayor desarrollo de la industria, fue Gran Bretaña el primer país en el que la clase obrera comenzó a organizarse y a luchar por sus derechos. Esta lucha permanente es lo que conocemos con el nombre de movimiento obrero. A continuación tienes una definición más teórica del movimiento obrero. No es para memorizarla, sino para que te habitúes al lenguaje más formal de los historiadores y veas cómo en nuestro camino iremos desgranando esta definición y tocando sus distintos aspectos. Se denomina movimiento obrero a la lucha organizada de la clase trabajadora para mejorar sus condiciones de vida, por medios pacíficos normalmente y violentos en ocasiones, con objetivos a veces revolucionarios (transformación total de la sociedad) o simplemente reivindicativos (mejora de la situación de la clase trabajadora aceptando el modelo social vigente). Las primeras reivindicaciones de la clase obrera inglesa eran un poco infantiles y tenían pocas probabilidades de prosperar. Un documento muy interesante nos permite conocer cómo se inició el movimiento obrero inglés. Se trata de una petición de los obreros que un diputado presentó en 1794 ante el Parlamento inglés, y que, curiosamente, se trataba de una queja por la difusión que estaban teniendo las primeras máquinas a vapor en la industria. Como habrás observado, la clase obrera veía el desarrollo de la tecnología y de las máquinas como un problema para su supervivencia, porque su extensión podía condenarla al paro y la miseria. Puedes imaginar que el Parlamento inglés no iba a adoptar ninguna ley contra la difusión de las máquinas, que tantos beneficios estaban dando a la burguesía. Ante esta realidad, y ante la situación cada vez más desesperada de muchos trabajadores, los primeros ejemplos de lucha obrera en Inglaterra consistieron en realizar atentados contra las máquinas, pensando que su destrucción podría devolverles los empleos perdidos. La destrucción de máquinas por parte de los obreros ingleses a comienzos del siglo XIX puede considerarse el inicio del movimiento obrero. Esta primitiva y desorganizada forma de lucha obrera se conoce como ludismo, en honor del primer obrero al que se atribuye haber atentado contra las máquinas de la industria textil: Ned Ludd. La respuesta del gobierno inglés ante esta primera forma de lucha obrera fue contundente. Se impuso la pena de muerte como castigo a las personas que atentaran contra las máquinas, y en 1813 dieciocho obreros 51 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 británicos fueron condenados a muerte y ahorcados por este delito. El movimiento obrero tenía sus primeros mártires. La necesidad de organizar mejor las reivindicaciones de los obreros motivó que, también en Gran Bretaña, se crearan las primeras asociaciones obreras. En ellas se agrupaban trabajadores de un mismo oficio, que discutían sus problemas y proponían formas de protesta y lucha coordinadas. Las primeras asociaciones obreras nacieron en Inglaterra a comienzos del siglo XIX y se denominaron Trade Unions (Unión de Oficios). Son el origen de nuestros actuales sindicatos. Las primeras Trade Unions inglesas encontraron en la huelga su mejor arma para luchar por una mejora de las condiciones laborales de las clases trabajadoras, pero tuvieron que desarrollarse de forma clandestina, ya que de inicio el gobierno británico las consideró ilegales y persiguió a sus miembros. Desde la clandestinidad, las Trade Unions inglesas organizaron una ola de huelgas que alarmó al gobierno y le obligó a reconocer al menos el derecho de los trabajadores a asociarse. A partir de 1825, los sindicatos ingleses serán legalmente reconocidos y se inicia el sindicalismo moderno, cuyo objetivo es luchar por la mejora de las condiciones laborales de las clases trabajadoras. El siguiente paso del movimiento obrero inglés fue luchar por conseguir el derecho a la participación política de la clase obrera, es decir, que se concediera derecho al voto y a presentarse como candidato a todos los hombres (todavía no se pensaba en las mujeres) independientemente de su riqueza. Con ello los obreros pensaban que podrían contar en el Parlamento con representantes que se preocuparan por sus problemas y promovieran leyes más justas. Se conoce como cartismo al movimiento de demanda del derecho a la participación política de la clase obrera, debido a que en 1838 se presentó al Parlamento inglés un documento denominado Carta del Pueblo, firmado por más de un millón de personas, en el que se exponía esta petición. El movimiento cartista se mantuvo durante más de veinte años, pero no logró su objetivo, ya que hasta 1918 no se concedió en Gran Bretaña el derecho a voto a todos los hombres (todavía no a las mujeres). Sin embargo, su presión, unida a la de las Trade Unions, provocó el temor de la burguesía británica y motivó que los gobiernos liberales empezaran a adoptar tímidamente las primeras leyes reguladoras de las condiciones laborales. Por ejemplo, a raíz del movimiento cartista se promulgó una ley que establecía en Gran Bretaña la jornada laboral de 12 horas. 4. LAS PRIMERAS IDEOLOGÍAS. EL SOCIALISMO UTÓPICO. Hemos visto que el movimiento obrero nació en Gran Bretaña con fines puramente prácticos: mejorar las condiciones de vida de la clase obrera y ampliar sus derechos. Sin embargo, pronto comenzaron a surgir propuestas de cambio del modelo social, económico y político que estaba creando el liberalismo. En gran parte, estas primeras ideologías que planteaban un cambio radical vinieron de pensadores que no pertenecían a la clase obrera, pero que simpatizaban con ella y se preocupaban por su situación. Los historiadores han agrupado con el nombre de socialistas utópicos a una serie de pensadores, británicos y franceses sobre todo, que en la primera mitad del siglo XIX plantearon la necesidad de crear una nueva forma de organización social más justa e igualitaria que acabara con la explotación de la clase obrera. 52 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 ¿Por qué el término socialismo utópico? En general, estos primeros ideólogos del movimiento obrero compartían una serie de puntos en sus propuestas de lo que debería ser una sociedad más justa. Entre otros, destacaba la consideración de que la propiedad privada de los medios de producción (fábricas, minas, tierras agrícolas) era la causa de la desigualdad económica. Con distintos matices planteaban que la propiedad privada debía ser sustituida por una nueva forma de propiedad colectiva, es decir, sería la sociedad en su conjunto la propietaria de todos los medios de producción. De ahí el término socialismo. No existiendo propiedad privada de los medios de producción, no existirían clases sociales, ni burguesía ni clase obrera, porque todos los seres humanos compartirían el trabajo, cada uno en la medida de sus posibilidades, y los beneficios. En esta sociedad imaginaria el Estado dejaría de ser necesario, porque las colectividades de personas libremente unidas compartirían la toma de decisiones y el control del funcionamiento de la sociedad. En definitiva, una sociedad justa e igualitaria, sin ricos ni pobres, sin opresores ni explotados, formada por seres humanos que compartirían los beneficios del progreso tecnológico. Los diferentes modelos alternativos de organización social, económica y política que propusieron los socialistas utópicos nos pintan un mundo feliz, perfecto y amable, pero... ¿Crees que sería posible que funcionara? ¿Cómo podría construirse esa nueva sociedad? La falta de rigor en los planteamientos económicos y sociales de estos pensadores, y la imposibilidad de cambiar pacíficamente el sistema liberal, hizo que otros pensadores del movimiento obrero consideraran utópicos estos planteamientos. Estos son algunos de los socialistas utópicos más destacados y sus propuestas: François Marie Charles Fourier (Francia 1772‐1837). Era hijo de un hombre de negocios y proponía crear centros de producción y consumo (que llamó falansterios) organizados de forma cooperativa y solidaria. Serían autosuficientes (producirían todo lo necesario para la vida confortable de sus miembros) y sus habitantes, cuyo número ideal sería de 2.000 por falansterio, trabajarían en comunidad y compartirían los beneficios. La difusión de estos centros permitiría el cambio pacífico hacia el socialismo universal. En la práctica llegaron a organizarse falansterios en diversas partes del mundo, entre otras en Cádiz, pero habrás observado que no consiguieron cambiar el mundo. Robert Owen (Gran Bretaña 1771‐1858). De origen humilde y trabajador desde los diez años, consiguió prosperar, llegó a dirigir una fábrica textil y, finalmente, creó su propia empresa. A pesar de haber conseguido ascender en un sistema liberal, proponía una organización de la economía contraria a la propiedad privada, basada en la organización de empresas cooperativas en las que hubiera una distribución igualitaria de los beneficios. Creó cooperativas de consumo y apoyó a los nacientes sindicatos ingleses (los trade‐unions). Etienne Cabet (Francia 1788‐1856). En su libro Viaje a Icaria proponía el cambio pacífico hacia una sociedad basada en la comunidad de bienes (el comunismo) a través de una reconciliación de pobres y ricos, en la que deberían gobernar los mejores. No creía en la violencia ni en el enfrentamiento, y pensaba que la creación de unidades de producción sin propiedad privada ni dinero serviría de ejemplo para convencer a toda la sociedad de adoptar esta nueva forma de organización. 53 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 5. EL MOVIMIENTO OBRERO SE INTERNACIONALIZA. ANARQUISMO Y SOCIALISMO CIENTÍFICO. A medida que avanzaba el siglo XIX y la Revolución Industrial se extendía por Europa, aumentaba el número de integrantes de la clase obrera, que en todos los países nacía sujeta a la misma explotación que se le había dado en Gran Bretaña. Idénticos problemas, idénticas respuestas del movimiento obrero. Primero lucha contra las máquinas, luego creación de asociaciones sindicales y finalmente lucha en el terreno político para eliminar la sociedad capitalista y crear un nuevo sistema social más justo. Sólo que cada vez las propuestas eran menos utópicas, más revolucionarias y, sobre todo, apostando por el uso de la fuerza para transformar la sociedad. Una muestra de la maduración del movimiento obrero europeo es que en 1864 representantes de asociaciones obreras de distintos países lograron fundar la primera Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.). Esta asociación pretendía integrar a las asociaciones obreras de todos los países para plantear estrategias comunes de lucha. En la mente de los grandes pensadores del movimiento obrero, si has entendido el documento, empezaba a estar claro que la construcción de una nueva sociedad era un problema mundial, y que sólo podría conseguirse mediante la acción conjunta del proletariado de todos los países. Los primeros objetivos concretos que se planteó la A.I.T. incluían: La lucha por una jornada laboral de 8 horas. La supresión del trabajo infantil. La mejora de las condiciones laborales de la mujer. La supresión de los ejércitos. La socialización de los medios de producción. También se dijo que la huelga era el medio más eficaz para alcanzar estos objetivos. En lo tocante a los tres primeros puntos, la AIT recogía las demandas básicas de los sindicatos obreros de toda Europa. Por su parte, la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción y la supresión de los ejércitos son propuestas que suponen adoptar una postura de lucha revolucionaria contra la sociedad liberal burguesa. En general, todo el movimiento obrero compartía la idea de luchar por la implantación de un nuevo sistema social igualitario, basado en la supresión de la propiedad privada de los medios de producción, que pasarían a estar al servicio y bajo control de la sociedad en su conjunto (socialismo). El problema surgió a la hora de definir con detalles cómo debía organizarse el nuevo sistema socialista y cómo debía lucharse para conseguirlo. En el terreno de las propuestas sobre cómo debería organizarse una futura sociedad socialista el movimiento obrero europeo se dividió a mediados del siglo XIX en dos tendencias: El socialismo libertario, o anarquismo, con el ruso Mijail Bakunin como líder más destacado. El socialismo científico, o marxismo, que seguía las ideas del alemán Carlos Marx. 54 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Estos grandes pensadores hicieron dos propuestas tan distintas de cómo entender el socialismo y cómo buscar su implantación que el movimiento obrero de todo el mundo tuvo que tomar partido por uno u otro. En cada país se crearon organizaciones obreras separadas, según fueran partidarias de Marx o de Bakunin, por lo que mantener una Asociación Internacional de Trabajadores unitaria tampoco fue posible. Al final el movimiento obrero internacional acabaría teniendo una Asociación Internacional anarquista y otra marxista, que en diferentes ocasiones tuvieron incluso duros enfrentamientos entre ellas. 5.1. EL SOCIALISMO LIBERTARIO O ANARQUISMO. El nombre de socialismo libertario que se da a la propuesta anarquista de revolución social se debe a que en su proyecto de sociedad la libertad individual de cada persona está por encima de todas las cosas. Ninguna institución, ni partido ni gobierno, debe imponer su voluntad ni tomar decisiones en nombre de la colectividad de individuos que libremente deciden asociarse. Según Mijail Bakunin, el Estado, aunque sea democrático, oprime a los obreros, por lo que propone su eliminación. Mijail Bakunin propugnaba también la desaparición de los ejércitos. Una sociedad sin Estado, en la que cada persona trabaja según sus posibilidades y participa de lo producido según sus necesidades, sólo era posible destruyendo los estados nacionales y organizando la sociedad en pequeñas colectividades independientes, en las que la propiedad de los medios de producción fuera común y las decisiones se tomaran en asamblea de todos sus integrantes, mujeres y hombres. Este modelo de colectividad independiente que se autogobierna y no obedece a ningún Estado fue llamado comuna. Para alcanzar el socialismo libertario los anarquistas proponían destruir el estado burgués mediante una huelga general revolucionaria, rechazando por ello la creación de partidos políticos obreros que aceptaran participar en las elecciones. Los anarquistas, sin embargo, sí creían en la lucha sindical, desarrollada directamente por la clase obrera en sus centros de trabajo. Uno de los puntos que ayudó a que el anarquismo tuviera muchos seguidores en algunos países atrasados industrialmente en el siglo XIX, como España, fue que supo dirigir su propaganda también a los trabajadores del campo, que hasta ese momento habían estado alejados del movimiento obrero. Para muchos campesinos sin tierra, la idea de una colectividad que fuera propietaria de todas las tierras agrarias, organizara colectivamente su explotación y compartiera la producción era una versión del paraíso, ante la cruda realidad de su situación de miseria y servidumbre frente a los grandes propietarios de tierras (terratenientes). Aunque las ideas anarquistas suenan hoy un tanto utópicas e irreales, a finales del siglo XIX esta corriente ideológica contaba con millones de afiliados en Europa, siendo incluso la mayoritaria en algunos territorios, como Andalucía. Algunas organizaciones anarquistas optaron por la lucha violenta y por el terrorismo, lo que sirvió de excusa en muchos casos para que los gobiernos ilegalizaran y persiguieran a cualquier asociación obrera de inspiración anarquista. 55 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 5.2. EL SOCIALISMO CIENTÍFICO, MARXISMO O COMUNISMO. Los dos principales ideólogos y fundadores fueron Carlos Marx y Federico Engels que publicaron conjuntamente en 1848 el Manifiesto Comunista. Posteriormente Marx publicó El Capital, su obra fundamental. Carlos Marx y sus seguidores utilizaron el término socialismo científico para definir su propuesta porque partían de un análisis riguroso de la Historia de la humanidad y del funcionamiento de la economía capitalista para elaborar su proyecto de sustitución de la sociedad capitalista burguesa por un sistema socialista sin propiedad privada ni clases sociales. El termino marxismo, como te puedes imaginar, se debe al fundador de esta corriente del movimiento obrero. El término comunismo, que ya había sido utilizado por el socialista utópico Cabet, se debe a que éste fue el nombre definitivo que Carlos Marx y su compañero Federico Engels dieron a su doctrina, para diferenciarla de otras corrientes del movimiento obrero, con las que no estaban de acuerdo, que usaban el término socialismo. El comunismo de Marx y Engels coincide con otras ramas del pensamiento socialista en defender la creación de un sistema social sin propiedad privada ni desigualdades económicas, en el que los medios de producción estén al servicio de toda la sociedad. Lo que distingue al comunismo de otras corrientes socialistas es, básicamente, su idea de cómo habría que hacer la revolución social y cómo debía organizarse la futura sociedad socialista. En cuanto a la destrucción del sistema liberal burgués, los comunistas proponían una revolución armada de la clase obrera, dirigida por el sector más preparado del proletariado, que debía organizarse en un partido político. El partido comunista, una vez conquistado el poder mediante la revolución, debería establecer una dictadura (no habría elecciones, ni libertad de expresión, ni posibilidad de existencia de otros partidos políticos). La necesidad de establecer un gobierno dictatorial, dirigido por el Partido Comunista, se justifica porque sólo mediante la fuerza y la represión podría conseguirse la eliminación de la propiedad privada burguesa, y con ella de la desigualdad. Suprimida la propiedad privada, el Estado dirigido por los comunistas controlaría y dirigiría los medios de producción para poner los beneficios al servicio de la sociedad en su conjunto. Marx concluyó que la única manera de abolir los privilegios de clase era centralizar y consolidar todos los intereses industriales y comerciales, todas las agencias y organismos de producción y distribución, en un vasto monopolio controlado por el Estado. El gobierno debe convertirse en banquero, fabricante, agricultor, transportista, y mercader, y no debe sufrir ninguna competencia en estas áreas. Tierra, máquinas, y todos los instrumentos de producción deben ser arrebatados de las manos individuales, y hechos propiedad de la colectividad. El individuo sólo debe poseer los productos a ser consumidos, pero no los medios para producir esos productos. Como puedes imaginar, aunque el comunismo coincidía con el anarquismo en su deseo de establecer una sociedad más justa e igualitaria, la idea de conseguirla mediante una dictadura del Estado, que controlaría todos los aspectos de la economía e incluso de la vida cotidiana de las personas, hizo que los anarquistas se opusieran radicalmente al comunismo, quedando con ello el movimiento obrero enfrentado en dos posturas irreconciliables. 56 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 En la segunda mitad del siglo XIX, la interpretación marxista del socialismo tuvo un gran desarrollo en los países más avanzados en cuanto al desarrollo industrial, y se fueron fundando partidos políticos seguidores de la ideología marxista, aunque con distinto nombre en cada país. En España el Partido Socialista Obrero Español agrupó al movimiento obrero de inspiración marxista, mientras que en Alemania, por ejemplo, el partido marxista se denominó Partido Social Demócrata. Ambos partidos han llegado hasta nuestros días y han llegado a gobernar sus respectivos países venciendo elecciones democráticas y sin intentar, ni mucho menos, establecer un sistema comunista. ¿Cómo se ha llegado a este punto? Tras la muerte de Carlos Marx, sus seguidores fueron evolucionando de distinta forma según la situación de cada país. Paulatinamente, los primeros partidos marxistas fueron abandonando la idea de una revolución armada, aceptando participar en el sistema democrático liberal. Estos partidos fueron considerados revisionistas, porque mantuvieron algunas ideas básicas del marxismo pero revisaron a fondo sus planteamientos. 57 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 TEMA 7. IMPERIALISMO Y PRIMERA GUERRA MUNDIAL. 58 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1. EL IMPERIALISMO. 1.1. INTRODUCCIÓN. El imperialismo del siglo XIX fue una consecuencia lógica del desarrollo de la Revolución Industrial. Por un lado, el crecimiento de la industria y la nueva economía capitalista necesitaban territorios, mercados, materias primas... Por otro lado, los avances tecnológicos permitían ahora que la exploración de África y la penetración en Asia pudieran desarrollarse de un modo menos complicado que antaño. Con los avances que la Revolución Industrial puso al servicio de las potencias europeas, el hombre blanco se sentía superior al resto de la humanidad y con derecho a dominarla. 1.2. LAS CAUSAS DEL IMPERIALISMO. Las causas de la expansión imperialista de Europa por el mundo son múltiples y relacionadas entre sí. En cierto modo no era un fenómeno nuevo, puesto que España, Portugal, Gran Bretaña y Francia dispusieron de grandes imperios coloniales en América durante el Antiguo Régimen. En el siglo XIX la mayor parte de los antiguos territorios coloniales se habían convertido en países independientes: Estados Unidos, las repúblicas iberoamericanas de los antiguos imperios español y portugués. Con la tecnología del Antiguo Régimen la penetración en África resultaba muy complicada, aunque se conocían bien sus costas y había enclaves portugueses, españoles, británicos y franceses. Portugueses y holandeses habían llegado también en el Antiguo Régimen a Asia, controlaban algunos enclaves en India e Indonesia y comerciaban con China. Hasta el siglo XIX la superioridad europea frente a las grandes civilizaciones asiáticas (India, China o Japón) no estaba muy clara. En África el problema era la dificultad técnica para penetrar en el interior del continente, plagado de selvas y desiertos. Ambos obstáculos fueron superados gracias a los avances de la Revolución Industrial, y ahora, además, había nuevos factores que hacían necesario que las potencias industriales europeas buscaran el modo de ampliar sus dominios. Demos un repaso a alguno de estos factores que provocaron la nueva expansión colonial de Europa en el siglo XIX. 1.2.1. EL CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN EUROPEA. En la segunda mitad del siglo XIX la población europea pasó de 300 a 450 millones de personas, gracias a los avances de la Revolución industrial que ya vimos. Esto provocaba una fuerte presión demográfica sobre los recursos económicos, de manera que muchas de estas personas vivían en penosas condiciones. Por eso, poder disponer de unas colonias que permitieran instalar en ellas a parte de la población europea era fundamental. Además, algunos avances médicos, como el uso de la quinina, contribuyeron en gran medida a favorecer la instalación de población europea en otros continentes, ya que permitieron combatir con éxito enfermedades como el cólera, el tifus o el paludismo que hasta entonces habían hecho inhabitables para el hombre blanco extensos territorios. 59 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1.2.2. NECESIDADES DEL NUEVO SISTEMA ECONÓMICO EUROPEO. Conseguir materias primas y fuentes de energía baratas, que en Europa escaseaban, era importantísimo para poder continuar con el desarrollo industrial. Pero también era interesante la utilización de la población no europea como mano de obra dócil, en ocasiones incluso esclava, sobre todo para plantaciones y minería. Por otra parte, la evolución de la Revolución industrial conllevaba un problema: al principio de la misma había muchas posibilidades de negocios y muchos sectores novedosos en los que invertir, pero con el tiempo, los mercados empezaron a dar muestras de saturación. Llegó un momento en el que ya no era tan fácil obtener ganancias o incluso recuperar la inversión, puesto que los productos industriales ya no eran una novedad y la gente no los compraba tan rápidamente. Invertir en infraestructuras tales como los ferrocarriles, que tanto habían estimulado la economía años antes, ya no era tan sencillo, puesto que los países europeos ya habían cubierto sus necesidades. Era preciso, por tanto, encontrar nuevos territorios vírgenes desde el punto de vista económico, nuevos mercados, en los que colocar esos capitales. La solución estaba, una vez más, en las colonias. 