Conferencia General Abril 1979 ESCUCHEMOS EL LLAMADO DEL SEÑOR Por el élder Marion D. Hanks de la Presidencia del Primer Quórum de los Setenta Mi testimonio hoy es de gratitud. En una reunión de familia que tuvimos hace algunos días, mencionamos el hecho de que hoy es el aniversario del nacimiento de nuestra madre. Esa noche pensé sobre lo que las generaciones se deben entre sí, sobre lo que aprendemos los unos de los otros, Y sobre lo mucho que deberíamos amarnos y apreciarnos. Uno de los nietos de mi madre relató cómo había observado admirado a su pequeña hija que hojeaba un libro de cuentos, y que al dar vuelta las hojas se mojaba el dedo índice, tal como lo había visto hacer a él cuando leía. En realidad, la pequeña se mojaba el dedo de la mano izquierda, ¡mientras daba vuelta las hojas con la derecha! Ese detalle me sirvió para dar énfasis al poder del ejemplo y también al hecho de que a ella, al igual que a todos nosotros, todavía le queda algo por aprender. Al mirar esa noche a dos de nuestras hermosas hijas, ya crecidas, vino a mi memoria una anécdota del pasado y éste es el tema central del mensaje que quiero dejaros hoy. Cada vez que pienso en esto, se me llenan los ojos de lágrimas. Nos nació otra hija y, por supuesto, la llenamos de amor. Ocasionalmente, yo llamaba "Princesa" a su hermana mayor; pero después de pensarlo bien, y puesto que la segunda merecía tal título tanto como la primera, decidí que si iba a llamar a la mayor por aquel sobrenombre, sería bueno que ella lo compartiera con su hermana. Un día llamé a la niña más pequeña. "Ven, Princesa", le dije. "Vamos a hacerle un mandado a mamá". Ella continuó como si no me hubiera oído, por lo que su madre le dijo: "Mi amor, papá te está hablando". "No", contestó entonces ella, con un dejo de tristeza que me hirió profundamente. "No es a mí a quien llama". En mi memoria, todavía puedo ver en su inocente carita infantil y oír en el tono de su voz, la resignación al pensar que no me refería a ella. Estoy convencido de que Dios ama y jamás dejará de amar a todos sus hijos, que nunca cesará de tener esperanza en nosotros, de tratar de acercarse a nosotros. En el libro de Isaías está escrito: "Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia." (Is. 30:18.) Sin embargo, a través de los años he conocido algunos de los mejores hijos de Dios a quienes les parece muy difícil creer que El verdaderamente "los llama a ellos". Saben que El es la fuente de consuelo, perdón y paz, que deben buscarlo, abrirle la puerta y aceptar Su amor; no obstante, aun en los momentos críticos no pueden creer que las bendiciones que El ha prometido sean para ellos. Algunas personas han ofendido a Dios y a su propia conciencia, y están sinceramente arrepentidos, pero encuentran el camino de regreso bloqueado porque les falta el deseo de perdonarse conferenciageneralsud.wordpress.com Conferencia General Abril 1979 a sí mismas, o no creen que Dios les perdonará; a veces es también por la mala voluntad de algunos de nosotros para perdonar sinceramente, olvidar sinceramente, y regocijarnos sinceramente. El plan del Señor y Sus promesas son claros en las enseñanzas de las Escrituras. Los propósitos fundamentales de ese plan se anuncian en los bien conocidos versos de la Biblia: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo en El." (Juan 3:16-17.) Cristo vino a salvarnos a todos. El Profeta Alma, que conoció muy bien Su Plan, lo llamó "plan de redención", "plan de misericordias, "plan de felicidad" (Al. 42:13-16). El Señor enseñó a los fariseos, empeñados en obedecer la letra de la ley, las parábolas de la oveja Perdida, de la moneda perdida y del hijo Pródigo, para hacerles comprender el valor de las almas, para hacer hincapié, Como El dijo, en que "habrá... gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente" (Lu. 