Manuel Arce. Semblanza crítica

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Manuel Arce. Semblanza crítica
Germán Gullón
Manuel Arce (San Roque del Acebal, Asturias, 1928), nació el 13 de febrero en la estación
de ferrocarril de San Roque del Acebal, pueblo cercano a Llanes (Asturias), donde su abuela
materna, Carolina García, ejercía como jefe de estación. Allí inicia sus estudios escolares,
mientras vive junto a su abuela. La familia se trasladó a Santander en enero de 1936; sus
padres, Nicanor Arce Real y M ercedes Lago, le matricularon como alumno del Colegio
Salesiano. Una vez acaba la guerra civil emprenderá los estudios de bachilerato, que abandona
en el tercer curso para estudiar Comercio. Ya por entonces comienza a manifestarse su
vocación literaria, en la afición a la lectura y en la redacción de sus primeros versos. Podemos
decir que cruzó el umbral de la literatura cuando en 1945, gracias a los poetas José Hierro y
Julio M aruri, se pone en contacto con la gente de la revista Proel: Carlos Salomón, Ricardo
Gullón, Leopoldo Rodríguez Alcalde, Aurelio Cantalapiedra y otros.
Conoció a su futura esposa, Teresa Santamatilde, en diciembre de 1945, con la que
contraería matrimonio en 1954. Su vida literaria progresa a ritmo rápido. Visita a Vicente
Aleixandre en el domicilio casa madrileño, Velingtonia, en 1946; un año después conocería a
Gerardo Diego. En 1948, mientras cumple el servicio militar en el regimiento de infantería
Valencia de Santander, aparecen publicados sus primeros versos en la revista leonesa
Espadaña, dirigida por Victoriano Cremer. Ese mismo año Arce fundó la revista La Isla de
los Ratones (Hojas de Poesía), y las colecciones de libros, Poetas de hoy, Narración y ensayo
y Arte y bisonte. La revista saldría apadrinada por Vicente Aleixandre, y con poemas inéditos
de tan distinguidos poetas como Gabriel Celaya, José Hierro, José Luis Hidalgo y Carlos
Salomón. Se publicó hasta 1955, mientras que las tres colecciones de libros siguieron
apareciendo hasta 1986, bajo la dirección de la profesora Teresa Arce Santamatilde y del
profesor y crítico de poesía Julio Neira.
Por otro lado, M anuel Arce instalará la Librería y Galería de Arte Sur, un icono
cultural del Santander de la postguerra. Todo el arte español importante de este período, desde
la Escuela de Vallecas, la Escuela de París, Dau el Set, Grupo el Paso y demás, colgó de sus
paredes. Cerraría sus puertas en 1994 con un broche de oro, la exposición “Sur: un escenario
para la memoria histórica”, muestra que, con la ayuda de la Fundación Botín, se exhibirá en el
Centro de Arte Reina Sofia (julio-octubre, 1996). En el prólogo del excelente catálogo,
Fernando Huici realizó un exhaustivo estudio de la actividad cultural de la galería. También
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en 1998, precisamente cincuenta años después de la salida del primer número de La Isla de los
Ratones, la Obra Social de Caja Cantabria organizó una espléndida exposición documental de
la revista y un ciclo de conferencias sobre poesía española. Esta exposición, patrocinada por
los Amigos de la Residencia de Estudiantes y el M inisterio de Cultura y con la colaboración
de la Fundación Francisco Giner, fue exhibida en M adrid, en la sala de exposiciones de la
Institución Libre de Enseñanza (diciembre,1998-enero, 1999).
La actividad de Arce se ha desplegado asimismo en muy diversos ámbitos. Uno de
excepcional importancia es el universitario. Ejerció como primer Presidente del Consejo
Social de la Universidad de Cantabria (1985-1997), en que desarrolló una notable labor,
atrayendo a conferenciantes de primera categoría y dotando dos premios literairos, uno de
poesía y otro de narrativa breve, que aún hoy se siguen concediendo. También fue candidato a
la alcaldía de Santander (1987) en las listas del PSOE. Razones de salud le obligaron tras diez
meses de trabajo a abandonar la Corporación M unicipal, donde era portavoz de su grupo. Ha
sido también jurado del Premio de las Letras Prínicipe de Asturias y presidido durante quince
años los premios de “Poesía José Hierro” y “Alegría”. De entre los numerosos honores que le
otorgado, destaco tres nada más: la elección de “Personalidad M ontañesa del año 1977” por el
Ateneo de Santander, y la concesión de la M edalla de Oro de la Feria Artsantander (1992) y
la M edalla del Centenario de El Diario Montañes, 2002.
Junto a una extensa obra poética, Arce es conocido también por su obra narrativa. La
temática de su primera época, los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, combina la
inquietud social con los problemas existenciales de los personajes, el tiempo, la libertad, la
culpa, etcétera. Los títulos son los siguientes: Testamento en la montaña (Destino, 1956);
Pintado sobre el vacío( Destino, 1958); La tentación de vivir (Destino, 1961); Anzuelos para
la lubina (Destino, 1962); Oficio de muchachos (Seix y Barral, 1963); El precio de la
derrota (Plaza y Janés, 1970); y, en una segunda época, inaugurada en el año 2006, anotamos
su última entrega, El latido de la memoria (Algaida, 2006), cuya temática gira en torno a la
memoria y a la guerra civil española. Las novelas Testamento en la montaña y Oficio de
muchachos fueron llevadas al cine. La primera fue dirigida por Antonio Isasi-Isasmendi y
protagonizada por Emma Penella y M anuel Peiro. También TVE realizó con Testamento en la
montana una serie de tres capítulos que, bajo la dirección de Alfredo M uñiz, fue
protagonizada por Daniel Dicenta, Francisco Piquer y Arturo López. La versión
cinematográfica de Oficio de muchachos fue dirigida por Carlos Romero M archent e
interpretada por M ercedes Alonso, Tony Cantó, Emma Suárez y Beatriz Santana, entre otros.
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Su última novela, ganadora del VI Premio Internacional de Novela Emilio Alarcos
Llorach, es como indica el título, El latido de la memoria. Relata los recuerdos del primer año
de la guerra civil en Santander escondidos en la memoria de unos personajes. El narrador
adopta la perspectiva de la derecha, aunque la visión es ideológicamente muy equilibrada,
pues el acento temático cae sobre los horrores de la guerra y la manera en que las actuaciones
de ambos bandos enconaron las heridas y sufrimiento humano. Arce escribe, pues, una novela
de la memoria excepcional. Tanto la técnica utilizada, el entrecruzamiento de hilos narrativos,
el lenguaje preciso y directo, que aborda la vida cotidiana en el Santander de la guerra,
demuestra maestría y madurez. Ninos y adultos, milicianos, falangistas, todos vienen
representados con una verosimilud enorme. Arce nos devuelve la memoria de un mundo
silenciado por mucho tiempo.
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