TREINTA AÑOS DE JOVEMISION: DESAFIOS Y PROYECCIONES VAMOS A LA OTRA ORILLA (Mc 4,35) Buenos días! El V Conajumi que estamos celebrando tiene entre sus objetivos específicos el siguiente: “Propiciar un espacio de evaluación sobre las estrategias y procesos de Jovenmisión para fortalecer y relanzar su acción en el campo de la animación misionera juvenil. La presentación que me han pedido está enmarcada en este objetivo específico. Quisiera presentarles algunas ideas, tal vez algo sueltas, que expresan el camino de discernimiento del Equipo Satélite, sobre la identidad y la misión de nuestro servicio de animación misionera (Jovenmisión) en la hora presente de la Iglesia en Venezuela y en el contexto de la Animación Misionera que llevan adelante propio a las Obras Misionales Pontificias. Serán tres los momentos en que presentaré esta reflexión. El primero de ellos será en torno al texto bíblico inspirador de este V Conajumi, en un segundo momento intentaré traer algunas reflexiones que podrían surgir de la lectura del momento actual de Jovenmisión a la luz del texto bíblico inspirador del V Conajumi. Finalmente compartiré con ustedes lo que a mi parecer, uno entre tantos, podrían ser lineas de acción que nos permitan relanzar a Jovenmisión, como un servicio siempre más evangélico, más eclesial, más misionero. 1. VAYAN A LA OTRA ORILLA El texto bíblico, que nos ha acompañado en el camino preparatorio y ahora en la fase celebrativa del V Conajumi, es el de Mc 4,35-5,1, usualmente conocido como “La tempestad calmada”. Es siempre la Palabra de Dios el fundamento de toda la acción de la Iglesia. Nos recuerda el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium N. 174 que “(…)Las Sagradas Escrituras son fuente de la evangelización (…). La Iglesia no evangeliza si no se deja continuamente evangelizar. Es indispensable que 1 la Palabra de Dios «sea cada vez más el corazón de toda actividad eclesial” En este primer momento pongamos a la Palabra de Dios en el corazón de nuestro V Conajumi. Ella, La Palabra de Vida, está habitada por el Espíritu Santo, a ese mismo Espíritu invoquemos juntos esta mañana para que su Palabra nos instruya, nos haga ver la voluntad del Padre Dios, nos de luces para el actuar ante los desafíos que hoy tenemos delante. Les invito a todos a invocar al Espíritu Santo con el canto y a recibir a la Palabra de Dios. Antes de comenzar a conocer el texto bíblico. Escuchemos su proclamación y luego leamoslo juntos a una voz, como Asamblea de discípulos misioneros en torno a la Palabra del Señor. a. El texto Aquel mismo día, al caer la tarde, les dijo: -Vamos a la otra orilla.36 Ellos dejaron a la gente y lo llevaron en la barca, tal como estaba. Otras barcas lo acompañaban. 37 Se levantó entonces una fuerte borrasca y las olas se abalanzaban sobre la barca, de suerte que la barca estaba ya a punto de hundirse. 38 Jesús estaba a popa, durmiendo sobre el cabezal, y lo despertaron, diciéndole: Maestro ¿no te importa que perezcamos? 39 Él se levantó, increpó al viento y dijo al mar: -¡Cállate! ¡Enmudece! El viento amainó y sobrevino una gran calma. 40 Y les dijo: -¿Por qué son tan cobardes? ¿Todavía no tienen fe? 41 Ellos se llenaron de un gran temor y se decían unos a otros: - ¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen? 5 1Llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. 35 b. El contexto Empecemos a adentramos en el texto bíblico conociendo su contexto. El capítulo 4 del Evangelio de San Marcos comienza con una serie de parábolas (el sembrador, la lámpara oculta debajo de la cama, la 2 semilla que brota, y el grano de mostaza). Son las parábolas del Reino y hablándoles a los discípulos, Jesús explica el propósito de estas parábolas diciendo: “A ustedes se les ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas,12 para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone” (Mc 4,11-12). Jesús les dice claramente a los discípulos que son los destinatarios del Reino de Dios, que ellos lo pueden comprender porque son del grupo de Jesús. Los