1.2.3. CAUSAS POLÍTICAS DEL IMPERIALISMO. Tras el triunfo de las revoluciones burguesas en Europa, la burguesía fue evolucionando cada vez hacia posturas más conservadoras por miedo a las protestas de las masas populares. Para atraerse a las masas, los políticos, apoyados por la prensa, desarrollaron grandes programas de conquista destinados, en algunos casos, a recomponer el orgullo nacional herido tras algunas derrotas militares anteriores (como España, que intentó inútilmente compensar con territorios en África la pérdida de su imperio americano). En otros casos se trataba de mantener contenta a la población con la apariencia de grandeza y progreso económico ilimitado. Además, las distintas potencias europeas trataban de conseguir el control militar y comercial de las principales rutas marítimas y terrestres, intentando mantener alejados a los rivales del área de influencia de cada nación, provocándose con ellos numerosos conflictos territoriales que, como última consecuencia, llevaron a la Primera Guerra Mundial. Pero esto lo veremos con más detalle en el siguiente tema. 1.2.4. FACTORES IDEOLÓGICOS Y CIENTÍFICOS. A lo largo del siglo XIX se irá completando el proceso de exploración del planeta iniciado en el siglo XV. Muestra de ello lo constituyó el fomento de estudios geográficos y antropológicos. Las sociedades geográficas alcanzaron una enorme importancia y contribuyeron a difundir los descubrimientos mediante conferencias y congresos. También financiaron la organización de expediciones que sirvieron para abrir rutas de carácter militar o económico. Se exploraron los grandes ríos africanos, el Himalaya y, más tarde, incluso el Polo Norte y el Polo Sur. Livingstone fue el primer hombre blanco que penetró en África hasta el nacimiento del río Nilo (1866) También desde mediados de siglo una serie de escritores (Julio Verne, Emilio Salgari, R. L Stevenson, Rudyard Kipling, Jack London, etc.) alentaron la curiosidad y la aventura a través de obras que evocaban ambientes exóticos. Esta literatura encontró pronto el éxito entre una burguesía aburrida deseosa de evadirse. 60 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Por otra parte, el darwinismo, con sus presupuestos sobre la evolución de las especies, se extrapoló a lo social con el fin de justificar el predominio de los más aptos (los blancos) sobre los menos aptos frente al medio. Por último, en Europa había políticos e intelectuales convencidos de que la raza blanca era la elegida por Dios para llevar a cabo una misión evangelizadora universal: extender su civilización por el mundo y sacar así de la "barbarie" a los demás pueblos, a los que se consideraba salvajes. 1.3. LOS IMPERIOS COLONIALES. 1.3.1. EL IMPERIO BRITÁNICO. El Imperio británico fue el más extenso de todos. Comenzó a formarse en el siglo XVIII, pero alcanzó la madurez durante el largo reinado de Victoria I (1837‐1901).Sus dominios se extendían por los cinco continentes. En Asia. La India fue sin duda el dominio más importante del Imperio británico y se la conocía como la joya de la corona. Se trataba de una colonia de explotación administrada por la Compañía de las Indias Orientales. Se convirtió en la principal suministradora de materias primas (algodón, té, etc.). La construcción del canal de Suez agilizó de manera notable las relaciones con la metrópoli. Para mantenerla protegida de los territorios coloniales de otras potencias, Gran Bretaña creó en torno a ella una serie de estados tapón, como Beluchistán (en el actual Pakistán) o Afganistán. Otras áreas de dominio británico en Asia fueron Malaca, Singapur y Birmania. China, que conservó teóricamente su independencia, tras el tratado de Nankín (1842) que puso fin a la "Guerra del Opio" se vio obligada a ceder Hong Kong a Gran Bretaña y a abrir varios puertos costeros al comercio exterior. Ello dio paso a los llamados "Tratados desiguales" que no sólo permitieron la intromisión británica en los asuntos chinos, sino también las de otras potencias como Francia y Estados Unidos. En el Mediterráneo. Gran Bretaña controló una serie de colonias en el camino hacia la India por el Mediterráneo, una vez abierto el Canal de Suez. Desde Gibraltar se sucedieron Malta, Suez y Adén. Pronto intervino en Egipto, que aunque conservó oficialmente su independencia, en realidad fue controlado por Gran Bretaña. En África. Avanzó desde el sur (El Cabo) intentando enlazar con el Sudán. Cecil Rhodes se anexionó los territorios que llevan su nombre (Rhodesia), hoy repartidos entre Zimbabue y Zambia. Esta expansión se completó con la incorporación de Nigeria, parte de Somalia, Kenia y Uganda. 61 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Gran Bretaña fue el único país que estuvo a punto de conseguir el ideal imperialista en África, consistente en unir por tierra todas las colonias, yendo desde una costa a su opuesta. Observa el mapa colonial: casi se podía ir por tierra desde Sudáfrica hasta Egipto sin dejar de recorrer territorio británico. El Imperio Británico se adueñó de una de las áreas más ricas de África: el sur, abundante en oro y diamantes; y el valle del Nilo (Egipto). En Oceanía. Nueva Zelanda fue convertida en colonia británica, así como Australia, utilizada durante gran parte del siglo XIX como prisión para aliviar la masificación de las cárceles inglesas. Estos dominios se completaron con algunos archipiélagos del Pacífico. En América. Canadá completó este imperio universal. Fue convertida en dominio con un amplio grado de autonomía. Honduras, Jamaica o Guayana fueron otras posesiones británicas en América. 62 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1.3.2. EL IMPERIO FRANCÉS. Jules Ferry, ministro y presidente de Francia entre 1879 y 1885, fue el gran impulsor del colonialismo francés. El imperio colonial francés constituyó en el siglo XIX, tras el británico, el segundo gran imperio en importancia y extensión. Su máximo impulsor fue Jules Ferry, quien pretendió con la política imperialista contrarrestar la derrota sufrida ante Prusia en 1870 (Batalla de Sedán) y estimular la autoestima nacionalista francesa. A fines del siglo XIX los territorios bajo su dominio se incrementaron y se extendían por todo el mundo: En África. Francia conquistó Argelia, centro de los dominios del noroeste del continente, Túnez y en 1905 estableció un protectorado en Marruecos, con la oposición de Alemania, provocando dos crisis que a punto estuvieron de desembocar en un conflicto bélico de carácter internacional. Sin embargo perdió influencia en Egipto y Sudán, ya que ambos territorios cayeron bajo el dominio británico. En el centro del continente poseía el Congo francés, Senegal, Guinea, Costa de Marfil, Benín (Dahomey) Chad y Madagascar. Tras un incidente con los británicos, se abandonó el proyecto de unir los extremos Este y Oeste del continente, que le hubiesen permitido a Francia abrirse a los océanos Atlántico e Índico a través de Sudán. En Asia. Francia formó la Unión Indochina en el sureste con las tierras de Laos, Tailandia, Vietnam y Camboya. Intervino en China consiguiendo trato de favor para el comercio a través de los denominados "Tratados desiguales". En Oceanía. Dominó algunas islas, como Nueva Caledonia. En América. Controló en el océano Pacífico Tahití y otros territorios. En América del sur poseyó la Guayana Francesa. 63 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1.3.3. OTROS IMPERIOS COLONIALES. Prácticamente todos los grandes países Europeos tuvieron territorios coloniales en el siglo XIX, y ya al final del siglo Estados Unidos y Japón se unieron al proceso. Veamos a modo de esquema las posesiones coloniales de las potencias del siglo XIX, aunque como mejor lo entenderás es visualizando el mapa final. Rusia buscó su expansión terrestre por Asia (sur del Cáucaso, zona costera del Pacífico). En el intento de dominio de Manchuria, Rusia fue derrotada por Japón en 1905. Alemania e Italia, ocupados en su proceso de unidad nacional, se incorporaron tarde al imperialismo, lo que les hizo perder oportunidades. Alemania logró anexionarse tras la Conferencia de Berlín algunas posesiones en África (Togo, Camerún y Tanganica) y en Oceanía (Nueva Guinea y los archipiélagos de Bismarck, Marianas y Carolinas). Italia ocupó una serie de territorios africanos como Eritrea, parte de Somalia, y la actual Libia. Bélgica se aseguró el dominio de la cuenca del Congo, zona riquísima, explotada por la Unión Minera del Alto Katanga, de la que el rey Leopoldo II era accionista mayoritario. Portugal reafirmó y aseguró su presencia en Angola y Mozambique, pero su proyecto de unir ambos territorios fracasó. España, tras una guerra con USA, perdió en 1898 sus colonias de Cuba, Puerto Rico, Guam (Oeste del Océano Pacífico) y Filipinas. Sin embargo, controlaba en África Occidental Ifni, Río Muni y Fernando Poo. Los Estados Unidos, tras la Guerra de Secesión (1861‐1865) inician su expansión colonial con la compra de Alaska a Rusia y la guerra con España (1898), que le da el dominio del Caribe (Puerto Rico) y la influencia sobre Cuba. Sin embargo, gran parte de la acción imperialista de USA se concentra en la conquista de los enormes territorios situados al Oeste de las primeras colonias británicas. Tal proceso alcanzó su máximo apogeo en el período comprendido entre 1860 y 1890, concluyendo tras la derrota de los indios nativos. Japón, tras su rápida industrialización, se anexiona diversos territorios asiáticos: Formosa y Corea a costa de China. Más tarde lo hará con Manchuria, en contra de los intereses rusos. 64 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1.3.4. LA ORGANIZACIÓN DE LOS IMPERIOS COLONIALES. Los europeos y el resto de potencias coloniales (Estados Unidos y Japón) se comportaron de forma muy diversa en sus territorios coloniales, dependiendo de las circunstancias de cada lugar y de los intereses perseguidos. A veces se usaron medios diplomáticos para conquistar y administrar nuevos territorios. Otras veces la conquista y dominio se ejercieron mediante la violencia y la fuerza de las armas. Podemos distinguir las siguientes formas de dominación y organización colonial, que han dejado huella hasta nuestros días en los respectivos territorios que las sufrieron: Las colonias de administración directa. Eran territorios que se habían conquistado por las armas. La potencia colonial imponía sus funcionarios y sus instituciones y las administraba sin ningún tipo de compromiso hacia la población local. Fue el tipo más extendido Protectorados. Eran territorios donde se respetaba el gobierno indígena ya existente para evitar problemas. El gobierno local controlaba la vida interior de la región, mientras que la política exterior era gestionada por la potencia colonial de turno. Fue un modelo utilizado por Francia (Marruecos) y Gran Bretaña (Birmania). Dominios. En el imperio británico se dio el caso de colonias con mayoría de población europea respecto a la población indígena. Al tratarse de una población mayoritariamente blanca conseguía un 65 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 amplio autogobierno para gestionar sus propios asuntos, limitado por un gobernador nombrado por la reina. Fueron los casos de Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Territorios metropolitanos. Fueron considerados como una prolongación de la metrópoli. Es decir, se consideraban una provincia más de la potencia colonial. Fue el caso de Argelia con respecto a Francia. 1.5. RESISTENCIA Y CONFLICTOS. Pese a la superioridad técnica y militar de los colonizadores, la penetración europea en determinados territorios fue complicada y estuvo llena de conflictos con sus habitantes; en algunos casos supusieron un auténtico ridículo para los ejércitos imperialistas. En algunas colonias, los nativos reaccionaron a la explotación europea defendiendo sus valores culturales tradicionales y rebelándose militarmente, como es el caso de los cipayos en la India, los zulúes en Sudáfrica o los boxers en China, pero todos estos movimientos acabaron fracasando antes o después. Por otra parte, no toda la población de las metrópolis estuvo de acuerdo en la acción agresiva de sus respectivos estados. Pronto surgieron voces contrarias a lo que consideraban un abuso injustificable, y esta oposición fue creciendo con el tiempo. Era promovida sobre todo por los líderes e intelectuales de izquierdas. Significativa fue la labor de la II Internacional, que denunció la política imperialista. Lenin en su obra "El Imperialismo, fase superior del capitalismo" apoyaba la alianza entre los movimientos de independencia de las colonias y la clase trabajadora de las metrópolis a fin de realizar una revolución. Ya tendrás ocasión en el tema 5 de saber más cosas de Lenin. Otras conciencias que criticaron esa política fueron las de algunos misioneros, testigos directos de la actuación imperialista. Según iba progresando el Imperialismo, aumentaban también las disputas entre las potencias. Para evitar esos conflictos, se organizó la Conferencia de Berlín (1884‐1885), en la que se reunieron los representantes de 14 países implicados en el reparto de África, continente que planteaba más discrepancias. Tras la reunión estaba la pretensión del canciller Bismarck de hacer de Alemania una potencia imperialista, ya que había llegado con retraso al reparto colonial y deseaba ocupar una posición internacional acorde a su potencial económico y político. En el Congreso de Berlín se adoptaron entre otras las siguientes resoluciones: La colonización se haría remontando los grandes ríos africanos. Cualquier potencia que dominara una zona costera tenía derecho sobre el interior de ese territorio. Se reconoce a Leopoldo II de Bélgica la soberanía del Congo, en contra de Francia. A pesar de los intentos por canalizar pacíficamente el proceso imperialista, los enfrentamientos se agudizaron en la primera década del siglo XX. Los dos conflictos más importantes entre las potencias europeas fueron la guerra anglo‐boer y el incidente de Fachoda. El primero fue un choque entre los granjeros de origen holandés que vivían en Sudáfrica (boers) y los colonos británicos, cuando se descubrieron en la región ricos yacimientos de oro y diamantes. Además, los estados boers impedían a los británicos controlar de norte a sur en una línea continua sus 66 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 colonias africanas. En 1902, se puso fin a las hostilidades y los boers quedaron bajo el dominio del Imperio Británico, aunque conservando una amplia autonomía en las provincias de Orange y Transvaal. El segundo fue la crisis de Fachoda, Sudán, donde coincidieron franceses y británicos que pretendían la construcción de un ferrocarril que uniese parte de sus respectivas colonias africanas. La retirada de los franceses ante la inferioridad numérica de sus tropas permitió a los británicos controlar la región de Sudán. 1.6. LAS CONSECUENCIAS DEL IMPERIALISMO. Como era de esperar, el encuentro entre civilizaciones tan diversas tenía que ocasionar consecuencias de todo tipo. Para estudiarlas, vamos a dividirlas en dos grupos: Las relativas a los pueblos colonizados. Las que afectaron a las metrópolis. 1.6.1. CONSECUENCIAS PARA LAS COLONIAS. Entre otras, podemos destacar las siguientes: En cuanto a la población. Al principio, la población nativa de los territorios colonizados disminuyó a causa de las luchas con los europeos, las enfermedades nuevas para ellos y las duras condiciones de trabajo a las que eran sometidos, pero enseguida la llegada de la medicina europea hizo disminuir la mortalidad. Como seguían produciéndose muchos nacimientos, se produjo un elevado crecimiento de la población y el consiguiente desequilibrio entre población y recursos, que perdura hasta hoy día. Consecuencias económicas. Puesto que las colonias fueron utilizadas como abastecedoras de materias primas, los cultivos tradicionales de estos pueblos fueron desapareciendo para dar paso a productos para la exportación a la metrópoli, como café, cacao, caucho, té o caña de azúcar, modificando con ellos paisajes y formas de vida. Como se necesitaban infraestructuras para trasladar esos productos, se crearon puertos, ferrocarriles, etc., pero siguiendo exclusivamente el interés de los colonizadores, con lo que no se contribuyó al futuro desarrollo de los pueblos colonizados, ya que sólo comunicaban lugares de extracción de recursos naturales con lugares de salida para su exportación y envío a la metrópoli. Consecuencias políticas. Aunque dependía de la forma administrativa adoptada, todas las colonias sufrieron dependencia de sus metrópolis. Esta situación trajo como respuesta un antiimperialismo y la reclamación de democracia, sobre todo por parte de las clases medias nativas más occidentalizadas, sistema que las potencias coloniales defendían para sí mismas, pero negaban a sus colonias. 67 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Consecuencias sociales. Frente a la minoría procedente de las metrópolis, que tenía todo el poder económico y político, y una pequeña élite nativa que colaboraba con ellos, había una inmensa mayoría de población local marginada y explotada, situación aún no superada en la actualidad, ya que la mayor parte de estos países presentan grandes desigualdades sociales. Consecuencias culturales. Cuando los europeos colonizaron a otros pueblos, lo hicieron sin respetar sus traiciones ni cultura, ya que los veían como seres inferiores. De hecho, el deseo de transmitir a todo el mundo los valores de la civilización occidental fue una de las causas del avance del Imperialismo (como ya hemos visto). Se trataron de imponer por la fuerza las costumbres europeas, la religión cristiana, la lengua... lo que ocasionó un proceso de aculturación y sincretismo religioso, excepto en el caso de las religiones más antiguas y arraigadas, como la musulmana o la budista. 1.6.2. CONSECUENCIAS PARA LAS METRÓPOLIS. Las principales consecuencias del colonialismo para las potencias colonizadoras se notaron en el terreno económico. Gracias a la disponibilidad de materia primas baratas y nuevos mercados a los que abastecer, se impulsó de nuevo la industrialización y se consolidó la segunda fase de la Revolución industrial. Desde el punto de vista político, la consecuencia más clara del imperialismo del siglo XIX fue la rivalidad que se produjo entre las potencias coloniales. Fue una época de tensiones internacionales que se agudizaron por los constantes choques fronterizos, lo que llevó inevitablemente al estallido de la Primera Guerra Mundial (1914‐ 1918). Tampoco debemos olvidar las repercusiones culturales en los países europeos, pues muchos intelectuales y artistas se dejaron influir por la pureza de las culturas extraeuropeas. Además, se inició entre las clases burguesas una fascinación por lo exótico y la aventura, que se dejó notar durante bastante tiempo en la decoración, las formas artísticas y literarias. 2. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL. 2.1. INTRODUCCIÓN. Entre 1914 y 1918 el mundo vivió una guerra a una escala que jamás se había conocido en la historia de la humanidad. Quienes la vivieron fueron plenamente conscientes de que no se trataba de una guerra como las anteriores, que era algo totalmente nuevo e inimaginable en el siglo XIX. A su término se la llamó la Gran Guerra, aunque hoy, desgraciadamente, la conocemos como la Primera Guerra Mundial. En 1918, recién acabada la guerra, pocos podían imaginar que apenas treinta años después se iban a repetir, a una escala aún más salvaje, los horrores vividos. Hoy sabemos que la Gran Guerra fue sólo la Primera Guerra Mundial, que hubo una Segunda Guerra Mundial. 68 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Vamos a ver en este tema por qué se produjo la guerra, cómo se desarrolló y qué consecuencias tuvo. Habrá que hablar de gobiernos, de política, de economía, de mapas, de operaciones y campañas militares, de armamento... Pero también debemos tener presente el lado humano, pensar en los sentimientos y en el sufrimiento de casi diez millones de muertos en los frentes de batalla, de los muchos más millones de víctimas civiles ocasionadas por la guerra, de los millones de mutilados que sobrevivieron a la guerra para morir después en la indigencia, de las familias destrozadas... Y es que las guerras, ayer y hoy, las declaran los gobernantes y las ganan algunos países, pero siempre son los mismos los perdedores: millones de seres humanos anónimos que matan y mueren al servicio de los intereses económicos de una minoría que dirige el mundo. La Primera Guerra Mundial es una consecuencia lógica del capitalismo salvaje que se desarrolló en la segunda fase de la Revolución Industrial, y que lanzó a los gobiernos de Europa a una confrontación por ganar para sus empresas territorios, colonias, materias primas, mano de obra barata y mercados. La Primera Guerra Mundial supuso también el fracaso del internacionalismo obrero que soñaron, de distinta forma, Carlos Marx y Bakunin. Los proletarios de Europa terminaron convirtiéndose en peones del capitalismo de sus respectivos países y matándose los unos a los otros en nombre de sus patrias. Cabía la posibilidad de que esta catástrofe mundial que inauguraba el siglo XX sirviera de aprendizaje a los gobiernos y a la ciudadanía de Europa y del mundo en general, pero seguro que has oído alguna vez que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. 2.2. LOS ANTECEDENTES DE LA GUERRA. Para entender el estallido de la Primera Guerra Mundial tenemos que dar un breve repaso a la situación de Europa a fines del siglo XIX. Una serie de cuestiones estaban creando tensión entre las principales potencias europeas y el peligro de una guerra era evidente. Veamos cuáles eran las principales causas de enfrentamiento. 2.2.1. LAS DISPUTAS TERRITORIALES ENTRE LAS POTENCIAS EUROPEAS. Debido a los cambios producidos en el mapa de Europa tras la unificación de Italia y Alemania y la desmembración del Imperio Turco, una serie de territorios fronterizos entre diversos estados estaban en disputa. Francia aspiraba a recuperar Alsacia y Lorena, dos regiones francesas que Alemania había incorporado a su territorio tras vencer a Francia en su proceso de unificación. Italia aspiraba a incluir en su estado unificado algunos territorios de lengua italiana que aún mantenía el Imperio Austro‐Húngaro. El Imperio Austro‐Húngaro y Rusia se disputaban la incorporación a sus respectivos estados de las nacionalidades que habían ido logrando su independencia del Imperio Turco en el territorio de los Balcanes. 69 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 2.2.2. EL DESIGUAL REPARTO COLONIAL. Como hemos visto anteriormente, el reparto colonial de los territorios asiáticos y africanos por parte de las potencias europeas fue muy desigual. Gran Bretaña y Francia salieron muy beneficiadas, mientras que Alemania, que era un país nuevo, había recibido territorios escasos y poco atractivos económicamente. El desarrollo de su economía necesitaba disponer de más territorios coloniales, y si no los había conseguido por las buenas estaba preparándose para adquirirlos con las armas. 2.2.3. EL AUGE DE LOS SENTIMIENTOS NACIONALES. Dijimos en su momento, cuando hablamos del nacionalismo del siglo XIX, que era un fenómeno que iba a tener a medio plazo consecuencias muy negativas. A fines del siglo XIX, tanto los estados nacidos recientemente (Italia, Alemania o Serbia) como los antiguos (Francia o Rusia, por ejemplo) vivieron un ascenso del fervor nacionalista, fomentado por los gobiernos y la prensa entre la opinión pública. Esto provocó el desarrollo de sentimientos de odio hacia los países que se consideraban enemigos tradicionales, lógicamente vecinos, y preparó a la ciudadanía para que aceptara la guerra como forma de demostrar la superioridad frente al vecino. En general, todos estos antecedentes de tensión estaban en gran parte relacionados con la necesidad de territorios y población que tenía la economía capitalista de cada país para mantener su crecimiento. 70 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 2.3. LA CARRERA ARMAMENTISTA Y LA NECESIDAD DE ALIANZAS. Con la tensión y rivalidad que existía entre las distintas potencias europeas, todas podían esperar que en cualquier momento el vecino iniciara una guerra. Por ello, a comienzos del siglo XX los gastos militares de todos los estados europeos crecieron considerablemente. La Revolución Industrial permitía ahora dotarse de armamento moderno y sofisticado, y nadie quería quedarse atrás si el vecino incorporaba, por ejemplo, nuevos buques acorazados a su flota, o aumentaba el número de sus tropas. A este proceso de incremento de los ejércitos y del armamento se le conoce como carrera armamentista, o paz armada. Que las grandes potencias se preparaban para una guerra y se armaban hasta los dientes era evidente en los comienzos del siglo XX. Pero ahora te propongo que mires este fenómeno a la inversa. Si los gastos militares de los gobiernos se disparaban, ¿quién aumentaba su producción y sus beneficios? Exacto. Las grandes empresas industriales, sobre todo el sector de la siderurgia (fabricación naval, de armamento pesado, de vehículos, etc.). Y si estallaba la guerra y su país resultaba ganador estas empresas podían multiplicar aún más sus beneficios. Aunque sea triste pensarlo, siempre hay alguien que se beneficia de las guerras, y tal vez por ello siempre hay quienes las promueven. Como el peligro de guerra era inminente desde finales del siglo XIX, una cuestión importante era buscar amigos para cuando llegara el momento. Por ello las principales potencias europeas llevaban un tiempo haciendo alianzas con quienes podían tener intereses comunes. En este caso valía eso de los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Las potencias europeas habían terminado encuadrándose en dos grandes bloques rivales: En el centro de Europa, Alemania y el Imperio Austro‐Húngaro, antiguos rivales, acabaron firmando una alianza de ayuda mutua, dado que Rusia parecía un vecino peligroso para ambas y, a fin de cuentas, austriacos y alemanes tenían una cultura común y sus intereses no chocaban. A este pacto se le dio el nombre de la Triple Alianza. Vale, falta uno, pero es que en 1882, cuando se firmó este pacto de ayuda mutua en caso de guerra, Italia también se apuntó. Pero no la cuentes, porque en el momento final, en 1914, decidió salirse del pacto y pasarse a los rivales. Como Alemania parecía ser el gran enemigo de media Europa y se estaba armando a marchas forzadas, sus vecinos por ambos lados, Rusia y Francia, decidieron también firmar un tratado de ayuda en caso de guerra. Este pacto se denominó Triple Entente. ¿Quién nos falta para el trío? Gran Bretaña, que aunque no era vecina de Alemania estaba empezando a sentir la competencia de su industria y el peligro de que quisiera apoderarse de algunas de sus colonias africanas. ¿Qué significaban estas alianzas? Pues que en caso de que uno de los miembros entrara en guerra los socios tenían que intervenir en su ayuda. Cualquier chispa entre dos países, de las muchas que podían saltar en Europa o en las colonias europeas, acabaría desencadenando una guerra a gran escala al sumarse los socios de cada uno, como finalmente sucedió. 