1 El siglo XVIII: marco histórico y cultural. Características. Autores y obras más significativas. Con el siglo XVIII comienza la Edad Contemporánea. La Ilustración es el movimiento intelectual que hizo del XVIII el Siglo de las Luces. En 1751 comenzó a publicarse en Francia la Enciclopedia, una obra que pretendía recoger todos los saberes de la época. Su importancia estriba en el afán de divulgar el saber, la intención de ilustrar: de ahí la denominación Siglo de las Luces o de Ilustración. Este movimiento chocó con las autoridades académicas y religiosas. Sus mejores vehículos de difusión fueron las tertulias, los clubes, los cafés y los salones. El sistema político más característico del siglo XVIII fue el despotismo ilustrado, cuyo propósito era acelerar el progreso económico y cultural de los pueblos, fomentar la instrucción y aumentar el bienestar de los ciudadanos, al margen de su voluntad. Marco histórico y cultural El cambio de siglo coincidió en España con el cambio de dinastía reinante. Al morir sin descendencia Carlos II (de los Austrias), subió al trono Felipe V de Borbón, pero el apoyo de Inglaterra al archiduque Carlos de Austria dio lugar a la guerra de Sucesión. Las consecuencias del cambio fueron enormes: España perdió sus posesiones en Europa, Gibraltar y Menorca, a favor de Inglaterra. A lo largo del siglo XVIII se suceden cuatro reinados: el de Felipe V (1700-1746), etapa de reactivación económica y cultural; el de Fernando VI (1746-1759), en el que se implantaron los ideales ilustrados; el de Carlos III (1759-1788), caracterizado por las reformas y por las tensiones sociales que provocaron; y el de Carlos IV (1788-1808), marcado por el intento de impedir que se difundiesen los ideales revolucionarios franceses. Desde el punto de vista cultural, cabe destacar el movimiento de los novatores quienes ya a finales del XVII se preocupaban por la decadencia económica y por el analfabetismo de la población. El reformismo ilustrado se difundió a través de diversos medios: las aulas de enseñanza, en las que se sucedieron las propuestas de reformas educativas (Olavide, Jovellanos); los periódicos, que durante el reinado de Carlos III adquirieron gran importancia; las tertulias en los cafés o en las mansiones señoriales, donde se discutía de temas culturales; las academias de estudio e investigación, como la RAE o la Academia de Historia, fundadas en esta época; y el teatro, que se convirtió en instrumento para la crítica y la transformación de las costumbres. Además, aparecieron las Sociedades de Amigos del País, las cuales crearon industrias y escuelas para el desarrollo de las ciencias, las artes y la técnica. Características La Ilustración es el movimiento cultural e ideológico que renueva el pensamiento a lo largo del siglo XVIII; con ella empieza la verdadera Edad Moderna. Como principio ilustrado es básico el cuestionamiento del criterio de autoridad y por tanto el desarrollo del método inductivo, de la observación y la experimentación. Ello llevará a desligar ciencia de teología y a criticar numerosos postulados religiosos. La Ilustración se define por su deseo de saber. De este modo, los rasgos ilustrados son: Tema 1. Literatura Curso 2012-2013 • El racionalismo. El fundamento del conocimiento se encuentra en la razón y no a instancias superiores como Dios, la tradición o las costumbres o la autoridad de los escritores de la Antigüedad. Ello favorece el desarrollo científico y técnico. • El utilitarismo. Los avances científicos y técnicos, el ansia de saber y las reformas sociales deben tener como guía el ser útiles para la comunidad, se impone una concepción materialista y burguesa del mundo. Y ello implica un cambio en los valores sociales ahora la virtud se relaciona con la utilidad por lo que un hombre es tanto más virtuoso cuanto más útil resulta a sus conciudadanos. • El progreso. El dominio de la Naturaleza hace dueño de su futuro al hombre, que puede progresar indefinidamente. Se trata de una utopía que permite albergar la esperanza de una mejora constante en las condiciones de vida, tanto material como espiritual, y por tanto ha de hacer posible la felicidad en la Tierra sin necesidad de posponerla a paraísos religiosos que llegarán después de la muerte. • Lo natural. La razón se aplica también a esferas de conocimiento no materiales como la filosofía, el derecho, la moral o la religión. Se abandona la idea de que existen verdades absolutas o reveladas y se insiste en el concepto de que algo es más humano cuanto más conforme está con la naturaleza. Frente al derecho de inspiración divina, se defiende el derecho natural, se extiende ahora la Filosofía de la Naturaleza. En el terreno religioso