discípulos son parte del círculo más íntimo de Jesús pero aún así, no entienden aún quien es Él. Al final del Evangelio de Marcos, después de muchos episodios que muestran la poca fe de los discipulos, se llega a la confesión del centurión romano: “Este era verdaderamente el hijo de Dios” El de la tempestad fue escrito por Marcos para las primeras comunidades que vivían de la fe en el Señor resucitado en medio de incomprensiones y persecuciones. Ciertamente, contiene un recuerdo biográfico y un milagro o, mejor dicho, un signo cósmico. Pero en un sentido más profundo es una narración de pascua: Jesús resucitado inicia con sus discípulos una dura travesía misionera, pidiéndoles que vayan con él a la otra orilla, que le lleven a nuevas tierras, nuevas gentes. En el camino del mar surge la tormenta. Ellos tienen miedo y le llaman, él responde despertándose y mostrando su poder, en la barca amenazada. Ésta fue una de las palabras fundamentales que sostuvo a las comunidades cristianas a quienes Marcos escribio, tras la muerte de Jesús, en tiempos de conflicto y miedo; frente a los que querían cerrarse en aquello que siempre había sido, Marcos supo que el evangelio debía expandirse, en una marcha arriesgada de entrega creadora. Ésta ha de ser una palabra clave en nuestro tiempo: son muchos los que quieren que la Iglesia se cierre, que el evangelio se conserve donde siempre ha estado, bajo siete llaves. Pero Jesús nos dice de nuevo: “vamos a la otra orilla”. Ciertamente, en medio está el mar y la tormenta. Pero él lo dice y nosotros, los discípulos, debemos tomar la barca y arriesgarnos, más allá de las estructuras actuales, de las seguridades, de nuestra comodidad. Es ese el anhelo del Papa Francisco expresado hermosamente en la Evangelii Gaudium N. 27: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado 3 para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación”. Ese sueño de Francisco de una Iglesia misionera es el sueño de Jesús ayer hoy y siempre. Les invito a que pongamos la lupa en el texto bíblico y nos acerquemos lo más que podamos a los acontecimientos, reacciones, emociones, pensamientos y palabras humanas donde está contenida la Palabra de Dios, a quien hemos convocado para que nos dé luz sobre el quehacer de Jovenmisión después de treinta años. c. Pasemos a la otra orilla El texto comienza hablando de aquel mismo día. Es el día de las parábolas, es decir, de la enseñanza que Jesús ha dirigido a sus discípulos a lo largo de todo el capítulo cuarto de Mc que empieza a la orilla del mar (Mc 4, 1) y luego explica a solas a sus discípulos. Jesús les invita a ir a la otra orilla (v36). Ubicarnos en el contexto geográfico siempre nos ayuda a conocer mejor el texto bíblico y su sentido genuino. En la parte oriental del Mar de Galilea o Lago de Tiberíades, en la otra orilla, quedaba la Decápolis, una región conformada por diez ciudades situadas en los confines orientales del Imperio romano, en las actuales Jordania, Israel y Siria, territorio considerado pagano por los judíos, y por lo tanto un lugar impuro. Ir a la Decápolis significaba entrar en terreno peligroso, donde no se era bien visto, dejar seguridades culturales para encontrar a quien es diferente, en su propio territorio. Ante la invitación de Jesús de ir a la otra orilla los discípulos y el mismo Jesús dejan a la gente. ¿De qué gente se habla? Sin duda de quienes han venido a escuchar a Jesús; es una multitud quien oye al Señor hablarles del Reino de Dios. Todos hemos hecho experiencias de qué fácil es dejarse seducir por la popularidad, y difícil alejarse de una multitud favorable. Nos sentimos satisfechos cuándo son numerosos los que congregamos, a quienes les hablamos del Señor y de su Evangelio. Si son muchos los que nos siguen, sentimos que nuestro ego se ensancha, que somos realmente importantes y que estamos haciendo mucho bien a los demás. Jesús, sin embargo, se alejaba de la multitud para rezar o llevar a cabo su obra en otro lugar. 