PROPÓSITO Nº 4 FUISTE FORMADO PARA SERVIR A DIOS ¿Qué somos?... Nada más que servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a creer, según lo que el Señor le asignó a cada uno. Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. 1º Corintios 3:5-6 (PAR) Acepta tu asignación Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. Efesios 2:10 (NVI) Yo te he glorificado en la tierra, y he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Juan 17:4 (NVI) Fuiste puesto en la tierra para aportar algo. No fuiste creado sólo para consumir sus recursos, para comer, respirar y ocupar espacio. Dios te diseñó para que hicieras una diferencia con tu vida. Hay muchos libros que ofrecen consejo en cuanto a cómo obtener una mejor calidad de vida, que por cierto no es la razón por la que Dios te hizo. Fuiste creado para añadir vida a la tierra, no para quitársela. Dios quiere que le des algo a cambio. Este es el cuarto propósito de Dios para tu vida, lo que llamamos tu “ministerio” o servicio. La Biblia nos da los detalles. Creados para servir a Dios. La Biblia dice:”Dios nos creó para una vida de obras buenas, las cuales ha preparado para nosotros”. Esas “buenas obras” son tu servicio. Siempre que sirves a otros de cualquier manera, verdaderamente estás sirviendo a Dios y cumpliendo uno de tus propósitos. En los dos capítulos siguientes verás cómo Dios te ha formado para este propósito. Lo que dios le dijo a Jeremías también es válido para ti: “Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado”. Fuiste puesto en este planeta para cumplir una asignación especial. Salvado para servir a Dios. La Biblia afirma: “Él es quién nos salvó y escogió para su obra santa, no porque lo merecíamos sino porque estaba en su plan”. Dios te redimió para que hicieras su “obra santa”. Tú no eres salvo por buenas obras, sino para buenas obras. En el reino de Dios, tienes un lugar, un propósito, un rol y una función a cumplir. Esto le da a tu vida un gran significado y valor. Costó la propia vida de Jesús comprar tu salvación. La Biblia nos recuerda que fuimos “comprados por un precio”. No servimos a Dios por miedo, por culpa o por obligación, sino con gozo y profunda gratitud por lo que ha hecho por nosotros. A Él debemos nuestras vidas. Gracias a su salvación nuestro pasado ha sido perdonado, nuestro presente tiene significado y nuestro futuro está asegurado. A la luz de esos beneficios increíbles, Pablo concluyó: “Tomando en cuenta la misericordia de Dios... ofrezcan sus vidas como sacrificio vivo, dedicado a su servicio”. El apóstol Juan enseñó que nuestro servicio a otros en amor muestra que verdaderamente fuimos salvados. Él dijo: “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos”. Si no amo a los demás ni deseo servirles, y si sólo estoy concentrado en mis necesidades; debería preguntarme si Cristo está realmente en mi vida. Un corazón salvado es uno que quiere servir. Otro término para el servicio de Dios, mal interpretado por la mayoría de las personas, es la palabra ministerio. Cuando la mayoría de las personas la escuchan, piensan en pastores, sacerdotes y clérigos profesionales, pero Dios dice que cada miembro de su familia es un ministro. En su Palabra, los vocablos servidor y ministro son sinónimos, igual que servicio y ministerio. Si eres cristiano, eres un ministro y cuando estás sirviendo, estás ministrando. Cuando la suegra de Pedro enfermó y fue sanada por el Señor, instantáneamente “se levantó y comenzó a servirle”, aplicando la recepción del don de la salud. Esto es lo que nosotros debemos hacer. Fuimos sanados para ayudar a otros. Fuimos bendecidos para ser de bendición. Fuimos salvados para servir, no para sentarnos y esperar el cielo. ¿Alguna vez te has preguntado por qué Dios no nos llevó de inmediato al cielo en el momento que aceptamos su gracia? ¿Por qué nos deja en un mundo caído? Él nos puso aquí para cumplir con sus propósitos. Una vez que has sido salvado, Dios intenta usarte en sus planes. Él te tiene un ministerio en su iglesia y una misión en el mundo. Llamado