Sábado 25 abril 2015 Expansión 23 ECONOMÍA / POLÍTICA a actuar correctivo para el griego. Los socios sistema actual de negociación. Mientras arrecian las críticas, el ministro griego plasma en un artículo su diagnóstico. Cree que el pacto es posible, pero aún mantiene fuertes líneas rojas. Un nuevo acuerdo para Grecia OPINIÓN M.Roig. Riga Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), participó, como suele ser habitual, en la reunión informal del Eurogrupo que se celebra cada medio año. El italiano aprovechó su intervención para dar un toque de atención al Gobierno griego. “La liquidez de emergencia continuará hasta que los bancos sean solventes y [tengan] un colateral adecuado”, señaló Draghi. Pero acto seguido enumeró un listado de factores que ponían en riesgo esa solvencia: “La fragilidad de la situación actual, la salida continua de depósitos y el hecho de que los rendimientos de cios, Varufakis tiró de metáfora: “Unos ven el vaso medio lleno y otros lo ven medio vacío. Nosotros hemos escogido el optimismo”. En Atenas, su viceministro, Dimitris Mardas, daba una visión más prosaica del asunto: Grecia necesita 4.000 millones de euros para hacer frente a sus obligaciones financieras de mayo. De ellas, casi 1.000 millones son pagos al FMI y na”, afirmó De Guindos al finalizar la reunión, cuando tamabién aprovechó para apuntar que España podría “doblar prácticamente el crecimiento de la media de la zona del euro a lo largo de este ejercicio”. “Creo que se han valorado los datos de la EPA del jueves. Hemos sido capaces de crear más de medio millón de puestos de trabajo en la economía española [...] continuamos con superávit de la balanza de pagos, que el riesgo de deflación ha desaparecido y que España es una economía competitiva”, recalcó el ministro español. los bonos soberanos son los más altos desde la quita del sector privado en 2012”. Según desarrolló el italiano, “cuanto más altos son [esos rendimientos], más volatilidad y más colateral se destruye”. Y a continuación recordó sus palabras del 15 de abril, cuando al ser preguntado por la calidad de los activos que la banca griega utiliza para obtener liquidez de emergencia, respondió que “vigilaría cuidadosamente” y “tendría en cuenta el cambio en el entorno”. La cuestión es clave: sin esa liquidez para los bancos, Grecia está abocada al corralito y, eventualmente, a emitir una divisa paralela. 2.500 millones, salarios y pensiones públicas. A pesar de varias amenazas de impago, el Ejecutivo de Syriza, la coalición de izquierda radical que gobierna Grecia desde el 26 de enero, ha logrado hacer equilibrismos para cumplir con todos los vencimientos. Esta misma semana ha aprobado un decreto para confiscar el dinero de ayuntamientos y empresas públicas. Pero como afirmaba el jueves en Riga una fuente del Ministerio de Economía, “los griego van tirando, van tirando, pero en algún momento se va a acabar”. Y es en ese momento cuando Grecia va a necesitar la ayuda financiera de sus socios. Y no solo los 7.200 millones del próximo tramo del rescate, sino que va a hacer falta un tercero. La situación es muy delicada. Un impago de la deuda soberana podría forzar al BCE a cortar la liquidez de emergencia a la banca griega. De ahí al corralito solo hay un paso. Y del corralito a la emisión de dracmas, otro. Parafraseando aquel titular apócrifo de la prensa británica sobre el Canal de la Mancha: Niebla en el Peloponeso, el Continente, aislado. Editorial / Página 2 Yanis Varufakis T res meses de negociaciones entre el Gobierno griego y nuestros socios europeos e internacionales han dado lugar a un cierto nivel de convergencia sobre los pasos necesarios para superar años de crisis económica y alcanzar una recuperación sostenida en Grecia. Sin embargo, todavía no se ha llegado a un acuerdo. ¿Los motivos? ¿Qué medidas se necesitan para producir una agenda de reformas viable y aprobada de mutuo acuerdo? Nosotros y nuestros socios coincidimos en muchos aspectos. El sistema fiscal de Grecia necesita renovarse y las autoridades competentes deben ser capaces de actuar con independencia, desligadas de la influencia política y corporativa. El sistema de pensiones está debilitado. Los circuitos del crédito económico no funcionan. El mercado laboral ha sido devastado por la crisis y está fuertemente fragmentado; y por si fuera poco, el crecimiento de la productividad se ha estancado. La administración necesita modernizarse urgentemente y los recursos públicos deben ser usados con más eficiencia. Hay muchos obstáculos que impiden la formación de nuevas compañías. La competencia en los mercados de productos está demasiado limitada. Por si fuera poco, la desigualdad ha alcanzado niveles escandalosos, impidiendo que la sociedad permanezca unida para respaldar las reformas esenciales. Aparte de este consenso, el acuerdo sobre un nuevo modelo de desarrollo para Grecia tendrá que superar dos importantes obstáculos. Primero, debemos ponernos de