71 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 2.4. EL ESTALLIDO DE LA GUERRA. Lo que llevamos visto nos aclara que la guerra, que finalmente estalló en 1914, no cogió por sorpresa a nadie. Es más, por el lado alemán incluso se deseaba, seguro como estaba su gobierno de que era militarmente superior a sus adversarios y sólo necesitaba una excusa para machacarlos. La chispa que desencadenó finalmente la guerra podía haber saltado en muchos sitios, pero fue concretamente en los Balcanes donde se produjo el acontecimiento definitivo que desencadenó las sucesivas declaraciones de guerra en cadena por parte de los miembros de las dos grandes alianzas. En concreto, la excusa fue un atentado contra una persona: el príncipe heredero de Austria‐Hungría, que fue tiroteado y muerto en Sarajevo, en la actual Bosnia‐Herzegovina. ¿Qué hacía el heredero austriaco allí? ¿Quién y por qué lo asesinó? ¿Por qué un atentado singular provocó una guerra mundial? Para entender estas cuestiones hay que echar un vistazo a la situación de la región balcánica en los inicios del siglo XX. Por cierto, en pleno siglo XXI esa región de Europa sigue siendo un foco de conflicto debido a los nacionalismos extremistas de los pueblos que viven en ella. Vamos a repasar el mapa de la región para comentar la situación en 1914. 72 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Todo el territorio balcánico había sido hasta el siglo XIX parte del Imperio Turco Otomano. El nacionalismo de los distintos pueblos balcánicos integrados en este imperio motivó la lucha por su independencia, que fue apoyada por las potencias europeas. Diversos pueblos eslavos de los Balcanes fueron consiguiendo su independencia del Imperio Otomano, pero a renglón seguido otros dos grandes imperios vecinos intentaron incorporarlos a su dominio: el Imperio Austro‐Húngaro y el Imperio Ruso. Para ambos, apoderarse del mayor territorio posible en esa región suponía conseguir una salida al mar Mediterráneo. Cuando las nacionalidades balcánicas se separaron de Turquía, Serbia intentó crear un gran país en el que bajo el dominio serbio se integraran los distintos pueblos eslavos del territorio (serbios, montenegrinos, bosnios, macedonios y albaneses). En Bosnia la mayor parte de la población no quería estar bajo el dominio serbio, y prefirió integrarse en el Imperio Austro‐ Húngaro como provincia. Esta incorporación se produjo en 1908 sin que Serbia la aceptara. Ante la amenaza del imperio Austro‐Húngaro, Serbia, que era un país pequeño, buscó el apoyo del Imperio Ruso, con el que le unían lazos culturales y religiosos, firmando una alianza de ayuda. Con el gigante ruso de su parte, Serbia se envalentonó. En 1914, para demostrar su dominio del territorio bosnio, el emperador austriaco envió de visita oficial a Sarajevo a su sobrino y heredero, el archiduque Francisco Fernando. Éste fue asesinado junto a su mujer por un terrorista serbio en junio de 1914. El emperador austriaco consideró al gobierno serbio responsable del atentado, y tras varias semanas de tensión diplomática, contando con el respaldo de Alemania, decidió declarar la guerra a Serbia. Era julio de 1914. Debido a la alianza entre Serbia y Rusia, el emperador ruso ordenó movilizar a su ejército para intervenir a favor de Serbia. A partir de aquí, las alianzas que vimos en el punto anterior funcionaron de manera inmediata. Alemania, en defensa del Imperio Austro‐Húngaro, declaró la guerra a Rusia. Francia e Inglaterra, en defensa de Rusia, declararon la guerra a Alemania y al imperio austro‐húngaro. En poco tiempo, otros países decidieron sumarse a la guerra en uno u otro bando. A partir de ahora, nos referiremos a Alemania, Austria‐Hungría y sus aliados (Imperio Turco y Bulgaria) como las Potencias Centrales. Nos referimos a Francia, Gran Bretaña y Rusia, junto a los países que se les unieron (Italia, Rumanía y Grecia) como Potencias Aliadas. Como puedes observar en el mapa, sólo unos pocos países de Europa, entre ellos España, se declararon neutrales y no intervinieron en el conflicto. Debido a la extensión de los imperios coloniales, todas las grandes potencias tenían territorios en África y Asia, por lo que también en ellos se iniciaron los enfrentamientos bélicos. La Guerra Mundial había comenzado. 73 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 2.5. EL DESARROLLO DE LA GUERRA. Debido a la propaganda nacionalista que llevaba años preparando a la opinión pública de cada país para la guerra, la mayoría de la ciudadanía de los países en conflicto la apoyó con fervor. En ambos bandos mucha gente creía que su país ganaría cómoda y fácilmente la guerra, y la gente se alistaba entre sonrisas y con gesto de ánimo. No sabían lo que les esperaba. Nosotros sí. 2.5.1. LA GUERRA DE MOVIMIENTOS (1914). Alemania llevaba años preparándose para la guerra y diseñando su estrategia. Su plan era claro: desplazar rápidamente sus tropas por Bélgica para entrar en Francia por sorpresa y llegar a París en unas semanas. Eso forzaría la rendición de Francia y le permitiría concentrar todas sus tropas y material bélico contra Rusia, a la que consideraba un enemigo más poderoso. Pero si rápidos fueron los movimientos de tropas de Alemania, penetrando fácilmente en Francia y Rusia, también rápida fue la respuesta francesa y la intervención inglesa en su ayuda. En septiembre de 1914 las tropas francesas, con ayuda de soldados británicos, consiguieron parar el avance alemán hacia París y estabilizar un frente que durante cuatro años apenas se movió. La rapidez en el desplazamiento de tropas fue vital en el inicio de la guerra. Ambos bandos utilizaron los nuevos medios de transporte para este fin. 74 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 En el frente ruso las cosas fueron más fáciles de lo previsto para Alemania. A pesar del enorme número de tropas rusas, su anticuado armamento, su mala organización y la falta de motivación de sus soldados provocaron una desbandada y permitieron que las tropas alemanas penetraran fácilmente en Rusia. En este frente fue el ejército alemán el que prefirió parar su avance y plantarse en espera de una posible rendición rusa, ya que seguir avanzando hubiera necesitado de muchas tropas para ocupar un territorio tan extenso. En el frente balcánico, las tropas austro‐húngaras también ocuparon con cierta facilidad Serbia y Rumanía, pero se vieron frenadas en la frontera griega, donde se detuvo su avance. Por último, en la frontera entre Italia y Austria ninguno de los dos países consiguió romper las defensas del enemigo y el frente estuvo estabilizado durante casi toda la guerra. En apenas dos meses en todos los frentes se había llegado a una situación de equilibrio que ninguno de los bandos podía romper. La guerra de movimientos se paró y hasta casi el final de la guerra ambos bandos mantuvieron sus posiciones sin apenas cambios. 2.5.2. LA GUERRA DE TRINCHERAS (1915‐1918). Prácticamente desde septiembre de 1914 no hubo avances significativos de ningún bando en ningún frente. Los ejércitos contendientes adoptaron una táctica defensiva, excavando miles de kilómetros de zanjas (trincheras) en las que los soldados se parapetaban. Se trataba de intentar sorprender algún día al adversario concentrando ataques sobre algún punto, para intentar romper su línea defensiva y penetrar en campo contrario. Esta táctica militar, que era completamente nueva, mantuvo a los ejércitos prácticamente bajo tierra durante cuatro años. Entre ambas líneas de trincheras se abría un espacio desolado de varios kilómetros plagados de alambradas y obstáculos para impedir al avance del adversario. La vida en las trincheras era muy dura. Ambos bandos sufrían bombardeos diarios y ataques con gases tóxicos. Pero casi tantas bajas como las balas, los gases y las bombas provocaban las enfermedades, que se extendían con rapidez en esos cenagales llenos de ratas y parásitos en los que transcurría la vida del soldado. La guerra de trincheras. La guerra de trincheras, en Francia sobre todo, dio lugar a algunas de las batallas más cruentas y absurdas de la historia de la humanidad. Los altos mandos de los ejércitos concentraban cientos de miles de hombres en algún punto de la línea de frente y los lanzaban en oleadas contra las trincheras enemigas. Durante días, los defensores se limitaban a masacrar con ametralladoras y artillería a los infelices que intentaban llegar a sus líneas. Frenado el ataque enemigo, tocaba intentar salir y llegar a sus trincheras, momento en que la situación cambiaba y los ahora defensores producían una nueva carnicería humana. Y así una y otra vez. En esta guerra de trincheras los generales de ambos ejércitos, todos de clase alta, usaban a sus soldados, casi todos miembros de la clase obrera, como peones con cuyas vidas jugaban tratando de apuntarse el brillante éxito de haber conseguido romper la línea enemiga y avanzar algunos kilómetros hasta una nueva trinchera o colina destacada. Para que te hagas una idea de la carnicería humana a la que nos referimos basta un dato: en la batalla de Verdún (Francia) en varios meses de ataques y contraataques las bajas alemanas y francesas, entre muertos y heridos, fueron de más de 750.00 hombres. 75 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 2.5.3. EL FIN DE LA GUERRA (1917‐1918). El año de 1917 fue decisivo para la marcha de la guerra. Dos acontecimientos importantes vinieron a cambiar el curso de los acontecimientos y propiciaron el fin de la guerra. En Rusia se produce una revolución que destrona a su emperador y las operaciones militares en el frente se detienen. Tras una negociación en la que el nuevo gobierno ruso en manos del Partido Comunista acepta importantes pérdidas territoriales, se firma la paz con Alemania en 1918. El alto mando alemán intentó en ese momento desplazar con rapidez sus tropas del frente ruso hacia Francia, para desequilibrar de una vez la guerra de trincheras en ese frente. Crucial para el fin de la guerra con un triunfo de los aliados fue la entrada de los Estados Unidos en la guerra. Aunque en principio se habían mantenido neutrales, el hundimiento de barcos estadounidenses que comerciaban con Inglaterra por parte de submarinos alemanes llevó al gobierno norteamericano a intervenir en el conflicto, movilizando a más de cuatro millones de soldados que llegaron a Francia en el momento decisivo. Con esta oleada de soldados y material, por fin, las líneas alemanas en suelo francés fueron destrozadas y su ejército, agotado y mal abastecido, se dio a la desbandada. El Káiser Guillermo II dimitió y el alto mando militar alemán firmó la rendición. Otro tanto hicieron Austria, Turquía y el resto de aliados de Alemania. 2.6. LA GUERRA EN LA RETAGUARDIA. La guerra no se desarrolló sólo en los frentes de combate, pues su gran escala y duración supuso la movilización de toda la sociedad de los países en conflicto, que mayoritariamente la apoyó con entusiasmo y patriotismo. La marcha al frente de millones de hombres y su abastecimiento acarreó un enorme esfuerzo económico y organizativo. Se ha calculado que por cada combatiente se necesitaba la producción de tres trabajadores para dotar a las tropas de armas, munición, medicinas, uniformes, etc. La economía de todos los países sufrió durante la guerra falta de mano de obra, por la marcha de los hombres al frente, y escasez de materias primas y productos de primera necesidad, ante el freno del comercio y las destrucciones. Esto provocó tiempos difíciles y la necesidad de racionar el consumo de la ciudadanía. La respuesta ante las nuevas necesidades fue parecida en todos los países. La falta de hombres se compensó en la economía con el recurso a mano de obra femenina. Aunque hemos visto que abundaban las mujeres obreras desde el inicio de la Revolución Industrial, esta guerra provocó que accedieran a empleos tradicionalmente considerados masculinos. La necesidad de dinero por parte de los gobiernos se cubrió, en el caso de los aliados, con préstamos recibidos de los Estados Unidos, que a partir de este momento se convierten en la primera potencia económica del mundo, a la que los países aliados debieron, en gran parte, su victoria. Otro cambio importante en la retaguardia que afectó a la economía fue la necesidad de que, en contra las teorías económicas liberales, los gobiernos tuvieran que intervenir en la economía, dirigiendo la producción, fijando precios, regulando los mercados, etc. El capitalismo, a causa de la guerra, tuvo que aceptar un control por parte del Estado que hasta ese momento no había existido y que, de alguna forma, se mantendrá en el futuro. 76 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Por último, podemos considerar que otra de las aportaciones de la retaguardia a la guerra fue el importante avance tecnológico y científico que se produjo para intentar mejorar la maquinaria de guerra. Aunque sea triste reconocerlo, durante los años del conflicto se produjeron notables mejoras e innovaciones en los transportes terrestres, aéreos y marítimos, o en las telecomunicaciones, por ejemplo, que posteriormente pudieron aplicarse a la vida cotidiana en tiempos de paz. 2.7. CONSECUENCIAS DE LA GUERRA. La guerra ocasionó en países como Francia o Rusia enormes daños materiales. Como te puedes imaginar, cuatro años de guerra a gran escala afectando a casi todos los países de Europa y sus territorios coloniales tuvieron unas consecuencias importantes y muy negativas en muchos aspectos. Empecemos por el que es sin duda el más importante, el coste de vidas humanas. Entre todos los contendientes se calcula que se movilizaron en torno a 65 millones de soldados, que dadas las características de esta guerra sufrieron enormes bajas. En total hubo casi diez millones de muertos y más de veinte millones de heridos y mutilados. Aunque, claro está, nos referimos sólo a las bajas en combate, porque habría que sumar otros muchos millones de personas civiles que murieron por causa de la guerra, sobre todo en Rusia. Las pérdidas materiales fueron enormes, afectando a terrenos agrícolas, minas, fábricas, infraestructuras de comunicaciones, poblaciones, etc. Las zonas más afectadas fueron las cercanas a las líneas de frente, especialmente el Norte de Francia, Bélgica, el Norte de Italia, los Balcanes y Rusia. Alemania, por su parte, no sufrió grandes destrucciones porque la guerra se desarrolló casi todo el tiempo en territorio enemigo. La reconstrucción de los daños materiales y la recuperación de infraestructuras y medios de producción necesitaba grandes inversiones, que las agotadas economías de los países europeos no podían afrontar. Los Estados Unidos se convirtieron a partir de 1918 en el gran banquero mundial, y sus préstamos permitieron poner en marcha la reconstrucción de Europa, aunque creando una dependencia económica que, a medio plazo, tuvo consecuencias negativas, como vernos en su momento. 2.8. LAS CONDICIONES DE PAZ. Las negociaciones para firmar un tratado de paz definitivo se desarrollaron en Versalles (Francia) durante casi seis meses en 1919. En las reuniones participaron representantes de más de 32 países, sin incluir a los vencidos, que no pudieron hacer otra cosa que aceptar las condiciones que les impusieron los vencedores. Las principales decisiones las tomaron Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. En el acuerdo final se impusieron a Alemania unas condiciones muy duras, al ser considerada la máxima responsable de la guerra. Entre otras podemos destacar: Alemania debería pagar cada año una fuerte suma en concepto de indemnización por los daños causados a los vencedores. Además, perdió el 15% de su territorio, incluyendo todas sus colonias. 77 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Tuvo que aceptar la reducción de su ejército a un máximo de 100.000 hombres. Tuvo que renunciar a mantener tropas en la zona de su frontera con Francia. Tuvo que ceder a Francia durante 15 años una de sus regiones mineras más importantes. Como te puedes imaginar, en Alemania mucha gente consideró humillante este tratado y casi desde el primer momento se extendió el deseo de revancha, que está en el origen, como veremos en el siguiente bloque, de la Segunda Guerra Mundial. Otro acuerdo adoptado en Versalles fue la creación de un organismo internacional con la misión de intentar mantener la paz en el futuro. Se le denominó Sociedad de Naciones y es el antecedente de la actual Organización de Naciones Unidas (ONU). Este organismo quedó debilitado al no sumarse a él ni los Estados Unidos, ni Rusia ni Alemania. Además, los vencedores diseñaron un nuevo mapa de Europa y del mundo. Los cambios más importantes que experimentó el mapa europeo son los siguientes: Alemania, además de perder todas sus colonias, tuvo que ceder territorios fronterizos a Dinamarca, Polonia y Francia. Además, su territorio quedó separado en dos, pues la región de Prusia Oriental quedó aislada del resto de Alemania por Polonia. El Imperio Austro‐Húngaro desapareció, dando lugar a cuatro países independientes: Austria, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia. El antiguo Imperio Ruso perdió Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania. El antiguo Imperio Turco Otomano desapareció, quedando reducido a Turquía. La mayor parte de sus antiguas posesiones en Asia pasaron a Gran Bretaña (Irak, Jordania e Israel) y a Francia (Líbano y Siria). Italia incorporó a su territorio dos regiones fronterizas que habían sido austriacas, aunque quedó descontenta al no conseguir los territorios balcánicos que demandaba. Polonia resurgió como estado independiente, con territorios que antes de la guerra ocupaban Alemania, Rusia y Austria. Yugoslavia nació como país, uniendo, en algunos casos en contra de su voluntad, a las distintas nacionalidades eslavas de los Balcanes (eslovenos, croatas, bosnios y serbios). 78 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 TEMA 8. LA REVOLUCIÓN RUSA. 79 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1. EL OCASO DE LA RUSIA ZARISTA. 1.1. EL OCASO DE LA RUSIA ZARISTA. Desde las últimas décadas del siglo XIX, los gobernantes impulsaron cambios y reformas con el objetivo de recortar el atraso de Rusia frente a las naciones industriales de occidente. Pero se caracterizaron por ser limitadas y no cuestionar el sistema político dictatorial de los zares. Los principales cambios fueron: La abolición de la servidumbre en 1861. El comienzo de la industrialización, muy dependiente del capital extranjero y concentrada en núcleos determinados del país (Ucrania, Bakú, orilla oeste del Mar Caspio, Moscú y San Petersburgo). Un crecimiento notable de la población. En 1900, había 132 millones de habitantes en todo el Imperio. A pesar de todo, a comienzos del siglo XX, Rusia seguía siendo un país atrasado económica y socialmente. La inmensa mayoría de la población estaba constituida por campesinos pobres y en los localizados centros industrializados los obreros vivían en penosas condiciones. Le seguía una clase media de propietarios rurales (kulaks) y profesiones liberales. Y en la cúspide del sistema social, una burguesía enriquecida por la explotación minera e industrial y una minoría de aristócratas latifundistas. El sistema político seguía siendo autocrático. El poder lo ocupaba el zar Nicolás II, de la dinastía Romanov, hombre de personalidad débil. Para facilitar el dominio sobre un país tan extenso y con un sistema social tan injusto, la Iglesia ortodoxa predicaba la sumisión al zar y la resignación. El zar gobernaba por decreto y se valía de una policía política (la Ochrana) para perseguir a los enemigos del sistema. A pesar del inmovilismo político y del atraso social, varios acontecimientos serán el germen de los movimientos revolucionarios de 1917. 1.1. ANTECEDENTES REVOLUCIONARIOS. Para comprender el complejo proceso de la revolución rusa de 1917 debemos partir de sus antecedentes. En concreto, hay dos circunstancias que pueden ser consideradas como detonantes de los sucesos posteriores: La crisis económica de 1901‐1903. Que si bien tiene un carácter internacional, en el caso ruso presenta una serie de peculiaridades por el incipiente desarrollo industrial que se está llevando a cabo. La guerra ruso‐japonesa de 1904‐1905. Fruto de las aspiraciones expansionistas de ambos países y que se saldó con la derrota del ejército zarista. 80 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1.2. LA REVOLUCIÓN DE 1905. A comienzos del siglo XX el imperio ruso presentaba claros síntomas de crisis política, económica y social. La declaración de guerra de Rusia a Japón en 1904 por disputas territoriales, y su derrota, agravó los problemas. El gobierno se mostró incapaz de hacerles frente, favoreciendo así el desarrollo de movimientos de protesta entre la población y la oposición política. Los sucesos revolucionarios empezaron el domingo 9 de enero de 1905 (según el calendario ruso). Alrededor de 200.000 personas se manifestaron pacíficamente en San Petersburgo, dirigiéndose al Palacio de Invierno para reclamarle al zar reformas políticas y mejoras en sus condiciones laborales. La represión fue brutal. El ejército disparó sobre la multitud y ocasionó centenares de muertos y heridos. La jornada fue conocida como el Domingo sangriento. Huelgas, motines y revueltas se desarrollan a partir de entonces por los campos y las ciudades rusas. En la Marina, se sublevó la tripulación del acorazado Potemkin, en el puerto de Odessa. Muy importante fue la creación por parte de las organizaciones obreras del Soviet (consejo) de San Petersburgo, ejemplo seguido después por muchas ciudades. Se trataba del primer órgano revolucionario formado y elegido por los propios trabajadores, que dirigió las huelgas y llegó a paralizar la capital. La respuesta del zar ‐el Manifiesto de octubre‐ consistió en anunciar una reforma política y la creación de una asamblea representativa, la Duma. También se realizaron algunas mejoras en las condiciones de vida y laborales de obreros y campesinos. Pero las reformas se quedaron en la superficie, ya que no cuestionaban a fondo el carácter antidemocrático del zarismo. 1.3. EL SISTEMA ZARISTA EN VÍSPERAS DE LA REVOLUCIÓN. En vísperas del proceso revolucionario de 1917 el Imperio ruso podía ser definido política, social y económicamente por las siguientes características: Gobernado por una monarquía autocrática e inmovilista. Gran influencia y poder de una sólida burocracia, una nobleza terrateniente, una policía todopoderosa y la Iglesia ortodoxa. Todos ellos fieles apoyos de la monarquía zarista. Limitación de las libertades civiles y políticas. Su economía se basaba en buena parte en la agricultura, con una industria incipiente, concentrada, y muy dependiente de capitales extranjeros. Su sociedad era mayoritariamente rural. La estructura social estaba polarizada entre una minoría poderosa y con recursos, y una mayoría de campesinos y obreros pobres, sin apenas clases medias. Régimen incapaz de resolver los problemas surgidos a raíz del crecimiento industrial del país y sus transformaciones sociales. Desde hacía tres años sufría las consecuencias desastrosas de su participación en la I Guerra Mundial. El descontento popular se concretó protestas, iniciadas en febrero (abdicación del zar) y culminadas en octubre (conquista del poder por los bolcheviques). Este proceso se conoce como la Revolución rusa. 81 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 2. LA REVOLUCIÓN RUSA. Para comprender la Revolución rusa debemos partir de varias premisas: Proceso revolucionario amplio desde el punto de vista cronológico. La situación sociopolítica de Rusia en comparación a otros países europeos a comienzos del siglo XX. El movimiento revolucionario de 1905, entendido como un ensayo para los acontecimientos de 1917. Los efectos negativos de la participación rusa en la I Guerra Mundial. El papel especialmente relevante de un partido político, el Bolchevique, y de un dirigente revolucionario, Vladimir Ilich Ulianov, conocido como Lenin. 