MODULO II. CONCILIO VATICANO II: DIOS SE REVELA Y REVELA LA VOCACION DEL HOMBRE. UNIDAD III. EL CONCILIO VATICANO II Y LA CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA. Introducción. Esta unidad tiende a profundizar la vinculación entre la Tradición y la Sagrada Escritura de la Iglesia, que guardan y exponen fielmente la Palabra de Dios, y entre la Palabra de Dios y la oración del creyente en la Iglesia. Objetivos: Que el Alumno logre: Analizar los puntos principales de la Constitución Dogmática “Dei Verbum” sobre la divina revelación. Identificar los distintos tipos de documentos del magisterio de la Iglesia. Afianzar un sentido de pertenencia como personas insertas en una comunidad que conoce, cree, celebra, vive, y ora la Palabra de Dios. Apreciar las distintas formas de oración como expresiones de una espiritualidad peculiar en la respuesta de fe personal y comunitaria. Contenidos: Contenidos conceptuales. El estrecho vínculo entre la Tradición del Magisterio de la Iglesia y la Sagrada Escritura, dos fuentes de la única revelación de Dios, expresado en: a) La Constitución Dogmática Dei Verbum del Concilio Vaticano II y los criterios de interpretación bíblica aceptados, para desentrañar el sentido más verdadero de la Palabra de Dios, transmitida en la Iglesia, creída, proclamada, celebrada y anunciada por el testimonio vivo de la fe. b) Jerarquización de las fuentes del saber teológico y clasificación de los documentos del magisterio que orientan y regulan la vida de la Iglesia. c) La oración y las diversas formas de espiritualidad en la respuesta, personal o comunitaria, a la Palabra de Dios. Contenidos procedimentales. De acuerdo a los contenidos conceptuales se propone: 1. analizar los puntos más importantes del documento conciliar con la ayuda de las preguntas contenidas en el cuestionario de autoevaluación y realizar un fichaje de los mismos siguiendo las consignas dadas en la Introducción a la materia de Teología I. 2. identificar, con la ayuda de la guía de esta unidad, las distintas fuentes del saber teológico y los distintos tipos de documentos del magisterio eclesial que orientan y norman la vida de la Iglesia. 3. precisar las posibilidades que ofrece la liturgia como fuente de oración, que se nutre en “los dos pulmones” de la Iglesia, la tradición oriental y la occidental. Contenidos actitudinales. Inducir en los alumnos: su sentido de pertenencia como personas insertas en una comunidad que conoce, cree, celebra, vive y ora la Palabra de Dios. disposiciones favorables para fomentar y enriquecer la oración personal y para participar en la celebración litúrgica dominical como en otras formas comunitarias de oración eclesial. Guía de organización y desarrollo del tema. I.- LA CONSTITUCION DOGMATICA “DEI VERBUM”sobre la Revelación Divina. DOCUMENTO DEL CONCILIO VATICANO II. El estudio de la primer parte de la tercera unidad se corresponde con los contenidos conceptuales expresados en el punto a), con el contenido procedimental del punto I y con las preguntas 1 a 11 del cuestionario de autoevaluación. Se realizará el fichaje del documento conciliar completo, desde el párrafo n*1 al último párrafo n* 26. El fichaje se deberá enviar para su corrección en la fecha que se indique en la Guía de Trabajos Prácticos, y será requerido, junto con el fichaje anteriormente indicado de EN, para el parcial presencial. Para DISPONER el documento del Concilio Vaticano II, adquirirlo en una librería catequística, solicitar su préstamo, consultarlo en una biblioteca, o ubicarlo por Internet en el siguiente sitio: Modelo de ficha para el Documento Dei Verbum CONCILIO VATICANO II, Constitución Dogmática “DEI VERBUM" sobre la divina revelación (1965) en Documentos del Vaticano II, BAC, Madrid, 1991. PROEMIO Propósito del Concilio N* 1 “el Santo Concilio, obedeciendo a aquellas palabras de Juan: Os anunciamos la vida eterna: que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos para que también vosotros viváis en esta unión nuestra que nos une con el Padre y con su Hijo Jesucristo (I Jn 1,2-3) ... quiere proponer la doctrina auténtica sobre la revelación y su transmisión: para que todo el mundo con el anuncio de la salvación, oyendo crea, y creyendo esperes, y esperando ame”. El autor del documento es el Concilio Vaticano II, y lleva la firma del Papa Pablo VI que lo presidíó. Esto se aclara con la comprensión del ejercicio del Magisterio Ordinario explicado en el punto II – B. Se deberá seguir las consignas de fichaje indicadas en la Introducción a la materia, en especial la consigna de registrar el n* del párrafo que se resume o cita textualmente. Se deberá consignar los datos del documento conciliar en la celda superior izquierda, así mismo los datos de la edición o del sitio de Internet. En la celda superior derecha debe figurar el tema, para lo cual pueden poner el título de cada uno de los párrafos. Recomendación: las primeras 11 preguntas del cuestionario de evaluación tienen relación con el documento conciliar, y están indicados los números de los párrafos en que podrán encontrar la respuesta. Por lo tanto se recomienda al ir fichando los párrafos que se controle si el resumen realizado basta para contestar dichas preguntas. En caso negativo ampliar el resumen. II.