acuerdo sobre cómo alcanzar la consolidación fiscal en Grecia. Segundo, necesitamos una agenda de reformas aprobada por consenso que sustente esa vía hacia la consolidación y transmita confianza a la sociedad griega. Empezando por la consolidación fiscal, el tema que estamos debatiendo es el método que debemos utilizar. Con los años, las instituciones de la “troika” (la Comisión Europea, el BCE y el FMI), han recurrido al sistema de la inducción retroactiva, que consistía en concretar una fecha (el año 2020, por ejemplo) y un objetivo para la ratio del valor nominal de la deuda nominal con respecto al PIB (digamos, del 120%) que debe alcanzarse antes de que los mercados estén dispuestos a prestar a Grecia a un precio razonable. Después, según decisiones arbitrarias relacionadas con las tasas de crecimiento, la inflación, los ingresos derivados de la privatización, etcétera, calculan los superávit primarios cada año hasta el presente. Bloomberg News Serio toque de atención de Draghi a Atenas El Partenón, en la Acrópolis de Atenas. Los niveles de desigualdad impiden que la sociedad permanezca unida para respaldar las reformas Las diferencias que nos separan de nuestros socios residen en cómo entender el entorno macroeconómico El resultado de este método, según opina nuestro Gobierno, es una “trampa en la austeridad”. Cuando la consolidación fiscal se convierte en una ratio de deuda predeterminada que debe alcanzarse en un momento concreto del futuro, los superávit primarios que necesitan alcanzar esos objetivos son tan elevados, que el efecto en el sector privado debilita los tipos de interés y, por consiguiente, los planes fiscales. De hecho, este precisamente es el motivo por el que los anteriores planes de consolidación fiscal de Grecia estuvieron tan lejos de cumplir sus objetivos. Nuestro Gobierno es partidario de eliminar la inducción retroactiva y de trazar un plan que mire al futuro basado en objetivos razonables sobre los superávit fiscales consecuentes con las tasas de crecimiento de la producción, la inversión neta y el crecimiento de las exportaciones, de cara a estabilizar la deuda y la economía de Grecia. Si esto significa que la ratio deudaPIB supera el 120% en 2020, estudiaremos soluciones para racionalizar o rees- tructurar la deuda, teniendo presente el objetivo de maximizar el valor real que se devolverá a los acreedores de Grecia. Además de convencer a la troika de que nuestro análisis de sostenibilidad de la deuda debería omitir la trampa de la austeridad, debemos superar el segundo obstáculo: la “trampa de las reformas”. El anterior programa de reformas, en el que nuestros socios insisten que no debería cambiarse, se basaba en la devaluación interna, en los recortes salariales y de las pensiones, en la pérdida de garantías laborales y en maximizar la privatización de los activos públicos. Nuestros socios creen que, con el tiempo, esta agenda funcionará. Si los salarios siguen cayendo, habrá creación de empleo. Y la forma de mejorar el sistema de pensiones, es recortar las pensiones. Y las privatizaciones deberían ir encaminadas a aumentar el precio de venta para pagar una deuda que muchos piensan (en privado) que es insostenible. Nuestro Gobierno, en cambio, cree que este programa ha fracasado y que la población desconfía de las reformas. La mejor prueba de este fracaso es que, a pesar de la caída de los salarios y los costes, el crecimiento de las exportaciones ha sido nulo. Más recortes salariales no ayudarán a las empresas orientadas a las exportaciones, que sufren de la falta de crédito. Y más recortes de pensiones no ayudarán a abordar las verdaderas causas de los problemas del sistema de pensiones (el bajo empleo y el empleo sumergido). Estas medidas simplemente causarán más daños al ya perjudicado tejido social heleno, haciendo que sea incapaz de proporcionar el apoyo que nuestra agenda de reformas tanto necesita. Los actuales desacuerdos con nuestros socios no son insalvables. Nuestro Ejecutivo está dispuesto a racionalizar el sistema de pensiones (por ejemplo, limitando la jubilación anticipada), a llevar a cabo una privatización parcial de los activos públicos, a reducir los préstamos de mala calidad, que obstaculizan los circuitos del crédito en nuestra economía, a crear una comisión fiscal totalmente independiente y a fomentar el espíritu empresarial. Las diferencias que nos separan se refieren al modo de entender las relaciones entre las distintas reformas y el entorno macroeconómico. Esto no significa que no se pueda llegar a acuerdos de forma inmediata. El Gobierno heleno persigue una consolidación fiscal razonable, y reformas que todas las partes consideren importantes. Nuestro cometido es convencer a nuestros socios de que nuestras iniciativas son estratégicas, y que no responden a ninguna táctica, sino a la más pura lógica. Su objetivo debería ser dejar atrás una estrategia que ha fracasado. Ministro de Economía griego © Project Syndicate