2.1. LA CAÍDA DEL ZARISMO. La participación de Rusia en la I Guerra Mundial fue catastrófica. El hundimiento del zarismo hay que entenderlo en ese contexto: continuas derrotas, incompetencia militar, pérdidas territoriales, dos millones de muertos, desmoralización de las tropas, desabastecimiento, subida de los precios y hambre de la población. El malestar consiguiente favoreció la aparición de focos de protesta entre el conjunto del pueblo y los grupos de oposición política. En febrero de 1917 estallaron en la capital manifestaciones espontáneas de mujeres en demanda de pan y paz. A estas quejas pronto se sumaron los obreros en huelga y otros grupos sociales. La represión fue contundente: el ejército sacó sus tropas a la calle, detuvo manifestantes y la Duma fue clausurada. Pero las protestas continuaron y llegó un momento en que los soldados, desobedeciendo a sus superiores, se negaron a disparar sobre los manifestantes. Era el final del zarismo. Nicolás II tuvo que abdicar y Rusia se convirtió en una república dirigida por un Gobierno provisional de carácter liberal‐democrático. En paralelo, resurgió el Soviet de Petrogrado (como había pasado a llamarse San Petersburgo). Y siguiendo su ejemplo, proliferaron los soviets de obreros, campesinos y soldados por las ciudades más importantes del país. El Gobierno provisional fue incapaz de imponer el orden y resolver las exigencias sociales cada vez más extendidas: el fin de la guerra, el abastecimiento de la población y el reparto de tierras entre los campesinos. 2.2. OCTUBRE DE 1917. El Gobierno provisional –presidido en su última etapa por Kerenski‐ fue muy impopular. Se negó sacar a Rusia de la guerra, no pudo poner orden en el país y veía cómo los soldados desertaban del frente para volver a sus tierras. En esas condiciones de desorganización total, se produjo el regreso de Lenin a Rusia. Como máximo líder del Partido Bolchevique, planteó en sus Tesis de abril el programa revolucionario. Se resumía en el eslogan: “Paz, tierra y todo el poder a los soviets”. 82 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 El 25 de octubre (según el calendario ruso), los bolcheviques desataron la conquista del poder. Apoyados por los obreros de Petrogrado, tomaron el control de los soviets y de los centros más importantes de la capital y asaltaron el Palacio de Invierno, sede del Gobierno provisional. El poder pasó a un Consejo de los Comisarios del Pueblo, presidido por Lenin y con destacados militantes bolcheviques como Trotski y Stalin. Sus primeras medidas fueron: Las negociaciones de paz con Alemania, que llevaron a la firma del tratado de Brest‐Litovsk (marzo de 1918). La legalización de la entrega de la tierra a los campesinos: era necesario ganarse a éstos para que la revolución pudiese triunfar. Medidas de control de las fábricas por parte de los obreros. El Partido Bolchevique pasó a llamarse Partido Comunista y se creó la III Internacional (el Komintern) para coordinar el movimiento comunista mundial. Los grupos opositores, tanto de derecha como de izquierda (mencheviques, socialrevolucionarios) fueron gradualmente eliminados. Se creó una temible policía política: la Cheka. 2.3. EL NUEVO MODELO POLÍTICO. El nuevo modelo político establecido por Lenin se basaba en: Gobierno bajo el poder y control absoluto del Partido Comunista, con prohibición de los demás partidos políticos. Control de la industria por parte del Estado: producción y beneficios. Agrupación obligatoria del campesinado en explotaciones colectivas (koljós). Control del comercio. La distribución se realizaba mediante una red de grandes almacenes. Todos los ciudadanos soviéticos son trabajadores a quien el Estado les aseguraba un sueldo mínimo, vivienda y servicios asistenciales médicos y educativos (instrucción gratuita hasta los 14 años). 2.4. LA GUERRA CIVIL. La firma del tratado de Brest‐Litovsk con Alemania en 1918 no trajo la paz a Rusia. Por el contrario, se desarrolló una cruenta guerra civil con implicaciones internacionales. Los anteriores aliados de Rusia (británicos, franceses, estadounidenses y japoneses), contrarios a las medidas adoptadas por los bolcheviques, ocuparon parte del territorio ruso y apoyaron a los ejércitos blancos, organizados por generales zaristas. Para hacerles frente, los bolcheviques crearon el Ejército rojo. En su creación tuvo una intervención muy destacada de Trotski. Además implantaron las medidas del comunismo de guerra: nacionalización de sectores económicos claves, militarización del trabajo, requisa de cosechas... Los comunistas, finalmente, obtuvieron la victoria en 1920. Para explicar ese resultado ‐además de razones puramente militares o estratégicas‐ deben considerarse factores políticos y sociales. Los contrarrevolucionarios o “blancos” fueron incapaces de conseguir apoyos 83 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 importantes en la sociedad rusa. Sobre todo entre los campesinos, temerosos de perder las tierras que habían conseguido con el triunfo de la Revolución. El país quedó gravemente devastado. Su capacidad productiva estaba muy por debajo de la que tenía antes de la I Guerra Mundial. 3. LA CREACIÓN DE LA URSS. En 1917, los bolcheviques habían conquistado el poder. En 1920 consiguieron vencer en la guerra civil. A partir de entonces los dirigentes revolucionarios rusos se dispusieron a la construcción de un nuevo sistema político, social y económico. El primero de carácter socialista en la Historia Universal. 3.1. LA NUEVA POLÍTICA ECONÓMICA (NEP). El balance de la guerra civil fue catastrófico. Al elevado número de pérdidas humanas y la destrucción de ciudades, debe añadirse la caída de producción agraria y el descenso de la industrial. Esta crítica situación provocó malestar social, iniciándose numerosas protestas y manifestaciones contra los bolcheviques. Los nuevos dirigentes ‐y especialmente Lenin‐ propusieron en 1921 la Nueva Política Económica (NEP) con el objetivo de mejorar los niveles de producción industrial y agraria. Se trataba de una política económica de tipo mixto, oscilante entre el control estatal y la iniciativa privada: Determinados sectores productivos claves (transportes, industrias básicas, finanzas, comercio exterior) eran intervenidos por el Estado. Se permitió una limitada iniciativa privada en las industrias de consumo, en la producción agraria y precios libres en el mercado interior. 84 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 La NEP suponía una vuelta parcial al capitalismo, y no podía durar mucho tiempo si el objetivo de la revolución consistía en implantar un modelo socialista. Muy discutida en el seno del Partido, se mantuvo hasta el año 1927, en que fue sustituida por los planes quinquenales. 3.2. UN NUEVO ESTADO. En el año 1922 nació la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), como federación de los distintos territorios que formaban el antiguo imperio zarista. El Estado soviético se va a fundamentar en: Estructura federal. Sufragio indirecto. Soviets. Tres órganos regulaban el Estado soviético: En el año 1918 se aprobó la Constitución de la República Rusa, la primera de carácter socialista de la historia del mundo. En la historia de la URSS, hubo otras tres. 85 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 3.3. LA DICTADURA DE STALIN. Al morir Lenin en 1924 comenzó una lucha de poder entre los principales dirigentes comunistas, disfrazada de argumentos ideológicos. El enfrentamiento fundamental se produjo entre: Stalin y sus seguidores defendían el socialismo en un solo país como la única vía para consolidar el régimen comunista en la URSS. Trotski y sus correligionarios eran partidarios de la revolución permanente. Stalin resultó finalmente vencedor, al concentrar en sus manos todo el poder y eliminar cualquier resistencia u oposición. Comenzó así una nueva etapa en la historia de la URSS que durará hasta la muerte del líder soviético en 1953. En la práctica, la dictadura de Stalin se basó en tres pilares: 1. 2. 3. Planificación económica centralizada: los planes quinquenales. El primero, que duró hasta 1932, tuvo como objetivo central el desarrollo de la industria pesada, necesaria para que la URSS fuese una gran potencia en medio de un mundo hostil. Colectivización de la agricultura: se suprimió la propiedad privada del campo (empezando por la eliminación de los kulaks) y la producción agrícola se organizó de forma colectiva. Política represiva: las purgas eliminaron a disidentes del Partido y el Ejército. Y el terror masivo afectó sobre todo a los campesinos que se resistían a la colectivización y fueron deportados a campos de concentración y trabajos forzados. 3.4. BALANCE DEL ESTALINISMO. A costa de grandes sacrificios de la población, bajo el dominio de Stalin la URSS se convirtió desde finales de los años treinta en una auténtica potencia: Creció la producción, se construyeron grandes obras públicas (centrales eléctricas, el metro de Moscú,...) y un potente ejército. Todo ello mientras el mundo occidental vivía la crisis del capitalismo de 1929. Gran crecimiento numérico del Partido Comunista y proceso de burocratización. Los puestos de dirección política y económica estaban ocupados exclusivamente por militantes del Partido. 86 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 En el campo artístico, se puso fin a la experimentación vanguardista. Se impuso como arte oficial el “realismo socialista”, con su carácter propagandístico y de fácil comprensión para las masas. La URSS fue el foco de la revolución socialista internacional, mediante el control de los partidos comunistas de todos los países a través del Komintern. Después del final de la II Guerra Mundial, su modelo y su poder se extendieron a otros países. 4. BALANCE HISTÓRICO DE LA REVOLUCIÓN RUSA. El balance histórico de la Revolución rusa queda definido en los siguientes puntos: Fue uno de los grandes acontecimientos del siglo XX. Transformó los modelos de la sociedad y de la política de la época. Se trata del primer triunfo del movimiento obrero organizado en un país. Se constituye el primer Estado anticapitalista. Servirá de modelo para otros partidos políticos y organizaciones políticas a partir de entonces. 87 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 TEMA 09. LA ECONOMÍA EN EL PERÍODO DE ENTREGUERRAS. 88 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1. LA POSGUERRA. 1.1. EL COSTO DE LAS REPARACIONES DE LA GRAN GUERRA. La guerra del 14 finalizó el11 de noviembre de 1918, pero sus efectos económicos se prolongaron varios años, sumiendo a la economía europea en un estado de parálisis. No se trataba sin más de reparar los destrozos de la contienda, de la reconstrucción; el factor más perturbador vino señalado por las reparaciones de guerra. Al declarar el Tratado de VersaIles la responsabilidad exclusiva de Alemania, se sentaba la base jurídica para indemnizar a los vencedores. Fue la cuestión polémica por excelencia, aunque existían precedentes. En 1871, Alemania había obtenido de Francia cinco mil millones de marcos en concepto de reparación tras la guerra franco‐prusiana. Con todo, parecía un contrasentido obligar a Alemania a afrontar una compensación elevada mientras se le reducía su aparato productivo con las sanciones. Como primera cuestión surgió la cuantía de los pagos. En Versalles se creó un comité de reparaciones, el cual fijó en abril de 1921, tras dos años de trabajo, un monto de 132.000 millones de marcos oro. Esta cantidad pareció excesiva a los alemanes. Pero, otra partida complicó la contabilidad. El comité evaluó en cerca de 8.000 millones de marcos oro lo satisfecho por Berlín con barcos y mercancías, en tanto que los alemanes calculaban sus pagos de posguerra en un mínimo de 20.000 millones. Para poder cobrar era indispensable contabilizar la capacidad de pago de Alemania. Los franceses, los más interesados en el debilitamiento definitivo del país vecino, la estimaron en 800.000 millones de marcos oro; los británicos, en 480.000 millones; los expertos estadounidenses lo redujeron a 120.000 millones, pagaderos en un plazo muy largo, 35 años. El historiador francés Mantoux estudió el tema y señaló discrepancias considerables con respecto al trabajo elaborado por los técnicos germanos; por ejemplo, criticó la inclusión del valor de los barcos hundidos voluntariamente por los alemanes para impedir su entrega a los aliados, lo cual difícilmente podía ser considerado como reparación. Al margen de las diferentes contabilidades, es indudable que Alemania se enfrentaba a problemas casi insolubles para ejecutar las entregas en especie que se le exigieron, sobre todo en carbón. En 1922, se vio obligada a reducir los pagos a Francia. En respuesta, el gobierno de París ordenó la ocupación del Ruhr. Esto agravó hasta límites insoportables la situación de Alemania porque su moneda se hundió, pasando de un tipo de cambio de 275 marcos por dólar en mayo de 1922 a 16.667 marcos en junio de 1923. No sin fundamento se ha considerado la ocupación francesa del Ruhr como la causa más efectiva del ascenso de Hitler. Hundida Alemania, sin beneficio perceptible para Francia, comenzó a gestarse la idea de una comisión, que presidiría el vicepresidente norteamericano Dawes, para aliviar la presión de las reparaciones sobre la economía alemana. 89 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 En ese momento empezaron a ser respetadas las tesis del economista inglés Keynes en su libro Las consecuencias económicas de la paz (1919), libro que en 1924 había sido traducido a once idiomas. Sus tesis centrales: "se reduce a Alemania a la servidumbre", "se perpetúa la ruina de su economía", no podían ser consideradas disquisiciones académicas. 1.2. LAS DEUDAS DE GUERRA. Con la paz, otra partida diferente habría de ser contabilizada, las deudas de guerra. Washington no exigía reparaciones a Alemania, pero no tenía intención de renunciar a la recuperación de los suministros de trigo, algodón y otros artículos, facilitados durante la contienda. A los Estados Unidos le debían casi 12.000 millones de dólares: 4.700 millones Gran Bretaña, 4.000 millones Francia, 3.200 los restantes países deudores. Por si fuera poco Francia había asumido una deuda con Gran Bretaña y otros países, hasta un total de 10.500 millones, que la atenazaba para ser generosa con Alemania. En la guerra los aliados habían permanecido unidos. En la paz no se ponían de acuerdo en torno a los temas financieros derivados de la contienda. Los franceses atornillaban a Alemania para poder, a su vez, pagar sus deudas; los norteamericanos se mostraban severos a la hora de cobrar. Sólo los políticos británicos, más realistas, se manifestaban dispuestos a ceder para que Europa saliera del marasmo económico. En la nota Balfour (1 de agosto de 1922) el gobierno de Londres sugirió la cancelación total de las deudas. 1.3. DEL PLAN DAWES AL PLAN YOUNG. El fracaso económico de la ocupación del Ruhr influyó en la formación de la comisión especial presidida por el vicepresidente estadounidense Dawes con la finalidad de estudiar la capacidad real de pago de Alemania y, a partir de ella, formular propuestas sobre plazos y monto global de las reparaciones. Con larga experiencia como hombre le empresa, Dawes se sentía impresionado por la pobreza de Alemania en contraste con el potencial de su aparato productivo y sus riquezas naturales; por tanto, resultaba imprescindible la recuperación de la capacidad industrial germana por medio de un empréstito internacional. El llamado Plan Dawes (1924), aceptado por Alemania y Francia; se resumía en la reducción de la deuda alemana a un tercio, junto con la ampliación de los plazos, de manera que Alemania pagaría 1.000 millones de marcos oro anuales durante cuatro años y 2.500 millones a partir del quinto, tras la recuperación de su economía. La situación económica general se volvió más fluida gracias al inicio de la recuperación alemana. No obstante, Berlín tuvo que posponer algún pago. Incluso los franceses aceptaban que la cantidad de 2.500 millones de marcos oro resultaba excesivamente onerosa para la economía germana. En consecuencia, una Segunda comisión, presidida por el norteamericano Young, presidente de la General Electric, volvió a estudiar el problema. A diferencia del Plan Dawes, el documento no se impuso sino que se condicionó a la libre aceptación de Alemania. Entre las medidas de distensión proponía la retirada de las tropas francesas del Ruhr. El Plan Young (1929) ampliaba el plazo para el saldo de las indemnizaciones, reduciendo así las anualidades, y escalonaba los pagos de forma que se iniciarían con la cifra más baja y se elevarían progresivamente. Cada 90 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 pago anual se dividía en una partida obligatoria y otra condicional, que se podría posponer. Finalmente, un crédito para acreedores y deudor facilitaría la puesta en marcha del mecanismo. El Plan Young suponía un trato más benévolo hacia el vencido y ponía fin a la espiral de sanciones y deudas. 1.4. LA EXPANSIÓN DE LOS AÑOS VEINTE. A partir de 1925 se produjo la expansión continua de la economía internacional. Todos los indicadores demuestran el aumento de la producción. Finalizaba el marasmo de posguerra y se iniciaban años de euforia. 1.4.1. RECUPERACIÓN DE LA INDUSTRIA. Los países industriales exhibieron la expansión en el aumento de la producción de acero, sector básico de la siderurgia. Los Estados Unidos y el Reino Unido casi triplicaron su producción, Japón la cuadruplicó. Incluso Alemania, a pesar de su postración, la incrementó en un 60%, signo de que la recuperación iba por buen camino. El carbón y el petróleo se vieron relanzados. El consumo mundial de carbón pasó de mil millones a mil trescientos millones de toneladas métricas, cifra discreta pero en todo caso perceptible en un sector teóricamente en recesión. En contraste, resultó espectacular el crecimiento del consumo y producción de petróleo, primero por el tirón del automóvil, más tarde por su empleo en la aviación. La producción mundial se multiplicó por tres entre 1919 y 1929. La electricidad configuró otro sector en alza en los grandes países industriales. Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña y la Unión Soviética aplicaron esta energía en su industria y su red de transporte; además, había sonado la hora de la iluminación suntuosa de las ciudades. Asimismo, llegó el turno del aluminio, con un incremento espectacular en los Estados Unidos, que cuadruplicó en pocos años su consumo (de 25 a 100 millones de toneladas). Basándonos en el crecimiento de la producción y el consumo, dos notas resultaban indiscutibles: la supremacía de los Estados Unidos y la recuperación de Alemania, a pesar del peso de las reparaciones. 1.4.2. PRODUCCIÓN EN CADENA. La expansión se basó en nuevos métodos de trabajo, que caracterizaron por antonomasia la fabricación de automóviles. Con la estandarización se lanzaron modelos que se repetían hasta la saciedad y con el trabajo en cadena ‐ideado por Ford‐ se aceleró el ritmo de la producción. El automóvil alimentó el desarrollo de otros sectores, primero en la propia industria ‐camiones, tractores agrícolas, etc.‐ y más tarde al solicitar la fabricación de neumáticos o la construcción de carreteras. Con el progreso tecnológico aparecieron nuevos artículos en los mercados: aparatos eléctricos, receptores de radio, aspiradoras, refrigeradores. La propaganda se encargarla de convertirlos en imprescindibles. En este periodo de consumo se vivió la fiebre de la concentración de empresas, de los carteles, que dictaban las reglas del mercado, ya en el sector del automóvil ‐Ford, General Motors‐, ya en la química ‐la IG Farben germana, las Imperial Chemical lndustries británicas‐ o la siderurgia ‐United States Steel‐. 91 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 2. LA GRAN DEPRESIÓN. 2.1. LAS SEÑALES PRECURSORAS DE LA GRAN DEPRESIÓN. Hemos señalado anteriormente que el desarrollo del capitalismo industrial se veía sacudido periódicamente por crisis. Recordemos la secuencia expansión‐depresión como algo casi fatal, cuando la producción excedía al consumo. Pero la que se inició en el otoño de 1929 alcanzó una envergadura nunca vista hasta entonces. El hundimiento de los valores de la Bolsa de Nueva York se convirtió en una onda gigantesca, a manera de maremoto, que trastornó los centros bursátiles y afectó a todo el mundo industrializado ya bastantes países de monocultivo agrario, provocando millones de víctimas en todos los sectores de la sociedad. Tan gigantesca convulsión produjo el lógico desconcierto de la ruina que sigue a la prosperidad, pero, además, arrojó interrogantes sobre el modelo de desarrollo y aun sobre el futuro del sistema capitalista. A pesar de la sorpresa no se trató de un fenómeno súbito, porque algunos indicios anunciaban que la fácil expansión de los años veinte carecía de bases sólidas y tocaría pronto a su fin. Tres señales anunciaban la tormenta: sobreproducción industrial, especulación, excedentes agrarios. Sobreproducción industrial. Digámoslo de forma sencilla: se producía más de lo que se consumía. ¿Por qué motivo no ajustaron las empresas su actividad? Hoy conocemos bien el proceso; no dependía de decisiones de cada empresa. Durante la guerra los beligerantes concentraron su industria en suministros bélicos. Consiguientemente, bastantes países de ultramar tuvieron que fabricar artículos de consumo que antes importaban. De este modo, la producción, a escala planetaria, creció de manera desmesurada. Terminada la contienda, Europa se reincorporó a los circuitos comerciales. Ya no era posible absorber los excedentes. Tal exceso de producción se detectaba en 1925 en los sectores que más se habían expansionado, como el petróleo o los aparatos eléctricos. Especulación. Fue el segundo explosivo. En 1925 y 1926, se desató una fiebre de construcciones en Florida, donde los compradores adquirían inmuebles mediante préstamos. El dinero no fluía hacia la industria sino hacia actividades especulativas. Con la construcción se relacionaba una variedad enorme de empresas, que recibían préstamos y repartían beneficios aunque no vendieran. Pero no se podía sostener eternamente una economía que se apoyaba en una realidad falsa, la de que las empresas obtenían beneficios; la verdad era que recibían dinero fácil y se endeudaban. Excedentes agrarios. A partir de 1925, las cosechas superaban las necesidades, y se formaron stocks de alimentos. Para varios economistas el excedente se debía a descenso del consumo, pero el efecto sería el mismo. El descenso de la inmigración en los Estados Unidos repercutió en el descenso de la demanda. Cuando estalló la crisis, el presidente Hoover señaló como causa de la ruina la especulación y la sobreproducción mundial de trigo, caucho, café, azúcar, plata, zinc y, hasta cierto punto, algodón. 92 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 2.2. SE INICIA LA CRISIS: PÁNICO EN WALL STRET. El día 24 de octubre de 1929 se hundieron los valores de la Bolsa de Nueva York. Trece millones de títulos se vendieron ese día, denominado "jueves negro". Todo el mundo deseaba desprenderse de unos valores que días antes se consideraban seguros y rentables. Y no era un ataque de pánico. El día 29 se vendieron otros dieciséis millones de acciones a cotizaciones cada hora más bajas. Se ha reprochado a los responsables del Sistema Federal de Reserva, que debía vigilar la Bolsa, que no hubieran intervenido antes, para frenar la especulación. Utilizando el símil del automóvil, puede decirse que un año antes hubiera sido posible frenarlo con leves desperfectos, pero en el otoño de 1929 iba a velocidad excesiva y el resultado fue el accidente y las víctimas. Inmediatamente se desataría una reacción en cadena, porque la baja llamó a la baja. Se multiplicaron las órdenes de venta, que hundían las cotizaciones. Las acciones, como cualquier mercancía, bajan si se ofertan y no encuentran comprador. Todos los beneficios de los años anteriores se esfumaron como por encanto. Anotemos tres efectos inmediatos: 1. Ruina de empresas. 2. Bajadas de precios; nadie compraba y se vendía por debajo de coste. 3. Paro. Un millón y medio de trabajadores perdieron su puesto en 1929 en los Estados Unidos; en 1933, se acercaban a los 13 millones. El cine (películas de Frank Capra) captó el drama de empresarios y trabajadores: suicidios y mendicidad. 2.3. UNA CRISIS MUNDIAL. 2.3.1. CRISIS EN LOS PAÍSES INDUSTRIALES Y AGRARIOS. El pánico se extendió a otras naciones, porque los bancos y empresas norteamericanos tenían inversiones en los países industriales. De esta manera se convertiría en una crisis universal. Las pérdidas se concentraron sobre todo en cuatro potencias: Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y Francia, es decir, las potencias industriales por excelencia. Pero, también se hundieron los precios agrícolas, con lo cual los países que vivían de la agricultura de exportación, y con mayor intensidad los de monocultivo, se vieron en condiciones de indefensión. Al menos las industrias podían reducir plantillas, pero la economía agraria no disponía de estos recursos. La situación en que se vieron sumidos los países de América Latina y algunos de Europa central y oriental fue desesperada. De los países industriales la crisis afectó, además de a los Estados Unidos, con especial intensidad a Alemania. Francia resistió algún tiempo pero a la larga sufrió los mismos desajustes en su economía. Sólo Gran Bretaña y los Estados Unidos habilitarían respuestas eficaces a una crisis que perduró tres años interminables. Veamos primero las ondas en Alemania y Francia. 