- LA JERARQUIZACION DE LAS FUENTES DEL SABER TEOLOGICO Y CLASIFICACION DE LOS DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA. El estudio de esta segunda parte de la unidad se corresponde con los contenidos conceptuales expresados en el punto b), con el contenido procedimental del punto2) y con las preguntas 12 a 14 del cuestionario de autoevaluación. En el primer módulo el alumno ya ha tomado contacto con varios documentos eclesiales: con la Encíclica Evangelii Nuntiandi del Papa Pablo VI, con afirmaciones del Concilio Vaticano I, del Catecismo de la Iglesia Católica, de teólogos como San Agustín y Santo Tomás, el primero en el inicio y el segundo en la plenitud de la Edad Media. También ha tenido contacto con pensadores modernos, ya que en la segunda unidad se cita explícitamente al filósofo Pieper y al teólogo Von Balthasar. En esta unidad 4 del segúndo módulo se indica la realización del fichaje de otro documento eclesial: la Constitución Dogmática Dei Verbum. Es muy posible y conveniente que el alumno se pregunte qué diferencia hay entre una Encíclica y un documento del Concilio, si todos los documentos eclesiales tienen la misma autoridad, o qué valor tienen las afirmaciones de los teólogos. Por ello es necesario hacer un espacio para algunas precisiones acerca del magisterio de la Iglesia y de los distintos tipos de documentos en que lo expresa para el bien de los fieles. El desarrollo de este tema permitirá al alumno ubicar, además, del peso o fuerza que en sí misma tenga la expresión de una verdad, el mayor o menor grado de universalidad de un documento eclesial por provenir de un Concilio, de un Papa, de un obispo o de un grupo de obispos, de una Conferencia Episcopal, de una Congregación o Discaterio de Roma, o de un teólogo. El Concilio Vaticano II definió en la Constitución Dogmática Dei Verbum que tanto la Sagrada Escritura como la Tradición son los dos pilares de la Iglesia que están íntimamente relacionados, ya que es la misma tradición la que fija o determina el canon de los libros inspirados que quedaron incluídos en la Biblia y es la Palabra de Dios la que alimenta y sostiene la tradición inspirando la explicitación de las verdades de fe contenidas en la Sagrada Escritura. La tradición incluye el sentido de la fe de todo el Pueblo de Dios y el Magisterio de quienes sucediendo al Colegio Apostólico tienen el deber de custodiar y enseñar el contenido de la fe cristiana. Dentro del ejercicio del Magisterio se distinguen diversos actos y grados de autoridad del mismo. El teólogo Congar desarrolla este tema en el capítulo III del libro citado en la bibliografía. Resumo su exposición en tres puntos: A.- Esbozos de clasificación y de jerarquización de las autoridades en la historia de la teología. Congar dice que hubo intentos de clasificación y jerarquización de las autoridades tanto en los Padres; en especial en San Agustín, como en los Papas, en especial en el decreto de Gelasio (+164/165); en los teólogos de la Edad Media, en especial Abelardo, Hugo de San Víctor, y Santo Tomás; en los canonistas y en la crítica teológica de los siglos XIV y XV. Sin embargo cuando estalló la Reforma, la teología católica no disponía de una elaboración completa. El primer tratado sistemático de criteriología teológica es el de Cano, aunque criticable a juicio del comentador. El alumno podrá ubicar a este autor en el cuadro de Historia de la Teología en los siglos XV y XVI. Luego su tratado fue retocado con un carácter dialéctico, casuístico, jurídico. Rescata Congar la expresión de “lugares teológicos” que interpreta como mediaciones, diversas y graduales por las cuales Dios instruye y edifica a su Iglesia. Se trata de órganos de una comunicación de verdad y de una vida en la verdad que son coextensivas a la construcción de la Iglesia. La enseñanza del magisterio sobre la relación de las diferentes fuentes con el magisterio fue abundante, de manera implícita en general y de manera explícita en el Concilio de Trento, en el del Vaticano I y en especial en la encíclica Humani generis de Pío XII en 1950. En cuanto a la distribución de los “lugares teológicos” y organización del tratado hay distintas consideraciónes. Congar valora la tradición como fuente global de la teología por dos motivos, por el material contenido y porque su sujeto, la Iglesia universal, realiza la Tradición vivencialmente y el Magisterio la constituye como regla. El contenido material de la Tradición de la Iglesia en la fe está integrado por: Lugares constitutivos (la herencia de los apóstoles): Sagrada Escritura Tradiciones no escritas. Lugares declarativos, auxiliares para nuestro conocimiento del contenido y del sentido de los lugares constitutivos. Son los monumentos de la tradición que explicitan lo contenido en la Biblia. la enseñanza del magisterio la liturgia y práctica de la Iglesia los Padres y doctores los sagrados cánones, hechos de los santos, costumbres los teólogos B.