15:7; cursiva agregada). El Maestro nos enseñó sobre la naturaleza de nuestro Padre Celestial, cuando habló del hijo pródigo: "Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó." (Lu. 15:20.) En ésta, como en muchas otras de sus enseñanzas, El manifestó la intensidad de Su amor, lo que espera de nosotros en cuanto al tratamiento mutuo que nos demos, y la responsabilidad que tenemos ante El. Recientemente, he leído muchas veces la declaración del Señor en el incidente de la mujer que, en la casa de Simón el fariseo, lavó con sus lágrimas los pies de Cristo, los secó con sus cabellos y los ungió con aceite perfumado. El Salvador entonces le enseñó a Simón la historia del acreedor y los dos deudores (Lucas 7:36-35): "Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿Cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquél a quien perdonó más. Y El le dijo: Rectamente has juzgado." Después, hablando de la mujer, el Señor dijo a Simón: " ...te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados ... Tu fe te ha salvado, ve en paz." (Lu. 7:41-50.) No se trata de dar incentivo o indulto al pecado. Ella había encontrado al Señor, se había arrepentido amargamente de sus pecados, estaba dispuesta a obedecer Sus conferenciageneralsud.wordpress.com Conferencia General Abril 1979 mandamientos y a aceptar Su perdón; y por ello habría regocijo en el cielo, y debía haberlo también en la tierra. La historia de Alma, el Profeta del Libro de Mormón, es bien conocida. El enseñó estos principios con valentía y compasión tal vez jamás superadas. Siendo él mismo hijo de un gran Profeta, junto con otros jóvenes compañeros había cometido graves errores. Por medio de la intervención de un ángel, estos jóvenes se volvieron al buen camino y Alma, arrepentido y reformado, se convirtió en un gran líder para el Señor. Enseñó con vigor los trágicos efectos del pecado ("la maldad nunca fue felicidad"); y agradecido testificó del "plan de la misericordia", que trae el perdón al penitente sincero. Como líder de su pueblo, era inflexible en la defensa de la rectitud, pero amoroso y compasivo con los que se habían arrepentido y abandonado la maldad. Con sus propios hijos, incluyendo uno que era culpable de una gran transgresión, compartió la angustia que se sufre como resultado del pecado, y el inexpresable gozo que acompaña al arrepentimiento y al perdón: "Sí, hijo mío, te digo que no podía haber cosa más intensa y más amarga que mis dolores. Sí, hijo mío, y también te digo que por otra parte no puede haber cosa más exquisita y dulce que mi gozo." (Al 36:21.) Este hombre de gran integridad y humildad, llegó a ser el primer juez superior del pueblo, y el sumo sacerdote de la Iglesia. El, que había suplicado al Señor Jesucristo su misericordia "en el más amargo dolor y angustia de alma... encontró paz", (Al. 38:8), y después enseñó a su pueblo con tal poder y amor, que multitudes enteras se tornaron al Señor, obedecieron sus mandamientos, y recibieron esa "misericordia que reclama al que se arrepiente" (Al. 42:23). El mensaje que contienen las Escrituras es constante. Nefi, el noble joven Profeta y líder, escribió un dulce salmo de contrición y fe, que es a la vez alentador y edificante: "Sin embargo, a pesar de la gran bondad del Señor en mostrarme sus grandes y maravillosas obras, mi corazón exclama: ¡Oh, miserable hombre de mí! Sí, mi corazón se entristece a causa de mi carne. Mi alma se aflige a causa de mis iniquidades. Me hallo sitiado a causa de las tentaciones y pecados que tan fácilmente me envuelven. Y cuando deseo regocijarme, mi corazón gime a causa de mis pecados; no obstante, sé en quien he confiado." (2Ne. 4:17-19.) Nefi comprendió que el verdadero arrepentimiento es un don de Dios, que no es una maldición, sino una bendición que incluye dolor y