2.3.2. SITUACIÓN DRAMÁTICA EN ALEMANIA. El factor determinante de la crisis alemana estribó en su dependencia financiera de los Estados Unidos. Las empresas se habían habituado a reclamar inversiones extranjeras para modernizar sus instalaciones y veían 93 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 ahora cegado ese recurso. En 1931, la masa de los créditos exteriores alcanzaba la cifra exorbitante de 20,6 billones de marcos. Al repatriar los bancos estadounidenses fondos para hacer frente a su crisis se inició la quiebra en cadena de bancos alemanes y austriacos. La producción industrial cayó a la mitad. El paro alcanzó una dimensión espectacular: 2 millones de trabajadores se encontraron sin empleo en 1929, y en 1932 ya eran 6 millones. Una masa desesperada, sin posibilidades de recibir ayuda de supervivencia a cargo de un Estado debilitado, configuró un grupo social presto a escuchar el evangelio revanchista del hipernacionalismo. Hitler sería aupado al poder en 1933 por el apoyo de esta masa de parados. 2.3.3. CRISIS DE ONDA LENTA EN FRANCIA. A diferencia del carácter fulgurante de la crisis en los Estados Unidos, Francia resistió un tiempo, pero a plazo medio, todos los sectores quedaron gravemente tocados. En las exportaciones resultó negativa la caída del precio del vino. Después de pagar su tributo a las ruinas de empresas y al paro, algunos sectores se recuperaron. Tal fue el caso del aluminio. Y, sobre todo, el del automóvil; la Renault se reactivó a partir de 1931, al poner en el mercado un modelo barato que desplazó a los más caros de Citroën. 2.4. RESPUESTAS A LA DEPRESIÓN. Dos países reaccionaron con imaginación al desafío: Gran Bretaña y los Estados Unidos. Con su patrocinio se intentaría una salida global en la Conferencia de Londres de 1933. 2.4.1. SITUACIÓN VENTAJOSA DE GRAN BRETAÑA. En la Isla los efectos de la Gran Depresión tuvieron un alcance limitado. Aunque no consiguió librarse del paro, la bancarrota de sus industrias antiguas y el descenso de las exportaciones, Londres disfrutó de tres ventajas: El abaratamiento de los productos del campo, con el consiguiente ahorro para una nación importadora de alimentos. El mantenimiento del comercio exterior, gracias a su condición de cabeza de un imperio colonial. La posesión de reservas de oro. Que amortiguara los efectos no equivale a que los soslayara. El paro, reducido a 1 millón en 1929, al comienzo de la crisis, en una trayectoria oscilante aumentó hasta los 3 millones de 1933. Las antiguas industrias, sobre todo el carbón, se encontraron en situación crítica. No obstante, el gobierno británico actuó con sabiduría, manteniendo elevados los salarios. Comprendía que para salir de la crisis necesitaba aumentar el poder adquisitivo de los asalariados. Se trataba de ideas de Keynes. 2.4.2. ESTADOS UNIDOS: ROOSEVELT Y EL NEW DEAL. En su condición de epicentro, la convulsión golpeó con especial fuerza a los Estados Unidos. En 1932, trece millones de parados y un millón de homeless, personas que habían perdido su hogar, vagaban errantes por las 94 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 carreteras, de ciudad en ciudad, en busca de alimento. Schlesinger describe en La era de Roosevelt la reaparición de formas de pobreza arcaicas, con numerosas personas que se alimentaban de detritus. La crisis consumió el capital político de los republicanos y en las elecciones de 1932 el electorado entregó el testigo a los demócratas, llevando a la presidencia a Franklin Delano Roosevelt, quizás el más grande estadista del siglo XX. Roosevelt formó un equipo de crisis integrado por banqueros, periodistas, empresarios, universitarios, para diseñar un programa económico denominado New Deal (Nuevo Reparto). Rompiendo la inhibición tradicional de los gobiernos norteamericanos, que dejan el mercado al juego de las empresas, Roosevelt encabezó una etapa de intervencionismo gubernamental. En primer lugar se luchó contra el paro por medio de grandes inversiones en obras públicas: reconstrucción de barrios degradados, construcción de vías férreas y carreteras. Además la administración rooseveltiana fijó salarios mínimos y estimuló su aumento, para incrementar la demanda. Poco a poco, el paro se situó en los niveles de precrisis y la actividad se reanudó. El New Deal constituyó un paréntesis en los Estados Unidos, el momento en que el Estado se volvió beligerante, con su intervención en la economía, para frenar los efectos de la depresión. 2.4.3. LA CONFERENCIA DE LONDRES. Conscientes los gobiernos de que se enfrentaban a un desafío planetario, comprendieron que la salida habría de buscarse en soluciones internacionales. La Conferencia de Londres se inició el 12 de junio de 1933. Washington pedía la supresión temporal de las aduanas para reactivar el comercio; y la estabilización de las monedas. Los delegados norteamericanos esperaban la solidaridad de todos los gobiernos para salir mancomunadamente de la depresión, pero los franceses y los ingleses no les siguieron y tras el fracaso de la Conferencia cada país buscó sus propias recetas. 2.5. REPERCUSIONES DE LA GRAN DEPRESIÓN. 2.5.1. REPERCUSIONES SOCIALES. En el terreno demográfico, la extensión del paro y el descenso en el nivel de vida reforzaron las tendencias antinatalistas, en tanto que la alimentación insuficiente empujó al alza los índices de mortalidad y, sobre todo, los de mortalidad infantil. En Francia, caso extremo, la población descendió en los años treinta. En esta época únicamente las potencias fascistas promovieron, por razones ideológicas, una natalidad alta. Otra consecuencia de gran alcance fue la interrupción de las migraciones continentales. En los Estados Unidos, entre 1932 y 1935, se produjo el fenómeno insólito de que las salidas superaran a las entradas. La crisis afectó a la mayoría de los grupos. Los pequeños accionistas vieron esfumarse sus ahorros a la primera embestida de la Bolsa. Las profesiones liberales ‐abogados, médicos‐ vivieron momentos difíciles por el empobrecimiento de sus clientelas. Los agricultores se arruinaron por la caída del precio de los alimentos. Los obreros padecieron la angustia del paro y la precariedad de los empleos. 95 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 2.5.2. REPERCUSIONES POLÍTICAS. En la esfera de la política interna se contempló la crisis de la democracia parlamentaria, a la que se consideraba incapaz de encontrar respuestas. Al mismo tiempo se reforzaban las dictaduras fascistas, que esgrimían argumentos contra la democracia. Es paradigmática la trayectoria de Hitler, aupado al poder por un ejército de seis millones de parados. En el orden internacional, al fracasar la búsqueda de soluciones multinacionales en la Conferencia de Londres, se abrió un periodo de recelos y tensiones. El camino hacia la Segunda Guerra Mundial fue abierto por la política exterior agresiva de las potencias fascistas, pero éstas no hubieran encontrado el campo abonado sin las fricciones que desató en las relaciones internacionales la Gran Depresión. 2.5.3. REPERCUSIONES INTELECTUALES. Los problemas sociales impactaron, no podía ser de otra forma, en las posturas y creaciones de los escritores. Una corriente de pensamiento empezó a formularse interrogantes sobre el modelo de desarrollo occidental. Romaní Ronand anotó en su Diario en 1931: "el mantenimiento de la situación social existente en todo el Occidente (...) es imposible". Testigos de la crisis fueron los novelistas estadounidenses que integraron la "generación perdida". Su novela emblemática, Las uvas de la ira, de I. Steinbeck, denunciaba en tono dramático la desesperación de las gentes del sur. Lógicamente la depresión alteró profundamente las doctrinas económicas. ¿Cómo explicar que la salida de la prosperidad podría ser la ruina? Keynes en Teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936) dejaba claro que el meollo de la catástrofe consistía en el descenso de la demanda y que a los gobiernos correspondía favorecer la recuperación mediante el aumento de gastos. Se identificaba claramente con las soluciones del New Deal de Roosevelt. En definitiva, 1929 significó una gran lección, la de que la economía no puede sostenerse indefinidamente apoyada en la especulación. A partir de entonces, los gobiernos asumieron que debían actuar en el campo económico, con medidas precisas en el momento oportuno para prevenir otro cataclismo. 96 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 TEMA 10. LAS DEMOCRACIAS Y EL ASCENSO DE LOS TOTALITARISMOS 97 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1. LA CRISIS DE LAS DEMOCRACIAS LIBERALES. En el continente europeo, el período de entreguerras (1919‐1939) fue una etapa muy inestable políticamente. La fragilidad de las democracias; el éxito del comunismo en Rusia y su influencia en el movimiento obrero europeo; la difícil recuperación posbélica, agravada por la depresión económica de los años treinta, configuraron el contexto en el que surgieron y triunfaron movimientos totalitarios de base conservadora, nacionalista y racista. 1.1. ESTADOS LIBERALES Y ESTADOS TOTALITARIOS. La mayoría de los Estados surgidos de la desintegración de los grandes imperios tras la Primera Guerra Mundial instauraron repúblicas y adoptaron sistemas democráticos como forma de gobierno. Por otra parte, en los Estados con tradición democrática se ampliaron los derechos individuales y se extendió el sufragio universal. A pesar de ello, este sistema se vio debilitado por diferentes factores. Por una parte, surgieron partidos, tanto de izquierdas como de derechas1, que defendían sistemas de gobierno autoritarios. El triunfo de la revolución bolchevique en Rusia, que defendía la dictadura del proletariado, supuso el auge del comunismo como forma de gobierno alternativa a la democracia liberal burguesa. Pero también se formaron agrupaciones antidemocráticas desde posiciones conservadoras y nacionalistas. Esta postura se dio principalmente entre ex combatientes y miembros de la clase media que, más afectados por los resultados de la guerra, consideraban a la democracia la responsable de la debilidad de la propia nación. Por otra parte, se agravaron los problemas internos del sistema. En muchos casos, se rompió el equilibrio de los poderes, lo que ocasionó un mal funcionamiento de las instituciones representativas. En unos casos, el poder legislativo predominó sobre el ejecutivo, generando continuas crisis ministeriales que impedían la estabilidad de los gobiernos. En otros, el gobierno, mediante la promulgación de decretos ley, asumió funciones legislativas propias del Parlamento, sobre todo en materia económica y social. La inestabilidad política también provino del gran peso que estaban adquiriendo las organizaciones sindicales y patronales, que conformaron grupos de presión para reivindicar sus intereses sociales y económicos al margen de la vía parlamentaria, propia de las democracias. Además, la adopción del sufragio universal, generalizado después de la guerra, amplió las bases sociales de la representación parlamentaria y dio paso al pluripartidismo y los partidos de masas. Esto provocó el recelo de las clases dominantes, que vieron en las posturas autoritarias una forma de preservar sus privilegios. En los países de larga tradición democrática, los regímenes parlamentarios sobrevivieron durante todo el período, aunque no estuvieron exentos de inestabilidad y confusionismo político. En el Reino Unido, la irrupción política del Partido Laborista, de tendencia socialista, rompió con el tradicional bipartidismo, lo que provocó una cierta inestabilidad de los gobiernos y la escisión del Partido Liberal, que representaba las esencias del liberalismo clásico antiintervencionista. 1 Esta terminología de “derechas” e “izquierdas” tiene su origen en la Revolución Francesa. En los Estados Generales los grupos privilegiados se sentaban a la derecha del rey, mientras que los representantes del Tercer Estado lo hacían a la izquierda. 98 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 En Francia, la inestabilidad política fue más acusada, debido a la gravedad de los problemas monetarios y financieros y a la violencia de las fuerzas de extrema derecha, que radicalizaron el panorama político. Los grupos de izquierdas formaron una coalición, el Frente Popular, para enfrentarse al totalitarismo y luchar contra los efectos de la crisis económica. Consiguieron llegar al gobierno en 1936. En la Europa nórdica, Bélgica, Países Bajos, Suiza, Checoslovaquia y Estados Unidos, los regímenes democráticos se caracterizaban por el pluripartidismo, el sistema parlamentario y las libertades individuales. En cambio, en la mayor parte de Europa, durante los años veinte y treinta se fueron instaurando regímenes totalitarios. Italia, que no había conseguido sus aspiraciones territoriales después de la guerra, y que sufría graves desequilibrios económicos, fue el primer Estado liberal en el que la democracia dio los primeros síntomas de debilidad. La crisis política y económica empujó a las clases medias y a un sector de las clases obreras y del campesinado a apoyar la implantación de un régimen totalitario en 1922, creando un nuevo sistema político, el fascismo. Los nuevos Estados surgidos de la descomposición de los grandes imperios austro‐húngaro, ruso y turco no tenían tradición democrática, y sus estructuras socioeconómicas no permitían el funcionamiento correcto de un régimen parlamentario. A ello se unieron las rivalidades étnicas, como en Yugoslavia, y la dificultad de organizar económica y administrativamente territorios poco uniformes. Desde mediados de los años veinte, se fueron produciendo golpes de Estado que sustituyeron la democracia por regímenes autoritarios de derechas, bajo un poder personal y militar, e influidos, en mayor o menor grado, por la ideología fascista. En Polonia, el general Pilsudski (1926) impuso una larga dictadura; del mismo modo, Gombos, en Hungría (1932), y Dollfuss, en Austria (1933), instauraron gobiernos de tendencia fascista. En países como Yugoslavia, Rumania o Bulgaria se restauraron monarquías autoritarias a lo largo de los años treinta. También en Grecia, Portugal y España, cuyas estructuras sociales eran semejantes y sus democracias, poco consolidadas, se impusieron dictaduras conservadoras. En Alemania, la república democrática instaurada después de la guerra tampoco consiguió estabilizar el panorama político y económico de un país que tenía que enfrentarse a las duras condiciones establecidas en los tratados de paz. Las dificultades por superar la crisis política y económica facilitaron el establecimiento de un régimen totalitario en 1933, apoyado por la mayor parte de la sociedad. 1.2. EL FASCISMO. Los acuerdos de paz posteriores a la Gran Guerra no satisficieron las aspiraciones territoriales italianas, lo que creó un fuerte sentimiento nacionalista reivindicativo. Por otra parte, la incidencia de la crisis económica originó numerosos conflictos sociales que el gobierno democrático liberal no era capaz de solucionar, agravados por las cada vez mayores reivindicaciones por parte de la clase obrera. Esta situación favoreció que B. Mussolini fundara los fasci di combattimento o escuadras de combate en 1919. Eran grupos paramilitares destinados a frenar las reivindicaciones de socialistas y comunistas y, a la vez, expulsarlos de los gobiernos locales y las fábricas. Por ello, fueron financiados por la burguesía que, ante la 99 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 crisis social, temía el estallido de una revolución bolchevique. Este apoyo facilitó la creación del Partido Nacional Fascista, en 1921, dirigido por Mussolini y en el que se integraron los grupos paramilitares. 1.2.1. LOS FUNDAMENTOS TEÓRICOS DEL FASCISMO. Aunque fascismo, en sentido estricto, se refiere a un fenómeno político específicamente italiano surgido en los años veinte, bajo esta denominación se engloban genéricamente los movimientos totalitarios que no respetan las libertades y los derechos individuales, sociales y políticos. El fascismo se caracterizó por: La desigualdad entre los individuos, por lo que se rechazaba el gobierno representativo de la democracia y se justificaban las actitudes discriminatorias. La subordinación de los individuos al Estado, que se convirtió en el órgano de control de toda la sociedad. Por ello Mussolini definió el Estado fascista como un Estado totalitario (doc. 1). La existencia de una elite, competente y preparada, y de un líder carismático, capaz de crear una voluntad general a la que las masas se debían someter. El rechazo de la tradición racionalista de la cultura occidental, y la exaltación de los elementos irracionales de la conducta y de los sentimientos, que llevan a la intolerancia y el fanatismo. La justificación de una política expansionista, como respuesta a un nacionalismo radical que consideraba la adquisición de nuevos territorios como la única forma de fortalecer a la nación (nacionalismo de pueblos vencidos). El fascismo se definió también por su antiparlamentarismo, su antimarxismo y su anticapitalismo. Se culpaba a la democracia liberal de todos los males de la sociedad. Se criticaba al socialismo marxista e internacionalista, a la vez que se predicaba una ideología de carácter nacionalista que pretendía ciertas reformas sociales, para atraerse a las clases medias, al proletariado y al campesinado, amenazados por el paro y los bajos salarios. El anticapitalismo inicial se vio suavizado por el apoyo financiero que los grandes empresarios proporcionaron al fascismo, ya que lo consideraron una vía para frenar el movimiento obrero que ponía en peligro el orden burgués capitalista. La utilización de fuerzas paramilitares tenía como objetivo crear un clima de violencia y desorden que propiciara el ascenso al poder del Partido Fascista y, una vez en él, ejercer el monopolio de la acción política. El Partido Fascista era el único permitido y, una vez en el poder, su organización se confundió con la estructura del Estado. Éste controlaba la propaganda, los medios de comunicación y la educación, con el fin de unir a las masas en la exaltación del régimen político impuesto. Dicha exaltación se plasmaba en la utilización de una gran escenografía (paradas militares, discursos ante enormes masas de población, saludos militares...), para reforzar la adhesión al líder y al partido. 1.2.2. LA ITALIA FASCISTA. En 1922, una huelga general, promovida por los grupos de izquierda, sirvió de pretexto a Mussolini para preparar su subida al poder. Mussolini lanzó un ultimátum al gobierno, con una marcha sobre Roma, para convencer al rey de que sólo el fascismo podía estabilizar la situación política italiana. Víctor Manuel III, contando con el apoyo del ejército, le nombró jefe del gobierno en octubre de 1922. Así, el rey, el ejército y la mayoría de los políticos contribuyeron a dar apariencia legal a esta ocupación del poder. 100 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 En los momentos iniciales, Mussolini respetó aparentemente las formas democráticas. Pero en las elecciones de 1924, los fascistas obtuvieron la mayoría absoluta gracias al fraude y la violencia ejercidos contra la oposición. Las denuncias fueron silenciadas con el asesinato del diputado socialista Matteoti, que desató un gran escándalo y marcó el inicio de la dictadura fascista. A partir de entonces, se inició la organización de un Estado totalitario según los ideales fascistas, al frente del que estaba Mussolini, el Duce, como caudillo absoluto. Progresivamente, los órganos del Partido Fascista se convirtieron en órganos supremos del Estado, y también de la administración local. Se prohibieron los sindicatos y los partidos políticos y se creó una policía política, para controlar la oposición al régimen; se prohibieron las libertades individuales y se depuró el ejército, la administración y la enseñanza. La construcción de un Estado totalitario fue previa al establecimiento y definición del fascismo y el totalitarismo, que Mussolini llevó a cabo en su obra La doctrina del fascismo en 1932. En el terreno económico, el régimen buscó la autosuficiencia, poniendo en práctica una política económica autárquica. Para que ésta triunfara, era necesario atraer y movilizar a la población en torno al partido y al Duce, por lo que se iniciaron las llamadas batallas económicas, que tenían como objetivo incrementar la producción para autoabastecerse, evitando recurrir a las importaciones, a la vez que configuraban un escaparate para prestigiar el régimen. Por otra parte, también se intentó absorber el paro, con la construcción de numerosas infraestructuras, como autopistas, presas, grandes edificios... La crisis de los años treinta acentuó el dirigismo político del Estado. Se reforzó una economía autárquica y se tomaron iniciativas en la mayoría de las actividades productivas, como la creación de un organismo para potenciar la industria (Instituto para la Reconstrucción Industrial o IRI). A pesar de ello, se mantuvo la propiedad privada en los sectores más rentables de la economía. La política social se caracterizó por el corporativismo. El Estado obligó a que empresarios y trabajadores se integraran en una misma organización, y actuó como mediador en los conflictos. En realidad, esta organización corporativa privaba a los trabajadores de sindicatos y, por tanto, el Estado podía controlar las reivindicaciones sociales y los enfrentamientos. El control social también se llevó a cabo mediante la creación de distintas organizaciones que educaban al individuo en la doctrina fascista, desde los cuatro años hasta el final de su vida. Por ejemplo, el Consejo Nacional de Corporaciones agrupaba a las veintidós corporaciones de trabajadores y patronos; diferentes organizaciones agrupaban por edades y sexos a los niños y los jóvenes, entre las que destaca la Ópera Nacional Balilla para niños de 4 a 14 años, e incluso, se crearon instituciones recreativas y de ocio para los trabajadores, como la Ópera Nazionale Dopo Lavoro. Las organizaciones dedicadas al ocio y la creación de un sistema de seguridad social fueron utilizadas por el Estado para dar popularidad al régimen. 1.3. LA REPÚBLICA DE WEIMAR. La República Democrática fue proclamada en Alemania el 9 de noviembre de 1918, por iniciativa del Partido Socialdemócrata. La llamada República de Weimar; por ser en esta ciudad donde se redactó la constitución del nuevo régimen político, perduró hasta 1933. La fuerte oposición a la que tuvo que enfrentarse constantemente no permitió consolidar un sistema democrático. El gobierno se vio obligado a hacer frente a los comunistas, también llamados espartaquistas, que intentaron llevar a cabo una revolución bolchevique. También se enfrentó a la oposición de los partidos conservadores, 101 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 que acusaron al gobierno socialdemócrata de ceder ante las duras condiciones de la paz impuestas en Versalles, que impedían la recuperación social y económica de Alemania. La clase media, afectada profundamente por la crisis de posguerra, recelaba también de los partidos conservadores tradicionales y se alineaba con posturas antidemocráticas y propias del nacionalismo radical. En consecuencia, la inestabilidad de la República de Weimar fue permanente. En este marco de crisis política, económica y de descontento social, Anton Drexler, un herrero empleado en los talleres ferroviarios, fundó el Partido Obrero Alemán (DAP) en 1919, con una ideología de extrema derecha contraria al sistema democrático, anticapitalista y antimarxista, que defendía un nacionalismo xenófobo y racista. Pronto fue controlado por Adolf Hitler, un pequeño burgués de origen austriaco, y desde 1920 la organización pasó a llamarse Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán (NSDAP) o Partido Nazi. La inestabilidad política del régimen democrático y la crisis económica de los años treinta favorecieron el triunfo electoral del partido en 1933. Fue apoyado, sobre todo, por las clases medias, afectadas profundamente por el paro y la depresión económica, y, después de la crisis de 1929, también por la alta burguesía. Así pues, la llegada al poder del nazismo se realizó desde la legalidad democrática y significó el fin de la República de Weimar y la instauración de un régimen totalitario. 2. LA ALEMANIA NAZI. La década de los años veinte fue un período de relativa estabilidad para la República alemana de Weimar gracias al apoyo financiero norteamericano, a través del Plan Dawes. Durante estos años, el Partido Nazi, liderado por A. Hitler, había conseguido un elevado número de afiliados, aunque no tenía una numerosa representación parlamentaria. En este período, el partido se estructuró basándose en una fuerte jerarquización y en la creación de secciones paramilitares como medio de presión. En 1921, se fundaron las Sturmabteilungen (S.A.) o tropas de asalto y, en 1928, las Schutzstaffeln (S.S.) o brigadas de protección, como guardia personal de Hitler, convertido en jefe único y carismático, que había sentado las bases de la ideología nazi en un libro titulado Mein Kampf. Por otra parte, también se fundaron otras organizaciones, como las Juventudes Hitlerianas, para integrar al individuo en el partido desde edades tempranas y en todos los sectores de la sociedad. 2.1. LA LLEGADA AL PODER. El Partido Nazi empezó a obtener resultados favorables en las elecciones al Parlamento a raíz de la crisis económica de los años treinta, cuando las bases sociales que apoyaban la República se desestabilizaron y el gobierno democrático no supo dar una respuesta eficaz. Ante este panorama, el Partido Nazi consiguió el apoyo, por una parte, de las clases medias y de los obreros y campesinos en paro, buscando culpables en los marxistas y los judíos y, por otra, de los sectores financieros y militares, que veían en Hitler al único defensor del orden social amenazado y el único capaz de mantener la estabilidad política (doc. 2). En medio de un fuerte clima de violencia y desórdenes provocado por grupos paramilitares, el Partido Nazi obtuvo su primer éxito electoral en 1930, fecha en que consiguió 107 escaños en el Parlamento, frente a los 12 que había obtenido en mayo de 1928. 