4 El Señor no se detiene, son muchos quienes aún no le han escuchado hablar del amor del Padre Dios. Jesús renuncia a la seguridad que da la mutitud, a su éxito pastoral, al elogio de quienes le siguen, para ir al encuentro de quienes no están con el, no lo conocen y están lejos de la multitud. Cabe preguntarnos, “¿Podemos nosotros, como iglesia, dejar la multitud? Qué a decir verdad no es tal. Pues nuestros templos aunque estén llenos de feligreses los domingos, éstos sólo representan una pequeña porción del pueblo bautizado. Cabe preguntarnos: ¿Qué nos importa más preservar lo que tenemos, o salir a buscar a las calles y a los cruces de los caminos, en las periferias existenciales y geográficas, como nos pide el Papa, hasta llegar a los alejados? c. Y se levantó una grande tempestad de viento El texto bíblico continúa diciendo que tomaron a Jesús y lo llevaron a la barca. “ Y se levantó una grande tempestad de viento” (v. 37). El Mar de Galilea, se encuentra en la parte más profunda de la abertura del Jordán en el norte a 200 metros bajo el nivel del mar. En un mapa de Israel el mar parece ser un gran lago, pero desde un pequeño barco pesquero parecería enorme, particularmente durante una tempestad. El lago de Galilea está rodeado de montañas. A veces, por entre las hendiduras de las rocas, el viento cae encima del lago y provoca repentinas tempestades. Viento fuerte, mar agitado, ¡barca llena de agua! Ninguno de nosotros, a no ser los margariteños quisiera estar ahí! Por lo menos cuatro de los discípulos de Jesús son pescadores que han sobrevivido tormentas en este mar y, seguramente, han conocido pescadores que ya han perdido la vida en el mar. Son hombres fuertes y confiados que tratarían este peligro moderado como algo normal. Sin embargo, el peligro en esa noche no es moderado, sino mortal. El contraste entre la actitud de Jesús y los discípulos ¡es grande! Ante tal peligro Jesús está durmiendo (v. 38). Este sueño profundo no es sólo señal de un gran cansancio. Es también expresión de la confianza tranquila que tiene en Dios. En el lenguaje bíblico dormir durante peligro puede ser señal de gran fe. El salmista dice, “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Señor, me harás estar confiado” (Salmo 4,8). Sin 5 embargo, dormir también puede demostrar pasividad en momentos que claman por una respuesta activa. Para los discípulos, el dormir de Jesús es señal de que no se preocupa por salvarles a ellos (y así mismo) de una muerte inminente. Jesús es llamado por los discípulos Maestro (v. 38). Sería lógico que en momentos de crisis, los discípulos se dirigieran a Jesús como Señor en vez de Maestro. En este momento necesitan más su poder que su enseñanza. En este Evangelio, sin embargo, enseñanza y autoridad están estrechamente relacionadas. Jesús enseñaba “como quien tiene autoridad” (1, 22), y asombra al pueblo de Cafarnaum, que dice, “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con autoridad aun á los espíritus inmundos manda, y le obedecen?” (1,27). El reclamo de los aterrados apóstoles a Jesús no se hace esperar: ¿no te importa que perezcamos?” (v. 38). No sólo el mar se pone agresivo, los discípulos también se comportan así con Jesús. La pregunta que le plantean a Jesús puede sonar en un primer momento como una acusación de irresponsabilidad con la vida de sus discípulos. Algunos retraducen así: “¿No te importa nada si nos vamos al fondo?”. Los discípulos sienten pánico y quieren que Jesús, como su líder, comparta su preocupación – que demuestre urgencia que pueda acercarles a una solución. “¡Ayúdanos! ¡Haz algo!” Un gran líder a menudo puede ayudar a su gente, resolviendo grandes problemas, pero la actitud de Jesús parece asegurar que no ayudará en esta crisis. ¿Cómo podrá ayudar si ni siquiera se levanta de su dormir? El miedo de los discípulos se contrapone a la tranquilidad de Jesús. El no tiene miedo de estar en medio de las fuerzas que rompen la calma y amenazan con la integridad de las personas. Resulta curioso que los evangelistas Mateo y Lucas, quienes utilizan a Marcos como una de sus fuentes primarias, cambian