Diversidad racial y diversidad sexual en escenarios de explotación sexual en Cartagena de Indias, Colombia. Trata de personas que afecta a hombresque tienen sexo con hombres. Wilson Castañeda Castro. Director Caribe Afirmativo. RESUMEN Cartagena es una ciudad de asentamiento afrodescendiente; con comunidades negras, palenqueras y raizales; que heredaron comportamientos de sus antepasados, víctimas del esclavismo que incluían: los intercambios sexuales; venta de servicios placenteros y cosificación del cuerpo; dando origen a practicas soterradas y excluyentes de servicios sexuales de esclavos a españoles y nativos, convirtiendo a la ciudad en punto de “oferta” de practicas eróticas africanas y éstas, a su vez, portadoras de una imagen masculina reificada que con el cuerpo y desde el cuerpo creaba caminos de libertad en medio de esclavitud. Estas practicas son recreadas en la contemporaneidad por las redes de “trata de personas”, a través de jóvenes afrodescendientes, que son utilizados para el “comercio del cuerpo”, sobre todo, con hombres mayores que vienen a la ciudad buscando practicas de turismo sexual; redes que en la mayoría de los casos, –a pesar de ofrecer sexo a otros hombres- no esta conformada por personas que manifiesten un interés erótico hacia los hombres; sino que, su cosmovisión los lleva a considerar que el “ejercicio penetrativo” hacia otro hombre en “actitud activa”, lejos de ser una practica homosexual, es ejercicio de fuerza y virilidad, a cambio de un beneficio económico en medio de una precariedad que es su constante; dando paso, a que sean victimizados como “objetos de deseo” por parte de oferentes de los servicios sexuales de hombres para hombres. Si bien las practicas sexuales entre hombres en lugares estratégicos para el turismo, como el puerto de Cartagena, no son reconocidas, si son evidenciadas tanto por los turistas, como por todos los que articulan esta red, desde los empresarios de estos procesos de “trafico humano”; autoridades portuarias, hasta, los jóvenes afro, provenientes de los barrios periféricos, una situación que cada d a est en aumento Esta situación, contrasta con los procesos de exclusión que viven jóvenes Cartageneros, que al asumir su orientación sexual no heterosexual, son expulsados y rechazados por practicar una vida sexual en contravía de su cosmovisión; es necesario, comprender este tipo de exclusión desde la relación raza, género, sexualidad y diversidad sexual, como un escenario de interseccionalidad; y la trata de personas en este escenario, donde diferentes fuentes estructurales de desigualdad están en disputa. JUSTIFICACIÓN. Las grupos afrodescendientes, y las personas que tienen relaciones sexuales con el mismo sexo, históricamente han sido invisibilizados, excluidos y olvidados del entramado de la ciudad, por lo que se hace necesario un abordaje trasversal de la situación de los derechos humanos de éstos grupos poblacionales y las garantías para que el estado les genere una ciudadanía plena, pues su ausencia en una ciudad turistica y con altos niveles de inequidad genera o cocificacion de lso sistemas turisticos o reduccionismo de la calidad de vida; Es decir, para la garantia de la ciudadania plena se hace necesario, abordar una reflexión cívica a manera de ejemplo desde una revindiciación social de la diversidad étnica, sexual y de género; donde se entenderá en general la sexualidad como una construcción cultural e histórica, en la cual nuestra organización social patriarcal y androcéntrica occidental ha naturalizado la heterosexualidad y el dimorfismo de género, dejando por fuera, excluyendo y estigmatizando las diversas orientaciones sexuales y las distintas expresiones de género. O en palabras más precisas, según Jeffrey Weeks, en materia de sexualidad humana, históricamente la diversidad y la variedad son la norma y no la uniformidad. Lo preocupante e este abordaje de la diversidad sexual para los planteamientos de la teoría critica desde la búsqueda por el reconocimiento, es que esta forma de percibir el mundo se expande en cualquier relación opresiva jerarquizada y se articula bajo criterios clasistas, étnicos, religiosos, políticos, sexuales y raciales. Dando origen a practicas excluyentes y discriminatorias en la sociedad. Uno de los argumentos que ha mantenido vigente la discusión de la sexualidad en entramados étnico raciales y de diversidad sexual, es la necesidad imperante de una cultura de derechos – ante el debacle de las guerras mundiales – cuyo propósito fundamental más allá de las teorías positivas del Estado, debe ser el reconocimiento de que los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos en medio de su diversidad. Una violación evidente de este principio es consecuencia de estructuras sociales prejuiciosas que discriminan y clasifican a la hora de otorgar acciones orientadas en la evidenciación de la dignidad humana asunto que se evidencia principalmente en la exclusión y persecución por motivos de raza, opción sexual y origen étnico. Aquí hay dos asuntos problemáticos y necesarios de resolver para dicho abordaje en un territorio como Cartagena de Indias y en general en el contexto Caribe: de un lado la presencia de las diferencias como un valor negativo necesario de superar en las sociedades normativas y de otro lado resaltar como es un motivo hoy desencadenante de violencia y descomposición social por su no reconocimiento; al respecto, Albert Memm 1 en obra citada por Maria Mercedes • • 1 Memo, A. 1971, Dominated Men. Boston, Beacon Press. 2 La expresión corresponde a I.M. Young, 1990. “The Scaling of Bodies and the Politics of Identity” en Justice and the Politics of Difference, Princeton, Princeton University Press. Gómez señala que, la diferencia es un valor que asignamos a características reales o imaginarias para instituir jerarquías sociales. Aquellos que tienen el poder de asignar valores suelen situarse a sí mismos en el extremo dominante de ese escalafón y usan su poder para “jerarquizar los cuerpos”; al hacerlo, determinan el carácter relacional de cada identidad. Históricamente las diferencias han sido establecidas de diversas maneras: a través de la reificación de las características biológicas, como en el caso de la raza y el género; mediante la estigmatización de prácticas y expresiones culturales particulares, como en el caso de la religión, la etnicidad y la sexualidad; y a través de la formación de estratificaciones económicas y diferencias de clase. Las diferencias biológicas, culturales y económicas con frecuencia se entrecruzan y se configuran entre sí. Por ello uno de los más importantes desafíos, como lo advierte Axel Honeth para garantizar derechos a grupos diferenciados es saber cómo reconocer e incluir mejor esas diferencias sin reproducir las jerarquías. En el Caribe este tipo de précticas en contextos de cosmovision afro, son comunmente referidas desde el prejuicio; la definición de prejuicio como lo señala María Mercedes Gómez, se entiende como un intento de conocimiento anterior al juicio pero que se presenta a quien lo tiene como ya justificado y fundado. Asume, por decirlo de algún modo, la terquedad de una fijación. Sartre en su magnífico texto sobre el retrato de un anti-semita[1] o Adorno y sus colaboradores en los estudios sobre la personalidad autoritaria señalan como rasgo prominente del prejuicio, la terquedad, la resistencia a la diferencia y/o al cambio[2]. En ese mismo sentido, defino el prejuicio como una “racionalización” que incluso en términos psicoanalíticos señala un procedimiento por el cual los individuos se dan y dan razones para justificar frente a su grupo social y frente a sí mismos, la reacción, por lo general negativa, que sienten hacia algo o alguien.[3] Además de entender el prejuicio en este sentido, también afirmo que el prejuicio o los prejuicios son siempre sociales, tienen eco en grupos y por lo mismo, son locales y situados. Cada sociedad o grupo produce y reproduce sus prejuicios particulares. No hay prejuicio en solitario, no hay prejuicio sin contexto que lo apoye, no hay prejuicio individual sin complicidad social. 