Arzobispo de Santiago Homilía de Mons. Julián Barrio Fiesta de la sagrada Familia Misa de las Familias 28 de diciembre de 2014 ¿Habéis pensado que hubiera sido de nosotros sin el cuidado de la familia? Agradezco vuestra presencia y participación en esta Eucaristía en la que damos gracias a Dios por nuestras familias y pedimos a la Sagrada Familia que las bendiga, de manera especial a las que están pasando por dificultades religiosas, morales, sociales o económicas. Saludo con especial afecto a los niños y a los jóvenes. Es ocasión de reconocer y valorar la belleza y la bondad de la familia en cuyo contexto Jesús fue creciendo en estatura y sabiduría y la gracia de Dios estaba con él. Tengo muy presentes también a los matrimonios que se encuentran en situación irregular dentro de la Iglesia. “La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales” . Nos duelen profundamente los hechos de violencia, maltrato y hasta homicidios en su seno. La familia se ve herida por los ataques propiciados por una legislación y una cultura que buscan nuevas formas de convivencia, dejando a un lado la familia fundamentada en el matrimonio. Los divorcios y las nuevas formas de parejas, parecen contradecir nuestros anhelos de familia. La Sagrada Familia ha de seguir siendo el ejemplo para la familia cristiana que ha de vivir en el amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo para que podamos amar como ellos se aman. Y todo esto manifestado en las pequeñas cosas de cada día: gestos paternos y maternos, miradas filiales y fraternas. La vida familiar con sus luces y sombras, está bendecida por Dios y santificada por Cristo. Esta es la alegría del evangelio de la familia. El hecho de la Presentación del Niño en el Templo y la purificación de la Madre, es aleccionador. Nos impresiona la sumisión del Hijo de Dios a unos ritos y leyes, conforme a la costumbre y la tradición judía como un niño cualquiera. Van padre y madre, los dos unidos, a ofrecer su Niño al Señor. María no deja de ofrecer el fruto de su vientre. No lo retiene, no es de su propiedad como no son los hijos propiedad de los padres. El hijo es un don de Dios, a él le pertenece según su plan de salvación, indicándonos que la familia debe permanecer abierta a los designios divinos. María y José “sienten el ambiente acogedor de los dos ancianos que, movidos por el Espíritu, los Arzobispo de Santiago confortan y animan en su misión”. También yo quisiera haceros sentir ese ánimo. Sigamos mirando a la Sagrada Familia: El sacrificio personal de José queda ocultado litúrgicamente en lo aparentemente insignificante: en el par de palomas, el sacrificio de los pobres. Y la entrega total de María a Dios se trasparenta a través de la ceremonia de purificación prevista por la ley. Es entonces cuando acontece la profecía que determinará el discurrir interno de esta familia, manifestándose la significación del Niño ofrecido y la espada que traspasará el alma de la Madre. ¡Cuántas espadas están atravesando los sentimientos de las familias! Concluye la narración presentando el ideal de toda familia: “El Niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con Él”. El esposo y la esposa han de caminar y educar juntos y los miembros de la familia han de poder ver en el amor conyugal de los padres un reflejo del amor creador de Dios, sintiéndose queridos, respetados y valorados. Este es el marco de referencia. Es necesario el testimonio de las familias cristianas que viven su fe de manera gozosa y responsable y ofrecen así los gestos expresivos y el lenguaje claro de una vida humana digna. Alejarnos de Dios y marginar los valores morales, deterioran la vida familiar. Hoy urge redescubrir el origen, el valor y el sentido de la familia, reflexionar sobre su ser y su quehacer para responder a una problemática nueva que nos aqueja. La familia debe vivir plenamente su vocación y misión tanto en la Iglesia como en la sociedad: es básica en el nacimiento, crecimiento, desarrollo y maduración de toda persona. Si encontramos inspiración y modelo en la Familia de Nazaret, nuestras familias podrán vivir los valores humanos y cristianos para consolidar una experiencia de amor y ser fundamento para una sociedad más humana. Luchemos por la dignidad y el respeto de cada familia en este momento pero tratemos de que cada miembro de la familia se comprometa a construir y a hacer de cada hogar un ambiente cálido donde se respire el amor de Dios. Nela familia é posible experimentar ese amor profundo, porque na familia ámasenos sen condicións, non polo que facemos ou temos senón polo que somos; non se nos quere polas nosas calidades ou capacidades nin se nos deixa de querer polas nosas limitacións e defectos. Cantos exemplos me veñen á mente! Sempre é gratificante nas visitas pastorais ver a xenerosidade, dedicación e dispoñibilidade con que as familias coidan os nenos, mozos e maiores en circunstancias ás veces difíciles! A miña gratitude para elas. O home ha de aprender a ser humano na familia. Permanecendo na escola da Sagrada Familia, anunciemos con gozo a beleza da familia, “tesouro que Deus regalou á humanidade e que é Arzobispo de Santiago responsabilidade nosa coidar”. Nesta festa da Sagrada Familia, pido ao Neno Deus que bendiza a todas as familias, especialmente ás que sofren as consecuencias materiais da crise de valores morais. Para todas as familias da Diocese pido a bendición de Deus coa intercesión de Xesús, María e Xosé. Señor y Dios nuestro, cuida nuestras familias. Concédenos que hagamos de cada casa un hogar lleno de amor, diálogo y esperanza. Amén.