102 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 En las elecciones posteriores, el número de escaños fue aumentando, aunque sin llegar a la mayoría absoluta, que consiguieron en 1933 gracias al apoyo de los partidos conservadores y nacionalistas ante el temor del ascenso comunista. En 1933, el presidente Hindenburg nombró canciller de la República a Hitler, con lo que el Partido Nazi había conseguido el gobierno de Alemania por la vía democrática. Entre 1933 y 1934, el partido se fue afianzando en el poder, aprovechando la inestabilidad política y la crisis económica, y alejándose cada vez más de la legalidad democrática. Se creó la Geheime Staatspolizei (Gestapo), un cuerpo de policía secreta destinado a controlar y eliminar la oposición política; se gobernó mediante decretos; se prohibieron los partidos políticos; se limitó el derecho de reunión y la libertad de prensa y se multiplicó el clima de violencia. Esto impidió que la oposición pudiera enfrentarse libremente a los nazis, que se convirtieron en partido único, cuya estructura fue transferida a la administración del Estado. Por otra parte, Hitler reforzó su poder en el partido, eliminando a los elementos más izquierdistas, representados por los dirigentes de las S.A., que fueron asesinados en la llamada noche de los cuchillos largos (30 de junio de 1934). El 2 de agosto de 1934, tras la muerte del presidente Hindenburg, acumuló todas las funciones presidenciales, proclamándose führer (caudillo) e instaurando el III Reich (III Imperio), una dictadura. 2.2. EL ESTADO NAZI. El Partido Nazi controlaba el Estado, con Hitler como líder indiscutible, eliminando toda oposición en la administración y el ejército a través de una política de terror indiscriminado protagonizada por la Gestapo y las S.S. (policía militarizada que ocupaba las funciones de las antiguas S.A.), cuerpos policiales dirigidos por H. Himmler. También se intensificó la política antisemita, ya que el nazismo consideraba que el pueblo alemán era una raza superior y sólo la depuración racial permitiría agrupar a una nación que tenía como misión histórica dominar el mundo. En 1935, se dictaron las leyes de Nuremberg, que desposeyeron de derechos a los judíos, incluido el de la nacionalidad alemana. A finales de 1938, en la llamada noche de cristal, se produjo un gran ataque contra los judíos, que marcó el inicio de una persecución sistemática contra ellos, que durante la Segunda Guerra Mundial dio lugar a lo que se ha llamado holocausto judío. Para conseguir la sumisión del pueblo alemán a la ideología nazi, además de la política de terror llevada a cabo por la policía, se utilizó la propaganda y se controlaron los medios de comunicación, la educación y la cultura, con una eficaz política dirigida por J. Goebbels. Además, el régimen consiguió numerosos partidarios gracias a su política económica intervencionista y autárquica, llevada a cabo por H. Goering. La construcción de grandes obras públicas y la potenciación de la industria pesada, química y armamentística, significaron la recuperación económica y el descenso del paro, a la vez que permitían a Alemania prepararse para la guerra. El intervencionismo estatal también significó la prohibición del sindicalismo y la creación de organismos en los que se integraba a patronos y obreros. La política exterior se caracterizó por el expansionismo, que el Estado nazi justificaba por la necesidad de buscar el espacio vital que la nación alemana necesitaba para desarrollarse demográfica y económicamente. Esto explica que se buscara la anexión de los territorios de Europa oriental, rompiendo los acuerdos establecidos en el Tratado de Versalles y estableciendo un clima propicio para el estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuya causa inmediata fue la invasión de Polonia, en 1939. 103 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 104 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 105 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 TEMA 11. LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y SUS CONSECUENCIAS 106 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1. INTRODUCCIÓN. Los nuevos problemas internacionales desembocaron, en apenas veinte años, en otro enfrentamiento bélico de dimensiones mundiales. Durante seis largos años 1939‐1945, se escribieron las páginas más lamentables en la historia de la humanidad: terribles enfrentamientos bélicos, aterradores bombardeos aéreos sobre poblaciones civiles, lanzamiento de bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, holocausto judío, etc. Hablamos de la II Guerra Mundial, en singular, pero en realidad hubo dos guerras diferenciadas por su localización geográfica: La desarrollada en Europa y el norte de África. La guerra en el Extremo Oriente o guerra del Pacífico. 2. PAÍSES BELIGERANTES Y PAÍSES NEUTRALES. Países Aliados Potencias del Eje Países Neutrales Reino Unido Alemania España Estados Unidos Italia Irlanda Unión Soviética Japón Turquía Francia (libre) Hungría Suecia China Eslovaquia Suiza Commonwealth Finlandia Portugal América Latina Croacia Rumanía Bulgaria 107 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Por diversas razones (políticas, económicas, ideológicas), algunos países permanecieron neutrales a lo largo de los seis años de guerra. En el caso de España sus simpatías hacia las potencias del Eje (Alemania e Italia, sobre todo), así como el envío de tropas ‐la División Azul‐ al frente ruso en apoyo de los alemanes, cuestionan esa neutralidad. 3. ARMAMENTO. El potencial militar de los contendientes durante la II Guerra Mundial era muy desigual al comenzar la guerra. Alemania ‐fruto del esfuerzo de los años previos‐ tenía una clara superioridad militar terrestre y aérea: 13 millones de soldados, 139 divisiones, 3.500 tanques y 5.200 aviones. En el mar, por el contrario, la superioridad correspondió al Reino Unido, al disponer de unidades más modernas y de mayor tonelaje. A lo largo del conflicto predominarán las armas ofensivas, dando una mayor movilidad al desarrollo de la guerra. El tanque fue una de las armas más utilizadas (sobre todo en la guerra en Europa y el norte de África). El avión cobró gran importancia, tanto para el ataque ‐bombardeos aéreos‐ como para el transporte de tropas y equipos militares. Y los submarinos. Muy relacionado con la aviación, hay que destacar el papel desempeñado por los portaaviones y los paracaidistas. Al final de la guerra ‐y como resultado de la investigación con fines militares‐ se utilizaron armas autopropulsadas: las bombas volantes V‐1 y V‐2 alemanas, y las bombas nucleares lanzadas por EE.UU. contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki (agosto de 1945). 4. CRONOLOGÍA: PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS. Años previos a la guerra. 1931 Septiembre Japón invade Manchuria Enero Firma del pacto de no agresión entre Finlandia y la Unión Soviética Noviembre Elecciones en Alemania. El partido nazi obtiene el 33% de los votos Enero Adolf Hitler es nombrado canciller de Alemania Marzo Elecciones en Alemania. El partido nazi obtiene el 44% de los votos. La Ley de Plenos Poderes otorga a Hitler poderes dictatoriales 1932 1933 108 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 1934 Septiembre Firma del pacto de no agresión entre Italia y la Unión Soviética Agosto Fallece el presidente alemán Hindenburg. Hitler se convierte en canciller y “führer” Septiembre Aprobación de las leyes de Nuremberg (defensa de la pureza de sangre aria) Octubre Italia invade Abisinia Julio Comienza la guerra civil española Noviembre Firma del pacto Anticomintern entre Alemania y Japón Julio Japón comienza la invasión de China Agosto Firma del pacto de no agresión entre China y la Unión Soviética Noviembre Incorporación de Italia en el pacto Anticomintern (Alemania y Japón) Marzo Anexión alemana de Austria (Anschluss) Septiembre Conferencia de Múnich. Reunión de Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier para tratar el tema de las aspiraciones alemanas en Checoslovaquia Octubre Cesión a Alemania del territorio de los Sudetes Marzo Ocupación militar alemana de Checoslovaquia. Creación del Protectorado de Bohemia y Moravia. Anexión alemana del territorio de Memel (Lituania) 1935 1936 1937 1938 1939 Finaliza la guerra civil española con la victoria del general Franco. Abril Italia invade Albania Mayo 109 Pacto de amistad y alianza entre Alemania e Italia (Pacto de acero) © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Agosto Pacto de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética, con cláusulas secretas Años de guerra. Alemania invade Polonia. Septiembre El Reino Unido, Francia, Australia, Nueva Zelanda y Canadá declaran la guerra a Alemania. 1939 La Unión Soviética invade Polonia oriental. Noviembre La Unión Soviética invade Finlandia. Marzo Finaliza la guerra entre Finlandia y la URSS. Pacto de Moscú. Abril Alemania ocupa Dinamarca e invade Noruega (abril‐junio). Churchill es nombrado primer ministro del Reino Unido. Mayo Holanda se rinde a los alemanes. Evacuación de tropas aliadas en Dunkerque. Rendición de Noruega. 1940 Junio Inicio de la Batalla de Francia. Los alemanes ocupan París (14 de junio). Armisticio franco‐alemán en Compiègne. El general Charles de Gaulle representa a la Francia libre. Italia declara la guerra a Francia y al Reino Unido. La URSS invade Lituania, Letonia y Estonia. Comienza la Batalla de Inglaterra. Julio En Francia, Petain obtiene poderes dictatoriales. Italia invade la Somalia británica. Agosto La URSS se anexiona los estados bálticos. 110 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Italia ataca Egipto. Septiembre Japón firma el Pacto Tripartito con Alemania e Italia. Alemania se anexiona Luxembugo. Octubre Italia ataca Grecia. Noviembre Hungría, Rumanía y Eslovaquia se adhieren al Pacto Tripartito. Diciembre Derrotas italianas en el norte de África. Alemania comienza su intervención militar en la zona. Febrero Llegada del general alemán Rommel a Trípoli. Bulgaria y Yugoslavia firman el Pacto Tripartito. Marzo Las tropas británicas desembarcan en Grecia. Ataque y ocupación alemana de Yugoslavia. Abril Mayo Rendición de Grecia. Las tropas británicas evacuan Grecia rumbo a Creta. Los alemanes desembarcan en Creta con la consiguiente retirada de las tropas británicas. 1941 Operación Barbarroja, Alemania invade la URSS. Junio Finlandia y Hungría declaran la guerra a la URSS. Julio Reino Unido y la URSS firman un tratado de ayuda mutua. Septiembre Tropas alemanas rodean la ciudad de Leningrado y ocupan Kiev. Octubre Ataque alemán a Moscú. Los japoneses atacan Pearl Harbor, Filipinas, Malasia y Tailandia. Diciembre Estados Unidos y el Reino Unido declaran la guerra a Japón. 111 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Alemania, Italia, Rumanía, Hungría y Bulgaria declaran la guerra a los Estados Unidos. Japón ocupa Birmania. Firma de la Declaración de las Naciones Unidas. Enero Japón invade Borneo, Nueva Guinea y las Islas Salomón. Febrero Singapur se rinde a las tropas japonesas. Batalla del Mar de Java. Marzo Invasión japonesa de Java. El Reino Unido invade Madagascar. Mayo Batalla del Mar del Coral. Japón ocupa Filipinas. Batalla de Midway. Junio Rommel participa en las batallas de Egipto. 1942 Estados Unidos desembarca en la isla de Guadalcanal. Agosto Roosevelt y Churchill firman la Carta del Atlántico (principios comunes de la política de ambos países). Septiembre Tropas alemanas ocupan Stalingrado. Octubre Batalla de Stalingrado. Los ejércitos aliados desembarcan en el noroeste de África. Noviembre Ocupación alemana de la Francia de Vichy. Ataque soviético a Stalingrado. Conferencia de Casablanca (estrategia común de los aliados). Enero Entrada de los aliados en Trípoli. 1943 Evacuación japonesa de Guadalcanal. Febrero El ejército británico entra en Túnez. 112 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Rendición alemana en Stalingrado Batalla del mar de Bismarck. Marzo Las fuerzas aéreas británicas bombardean la zona del Ruhr. Abril Sublevación del gueto judío de Varsovia. Mayo Rendición de las potencias del Eje en Túnez. Junio Bombardeos de las ciudades alemanas Dusseldorf y Colonia. Invasión aliada de Sicilia. Julio Bombardeo aliado de Hamburgo. Caída de Mussolini. Tropas alemanas ocupan Roma. Italia se rinde a los aliados. Septiembre Finlandia firma un armisticio con los aliados. Liberación de Mussolini por los alemanes y creación de la República Social Italiana (fascista, en el norte). Octubre Italia declara la guerra a Alemania. Ocupación soviética de Kiev. Noviembre Bombardeo británico de Berlín. Conferencia de Teherán. Enero Liberación de Leningrado. Los soviéticos entran en Rumanía. 1944 Marzo Ocupación alemana de Hungría. Bombardeo de Nuremberg. 113 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Abril Charles de Gaulle toma el mando de las fuerzas de la Francia libre. Mayo Ocupación soviética de Sebastopol. Liberación de Roma. Junio Desembarco aliado en Normandía. El ejército soviético ataca Finlandia. Julio Fracasa el atentado contra Hitler. Agosto Liberación de París. Armisticio entre la URSS y Finlandia. Septiembre Los aliados entran en Holanda. Los aliados entran en Grecia. Octubre Los japonenses utilizan ataques kamikazes frente a la superioridad de los norteamericanos. Liberación de Atenas. Comienzo de la guerra civil en Grecia. Diciembre Hungría declara la guerra a Alemania. Ofensiva alemana en las Ardenas. Enero Varsovia es ocupada por las tropas soviéticas. Conferencia de Yalta. Febrero Desembarco estadounidense en Iwo Jima. Bombardeos aliados sobre Dresde y Tokio. 1945 Desembarco norteamericano en Okinawa. Abril El presidente norteamericano Roosevelt fallece, le sucede Henry Truman. Ataque del ejército soviético a Berlín. 114 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Las tropas alemanas en Italia se rinden. Petain es detenido. Mussolini es ajusticiado por los partisanos y expuesto en Milán. Hitler se suicida en Berlín junto a Eva Braun. Mayo Nueva Guinea es ocupada por las tropas australianas. Junio Pruebas atómica en Los Álamos (EE.UU.). Julio Conferencia de Potsdam. Japón debe rendirse incondicionalmente. Aviones estadounidenses lanzan bombas nucleares sobre las ciudades japonesas de Hiroshima (6 de agosto) y Nagasaki (9 de agosto). Agosto La URSS declara la guerra a Japón e invade Manchuria, Corea, las islas Kuriles y Sakhalin. Septiembre Rendición incondicional de Japón (2 de septiembre). Noviembre Inicios de los juicios de Nuremberg. 5. EVOLUCIÓN DEL CONFLICTO BÉLICO. La II Guerra Mundial empieza en septiembre de 1939, con la invasión alemana de Polonia y la declaración de guerra del Reino Unido y Francia a Alemania Y termina en septiembre de 1945, con la rendición incondicional de Japón. Durante esos seis años atraviesa tres etapas fundamentales. Al principio, la guerra se desarrolla en Europa y casi todos los países sucumben al poderío alemán. En la segunda, el conflicto alcanza dimensiones mundiales al verse implicados en el conflicto países como Estados Unidos, la Unión Soviética y Japón, entre otros muchos. Finalmente, desde 1942‐1943 los ejércitos aliados invierten el signo de la guerra, hasta la victoria total. 5.1. PRIMERA ETAPA (1939‐1940). LA GUERRA EN EUROPA: OFENSIVA DE ALEMANIA. Guerra relámpago: Alemania ocupa Polonia, Noruega y Dinamarca, Holanda, Bélgica y Luxemburgo. 115 © Departamento de Geografía e Historia HistoriadelMundoContemporáneo 2014‐15 Batalla de Inglaterra: Las fuerzas aéreas alemanas realizan bombardeos sistemáticos sobre las ciudades británicas. La Unión Soviética, fruto de pacto en 1939 con Alemania, ocupa a lo largo del año 1940 los siguientes territorios: parte de Polonia, Finlandia, Estonia, Lituania, Letonia y las regiones rumanas de Besarabia y Bucovina. 116 © Departamento de Geografía e Historia 5.2. SEGUNDA ETAPA (1940‐1941). UNIVERSALIZACIÓN DE LA GUERRA. Italia se moviliza junto a Alemania tras la ocupación de Francia (1940). Expansión italiana y alemana por el Mediterráneo. Inicio de la invasión alemana de la Unión Soviética (junio de 1941), en la conocida Operación Barbarroja. La URSS declara la guerra a Alemania y entra a formar parte del bloque aliado. Ataque japonés a Pearl Harbor (diciembre de 1941). Estados Unidos y el Reino Unido declaran la guerra a Japón y el primero entra a formar parte del bloque aliado. Página 117 de 142 5.3. TERCERA ETAPA (1942‐1945). OFENSIVA ALIADA Y FINAL DE LA GUERRA. 1942. Continuación de las ofensivas de las potencias del Eje y comienzo de la contraofensiva aliada en el Pacífico, Norte de África y Europa. 1943. Finalización del frente en el Norte de África, con la victoria de los aliados. Ofensiva aliada en Italia, contraofensiva soviética que recupera casi la totalidad de su territorio ocupado por los alemanes, y de Estados Unidos en el Pacífico contra Japón. 1944. Ofensiva aliada en los distintos frentes: Avance de la Unión Soviética en el este de Europa; ocupación aliada de parte de Italia; desembarco aliado en las costas de Normandía y posterior liberación de Francia, Dinamarca, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. 1945. Ocupación del norte de Italia; rendición de Alemania (mayo) y de Japón (septiembre). Página 118 de 142 6. CONSECUENCIAS. Los historiadores han señalado que los efectos de la guerra fueron más allá de los campos de batalla. Afectaron a todos los ámbitos de la realidad. En síntesis, podemos agrupar las consecuencias de la II Guerra Mundial en cuatro grandes aspectos: 6.1. CONSECUENCIAS SOCIALES. Elevado número de pérdidas humanas: Las mayores que una guerra ha producido en toda la historia. Se calcula que perdieron la vida entre cincuenta y sesenta millones de personas, principalmente víctimas civiles. La Unión Soviética y Polonia fueron los países más castigados en ese sentido. Holocausto judío: Se calcula que seis millones de judíos fueron asesinados por el régimen nazi en Europa. Modificación del mapa étnico europeo: Importantes desplazamientos de la población fruto de los cambios fronterizos. Se favorece el proceso de emancipación de las mujeres. 6.2. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS. Destrucción de ciudades, infraestructuras y campos de cultivo. Debilitamiento de las economías nacionales europeas frente al fortalecimiento de la estadounidense. 6.3. CONSECUENCIAS TERRITORIALES. El nuevo mapa se fija en las distintas conferencias internacionales por los aliados. Países que ven modificadas sus fronteras: Reducen territorio: Alemania, Japón, Italia y Bulgaria. Amplían territorio: Unión Soviética, Polonia, Yugoslavia y Grecia. Debilitamiento de los grandes imperios coloniales. 6.4. CONSECUENCIAS POLÍTICAS. Reducción de las monarquías europeas. Empuje del socialismo democrático. Declive del poder de Europa frente a la afirmación del potencial de Estados Unidos y la Unión Soviética. Bipolarización del mundo. Página 119 de 142 TEMA 12. EL MUNDO ACTUAL Página 120 de 142 1. LA GUERRA FRÍA Y LA POLÍTICA DE BLOQUES. El final de la II Guerra Mundial originó a una nueva estructura de las relaciones internacionales: el sistema bipolar. Los dos grandes vencedores, EE UU y la URSS, se convertían en superpotencias y creaban sus respectivos bloques, integrando países en sus esferas de influencia mediante pactos económicos y militares. Durante la guerra, ambos habían colaborado para derrotar a los países del Eje. Pero obtenida la victoria, se convirtieron en rivales y enemigos. Tanto EE UU como la URSS aspiraban a extender por el mundo sus formas de organización económica, social y política. A ese largo enfrentamiento ‐con sus fases y oscilaciones‐ lo conocemos como la Guerra Fría. Se evitó a toda costa un enfrentamiento bélico directo entre los dos bloques, porque la existencia de armamento nuclear hubiera producido la destrucción de la vida sobre el planeta. La garantía de la paz, paradójicamente, dependía de la carrera armamentística y de un equilibrio basado en el terror. Hubo, sin embargo, muchos conflictos armados en la periferia del sistema. Durante esos años culminó el proceso de descolonización. Algunos de los nuevos Estados independientes pretendieron mantenerse al margen de los bloques y formaron el movimiento de los Países No Alineados. 1.1. ORÍGENES DE LA GUERRA FRÍA. Algunos historiadores remontan el origen de la Guerra Fría a la Revolución rusa de 1917, al crear el primer Estado socialista, alternativo al modelo capitalista dominante. Más aceptación tiene la tesis de su incubación durante la II Guerra Mundial, cuando la URSS y EE UU luchaban juntos contra el Eje, y su desarrollo tras la victoria de 1945. Las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética ‐con estructuras sociopolíticas antagónicas y una misma voluntad de expansión‐ entraban en un proceso de deterioro. En febrero de 1946 el funcionario de la embajada de Estados Unidos en Moscú, George F. Kennan, envió el “largo telegrama”. Alertaba de la necesidad de preparar una política de “contención” frente a los soviéticos, ante la intransigencia de su política exterior. En julio de 1947 amplió esa idea en la revista Foreign Affairs. Fue la base para la “doctrina Truman”, cuando la adoptó el presidente de los EE UU y la materializó en iniciativas concretas. La URSS respondió resucitando la III Internacional con el nombre de Kominform (Oficina Internacional de Información) en septiembre de 1947, para coordinar a los partidos comunistas bajo el liderazgo de Moscú. Andrëi Jdanov fue su primer ideólogo. Se estaban dibujando los frentes ideológicos de la Guerra Fría. 1.2. LA FORMACIÓN DE LOS BLOQUES. Dos guerras mundiales en tres décadas sumieron a Europa en una profunda crisis. De tener la hegemonía mundial pasó a convertirse en el centro del enfrentamiento entre las dos superpotencias. Símbolo máximo del conflicto fue Alemania. En 1945 fue ocupada militarmente por los aliados y dividida en cuatro zonas. Al final, el choque entre los ocupantes occidentales y soviéticos ‐tras el bloqueo de Berlín de 1948‐ llevó a la división de Alemania en dos Estados diferentes en 1949: la República Federal Alemana (capitalista) y la República Democrática Alemana (comunista). Página 121 de 142 Para entonces, los países de la Europa del Este ‐en su mayoría liberados por las tropas de la URSS‐ habían implantado sistemas basados en el modelo soviético. Después, el sistema comunista se extendería a otros escenarios extraeuropeos. Se estaban formando los bloques, consolidados con alianzas económicas y militares: En el bloque occidental, fue decisivo el Plan Marshall (puesto en marcha en 1948) para la reconstrucción económica de Europa occidental. Como complemento militar, en 1949 se creó la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). En el bloque soviético, la respuesta consistió en el COMECON (Consejo Económico de Ayuda Mutua, 1949) y en el terreno militar el Pacto de Varsovia (1955). 1.3. EL MOVIMIENTO DE LOS PAÍSES NO ALINEADOS. El movimiento de los Países No Alineados se constituyó como alternativa a la política de bloques de la Guerra Fría. En sus inicios fue promovido por dirigentes como el mariscal Tito (Yugoslavia), Nehru (India) y Nasser (Egipto). La primera Conferencia tuvo lugar en Belgrado (Yugoslavia, 1961). Su objetivo principal consistió en conseguir que los países del Tercer Mundo (que estaban obteniendo su independencia en el proceso de la descolonización) quedaran fuera del enfrentamiento entre los bloques antagónicos. Participaron 25 países y se establecieron varios criterios para su admisión en el movimiento: Política de independencia y coexistencia pacífica. Apoyo a los movimientos de liberación nacional. No pertenencia a ninguna alianza militar o alianzas bilaterales con otra potencia. Impedir el establecimiento de bases militares en el territorio propio. En la Conferencia de El Cairo (Egipto, 1964) entraron muchos países africanos recientemente descolonizados. Los criterios de admisión se hicieron más flexibles, por la existencia en varios de ellos de alianzas con Gran Bretaña y Francia, e incluso bases de los EE UU. Página 122 de 142 1.4. ETAPAS Y CONFLICTOS. Dentro de la tipología de los conflictos y la violencia, la Guerra Fría responde a un caso de tensión. Fue una lucha geopolítica ‐encubierta bajo ideologías contrapuestas‐ que llevó a una escalada permanentemente alimentada. La Guerra Fría necesitaba tensiones continuas, basadas en un estado de alerta y desconfianza recíproca. Como todas las tensiones prolongadas, osciló entre momentos de tensión aguda y momentos de distensión. Según esos cambios de intensidad, podemos establecer tres etapas fundamentales. 