Hermes Ulises Prieto Mora Universitat Jaume I Doctorado en Estudios Internacionales de Paz, Conflictos y Desarrollo hprieto@uji.es La publicidad oficial como herramienta en la transmisión de culturas de paz El presente artículo busca identificar las posibilidades de transmisión de culturas de paz a través de las comunicaciones publicitarias emanadas de las Administraciones públicas. Para ello, en primer lugar se propone una definición del término culturas de paz que permitirá establecer los componentes y la importancia de este concepto. Posteriormente se aborda la publicidad, con el objetivo de desligarla de su conceptualización más recurrente, que la asocia exclusivamente a su componente comercial, para acercarla al concepto original de publicity, que sitúa a la comunicación publicitaria en un plano social. Bajo este nuevo entendimiento del término, se identificarán algunas de sus funciones sociales más importantes, las cuales permitirán perfilar las posibilidades de transmisión y promoción de las culturas de paz a través de la publicidad oficial de promoción social1. Culturas de paz Para comenzar el análisis de este concepto, propongo iniciar delimitando el propio término cultura. Etimológicamente y en su concepción clásica, la palabra cultura proviene del latín y significa cultivo. Desde la investigación para la paz se parte de esta relación con la naturaleza para explicar que "la cultura, las culturas, son las formas en que los seres humanos cultivamos nuestras relaciones entre nosotros mismos y el medio ambiente" (Martínez 256). Haciendo un paralelismo con el cultivo del campo, se puede decir que cuando se cultiva la tierra, las personas tenemos una responsabilidad respecto a la vida y fertilidad de los campos, ya que al igual que podemos cultivar para la supervivencia, también podemos cultivar para la sobreproducción y la acumulación de ganancias. Somos responsables de lo que hagamos con nuestras tierras de igual forma que somos responsables de cómo cultivamos las relaciones con nuestros semejantes y depende del cultivo que hagamos con ellos, serán los frutos que obtengamos (Martínez 256). En el caso de la paz, la fórmula sería la misma: dependiendo del tipo de relaciones que hagamos con las personas que nos rodean, obtendremos unos u otros resultados. De esta interconexión entre las personas surge el término cultura de paz, mismo que hace referencia a hacía referencia a: Un conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan el respeto a la vida, al ser humano y a su dignidad y que ponen en primer plano a los derechos humanos, el rechazo 1 Las ideas de este artículo serán profundizadas en el libro "Comunicación, conflictos y cambio social", que será publicado por el Instituto Interuniversitario de Desarrollo Social y Paz, la Universidad Estadual Paulista de Brasil y la Coordinadora de ONGD de España, en el primer semestre de 2015. a la violencia en todas sus formas y la adhesión a los principios de libertad, justicia, solidaridad y tolerancia, así como la comprensión entre los pueblos, los colectivos y las personas. La Cultura de paz es una aproximación en positivo de valores, actitudes, comportamientos e instituciones contrapuestos a la cultura de la guerra y de la violencia (Escola de Cultura de Pau). Redefiniendo la publicidad: de advertising a publicity Existen dos grandes corrientes de entendimiento del término publicidad: una de ellas la relaciona con los negocios, los clientes, el mercado y los productos, mientras que la otra tiene que ver con conexiones sociales, valores y hábitos de conducta. Esta dualidad puede ser explicada atendiendo a la evolución del término desde sus orígenes en el siglo V a.C. "Publicidad" proviene del latín publicus, que significa público u oficial. Esta fue la concepción que se le dio a la palabra durante varios siglos, relacionándola con notoriedad, difusión o conocimiento público. Sin embargo, las revoluciones burguesas del siglo XVIII, con las que las ideas de libre mercado se impusieron a los sistemas feudales dominantes hasta entonces, cambiaron por completo la comprensión del término y son el punto de partida de la idea mayoritaria con la que se asocia la palabra publicidad hoy en día. El tipo de publicidad surgido en el siglo XVIII se enfoca exclusivamente