para servir a Dios. A medida que crecías, pudiste haber pensado que ser “llamado” por Dios era algo para misioneros, pastores, monjas y otros trabajadores de “tiempo completo”; pero la Biblia dice que cada cristiano es llamado a servir. Tu llamado a la salvación incluye el llamamiento a servir. Ambos son lo mismo. Cualquiera que sea tu trabajo o carrera, estás llamado al servicio cristiano a tiempo completo. Un “cristiano que no sirve” por definición es una contradicción. La Biblia dice: “Él nos salvó y nos llamó a ser su pueblo, no por lo que hemos hecho sino según su propósito”. Pedro añade: “Fueron escogidos para hablar de las excelentes cualidades de Dios, quien los llamó. En el momento en que usas las habilidades que Dios te dio para ayudar a otros, estás cumpliendo con tu llamado. La Biblia afirma: “Ahora perteneces a Él... de manera que puedas ser usado para el servicio de Dios”.¿Cuánto de tu tiempo estás usando en servir a Dios? En algunas iglesias en China, a los nuevos creyentes les dan la bienvenida diciendo: “Jesús ahora tiene un nuevo par de ojos para ver, nuevos oídos para escuchar, nuevas manos para ayudar y un nuevo corazón para amar a otros”. Una de las razones por las que necesitas integrarte a la familia de la iglesia es para cumplir de forma práctica con tu llamado a servir a otros creyentes, todo es importante. La Escritura indica: “Todos ustedes juntos son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es una parte necesaria y separada de éste”. Tu servicio se necesita con desesperación en el cuerpo de Cristo; pregunta en cualquier iglesia local. Cada uno de nosotros tenemos un papel a desempeñar; cada papel es importante. En ningún sentido hay servicio pequeño para Dios. Tampoco hay ministerios insignificantes en la iglesia. Algunos son visibles y otros se desarrollan detrás del escenario, pero todos son valiosos. Los ministerios, pequeños o escondidos, a veces hacen una inmensa diferencia. En mi hogar, la luz más importante no es la del gran candelabro que está en el comedor, sino la de la pequeña lamparita de noche que impide que me golpee el dedo del pie cuando me levanto en la noche. No hay correlación entre tamaño e importancia. En asuntos del ministerio, todos dependemos unos de otros. ¿qué pasa cuando una parte del cuerpo falla? Te enfermas. El resto de tu cuerpo sufre. Imagínate si tu hígado decidiera comenzar a vivir por sí mismo: “¡Estoy cansado! ¡No quiero servir más a este cuerpo! Quiero un año de descanso; que sólo me alimenten. ¡Tengo que hacer lo mejor para mi! Deja que otro tome mi lugar. ¿Qué podría pasar? Tu cuerpo podría morir. Hoy miles de iglesias locales están muriendo porque los cristianos se rehúsan a servir. Se sientan como espectadores, mientras el cuerpo sufre. Se te manda servir a Dios. Jesús fue inerrable:”Tu actitud debe ser igual a la mía, porque yo, el Mesías, no vine a ser servido sino a servir y a dar mi vida”. Para los cristianos, el servicio no es opcional, sino algo que debe estar arraigado en nuestros horarios si escatimamos el tiempo. Es el corazón de la vida cristiana. Jesús vino “a servir” y “a dar”, y esos dos verbos también pueden definir tu vida en la tierra. Servir y dar, en resumen, son el cuarto propósito de Dios para tu vida. La Madre Teresa dijo una vez: “Vivir en santidad es hacer la obra de Dios con una sonrisa”. Jesús enseñó que la madurez espiritual nunca es un fin en sí mismo. ¡La madurez es para ministrar! Maduramos para dar. No es suficiente seguir aprendiendo más y más. Debemos poner en acción lo que conocemos y poner en práctica lo que proclamamos creer. Impresión sin expresión causa depresión. El estudio sin servicio conlleva a un estancamiento espiritual. La antigua comparación entre el mar de Galilea y el Mar Muerto aún es cierta. Galilea es un lago lleno de vida que recibe agua pero también da. En contraste, nada vive en el mar Muerto, porque no tiene salida de agua, está estancado. Lo último que muchos creyentes necesitan es otro estudio bíblico más. Ya saben más de lo que ponen en práctica. Lo