11 literatura · LEER La colmena El café de doña Rosa El café es un espacio en el que coinciden muchos personajes de la obra. Doña Rosa va y viene por entre las mesas del café, tropezando a los clientes con su tremendo trasero. Doña Rosa dice con frecuencia leñe y nos ha merengao1. Para doña Rosa, el mundo es su café, y alrededor de su café, todo lo demás. Hay quien dice que a doña Rosa le brillan los ojillos cuando viene la primavera y las muchachas empiezan a andar de manga corta. Yo creo que todo eso son habladurías: doña Rosa no hubiera soltado jamás un buen amadeo de plata2 por nada de este mundo. Ni con primavera ni sin ella. A doña Rosa lo que le gusta es arrastrar sus arrobas3, sin más ni más, por entre las mesas. Fuma tabaco de noventa4, cuando está a solas, y bebe ojén5, buenas copas de ojén, desde que se levanta hasta que se acuesta. Después tose y sonríe. Cuando está de buenas, se sienta en la cocina, en una banqueta baja, y lee novelas y folletines, cuanto más sangrientos, mejor: todo alimenta. Entonces le gasta bromas a la gente y les cuenta el crimen de la calle de Bordadores o el del expreso de Andalucía. Camilo José Cela, La colmena 1 nos ha merengao: nos ha fastidiado. amadeo de plata: moneda de plata acuñada en 1871. 3 arrobas: masas de carne. 4 tabaco de noventa: tabaco de picadura que costaba noventa céntimos de peseta. 5 ojén: aguardiente dulce. 2 Martín Marco Martín Marco, escritor sin dinero, es expulsado del café. Este personaje actúa como nexo entre algunas de las historias que pueblan la novela. Uno de los hombres que, de codos sobre el velador1, ya sabéis, se sujeta la pálida frente con una mano –triste y amarga la mirada, preocupada y como sobrecogida la expresión–, habla con el camarero. Trata de sonreír con dulzura, parece un niño abandonado que pide agua en una casa del camino. El camarero hace gestos con la cabeza y llama al echador2. Luis, el echador, se acerca hasta la dueña. –Señorita, dice Pepe que aquel señor no quiere pagar. –Pues que se las arregle como pueda para sacarle los cuartos; eso es cosa suya; si no se los saca, dile que se le pegan al bolsillo3 y en paz. ¡Hasta ahí podíamos llegar! –Ya ve… Dice que se ha venido sin dinero. –¡Pues sí, lo que faltaba para el duro! Lo que sobran en este país son pícaros. El echador, sin mirar para los ojos de doña Rosa, habla con un hilo de voz. –Dice que cuando tenga ya vendrá a pagar. Las palabras, al salir de la garganta de doña Rosa, suenan como el latón. –Eso dicen todos y después, para uno que vuelve, cien se largan, y si te he visto no me acuerdo. ¡Ni hablar! ¡Cría cuervos y te sacarán los ojos! Dile a Pepe que ya sabe: a la calle con suavidad, y en la acera, dos patadas bien dadas donde se tercie. ¡Pues nos ha merengao! Camilo José Cela, La colmena La dueña se ajusta los lentes y mira. –¿Cuál es? 1 –Aquel de allí, aquel que lleva gafitas de hierro. velador: mesita de un solo pie, por lo común redonda. 2 –¡Anda, qué tío, pues esto sí que tiene gracia! ¡Con esa cara! Oye, ¿y por qué regla de tres no quiere pagar? e chador: camarero encargado de echar el café y la leche en las tazas. 3 se le pegan al bolsillo: se le descuentan del sueldo. LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA 4.° ESO | UNIDAD 11 | © SANTILLANA EDUCACIÓN, S.L. 1 11 literatura · LEER Victorita y Paco Dentro del mosaico de vidas de La colmena, se relata la historia de amor entre Victorita, una joven humilde, y su novio enfermo, Paco. Victorita andaba por los dieciocho años, pero estaba muy desarrollada y parecía una mujer de veinte o veintidós años. La chica tenía un novio, a quien habían devuelto del cuartel porque estaba tuberculoso; el pobre no podía trabajar y se pasaba todo el día en la cama, sin fuerzas para nada, esperando a que Victorita fuese a verlo, al salir del trabajo. –¿Cómo te encuentras? –Mejor. Victorita, en cuanto la madre de su novio salía de la alcoba, se acercaba a la cama y lo besaba. –No me beses, te voy a pegar esto. –¿Qué dices? Victorita estaba muy tranquila. –Pues lo que oyes. Si te fueses a curar me liaba con el primer tío rico que me sacase de querida. A Paco le subió un poco el color y le temblaron ligeramente los párpados. Victorita se quedó algo extrañada cuando Paco le dijo: –Bueno. Pero en el fondo, Victorita lo quiso aún un poco más. Camilo José Cela, La colmena –Nada me importa, Paco. ¿A ti no te gusta besarme? –¡Mujer, sí! –Pues lo demás no importa; yo por ti sería capaz de cualquier cosa. Un día que Victorita estaba pálida y demacrada, Paco le preguntó: –¿Qué te pasa? –Nada, que he estado pensando. –¿En qué pensaste? –Pues pensé que eso se te quitaba a ti con medicinas y comiendo hasta hartarte. –Puede ser, pero ¡ya ves! –Yo puedo buscar dinero. –¿Tú? A Victorita se le puso la voz gangosa, como si estuviera bebida. –Yo, sí. Una mujer joven, por fea que sea, siempre vale dinero. LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA 4.° ESO | UNIDAD 11 | © SANTILLANA EDUCACIÓN, S.L. 2