es frecuente el deísmo (creencia en un ser superior que no responde a la imagen de ningún dios de las religiones concretas, a las cuales se niega) o el ateísmo. • El reformismo. Aspiran a que sus ideales tengan una concreción práctica en la realidad, proponen reformas sociales, económicas y políticas que los hagan posibles. Los filósofos tienen la intención de liberar al espíritu humano del peso de la superstición. Hacia 1760 la filosofía se ha convertido en una verdadera creencia entre la minoría ilustrada, que se plasma en la publicación de La Enciclopedia que en forma de diccionario pretende ser el compendio del saber de la época. Los principios ilustrados empiezan a tener una repercusión directa en la vida social con la propagación de ideas como la eliminación de la esclavitud, de la servidumbre y de la tortura, la condena de la guerra, la extensión de la enseñanza… • Admiración por los clásicos grecolatinos y establecimiento de reglas y modelos en el arte. En el campo de las ideas estéticas se vuelve la mirada al clasicismo francés y a los modelos clásicos grecolatinos. Es el llamado Neoclasicismo, según el cual las obras de arte deben estar también sujetas a la razón y obedecer a unos principios de ordenación lógica. En las artes dominas las líneas rectas y la composición equilibrada. En literatura se siguen una serie de reglas y preceptos: distinción clara entre lírica, épica y dramática; separación de tragedia y comedia; respeto en las obras teatrales de las unidades de lugar, tiempo y acción. Pero con el tiempo aparece una nueva sensibilidad entre los artistas del siglo XVIII que revaloriza el individualismo, la naturaleza, el instinto y el sentimiento. Las ideas del filósofo ginebrino Jean-Jacques Rousseau son decisivas para la extensión de esta sensibilidad. Esta corriente preludia el Romanticismo del siglo próximo de ahí que se la haya denominado Prerromanticismo. No debe considerarse que existe oposición entre estas dos tendencias (neoclásica y prerromántica), ambas entran dentro del marco general de la Ilustración y comparten los mismos valores. La diferencia estriba en cuáles son los valores concretos a los que se da predominancia en cada caso: en la actitud neoclásica la razón y el equilibrio, en la prerromántica, lo natural y lo individual. En resumen, los tres principios básicos de la Ilustración son la tolerancia, la razón y el sentimiento de humanidad. La RAZÓN es lo que une a todos los seres humanos. Los ilustrados pretenden imponer la razón frente a la fe y acabar con la ignorancia, el fanatismo y las supersticiones (de ahí la denominación de "Ilustración" y 'Siglo de las Luces' dada al siglo XVIII). Otra de las ideas defendida por la Ilustración era la de que toda persona, en cuanto ser humano y dotado de razón, posee derechos que nadie puede ni debe arrebatarle ("Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano", de1789). Ligada a estos principios está la creencia en el PROGRESO -mediante la razón y la EDUCACIÓN- que debe llegar a todos los individuos. Para ello desde el poder se propician una serie de reformas (“Despotismo ilustrado': "todo para el pueblo, pero sin el pueblo”). 2 Tema 1. Literatura Curso 2012-2013 Autores y obras más significativas Para los ilustrados, la literatura era, ante todo, un medio de comunicación que servía para la difusión de las nuevas ideas. Por ello, no pretendían innovar los géneros literarios, sino servirse de ellos. Se atenían a los modelos clásicos para que pudieran ser comprendidos por el público sin necesidad de los recursos retóricos, que fue la gran crítica que los ilustrados hicieron a los autores barrocos. La prosa En el siglo XVIII predomina la prosa didáctica sobre la prosa narrativa. Al XVIII se le ha llamado “el siglo sin novela”. Muchos creen que los ilustrados desechaban el género por su afán de hacer literatura “útil”. En la primera mitad del siglo, algunos autores utilizaron moldes narrativos para redactar sus obras, pero con fines diversos (a menudo satíricos) y sin que su objetivo primordial fuera novelar. Así lo hicieron, por ejemplo, Diego de Torres Villarroel en su Vida o el padre Isla en su Fray Gerundio de Campazas. Hasta finales de siglo no se desarrollará el género novelesco propiamente dicho. El género que mejor se ajustaba a los intereses de los ilustrados era el ensayo, porque facilitaba la difusión de sus ideales. Los principales prosistas del XVIII fueron: • Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764). Llevó una vida retirada como miembro de los benedictinos en Oviedo. En su celda recibía a los personajes distinguidos (tanto españoles como extranjeros) que pasaban por Oviedo, celebraba tertulias y mantenía