2 Hay varias formas de prejuicios vigentes hoy en la sociedad; unas relacionadas ampliamente con la violencia directa como el genocidio y/o apartheid, hasta formas más sutiles y soterradas que en algunos momentos incuso son presentadas en clave de tolerancia; por la cual ciertos grupos poblacionales como los Afro o los LGBT, se encuentran privados del pleno disfrute de los 2 Maria Mercedes Gómez en: Los jueces. Cf. Sartre, J. P. 1946 “Portrait of the Anti-Semite” En Bigotry, Prejudice and Hatred, R. Baird y S.E Rosenbaum (Editores), Buffalo, New York: Prometheus Books, Pp. 35-45. mismos derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales que los demás miembros de la sociedad, motivando esta privación precisamente en su diferencia. Para hablar sobre la afectacion de la trata de personas genera sobre personas con prácticas sexuales diferentes, y estas en contextos afrodescendientes, negros, palenqueros y raizales, podríamos hablar de algunos antecedentes que validan la discriminación o exclusión de estas personas, que articulan escenarios de interseccionalización de la discriminación: por ser de un grupo étnico racial victima de discriminación estructural y además por ser “constructores”, “reales” o “imaginarios”; o en muchos casos “utilizados” en prácticas de diversidad sexual e identidades de género diversas. En primer lugar, las Sociedades tradicionales, patriarcales y heteronormativas, validan las practicas sociales que se inscriben por fuera- la diversidad sexual como un asunto que está en el plano de lo enfermizo, moralmente censurable y por ello debe ser controlado, ajustado o revertido desde, la abyección, el castigo y ciertas prohibiciones. En segundo lugar, el desconocimiento frente a los temas de la sexualidad y la diversidad de género en las sociedades caribeñas, lleva a reproducir imaginarios y prácticas donde el estigma social, el prejuicio y creencias sustentadas en un orden religioso, conducen a naturalizar. En tercer lugar, el rechazo o la discriminación hacia aquellas personas en contextos afros, palenqueros, negros y raizales que no esconden, ocultan o revierten su construcción diversa de la sexualidad por su ataque a la cosmovisión; son víctimas sistemáticas de INJUSTICIA Y VIOLENCIA SIMBOLICA. El construirse como sujeto en un contexto afro, necesariamente conlleva a unas apropiaciones de cosmovisión que en materia de sexualidad parten del principio del hombre reproductor, penetrador y altamente proveedor de deseo tanto en su comunidad como en los entornos afros, y al mujer cono receptáculo de lujuria, generadora de satisfacción y responsable de emerger en el deseo. Practicas tales que no dan pie para pensar en tránsitos, trasformaciones u negaciones a una sexualidad que no corresponda a esa cosmovisión. Estos análisis ya venían desde finales del siglo XX siendo abordados por la filosofía social, bajo los planteamientos de Nancy Fraser, Pierre Bourdieu y Judith Butler, que posibilitan realizar un primer acercamiento a esta intersección (patriarcado – heteronormatividad . origen étnico racial y diversidad sexual e identidades de género): Para Fraser (1997) la sociedad a través de sus instituciones, reproduce una injusticia simbólica que se materializa en un NO reconocimiento pleno del sujeto a nivel familiar, jurídico, político y social. Estas injusticias simbólicas - violencia simbólica, Bourdieu (2000) para referirse a acciones de negación, sumisión, desvalorización o invisibilización hacia un otro que está por fuera de una sociedad androcentrista y estructurada en una dominación masculina . Ordenamiento naturalizado de la sexualidad- que sitúa en la periferia, en la ficción o en borramiento y en ultima instancia para la construcción afro en el no lugar en la comunidad. En las culturas afro descendientes, negras, palenqueras y raizales del caribe la dominación Masculina entendida como un principio de diferenciación sexual es adoptado y reproducida, mediante disposiciones que se hacen pasar como naturales, al ser incorporadas y programadas en el juego simbólico del lenguaje, del sentido común, o de lo dado por descontado; de esta manera, las tradiciones, los gobiernos autónomos, la creencias, la educación, el trabajo; son instituciones que se configuran simbólicamente, para perpetuar y reafirmar ese principio de diferenciación sexual que se reproduce desde el nicho familiar afroy que obliga a una historización de la sexualidad masculina desde el macho penetrador y perpetuador de la vida y de la mujer generadora de placer, sensualidad y responsable de la vida. Judith Butler afirma que (2001) la sociedad ha configurado unos discursos hegemónicos sobre cómo debe asumirse la sexualidad. La sociedad espera una coherencia entre el sexo anatómico y el género y quien rompa con esa coherencia es un ser que no se entiende, que produce extrañeza, un abyecto, alguien humillable que produce rechazo y repudio al ser personas que subvierten la norma sexual y cuestionan la legitimidad de ese orden hegemónico heterosexual y de dominación masculina anteriormente mencionados. Y cuando ello ocurre en escenarios afros, donde los cuerpos de los hombres son expuestos, desnudos pro el fuerte sol, que son altamente dotados y encumbrados como íconos de la sexualidad penetrativa, esta hipótesis cobra mayor valor. Esta situación, evaluada por nosotros en la realidad de las construcciones de sexualidad en el Palenque de San Basilio (Bolívar) y en la presencia de jóvenes hombres que ofrecen servicios sexuales a turistas hombres blancos en el puerto de Cartagena, nos permitió constatar un asunto que parece contradictorio, pues si bien de un lado la cosmovisión afro descendiente, niega cualquier atibo de diversidad sexual sobre el supuesto que desvirtúa la potencia y virilidad masculina y la sensualidad femenina, cuando se trata de hombres afros que ofrecen sexo a otros hombres afros y cuyo rol permanece en el ejercicio penetrativo y de suma potencialidad de su cuerpo viril, lejos de verlo como una amenaza a su construcción cultural, lo ven como una potencia que afirma su grandeza sexual que incluso es buscada por otros hombres (blancos) que son inferiores a ellos, en el escenario de la sexualidad pues esto son buscados para ser penetrados. Situación que no ocurre igual con las mujeres que lejos de valorar las practicas eróticas entre ellas, (incluso para si es entre hombres afro o palanqueros) son fuertemente castigadas porque están poniendo en riesgo la sensualidad ya que una mujer con otra mujer no tiene nada que comunicar. Esta situación se recrea incluso en el asentamiento san Basilio de Palenque, donde su sistema de baño (el único rio que transita por la población porque no hay agua potable) es un escenario ideal para que en un brazo del rio se balen los hombres desnudos y tengan prácticas de contacto entre ellos (casi masturbadoras) con el afán de mostrar ello como un ejercicio de fortalecimiento de su potencia sexual y las mujeres tengan la prohibición de develar su s cuerdo y tener contacto ente ellas, porque ese oficio pone en riesgo su rol dependiente y sumiso en la sexualidad. Esta situación ha generado dos realidad en la ciudad de Cartagena: de un lado el crecimiento de jóvenes, casi todos liderados por redes de trata de personas que diariamente proviene de asentamientos afros y palanqueros y que llegan hasta el puerto de Cartagena, o el centro histórico a ofrecer sexo penetrativo a turistas blancos que provienen de cruceros y que previamente han sido contactados para que en el caribe puedan encontrar hombres de cuerpos afros que ofrecen la mejor práctica sexual; jóvenes que lejos de ser desestimados pro sus comunidades, son vistos como de alto grado de representatividad de su masculinidad porque incluso penetran a hombres y ofrecen a hombres turistas, blancos el miso sexo que a sus compañeras afro descendientes. Pero de otro lado las expresiones de afecto que puedan darse ente hombres, o entre mujeres palanqueras de inmediato en sancionado con al expulsión y el rechazo general de sus comunidades. Es decir, encontramos en los asentamientos afro descendientes de Cartagena un fuerte incremento del turismo sexual, sorbe todo de hombres en ejercicios de sexo penetrativo hacia otro s hombres, y un fuerte rechazo a las practicas afectivas entre ellos con la claridad que: si es a otro hombre, penetrarlo, el mismo oficio que en sus prácticas sexuales cotidianas lejos de ponerlos en riesgo los proponen como modelos de sexualidad pero si esas prácticas son mediadas por el afecto y el enamoramiento y pero aun si tocan el limite de la trasgresión del genero, sobre todo del genero masculina hacia el femenino las presiones y sanciones son inmediatas porque ponen en riesgo su comunidad. Si bien este escenario se da casi igual, aunque no de manera tan pública y con condiciones de tanto camuflaje, con las mujeres afro que ofrecen servicios sexuales a hombres turistas en Cartagena; el alto índice de homofobia que en el Caribe se despierta y el fuerte rechazo a las practicas de sexuales entre hombres, hace que el riesgo y los niveles de clandestinidad de ofrecer sexo entre hombres sea mayor. Pero de la misma manera que se incrementa el turismo sexual en esta región del país, crece la oferta a turistas de sexo con personas de su mismo sexo, no mediado pro las relaciones afectivas y espontáneas, sino con la reificación y “el uso” de los cuerpos afro, de hombres con altos niveles de “masculinidad cl sica” que se ofrecen en cat logos para que hombres blancos homosexuales o con intereses de