12 VIERNES LA PALABRA ISRAELITA 29 DE OCTUBRE OPINIÓN Un paseo por el París judío POR JOANNA WURMANN Desde que LAN anunció sus vuelos a París, todas las revistas de viaje que se han publicado en la prensa en estos últimos meses hacen alguna referencia a la capital francesa. Como hace poco tiempo atrás tuve la posibilidad de pasear y estar por ese rincón del mundo, deseo compartir mis vivencias, claro que desde mi punto de vista judío. Antes de viajar a cualquier parte, siempre investigo un poco la vida y la historia judía del lugar. Me gusta saber cuáles son las sinagogas más atractivas, si hay algún museo interesante, algún barrio importante, una judaica o un restaurant imperdible. Y, lógicamente, mi recorrido por Francia no podía ser diferente, sobre todo siendo ésta la segunda colectividad más grande de la Golá (después de EE.UU.). Aunque, según los dirigentes locales, no existe un número preciso de judíos en Francia ya que la identidad religiosa no es revelada públicamente se estima que éstos alcanzan los 600 mil, lo que significa cerca del uno por ciento de la población total. De ellos dos tercios viven en París y sus alrededores y en otras grandes ciudades como Marsella, Lyons, Toulouse y Nice. Y el resto se encuentra esparcido en docenas de comunidades más pequeñas a lo ancho del país. A pesar de que para 1920, la mayoría de los judíos que habían llegado a Francia eran bundistas y comunistas que hablaban idish y venían por temas económicos, hoy en día la mayor parte de la comunidad proviene de Argelia, Túnez, Egipto y Marruecos. Esto produjo un importante cambio en la comunidad, siendo ésta, en la actualidad, más religiosa de lo que era hace 30 o 40 años atrás y con cerca del 60 por ciento de sus miembros sefaradíes. NOTRE DAME La primera parada, aunque no lo crean, fue la famosa Notre Dame. Sí, la catedral parisina cuyo frontis es la clara muestra de la eterna obsesión católica por destronar a la sinagoga en su relación con Ds (por la alianza hecha a través de Abraham) y validar el «nuevo Pacto» supuestamente nacido con la muerte y resurrección de Jesús. Difícil es no darse cuenta al llegar que a cada lado del portal frontal de la catedral se pueden ver las figuras de dos mujeres. A la izquierda está la Ecclesia, una hermosa dama que carga con una corona y que representa a la cristiandad, y a la derecha otra escultura, con sus ojos vendados por una serpiente, una diadema en el suelo y un bastón de mando roto. Ésta última, obviamente, representa al judaísmo. Imágenes que son muy comunes en arquitectura católica de Europa y, como dije, representan el conflicto teológico entre la cristiandad y el judaísmo. A pesar de que detrás de la catedral se encuentra una plaza que conduce a un pequeño memorial dedicado a las víctimas francesas del nazismo y en cuyo interior se encuentran los nombres de los 200 mil hombres, mujeres y niños muertos en los campos de la muerte nazi, el clima nos hizo imposible llegar a él. LE MARAIS búsqueda de alguna sinagoga. Claro, se me había olvidado contarles que esa noche correspondía al primer seder de Pésaj. Sin embargo, al alejarnos unas pocas cuadras de la exposición, justo al llegar a la Place des Vosges, nos encontramos con decenas de pequeñas galerías con nombres judíos y primorosos cafés. Un paisaje delicioso para todos aquellos que disfrutamos del arte y de una buena pâtisserie. A cada lado del portal frontal de la catedral se pueden ver las figuras de dos mujeres. A la izquierda está la Ecclesia, una hermosa dama que carga con una corona y que representa a la cristiandad, y a la derecha otra escultura, con sus ojos vendados por una serpiente, una SINAGOGAS de un día agitado y agotador, diadema en el suelo y un bastón de Después aun no nos dábamos por vencidos por mando roto. Ésta última, encontrar al menos una sinagoga. Lo obviamente, representa peor es que ya se largaba a llover, por lo que era imprescindible encontrar alal judaísmo. gún lugar donde resguardarnos o sim- En nuestro segundo día de viaje, decidimos ir a Le Marais o La Juiverie (La Judería) como se le denominó en el siglo XIII, tiempo en que era un próspero barrio con una comunidad judía, en gran medida, autosuficiente, ya que contaba con sus propias sinagogas, cementerios y fábricas de alimentos. De hecho aun hoy se conservan muchos de los nombres hebreos de las calles. Como decía, el más famoso barrio judío de París es Le Marais, conocido también como Pletz (palabra idish que significa «pequeño lugar»). Ubicado en el 4° arrondissment, y que ha sido el hogar de la comunidad residente en forma intermitente desde el siglo XIII. Hoy en día, y a pesar de que la zona se ha convertido en una de las más in de París, la presencia judía se ha mantenido muy fuerte durante los últimos cien años. Aunque, y por simple coincidencia, nuestro paseo cuyo fin era encontrar una antigua sinagoga que databa del siglo XVIII, terminó en el Museo del Holocausto o como se le conoce en Francia «El memorial al Mártir desconocido judío y el adyacente Centro de documentación del Holocausto». Uno de los primeros en existir en el mundo. Debo reconocer que dada la importante cantidad de museos dedicados a la shoá que he visitado, cada vez pienso que me voy a encontrar con más de lo mismo. Sin embargo reconozco que no es así. Es cierto que hay algunos bastante malos como el de Frankfurt, pero el de París me entregó una mirada dolorosa, como todas, pero muy educativa y de una forma bastante diferente. La exhibición principal, en ese momento, se llamaba «Filmando los Campos: de Hollywood a Nuremberg». En ella pudimos apreciar, prácticamente, de primera mano, las experiencias e imágenes filmadas por tres grandes directores de Hollywood como John Ford, Samuel Fuller y George Stevens, en los campos de Dachau y Falkenau. Cintas que luego sirvieron, tanto como testimonios en Nuremberg, como material para exitosas películas. Al salir del museo, un poco conmocionados, decidimos retomar la plemente irnos al hotel. Gracias a la magia del GPS, finalmente dimos con la calle des Tournelles. En ella se encuentra la sinagoga del mismo nombre y que fuera construido en 1876 con la asistencia de Gustave Eiffel. Aunque en sus comienzos éste albergaba a una población askenazí con la llegada y la influencia de los judíos provenientes de África del Norte, ésta pasó a ser sefaradí y ortodoxa. Imponente en su decoración y altura, la verdad es que fue un momento bastante conmovedor, aun cuando el rabino, en una mezcla de hebreo y francés, me mandó al segundo piso de las mujeres. Como nuestros días en París llegaban a su término, debimos poner fin a nuestro paseo judío y dedicarnos a conocer otras partes de la capital francesa. Sin embargo, si alguien tiene más tiempo y le toca un mejor clima, dicen que no puede perderse la sinagoga Agudath Hakehilot, ubicada en el número diez de la rue Pavée, en el mismo barrio Le Marais. Diseñada por Héctor Guimad, un famoso arquitecto y decorador del art Nouveau y construida en 1914 es un Monumento Nacional y, al parecer, juega un importante rol en la comunidad actual.