1.4.1. LA PRIMERA GUERRA FRÍA (1947‐1962). La primera Guerra Fría empieza en 1947/1948 y concluye en 1962. Presenció los momentos de mayor enfrentamiento y riesgo entre los dos bloques. La primera fecha está marcada por el planteamiento del Plan Marshall y el bloqueo de Berlín y la división de Alemania en dos Estados. El final corresponde con la “crisis de los misiles” en Cuba (1962), cuando el mundo pareció estar al borde de un enfrentamiento nuclear entre EE UU y la URSS. Entre ambas fechas hubo conflictos relacionados directamente con la Guerra Fría, como la Guerra de Corea (1950‐53) o la invasión de Hungría por tropas del Pacto de Varsovia (1956). Otros problemas internacionales terminaron por caer en la política de confrontación de los bloques. Es el caso de los enfrentamientos bélicos entre el Estado de Israel (creado en 1948, con la partición de Palestina) y los países árabes o la crisis del Canal de Suez en 1956. La psicosis propia de la Guerra Fría tuvo también sus manifestaciones internas en cada bloque. En EE UU se dio el fenómeno de la “caza de brujas” y el McCarthysmo. En el bloque soviético, la segunda oleada de purgas de Stalin. 1.4.2. LA ÉPOCA DE LA “COEXISTENCIA PACÍFICA” (1963‐1978). La “coexistencia pacífica” fue el nuevo periodo de distensión que siguió a la solución diplomática de la “crisis de los misiles” por Kennedy y Jruschov. Se prolongó, con altibajos, hasta finales de los años setenta. Las relaciones entre los dos bloques tendieron a marginar el uso de la fuerza y favorecer un proceso de emulación. Tanto EE UU como la URSS (y sus respectivos aliados), pretendían demostrar universalmente las excelencias de su sistema. Reflejos simbólicos muy importantes de esa competición fueron los Juegos Olímpicos o la carrera espacial. Siguieron existiendo conflictos bélicos: la guerra de Vietnam y las que enfrentaron a Israel y los países árabes en 1967 y 1973, fueron las más destacadas. Pero se firmaron importantes acuerdos antiarmamentistas: de Prohibición de Pruebas Nucleares en el Espacio, de No Proliferación Nuclear y sobre armas estratégicas (SALT I ). El punto culminante de la distensión se alcanzó con la firma del Acta Final de la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea (Helsinki, 1975). Destacaron sus apartados sobre el desarme y la protección de los derechos humanos. Página 123 de 142 1.4.3. LA SEGUNDA GUERRA FRÍA (1979‐1989). Varios acontecimientos de 1979/1980 volvieron a incrementar la tensión internacional. Los más destacados fueron: la invasión de Afganistán por la URSS, la revolución islamista en Irán o la elección de Ronald Reagan como presidente de los EE UU, que acentuó la política anticomunista. Hablamos de una segunda Guerra Fría, pero debe subrayarse que careció de la agresividad de la primera. Y por dos motivos fundamentales: En muchos países se había desarrollado un movimiento de opinión popular pacifista, inexistente en los años iniciales de la Guerra Fría. A pesar de las declaraciones públicas agresivas de los dirigentes, siguió existiendo una actividad diplomática “subterránea” entre ambos bloques. La situación cambió nuevamente cuando Mijaíl Gorbachov accedió al poder de la URSS (1985). Tuvo que reconocer el agotamiento del sistema soviético y su incapacidad para seguir compitiendo con el mundo occidental. Su política de la Perestroika favoreció la distensión internacional y, en última instancia, llevó a la caída del muro de Berlín en 1989 y a la desintegración de la URSS en 1991. 2. LA DESCOLONIZACIÓN. Hace apenas un siglo, Asia y África estaban divididas en colonias controladas por los países europeos. Países como Gran Bretaña, Francia, Holanda y Portugal se repartieron los territorios y construyeron imperios basados en su poder militar y económico como metrópolis y en la explotación de los recursos de las sociedades coloniales. Un rápido proceso descolonizador desmanteló, al menos parcialmente, aquella realidad. Empezó limitadamente después de 1918 y fue imparable tras la II Guerra Mundial. Las nuevas condiciones históricas afectaron tanto a las metrópolis como a las colonias, donde se desarrollaron los movimientos independentistas. El proceso se hizo con bastante rapidez. A veces comportó guerras muy violentas. Otras, por la vía pacífica. Los nuevos países independientes asiáticos y africanos entraron a formar parte del llamado mundo subdesarrollado. Son excepciones los que han alcanzado un verdadero desarrollo. Muchos de los conflictos actuales tienen su origen en las condiciones en que se hizo la descolonización. Además, las antiguas formas de dominación colonialista han sido sustituidas por nuevos mecanismos de control, sobre todo económicos. Mención aparte merecen la descolonización en el Próximo Oriente y la de los países que se engloban genéricamente ‐atendiendo a su identidad religiosa‐ en el mundo islámico. 2.1. EL PROCESO DESCOLONIZADOR. El proceso descolonizador respondió al desarrollo de movimientos independentistas. Influidos, en parte, por las ideas liberadoras llegadas de las metrópolis, sus luchas hicieron posible la descolonización. Pero fue necesario, además, que concurrieran varias circunstancias históricas: Página 124 de 142 La experiencia de las dos guerras mundiales. Las colonias comprobaron la debilidad de sus metrópolis, al presenciar el enfrentamiento entre ellas. Y comparativamente, adquirieron conciencia de su fuerza. Al término de ambas guerras, se crearon instituciones internacionales que lo facilitaron. La Sociedad de Naciones (1919) liquidó las posesiones turcas y alemanas y las encomendó como “mandatos” a franceses y británicos. Más importancia aún ha tenido la ONU (1945) al recoger el “derecho de autodeterminación de los pueblos” en situaciones de dominio colonialista. Las dos superpotencias ‐EE UU y la URSS‐ defendieron la descolonización (aunque en la práctica se comportasen como verdaderos “imperios”). En la conciencia liberal estadounidense pesaba la idea de su condición de antigua colonia británica. La URSS, como Estado socialista se oponía (en teoría) a cualquier forma de opresión de unos pueblos sobre otros. Cambios en la economía mundial presentaron más “rentable” la independencia política de las colonias ‐siguiendo controlando sus recursos‐ que seguir manteniendo un entramado de elevados costes materiales y humanos. 2.1.1. BALANCE. La descolonización creó el espejismo del desarrollo para los nuevos países. La realidad ha sido muy distinta. La mayoría de las antiguas colonias han pasado a formar parte del mundo subdesarrollado. El balance es, por tanto, poco alentador. Varios hechos han contribuido a esto: Los nacionalismos fueron necesarios para las independencias. Pero una vez logradas éstas, se han convertido en fuentes de conflictos e inestabilidad política. (Esto es especialmente grave en sociedades mal integradas o muy divididas étnica e incluso tribalmente). El poder político con frecuencia ha recaído en elites corruptas. En esas condiciones, muchas veces la ayuda exterior sirve para enriquecer a esos sectores, en un contexto de miseria generalizada. Existe la fácil tentación en los nuevos países de caer en una conciencia victimista, más adecuada para desviar la atención de los problemas reales y presentes, que para resolverlos. Hay cierta responsabilidad en las antiguas metrópolis al haber dejado sociedades enfrentadas, con límites territoriales artificiales, poco viables como Estados nacionales. Además, el imperialismo colonial ha sido sustituido por formas de dominación neoimperialistas, que han colocado a los nuevos países en situación de dependencia (financiera, comercial y tecnológica). 2.2. ASIA. Gran Bretaña, Holanda y Francia fueron las tres potencias colonialistas más destacadas en Asia. La independencia de sus colonias tuvo rasgos peculiares en cada caso. En el de Gran Bretaña el proceso se adelantó y fue relativamente pacífico. India alcanzó su independencia en 1947, pero a costa de la separación de Pakistán (país de población musulmana). Le siguieron Birmania, Ceilán (que pasó a llamarse Sri Lanka) en 1948 y Malasia en 1957. En Indonesia, el dirigente nacionalista Sukarno proclamó la independencia tras la retirada japonesa. Holanda se vio obligada a reconocerla en 1949. El caso más complicado y violento fue el de la Indochina francesa. La invasión japonesa favoreció el surgimiento de un movimiento nacionalista, encabezado por el líder comunista Ho Chi Ming. Su proclamación de la República Democrática de Vietnam le llevó a una cruenta guerra con Francia, derrotada en Dien Bien Phu (1954). Página 125 de 142 La antigua Indochina se dividió en tres Estados: Vietnam, Camboya y Laos. Vietnam, a su vez, fue dividido provisionalmente en espera de un referéndum. En el sur se resistieron a la unificación y buscaron el apoyo de EE UU, que tomaron el relevo de los franceses (en plena Guerra Fría). La guerra de Vietnam duró diez años, hasta la caída de la capital, Saigón, en poder de los comunistas (1975). 2.2.1. LA INDEPENDENCIA DE LA INDIA. La descolonización india partió de dos organizaciones: el Congreso Nacional Indio (creado en 1885) y la Liga Musulmana (1906). Sus planteamientos eran inicialmente moderados. Recogían la opinión de elites profesionales y burguesas ‐educadas a veces en la metrópoli‐ frente a los abusos más notorios de la dominación británica. Los efectos de la I Guerra Mundial y el liderazgo carismático del Mahatma Gandhi consiguieron ampliar el movimiento nacionalista. Con sus acciones basadas en la no violencia y la desobediencia civil, Gandhi le dio un carácter de masas, implicando a todos los sectores de la población. En los años 30, bajo la dirección del pandit Nehru, el Partido del Congreso pedía ya la independencia plena. A la lucha contra el dominio británico, se añadió la violencia creciente de los conflictos entre hindúes y musulmanes, que reclamaban la creación de un Estado propio. La debilidad de la metrópoli durante la II Guerra Mundial fue aprovechada por la India para alcanzar su independencia. La retirada británica se produjo en 1947 y el territorio quedó dividido en dos Estados en función de su identidad religiosa: India y Pakistán. Los actos violentos se multiplicaron y hubo traslados masivos de población. Pakistán, a su vez, se dividió en dos sectores: el occidental y el oriental (convertido en 1971 en Bangladesh). Entre India y Pakistán el conflicto más persistente ha sido la reivindicación común sobre Cachemira. 2.3. ÁFRICA. El proceso descolonizador empezó en la zona del Magreb, con población musulmana. Libia, Marruecos (en poder de Francia y España) y Túnez consiguieron sus independencias en los años 50. En esta zona, el gran problema se planteó con Argelia, donde vivía un millón de franceses (los pieds noirs) que se resistían a abandonar el territorio. Una guerra larga y cruenta (1954‐1962) produjo la caída de la IV República y la vuelta al poder del general De Gaulle. El África negra se descolonizó con bastante rapidez. En el año 1960 muchos países accedieron a la independencia: Nigeria, Mauritania, Camerún, Chad... Otros lo hicieron a lo largo de la década. En el antiguo Congo belga, al retirarse la metrópoli europea en 1959, estallaron fuertes conflictos internos y luchas por el poder. Al final se logró mantener su unidad territorial y en 1971 adoptó el nombre de Zaire. Casos especiales fueron las independencias de la República Sudafricana (1961) y Rhodesia (1965). Las declaró unilateralmente la minoría blanca ‐que ya ejercía el control‐ y siguió practicando el apartheid frente a la población negra. Las últimas colonias de cierta importancia que alcanzaron la independencia fueron las portuguesas: Angola y Mozambique (1975). Lo hicieron después de que cayese la dictadura en la metrópoli, tras la “revolución de los claveles”. Página 126 de 142 2.4. PRÓXIMO ORIENTE. La mayoría de los países del Próximo Oriente pertenecieron al imperio turco. Después de la I Guerra Mundial, con su desmembración, se convirtieron en mandatos y protectorados británicos y franceses. Con los años, fueron obteniendo su independencia. En el caso de Palestina, en 1920 pasó a ser controlada por Gran Bretaña. El movimiento sionista favoreció la instalación de judíos en el territorio, habitado en su mayoría por musulmanes. La convivencia entre ambos grupos fue cada vez peor. Tras la II Guerra Mundial, el impacto del genocidio nazi movió a la opinión pública en favor de la creación de un Estado judío. Gran Bretaña se vio incapaz de sostener la situación en la zona y pasó el problema a la ONU. La ONU, contando con el acuerdo de EE UU y de la URSS, dividió el territorio palestino en dos zonas en 1947. Al año siguiente, los británicos concedían la independencia a Palestina y los judíos proclamaban por su cuenta el Estado de Israel (1948). Desde entonces, la región ha sido el foco de graves enfrentamientos entre Israel y los palestinos (apoyados por los países árabes). Los enfrentamientos llegan hasta hoy. Los más importantes han sido los conflictos armados de 1948 y 1956, la “guerra de los seis días” (1967), la “guerra del Yom Kippur” (1973), la extensión del conflicto al Líbano (a partir de 1975), las intifadas de 1987 y 2000, etc. Página 127 de 142 2.5. EL MUNDO ISLÁMICO. Está formado por unos treinta países donde la religión islámica es la mayoritaria. Representan más de 1.000 millones de personas. Se extienden desde Senegal y Marruecos (en el extremo occidental) hasta Indonesia (en el oriental). Es una realidad muy heterogénea. Hay países ricos por sus grandes reservas de petróleo y otros que carecen de recursos naturales. Pero ninguno puede considerarse plenamente desarrollado y con un sistema democrático. Las desigualdades sociales y la persistencia de tradiciones incompatibles con la democracia, así lo ponen de manifiesto. En las últimas décadas se han desarrollado movimientos de radicalismo islámico, que dificultan aún más el desarrollo de sus sociedades. El radicalismo se presenta como enemigo de lo occidental y en muchos casos constituye un refugio frente a la corrupción de las elites dirigentes de sus Estados. Su origen es doble: Chií, de carácter “revolucionario”. Triunfó en Irán bajo el liderazgo del ayatollah Jomeini al implantar la primera república islamista en 1979. Sunní, de carácter conservador. Su poder de irradiación proviene sobre todo de Arabia Saudita. 3. EL MUNDO COMUNISTA. La URSS fue el único país comunista del mundo hasta la II Guerra Mundial. Pero a partir de 1945, su sistema se extendió con rapidez, basándose en el enorme prestigio logrado en la derrota del nazismo. La mayoría de los países de la Europa del Este habían sido liberados de la ocupación alemana por la intervención de la URSS. Su presión fue decisiva en la implantación de un sistema de tipo soviético. Sólo Yugoslavia y Albania implantaron el comunismo por sus propios medios, lo que les permitió una mayor autonomía frente a la URSS. Los nuevos regímenes fueron llamados “democracias populares” (para diferenciarlos de las “democracias burguesas” de Europa occidental y EE UU). Eran dictaduras centralizadas de partido único, represoras de cualquier disidencia, con una rígida planificación económica estatal y la agricultura colectivizada. Quedaron en situación de satélites de la URSS, mediante acuerdos económicos y militares. El mundo comunista se extendió por varios países asiáticos ‐Corea del Norte, China, con el triunfo de la revolución de Mao en 1949‐ y del África descolonizada. En América, Cuba ‐tras la revolución castrista de 1959‐ se decantó por el modelo soviético. Los regímenes comunistas de la Europa del Este y la URSS cayeron en 1989‐1991, pasando a adoptar el modelo capitalista y liberal. Hoy sólo sobreviven los de China (que vive una situación muy peculiar), Corea del Norte y Cuba. Página 128 de 142 3.1. LA URSS DESDE 1945. Podemos señalar varias etapas: Los últimos años de Stalin (hasta 1953). El sistema comunista se extendió por muchos países después de la II Guerra Mundial y el estalinismo conservó sus características ya conocidas. Los años de limitada apertura de Jruschov (1956‐1964): presenciaron la “desestalinización” y un cambio de los comportamientos de los dirigentes. El periodo de estancamiento, crisis del sistema y gerontocracia, a los que se llegó bajo el mandato de Breznev, y sus breves sucesores Andrópov y Chernenko (hasta 1985). La experiencia de la perestroika de Gorbachov, motivada por la situación de crisis interna y por la imposibilidad de continuar la competición con EE UU y sus aliados occidentales. En lugar de conseguir la “reestructuración” del sistema ‐como pretendía‐ supuso su liquidación. La URSS dejaba de existir en diciembre de 1991. 3.1.1. LA APERTURA DE JRUSCHOV. La sucesión de Stalin, tras su muerte en 1953, fue un proceso complejo del que surgió como nuevo mandatario Nikita Jruschov. Su política se caracterizó por los siguientes hechos: Una denuncia de los crímenes de Stalin en el XX Congreso del PCUS (1956). Era el planteamiento de la “desestalinización”, que supuso una relativa apertura y el abandono del terror masivo de los años anteriores. Introducción de cambios económicos, para dar prioridad a la producción de bienes de consumo. Mayor acercamiento de los gobernantes del Partido Comunista al pueblo. Inicio de una etapa de distensión en las relaciones con los EE UU. Superada la “crisis de los misiles” cubanos, se concretó en la coexistencia pacífica. Su política de apertura se quedó a mitad camino y acabó produciendo una insatisfacción generalizada en el país. En octubre de 1964 fue relevado de sus funciones. 3.1.2. BREZNEV: ESTANCAMIENTO Y CRISIS. El sucesor de Kruschev fue Leónidas Breznev. Bajo su largo mandato (1966‐1982) se paralizaron las reformas y se produjo una clara involución. La economía entró en una fase de estancamiento e incluso retroceso, que reveló graves problemas estructurales del sistema soviético en los años 70 y primeros 80: Mal funcionamiento de la planificación centralizada: faltaban mecanismos para tomar decisiones adecuadas y controlar la producción. Carencia de incentivos económicos para los trabajadores, que facilitaba el absentismo laboral. Dificultades para la innovación tecnológica, muy grandes si establecemos una comparación con las economías occidentales. Gasto militar insostenible: en los años 70 llegó al 15 % del PIB. El despilfarro dificultaba la inversión en sectores más productivos. El resultado fue una acentuación de los problemas sociales y un descontento creciente de la población. El Estado soviético cada vez daba menos prestaciones y en peores condiciones. En política exterior, Breznev impuso la doctrina de la “soberanía limitada” con relación a sus países “satélites”: intervención militar en Praga (1968). Página 129 de 142 La URSS estaba gobernada por una gerontocracia. Sus sucesores, Andrópov y Chernenko (1982‐1985), llegados al poder a una edad avanzada, fallecieron antes de desarrollar sus políticas. 3.1.3. DE LA PERESTROIKA DE GORBACHOV A LA DESINTEGRACIÓN. La elección de Mijaíl Gorbachov como Secretario General del PCUS rompía la gerontocracia anterior. El nuevo dirigente reconoció el estancamiento y la necesidad de introducir reformas. Al principio de forma gradual y desde 1987 mediante la perestroika (“reestructuración”) y la glásnost (“transparencia”). Produjo cambios importantes en tres ámbitos: Económico: leyes de Empresas del Estado y de Cooperativas, que rompían la planificación burocrática y centralizada. (La proliferación de cooperativas fue la base del enriquecimiento de una minoría que posteriormente desarrolló un “capitalismo salvaje”, muchas veces mafioso). Político: elecciones con reconocimiento de fuerzas independientes del PCUS. Al final, se rechazó el concepto de “dictadura del proletariado” y se limitó el “papel dirigente” del Partido en la dirección de la sociedad. Política exterior: distensión con Occidente, que preparó el final de la Guerra Fría. Y el llamado “nuevo pensamiento”, por el que se reconoció la libertad de cada pueblo a “elegir su propio destino”. Eso permitiría las transiciones en la Europa del Este. La política reformista de Gorbachov, en lugar de “reestructurar” el sistema soviético, llevó a su desintegración. El Estado se colapsó, tanto en sentido interno (dejó de satisfacer las necesidades de sus ciudadanos), como externo (ruptura de los vínculos entre las repúblicas que lo integraban). En diciembre de 1991, Gorbachov perdía todos sus cargos y la URSS desaparecía. 3.2. EUROPA DEL ESTE. Los países englobados bajo la denominación de Europa del Este son poco homogéneos. Entre ellos hay notables diferencias basadas en su tradición cultural, sus vínculos al mundo occidental u oriental, su grado de desarrollo económico y político, etc. El especialista Carlos Taibo (en Crisis y cambio en la Europa del Este, 1995) los agrupa así: El norte: la República Democrática Alemana, Checoslovaquia, Hungría, y las dos repúblicas septentrionales de Yugoslavia: Eslovenia y Croacia. En el pasado habían conocido un desarrollo político y económico, y estaban más relacionados con Occidente. El sur: Rumania, Bulgaria, las restantes repúblicas yugoslavas y Albania. Caracterizados por un gran atraso económico, social y político. Antiguamente habían estado sometidas al dominio turco. Pero todos tienen en común el hecho de que ‐al término de la II Guerra Mundial‐ implantaron regímenes comunistas dependientes de la URSS (salvo en los casos de Yugoslavia y Albania, que gozaron de cierta autonomía). Página 130 de 142 3.2.1. LAS “DEMOCRACIAS POPULARES”. En las “democracias populares” de la Europa del Este se dieron unos rasgos comunes: La implantación de dictaduras de partido único, con instituciones copiadas de la URSS. Tenían escaso apoyo popular y los actos de disidencia estaban duramente perseguidos (la revuelta húngara de 1956 o la “primavera de Praga” de 1968). La economía también siguió las pautas de la URSS, con su planificación centralizada. El COMECON acentuó la división entre países más industrializados y otros dedicados básicamente a la agricultura. La URSS les proporcionaba petróleo y gas natural a precios muy bajos. A partir de los años 70 hubo una reducción de sus niveles de crecimiento. Agresiones generalizadas al medio ambiente, sobre todo en los países más desarrollados económicamente (los del norte). Casi todos los Estados tenían problemas internos provocados por la diversidad étnica. Militarmente, estaban integrados en el Pacto de Varsovia desde 1955 y actuaron como un “parachoques” de la URSS frente a una posible agresión occidental. 3.2.2. LAS TRANSICIONES. En 1989/1990, los países de la Europa del Este protagonizaron una transición de su sistema político, social y económico. El descontento popular era incontenible después de cuarenta años de dictadura. Además, los cambios en la URSS ‐y la nueva actitud de ésta con sus “satélites”‐ propiciaban una recuperación de su capacidad de decisión. La caída del muro de Berlín (noviembre de 1989), ha quedado como símbolo. La transición se presentaba difícil, porque debía cambiar tres niveles distintos de la realidad: Las estructuras políticas, adoptando el modelo liberal‐democrático occidental y recuperando su soberanía exterior. Las estructuras económicas, introduciendo el sistema de mercado capitalista. Las mentalidades colectivas, para que la sociedad consiguiera adaptarse a un mundo regido por criterios radicalmente distintos. La transición fue, en general, pacífica. Las excepciones fueron Rumania (con la ejecución del presidente Ceaucescu y su mujer) y Yugoslavia, desintegrada como Estado federal en guerras sucesivas en los años 90. El cambio político ha funcionado antes y mejor que el económico y social. Los planes de ajuste de la economía provocaron duros sacrificios para la población: una caída de las rentas, aumento del desempleo, las desigualdades sociales y la emigración. Pero van superando las dificultades y actualmente casi todos son Estados miembros de la Unión Europea. 3.3. CHINA. China vivió la primera mitad del siglo XX en una crisis permanente. En 1911 se abolió la monarquía. La república nacionalista del Kuomintang fue incapaz de dar estabilidad al país, azotado por dos conflictos: La guerra civil entre los nacionalistas de Chiang Kai‐shek y los comunistas liderados por Mao Zedong. La invasión imperialista de Japón en los años 30 y durante la II Guerra Mundial. Durante esos años, nacionalistas y comunistas lucharon juntos contra el enemigo común japonés. Pero acabada la II Guerra Mundial, se reanudó la guerra civil, que terminó con el triunfo de los comunistas. En octubre de 1949 se proclamaba la República Popular China. Página 131 de 142 Los nacionalistas de Chiang Kai‐shek se refugiaron en la isla de Taiwán, creando un pequeño Estado capitalista. (China continental tiene actualmente 1.300 millones de población, mientras que Taiwán solo cuenta con 22). Se iniciaba la experiencia de convertir ese enorme país en un Estado socialista, bajo la dirección de Mao Zedong. 3.3.1. LA REVOLUCIÓN DE MAO ZEDONG. En sus primeros años, la República Popular China trató de adaptar fielmente el modelo soviético: dirección centralizada de la economía, industrialización a gran escala y colectivización de la agricultura. A partir de 1958 se entró en una fase de radicalismo: “el gran salto hacia adelante”. Se crearon las comunas populares, como grandes unidades colectivizadas de producción, de carácter autosuficiente. China se distanció de la URSS por considerar que ésta traicionaba el verdadero socialismo. Pero los resultados económicos fueron desastrosos y durante unos años se aplicó una política más pragmática que permitiese la recuperación. En 1966 se proclamó la “revolución cultural”, nueva vuelta al extremismo revolucionario. Mao (llamado “el Gran Timonel”) sometió a una purga al Partido y a la administración, para controlar férreamente el poder. Apoyándose en los Jóvenes Guardias Rojos, creó un ambiente de revolución permanente y miedo colectivo. A partir de 1970, en los últimos años de Mao, predominó una línea más moderada. Se permitió a los campesinos el acceso a parcelas individuales, así como el pago de salarios en todos los sectores económicos según las diferentes aptitudes y productividad. En política exterior, hubo un acercamiento a EE UU (visita del presidente Nixon en 1972) y la República Popular China ingresó en la ONU como miembro permanente del Consejo de Seguridad. 