correspondencia con eruditos de toda España. Su labor fue eminentemente crítica. Quería acabar con los errores, las supersticiones y los prejuicios del pueblo. Su afán divulgador le hace mantener en sus obras un tono coloquial, en un género que por entonces se denominaba discurso y que más adelante se llamaría ensayo. Sus dos obras fundamentales fueron Teatro crítico universal (que no es una obra de teatro, sino una colección de ensayo) y Cartas eruditas, ambas compuestas por artículos que tocaban los temas más diversos, siempre con intención didáctica y divulgativa. • Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811). Nació en Gijón y ejerció como magistrado en Sevilla y en Madrid. Con diversos altibajos (fue desterrado, encarcelado y también fue ministro de justicia) participó en la vida política del país hasta su muerte. Su producción literaria es muy escasa: compuso algunos poemas y dos piezas teatrales (Pelayo y El delincuente honrado). Sin embargo, escribió numerosos textos en prosa en los que abordó los problemas del país y propuso reformas. Los más importantes son la Memoria sobre espectáculos y diversiones públicas, un intento de reforma de los juegos y espectáculos como el teatro, los toros, bailes y fiestas populares…; y el Informe sobre la ley agraria, en el que analiza las causas del atraso de la agricultura española y propone una serie de reformas para modernizarla. También merece la pena citar la Memoria sobre la educación pública, obra en la que expone sus ideas pedagógicas para conseguir la prosperidad de la nación. •José Cadalso (1741-1782), de educación cosmopolita y privilegiada, cultivó todos los géneros literarios, pero es en la prosa donde destaca. Sus Cartas marruecas son una colección de noventa epístolas en las que el autor, a través del artificio de la correspondencia entre un personaje español (Nuño) y un extranjero (Ben-Beley), trata temas varia dos, agrupados en tres grandes bloques: la historia nacional, la sociedad española de su época y la proyección moral del ser humano. Cadalso creía que los principales valores de un “hombre de bien” (expresión que empleaba para definir su aspiración moral) eran la familia, la amistad y el servicio a la comunidad, buscando en todo un equilibrado “justo medio”. 3 Tema 1. Literatura Curso 2012-2013 Noches lúgubres es una obra escrita en forma de diálogo, que se divide en tres partes o noches. Narra la historia de Tediato, que, loco por la muerte de su amada, pretende desenterrar su cadáver para llevárselo a casa y morir junto a él. Es una obra claramente prerromántica en la que aparecen elementos propios del romanticismo: la noche, la muerte, los sentimientos exacerbados… • Ignacio de Luzán (1702-1754) es el autor de la Poética, texto clave del Neoclasicismo español. Los conceptos que trata en su obra, como el de imitación o el de literatura útil a la vez que deleitable, fueron temas de singular importancia entre los literatos de su época. Entre otras recomendaciones, pedía un empleo moderado y cuidadoso del lenguaje figurado, claridad, orden y proporción, la observancia de las tres unidades en teatro, la separación estricta de géneros literarios, etc. Esta obra se convertiría en el programa de la nueva poesía. La poesía Durante el siglo XVIII muchos autores continuaron cultivando una poesía muy similar a la del Siglo de Oro, tanto en los metros como en los temas. Pero hacia 1750 encontramos que está triunfando una nueva poesía que presenta varias modalidades: La poesía rococó, caracterizada por un léxico cortesano, refinado y elegante, de metros cortos y ritmo marcado en estrofas breves. Los temas preferidos por esta poesía son la naturaleza, el amor y la belleza femenina; siempre tratados de forma superficial, frívola, desde la despreocupación moral, el capricho y la galantería. Está muy influida por la poesía bucólica y anacreóntica, en la que encontramos una naturaleza amable e idealizada y unos personajes sencillos con una intensa vida emocional. Uno de sus mejores representantes es Juan Meléndez Valdés, quizá el mejor poeta del XVIII español, que en poemas como las “Odas a Lisi” o “La paloma de Filis” sigue los moldes del género. Cabe destacar su uso renovador del romance y la variedad de su métrica: letrillas, sonetos, silvas, romances heroicos… La poesía ilustrada, que triunfará en la segunda mitad del XVIII, y en la que podemos destacar una poesía filosófica y utilitaria (neoclásica) que busca sobre todo educar e ilustrar. Esta poesía vuelve sus ojos a los poetas españoles del siglo XVI y a sus continuadores en el siglo XVII, otros modelos son los clásicos grecolatinos y los escritores neoclásicos franceses e italianos. Además no desprecian