ESTUDIO SOBRE LA PRIMERA EPÍSTOLA DE SAN PEDRO Por DANIEL CABARCOS 18ª PARTE: VERSÍCULOS 4:6-9 1 Pedro 4:6.“Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios.” Este es un texto lleno de polémica y de oscuridad para su interpretación. ¿Pedro se refiere aquí a que se ha predicado el evangelio a los hombres después de su muerte, o a hombres que estaban vivos y ahora, en el momento en el que Pedro habla, están muertos? Tanto Lutero como Agustín coinciden en que se refiere a muertos espiritualmente, muertos en delitos y pecados en la línea de Colosenses 2:13, pero consideran al mismo tiempo imposible que Pedro utilizara la palabra muerto en dos sentidos tan diferentes con tanta proximidad. En mi opinión esto último tiene mucho peso puesto que el versículo anterior habla de muertos en la carne, no espiritualmente. Se emplea el verbo EVANGELIZÔ que significa traer o ‘anunciar buenas nuevas’ y el verbo se utiliza para referirse a cosas que deben ser anunciadas como gratas nuevas y también refiriéndose a las personas a las que les es hecha la proclamación. Es un verbo muy usado para referirse a cualquier mensaje que vaya alentar a los que lo escuchan y, en el NT, se utiliza para hablar de las ‘buenas nuevas de Cristo, como en 1 Pe.3:18. Creo que al igual que en 1 Pe.3:19, Cristo, en el espíritu, proclamó su victoria a los espíritus encarcelados, trayendo también la buena nueva de salvación a los santos del pasado, todos aquellos que moran en el seno de Abraham (Lucas 16), como ya hemos visto en 1 Pedro 1:11-12. La irrupción de la obra de Cristo en la historia, era algo secreto, oculto. Cuando esto se cumplió, Cristo lo anunció, lo proclamó a los que durmieron en esta esperanza. Es posible que esto guarde alguna relación con Mateo 27:52-53. La muerte de Jesús tuvo un efecto inmediato en el pasado, aunque estos santos esperaron a salir del sepulcro cuando Cristo resucitó para que se cumpliera lo dicho en 1 Co. 15:20.- Jesús es las primicias de entre los que duermen. La resurrección de estos santos es la proclamación de la victoria de Jesús sobre la muerte (Apocalipsis 1:18). Dios ha establecido la muerte de todo hombre como dice Hebreos 9:27. Cristo, como hombre, cumplió este decreto, como hemos visto en 1 Pe.3:18. En mi opinión, lo que Pedro quiere decir en este versículo es “Muerto en la carne pero vivificado en el espíritu”. Estos muertos, en cuya carne se ha cumplido este decreto, como en todos los hombres, viven en el espíritu según la voluntad de Dios. Las dificultades de este texto y de los ya vistos en 3:19-20 siguen sin resolverse satisfactoriamente para todos. Hay muchas opiniones diferentes; aquí hemos visto algunas; personalmente me inclino por lo dicho pues de todas las opiniones encontradas es en la que encuentro menos inconvenientes. Siempre que tratamos de interpretar estos retos que Dios nos ha dejado en Su Palabra, nos encontramos con la coherencia y la grandeza de Sus Planes. Estos retos interpretativos estimulan el aprendizaje y el estudio del conocimiento de la Voluntad de Dios. 1 Pedro 4:7.“Más el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración.” Después de haber dado esta esperanza a los lectores (el sacrificio de Cristo consiguió que la muerte no sea algo definitivo), Pedro nos apremia a estar preparados ante el fin de las cosas. Se usa el verbo EGGIZÔ que significa acercarse, aproximarse y es el mismo verbo que encontramos en Santiago 5:8 hablando sobre la segunda venida. Hebreos 9:26 y 1 Juan 2:18 nos ayudan mejor a entender esta expresión “el fin de las cosas”. Ante esta expectativa del fin se nos ordena PRUDENCIA (SENSATEZ) = SÔFRÔNEÔ. Este verbo en imperativo significa ‘ser razonable’, ‘ser sensato’. Cada día que pasa, el fin está más cerca y esta expectativa demanda un comportamiento adecuado. Se nos ordena también SOBRIEDAD para la oración: NEFÔ, otro verbo imperativo que significa ‘estar libre de productos embriagantes’, ‘abstenerse de vino’. Los lingüistas ven aquí un uso metafórico de este verbo en el sentido de ‘vigilancia moral’, de ‘sobriedad en la oración’. Sin entrar a discutir esta opinión, pienso que quizás el uso de este verbo no sea tan metafórico, pues puede apreciarse un claro contraste entre la actitud pagana de acercarse a sus dioses a través de la embriaguez con todo tipo de sustancias con el fin de expandir la conciencia y la sobriedad demandada al cristiano a la hora de relacionarse con Dios. Dios quiere que la esperanza que tenemos sobre que se nos manifestará el fin de todas las cosas, ocupe nuestras mentes con sus contenidos y que eso nos impulse a la sensatez y a la sobriedad en la relación con Dios y de paso nos centre en lo que deben ser nuestras prioridades. Esta actitud aquí demandada está claramente explicada en Mateo 6:19-21. 1 Pedro 4: 8.“Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.” En este versículo, Pedro sigue dando consejos para poner en práctica en una vida cristiana que tenga en mente la segunda venida de Cristo. ANTE TODO = PRO PANTÔN, nos señala que se trata de el consejo más importante, repitiendo lo dicho en 1:22 pero usando otro adjetivo: SED FERVIENTES = EKTENÊS, que significa estirado, extendido y de ahí el sentido metafórico de ferviente, perseverante, constante en el amor de los unos con los otros. Pedro recomienda este amor ‘estirado’, ‘extendido’, porque esta actitud CUBRE (KALUPTÔ) multitud de pecados. Este verbo significa velar, cubrir, esconder y determina un proceso o un estado en el cual una persona, cosa o circunstancia queda oculta a la vista o al alcance de otros. ¿Qué quiere decir Pedro aquí con esto? Proverbios 10:12 nos da una idea: El amor – ágape – evita que se cometan y se fomenten muchos pecados. El amor bíblico – ágape – se caracteriza por una serie de actitudes que no es de extrañar que evite que muchos pecados vean la luz. Se usa este mismo verbo en Santiago 5:20. El que es usado por Dios para traer a un pecador al arrepentimiento, evita que el pecado siga reinando en la vida de esa persona, rescatándole de su vida de pecado, cubriendo así multitud de pecados pasados, presentes y futuros. Este texto nos muestra como el ágape filial es un antídoto para una gran cantidad de pecados. La práctica del amor desactiva el poder del pecado. La voluntad de amor desactiva también en nuestro interior aquellas emociones que nos impulsan o mueven a pecar (1 Corintios 13:4-7). 1 Pedro 4:9.“Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones.” La hospitalidad (FILOXENOS) forma parte del amor. Sobre su parte práctica o visible, es totalmente adecuado aquí el texto de Santiago 2:18. En aquella época, la hospitalidad contribuye a fomentar la obra misionera (3 Juan 5-8). A propósito de este pasaje, quiero incluir aquí un comentario leído a Santiago Guijarro: “Se dice que el amor es ciego; desde el punto de vista bíblico es todo lo contrario. Produce una capacidad de mayor percepción. Las relaciones basadas en el AGAPE ayudan a desarrollar en la otra persona sus potencialidades ocultas. La orientación, el estímulo, la exhortación, basados en el amor, potencian y hacen emerger estos talentos ocultos por medio del ánimo y la generación de autoestima ayuda a superar complejos de inferioridad. El amor nos ayuda a realizarnos como cristianos y como personas (ejemplo madre – hijo). Ver 1 Corintios 13:4-7. La ausencia de amor significa el encumbramiento del yo. El amor trasciende al ego, a los propios intereses, es altruista (Filipenses cap. 2). Por eso su ausencia nos lleva a velar de forma compulsiva por las necesidades de un yo insaciable. Por eso sofoca a impide las potencialidades de los demás. La ausencia de amor produce desconfianza en uno mismo, ansiedad y sentimientos de inferioridad. La hospitalidad es de vital importancia en el proyecto común de construcción del edificio de Dios, del cual Jesús, que es la Verdad, es piedra angular y nosotros, piedras vivas. Esta hospitalidad debe practicarse sin murmuración (GOGGUSMOS). Además de su significado ‘murmullos’, aquí denota ‘quejas’, ‘desagrado por lo bajo’, así como en privado más bien que en público. Es la misma palabra utilizada en Hechos 6:1 cuando los judíos helenistas murmuraban en contra de los judíos nativos de Israel. También aparece en Filipenses 2:14, donde Lacueva la traduce por ‘refunfuños’. Lo que se nos pide aquí es una buena disposición hacia la hospitalidad, practicándola de buena gana, por convicción y no por ambición social. Quisiera añadir algo más al tema de la hospitalidad: Muchos misioneros provenientes del judaísmo habían tenido que abandonar su familia por sus creencias. La hospitalidad no era solo comida y cama. Proporcionaba también el calor del hogar perdido, ese amor y afectividad que solo se puede recibir en círculos familiares. En mi opinión, la Comunidad de bienes de la que se nos habla en Hechos 4:32-37, tenía el motivo de arropar económica y emocionalmente a todos aquellos que habían dejado todo por seguir a Jesús (Mateo 19:29). El abandonar “la casa” suponía en muchas ocasiones el empezar de cero y así podemos ver como los que abandonan “su casa” lo hacen para formar parte de otra casa y contribuir así en la ECONOMÍA de esa “otra casa”, ésta de orden espiritual (Efesios 2:19-22). (Veremos más sobre esto cuando estudiemos el versículo 10). Jesucristo, como piedra angular, ha empezado la construcción de esta casa y en los primeros capítulos de Hechos podemos ver como se echan los primeros cimientos sólidos y luego de “casa en casa”, por medio de la hospitalidad, se va sobreedificando (Hechos 20:20). El evangelio se extendió desde las casas de Israel a las de Damasco, Cesarea, Filipos, Tesalónica, Efeso, Troas, Corinto y Roma. RESUMEN DE LA 18ª PARTE (1 Pedro 4:6-9) El sacrificio de Cristo consiguió que la muerte no fuese algo definitivo. El amor evita que muchos pecados vean la luz. El amor nos ayuda a desarrollar nuestros potenciales como cristianos y como personas. Su ausencia nos produce desconfianza, ansiedad y sentimientos de inferioridad. El amor es el antídoto para desactivar el poder que el pecado ejerce sobre nosotros, por eso la Biblia insiste tanto en esto. El amor es el combustible de la Iglesia. La hospitalidad como expresión practica del amor cristiano y como método de colaboración (sinergia) para la construcción del edificio de Dios (Juan 13:35).