practicas sexuales con el mismo sexo encuentren en Cartagena posibilidades de saciar ese deseo por altas sumas de dinero que parecen pagar al clandestinidad y el reproche prejuiciosos hacia esas prácticas sexuales en el Caribe. María Mercedes Gómez, plantea que la Discriminación en la sociedad hacia hombres que ofrecen sexo a otros hombres, debe de entenderse como cualquier práctica que pretenda jerarquizar y/o establecer identidades, actos o acciones como superiores frente a otras que serían reconocidas como inferiores, en otras palabras, busca determinar la superioridad o inferioridad de unos sobre otros. De otro lado, plantea que Excluir, en el caso de negar que el tener sexo con otro hombre pueda ir mas allá de la venta de servicios y pasar a un escenario de afectos, es una acción que descarta, rechaza o niega la posibilidad de alguna cosa, puesto que considera que dos cosas juntas son incompatibles; es decir, es una noción que muestra la incompatibilidad entre los diferentes elementos; las prácticas de excluir, suprimen y tratan de eliminar aquello que es incompatible o que amenaza la existencia presente y futura Manifestación de la discriminación en Cartagena a afro descendientes que pasan de ofrecer servicios sexuales a manifestar interés afectivo por personas del mismo a partir de la Investigación de Caribe Afirmativo: “Cuando dejamos de ser fantasmas” (2010) También al interior de las comunidades afro descendientes y palenqueras se pasa de valorar al hombre negro que tienen dominación con el hombre blanco a partir de las practicas sexuales penetrativas a ridiculizar a aquellos que pasan a un escenarios de afectos y eroticidad validada, con el uso de palabras o conceptos para designar o nombrar al otro, con un sentido denigratorio, enmarcado en ideas erróneas y prejuicios otorga un sentido despectivo. Se busca ridiculizar, menospreciar a través de términos peyorativos: “eso le pasa por no ser hombre, por ser una crispeta... deje de llorar que parece un maricón... y marica el último!!!... ¿Usted es que no se mira en el espejo?... que infortunio el mío con estos hijos, si al menos, se parecieran a mi”. La naturalización e invisibilización de estas acciones de discriminación y exclusión en las construcciones de sexualidad en comunidades afro, palenqueras y raizales del Caribe hacia personas con una construcción diversa del género y orientación sexual lleva a que sea un tema que permanece en los ámbitos de lo privado, la re victimización a la que se somete a los miembros cuestionados/as y conduce a que sean asuntos que se esconden y se dejan al sufrimiento cotidiano y dan pie a que terceros aparezcan en los dos escenarios: o a mover a los oferentes a conseguir recursos a partir de la venta de sus cuerpos o a otros en un asunto de inequidad a construir su interés erótico afectivo a partir de la utilización de su cuerpo como un negocio, ya que por ser “negro”, parece que sus relaciones de enamoramiento no pueden validarse en la autonomía cuando se trata de una personas del mismo sexo por la falta de autodeterminación. 1. Casos de trata de personas en rutas de ofertas de sexo entre hombres en Cartagena. Partiendo del hecho de que la trata de personas es una forma sostenida de esclavitud, de alto nivel de vulneración y una violacion constante a la garantia de los derechos humanos, pues pone en riesgo la digndiad, llevando a las personas al estatus de “cosa”, y como tal reificadas y utilizandolas Este delito en lo ultimos años, ha afectado a todos los grupos poblacionales, niños y niñas, adolescentes, jovenes, mujeres, indigenas, Afordescendientes, LGBT; etc. Sin embargo, en los ultimos años, y por el incremento de la visibilidad de las prácticas sexuales no heterosexuales por un lado, que en algunos escenarios son permitidas y avaladas por la ley y en otros perseguidas y reprochadas porla sociedad, hacen que se crucen en escenarios de alta vulnerabilidad, como en los espacios turísticos de paises altamente homofóbicos como Colombia, y en culturas altamente prejuiciosas como la caribeña, donde lso primeros llegan convencidos de su libertad y los segundos son expuestos para el disfrute de los primeros como mercancia de compraventa o como unico escenario de su libertad; y en ambos casos bajo practicas utilitaristas y no como ciduadanos. Esta explotación que sufren alginso hombres que en contextos tan adversos como el Caribe tiene sexo con otros hombres; por sus características tan particulares, donde se cruza la pobreza, marginalidad, poca educación y presión social, con el aprovechamiento de terceros que les esclavizan y utilizan, configuran ante todo escenarios de exploracion sexual, que en Cartagena tiene su principal renglón en el turismo sexual, que incluso valiendose en muchos casos que las victimas son personas con interes de relaciones sexuales con el mismos sexo, muestran este tipo de prácticas – e incluso le hacen creer a la víctima- que esta aportando a su desarrollo personal, situación que va en contravía de la la ley 985 de 2005, ya que no se puede validar en ese consentimiento (que no es otra cosa que la voluntad debil y no informada) la exoneracion de responsabilidad de quien genera el delito. El incremento en contextos afro descendientes, negros, palenqueros y raizales de personas víctimas de trata de personas y /o personas en vulnerabilidad de ser victimas del turismo sexual por sus practicas sexuales con personas de su mismo sexo, particulamente hombres, llama poderosamente la atención en contexto como el de la ciudad de Cartagena donde se entrecruzan una amplia población que se autoreconoce como afrodescendiente, rechazo social, prohibición y persecución de las prácticas no hegemónicas en relación a las sexuales (lo contrario a la heterosexualidad) y el crecimiento de la oferta de turismo sexual para hombres que quieran tener sexo con hombres, particularmente de grupos racializados a traves de ofertas turisticas y en redes de trabajo sexual, que se fabrican desde otros paises. En una ciudad donde se conservan las prácticas esclavistas y racistas, se encuentra un alto caldo de cultivo para la trata de personas, por la poca importancia que le dan las autoridades a éste fenémeno y el desentendimiento que asume la sociedad, y cuando, en el contexto se une un alto fenómeno de prejuicios hacia las personas que tiene relaciones sexuales con personas del mismo sexo, victimizándolas, mas que reconociéndolas como ciudadanas, se agudiza esa “trata de personas” hacia el comercio y el trafico de servicios sexuales bien sea como oferentes de servicios o como una respuesta a satisfacer sus necesidades sancionadas en lo público por la sociedad. Este contexto no es ajeno a la realidad de bienestar que vive la ciudad y en ella la poblacion afrodecendiente: mayores niveles de pobreza, falta de oprotunidades laboales, bajos niveles de educacion, ofertas de utilitarismo por parte de las empresas turisticas “clandestinas” como único medio de trabajo en la ciudad y una alta reificación de sus cuerpos, por los imaginarios sexuales hacia las personas afrodescendientes, aumentando vertiginosamente las practicas de explotación sexual hacia ellos. Sobre todo a los mas jovenes en escenarios como puertos, parques, centro historico, y lugares de divertimento usados por los turistas, donde pasan deesapercividos a las autoriddades y facilmente puede ser controlados por las traficantes y controladores de sus vidas. Los altos flujos de “turismo satelital” que vive la ciudad de Cartagena consistente en estadia por pocos dias de turistas, registros incompletos de su procedencia persisividad de sus planes y acciones, y en suma beneficios al turista contra el bienestar del ciudadano, aumentan el riesgo de la utilización de personas afro, que desean tener sexo con otros hombres por placer o por interes en redes de servicio sexual, involucrándolos además en venta y consumo de droga, en relacionamiento con actores al margen de la ley y en practicas que ponen en riesgo su vida, en relación con enfermedades de transmisión sexual y VIH. Esta situación es tan aguda en hombres que tienen sexo con hombres como en mujeres trans trabajadoras sexuales tanto en las calles y el espacio público, que tambien responden en la mayoria de los casos a redes de control como las que ofrecen servicios a domicilio, en redes sociales y por llamadas telefónicas. La falta de restitucion de derechos para hombres que tienen sexo con hombres y mujeres trans que ya experimentan antes de ser víctimas de trata de personas, negación y desconocimiento de sus derechos, unida a la falta de oportunidades, para cosntruir otros escenarios más alla del trabajo sexual, para quien no quiera hacerlo, hace que para muchas personas, no solo la vinculacion a la trata, sea una realidad, sino que en ocasiones, pese a que saben de los peligros que