antonio M. GaRcía cuadRado Principios de Derecho constitucional

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Recensiones
Antonio M. García Cuadrado
Principios de Derecho constitucional
Eolas Ediciones, León, 2011, 683 pp.
La obra que nos presenta García Cuadrado con el título Principios de Derecho
constitucional persigue ser un manual introductorio del estudio del Derecho
constitucional español, esencialmente dirigido, por su contenido, estructura y
lenguaje, a los alumnos de Derecho y Ciencias Políticas. Se trata de una obra
muy oportuna en estos tiempos, si tenemos en cuenta la transformación que
están experimentando nuestras universidades y, en particular, en el grado de
Derecho, con motivo de los nuevos planes de estudio y del creciente protagonismo que está adquiriendo una visión más práctica del Derecho, en detrimento de los principios teórico-jurídicos.
La finalidad propedéutica con que el autor aborda la obra se ve reflejada
en la estructura y metodología que sigue en cada una de las partes del libro,
realizando una primera división en cinco partes y, éstas, a su vez, en distintos
capítulos. Cada capítulo, además, comienza con una breve exposición de los
objetivos que se persiguen y finaliza con un resumen de todo lo expuesto. Finalmente, el autor opta por dividir el texto en parágrafos, a los que va haciendo
referencia y va interrelacionando a lo largo de la obra. Una elección del método muy acertada, teniendo en cuenta sus principales destinatarios.
La Parte I de la obra es un primer acercamiento al Derecho constitucional dentro del sistema de las Ciencias. En ella se destaca la misión que
persigue el Derecho constitucional en la actualidad, tras la escisión que se
produjo en España no hace tantos años del Derecho político en Ciencia política y Derecho constitucional. Aquella misión es explicar el texto jurídicopolítico concreto –esto es, la propia Constitución– como verdadera fuente
del Derecho (p. 110). El autor hace suya la visión judicialista del Derecho (p.
54) para poder separar la Ciencia jurídica del resto. De tal modo, entiende
el Derecho constitucional como la Ciencia que estudia aquella parte de la
Política que está sometida al Derecho “hasta el punto de resultar relevante
en un proceso constitucional”, o como aquella “materia política que pueda
determinar el fallo de un tribunal” (p. 88). Merece resaltar en esta primera
parte el capítulo tercero que dedica el autor a las fuentes del Derecho constitucional, donde lo coloca en una posición de superioridad con respecto
a todas las demás disciplinas jurídico-positivas, tanto de Derecho público
como privado. Resulta aquí muy interesante el repaso que realiza el autor
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del origen del constitucionalismo europeo (p. 138), del constitucionalismo
americano (p. 140), y de la aparición de los Tribunales Constitucionales (p.
143), como análisis previo al estudio del constitucionalismo español, y antes
de adentrarse en un estudio pormenorizado de las distintas fuentes del Derecho constitucional.
Tras un primer acercamiento al Derecho constitucional, la Parte II del
libro gira en torno a la noción del Estado y de las ideas políticas; pues, como
bien anuncia el autor al comienzo de esta parte, “todo estudio de Derecho
constitucional presupone la noción de Estado” (p. 199). Consta, al igual que
la Parte I, de tres capítulos que abordan el concepto y origen del Estado moderno, los elementos del Estado, y los fines del gobierno, respectivamente.
Aquí el lector puede adentrarse en el origen, historia y la justificación de
la existencia del Estado –junto con la reflexión filosófica del problema de
la legitimidad del poder político–, y en su definición, elementos y fines. Su
exposición sobre los fines del Estado en las Constituciones (p. 225), comienza con un tratamiento de éstos en nuestro Texto constitucional vigente (en
particular en el Preámbulo y en el art. 9.2), y continua con una delimitación
entre los fines del Estado de conservación del orden jurídico y constitucional,
así como de protección de bienes jurídicos, por un lado; y los de prosperidad
económica, social y cultural, por otro. También aborda el autor el estudio
del Estado de Derecho, social y democrático, y en las consecuencias de la
existencia de aquél: esto es, el reconocimiento y garantía de los derechos
fundamentales de la persona, el origen democrático del Parlamento, y el
sometimiento del poder político, en definitiva, al ordenamiento jurídico. En
esta segunda parte destacamos, por interesante, la inmersión que realiza el
autor en el análisis de la soberanía, como elemento del Estado (p. 261); de la
misma forma que nos muestra la diferencia entre potestas (poder socialmente reconocido) y auctoritas (saber socialmente reconocido). En este punto,
presenta el autor una dura crítica al positivismo jurídico actual, al señalar
que en la gran parte de los Estados de hoy en día la autoridad sólo puede corresponderle en mayor o menor medida al poder religioso y a los técnicos de
cualquiera de las disciplinas científicas, mientras que, debido a la expansión
del positivismo jurídico, los juristas no mantienen a día de hoy su auctoritas
como expertos en discernir lo justo de lo injusto y son considerados meros
técnicos en la interpretación y aplicación de las leyes vigentes en cada país
(p. 266). Por último, esta Parte II termina con un estudio de las principales
ideologías políticas del mundo contemporáneo: el liberalismo, el totalitaris246
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mo marxista, el totalitarismo nacionalista (o fascismo), la socialdemocracia y
la democracia cristiana.