- La enseñanza del magisterio. El sujeto de la tradición es la Iglesia: cuerpo orgánico y organizado creyente, viva infaliblemente en la fe docente, medio creado de la vida en la infalibilidad de la fe, cuyo medio increado es el Espíritu Santo. El magisterio es el órgano de la tradición en su forma de “regla de la fe”, fijando y determinando para los fieles el contenido de la tradición. Desde el s. XIX se expresa una distinción que se dió siempre: El Magisterio ordinario se realiza de dos formas: El Magisterio ordinario y universal: es el de los obispos unidos al Papa como cuerpo apostólico conjunto pero dispersos por el mundo en las Iglesias particulares donde enseñan de modo expreso o dejando decir y hacer. Los obispos ejercen su magisterio ordinario mediante la predicación, los catecismos, las cartas sinodales, las pastorales, la vigilancia doctrinal, los sínodos diocesanos o concilios particulares. El magisterio de un obispo o de un grupo de obispos no es infalible. Las Conferencias Episcopales que reunen a los obispos de un país o una región tienen la función de promover la solidaridad fraterna y de facilitar mediante su organización la tarea evangelizadora y pastoral de los obispos en una cultura determinada; pero ni son una estructura intermedia ni tienen autoridad sobre los obispos que la integran. Una verdad pertenece a la fe cuando es sostenida en forma unánime por todos los obispos en comunión con el Papa. El magisterio ordinario universal: es el del Papa que como obispo de Roma tiene el ministerio de la unidad de la Iglesia. El Papa ejerce su magisterio ordinario: por sí mismo mediante las constituciones aposlólicas, las encíclicas, las exhortaciones, los discursos, por cartas o breves (aprobaciones explícitas de una obra). Siendo las encíclicas la forma más característica del magisterio dogmático, universal, del obispo de Roma, que tiene el ministerio de la unidad, pueden contener verdaderas definiciones dogmáticas.en tanto se exprese algo como manifiestamente definido. Deben ser tomadas en el conjunto de los diferentes planos que comportan y merecen el respeto, la adhesión y la confianza de una sumisión interior que no excluye la investigación. mediante sus auxiliares de derecho eclesiástico: las Congregaciones o Discaterios romanos y en especial la Congregación de la Enseñanza de la Fe o “Santo Oficio”. La autoridad de sus enseñanzas emana del colegio de los cardenales o sea de la Iglesia romana y de la aprobación del Papa, que según la fuerza de la fórmula, siguen siendo un acto de la Congregación o Discaterio, a pesar de la aprobación, o se convierte en un acto papal en sentido estricto. Pueden enseñar en un punto doctrinal por medio de un decreto. El “Santo Oficio” puede condenar un libro, una tesis, o calificar una proposición al igual que los obispos, el Papa o los concilios. El Código de Derecho Canónico (CIC) y el Catecismo de la Iglesia Católica (CEC). Propongo aquí una ejemplificación del tema esquematizado por Congar con el análisis de dos herramientas actuales y fundamentales de la Iglesia promulgadas después del Concilio Vaticano II. El CIC fue una iniciativa del Papa Juan XXIII cuando anunció el 25-1-1959 la convocatoria de un Sínodo para Roma y de un Concilio Ecuménico y propuso la revisión del Código de Derecho Canónico de 1917. Era necesario un nuevo Código para responder a la novedad aportada por el Concilio, para facilitar a los fieles el conocimiento de las orientaciones pastorales y de la nueva disciplina que ordenaría la vida de comunión eclesial. Su recepción y acogida ayudaría a superar las dificultades e incrementar la unidad de la Iglesia. Una Comisión Pontificia se constituyó en 1963 y recibió directivas de Pablo VI al finalizar el Concilio. Desde entonces presentó diversos proyectos que fueron sometidos a consultas a todos los obispos y especialistas. Finalmente fue promulgado por un decreto de Juan Pablo II el 25-1-1983, y pertenece al magisterio ordinario del Papa en comunión con los obispos y con la asistencia de una Comisión Pontificia. El CEC fue solicitado por los obispos en el Sínodo Extraordinario de 1985. Así como al Concilio de Trento siguió un Catecismo, era necesario apoyar la tarea evangelizadora y catequética de la Iglesia con la redacción de un catecismo o compendio de toda la doctina cristiana en lo que se refiere tanto a la fe como a la moral, para que sea un punto de referencia para los catecismos particulares de cada región. El Catecismo está estructurado en cuatro partes: lo que la Iglesia cree, el hombre capaz de Dios y las verdades de Fe del Credo; lo que la Iglesia celebra, el Misterio Pascual y los Sacramentos; lo que la Iglesia vive, la vida en Cristo, la ley