la reprensión de los discípulos a una súplica – seguramente por su incomodidad con el hecho de que los discípulos reprendan a Jesús. En Mateo dicen, “¡Señor, sálvanos, que perecemos!” (Mateo 8,25). En Lucas dicen, “¡Maestro, Maestro, que perecemos!” (Lucas 8,24). El verbo que usa el evangelista cuando Jesús se dirige al viento es increpar, es decir, reprender con dureza y severidad (v. 39). Antes, Jesús 6 increpó (epetimesen) un demonio, mandándole silenciar y echándole fuera del hombre afligido. Esta tormenta representa una fuerza demoníaca. “¡Calla, enmudece!” (v. 39). Es el mismo modo como Jesús trata los demonios. La voz tranquila y las breves órdenes de Jesús reflejan su poder sobre estos elementos, una autoridad que tiene resultados. El viento cesa y hay una gran quietud (v. 39). La gran tormenta de v. 37 es reemplazada por gran tranquilidad en v. 39. El calmar del mar “tiene aún más significado al reconocer que, en el Antiguo Testamento, el mar simboliza el lugar donde reside el caos... Entonces, cuando Jesús calma la tormenta no es simplemente una demostración de potestad sobre la naturaleza, sino una obra redentora por la que las fuerzas caóticas del mar, como los demonios, son sometidos. -¿Por qué son tan cobardes? ¿Todavía no tienen fe? (v. 40). Los discípulos fallan la prueba de fe. Temían la tormenta, y ahora temen a Jesús. Deben creer – han oído a Jesús enseñar y le han visto obrar milagros – pero el temor gana sobre la fe. Sin embargo, sí hacen la pregunta correcta. ¿Quién es éste? Se trata de la identidad de Jesús. El miedo por la tempestad se transforma en temor de Dios que acepta la imposibilidad humana de vencer fuerzas poderosas y el reconocimiento que sólo el poder de Dios puede hacer tal cosa. d. ¿Quién es este? “¿Quién es éste, que aun el viento y la mar le obedecen?” (v. 41). Jesús aplaca el mar y dice: “¿Cómo es que no tenéis fe?” Los discípulos no saben qué responder y se preguntan: “¿Quién es éste que hasta el mar y el viento le obedecen?” ¡Jesús parece un extraño para ellos! A pesar de haber estado tanto tiempo con él, no saben bien quién es. ¿Quién es este hombre? Con esta pregunta en la cabeza, las comunidades siguen la lectura del evangelio. Y hasta hoy, es ésta la misma pregunta que nos lleva a continuar la lectura de los Evangelios. Es el deseo de conocer siempre y mejor el significado de Jesús para nuestra vida. Es la respuesta que debemos ayudar a encontrar a quienes anunciamos el Evangelio. e. Llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos 7 Al incio del Capitulo 5 Marcos nos narra la llegada a la región de Gerasa, una de las diez ciudades de la decápolis. El Nuevo Testamento presenta tres pasajes en que aparece la región de Gerasa, donde Jesús se encuentra a dos endemoniados (Mt 8, 28) y donde él exorciza a los demonios a los que permite entrar a una piara de alrededor de 2.000 cerdos que se arrojan desde lo alto del precipicio, hasta el mar y se ahogan (Lc 8, 26; Mc 5, 1). El evangelista San Marcos hace uso de una designación semítica "tierra de los extranjeros", en hebreo: gerustm,como el nombre de una región entera. Los discípulos a pesar del incidente de la tormenta, del riesgo que significa seguir a Jesús, del miedo que han experimentado y de su falta de fe, siguen al maestro que va a la tierra extranjera donde su Padre no es conocido. Hasta aquí el análisis del texto veamos ahora algunas implicaciones para nosotros en la celebración del V Conajumi 2. Jovenmisión vayamos a la otra orilla. Les invito que a que hagamos un instante de silencio e imaginemos a Jesús, quien sin duda está entre nosotros, y ahora es Él quien nos dice: “Jovenmisión ve a la otra orilla” Estoy seguro que a cada uno de nosotros el Señor nos ha dicho interiormente lo que desea. Creo que a treinta años de camino pasar a la otra orilla es una invitación que apremia. A la luz del texto evangélico podríamos decir: a. Pasar a la otra orilla es ser capaces de salir de nuestra “zona de confort” Es posible que en nuestra orilla (nuestra parroquia, estación, grupo juvenil) estemos acomodados, seguros, rodeados de la comunidad cristiana, rodeados de amigos, en un ambiente que es agradable, que piensa igual, en el que nos sentimos a gusto y para el que somos importantes. En nuestra orilla no tenemos sobresaltos, ni miedos y podríamos terminar siendo misioneros de nuestra orilla. 