la tradición popular española: romances, romancillos, letrillas, seguidillas, décimas… Los temas son la exaltación de las bellas artes, las ideas de reforma social, la amistad y la solidaridad, la búsqueda del bien común, desprecio de la guerra, rechazo de la ociosidad y la ignorancia, fe en el progreso mediante la educación. Ejemplos serían la poesía de Nicolás Fernández Moratín y de José Cadalso, también ciertas composiciones de Meléndez Valdés, como el poema “El filósofo en el campo”. Dentro encontramos una corriente de poesía didáctica, género que utiliza los versos para transmitir los nuevos valores ilustrados. Una buena muestra la constituyen las fábulas, cultivadas por Félix María de Samaniego y Tomás de Iriarte. Samaniego considera temas y aspectos diversos de la moral tradicional. Con un tono y un lenguaje eminentemente didácticos, critica la ambición, la avaricia, las malas compañías, la vanidad, la mentira, la holgazanería, etc., o exalta virtudes como la laboriosidad, la generosidad o la prudencia. Iriarte, por su parte, escribe unas Fábulas literarias en las que alude a diversas normas de la preceptiva literaria de acuerdo con el gusto y las consideraciones estéticas de su tiempo. También hay que incluir aquí la poesía satírica, que adoptó los metros más diversos, desde las redondillas del epigrama a los tercetos del poema extenso. Entre sus cultivadores destacan Nicolás Fernández de Moratín, Samaniego o Jovellanos. La poesía prerromántica. Desde 1770, nuevos poetas se suman a la poesía ilustrada pero se advierten ciertas diferencias con sus predecesores que han dado lugar a que se hable de una poesía prerromántica que expresa de modo directo las emociones íntimas, en contraposición a la razón y a las reglas, y que se acerca a la estética romántica en los temas (soledad, ruptura amorosa, muerte...) y en la ambientación lúgubre (tumbas, noche, luna...). El ejemplo más representativo sería Manuel José Quintana (en sus poemas se anticipan usos retóricos románticos como la interrupción de los versos con puntos suspensivos, exclamaciones, repetición de palabras, léxico de carácter emotivo, adjetivación que insiste en lo pasional y angustioso, etc. 4 Tema 1. Literatura Curso 2012-2013 El teatro Durante la primera mitad del siglo predomina el teatro posbarroco. Los nuevos autores tienen como modelo al teatro calderoniano: estilo y personajes quedan estereotipados y se acentúa la aparatosidad escénica; ganan importancia temas nuevos como el de la magia o el de las intrigas aventureras. Tienen gran predicamento las comedias de capa y espada, las de enredo y las de magia en las que abundan efectos escénicos sorprendentes, las comedias de intriga también son apreciadas y en ellas se potencia una escenificación muy llamativa. Poco a poco se introducen algunas innovaciones como la concentración del espacio y el tiempo, la limitación en el número de personajes o la regularización del estilo. Como autores hay que mencionar a Francisco Bances Candamo, a José de Cañizares y a Antonio Zamora, autor de una refundición de El burlador de Sevilla titulada No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague. El teatro neoclásico fue implantado desde el poder y para ello hubo que combatir el popular teatro barroco. Los ataques al teatro comenzaron a ser frecuentes desde mediados de siglo, el espectáculo teatral es un cauce para la difusión de los nuevos ideales, el poder apoyó las iniciativas tendentes a su reforma: se prohibió en 1765 la representación de autos sacramentales, a lo que se oponían las compañías teatrales y los ayuntamientos porque este teatro gustaba al público y producía beneficios económicos. Poco a poco las obras ilustradas ocupaban las carteleras teatrales, aunque los géneros dramáticos de mayor aceptación popular no fueron los neoclásicos, sino el teatro popular, representado por los sainetes y las comedias sentimentales. El sainete es una pieza teatral breve de carácter cómico que se representaba en los entreactos de las obras mayores. Es un continuador del entremés. En su intención de acercamiento a la realidad. El sainete dramatiza situaciones extraídas de la vida cotidiana y coloca en escena personajes característicos de la época. Pero el carácter cómico y popular atrajo la oposición de los defensores del neoclasicismo que consideraban que distraía la atención de los espectadores y por lo tanto hacía más difícil que el propósito didáctico de la obra llegara al público. El autor más destacado fue Ramón de la Cruz en cuyas obras refleja la vida popular madrileña y las costumbres de la clase media con tono amable y superficial. La mayor parte de sus sainetes son cuadros de costumbres (Las castañeras