en su capacidad comercial y hace referencia a lo que los estadounidenses definen como advertising. Entendemos por publicidad, como actividad comercial (advertising), aquellos "procesos de comunicación de carácter impersonal y controlado que, a través de medios masivos, pretenden dar a conocer un producto, servicio, idea o institución con objeto de informar o de influir en su compra o aceptación" (Ortega 22). En otras palabras, la acepción comercial de la publicidad la entiende como un proceso comunicativo impersonal y masivo que busca obtener la venta o aceptación de algún satisfactor 2, lo que la coloca como un instrumento del marketing. De forma paralela a estas ideas, existe otra acepción de la publicidad, la publicity, que es más cercana a la etimología y los orígenes del término y que la percibe como un lugar o espacio en el que diferentes grupos sociales debaten sus ideas, conviven e interaccionan. Esta concepción es compartida por Benavides, Nos o García, entre otros autores: "La publicidad como un espacio, como un marco conceptual donde los grupos sociales y las instituciones establecen determinados tipos de relaciones: se hacen públicos los intereses y unos individuos ejercen coacciones sobre otros" (Benavides 190). "La publicidad se entiende como un lugar donde los grupos sociales -el pueblo- organiza e institucionaliza sus formas de comunicación" (Benavides 193). 2 En el mundo del marketing, el término satisfactor hace referencia a cualquier producto, servicio o idea proporcionada por una organización de cualquier tipo, para satisfacer alguna de las necesidades de los consumidores. Publicity, "como forma de comunicación pública que se esfuerza en publicitar, en hacer públicas ideas u opiniones, unas emociones. Incluso unas propuestas" (Nos 2012 109). "Sin duda, estamos hablando de un espacio en el que se comparte una cosmovisión, una ideología (entendida como representación del mundo) y sus formas de representación y que, por tanto, contribuye a conectar a los individuos entre sí" (García citado en Cortés 2006). Esta visión de la publicidad es la que interesa a este artículo, pues sólo percibiéndola como un espacio para el intercambio de ideas y la interconexión de personas, puede entenderse que la comunicación publicitaria pueda ser usada para fomentar las culturas de paz. Cabe señalar, sin embargo, que existe un elemento en común en la publicidad tanto si se la estudia como advertising, como si se piensa en ella en términos de publicity. Me refiero al componente persuasivo de este tipo de comunicación, que le permite ejercer influir en determinado público o grupo social. Es por ello que se podría decir que la publicidad es, ante todo, "un lenguaje cuya finalidad es influir en los comportamientos a través de la persuasión y la seducción" (Moreu 188). Destacar la capacidad persuasiva de la publicidad es fundamental para desligarla de otras formas de comunicación, como la propaganda o la manipulación, además de que nos permite entender las complejas influencias sociales que ejerce, mismas que serán abordadas en el siguiente apartado. Funciones sociales de la publicidad Llegados a este punto, en el que ha quedado manifiesto que la publicidad es mucho más que una herramienta del mix de marketing y que puede ser un espacio para que los grupos sociales organicen sus formas de comunicación, es importante abordar las funciones sociales que lleva a cabo; siendo éstas el conjunto de consecuencias que la acción publicitaria produce sobre un individuo o una comunidad durante un determinado periodo de tiempo. La publicidad es creadora de opinión pública: Una de las formas más sutiles en que la comunicación publicitaria interviene en nuestro día a día, es en su aportación a la creación de tendencias o preferencias de una colectividad hacia un tema de interés. "La publicidad también puede ser un elemento que ayude a crear opinión […] un elemento importante de intervención para crear sensibilización, opinión, educación" (Pérez citado en Arroyo 17). Lo anterior se desprende del hecho de que la comunicación publicitaria guía los estilos de vida y los hábitos de conducta de una sociedad, "en el interior de los anuncios se elogian o condenan determinados estilos de vida, se fomentan o silencian ideologías, se convence a