que necesitan son experiencias sirviendo en lo que puedan ejercitar sus músculos espirituales. El servicio es lo opuesto a nuestra inclinación natural. La mayoría del tiempo nos interesamos más en que “nos sirvan” que servir. Decimos: “Estoy buscando una iglesia que supla mis necesidades y me sea de bendición”, en vez de decir: “busco un lugar para servir y ser de bendición”. Esperamos que otros nos sirvan, no al contrario. Pero en cuanto maduramos en Cristo, el foco de nuestras vidas debe cambiar cada vez más para vivir sirviendo. El seguidor maduro de Jesús se para y pregunta: “¿Quién va a suplir mis necesidades?” y vuelve a pregunta: “¿Qué necesidades puedo satisfacer?” ¿Te has hecho esa pregunta? CÓMO PREPARARSE PARA LA ETERNIDAD Al final de tu vida en la tierra te presentarás delante de Dios, y Él evaluará cuán bien les serviste a otros con tu vida. La Biblia afirma: “Cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta personalmente a Dios”. Medita en las implicaciones de esto. Un día dios comparará cuánto tiempo y energía gastamos en nosotros mismos comparado con lo que invertimos en servir a otros. A esa altura, todas nuestras excusas egocéntricas sonarán vacías: “Estaba muy ocupado” o “Tenía mis propias metas” o “Estaba preocupado con el trabajo, con la diversión o preparándome para la jubilación”. Para todas esas excusas Dios responderá: “Lo siento, respuesta equivocada”. Yo te hice, te salvé, te llamé y te mandé a vivir una vida de servicio. ¿Qué parte no entendiste?” La Biblia advierte a los no creyentes: “Él derramará su furia y su ira en aquellos que viven para sí mismos”, pero para los cristianos esto significará una pérdida de recompensas eternas. Sólo estamos completamente vivos cuando ayudamos a otros. Jesús dijo: “Si insistes en salvar tu vida, la perderás. Sólo aquellos que dan sus vidas por mi causa y por la causa de las buenas nuevas siempre conocerán lo que esto significa en la vida realmente”. Esta verdad es tan importante que se repite cinco veces en los Evangelios. Si no estás sirviendo, sólo estás existiendo; porque la vida se creó para ministrar. Dios quiere que aprendas a amar y servir a otros con abnegación. SERVICIO Y SIGNIFICADO Vas a dar tu vida por algo. ¿Será por una carrera profesional, por un deporte, un entretenimiento, fama o riquezas? Nada de eso tiene importancia duradera. El servicio es el camino a la significación real. Es a través del ministerio que descubrimos el significado de nuestras vidas. La Biblia afirma: “Cada uno de nosotros encuentra su función y significado como parte de su cuerpo”. Es en el servicio unido a la familia de Dios, que nuestras vidas cobran relevancia eterna. Pablo dice: “Quiero que pienses en cómo todo esto te hace más significativo, no menos... porque tú eres una parte”. Dios quiere usarte para marcar una diferencia en su mundo. Él quiere trabajar a través de ti. No importa la duración de tu vida sino la donación de la misma. No cuánto tiempo viviste, sino cómo lo hiciste. Si no estás involucrado en ningún servicio o ministerio, ¿qué excusa has estado usando? Abraham era viejo, Jacob inseguro, Lea sin atractivo, José fue abusado, Moisés tartamudeaba, Gedeón era pobre, Sansón codependiente, Rahab una inmoral, David tuvo una amante y todo tipo de problemas familiares, Jeremías estaba deprimido, Jonás era rebelde, Noemí una viuda, Juan el Bautista un excéntrico, Pedro impulsivo, Marta preocupada por todo, la samaritana fracasada en varios matrimonios, Zacarías era impopular, Tomás tuvo dudas, Pablo tuvo una salud pobre y Timoteo era tímido. Esta es efectivamente una variedad de individuos que no se adaptan muy bien al ambiente, pero dios los usó a cada uno de ellos para su servicio. También te usará a ti, si dejas de dar excusas. DÍA VEINTINUEVE PENSANDO EN MI PROPÓSITO Punto de reflexión: El servicio no es opcional. Versículo para recordar: “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”. Efesios 2:10 (NVI). Pregunta para considerar: ¿Qué es lo que me impide aceptar el llamado de Dios para servirle?