alli tienen y que sus derechos estan en riesgo, prefieren no salir de ese espacio de esclavitud, ademas de verse sometidas a circuitos y rutas que los alejan de su nucleo vital y que los acercan a zonas “fronterizas” de alta compeljidad en el conflcito armado y demas; al no ver opciones ni compromiso por parte del Estado Social de Derecho para su garantía plena de vida digna. Casos encontrados en nuestro trabajo de campo: “soy una mujer trans del sur de Bolivar, me vina a Cartagena desplazada por la violencia, los primeros dias dormí en la calle, hasta que un señor de las CONVIVIR, me dijo que si queria estar ahí tenia que trabajar como prostituta… desde ese dia, me gano la vida con mi cuerpo y tengo que darle la mitad de lo que hago al señor, sino me castiga, no me gusta pero no tengo otra opcion” (mujer trans trabajadora sexual de Cratagena) “soy un hombre y me gustan las mujeres, pero desde uan vez que un man blanco me miro (la verga con ganas) accedi a comermelo y me dio 80 barras, desde entonces todos los sabados me vengo pal centro, yo se pro donde se hacen ellos y bueno me los culeo, por cuatroscientos o quinientos mil pesos semanales… yo le sdigo que soy un varon y tengo mi hembra, pero yo les doy por el culo siempre que me quieran dar dinero… eso si como el trabajo mejoró, unos manes nos estan cobrando vacuna y toca porque si no nos sapean y barro… ” (joven palenquero parque de Cartagena) “Un cucho me abordó en el centro me propuso un trabajo… me cito a una cafeteria y me dijo muy sencillo, usted se desnuda frente a una camara y se masturba cada que un señor por el chat se lo pida y yo le pago veinte mil por cada serivico… al principio lo hice, necesitaba dinero, pero cuando me quise salir, el man me amenazó que no podia dañarle el negocio, que el sabia donde vivia yo y mi esposa asi que si le faltaba el no respondia… me toca ir alla, y mi esposa me pregunta y siempre le digo mentiras” (joven afrodescendiente de Cartagena) “Me gustan los manes, pero en mi pueblo eso es bien dificil… un dia me vine a rumbiar a Cartagena, y un man paisa me hecho los perros y nos fuimos pa su casa, tuvimos sexo, a mi me gusto y el man cada ocho diasa me llamaba, al principio me ilusione porque me estaba enamorando, pero el man me llamaba para que yo ofreciera sexo a sus amigos cada semana…me senti ofendido y no volvi, y el man fue a mi casa y le conto todo a mi mama y me echaron asi que me toco volver donde el… es asi o me muero de hambre” (hombre raizal desplazado que vive en Cartagena) “somos tres compañeros, todos haciamos barras en la cancha y pa que…con buenos cuerpos, un dia un man nos dijo que nos daba trescientas lucas por una despedida de solteros, fuimos y era una despedida de manes, pues ya en el bololo toco darles a esos manes, y bueno en eso lelvamos un año, aveces es desagradable porque toca con gente mayor, alcoholica y dorgada y en ocasiones ni nos proteguemos pero la necesidad nos obliga” (jovenes Afro descendientes de un barrio de Cartagena) “Yo cada ocho dias voy al puerto, me voy bien mostron y alla me levanto el cucho gringo, a mi me da asco esos maricas, pero tiene plata y en dolares, eso si qu eno me toquen que yo no soy marica, yo los dejo qu eme la chupen me toquen y si hay buen billete me los como… y cuando el trabajo es bueno me traigo otras manes del barrio, eso si toca dale la liga al man del puerto que nos hace el cruce, al taxista que nos moviliza y al señor del motel que nos presta la pieza y que nos da escopolamina pa dale al viejo si esta jodiendo mucho” (Palenquero de San Basilio) 2. Cartagena de Indias, la revictimiazacion entre lo racial y lo diverso. En Colombia, y de manera particular en Cartagena, los hombres que tienen sexo con otros hombres, convive en una sociedad en la que si bien constitucionalmente se les reconoce sus derechos con base en los principios de igualdad, dignidad, libertad y libre desarrollo de la personalidad, en la práctica y en su vida cotidiana son insuficientes las herramientas jurídicas efectivas e integrales que los garanticen pues se siguen enfrentando a constantes vulneraciones y aún no se generan acciones transformativas que permitan a esta población acceder en igualdad de condiciones a una ciudadanía plena. Estas constantes vulneraciones a los derechos humanos de los hombres que realizan practicas sexo diversas con otros hombres, generadas por el rechazo, desconocimiento o desprecio de sus expresiones afectivas, eróticas e identitarias de género, se deben básicamente a la construcción de un entramado cultural que se fundamenta en el desconocimiento de la diversidad en todos sus matices y, específicamente, en relación con la diversidad sexual e identidades de género se han instaurado un discurso y unas representaciones sociales dominadas por un modelo homogeneizante que sólo reconoce la heterosexualidad como la única orientación sexual y naturaliza un rol de masculinidad al hombre y de feminidad a la mujer, por lo que todas aquellas expresiones o acciones que se dan por fuera de este marco son deslegitimadas, aniquiladas y prejuiciadas (Werner: 2008). Sin embargo, en la vida cotidiana se continúan generando focos de discriminación y exclusión social a ciudadanos y ciudadanas que asumen en el ejercicio del derecho constitucional del libre desarrollo de la personalidad, una orientación sexual o identidad de género por fuera de los preceptos tradicionales y los condicionamientos sociales basados en prácticas patriarcales y sexistas; trat ndolos como seres “desviados”, “anormales”, “inferiores”, “pervertidos”, “pecaminosos”, entre otros calificativos; imaginarios estos que se sustentan en preceptos de orden moral y religioso que son producto del desconocimiento de la perspectiva de derecho del Estado y de las garantías que éste debe brindar a los ciudadanos y ciudadanas en igualdad de condiciones, independientemente de sus expresiones, acciones y motivaciones. Cartagena no es ajena a esta construcción asimétrica de ciudadanía, pues se presentan acciones y omisiones de parte del Estado y sus habitantes que dan cuenta de conductas prejuiciosas que no garantizan el derecho a la ciudad. En la investigación de Caribe Afirmativo “Cuando dejamos de ser fantasmas” (2010) que da cuenta de las prácticas, usos y acciones de control hacia la población LGBTI en espacios públicos de la ciudad, se presentan algunos resultados que de manera alarmante son la expresión de una construcción ortodoxa frente a la sexualidad y la diversidad en la ciudad en Cartagena. El 66% de las personas participantes en este estudio señalan que las prácticas realizadas por personas del mismo sexo son inmorales y definen a las personas de éstas prácticas con apelativos como: anormal, peligrosos, faltos de identidad, entre otras. Estas atribuciones, además de estar cargadas de prejuicio, suelen servir de antesala y excusa para sustentar agresiones físicas y verbales; al respecto, en ese mismo estudio el 64 % de las personas Afro que dicen tener interés erótico afectivo por otros hombres entrevistadas, afirma haber sido víctima de agresiones físicas y verbales por parte de diferentes actores como vecinos, transeúntes, miembros de su comunidad y Fuerza Pública. Estas agresiones se presentan en espacios públicos en diversos lugares de la ciudad, siendo más vulnerados y vulnerables en sectores por fuera del Centro Histórico o del sector turístico y al regreso a sus comunidades, en el caso de los que aun se desplazan todos los días, porque el promedio regular de quienes manifiestan interés erótico afectivo pro el mismo sexo, es dejar de inmediato sus comunidades por temor a represarías. Lo anterior pone en evidencia cómo la violencia se convierte en una experiencia cotidiana para la aquellos hombres afros que tienen interés afectivos por otros hombres en sus comunidades y en la ciudad, en calles, escuelas y centros de trabajo Los insultos, burlas, rechazos y hasta “linchamientos” hacia esta población, son acciones que se presentan en la ciudad, y que permanecen en el silencio porque esa validación del afecto, parece que los hace “culpables” y “merecedores” de los rechazos y no se denuncian y además se han asumido como un asunto naturalizado o aproblemático por quienes las sufren; así mismo son recibidas con aceptación e indiferencia en algunas ocasiones por la sociedad, y en otras las promueven y/o participan generando exclusión. Esta situación hace que la mayoría acudan a escenarios de clandestinidad, y ocultamiento para sus prácticas afectivas, espacio de encuentro con otros de su grupo poblacional que a diferencia de los primeros se mantienen en ese lugar por un asunto de servicios. Sin embargo unos y otros en la vulnerabilidad del ocultamiento y en la reificación de sus cuerpos como pieza de compraventa, rápidamente son identificados pro terceros que en la ciudad