Santísima Trinidad. Ciclo C. - Parroquia Santa Rosa de Lima

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Santísima Trinidad. Ciclo C. domingo 25 de mayo de 2013
Pr 8,22-31 "Gozaba con los hijos de los hombres"
Rom 5,1-5 "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones"
Jn 16,12-15 "Todo lo que tiene el Padre es mío"
Evangelio
Jesús dijo a sus discípulos:
«Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando
venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo,
sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.»
Comentario
La grandeza y pequeñez de Dios
La Liturgia celebra en este domingo, después de la Solemnidad de Pentecostés, la fiesta de
la Santísima Trinidad, que es, como dice el Catecismo:
El misterio central de la fe y de la vida cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose
como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cat. 261
El Credo de la Iglesia, esta fundamentado en esta verdad teológica, que supera nuestra
inteligencia, ya que es un misterio de nuestra fe. Dios, al revelarnos este secreto de su intimidad,
nos ha dado la posibilidad de adorarlo, y bendecirlo, ya que podemos, con su gracia acercarnos a
comprender, con nuestra limitación humana, algo sobre quien es El.
Dice el texto de evangelio, que: “Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en
toda la verdad”. El Espíritu Santo, el soplo de Dios, como un maestro invisible, va a ayudar a la
Iglesia, con su luz, a sostener la reflexión teológica, y hacer cercana a los fieles la grandiosidad y
belleza de Dios Amor.
Una expresión muy simple pero profunda, es la de un joven, como respuesta a otro amigo
que cuestionaba, este dogma de la fe católica: Estas son sus palabras:
Dios es tan grande que no puede entrar en tu cabeza, pero tan pequeño que puede entrar en
tu corazón
Es el misterio amoroso de la grandeza y pequeñez de Dios. Nos recuerda la anécdota de San
Agustín, y que el papa Benedicto XVI, va a tomar, como uno de los signos de su escudo, la viera o
concha, que aparece en el relato: Esta es la explicación:
Al encontrar en la playa a un niño que con una concha quería meter toda el agua del mar en un
agujero hecho en la arena, le preguntó San Agustín qué hacía. El niño le explicó, que es lo que el en
vano estaba intentando, y comprendió la referencia a su inútil esfuerzo por tratar de meter la infinitud
de Dios en la limitada mente humana. La humildad es la base de la ciencia.
En el hoyito de nuestra mente, no puede entrar el mar inmenso de Dios. Vamos arrimando
con esa vieira, algo del agua de Dios. Pero, creemos, que puede entrar, por su gracia, en nuestro
corazón, cuando le correspondemos con nuestro pobre amor: Nos dice San Juan: Iremos a El y
habitaremos
en
El.
Unidad y Trinidad
Dice magníficamente el Catecismo, con un lenguaje cuidado, lo siguiente:
"La fe católica es esta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no
confundiendo las personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del
Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la divinidad,
igual la gloria, coeterna la majestad" (Symbolum "Quicumque"). Cat.266
Un solo Dios verdadero y tres personas divinas distintas. Esto nos hace pensar que en la
intimidad de la Santísima Trinidad, reina perfectamente la unidad, en la diversidad de personas.
La Trinidad es modelo para la vida de la Iglesia. La trinidad, no es soledad, es familia divina y
eterna. Con esos parámetros y referentes, podemos examinar la posibilidad de mantener la unidad,
como valor permanente, no solo en cosas de fe, como decía San Agustín, En las cosas de Fe,
unidad, en las cosas opinables libertad, pero en todo caridad, sino también en valores sociales y
humanos necesarios, básicos, y permanentes, como son defender y proteger la vida humana desde
la concepción, la vigencia de los derechos humanos y el respeto por ellos, la búsqueda de la justicia,
sin venganzas, la verdad, sin odios, la solidaridad sin envidias, el dialogo sin confrontaciones
viscerales.
Muy bien resume esto el Padre Rainiero Cantalamessa:
Este misterio es la máxima afirmación de que se puede ser iguales y diversos: iguales en dignidad y diversos
en características. ¿Y no es esto de lo que tenemos la necesidad más urgente de aprender, para vivir
adecuadamente en este mundo? ¿O sea, que se puede ser diversos en color de la piel, cultura, sexo, raza y
religión, y en cambio gozar de igual dignidad, como personas humanas?
En el nombre del Padre
Por la gracia del bautismo "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" somos llamados
a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después
de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, SPF 9). Cat. 265
Esta expresión del catecismo, no dice en los nombres, sino en el nombre, e indica la unida de
Dios, en la Trinidad de las personas divinas. Son los nombres propios, que Jesús, quiso dejarnos
sobre este misterio.
Por eso nos podemos preguntar cual es la trinidad de mi vida, o en que pilares se fundamenta
nuestro mundo. Si la trinidad de la tierra, decía un santo es Jesús, María y José, la trinidad de este
mundo esta marcada por el poder, el placer, y el dinero, convertidos en ídolos, es decir, en fines, y
no en medios.
Una vez escuche algo interesante. Las cosas buenas desenfocadas, nos pueden alejar de
Dios y se convierten en ídolos. La familia, el trabajo y el estudios, son tres realidades buenas, pero
pueden hacernos descuidar la misa y los compromisos con Dios y el prójimo, cuando los
absolutizamos.
Oración: Jesús, nos dijiste, que todo lo que es del Padre es mío. Nosotros somos tuyos. Ayúdanos a
vivir en la comunión, en la unidad, no en la uniformidad, sino en la diversidad que nos enriquece.
Que al adorar a las tres personas divinas, respetemos y dignifiquemos a todas las personas
humanas. Que seamos dignos Padres, y dignos Hijos, enlazados en el amor de Dios Espíritu Santo,
y sigamos construyendo el Bicentenario de la Patria cada día. Amen
Padre Luis Alberto Boccia. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario
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