naturalantigua-nueva, la moral, los mandamientos, las bienaventuranzas; lo que la Iglesia reza: la oración y en especial el Padrenuestro. La nueva y actualizada síntesis doctrinal del CEC refleja el aporte del Concilio Vaticano II, llamado por Pablo VI “el gran catecismo de nuestro tiempo” y por Juan Pablo II, en el n* 18 de su cartaapostólica Mientras se aproxima el tercer milenio “acontecimiento providencial, gracias al cual la Iglesia ha iniciado la preparación próxima del Jubileo del segundo milenio”.1 La apreciación del significado providencial del Vaticano II percibida por el Papa tiene antecedentes remotos. Al finalizar el mismo Concilio, exclamaba Martín Descalzo, en el marco de la promulgación de la GS “¿Qué hemos hecho para merecer entrar tan audazmente en el tercer milenio de la vida de la Iglesia, en esta gigantesca síntesis?!”.1 Pablo VI vinculó al Vaticano II y la “nueva” evangelización con el tercer milenio. En la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi planteó que el objetivo del Concilio fue hacer a la Iglesia del siglo XX más apta todavía para anunciar el Evangelio en esa hora de la humanidad (EN 2-4), y expresó el deseo de que la evangelización “se prolongue a lo largo de estos años que preanuncian la vigilia de un nuevo siglo, y la vigilia del tercer milenio del cristianismo” (EN 81). Un texto de Lustiger, citado por Gera al referirse a la honda armonía del concepto de tiempo y mundo de Juan XXIII, traza un arco que une el Vaticano 1 El CEC fue promulgado el 11-10-1992 y pertenece al magisterio ordinario del Papa en comunión con los obispos, con la asistencia de una Comisión Pontificia El Magisterio extraordinario es el que entra en acción en circunstancias excepcionales ante una situación crítica o una definición solemne contra errores. Lo ejercen: El Concilio ecuménico. Es aquél Concilio universal que es convocado por el Papa, presidido por él o sus legados y aprobado por él. En la colegialidad de la Iglesia el sujeto del magisterio es el conjunto y totalidad del cuerpo de obispos unido al Papa que participa animado por el Espíritu Santo según la promesa del Señor Lc.22,32 y Mt.28,20. La infabilidad no le viene al concilio de su “aceptación” por el conjunto de la Iglesia, sino de la asistencia del Espíritu Santo prometida a las estructuras jerárquicas de la Iglesia sobre la base de la alianza. En el concilio los obispos expresan al máximo su colegialidad. A diferencia del Papa que es sucesor del apóstol Pedro, los obispos suceden colegialmente al Colegio de los Apóstoles, que incluye a Pedro como jefe suyo por ser obispo de Roma. La Iglesia universal, que antecede a las Iglesias Particulares en que se realiza, se actualiza formalmente cuando los obispos están reunidos en concilio, legislando y enseñando para la Iglesia universal. Las definiciones de los concilios ecuménicos son infalibles y se equiparan a los símbolos y las profesiones de fe de algunos concilios El Papa cuando habla ex cathedra. El Papa es infalible, no se equivoca, como lo afirmó el concilio Vaticano I, cuando habla como doctor o pastor a toda la iglesia con intención de obligar y empeñar la plenitud de su autoridad y juzgar sobre la fe o las costumbres. Un ejemplo del ejercicio de este magisterio extraordinario es la declaración de dos dogmas marianos: La Definición de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María en la Bula de Pío IX del 8-12-1854 y La Definición de la Asunción de B. Virgen María en la Constitución Apostólica de Pío XII del 1*-11-1950. Una forma de magisterio ordinario y extraordinario son las censuras o notas teológicas. Las censuras van en grado decreciente: de la declaración de herético a error, herejía próxima, error próximo, sabe a herejía y a error, temerario, escandaloso, ofende a la piedad, represensible, peligroso. Las notas positivas también decrecen: de fe divina a fe católica, fe eclesiástica, teología cierta, sentencia pia. Santo Tomás usa para calificar otros términos menos canónicos y relacionados con la santidad e inteligencia cristiana: estulto (estúpido porque no quiere reconocer algo que se ve claramente), ridículo, frívolo, fatuo, inconveniente, incongruente, irrisorio. C.-El rol docente de la liturgia. II con la transición al próximo milenio: Era el año 2000 el que el Espíritu Santo preparaba en el Vaticano II .1 Los Padres y los teólogos han proclamado el incomparable valor doctrinal de la liturgia por varios motivos: La liturgia, de naturaleza cultual, es una profesión de fe. La Iglesia ora lo que cree. La liturgia es una alabanza de la profesión de fe de la Iglesia y al expresarla involucra su adhesión. La liturgia ha incorporado textos llenos de doctrina en forma de oración. La liturgia traduce muchas veces una intención doctrinal. Una fiesta litúrgica expresa, a manera de un termómetro, si lo que se celebra tiene un vínculo con el dogma, si es recibida con sentido claro por el pueblo de Dios. La liturgia incorpora y traduce el sentir