y en la región los reclutan en redes y proceso de personas que ofrecen a partir de catálogos y servicios directos sexo a otros hombres sobre todo blancos europeos que viene a Cartagena bajo esa invitación, allí los primeros se mantiene con el propósito de que con alguno se de el proceso de enamoramiento y hagan realidad su interés afectivo y los otros con el prospecto de continuar un proceso e de consecución de recursos que siempre será bajo pro los altos promedios de intermediación de los terceros en estos procesos. Que en ocasione s rilen con escenarios criminales y violentos. La violencia que se genera contra unos y otros motivada por su orientación sexual real o imaginada en los contextos caribes aumenta el riesgo e implica una mayor subyugación de los terceros llevándolos a una grave violación a los derechos humanos, produciendo no sólo muertos, por los negocios anexos de trafico de drogas y vendetas a los que les obligan participar. Este tipo de violencia es un problema de seguridad ciudadana que obliga al Estado a tomar acciones preventivas, correctivas y sancionatorias para la protección de la vida de las personas Afro descendientes, negras, palenqueras y raizales, que les permitan a unos lograr dejar ese negocio que los cosifica y a otros dignificar su vida desde el afecto y no desde el comercio, que garanticen un proceso de transformación social. Es por ello que los tratados internacionales de Derechos Humanos, la Constitución Política, leyes, decretos y acuerdos jurídicospolíticos deben ir generando y promoviendo acciones en el Estado Social de Derecho tendientes a garantizar, como lo proponen los principios constitucionales en Colombia, la igualdad, la libertad y el libre desarrollo de la personalidad; pues las personas que sufren discriminación por su construcción afro, negra, palenquera o raizal, comienzan a sufrir una doble o triple discriminación cuando construyen “o parece” construir pr cticas sexuales diferentes. Esta situación reviste especial atención en la ciudad de Cartagena, pues el crecimiento del comercio sexual, es del 150% en relación con ofertas de sexo para hombres con otros hombres y de la misma manera se incrementan las redes de trata de personas que en la mayoría de los casos proceden con conductas esclavistas y extorsivas y de otro lado acercan a las víctimas a renglones de la criminalidad, el tráfico de droga y portadores. la violencia sistemática de al que son En Cartagena el 36,5 % de los y as cartageneras se reconocen como afrodescendientes, el abandono de la política estatal se ve reflejada en desigualdad, falta de oportunidades poco accesibilidad a servicios públicos y educación, desplazamiento forzado e interno, precarios servicios de salud; en los entornos sociales se duplican estereotipos negativos hacia la población afro principalmente las mujeres negras. Según la evaluación de los Objetivos del Milenio, el 35,1% de los afro cartageneros tienen necesidades básicas insatisfechas, el 36% de los adultos afros son analfabetas, 15,8% de los afro dejan de comer alguna de las tres comidas diarias, las mujeres afro ganan la cuarta parte desempeñando el mismo trabajo de lo que gana un hombre no étnico. En la ciudad, si bien se avanza en una mesa de acciones afirmativas para las comunidades afro descendientes, nos e articulan expresiones de intersecconalizacion como las prácticas sexuales entre hombres y sus prejuicios, sin observar como la violencia que se genera hacia las personas motivada por su orientación sexual, por “ser” o “parecer”, implica una grave violación a los derechos humanos, produciendo no solo muertos, sino nuevas muertes en vida; a partir de violencias sutiles restringiendo derechos; lo que obliga una actuación inmediata del estado, aplicando su debida diligencia3 para que se logre un trato digno y ciudadano de todos las personas. Éste tipo de violencia es un problema de seguridad ciudadana que obliga del estado unas acciones preventivas, correctivas y sancionatorias de un lado para desestimar la sexualdiad entre hombres como un escenario de “trata de personas”, pbajo el supuesto cosificante de los cuerpos afro, como un negocio y para la protección de la vida de la población afrodescendietne que cosntruye una sexualidad diversa. Que no solo individualicen la violencia, sino que garanticen un proceso de transformación social Proponer una reflexión en materia de agenda política o de politica pública, o mejor aún en un proceso de transición como lo son las acciones afirmativas para poblaciones históricamente excluidas o discriminadas; obliga necesariamente acercarse a las realidades culturales y a los procesos coyunturales que la población afro vive en relacion con su sexualidad y sobre todo cuando esta es diversa, o no hegemónica y se ha vivido y asimilado en sus espacios vitales y la 3 Debida Diligencia: principio del derecho internacional de los derechos humanos que obliga al Estado a evitar daños a los derechos humanos bajo el principio: “no evitar un daño, equivale a producirlo” y a partir de allí se obliga a los Estados a prevenir, remediar y sancionar cualquier asomo de violencia que ponga en riesgo la vida de sus ciudadanos y ciudadanas. manera como estos han sido asumidos, despreciados o revindicados en perspectiva de sujetos de derechos. Es esa precisamente la intención de ésta ponencia, al dar cuenta por los procesos de reconomiciento de derechos de hombres que tienen sexo con otros hombres, por interes o por placer, en el caribe en un contexto que más allá de sus particularidades geográficas, reune unas sinergias culturales, sociales, politicas y religiosas donde la pregunta por el otro se articula de la realidad de la discriminación, que se asume como un asunto histórico, y se actualiza siempre como un espejo de carencias de políticas adecuadas que pasa del “reconocimiento de la diferencia” (el respeto por lo que el otro representa) a la “diferenciación de lo distinto” (clasificación de exclusión), logrando con éste no un ejercicio de “trato diferenciado” (pol ticas de la identidad y diferencia), sino del “trato diferente” (pr cticas de inequidad e injusticia social) Ecuación que reclama la presencia de sistemas políticos y sociedades cohesionadas en torno prácticas más igualitarias y más diversa al mismo tiempo. Uno necesidad imperante de una cultura de derechos – ante el debacle de las guerras mundiales – cuyo propósito fundamental más allá de las teorías positivas del Estado, debe ser el reconocimiento de que los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos en medio de su diversidad. Una violación evidente de este principio es consecuencia de estructuras sociales prejuiciosas que discriminan y clasifican a la hora de otorgar acciones orientadas en la evidenciación de la dignidad humana asunto que se evidencia principalmente en la exclusión y persecución por motivos de raza, opción sexual y origen étnico. La garantía de los derechos de los hombres afro descendientes, negros, palenqueros y raizales que tienen sexo con otros hombres, es sin duda una deuda histórica en Colombia, pero que en las particularidades se sus regiones se complejiza más por los entramados culturales, poblacionales y territoriales; asunto que se evidencia con mayor fuerza en la región Caribe, que en el concierto internacional del “Gran Caribe” aparece junto con el Asia menor, u el Africa Central los lugares del mundo con mayor presencia de prácticas homofóbicas, violentas y excluyentes hacia éstas prácticas. Por ello, al abordar esta reflexión axiológica del Estado desde una ciudad caribeña y que a su vez presenta los mayores indices de violencia contra la población LGBT entre las ciudades capitales del Caribe Colombiano, es necesario plantear las condiciones sociológicas y razgos culturales particulares que obligan en el marco de la constitución y las leyes, identificar expresiones propias de la exclusión y discriminación social que pasan por los imaginarios culturales que por mas arraigados que estén en la sociedad no pueden ser excusa para reconocer derechos humanos como en éste caso de los hombres afro y sus derechos sexuales. Ello implica que es necesario profundizar y problematizar las regulaciones culturales y medios de dominación que afectan y obstruyen las identidades sexuales . El pensar la diversidad sexual y las identidades de género desde escenario en el Caribe, implica promover acciones que vinculen la lucha articulada contra el racismo, situación histórica de ésta región y la homofobia, propiciando espacios para dialogar y debatir sobre el asunto de ser un ser sexuado en los contextos de cultura caribeña, afro y raizal, combinando los siguientes escenarios de discusión: 1. Identificar practicas de racismo y homofobia dentro de las organizaciones y los momentos de movilización social de la región 2. Promover agendas de multidiversidad que permitan incidir en políticas antidiscriminatorias. 