las personas de la utilidad social de ciertos hábitos y de ciertas conductas" (Lomas 25). La publicidad es creadora de cultura: Al ser homogeneizadora de pensamientos y actitudes, la comunicación publicitaria es irremediablemente creadora y transmisora de la cultura de masas, no solo por su influencia en la opinión colectiva de una sociedad, sino por su importancia en la perpetuación de símbolos dentro de los grupos sociales. La publicidad puede entenderse como un gran sistema de resignificación y actualización, un continuador de viejos símbolos transmisores de herencia cultural. La publicidad es hoy un reservorio, regenerador de símbolos inmortales [...] En los símbolos se representan las ideas de una cultura. De ahí quizá el gran valor cultural de la publicidad (de Andrés del Campo 51, 54). De este modo, a través de los símbolos, la comunicación publicitaria extrae en todo momento elementos culturales de la sociedad de la que hace parte, pero al mismo tiempo promociona ciertos estilos de vida, favorece determinadas conductas y establece hábitos y modas. En definitiva, influye en la toma de decisiones personales, con lo cual, forma parte de la cultura de los individuos y por añadido, de la cultura colectiva. La publicidad repercute en el imaginario colectivo: De la mano con el punto anterior, al momento de extraer y aportar elementos a la cultura donde se desarrolla, la comunicación publicitaria influye en el conjunto de imágenes mentales que se configuran a lo largo de los años y que son compartidas por un grupo social; en otras palabras, repercute en el imaginario colectivo. Lo anterior se debe a que "la publicidad transmite ideas, valores y visiones de la vida que influyen en las personas, y de esta manera los anuncios colaboran en la conformación mental e ideológica de los ciudadanos" (López 2005 102-103). Pero la comunicación publicitaria no solo transmite valores, sino que además los fomenta, los promueve, con lo que favorece la creación de una determinada forma de comprender e interactuar con el mundo que rodea a una colectividad. La publicidad informa y educa: La comunicación publicitaria cumple además con una función social que es fundamental para la configuración de la sociedad misma. La publicidad cuenta con elementos informadores y educadores. Toda actividad humana, en cuanto adquiere una cierta importancia comercial, pasa por el cedazo de la publicidad; desde los objetos de aseo a las horas de ocio y desde el equipo informático a los fármacos, todo nos llega en forma de mensajes publicitarios. Las actitudes y modos publicitarios se imitan, se toman como ejemplo y en ocasiones significan la única referencia válida para muchos ciudadanos que no se informan por otros medios (Aznar y Catalán 11) Lo anterior se acentúa si, al igual que Berman, se considera que "la creciente debilidad de las instituciones tradicionales -familia, iglesia y educación- habría hecho posible el surgimiento de la publicidad como sustituta de aquellas" (Berman citado en Mujika 24), en lo referente a su función educadora. Y es que la comunicación publicitaria crea patrones de conducta al momento de promover determinadas actitudes, modas y cosmovisiones, y con ello, educa a las masas. "La publicidad, incluso la comercial, asumirá ese papel informativo y educativo" (Alvarado citada en Alvarado y Martín 152). La publicidad, por lo tanto, "tiene un uso didáctico" (Ferrés i Prats 143). La publicidad interviene en la conducta individual: La publicidad hace las veces de marco de referencia al momento de tomar decisiones individuales, no es que sea un factor único para la toma de decisiones, pero junto a otros marcos de referencia, a vivencias personales y a la herencia social, determina las actitudes de las personas hacia determinado fenómeno. "Contribuye a construir (lingüísticamente) los hábitos cotidianos de las personas y las estructuras mediáticas del poder" (Benavides 19). Por tanto, la publicidad contribuye a la habitualización de las conductas, reformulando creencias y formas de actuar que contribuyen a la construcción social del mundo humano (Benavides 247, 248 y 276). La publicidad interviene en la conducta colectiva: Las cinco anteriores funciones de la publicidad pueden explicar por qué se afirma que la comunicación publicitaria