católico, o sea universal; es el medio educativo del sentido de Dios y del hombre, de Jesucristo. La práctica de la Iglesia respecto de varios temas: bautismo de niños, oración por los muertos, indulgencias, etc. quedan reflejados en la liturgia cultual y sacramental. La arqueología, la iconografía y la epigrafía ayudan a escrutar la verdad de la Iglesia antigua. Para terminar este punto creo que es iluminador agregar al tema desarrollado por Congar el ejemplo de la Iglesia Ortodoxa que, en los países en que dominó el comunismo, tuvo la terrible experiencia de ser coartada en su libertad de enseñanza y durante más medio siglo tuvo como único medio docente la liturgia, que mantuvo y fortaleció la fe que pudo así renacer, una vez caídos el muro de Berlín en 1989 y el sistema comunista en Europa oriental. III.- LA ORACION DE LA IGLESIA Y DE LOS CRISTIANOS COMO RESPUESTA A LA PALABRA DE DIOS. Esta tercer parte se centra en la oración, que tiene como fuente la liturgia y la Palabra de Dios recibida en la Iglesia por los creyentes. La liturgia ya ha sido mencionada como fuente de saber teológico, por las verdades creídas contenidas, conjuga palabras y gestos para expresar la oración del creyente y de la Iglesia que comunica la gracia divina. La oración es la respuesta personal o comunitaria de los creyentes que se dejan guiar por el Espíritu Santo para ahondar las virtudes teologales y para percibir los signos de Dios, tanto en la vida cotidiana asumida como oración, como en los acontecimientos que piden resoluciones concretas de los cristianos. Esta parte se relaciona con el contenido conceptual expresado en el punto c), con el contenido procedimental expresado en el punto 3) y con las preguntas 15-20 del cuestionario de autoevaluación. A.Para desarrollar el tema del estrecho vínculo entre la oración y la Palabra de Dios, se requiere la lectura detenida de la Cuarta Parte del Catecismo de la Iglesia Católica, cuya primer sección comienza en el n* 2558. Los temas son: ¿qué es la oración? la revelación de la oración: llamada universal la creación como fuente de oración en el Antiguo Testamento la promesa a Abraham y la oración de fe Moisés y la oración del mediador David y la oración del rey Elías y los profetas y la conversión del corazón los Salmos oración de la Asamblea en la plenitud de los tiempos: Jesús ora, Jesús enseña a orar, Jesús escucha la oración, la oración de la vida. en el tiempo de la Iglesia: bendición, petición, intercesión, acción de gracias, alabanza, la tradición, las fuentes de oración, el camino de la oración al Padre, al Hijo, en el Espíritu Santo, en comunión con la Santa Madre de Dios. maestros y lugares de oración los testigos los servidores los lugares la vida de oración la oración vocal la meditación la contemplación el combate de la oración las objeciones necesidad de humilde vigilancia la confianza filial perserverancia en el amor la oración de la hora de Jesús: la oración sacerdotal La segunda sección que comienza en el n* 2759 contiene la reflexión sobre el Padrenuestro. La oración del Señor: Padre Nuestro. resumen del Evangelio corazón de las Sagradas Escrituras: Ley, Profetas y Salmos la oración del Señor la oración de la Iglesia. El Padre Nuestro: Padre, Padre Nuestro, que estás en el cielo Las siete peticiones: santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas así como también perdonamos a los que nos ofenden no nos dejes caer en la tentación líbranos del mal. La doxología. Para profundizar cualquiera de estos puntos los alumnos cuentan con una amplia bibliografía particular. B.A continuación se tratan otros aspectos relacionados con la oración: 1. los “dos pulmones” de la Iglesia 2. la celebración litúrgica por excelencia en el “Dies Domini” 1) Los “dos pulmones” de la Iglesia. Con esta expresión se refiere Juan Pablo II a la tradición oriental y occidental de la Iglesia que le dan vida con el aporte propio de su liturgia y costumbres. Recoge en la Carta Apostálica “Mientras se aproxima el tercer milenio” lo que se había expresado sobre la riqueza de la tradición oriental y occidental en el Decreto del Concilio Vaticano II “Unitatis Redintegratio” y lo que él mismo desarrolló en la Carta Encíclica “Redemptoris Mater” y en la Carta Apostólica “Orientale Lumen”. Los datos de estos documentos están en la Bibliografía. a) “Mientras se aproxima el tercer milenio” Esta carta papal fue escrita en 1994 para promover la preparación del Jubileo del comienzo del año 2000 y del tercer Milenio, en el espíritu de “adviento” que caracterizó al Concilio Vaticano II, apreciado por el Papa como “un acontecimiento providencial, gracias al cual la Iglesia ha iniciado la preparación próxima del Jubileo del segundo milenio, ... centrado en el misterio de Cristo y de su Iglesia, y al mismo tiempo abierto al mundo.”