8 La otra orilla es el mundo de fuera, el hostil a los cristianos, allí donde se rechaza la Palabra de Dios, donde no estamos arropados por personas que comparten nuestra fe, sino todo lo contrario; es ahí, donde hay que ir, allí donde nos resulta incómodo, donde nos asusta el rechazo, la incomprensión, incluso el insulto o menosprecio. En la otra orilla no están los nuestros, los que son como nosotros, los que creen, esperan y aman a Dios; no, en la otra orilla, que somos invitados a atravesar, se encuetra una juventud herida, sin esperanzas, llena de angustia por su futuro; una juventud en busca de sentido para su vida. El Papa Francisco nos interpela en la EG cuándo nos dice: Todos somos llamados a esta nueva “salida misionera”, salir de la propia comodidad y atraverse a llegar a todas las periferias que necesitan de la luz del Evangelio” (EG 20), (…) en todas las ocasiones, sin demoras, sin ascos, sin miedo (Eg 23). Jovenmisión no es sólo un servicio juvenil de animación misionera. En la mente y en el corazón de quienes estuvimos en la primera hora de Jovenmision, ardía la misión no sólo como deseo y ensueño, sino como encarnación y envío. Podemos correr el riesgo de ser sólo una cantera de animadores misioneros, que animan a otros a la misión, para que estos animen a otros a la misión que a su vez, animarán también a otros a la misión. Todos animados y las misiones vacías! Es cierto que hoy es un dato adquirido en la Iglesia, sobre todo en América Latina después de Aparecida, que todos somos discípulos misioneros y que la misión no es sólo territorial, sino testimonial. Somos misioneros donde quiera que estemos. Ya no se habla de tierras de infieles, porque la el secularismo, increencia y la indiferencia religiosa están a la vuelta de la esquina; pero no es menos cierto que aún persisten realidades dónde por falta de evangelizadores el Señor no es suficientemente anunciado ni conocido, ni la Iglesia sólidamente constituida. A esas realidades de primer anuncio y de colaboración con las Iglesias jóvenes estamos llamados. b. Pasar a la otra orilla es subirse a la barca con Jesús. La metáfora de la Iglesia como barca estaba presente en las primeras comunidades cristianas. Los primeros cristianos leyendo los evangelios de Jesús asociaban la Iglesia a la imagen de la barca donde 9 los discípulos compartieron con Jesús sus enseñanzas, sus temores, donde fueron salvados y asistieron a hechos prodigiosos. La Iglesia es como una barca desde cuya cubierta se ha de llevar a cabo la obra evangelizadora, que invitará a los hombres y mujeres dispersos por las profundidades y por los vientos contrarios. Desde la barca se arroja la amplia red, que tiene la misión de recoger a cuantos quieran incorporarse a la fe. Jovenmisión vive en la Barca de la Iglesia, con los demás discípulos comparte la travesía y rema mar adentro. Nuestra acción es en la Iglesia, y en ella a su servicio, para soplar sus velas y que ella vaya siempre más allá, siempre más lejos. No existimos sin la Iglesia y sin la comunión misionera con el Obispo, con el presbiterio y con las demás realidades eclesiales. En la Iglesia de Venezuela no somos un movimiento apostólico cerrado en sí mismo, somos un servicio misionero de las Obras Misionales Pontificias, abierto a compartir con todos los jóvenes el ardor misionero que hemos recibido como don y tarea. En el ámbito de la Pastoral Juvenil, nuestro lugar, es el de estimular el espíritu misionero de toda acción evangelizadora dirigida a los jóvenes, sin competencias, sin fusiones, manteniendo nuestra identidad de animadores misioneros y misioneros todo terreno, que van allá donde aun la Pastoral Juvenil no ha podido llegar, para sembrar iglesia joven y luego