sufrimiento; pero ese dolor tiene su propósito, es constructivo, purificador, es el dolor divino que "produce arrepentimiento para salvación", y que es distinto de la "tristeza del mundo". (2 Cor. 7:10.) Por medio del profeta Ezequiel, el Señor nos enseñó que El no quiere que Sus hijos sufran las consecuencias del pecado. El siente gozo cuando el impío se aparta conferenciageneralsud.wordpress.com Conferencia General Abril 1979 de su impiedad o transgresión, porque el que tal haga "hará vivir su alma". (Ezequiel 18:23-27.) El apóstol Pablo, desilusionado con el comportamiento de los santos de Corinto, les escribió una carta de reproche y amonestación, con la cual fueron motivados a una conducta mejor; cuando Pablo lo supo, les escribió de nuevo con amor diciéndoles que se alegraba de que se hubiesen sentido contrastados: "Ahora me gozo, no porque hayáis sido contrastados, sino porque fuisteis contrastados para arrepentimiento. . ." (2Cor. 7:9.) Alma lo dijo todo en la grandiosa enseñanza que impartió a su hijo Coriantón, que estaba descarriado, concluyendo su extraordinaria lección con estas palabras, contenidas en sólo un versículo sumamente significativo: "Y ahora, hijo mío, quisiera que dejaras de inquietarse por estas cosas, y que sólo te preocuparas por tus pecados, con esa zozobra que te conducirá al arrepentimiento." (Al. 42:29.) El Dios Todopoderoso nos ha prometido perdonar, olvidar, y no volver a mencionar jamás los pecados de los cuales nos hayamos arrepentido verdaderamente; y nos ha dado el don del remordimiento para ayuda os a que los recordemos en forma constructiva, con humildad y agradecimiento. "No trates de excusarte en lo más mínimo a causa de tus pecados, negando la justicia de Dios. Deja, más bien, que la justicia de Dios, su misericordia y su longanimidad dominen por completo tu corazón; y permite que te humillen hasta el polvo." (Al. 42:30.) Después, mandó a Coriantón a predicar el evangelio. Como líderes, tenemos que ocuparnos de la más sagrada y sensible de las creaciones de Dios: Sus hijos. Es necesario que tengamos esto en cuenta al cumplir con nuestro deber de mantener a la Iglesia libre de la iniquidad. Alguien ha dicho: "La destrucción no solamente es provocada por elementos físicos; cada vez que se humilla a un semejante, se está causando una destrucción." Cada vez que alguna forma de disciplina se hace necesaria dentro de la Iglesia, sería bueno recordar lo que José Smith escribió hace mucho tiempo a los santos esparcidos por el mundo: ". . que cada uno se ocupe de prepararse para la viña, dedicando un poco de tiempo a consolar a los que lloran, a reparar el corazón herido, a enderezar al que se desvía; a traer al redil a los extraviados, a invitar para que vuelvan al reino a aquellos que se han apartado, asentándolos a regresar mientras todavía hay tiempo; a obrar por la rectitud y, con un solo deseo y una sola voluntad, prepararse para ayudar a redimir a Sión, la tierra prometida, donde el bien dispuesto y el obediente serán bendecidos. Las almas siguen siendo preciosas ante la vista de Dios, y jamás se ha llamado a los élderes para que lleven a ninguna de ellas al infierno, sino para persuadir e invitar a todas las personas en todas partes, a que se arrepientan a fin de conferenciageneralsud.wordpress.com Conferencia General Abril 1979 poder convertirse en herederos de la salvación." (History of the Church, vol. 2, pág. 229.) Al principio, mi hijita no había entendido que mi voz la llamaba a ella, sino que pensó que yo le hablaba a otra persona. "No es a mí a quien llama." Si hay alguna persona al alcance de mi voz que necesite convencerse de que el llamado de Dios al arrepentimiento, y a aceptar Su misericordia, perdón y amor, es para él, yo se lo testifico en el nombre de Jesucristo. Amén. conferenciageneralsud.wordpress.com