(n* 18). En la carta apostólica se propuso un trienio de reflexión sobre cada una las Personas de la Santísima Trinidad, que conllevaría una concentración en alguno de los sacramentos, en alguna de las virtudes teologales, en un ámbito de diálogo, y en un aspecto de los misterios de la Virgen María que estaría presente de un modo “transversal” a lo largo de la fase preparatoria. De esta manera se dedicó: un año a Cristo, al Bautismo, a la fe, al diálogo ecuménico, y a María como Madre de Cristo. otro año al Espíritu Santo, a la Confirmación, a la esperanza, a la unidad eclesial, y a María como Esposa del Espíritu Santo. otro al Padre, a la Reconciliación, a la caridad, al diálogo interreligioso, y a María como Hija de Dios Padre. En este contexto de la maravillosa pedagogía de la Iglesia, es importante destacar el n* 25, en el cual se refiere a los Jubileos propios de las celebraciones significativas de las Iglesias particulares, y dice: “¿Cómo olvidar además las Iglesias de Oriente, cuyos antiguos Patriarcados nos acercan a la herencia apostólica y cuyas venerables tradiciones teológicas, litúrgicas y espirituales constituyen una enorme riqueza, patrimonio común de toda la cristiandad? Las múltiples celebraciones jubilares de estas Iglesias y de las Comunidades que en ellas reconocen el origen de su apostolicidad evocan el camino de Cristo en los siglos y contribuyen también al gran Jubileo del final del segundo milenio. Vista así, toda la historia cristiana aparece como un único río, al que muchos afluentes vierten sus aguas. El año 2000 nos invita a encontrarnos con renovada fidelidad y profunda comunión en las orillas de este gran río: el río de la Revelación, del Cristianismo y de la Iglesia, que corre a través de la historia de la humanidad a partir de lo ocurrido en Nazareth y después en Belén hace dos mil años. Es verdaderamente el “río” que con sus “afluentes”, según la expresión del Salmo, “recrean la ciudad de Dios” (Salmo 46/45,5).” b) Decreto del Concilio Vaticano II “Unitatis Redintegratio” En este documento conciliar la Iglesia propuso los principios sobre el ecumenismo que es el movimiento que busca restablecer la unidad entre todos los cristianos y que ya estaba en marcha bajo la inspiración del Espíritu Santo, destacando que consiste en una conversión del corazón y que todos podemos participar en la “oración por la unidad de los cristianos”. Ya en la Constitución Dogmática Lumen Gentium, que se estudia en el nivel de Teología II, se apreciaba las notas propias de la Iglesia en las Iglesias cristianas separadas que confiesan la Trinidad. Se reconocía en ellas realidades de santidad y salvación. El Papa Juan Pablo II reafirmó el camino ecuménico como una prioridad de toda la Iglesia, dando un gran impulso a la búsqueda de unidad con las Iglesias cristianas hermanas, en la Carta Encíclica “Ut Unun sint”, cuyo nombre significa “que sean uno”, tema central de la oración sacerdotal de Jesús que es tratada en el CEC 2758. En el n* 15 se considera la tradición litúrgica y espiritual de los orientales: “También se encuentran en el Oriente las riquezas de aquellas tradiciones espirituales a las que dió expresión, sobre todo el monaquismo. Porque allí, desde la época gloriosa de los Santos Padres, floreció la espiritualidad monástica, que se extendió luego a los pueblos occidentales. De ella procede, como de su fuente, la institución religiosa de los latinos, que aún después tomó nuevo vigor del Oriente. Por lo cual se recomienda encarecidamente que los católicos acudan con mayor frecuencia a estas riquezas espirituales de los Padres del Oriente, que levantan a todo el hombre a la contemplación de lo divino.” c) Carta Encíclica “Redemptoris Mater” En esta carta papal en el Año Mariano, 1987, se nos ofrece una reflexión sobre la Virgen María realizada desde una perspectiva ecuménica, poniéndo a María como modelo de fe y de discípula para la Iglesia peregrina, en cuyo centro se encuentra como Madre de Dios como sostén de la fe. Del n* 29 al 37 trata “El camino de la Iglesia y la unidad de los cristianos” destacando que se funda en la unidad de su fe, de la cual María es la madre común que reza por la unidad de la familia de Dios y que “precede” a los testigos de la fe. Luego subraya la profunda unidad de la Iglesia Católica, la Iglesia ortodoxa y las antiguas Iglesias orientales por el amor y la alabanza a la Madre de Dios, a que los orientales ensalzan con himnos espléndidos . En el n* 34 dice: “Tanta riqueza de alabanzas, acumulada por las diversas manifestaciones de la gran tradición de la Iglesia, podría ayudarnos a que ésta vuelva a respirar plenamente con sus “dos pulmones”, Oriente y Occidente. Como he dicho varias veces, esto es hoy más necesario que nunca. Sería una ayuda valiosa para hacer progresar el diálogo actual entre la Iglesia católica y las Iglesias y comunidades eclesiales de Occidente. Sería también, para la iglesia en camino, la vía para cantar y vivir de manera más perfecta su Magnificat.” 