interviene en la conducta de las colectividades. Se puede decir que "la publicidad, implícita o explícitamente establece una serie de principios reguladores que organizan la mayoría de las actividades de los individuos de una sociedad en pautas organizacionales definidas" (Mujika 21-22). Lo anterior se desprende del hecho de que la influencia que ejerce la comunicación publicitaria sobre la cultura, las actitudes y los comportamientos, va contribuyendo a la "habitualización de las conductas" (Benavides 276), con lo que se homogeniza la sociedad. Sánchez (393-394) explica que mediante la persuasión, la publicidad configura pautas de comportamiento, e implanta estilos de vida en las sociedades, haciendo las veces de un mecanismo de presión social, que troquela a los individuos y les dirige hacia un esquema ideal de comportamiento, emanado de la cultura ideológica de la que es parte. La cuestión entonces es, si es posible utilizar este potencial de la comunicación publicitaria para influir en la conducta colectiva y encaminarla hacia una transformación social, en este caso mediante la promoción de culturas de paz en la publicidad oficial. Para responder esa pregunta, Cortés (2006) puede darnos una pista al afirmar que "de la misma forma que la publicidad ha sido capaz de extender y asentar los actuales códigos de valor de las sociedades [...] es también capaz de modificarlos e incluso de introducir otros nuevos". La clave para lograrlo, como se expondrá en los siguientes apartados, es mediante el componente educativo de este tipo de publicidad. Publicidad oficial y culturas de paz Cuando se habla de publicidad oficial, se hace referencia a "las acciones publicitarias llevadas a cabo por las instituciones públicas: Administración Central (a través de los distintos ministerios), Administraciones Locales o Municipales, e incluso organismos dependientes de alguna de las citadas administraciones" (Alvarado 2003 342). La publicidad oficial representa un importante contraste respecto de la publicidad convencional, ya que su objetivo no es promover productos o servicios con un fin comercial, sino la concienciación ciudadana respecto a temas de interés común: "indicarles cuales son las cosas por las que han de preocuparse, señalar con el dedo, a fin de cuentas, que es de interés y qué significa ser buenos ciudadanos; empleando para ello técnicas publicitarias viejas e innovadoras" (Cortés 2005 353). Atendiendo a su grado de especificación, existen diversas clasificaciones de la publicidad oficial, pero a grandes rasgos se puede decir que hay dos tipos de campañas de comunicación publicitaria oficial: aquellas que se limitan a proporcionar información sobre servicios públicos y las que ofrecen mensajes de promoción social. No se incluyen entre los ejemplos de publicidad oficial aquellas campañas hechas por la Administración que intentan vender un satisfactor a un público determinado (venta de loterías, de servicios de transporte, de festivales, congresos, etc.) pues considero que tienen un objetivo claramente comercial. La publicidad oficial informativa englobaría todas aquellas comunicaciones publicitarias llevadas a cabo por la Administración, que tengan como objeto proporcionar información a la ciudadanía sobre los servicios públicos, sobre sus derechos y obligaciones o sobre las actividades desarrolladas por las dependencias gubernamentales, siendo en todo caso, información de carácter instrumental o educativa y no de autopromoción. Por su parte, en la categoría de publicidad oficial de promoción social se incluyen todas aquellas publicidades emanadas de la Administración pública que buscan la consecución de temas de interés común; ya sea la promoción turística, el fomento del consumo de determinado sector económico o la promoción de valores y conductas en pro del bienestar social. Partiendo del entendido de que uno de los objetivos fundamentales de la Administración es generar cambios sociales que favorezcan el bien común, la publicidad oficial de promoción social es una de las herramientas con las que cuentan los gobiernos para llevar a cabo ese objetivo, pero ha de estar insertada en todo momento dentro de una estrategia global al respecto. estas acciones comunicativas deben apoyar un plan global que fomente la