darle paso a los agentes de pastoral juvenil quienes acompañaran el crecimiento de lo que Dios permita germinar. Estos rasgos de nuestro ser en la Iglesia de Venezuela necesitan siempre ser considerados una y otra vez. Nunca olvidemos nuestra identidad es el servicio de animación y cooperación misionera. Esa identidad reclama que constituyamos estaciones misioneras al servicio de las parroquias y diócesis, sin sectarismos, ni egoísmos pastorales, cada vez en mayor número, no por un afán de crecimiento, que busca ampliar los ámbitos de presencia e influencia, sino con la finalidad de que sean cada vez más quienes entiendan y vivan sus vidas jóvenes como vidas al servicio más noble y hermoso que es la extensión del Reino de Dios. Permitanme pedirles que se pongan de pie solo aquellos que pertenecen a estaciones de Jovenmisión afilidas a este servicio de la Obra de la Propagación de la Fe. No traigo aquí las estadísticas porque podría desalentarnos un poco. Pero hay un dato que no podemos esconder y con 10 valentía tenemos que mirar, no estamos creciendo, por el contrario, con el paso del tiempo, disminuye el número de nuestras estaciones. En este V Conajumi somos interpelados a pensar seriamente sobre nuestro futuro. ¿Somos de verdad un servicio en salida? y si es así ¿dónde están los frutos de esa salida misionera?. No permitamos que se diluya nuestra identidad, no somos un movimiento apostólico, es cierto, pero tampoco somos un servicio difuso en la Iglesia, somos un servicio de las OMP, llamado a crecer en calidad, es decir en santidad de vida, y en cantidad. Nuestras estaciones deben crecer en todas las diócesis, mientras más jóvenes animen y cooperen con la dimensión misionera, mayor será la toma de conciencia y el compromiso misionero de la juventud en nuestras iglesias locales. c. Pasar a la otra orilla es mantenernos con Jesús en medio de las tempestades personales y comunitarias El Papa Francisco en el segundo capítulo de la EG presenta los desafíos del mundo actual (52-75) y las tentaciones de los agentes de pastoral (76-109). Entre los desafíos que bien conocemos el Papa resalta la precariedad de la vida de las mayorías (53), el predominio de una economía que mata al generar exclusión(53-54) y el hecho de la violencia (59-60). En cuanto a las tentaciones de los evangelizadores señala: el individualismo, crisis de identidad, caída del fervor” (78). Podríamos decir que esas y tantas otras son las tempestades de la vida personal, social y cristiana. Vivimos tiempos difíciles, de tempestades éticas, sociales, económicas, políticas. Pareciera que nunca escampa en este país, y que el aguacero golpea fuerte y destruye. También en nuestra Iglesia experimentamos lo que dice el Santo Padre en la EG N. 83 “el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia, donde todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y generando en mezquindad. Se desarrolla la psicología de la tumba, que poco a poco convierte a los cristianos en momias de museo”. Nuestras estaciones de Jovenmisión y los grupos animados no son museos. Son comunidades juveniles de fe y vida, llamadas a crear espacios de encuentro con el Señor y entre los hermanos jóvenes, donde las angustias, miedos, desilusiones, contrariedades y pesos de la vida puedan 11 ser compartidos y se sienta fuerte la presencia de Jesús que salva, que no permite que se hunda ninguna barca. Vivir la misión de Jesús e invitar a otros a vivirla exige hoy una acción comprometida con la historia que nos toca vivir. Hay tempestades, y muchas, pero no podemos refugiarnos en el quietismo de nuestras comunidades cristianas sin interesarnos por toda causa que mire al bien común. Una vez más Francisco en la E.G nos enseña: “Todo el anuncio y la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales (180). Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos” (183). Los jóvenes cristianos, discipulos misioneros deben serlo en la vida pública, en las universidades, en la cultura, en el mundo laboral, en la academia, en la política. A propósito de la política Francisco en un diálogo improvisado con los jóvenes de la escuelas jesuitas les dijo: "Implicarse en la política es una obligación para un cristiano. Nosotros los cristianos no podemos jugar a ser Pilatos, lavarnos las manos: no podemos. Debemos entrar en la política, porque la política es una de las formas más altas de la caridad, porque busca el bien común. En nuestras estaciones y grupos animados se hace urgente crear espacios que ayuden a conocer la doctrina social de la Iglesia, experiencias que demuestren que el anuncio kerigmático tiene una repercusión social como nos enseña el Papa. Es urgente que en nuestras ciudades y pueblos los jovenes cristianos sean los primeros comprometidos con el Reino de Justicia y Paz que ha iniciado nuestro Señor. Los jovenes misoneros tiene que involucrarse y participar en los centros estudiantiles, en los consejos comunales, en los grupos culturales y ecológicos, en las ong comprometidas con la defensa de los derechos humanos, en los grupos de voluntariado comunitario, etc. En una palabra, me pregunto y les pregunto : ¿Son jóvenes misioneros que promueven la vida, comprometidos con la historia, o cómo les dijo el Papa Francisco en Rio, yo les pregunto ¿balconean la vida?, es decir son espectadores que ven pasar la vida sin involucrarse con la transformación de nuestra sociedad en la civilización del amor y de la paz ? 12 d. Pasar a la otra orilla es abrirse a un camino de conversión pastoral Debo confesarles que me sorprende escuchar a algunos de nuetros jóvenes misioneros decir: Padre, esto siempre se ha hecho así ... Eso no se puede cambiar ... la tradición en Jovenmision es que sea así. Al respecto dice Francisco en la EG N 33: La pastoral en clave de misión pretende abandonar el comodo criterio pastoral del «siempre se ha hecho así». Continua el Papa, Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los metodos evangelizadores de las propias comunidades. Y yo les digo después de 30 años no podemos seguir haciendo las cosas de la misma manera. Acojamos la invitación apremiante que la realidad y el Santo Padre nos hace. Que este V Conajumi sea el inicio de un camino de revisión, actualización y novedad para nuestro servicio misionero. Entremos en un tiempo de revisión que nos permita responder con más ardor, sencillez y efectividad en nuestra acción misionera. e. Pasar a la otra orilla es llegar a la tierra extranjera La misión exige siempre movimiento, dinamismo, partida, o salimos, o no somos misioneros. Es una salida gradual que siempre rompe fronteras, desde las más inmediatas y cercanas hasta las más lejanas y complejas. El Papa insiste en la EG: Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. (...) prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (EG 49). Jovenmision es para la misión, no para la poesía, ni la algarabía misionera. Este V Conajumi tiene como tema La animación misionera para una Iglesia en salida. La salida misionera es el objetivo de la animación misionera. Animamos para la misión no para ser expertos en animación misionera. Hay quienes pasan toda la vida haciendo animación misionera y su única experiencia misionera fue un Cajumi de dos semanas. El amplio horizonte de la misión ad gentes, es decir, el horizonte del primer anuncio de la vida nueva en Jesucristo Resucitado a quienes no lo 13 han escuchado, es lo propio de nuestra espiritualidad y de nuestro servicio. Oigan bien queridos jóvenes, somos para la misión ad gentes, es decir enviados a las fronteras, a las periferias, a los lugares donde nadie va, donde nadie quiere quedarse. Para Jovenmision el primer ad gentes son los jóvenes. Nuestro lema la misión por y para los jóvenes sigue teniendo una gran actualidad. Somos evangelizadores de los jóvenes, no son otras nuetras tareas. Los jovenes que no están en las parroquias y comunidades deben ser para ustedes el objeto de sus afanes y de su entusiasmo misionero. Los jovenes que viven lejos de Jesús son nuestro ad gente. No traicionemos nuestra vocación. Cada día es más difícil