2) la celebración litúrgica por excelencia en el “Dies Domini”, Día del Señor. Este segundo punto tiene relación con la Celebración de la Misa. Si bien se reflexionará sobre ella en relación al sacramento de la Eucaristía en el nivel de Teología II, es importante contemplarla como la oración eclesial más completa: se realiza solemnemente en el Domingo, Día de la Resurrección del Señor y en ella se actualiza la entrega pascual de Cristo, se lo hace presente bajo la forma de pan y vino, por las palabras de la Consagración que pronuncia el sacerdote y por la acción del Espíritu Santo que los transforma en su Cuerpo y Sangre. La Misa abarca todos las dimensiones y formas de oración: comunitaria y personal, súplica de perdón, alabanza, meditación, asentimiento de fe, petición por las necesidades, ofrecimiento, acción de gracias, intercesión. comunión. En ella se distinguen dos núcleos principales: la Celebración de la Palabra y la Celebración Eucarística: Acción de Gracias. Se propone para la reflexión sobre el tema un resumen de las enseñanzas de la Carta Apostólica “DIES DOMINI” que contiene 5 capítulos: El primer capítulo “Día de Dios - Celebración de la Obra del Creador”, relaciona la celebración del Domingo con el relato bíblico de la Creación en el Génesis que, como se verá en la última unidad, tiene una intención de enseñanza cultual sobre el valor del “sábado” como Día del Descanso del Señor y día central de la ley judía. Esto será útil retomarlo cuando se traten los elementos peculiares del relato del autor del Génesis, en relación a la tradición hebrea que heredó y a las explicaciones cosmogónicas, de los orígenes, de otras religiones de pueblos vecinos. El segundo capítulo “Día de Cristo - El día del Señor Resucitado y el Don del Espíritu” destaca la luminosidad del Domingo por el triunfo de Cristo y su referencia a la vida eterna. El Domingo, el primer día de la semana, marcó el ritmo de la vida de los primeros cristianos que se reunían para la fracción del Pan, en recuerdo del testimonio evangélico sobre el día de la Resurreción de Jesucristo, el primer día después del sábado, y del día de Pentecostés, el primer día de la octava semana (Hch.2,1). El tercer capítulo “Día de la Iglesia - la Asamblea Eucarística centro del Domingo” Se destaca que si bien cada vez que se celebra la Eucaristía tiene la dimensión eclesial, ésta se expresa de una manera particular cuando se conmemora y revive la Resurrección del Señor. Se ha de privilegiar la Misa parroquial y no se deben fomentar en Domingo misas de grupos pequeños. Se ha de cuidar la Mesa de la Palabra que resuena en los fieles motivando la conversión y la Mesa del Cuerpo de Cristo que les permite asociarse a la acción de gracias de Jesús, y al sacrificio de la Cruz, en el recuerdo vivo de su kenosis y su triunfo. La Misa dominical es un acontecimiento de fraternidad que se expresa en la oración por las necesidades de la comunidad y en el intercambio del signo de la paz. La confesión y vivencia de Cristo Resucitado se prolongan en la misión que el rito de conclusión de la misa expresa: ser sus testigos en la vida cotidiana. La obligación de santificar la fiesta del Domingo, salvo un impedimento grave, se ha facilitado con las Misas vespertinas, y se recomienda participar en la misa dominical cuando se viaja enriqueciendo a la comunidad local. Por otro lado se recomienda favorecer la calidad del canto litúrgico, atender las comunidades sin sacerdotes y llegar a los enfermos por transmisiones por radio y televisión. En el capítulo IV “Día del Hombre - El domingo día de alegría, descanso y solidaridad.” La alegría plena de Cristo debe marcar este día festivo, dando sentido pleno a la observancia del “shabbat”, tiempo sagrado en que conmemoraba el descanso del Señor y las intervenciones salvíficas. Es bueno que el hombre perciba su dependencia del Creador, vital y liberadora, su gracia. Cristo depuró e interiorizó la ley, su Pascua libró al hombre de la esclavitud radical del pecado; por ello, los primeros cristianos no dudaron en salvaguardar los derechos de Dios y de los hombres, en trasladar el sentido del sábado al día de la resurrección. Es necesario que la legislación civil tenga en cuenta el descanso dominical para los trabajadores, de manera que puedan santificar el domingo; que se recupere el Domingo, se lo enriquezca espiritualmente y se lo dedique a la caridad y fraternidad con los que están solos, enfermos, necesitados. El último capítulo V “Dies Dierum - El Domingo fiesta primordial, reveladora del sentido del tiempo”, nos ubica en la centralidad y plenitud del tiempo de Cristo, que se explicita en cada Domingo con un significado peculiar en cada etapa del año litúrgico, en que se distribuye “todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y el Nacimiento hasta la Ascensión, el día de Pentecostés y la expectativa de la feliz esperanza en la venida del Señor. Por todo esto el Domingo es una invitación de mirar para adelante siendo sostenidos por el alimento que Cristo ofreció y ofrece a la Iglesia: su Palabra y su propia vida para la vida del mundo. Cuestionario de autoevaluación. Para las 11 primeras preguntas encontrarán la respuesta en los párrafos de “Dei Verbum” cuyos números se indican. 