SCHOENSTATT: VIVIR EN TRINIDAD — Que Schoenstatt sea una familia o pretenda serlo, y la importancia de la paternidad como tema ineludible schoenstatteano, también pueden ser entendidos bajo el prisma de la Santísima Trinidad. Lo típico que siempre escuchamos de Schoenstatt: que es ”familia”. Qué significa eso?. Que tiene un padre, su fundador el P. José Kentenich; que tiene una madre, la Mater; y que tiene una casa, un hogar: el Santuario. Dentro de lo que hemos denominado en esta seguidilla de artículos, el ”pensamiento orgánico” o pensamiento de alianza, donde se advierte una armonía entre lo natural y lo sobrenatural, este ”Schoenstatt - Familia” aparece como un buen ejemplo de esta forma de pensar. Dios se inclina y llega a nosotros por medio de un padre y una madre en un hogar. Los así llamados ”tres puntos de contacto de Schoenstatt”, P. Kentenich, María y el Santuario, forman familia y vienen a ser el lugar de encuentro entre Dios y los hombres. En ellos se unen la dimensión natural con la sobrenatural. Es el Dios de la historia, de la vida personal de cada uno, que derrama su amor en nuestros corazones, valiéndose para ello de procesos vitales naturales. La familia es casa de Dios, escuela de vida, manantial del Amor, porque en ella habita Dios, que también es familia. Dios es amor y como dice San Agustín, si es amor, deben ser tres: el Amante, el Amado y el Amor: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Tres hacen la Trinidad y los tres hacen Familia: el Padre que engendra al Hijo y el Espíritu Santo que procede de ambos, tal como lo profesamos en el Credo. Ser familia significa amar y amar con el Amor de Dios en nuestro corazón. El que ama, si lo pensamos bien, se convierte en casa del amado. Los enamorados viven uno en el corazón del otro. ”Mi casa eres tú”. Y efectivamente así es. Al interior de la familia tiene que darse esta capacidad de acogida, de estar el uno en el otro.”Según la intención de Dios,–afirma el P. Kentenich-- una familia natural sana debiera representar una totalidad orgánica, debiera exhibir un estar espiritualmente el uno en el otro, entre el hombre y la mujer, entre el padre y la madre, entre los padres y los hijos. La familia debiera constituir una unidad de vida orgánica y no un estar espiritualmente separados el uno del otro, o incluso, el uno contra el otro”. El que ama abre espacios en su ser al amado. Abrir espacio es hacer vacío para que el otro quepa. En nuestro ejemplo de la Trinidad como familia, si el Padre ama al Hijo en el Espíritu Santo y si el Hijo ama al Padre en el Espíritu Santo, significa que se abren espacios. El Padre al Hijo, el Hijo al Padre: se acogen, vaciándose, renunciando a sí mismo para llenarse del otro. Así, el Padre nunca dice Yo, dice Hijo. Y el Hijo nunca dice Yo, dice Padre. Esta es la familia que vive la Trinidad. De Ella aprendemos que familia es ceder, ofrecer, recibir y entregar. El Senor se sumergió por 30 anos en la familia. Vivió durante 30 anos una vida familiar oculta para luego hablarnos claramente con su propia vida. Fue su escuela. Podemos decir que pasó de una familia a otra: de Trinidad a Nazaret; de la Trinitaria a la Sagrada. Que 1 pasó de un Padre a otro: del buen Padre Dios al buen San José. Y que pasó de una Madre a otra: del Espíritu Santo a María: de la Vida a la Fuente de la Vida. Citemos otra vez al P. Kentenich. ”Lo primero en la familia es el padre. Él tiene el poder último, porque participa de la actividad engendradora de Dios. Una enorme cantidad de cosas dependen del hecho que el padre no sea arrancado del organismo de la familia. La sanación del mundo supone la sanación de la familia y la sanación de la familia incluye esencialmente una reforma del concepto de padre, de la conciencia paterna y de la paternidad. La razón metafísica básica para que el padre sea el fin último en la familia , reside en su participación en la actividad engendradora de Dios. Dios Padre es el fin último en la Santísima Trinidad, porque Él es quien engendra”. ”Si vivimos una época sin padres –agrega--es porque la familia ha llegado a carecer de padres”. Para José Kentenich la autoridad paterna en su rol de educador, cumple un papel importantísimo para los hijos o educandos. Es un gran apoyo.”La autoridad paterna condiciona esencilamente la existencia del nino y del joven. Le regala al nino, sea varón o mujer, una conciencia instintiva de la autoridad y con ello una seguridad vital. También le regala un cobijamiento espiritual y vital. Además, la autoridad paterna experimentada instintivamente, simultáneamente le regala al nino, mediante la palabra y el ejemplo, una imagen original del mundo y una profunda capacidad de contacto”. De aquí la importancia de que Schoenstatt sea familia y que promueva la familia. ”Por eso, renovación del mundo mediante la renovación de la familia y la paternidad: es un inmenso programa”. Que Schoenstatt quiera ser familia significa entonces que busca vivir con el amor con que convive la Trinidad.. Sin duda, esta no es la única perspectiva para hablar del tema, pero es motivación para intentar vivir aquí la Trinidad. ”Schoenstatt-Familia” significa seguir el sabio consejo de Cristo: ”ámense los unos a los otros como Yo los he amado”. Es decir, como ama la Santísima Trinidad. Por lo tanto podemos y debemos establecer en esta tierra vínculos o relaciones trinitarias con los que nos rodean. Podemos amar como se aman las Personas divinas: cada una se anula por amor para que el otro sea. Cuando comenzó la historia de Schoenstatt se vivió esta experiencia de relaciones trinitarias. La Mater, el P. Kentenich y José Engling, un joven de la época de la fundación y que murió en la Primera Guerra Mundial. Ellos dieron origen a un ”triángulo de vínculos de amor”, desde donde se fue gestando Schoenstatt. Los tres se amaron a la manera de Dios, porque Schoenstatt, en su origen, fue ”familia de Dios”. Un desafío que debemos vivir en la actualidad, primeramente al interior de la propia familia natural y al interior de los grupos y ramas del Movimiento, para después transmitirlo y regalarlo como lo hicieron las primeras comunidades cristianas. ”Mirad cómo se aman...” Esa es nuestra misión. Y este amor de Dios que es familia, que existe desde el principio y que hemos visto y oído, contemplado y tocado, lo anunciamos al mundo entero, para estar en comunión con todos los hombres y vivir con ellos al estilo divino...para que sea así en la tierra como en el cielo. 2