3. Identificar el entramado complejo de la discriminación: socavando derechos históricamente negados. 4. Derrotar la cosificación sexual del sexo entre hombres, propia del turismo sexual. 5. Develar las practicas violatorias de machismo, patriarcado, y misoginia. 6. Dar cuenta como la sexualidad y las relaciones de género se precarizan cuando están entrelazadas con racismo y discriminación. 7. La desigualdad y discriminación que viven estos grupos poblacionales en muchas ocasiones es fruto de discursos, practicas y autopercepciones de los actores. El acto discriminatorio es la conducta, actitud o trato que pretende - consciente o inconscientemente - anular, dominar o ignorar a una persona o grupo de personas, con frecuencia apelando a pre concepciones o prejuicios sociales o personales, y que trae como resultado la violación de sus derechos fundamentales. Constituye un acto discriminatorio, el trato desigual e injustificado que, por lo común, se presenta en el lenguaje de las normas o en las prácticas institucionales o sociales, de forma generalizada, hasta confundirse con la institucionalidad misma, o con el modo de vida de la comunidad, siendo contrario a los valores constitucionales de la dignidad humana y la igualdad, por imponer una carga, no exigible jurídica ni moralmente, a la persona” Los actos discriminatorios inconscientes o consientes en los espacios caribeños contra hombres que tienen sexo con otros hombres, son actitudes o conductas que tienen como intención anular, dominar o ignorar a la persona por su orientación sexual y que está sustentado en prejuicios sociales y sexuales 4 que traen como resultado la violación de derechos fundamentales. 4 Por prejuicio sexual se retoma a Gregory Herek, citado por (Gómez, 2006) quien afirma que este tipo de prejuicio se configura en sociedades con un régimen sexual de heteronormatividad obligatoria y se refiere a toda actitud negativa inspirado en la orientación sexual y dirigida a personas que se perciben como homosexuales, bisexuales o heterosexuales. Para no ser víctimas de estas acciones discriminatorias los hombres que tienen sexo con otros hombres, acuden a estrategias como el ocultamiento y el autocontrol; mantener en silencio su orientación sexual; “yo me lo guardo, me lo oculto”, pareciera ser una premisa de control en los espacios afrodescendientes que permite para muchos hombres con sexo diverso o no hegemónico, no perder los “privilegios” que se obtienenal interior de su comunidad. 3. El reconocimiento de la diversidad desde el terreno filosofico. En su libro La mirada de los Jueces, la profesora Goméz anliza la exclusión y la discriminación contralas prácticas sexuales diversas; planea que esta se gesta en el espacio en que el otro/a es visto como amenaza –es decir la creación del enemigo- tiene un rol fundamental en lo que David Goldberg llama la “igualdad homogeneizada” [1] La instauración de un “nosotros” es forzada por medio de la afirmación de la norma al “crear” el opuesto, un “ellos ” Es decir, “lo no-blanco”, “no-masculino”, “no-heterosexual” se produce para afirmar “lo blanco”, “lo masculino” y “lo heterosexual ”[2] Sin embargo, esta homogeneidad – forzada y socialmente construida- es fuente de ansiedad debido a que las fronteras entre el “nosotros” y el “ellos” son porosas y débiles [3] Esta debilidad de las fronteras – debida a su impostura/ a que son fraudulentas- obliga a marcar las diferencias y esta marca suele ser violenta.[4] 5 Desde la escuela de Frankfurt; la realidad de la discriminación, se asume como un asunto histórico, y se actualiza siempre como un espejo de carencias de políticas adecuadas que pasa del “reconocimiento de la diferencia” (el respeto por lo que el otro representa) a la “diferenciación de lo distinto” (clasificación de exclusión), logrando con éste no un ejercicio de “trato diferenciado” (pol ticas de la identidad y diferencia), sino del “trato diferente” (pr cticas de inequidad e injusticia social) Ecuación que reclama la presencia de sistemas políticos y sociedades cohesionadas en torno prácticas más igualitarias y más diversa al mismo tiempo. La Propuesta de Axel Honneth, máximo representante de la Teoría del Reconocimiento, en la tercera generación de la teoría crítica será: pasar de la discriminación a la “acción afirmativa” de valorar lo “otro” no como “distinto”, sino como “diferente”, de pasar del lenguaje subjetivo de los privilegios al de derechos Asunto que debe ir más allá del nombramiento y la aceptación, que las sociedades pusieron en práctica con la aparición de las teorías de la tolerancia, promoviendo una sociedad no de la integración, sino de la segregación que en vez de respetar y no excluir al otro, lo llevaron a marginar más y a reducirlo al espacio de la censura y la limitación. A Partir de allí, se formula una teoría critica de la sociedad, llamada a reflexionar sobre los proceso de cambio en la iteración humana, buscando explicarse más allá de la propuesta Habermasiana, en referencia a pretensiones normativas, estructuralmente desprovistas en relación del reconocimiento reciproco; los argumentos transformadores de la sociedad, que más que validar la justicia en si misma, derrumben las limitaciones a la vida buena de los individuos. La lectura que la sociedad ha venido haciendo de “las diferencias” ha sido mediada por redes jerarquicas produciendo hacia ellas, en términos kantianos, prejuicios; entendidos como un intento de conocimiento anterior al juicio, pero que se presenta a quien lo tiene como ya justificado y fundado. Asume, por decirlo de algún modo, la terquedad de una fijación. Sartre en su magnífico texto sobre el retrato de un antisemita o Adorno y sus colaboradores en los estudios sobre la personalidad autoritaria, señalan como rasgo prominente del prejuicio, la terquedad, la resistencia a la diferencia y/o al cambio. En ese mismo sentido, el prejuicio es visto desde la escuela de Frankfurt como una “racionalización” ,que incluso en términos psicoanalíticos señala un procedimiento por el cual los individuos se dan y dan razones para justificar frente a su grupo social y frente a sí mismos, la reacción, por lo general negativa, que sienten hacia algo o alguien. Además de entender el prejuicio en este sentido, también es importante señalar que el prejuicio o los prejuicios son siempre sociales, tienen eco en grupos y por lo mismo, son locales y situados. Cada sociedad o grupo produce y reproduce sus prejuicios particulares. No hay prejuicio en solitario, no hay prejuicio sin contexto que lo apoye, no hay prejuicio individual sin complicidad social. Hay varias formas de prejuicios vigentes hoy en la sociedad; unas relacionadas ampliamente con la violencia directa como el genocidio y/o apartheid, hasta formas más sutiles y soterradas que en algunos momentos incuso son presentadas en clave de Tolerancia; por la cual ciertos grupos poblacionales como los Afro o los LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans ), se encuentran privados del pleno disfrute de los mismos derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales que los demás miembros de la sociedad, motivando esta privación precisamente en su diferencia. Esta situación propuesta en los últimos años por la Filosofía Social, contrasta con el proyecto capitalista que pretende empoderar una sociedad ideal determinada, con ausencia de toda racionalidad o una seudo racionalidad en palabras de Lukacs , “lo singular de esta forma de racionalidad ésta en que se obliga a los sujetos a un tipo de praxis que los convierte en espectadores sin influencia de un acontecer desprendido de sus necesidades e intenciones: la división y mecanización del trabajo y el intercambio de mercancías promueven una forma de percepción en la que todos los otros seres humanos aparecen como cosas, sin sensibilidad, de modo que las características en si valiosas de la interacción social quedan privadas de toda atención” (1969:42) Con la que el capitalismo ha llegado a prevalecer con una forma de praxis que obliga a ser indiferente a los aspectos de valor de otros seres humanos; en lugar de relacionarse entre si reconociéndose, los sujetos se perciben como objetos que hay que conocer según los intereses propios. Esta ausencia de significado del otro, o de reconocimiento en palabras de Honneth, está ampliamente anclada en los niveles de prejuicios que la sociedad legitima y que permiten su reproducción en acciones estigmatizadoras y discriminadoras que causan invisibilización y exclusión de las diferencias; donde el “Prejuicio”, en el sentido que el Psicoanálisis plantea, se fundamenta en las patologías sociales que se expresan en un sufrimiento que mantiene vivo el interés por el poder emancipador de la razón y que se valida en