encontrar en la Iglesia sacerdotes y religiosas que amen a los jóvenes y quieran acompañarlos. Nosotros nacimos por y para los jovenes. ¡No abandonen a sus contemporaneos! Las fronteras que Jovenmision debe alcanzar son las del mundo juvenil presente el mundo estudiantil y universitario, en las culturas juveniles, en los jóvenes del mundo urbano y campesino, en los pueblos indígenas de Venezuela. Allí donde el Señor no es conocido ni amado por los jóvenes ahí esta nuestro ad gentes. Nos dice el Papa en la EG: ¡Que bueno es que los jóvenes sean callejeros de la fe , felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincon de la tierra! Esto que dice el Santo Padre a todos los jóvenes cobra mayor radicalidad cuándo dirigido a los jóvenes misioneros. Se trata de ir siempre más allá! 3. ¿Y en la otra orilla que? Permíntanme ofrecer muy brevemente cinco horizontes de acción que considero nos puedan ayudar a relanzar Jovenmision para responder a los desafios del modelo eclesial de Iglesia en salida al que nos invita el Papa Francisco. a) Revitalizar los procesos formativos de Jovenmision. La formación en Jovenmision no puede reducirse solo a las Escuelas de Lideres Misioneros. Partiendo del plan de formación se hace necesario estructurar una propuesta de formación permanete que abrace diversos ejes 14 formativos, con especial énfasis en el ámbito de la doctrina social de la Iglesia y de la teologia y espiritualidad misioneras. b) Establecer estrategias para una mayor difusión de Jovenmisión en las Iglesias locales de Venezuela. No le dejemos todo el trabajo al Espíritu Santo, ni esperemos la generación espontanea de nuestras estaciones. Una estación es una célula misionera, de ella deben nacer nuevas estaciones, ese es el signo más elocuente de su vitalidad misonera. Necesitamos un plan de animación misionera que nos permita crecer como servicio misionero y llegar a los ambientes inusuales, alejados y problemáticos donde hacen vida los jóvenes. c) Dar mayor importancia a las instancias provinciales para la organización del servicio en una espiritualidad de comunión para la misión. En la Iglesia de Venezuela las Provincias Eclesiásticas cobran cada vez mayor relevancia como instancias de planificación y acción pastoral. En nuestro caso fortalecer la instancia provincial nos permitirá acompañar de manera más efectiva las realidades diocesanas. d) Generar espacios, experiencias, proyectos de solidaridad con los más pobres, especialmente con los jóvenes más pobres. El Papa en la EG nos recuerda que en “el corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres”. En nuestras estaciones y grupos animados debe realizarse lo que el Papa no exige “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo” (EG 187). e) Fortalecer los procesos de cooperación misionera al servicio de la Iglesia en Venezuela y más allá de nuestras froteras. Un joven que ha hecho el proceso de Jovenmisión con pasión y generosidad debería naturalmente, gracias al don recibido, plantearse ofrecer al Señor y a la misión algunos años de su vida. Necesitamos ofrecer experiencias concretas de misión de diversa índole donde los jóvenes puedan vivir por algunos años un servicio misionero a tiempo completo. 15 Termino estas reflexiones que he lanzado en voz alta agradeciéndoles a ustedes por el testimonio de su fe vivida, celebrada y anunciada. Hoy quienes somos adultos vemos con gozo espiritual que en la barca de la Iglesia vivan tantos jóvenes que como, el Joven Jesús, no dejan de remar en el inmenso mar de este mundo, jóvenes misioneros que están seguros que la fuerza de la tempestad no los derribará mientras tengan una fe despierta y confiada en el auxilio del Señor, vencedor del mal y de la muerte. Sigamos adelante mar adentro, yo tengo mucha fe, que Jovenmisión respoderá a la altura de los grandes desafíos que se nos presentan y podremos dentro de treinta años contemplar cuantas obras de fe por amor ha hecho el Señor para su pueblo a través de nosotros. Que el Señor nos asista y acompañe. Muchas gracias! 16