cultura de paz desde otros ámbitos y con otros procedimientos [...] el papel de la publicidad de las Administraciones para la educación social sería el de fomentar y reforzar los valores que se están desarrollando socialmente desde otros ámbitos sociales y desde perspectivas pedagógicas que no justifiquen en sí mismas la cultura de la violencia (Cortés 2006). Dicho en otras palabras, los gobiernos que opten por promover las culturas de paz mediante la comunicación publicitaria, han de ser conscientes de que la publicidad por sí sola no puede hacerse cargo de esa tarea, sino que la faena ha de recaer en el conjunto de la sociedad, empezando por la Administración, que ha de mantener en todo momento una coherencia entre sus políticas públicas y los valores o cambios sociales que pretenda introducir en la sociedad haciendo uso de la comunicación publicitaria. Existen dos grandes críticas que recibe la idea de promover las culturas de paz a través de la publicidad oficial: la primera de ellas recae en el hecho de que este tipo de comunicación publicitaria es instrumental, vertical, unidireccional, impuesta y masiva, mientras que los procesos de cambio social buscan trabajar con comunicaciones democráticas, horizontales, dialógicas, respetuosas con la diversidad cultural e interpersonales (Alvarado 2012 194). La otra gran objeción tiene que ver con la poca participación de la ciudadanía en la elaboración de los mensajes publicitarios. Es por ello que son muchas las voces que consideran que hay que replantear la publicidad oficial de tal forma que pueda socializar mediante otras formas estructurales más útiles y eficaces. Podemos comenzar a perfilar ese nuevo modelo diciendo que la publicidad oficial debería tener un fuerte elemento de participación ciudadana, además de que debería erguirse sobre los principios de eficacia cultural. "Las formas de comunicación para la paz persiguen una eficacia comunicativa evaluada en términos socioculturales y transformativos, es decir, una eficacia socio/cultural que contribuya a una interacción social que promueva una progresiva reconfiguración cultural" (Nos et al 2008 13), donde esa reconfiguración cultural ha de significar un "proceso de "des-legitimación" de la violencia y la injusticia, en todas las formas en que están presentes en los discursos sociales" (Nos et al 2008 13). Pero para poder plantear la posibilidad de llevar a cabo las ideas anteriores, es indispensable acortar las distancias entre la Administración y la ciudadanía o incluso plantear un nuevo patrón para la relación entre estos actores. Un buen punto de partida puede ser la concepción de la amministrazione condivisa3, propuesta por Arena: un modello di amministrazione, fondato sulla collaborazione fra amministrazione e cittadini, che si ritiene possa consentire una soluzione dei problemi di interesse generale migliore dei modello attualmente operanti, basati sulla separazione più o meno netta fra amministrazione e amminitrati4 (Arena 1997 29). Bajo este tipo de relación, la Administración se aproxima a las personas no como administrados ni como clientes, sino como ciudadanos, como sujetos miembros de una comunidad, titulares de derechos y deberes, que pueden contribuir, en la medida de sus posibilidades, a la solución de problemas de interés general (Arena 1999 17). De este modo, los Gobiernos han de administrar convenciendo y comunicar convenciendo a la ciudadanía para que sea partícipe de los cambios que quieren hacer realidad; para que colabore voluntariamente en la consecución de objetivos de interés 3 Traducción: administración compartida. Traducción: un modelo de gestión, basado en la colaboración entre el gobierno y los ciudadanos, que se piensa puede ayudar a encontrar soluciones a los problemas de interés general de mejor manera que el modelo que opera en la actualidad, basado en la separación más o menos clara entre la administración y los administrados. 4 público. Solo de esta forma, bajo un modelo paritario entre Administración y ciudadanía, la publicidad oficial estaría verdaderamente habilitada a promover las culturas de paz en sus mensajes, buscando con ello la consecución del bien común. Referencias bibliográficas: Alvarado López, María Cruz. 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