las prácticas sociales. El reto que encuentra a éste respecto la teoría del reconocimiento, es que en sociedades diferenciadas y multiculturales “el otro, ya no es tan diferente a m ”, en consecuencia, individuos y grupos históricamente privilegiados han perdido claridad acerca de las maneras de marcar la diferencia, sobre todo porque creen que si no la hacen evidente de alguna forma, corren el riesgo de perder “los privilegios” que acompañan sus identificaciones o lo que perciben como su identidad Si por ejemplo, las fronteras entre géneros y razas son “notorias,” la alteridad aparece como visible a priori al gesto violento. El gesto sólo advierte para que el otro no se atreva a subvertir una jerarquía social establecida de antemano. Es el caso de la violencia doméstica contra las mujeres, éste es un uso jerárquico de la violencia (1997: 20). A la autolimitación y la autocensura de las víctimas de discriminación suele sumarse una pérdida de autoestima y de la propia dignidad personal, lo cual sucede cuando el afectado internalizar el estigma y los prejuicios. Generando así una sociedad temerosa, insegura y resentida. Prejuicios -discriminación-violencia, forman parte de un particular circuito de realimentación mutua que se despliega a través de la producción social de las diversas formas de aceptación que legitiman tanto la desigualdad como las practicas discriminatorias y a la vez, invisibilizan las consecuencias. En consecuencia, la producción de tales legitimaciones es de gran importancia pol tica ya que transformar “al diferente” en “inferior”, y esta situación forma parte de una de las cuestiones centrales de toda formación social que necesite sostener sistemas de apropiación desigual: producir y reproducir incesantemente las condiciones que lo hagan posible. Para tales fines se conjugan violencias represivas y simbólicas en diferentes ámbitos de la vida social. Por ello para Honneth, la patología social se da en el momento en el que la sociedad comienza a reprimir el potencial de racionalidad que habita la energía de la imaginación anclada en el mundo de la vida de cada individuo, cuyo espacio permite que los sujetos se expresen partir de lo que son y sienten poseer, permitiéndole a la sociedad construir procesos colectivos a partir de lo que cada una de esas diferencias va abonando sin pretensiones de inclusión o corrección social; sino más bien en búsqueda de lo que los Habermasianos llaman procesos de “consensos”; pues, “en Habermas, la idea Hegeliana de un universal racional esta depositada en el concepto del entendimiento comunicativo cuyos presupuestos idealizantes deben encargase de que en cada nueva etapa del desarrollo social, vuelva a cobrar vigencia el potencial de la razón discursiva; por consiguiente, podemos hablar de una patología social cuando la reproducción simbólica de la sociedad ya no esta subordinada a los estándares de racionalidad trazados en la forma mas desarrollada del entendimiento lingü stico”(2009: 33), sino en la reificación del otro. Para la tercera corriente de la teoría crítica, cualquier desviación de la construcción subjetiva de “identidad- diferente”, a un proceso de afianzamiento o de potencialización- con la realización social de lo universal racional, como las sociedades modernas construyen sus acuerdos, puede describirse como “patolog as sociales” porque tiene que ir acompañadas de una perdida dolorosa de oportunidades de autorrealización intersubjetiva (2009:33) En sus textos, Honneth deja claro, que para la autorrealización se necesitan las formas de acción común, lo que implica la identidad (se actúa por sentido común) y el reconocimiento (se es aceptado en lo común); de esa manera la expresión inicial brota de la espontaneidad natural y es acogida y respetada por el espacio natural que encuentra la sociedad en la iteración con el otro. Para la autorrealización son adecuadas principalmente las formas de acción común en las que la naturaleza humana se expresa de manera espontánea satisfaciendo necesidades de los sentidos en la iteración con el otro. Para plantear la dinámica del reconocimiento que permita transitar desde lo subjetivo hasta lo social, sin perder de vista, la identidad como el hilo conductor, desde lo que se concibe como propio. Honneth propone construir el ejercicio critico de la sociedad desde los componentes del análisis sociológico, que permita plantear discusiones entre la existencia de la “anomalia” social y la esencia de “reacciones” públicas: la anomal a social poseer a entonces entre otras cosas la particularidad de ocasionar precisamente ese silencio o esa apatía que se expresa en la ausencia de reacciones públicas y allí es donde se cuaja la exclusión social caracterizada por un contexto de prejuicios. Ante éste escenario, la teoría social crítica parte del hecho de que la falta de racionalidad en la sociedad, entendida como falta de reconocimiento de la identidad, genera síntomas de patología infiriendo en principio un sufrimiento de los sujetos por el estado de la sociedad: ningún individuo puede evitar verse menoscabado o ser descrito como menoscabado por las consecuencias de la deformación de la razón, porque con la perdida de un universal racional o su ausencia efectiva también se reducen las posibilidades de lograr la autorrealización, que necesita de la cooperación mutua, del reconocimiento del otro. Allí la teoría del reconocimiento permite hacer visibles fenómenos de exclusión que no son percibidos por los hombres: “…Somos ciegos ante determinados rasgos específicos de nuestra forma de vida y es necesario que la critica evocadora permite a los sujetos percibir su malestar y perfilar una praxis política; una pol tica basada no solo en principios morales sino en valores éticos” (2011:37); pues, cuando las personas están inmersas en una determinada forma de vida, no están en situación de percibir determinados rasgos de ésta porque viven en contextos de obnubilación, lo que se esta queriendo decir con ello, es que ellas tiene convicciones y modos de percibir que pueden ser tachados de falsos. La teoría del reconocimiento reconoce que se mueve en el escenario social entre la crítica a la dominación (legado de lucha capitalista) y la critica a la liberación (exigencias de vida buena) asuntos traspasados por una alta expresión de indiferencia social validada en la Reificación intersubjetiva entendida como la tendencia creciente de autoreificación, en relación conmigo en vez, actitud que tomas las personas víctimas de niveles de prejuicios, discriminación y estigmatización, de tener un reconocimiento previo de sus vivencias interiores y de sus impulsos, adoptando una disposición de identificación y constatación cognitiva: “Siempre que me reduzco a un determinado formato, desarrollo la tendencia a deificarme a mi mismo. Es decir, no tomo mis vivencias interiores como oportunidades de articulación o exploración o apertura, sino que percibo mi mundo interior como un campo fijo de entidades estables” (2009: 67). El reconocimiento es el problema esencial de la justicia. Axel Honneth propone un giro teórico del reconocimiento (que sirva) para resolver los problemas que tienen que ver con la tematización de la injusticia social como tal (esto porque) incluso las desigualdades “materiales”…deben poderse interpretar como expresión de la violación de las reivindicaciones bien fundamentadas del 4. La cultura antropocéntrica, blanca y heterosexual es el caldo de cultivo para la trata de personas que son o parecen ser homosexuales. Como un acto de reivindicación y de reconocimiento de derechos hoy es posible hablar de aquellas poblaciones que por muchos años han sido excluidas y marginadas de los procesos sociales, políticos y económicos, además, desplazadas de sus territorios; estas acciones discriminatorias han permitido que estos pueblos sean vulnerables en todos los sentidos, evidenciando la violación de los Derechos humanos. Sin embargo las luchas por el reconocimiento y respeto de se ha generado a partir de los movimientos sociales afros, quienes han logrado avances afirmativos frente a la reivindicación de sus derechos. Lo afro en Cartagena se configura a partir de las lógicas centrales de una sociedad heteronormativa, donde la sexualidad de cada sujeto se valora a partir de la construcción del género y de acuerdo a este se le es designado su rol dentro de la comunidad, por lo tanto hablar de la diversidad sexual en los contexto afro se torna un tema difícil, puesto que dentro de los imaginarios socioculturales de esta comunidad chocan con las practicas no heterosexuales, desde la adopción del rol masculino/femenino hasta la orientación sexual, puesto que dentro de las normativas culturales no se concibe las preferencias homosexuales o las identidades de género distintas al sexo biológico. Por lo tanto resulta