picadas) o sátiras de tipos (El petimetre). Tampoco faltan las parodias literarias contra el teatro de los ilustrados: El Manolo, su obra más famosa, es un remedo de la tragedia neoclásica. La comedia sentimental es un género de origen francés que llega a España a mediados de siglo. En la medida en que se popularizaba aumentó su tendencia a la falta de verosimilitud y al patetismo. Es un género híbrido entre la tragedia y la comedia de carácter realista con final feliz. Se respeta la regla de las tres unidades neoclásica y hay preferencia por la prosa al verso. Sus temas son la crítica al matrimonio desigual y la exaltación de los valores burgueses (honestidad, trabajo, tolerancia). Todo ello supone negar la virtud heredada por la sangre y defender que la virtud radica en los actos. Como novedad, cabe citar el protagonismo que se da a personajes de baja extracción social por su carácter ejemplar y sensible. El drama sentimental español más importante es El delincuente honrado de Jovellanos. Pero donde la aplicación de los principios neoclásicos se produce de forma más estricta es en los géneros de la tragedia y la comedia. Los ilustrados tratan de crear una tragedia española, y ya que no contaban con una tradición autóctona consolidada, parten inicialmente de modelos franceses. Luzán defendía en su Poética la importancia didáctica de la tragedia, como ejemplo y escarmiento a todos, pero especialmente a los reyes y a las personas de mayor autoridad y poder. Otro pensador ilustrado, Agustín Montiano y Luyano, publica dos Discursos sobre las tragedias españolas donde defiende que la tragedia debe mostrar a los hombres no como son, sino como deben ser. Defiende el uso de las tres unidades y añade una más: la unidad de carácter, según la cual el personaje debe tener un comportamiento coherente con su caracterización. El propio Montiano escribe dos tragedias: Virginia y Ataúlfo. Pero el intento de crear una tragedia española no tuvo éxito: fueron pocas la obras que se escribieron y no contaron con el favor del público, aún cuando se utilizaron temas nacionales que pudieran resultar más próximos como en Pelayo de Jovellanos, Raquel de García de la Huerta (que narra 5 Tema 1. Literatura Curso 2012-2013 el amor de Alfonso VIII por la judía Raquel, que domina su voluntad), Sancho García, conde de Castilla de Cadalso o Guzmán el Bueno de Nicolás Fernández de Moratín. La comedia neoclásica o comedia de buenas costumbres tampoco logró alcanzar el éxito popular hasta muy tardíamente, con las obras de Leandro Fernández de Moratín conocidas también como comedia moratiniana. Los principios que rigen la comedia son la aceptación de la regla de las tres unidades, el uso de la prosa o el verso octosilábico (en la tragedia es obligatorio el verso de arte mayor) y el desenlace feliz. Está siempre presente la intención didáctica, que se concreta en la censura de vicios o de reprobables costumbres sociales. Es notable la influencia del teatro clásico francés, especialmente de Molière. Los autores más destacados son Tomás de Iriarte (El señorito mimado y La señorita malcriada, crítica de la educación relajada de jóvenes consentidos y defensa del trabajo y el esfuerzo como valores básicos) y Leandro Fernández de Moratín. Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) es una figura importante, hijo del poeta y dramaturgo ilustrado Nicolás Fernández de Moratín. Es conocido como dramaturgo aunque también fue poeta y prosista. Su producción teatral es corta: solo cinco comedias. No escribió ninguna tragedia, quizá porque para la reforma de las costumbres le pareció más eficaz el modelo de la comedia por encontrarse sus personajes y situaciones más próximos a los espectadores. En sus cinco comedias existe la intención didáctica de censurar las malas costumbres: El viejo y la niña, El barón, y en El sí de las niñas se critican los matrimonios concertados; en La comedia nueva o El café se satirizan las obras teatrales aparatosas e inverosímiles que tanto gustaban a público de la época; en La mojigata el centro de la crítica es la falsa piedad, la hipocresía religiosa y la mala educación de los jóvenes. En sus obras conjuga el fin didáctico con la amenidad. La importancia de este autor trasciende a su propia producción dramática puesto que su obra abre las puertas a lo que será el teatro contemporáneo. No tuvo continuación directa porque el triunfo de los ideales teatrales fue muy tardío, es indudable que la alta comedia del siglo XX establece un puente entre la comedia moratiniana y buena parte del teatro del siglo XX, pues Moratín había conquistado para el teatro un lenguaje natural alejado de la artificiosidad de la dramaturgia anterior. 6