Repensar la ciudad desde la perspectiva feminista

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Habitat International Coalition
- 2016-11-19 10:03
Repensar la ciudad desde la perspectiva feminista
Blanca Gutiérrez-Valdivia, Zaida Muxí, Adriana Ciocoletto, Col•lectiu Punt 6
Desde el siglo XIX diversas experiencias confirman que es posible pensar una ciudad con otros parámetros.
Vivimoscomo podemos nuestras ciudades, asumimos incomodidades, distancias, espaciospúblicos escasos –en
algunos barrios– y excesivos –en otros–, barrios que se vacíano llenan según los horarios laborales, calles en
las que las personas sonavasalladas por los coches. En estas ciudades las personas que se encuentran enextremos vitales no son autónomas, todas perdemos tiempo, y vida, endesplazamientos que tal vez no serían
necesarios.
¿A qué se deben esas disfunciones? ¿Nopueden hacerse las ciudades pensando en las personas? ¿No pueden
ser amables yvitales? Sí que es posible, pero las ciudades han sido pensadas y construidassiguiendo los
patrones y valores imperantes en la sociedad patriarcal ycapitalista. Se han aplicado criterios considerados
abstractos, neutrales ynormales que, sin embargo, obedecen a experiencias bien concretas: la de unaminoría
masculina, de mediana edad, heterosexual, con trabajo estable, y conlas tareas de la reproducción resueltas
de manera invisible.
Como resultado tenemos ciudades que devoran elterritorio en un modelo de extensión insostenible, tanto en
términosenergéticos como vitales. Ciudades en las que las actividadescotidianas se encuentran separadas y
esparcidas por el territorio, unidas porvías rápidas de circulación para el vehículo privado. Este modelo
decrecimiento urbano es el paradigma desarrollista, que valora solo lo productivoy remunerado
menospreciando las tareas reproductivas y de cuidados, que se basaen la falsa dicotomía que asocia la esfera
productiva con el ámbito público yla reproductiva con el ámbito de lo privado. Estos preceptos han dado lugar
aespacios urbanos donde al priorizar esa experiencia particular, otrasrealidades y subjetividades han quedado
invisibilizadas.
Desde el feminismo como propuesta trasformadora de losestereotipos y mandatos de género se puede
construir otro tipo deciudades, otros barrios que nos incluyan a todas las personas. Analizando lainfluencia del
género en la construcción y uso de los espacios desde su interseccionalidad,relacionándolo con otras variables
como edad, condición socioeconómica,etnicidad, identidad sexual a partir de las que también se
construyenrelaciones de desigualdad… Actuandodesde las experiencias micro como fuente de conocimiento
real y tangible. Experienciassubjetivas, ya que desde las múltiples subjetividades en sus particularidades ysus
necesidades es como se puede construir una ciudad realmente inclusiva.
Para ello es necesario cambiar la forma de mirar, escuchar, preguntar y preguntarse,desarrollando
metodologías de análisis, participación, propuestas yconstrucción que permitan recoger la complejidad social
poniendo en el centrola vida cotidiana, reconociendo y poniendo en valor las tareas reproductivas yde
cuidados, valorando la proximidad comocualidad urbanaeintegrando la realidad de tener un cuerpo sexuado
femenino como usuario depleno derecho del espacio público.
Por ello frente al modelo dominante deciudad funcionalista y segregada,la ciudad dedistancias próximasy
compactacon mezcla de usos y actividades, en laque se otorgue prioridad a los recorridos peatonales y el
transporte público esla que mejora las condiciones vitales de las personas en el espacio urbano,genera
entornos más seguros, promueve la interacción social y enfatiza lasrelaciones entre las personas gracias a la
proximidad y la diversidad defunciones.
Una ciudad feminista debe garantizar elderecho a la ciudad a todo tipo de personas, entendido como la
libertad deutilizar y disfrutar cualquier espacio de la ciudad tanto por las cuestionesperceptivas de seguridad
como por cuestiones de autonomía y accesibilidad (económicay motriz), de tener espacios que sirvan para el
desarrollo de las actividadescotidianas y que permita compatibilizar las diferentes esferas de la
vida(productiva, reproductiva, personal, comunitaria-política). Desde la escala máspequeña como la vivienda,
a espacios públicos o equipamientos.
Donde las mujeres no tengan que ser lasproveedoras de cuidados familiares como mandato de género pero
que las personasque eligen cuidar puedan hacerlo con espacios que sirvan como apoyo físico ypuedan ampliar
los espacios de cuidado fuera del espacio doméstico-familiar,con espacios de crianza y cuidadocolectivo.En la
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que las esferas y los tiempos de la vida cotidiana estén delimitados ocompaginados según las necesidades de
cada persona y no porque así lo delimitael espacio.
Esta ciudad es posible, hay experienciasque nos lo muestran desde mediados del siglo XIX. Experiencias
feministas detransformación urbana que no sólo incluyen la reconstrucción física, ya que elparadigma de que
toda mejora pasa por hacer tabla rasa es una visiónprofundamente capitalista y patriarcal que no tiene en
cuenta el carácterlimitado de los recursos y la posibilidad de impulsar mejoras a partir decambios en la gestión
y organización de lo existente, aprovechando los recursosy haciendo un uso colectivo.
Desigualdades espaciales
Hay diferentes experiencias dentro de lapráctica urbana que funcionan, pero hay muchas otras propuestas
anónimas, organizadas desde la base y sustentadas en el apoyo mutuo y la solidaridad quesuceden en
nuestros barrios día a día para resolver las diferentes actividadesde la vida cotidiana y mejorar nuestra calidad
de vida. Propuestas que vandesde la transformación a partir del diseño urbano, como el proyecto de las
Frauen-Werk-Stadt en Viena, un conjunto habitacional diseñado por laarquitecta FranziskaUllman con
perspectiva de género, o los proyectos delcolectivo Matrix en Inglaterra en los años 80, o las pequeñas
reformas paramejorar la vida cotidiana en el barrio de Mariahilferstrasse, también en Viena,a proyectos
impulsados por colectivos feministas para visibilizar el acosocallejero perpetuo que sufrimos las mujeres en los
espacios públicos y quecondiciona nuestra libertad y autonomía como la plataforma No Me Llamo Nena oel Observatorio Contra el AcosoCallejero Colombia.
Sería ingenuo pensar que laconfiguración espacial va a modificar comportamientos y relaciones de
poderprofundamente arraigados en la sociedad, sin embargo, el entorno físico no essolo escenario de la desigualdad sino que también actúa como reproductor devalores y principios que promueven las desigualdades
económicas, étnicas, degénero, por eso es importante intervenir en el territorio no solo para tenermejores
hábitats, sino también para que el espacio deje de reproducir yreforzar estas desigualdades.
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