Al igual que, como bien apunta el autor, todo estudio de Derecho constitucional presupone la noción del Estado, podríamos añadir que, de la misma
manera, hoy no se concibe la idea Estado sin una Constitución. La Parte III
del libro está encomendada, pues, al concepto, origen, vida y evolución histórica de la Constitución y a las formas políticas de Estado y de gobierno. De la
definición de Constitución que Rubio Llorente realiza desde una perspectiva
material como “el conjunto de normas que establecen la estructura esencial
de un Estado” se puede deducir que todo Estado moderno tiene, de algún
modo, una Constitución que establece sus órganos políticos o de gobierno,
las fuentes del Derecho, los derechos y libertades de sus ciudadanos; en definitiva, “quién ostenta el poder y cómo lo ejerce” (p. 329). Sin embargo, en un
sentido puramente formal, se considera Constitución al texto que recoge la
constitución material de un Estado, y se sitúa claramente por encima del resto
de leyes (p. 330). Junto con el concepto de Constitución, es necesario conocer
también las distintas materias que, con carácter general, se pueden encontrar
en los textos constitucionales: una parte programática, que suele coincidir con
el preámbulo, donde se proclaman los principios e intenciones que han llevado
a elaborar la constitución; los principios y el régimen político, las formas políticas por las que se opta (forma de Estado y forma de gobierno), los símbolos
políticos, la lengua o lenguas oficiales; la delimitación del territorio; una parte
orgánica que recoja los diferentes órganos políticos y las relaciones entre ellos;
del mismo modo, una parte declarativa que contenga el elenco de derechos,
libertades y deberes, así como sus garantías; la organización administrativa y,
en su caso, la distribución del territorio; y, finalmente y para el caso de que se
opte por él, la regulación de un Tribunal Constitucional. A continuación se
realiza una breve síntesis histórica del surgimiento del constitucionalismo europeo y americano, y su expansión hasta nuestros días. Es de destacar, en esta
parte, el capítulo octavo que, con el título “Dinámica constitucional”, realiza
un recorrido por la vida de las Constituciones desde su elaboración hasta su
promulgación y funcionamiento. Teniendo en cuenta la finalidad pedagógica
que persigue el autor con la obra, se trata de una exposición muy gráfica para
los alumnos en el que se reproduce con claridad y suficiente concreción el iter
procedimental que sigue un texto constitucional desde que se elabora hasta que finalmente adquiere vigencia. Conceptos importantes para un futuro
jurista como reforma constitucional y sus diferencias con la llamada mutación
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constitucional se explican de forma sencilla y llana, de tal manera que el alumno puede sentirse familiarizado con la terminología y terminar conociendo
el proceso de vida de las Constituciones y sus distintas vicisitudes. También
dedica el autor un apartado a la hermenéutica constitucional, con una especial
mención al papel que juega la Constitución como parámetro de interpretación
del resto de normas del ordenamiento jurídico (p. 412). El último capítulo de
esta tercera parte está dedicado a las formas políticas, donde se distingue entre
formas de Estado, formas de Jefatura de Estado y formas de gobierno.
Como no podía ser de otra manera, debido a su clara trascendencia constitucional, el autor dedica un apartado entero de la obra, la Parte IV, a los
“Derechos y libertades”. Ésta consta de dos capítulos diferenciados en los que
se expone, de un lado, los presupuestos históricos y filosóficos de los derechos
humanos (Capítulo 10); y, de otro, la dimensión estrictamente jurídica de los
derechos fundamentales (Capítulo 11). Entre los objetivos que persigue el autor en el primer capítulo de esta cuarta parte está el conocer los fundamentos
originarios de la doctrina de los derechos humanos, saber diferenciar derechos
humanos de derechos fundamentales y libertades públicas e identificar con
claridad en qué momento se produjo la positivación de los derechos humanos,
y su desarrollo posterior en las distintas declaraciones de derechos. Aquí se
revela muy interesante el apartado dedicado al problema de la fundamentación de los derechos humanos, que dependerá de la concepción del Derecho
(positivista o iusnaturalista) que se defienda (p. 516), aunque, en cualquier
caso, su fundamentación inmediata se encuentra en la dignidad humana, a
cuyo estudio dedica el último apartado (p. 521). El capítulo 11 analiza los
derechos fundamentales desde una perspectiva jurídico-constitucional, sus garantías institucionales como límites a los abusos del legislador, su eficacia, sus
límites y, también, quién ostenta su titularidad, donde el autor profundiza en
el concepto de persona.
La obra culmina con una última parte dedicada a la introducción al Derecho constitucional español y a un breve repaso histórico del constitucionalismo español, desde el Antiguo Régimen hasta nuestra Constitución de 1978.
Sus últimas páginas son, de igual forma, un análisis de nuestro sistema constitucional español vigente, al texto constitucional de 1978 y a los principios
constitucionales en los que se fundamenta nuestro ordenamiento jurídico.
Aquí el alumno podrá finalmente aplicar todos los conocimientos adquiridos
tras la lectura de los anteriores apartados a nuestro modelo político y jurídico:
la monarquía parlamentaria, el Estado social y democrático de Derecho en el
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que se fundamenta España, y nuestro único y original Estado autonómico, en
el que se podrán enmarcar en todas las categorías ya estudiadas del Derecho
comparado y de la Teoría de la Constitución.
Dentro de su visión de conjunto, la obra de Principios de Derecho constitucional supone para el lector la aprehensión de una visión tan completa y
suficiente de la Ciencia Política y del Derecho, a priori, que se puede dar por
conseguido el objetivo perseguido por su autor. El alumno que se sumerja en
este libro conseguirá adquirir unos conocimientos político-jurídicos previos
más que suficientes para poder comenzar su andadura universitaria. Se trata,
en definitiva, de una obra muy completa y rigurosa, que se mueve entre el Derecho, la Ciencia Política y la Filosofía con absoluta seguridad y fluidez. Una
obra, sin duda, de referencia.
Sonsoles Arias Guedón
Universidad de Navarra
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