3.3.2. LA TRANSICIÓN DESPUÉS DE MAO. Mao Zedong murió en septiembre de 1976. Un nuevo intento extremista (la “banda de los cuatro”), fue pronto neutralizado por una política de signo más moderado. Deng Xiaoping era rehabilitado y se iniciaba la “desmaoización” del país. El control político y social siguió estando en manos del Partido Comunista Chino, pero se impulsaron cambios trascendentales en la economía: Desmantelamiento de las comunas populares. Apertura a los capitales extranjeros y creación de empresas mixtas. Instalación de multinacionales, con el consentimiento del Gobierno. Los nuevos dirigentes optaron por el crecimiento económico para impulsar la modernización de China. En 1993 llamaron al experimento “economía socialista de mercado”. En 1999 se modificaba la Constitución para reconocer la propiedad privada como base del desarrollo. El crecimiento de China en los últimos años es espectacular. Ha desbancado a Japón como la primera potencia asiática. Recibe enormes capitales del extranjero e invierte parte de sus enormes reservas internacionales en títulos del Tesoro de los EE UU. Pero esos datos encubren la realidad de fuertes contrastes entre el interior y la costa. Y unas condiciones de vida de los chinos muy alejadas del concepto de desarrollo del mundo occidental. La transformación económica no ha ido acompañada de una liberalización política: así se demostró cuando la “primavera de Pekín” (1989) fue liquidada con la masacre de la plaza de Tiananmen. Los analistas sostienen, sin embargo, que un cambio económico tan acelerado acabará por ser incompatible con el monopolio político del PCCh. Página 132 de 142 4. EL MUNDO CAPITALISTA. Hoy, en casi todo el mundo rige la economía capitalista, con independencia de su grado de desarrollo. Pero la denominación el mundo capitalista adquiere pleno sentido en los años de la Guerra Fría. El mundo se dividió entonces en dos bloques enfrentados: el capitalista y el comunista soviético. Estados Unidos fue la cabeza indiscutible del bloque capitalista y trató de extender al máximo su sistema. Al terminar la Guerra Fría y el sistema bipolar, Estados Unidos ha conseguido asegurar su posición hegemónica en una realidad multipolar. Potencias económicas capitalistas ‐fomentadas inicialmente por EE UU‐ en las últimas décadas se han convertido en sus competidoras. Las más relevantes son: La Unión Europea, producto de la reconstrucción de Europa occidental tras la II Guerra Mundial, a la que se han agregado los países de la antigua Europa del Este. Japón y las nuevas economías industriales del Sudeste asiático volcadas a la exportación. Los países de Iberoamérica también están integrados en el mundo capitalista, aunque en situación de fuerte dependencia. 4.1. ESTADOS UNIDOS. La participación de Estados Unidos en los dos conflictos mundiales ‐sobre todo en el segundo‐ rompió su política de aislamiento frente a los asuntos que consideraba alejados de sus intereses. Hasta finales del siglo XIX se había atenido a la doctrina Monroe: “América para los americanos”, limitando sus acciones al mundo iberoamericano y a algunos enclaves asiáticos. Debe recordarse que EE UU se libró de la devastación sobre el propio terreno que suele acompañar a las guerras. Además, la II Guerra Mundial fue el momento en que salió definitivamente de la Gran Depresión, con una economía reforzada. El desarrollo de su potencial económico y militar le llevaba inevitablemente a un grado de intervención exterior cada vez mayor. El final de la II Guerra Mundial le dio esa oportunidad, en dura competencia con el mundo soviético encabezado por la URSS. El término de la Guerra Fría, con la desintegración del bloque soviético, ha convertido a EE UU, sin disputa, en el país hegemónico del mundo. Página 133 de 142 4.1.1. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DESDE 1945. Se ha producido una alternancia entre los dos grandes partidos Demócrata y Republicano. Hay dos ciclos, con el año 1968 como bisagra: hasta ese año predominaron los Demócratas y con posterioridad los Republicanos. El Partido Demócrata representa a la izquierda liberal. Ha continuado la tendencia de intervencionismo del New Deal. En esa línea destacó la Nueva Frontera de Kennedy, continuada tras su asesinato por Johnson. Pretendía mejorar las condiciones de vida de los sectores más pobres y la integración de minorías (como la población negra). Al final de los años 60 estallaron las revueltas contraculturales, con el trasfondo de la impopular guerra de Vietnam. El Partido Republicano representa a la ideología conservadora. Eisenhower fue un presidente pragmático, como Nixon (aunque éste tuvo dimitir por su implicación en el escándalo del Watergate). Desde Reagan ha predominado el neoconservadurismo, acentuado tras el 11S por George Bush (hijo). Patriotismo exaltado, políticas fiscales a favor de los más ricos y aumento del gasto militar a costa del social, han sido sus rasgos más distintivos desde 1981. En 2008 ha ganado las elecciones el demócrata Barak Obama. Presidentes Años de mandato Partidos Harry S. Truman 1945-1952 Demócrata Dwight Eisenhower 1953-1960 Republicano John F. Kennedy 1961-1963 Demócrata Lyndon B. Johnson 1963-1968 Demócrata Richard M. Nixon 1969-1974 Republicano Gerald Ford 1974-1976 Republicano Jimmy Carter 1977-1980 Demócrata Ronald Reagan 1981-1988 Republicano George Bush 1989-1992 Republicano Bill Clinton 1993-2000 Demócrata George W. Bush 2001-2008 Republicano Barack Obama 2009- Demócrata 4.1.2. LA HEGEMONÍA MUNDIAL. Estados Unidos es el país más poderoso del mundo ya desde principios del siglo XX. Su intervención decisiva en las dos guerras mundiales lo demostró. Pero solo se ha visto con absoluta claridad después de dos hechos históricos: La pérdida de la hegemonía por Europa (parcial en 1918 y total después de 1945 y de la liquidación de sus imperios coloniales). El final de la Guerra Fría y la desintegración del bloque soviético, su antagonista durante medio siglo. Página 134 de 142 El fin del sistema bipolar, por tanto, ha dejado a EE UU como lo que era, aunque su competición con la URSS ocultaba: la potencia hegemónica. Algunos lo llaman el imperio. La hegemonía de EE UU se apoya en la suma de tres poderes: Económico: Es la primera potencia económica mundial, aunque en dura competencia con economías emergentes como las asiáticas y la de la Unión Europea. Militar: Posee el ejército más poderoso, en efectivos humanos y técnicos, con capacidad para intervenir en cualquier punto del planeta. Cultural: Ha creado toda una industria (cine, música, comida rápida, vestimenta) difusora de patrones de conducta característicos del modo de vida estadounidense (el “american way of life”). 4.2. JAPÓN Y EL SUDESTE ASIÁTICO. La emergencia económica de Japón después el desastre de 1945 es uno de los fenómenos más relevantes del siglo XX. Se habló de “milagro japonés” para describir la resurrección de sus cenizas tras la II Guerra Mundial. Al lado de Japón, diversos países del sudeste asiático han protagonizado ‐desde la década de los sesenta‐ crecimientos espectaculares de sus economías: Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong (hoy integrado en la República Popular China, aunque sigue manteniendo sus estructuras capitalistas). Son países de reducidas proporciones que producen a bajo coste artículos para la exportación, en sectores como la microelectrónica, la informática o la automoción. 4.2.1. EL “MILAGRO” JAPONÉS. Tras las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, Japón capituló ante los aliados el 2 de septiembre de 1945. Los EE UU se hicieron cargo de su ocupación y los japoneses aceptaron la derrota como un castigo divino. Las instituciones fueron reformadas a partir de la desmilitarización y el sistema democrático. Se mantuvo al emperador Hiro Hito como elemento de cohesión de la sociedad. Y unos 900 criminales de guerra fueron ejecutados. Su paso de país derrotado a potencia mundial es conocido como el “milagro” japonés. Varias razones lo explican: Ayuda norteamericana, sobre todo cuando se convirtió (por su posición estratégica) en un bastión anticomunista. Estabilidad socio‐política y abundancia de mano de obra barata, disciplinada y tenaz. Tendencia inicial al ahorro (y después al consumo masivo), así como a la innovación tecnológica. Convirtieron las limitaciones impuestas por los vencedores (ausencia de gastos militares, renuncia a la guerra, etc.) en una ventaja, destinando sus recursos económicos a industrias pacíficas. En los años 70 ya era la segunda potencia económica mundial. A pesar de su dependencia energética, pudo superar mejor que otros países capitalistas la crisis. Desde los años 90, crisis políticas y financieras, y la fuerte competencia de economías emergentes como China, le han hecho perder el liderazgo absoluto en Asia. 4.2.2. LAS NUEVAS POTENCIAS INDUSTRIALES. Además de Japón, varios países del sudeste asiático han conocido un crecimiento espectacular en los años 1960‐1990. Son conocidos como los “dragones asiáticos” o los “tigres del Pacífico”: Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong. Página 135 de 142 Todos ellos han orientado su producción económica hacia la exportación (microelectrónica, automoción e informática). El éxito de su crecimiento se explica por varios factores: En los años iniciales de la Guerra Fría, gracias a su condición de enclaves anticomunistas, contaron con el apoyo de EE UU y del Reino Unido para iniciar sus políticas de modernización. El Estado se ha implicado con fuerza en el proceso de desarrollo y ha impulsado las infraestructuras, la obtención de créditos y las inversiones de capital extranjero. Zona comercial de Hong Kong (2004), Ángel Riesgo Martínez (Wikipedia España). Sus gobiernos de corte nacionalista y semidictatorial, han impuesto la estabilidad social con una mezcla de represión y mejoras en las condiciones de vida de la población. En las circunstancias señaladas se ha conseguido una mano de obra cualificada y barata. A finales del siglo XX experimentaron una importante crisis, sobre todo Corea del Sur. Sólo Taiwán salió bien librada, manteniendo el ritmo de crecimiento anterior. En cuanto a Hong Kong, dejó de ser una colonia británica y se integró en la República Popular China en 1997. 4.3. EUROPA. Europa necesitó tocar fondo en 1945 para iniciar dos procesos distintos y, a la vez, relacionados: La reconstrucción de la posguerra. Hacia la integración: la Unión Europea. 4.3.1. LA RECONSTRUCCIÓN DE LA POSGUERRA. Los países de Europa occidental empezaron a salir del marasmo de la posguerra gracias, inicialmente, a las ayudas del Plan Marshall (1948‐1952). Supuso 12.800 millones de dólares, en condiciones muy favorables: préstamos a bajo interés, ayudas a fondo perdido y acuerdos económicos ventajosos. Eso permitió comenzar a comprar materias primas, maquinaria, alimentos, etc. Detrás del “altruismo” de EE UU estaba su voluntad de “contener” el comunismo, dar salida a sus excedentes y evitar una recesión de su economía. Los resultados se hicieron efectivos muy pronto. A principios de los años 50, Europa entró en una etapa económica alcista. Los crecimientos oscilaron entre el 7,6% anual de la República Federal Alemana y el 2,9 del Reino Unido. El modelo que acompañó la reconstrucción fue el Estado del bienestar (Welfare State), inspirado por las tesis keynesianas, que transformaron el capitalismo europeo. Fue puesto en práctica, sobre todo, por partidos socialdemócratas y democristianos. Se proyectó en dos ámbitos básicos: Expansión del gasto público, posible por el crecimiento económico general y la implantación de una fiscalidad progresiva. Esto permitió el aumento de las prestaciones sociales: sanidad, educación pública, seguridad social. Inversión estatal en infraestructuras (transportes, comunicaciones, electrificación) y nacionalización de sectores económicos deficitarios. 4.3.2. HACIA LA INTEGRACIÓN: LA UNIÓN EUROPEA. La integración europea derivó de las graves consecuencias que la II Guerra Mundial tuvo para Europa. Y respondió a tres necesidades: Página 136 de 142 Integrar a Alemania y evitar que volviese a ser un peligro para la paz. Acabar con los nacionalismos agresivos, fuente de hostilidad. Conseguir un poder económico‐político, frente a las dos superpotencias. Se trataba de iniciar un proceso difícil. Eso ha llevado a una política cautelosa y por etapas: partir de la adecuación de los modelos económicos, sociales y laborales, y dejar para el final la unidad política. Los antecedentes se remontan a la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE, creada en 1948 para la gestión de las ayudas del Plan Marshall), el BENELUX (1948) y la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA, 1951). El Tratado de Roma (1957), finalmente, el que originó la Comunidad Económica Europea (CEE). Lo firmaron Francia, la República Federal Alemana, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Sus competencias estaban limitadas a la libre circulación de productos agrícolas e industriales y a una política arancelaria común. La inicial “Europa de los seis” se ha ido ampliando en miembros y en competencias. La CEE pasó a llamarse Unión Europea por el Tratado de Maastricht (1992). Actualmente integra 27 países (incluyendo a casi todos los del Este) y está desarrollando sus instituciones. El euro es su moneda común. Página 137 de 142 Año 1957 Países Francia Alemania (RFA) Italia Bélgica Holanda Luxemburgo 1973 Gran Bretaña Dinamarca Irlanda 1981 Grecia 1986 España Portugal 1990 La República Democrática Alemana es absorbida por Alemania 1995 Suecia Finlandia Austria 2004 Chipre (parte griega) Malta República Checa Estonia Letonia Lituania Hungría Polonia Eslovaquia Eslovenia 2007 Rumania Bulgaria Página 138 de 142 4.4. IBEROAMÉRICA EN EL SIGLO XX. El fin del imperialismo español y portugués en América, en el siglo XIX, originó una veintena de países: desde México y los pequeños países centroamericanos, hasta Argentina, en el cono sur. Ese conjunto de países, muy diversos en extensión y población, constituyen Iberoamérica. En total, suman más de 400 millones de personas. Y salvo en Brasil (el único que perteneció a Portugal), todos hablan la lengua española. La independencia política de estos países dio lugar a sociedades muy desiguales y conflictivas. Las minorías de criollos (descendientes de los colonizadores) se impusieron sobre la población indígena. Para comprender su historia es necesario, además, considerar la intervención (económica, política y en ocasiones militar) de EE UU, su poderoso vecino del norte. Durante el siglo XX han arrastrado graves problemas económicos y sociales y se han visto sumidos en la inestabilidad política. 4.4.1. PROBLEMAS ECONÓMICOS Y SOCIALES. Los problemas económicos son el resultado de un reparto muy desigual de la riqueza (inicialmente, la tierra), la escasa industrialización y la dependencia de las grandes potencias, sobre todo de EE UU. Estas circunstancias históricas han impedido lograr un desarrollo equilibrado a pesar de poseer recursos naturales abundantes: Agrícolas y ganaderos: trigo y carne en Argentina, café en Brasil y Colombia, azúcar en Cuba. Minerales: cobre en Chile y estaño en Bolivia. Energéticos: petróleo y gas natural en Venezuela y México. Sus economías se orientaron a la exportación de materias primas. Eso acentuó la dependencia, porque los mercados internacionales tienen capacidad para controlar el precio de sus productos. Los intentos de industrializarse dispararon la deuda externa, sobre todo cuando cayeron los precios de las materias primas (a principios de los años 80). Varios países tuvieron que suspender pagos y renegociar la deuda. Los problemas sociales son propios de sociedades muy polarizadas, de agudos contrastes entre ricos y pobres. Hay poderosas oligarquías. Las clases medias son reducidas y débiles. Una parte considerable de la población vive por debajo del umbral de la miseria. El fuerte crecimiento demográfico y la diversidad étnica agravan los problemas y la conflictividad política y social. 4.4.2. INESTABILIDAD POLÍTICA. La implantación de regímenes políticos democráticos y estables en Iberoamérica ha sido muy difícil. El precio de la estabilidad en el caso de México (gobernado después de la revolución por el Partido Revolucionario Institucional durante 70 años) ha sido la corrupción, otro rasgo frecuente en la política iberoamericana. A mediados de siglo proliferaron los movimientos populistas: gobiernos de un nacionalismo antiestadounidense, partidarios de reformas sociales y con líderes carismáticos. Los más destacados: Haya de la Torre en Perú, el peronismo en Argentina o Getúlio Vargas en Brasil. Página 139 de 142 Las dictaduras militares han sido frecuentes hasta los años 80. Trujillo en la República Dominicana, Somoza en Nicaragua, Batista en Cuba y el general Stroessner en Paraguay. Especialmente dramáticos ‐por la represión que produjeron‐ fueron el golpe de Pinochet en Chile, apoyado por EE UU, que derrocó el gobierno socialista democrático de Allende (1973) o la Junta Militar argentina (1976). Desde mediados de los años 80 se ha generalizado la implantación de regímenes democráticos. En la práctica, se han visto limitados por los contrastes sociales y los problemas económicos, que han favorecido el surgimiento de movimientos guerrilleros, revolucionarios e indigenistas. El último fenómeno destacable es el triunfo de nuevos populismos de izquierda (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua). Pretenden recuperar el control de los recursos energéticos y mineros y mantienen buenas relaciones con la Cuba comunista de Fidel Castro. 5. ENTRE DOS MILENIOS. El cambio de siglo se caracteriza por una acumulación precipitada de incertidumbres y esperanzas para la humanidad. Después de más de medio siglo de explosión demográfica incesante, se prevé controlar la población a finales del siglo XXI, lo que significará una estabilidad desconocida en la historia. Pero los problemas del crecimiento económico son tales, que la biosfera sea alterada o destruida debido a los cambios que la acción humana está originando en el planeta. El impacto científico y tecnológico en nuestra sociedad es enorme y los cambios en la actualidad modifican formas de vida que habían permanecido estables durante milenios. Las nuevas tecnologías han hecho evolucionar rápidamente nuestros hábitos y nuestras ideas, y los nuevos modelos se difunden por todo el mundo, al igual que los productos industriales o las inversiones: es la globalización. Los modelos y los conceptos políticos tradicionales se resienten. Una nueva geopolítica ha relevado a la guerra fría después de la caída de la Unión Soviética. La lucha por la hegemonía mundial sigue vigente, y pese al poder desplegado por los Estados Unidos en prácticamente todo el planeta, nuevas amenazas como el terrorismo internacional o la emergencia de nuevas potencias, cuestionan la primacía americana en el futuro. Y ante las nuevas formas de conflicto, la democracia y los derechos humanos siguen siendo un reto para la humanidad. 5.1. LA EXPLOSIÓN DEMOGRÁFICA. El crecimiento de población en algunos lugares del planeta se ha disparado en las últimas décadas. Esto significa que han aumentado las bolsas de pobreza, las enfermedades epidémicas y la fragilidad de muchas poblaciones ante determinados fenómenos catastróficos (Huracanes, terremotos y maremotos. El tsunami de finales de 2005 costó la vida de casi 300.000 personas, mientras en Japón estos fenómenos son cotidianos y no provocan víctimas). Las previsiones de los modelos demográficos apuntan a que el planeta estará poblado por 11 mil millones de personas a finales del siglo XXI y por entonces el crecimiento se detendrá. Demasiado lejos, casi un siglo, y demasiadas amenazas que inquietan hoy día, pero estas cifras significan una esperanza en la lucha contra el hambre y la pobreza y la guerra, al menos mientras no tengamos una tecnología que permita la explotación de los recursos sin daño para el planeta o se reparta la riqueza de un modo más equitativo, lo que está lejos de producirse. Página 140 de 142 No se podrá alimentar a la población con los mismos procesos productivos que utilizamos hoy día (plaguicidas, componentes nocivos de los productos, etc.) lo que reforzará el reto a la investigación en el que estamos inmersos. Descompensaciones entre recursos y crecimiento demográfico en determinadas zonas de la tierra provocan éxodos masivos, círculos viciosos de pobreza y nuevas amenazas relacionadas con la inmigración y el choque cultural. Y detrás de las amenazas relacionadas con la población, casi siempre el problema de fondo sigue siendo el mal reparto de la riqueza en el mundo. 5.2. IMPACTO CIENTÍFICO Y TECNOLÓGICO. Al igual que el descubrimiento de la fisión del átomo, determinados avances científicos producen una mezcla de esperanza y de temor. Los hallazgos en la genética, la posibilidad de clonar animales y el desciframiento del genoma humano conducen a la biología y a la medicina hacia la producción transgénica y hacia tratamientos genéticos, que sin duda revolucionarán nuestra forma de vivir en el siglo XXI. Nuevas enfermedades amenazan con generalizar su poder destructor, como el SIDA, la gripe aviar, la malaria, o dolencias mentales relacionadas con adicciones o trastornos alimenticios, al tiempo que aparecen nuevas generaciones de medicamentos que cronifican más que curan estas enfermedades. Frente a los nuevos problemas, la única salida es continuar y acelerar la investigación y el desarrollo. La televisión ha aumentado su difusión y su poder. El mundo es ya la aldea global de la que habló McLuhan. Pero las tecnologías informáticas y la comunicación a través de internet están acaparando el protagonismo y creando un mundo más intercomunicado, donde las distancias y las fronteras desaparecen. 5.3. LA GLOBALIZACIÓN Y SUS EFECTOS. También los flujos económicos están aprovechando las redes de comunicación electrónica, y es tal el volumen de intercambios, que ningún Estado es capaz de poner límites al mercado mundial y a la libre circulación del dinero y las empresas. A pesar de los intentos de unión, los Estados están demasiado desunidos aún frente a los problemas ecológicos, de orden público, demográficos,... que cada día tienen un carácter más internacional. Cualquier desequilibrio en las antípodas puede desestabilizarnos, aunque también gozamos casi inmediatamente de cualquier avance que se produzca en cualquier lugar del globo. Una red de información mundial, de la que apenas nadie había oído hablar hace quince años, atrapa en su seno a todas las nuevas fuerzas que aparecen, invita a participar a todos en el tráfago de los intercambios. Y sin embargo, a pesar de la posible diversidad resultante, el mundo está aquejado de un “pensamiento único”, que amenaza en realidad a las minorías divergentes o disidentes. Si el dinero no tiene fronteras, va a ser muy difícil ponérselas a la mano de obra, que emigra intentando paliar el mal reparto de la riqueza. Esta situación puede ser una oportunidad para el contacto cultural y para el enriquecimiento mutuo, pero también puede tener consecuencias como el choque y la destrucción de culturas minoritarias. 5.4. LA DEMOCRACIA Y LOS DERECHOS HUMANOS. La caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS han significado no sólo el fin de la Guerra Fría, sino un cambio fundamental en la concepción de la política y en la geoestrategia mundial. La falta de una alternativa al capitalismo ha hecho desaparecer el fantasma de una guerra mundial, pero han aparecido focos de conflictos locales que responden a un nuevo reparto de la hegemonía mundial. Página 141 de 142 Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, se han producido estallidos bélicos puntuales (y las llamadas “guerras de baja intensidad”) que tienen como pretexto la lucha contra el terrorismo internacional, el narcotráfico o las amenazas a la paz mundial, pero realmente responden a la pugna por el control de la riqueza, los recursos energéticos y sus estratégicas áreas de tránsito. La política ha dejado de estar controlada por los gobiernos y en última instancia por el pueblo. Los poderes financieros y, unidos a ellos, los poderes mediáticos, son hoy día los amos del mundo, y los Estados apenas si pueden ser algo más que cómplices de sus negocios. Poco puede hacer la ONU y otros organismos mundiales para evitar conflictos cuando están en juego los beneficios de las empresas multinacionales. La democracia y el respeto a los derechos humanos sigue siendo un bonito sueño para la humanidad, pero están muy lejos de ser firmes realidades en el mundo. Muchos países simplemente no respetan estos derechos, incluyendo algunos de los más avanzados de la tierra. De otros ni siquiera se dispone de información. Ante la falta de soluciones, parece abrirse paso una nueva conciencia planetaria y toman la iniciativa de los cambios asociaciones como Amnistía internacional, movimientos antiglobalización, ecologistas y ONGs (Organizaciones No Gubernamentales) que canalizan la solidaridad internacional. Página 142 de 142