1. ¿Qué relación hay entre la Tradición y la Sagrada Escritura? n*8-9 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. ¿La tradición de los apóstoles fue una tradición escrita o una tradición viva? n* 7-8 ¿Con qué autoridad el Magisterio define una verdad que obliga al pueblo cristiano a una adhesión de fe? n* 10 ¿Qué mandó Cristo predicar a los apóstoles y como se realizó esa transmisión? n* 7-18 ¿Cuáles son las dos fuentes de dónde saca el Magisterio el contenido de lo que propone como revelado por Dios para ser creído? n* 10-11 ¿Cuál es la forma con que obraron cada uno de los cuatro evangelistas hasta llegar a la redacción final de cada Evangelio y quién es el autor principal de la Sagrada Escritura? n* 17-18-19. ¿Cómo se puede definir un Evangelio teniendo en cuenta el mandato de "id y predicad" y que cada evangelista se dirigió a un destinatario distinto con un mensaje peculiar? P _ e _ _ _ _ _ i _ _ ¿Qué se debe tener en cuenta al interpretar la Sagrada Escritura, quiénes deben penetrar y exponer su sentido para hacer madurar el juicio de la Iglesia que recibió el encargo de conservar e interpretar la palabra de Dios? n* 12 ¿Qué transmitieron los apóstoles al nombrar como sucesores a los obispos? n* 7 ¿Cuál es el fin de la íntima unidad entre la Tradición y la Sagrada Escritura? n* 9 ¿Dónde encontramos la coherencia de los dogmas y el orden de las verdades de la fe? ¿Podría proponerse una verdad que se contradijera con algunas de las verdades fundamentales? n* 21 Analizar como le resultó el fichaje de la Constitución Dogmática “Dei Verbum” y cuál es su mensaje principal sobre: el autor y los autores de la Sagrada Escritura. n* 11 la unidad del Antiguo y Nuevo Testamento. n* 16 la verdad de los Evangelios. n* 19 el lugar de la Sagrada Escritura en la Iglesia. 21 ¿A qué tipo de magisterio pertenecen los Documentos Conciliares, las encíclicas y cartas papales, el CEC y el CIC? ¿Con quiénes ejerce el Papa el magisterio extraordinario de la Iglesia cuando se celebra un Concilio Ecuménico? ¿Cómo se llama el magisterio extraordinario del Papa y qué Concilio definió su infabilidad? Dar un ejemplo de su ejercicio. ¿Qué “lugar teológico” ocupan los teólogos según el esquema del contenido material de la Tradición de la Iglesia en la fe? ¿Cuáles son las formas (CEC 2623-2649) y las fuentes (CEC 2569 y 26522662) de la oración de la Iglesia? ¿A qué testigos de oración precede la Virgen María como modelo de fe? ¿Cuál es la esencia de la oración sacerdotal de Jesús? ¿Qué se afirma y que se pide en el Padre Nuestro? ¿Con qué imágenes designa Juan Pablo II las dos tradiciones, la oriental y la occidental que enriquecen la Iglesia? en Mientras se aproxima el Tercer Milenio en Redemptoris Mater ¿Qué significa decir que el Domingo es el Día del Señor, de Cristo, de la Iglesia, del hombre y el día primordial. Glosario. Tradición, Sagrada Escritura, tansmisión apostólica, magisterio, cánones, hermeneútica, géneros literarios, tradiciones bíblicas, autor y autores de los libros de la Sagrada Escritura, la unidad entre el Antiguo y Nuevo Testamento, la verdad de los Evangelios, lugar privilegiado de la Palabra de Dios, documentos normativos de la vida de la Iglesia: Catecismo de la Iglesia Católica, Códigos de Derecho Canónico, Documentos Conciliares, Encíclicas, Cartas pastorales de las Conferencias Episcopales o de los Obispos, Documentos de las Comisiones Pontificias. Bibliografía. Fuente: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA(ed.corregida 1997) CEC. CONCILIO VATICANO II, Constitución Dogmática “DEI VERBUM" sobre la divina revelación (1965) en Documentos del Vaticano II, BAC (Biblioteca de Autores Cristianos), Madrid, 1991. CONCILIO VATICANO II, Decreto “UNITATIS REDINTEGRATIO” sobre el ecumenismo (1964), BAC, Madrid, 1991. CONGAR, IVES, La fe y la Teología, Herder, Barcelona, 1981. JUAN PABLO II, Carta Encíclica “REDEMPTORIS MATER” sobre la Bienaventurada Virgen María en la vida de la Iglesia peregrina, Ediciones Paulinas, 1987. JUAN PABLO II, Carta Apostólica “DIES DOMINI” sobre la santificación del Domingo, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano, 1998. JUAN PABLO II, Carta Apostólica “ORIENTALE LUMEN” con ocasión del centenario de la “Orientalium Dignitas” del Papa León XIII, Libreria editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano,1995. JUAN PABLO II, Carta Apostólica “MIENTRAS SE APROXIMA EL TERCER MILENIO”, en preparación al Jubileo del año 2000, San Pablo, Buenos Aires, 1994. Bibliografía particular: 9. AZCÁRATE, ANDRÉS, La Flor de la liturgia Renovada, Claretiana, Buenos Aires, 1976. 10. CASTELLANO, JESÚS, Oración ante los Iconos - Los misterios de Cristo en el año litúrgico, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1993. 11. 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