importante construir una base conceptual frente a las dinámicas que giran alrededor de la diversidad sexual y las identidades de género en la población afrodescendiente de Cartagena y de esta manera lograr visibilizar las prácticas discriminatorias por orientación sexual generadas desde la sociedad cartagenera, incluyendo el movimiento afro. De esta manera podemos comprender este tipo de exclusión desde la relación entre raza, género, sexualidad y diversidad sexual. Entendiendo esta relación como interseccionalidad el termino para señalar “cómo diferentes fuentes estructurales de desigualdad mantienen relaciones recíprocas. Es un enfoque teórico que subraya que el género, la etnia, la clase, u orientación sexual, entre otras categorías sociales, son construidas y que están interrelacionadas (...) nos lleva a explorar las categorías mismas de las que hablamos, a preguntarnos por las relaciones mutuas entre estas categorías sociales, tanto para conformar una posible forma de exclusión estructural, como para generar estrategias únicas de afrontamiento y resistencia” por lo tanto se puede decir que una persona que se reconozca como afrodescendiente, de orientación sexual homosexual además sea transgenerista, es sometida a acciones de exclusión por la suma de categorías sociales establecida por el imaginario colectivo. Se destaca entonces, la importancia de visibilizar esta situación puesto que implica una problemática dentro de un colectivo cultural y la vulneración de unos derechos que se legitiman porque las victimas no son aceptadas socialmente. Una de la categoría que transversaliza esta situación es la raza que según mara viveros “es un correlato del proceso de propagación de esta bio-racionalización del gobierno y de la difusión de estas tecnologías de poder para la administración de la población (...) el tema de la “raza” ha sido abordado en sus nexos con las desigualdades sociales y muy poco en relación con las desigualdades de género y sexualidad, América Latina el orden socio-racial jerárquico de las desigualdades interactúa con la etnicidad. Mientras el orden racial produce unas formas de clasificación social arbitrarias de las apariencias físicas, la etnicidad genera diferencias que conllevan marcas culturales también construidas socialmente” Es necesario romper con los comportamientos que separan las luchas de dos grupos históricamente excluidos, particularmente los discursos hegemónicos de la sociedad mestiza sobre la sexualidad afro. Ello implica que es necesario profundizar y problematizar las regulaciones culturales y medios de dominación que afectan y obstruyen las identidades diversas sexualmente y afro. El pensar la diversidad sexual y las identidades de género desde escenario Afros en el Caribe, implica promover acciones que vinculen la lucha articulada contra el racismo y la homofobia, propiciando espacios para dialogar y debatir sobre el asunto de ser diverso sexualmente en los contextos afro y de ser afro en los contextos diversos sexualmente: 1. Dar cuenta como la sexualidad y las relaciones de género se precarizan cuando están entrelazadas con racismo y discriminación. 2. La desigualad y discriminación que viven estos dos grupos poblacionales en muchas ocasiones es fruto de discursos, practicas y autopercepciones de los actores. 3. Percepciones sobre la sexualidad y los cuerpos en los afro. La puesta en escena de las identidades afro Las prácticas sexuales, históricamente se han asumido como determinante de jerarquía en los grupos afro; lo que obliga a generar mecanismos para una autovaloración étnica que ataque la discriminación e identificar asuntos articulados de desigualdad y exclusión social en la negación a derechos de la diversidad sexual y afro. Para ello, es necesario que en los estudios de diversidad sexual e identidad de género se asuma la reflexión del cuerpo como espacio de dominación y reproductor de exclusión; cuerpos afros racializados y diversas sexualmente estigmatizados que se recrean en las dinámicas sexuales a través de estereotipos que permitan promover una visión de la sexualidad de la función social a la función cultural, articulando relación entre sexualidad, identidades, diversidades e identidades de genero. Las acciones investigativas a éste respecto, buscan analizar el proceso d construcción de sexualidades a la luz de los cambios socioeconómicos y culturales de la población afro y describir el papel que juegan os imaginarios , representaciones y normas sobre las sexualidades en los proceso de conformación de identidades y relaciones de género; para, como acción política y reivindicativa repeler roles, temas, discursos y prácticas sexuales. En la interacción con hombres y mujeres afros, palenqueros, negros y raizales con prácticas sexuales diversas descubrir las percepciones sobre la sexualidad y los cuerpos en los afro, la puesta en escena de las identidades afro y la sexualidad como determinante de jerarquía en los grupos afro que permite: Generar mecanismos para una autovaloración étnica que ataque la discriminación. Identificar asuntos articulados de desigualdad y exclusión social n la negación a derechos de lgbt y afro. el cuerpo como espacio de dominación y reproductor de exclusión cuerpos afros racializados y lgbt estigmatizados que se recrean en las dinámicas sexuales a través de estereotipos promover una visión de la sexualidad de la función social ala función cultural. relación entre sexualidad, identidades, diversidades e identidades de genero. analizar el proceso d construcción de sexualidades a la luz de los cambios socioeconómicos y culturales de la población afro. Hacer éste ejercicio dentro de una cosmovisión profundamente afro, palenquera, raizal o negra, permite describir el papel que juegan los imaginarios , representaciones y normas sobre las sexualidades en los proceso de conformación de identidades y relaciones de género en sus construcciones sociales y repeler roles, temas, discursos y prácticas sexuales que articulando discriminación con homofobia y transfobia recvitimicen y desconozcan derechos humanos en integralidad, dignidad y autonomía. La población Negra, Afrocolombiana, Raizal y Palenquera enfrenta uno de los mayores niveles de pobreza y exclusión, se les ha vulnerando el derecho a gozar de una vida digna y al goce efectivo de los derechos. Esta desigualdad social se agrava con una marcada segregación geográfica espacial y una dinámica de discriminación racial que se refleja en diversos ámbitos, tales como el mercado laboral y de ingresos, y en el acceso a las oportunidades educativas, entre otras. Los pueblos Negros, Afrocolombianos, Raizales y Palenqueros por mandato cultural se caracterizan por su vocación y espíritu pacifico. No obstante, producto del conflicto que vive el país -cuyo transfondo es la disputa territorial y apropiación de recursos naturales-, distintos actores han convertido muchos de sus territorios ancestrales en escenarios de guerra, produciéndose como consecuencia el desplazamiento forzado de muchas familias a distintos lugares del territorio nacional (Ley 387 de 1997, Sentencia T-025 de 2009 y Auto No. 004 de 2009). Por lo tanto resulta importante construir una base conceptual frente a las dinámicas que giran alrededor de la diversidad sexual y las identidades de género en la población afrodescendiente de Cartagena y de esta manera lograr visibilizar las prácticas discriminatorias por orientación sexual generadas desde la sociedad cartagenera, incluyendo el movimiento afro. De esta manera podemos comprender este tipo de exclusión desde la relación entre raza, género, sexualidad y diversidad sexual. Entendiendo esta relación como interseccionalidad el termino para señalar “cómo diferentes fuentes estructurales de desigualdad mantienen relaciones recíprocas. Es un enfoque teórico que subraya que el género, la etnia, la clase, u orientación sexual, entre otras categorías sociales, son construidas y que están interrelacionadas (…) nos lleva a explorar las categorías mismas de las que hablamos, a preguntarnos por las relaciones mutuas entre estas categorías sociales, tanto para conformar una posible forma de exclusión estructural, como para generar estrategias únicas de afrontamiento y resistencia” 6 por lo tanto se puede decir que una persona que se reconozca como afrodescendiente, de orientación sexual homosexual además sea transgenerista, es sometida a acciones de exclusión por la suma de categorías sociales establecida por el imaginario colectivo. Se destaca entonces, la importancia de visibilizar esta situación puesto que implica una problemática dentro de un colectivo cultural y la 6 Platero, Mendez Raquel Una mirada sobre la interseccionalidad, la construcción del género y la sexualidad en las políticas de igualdad centrales, de Andalucía, Cataluña, Madrid y País Vasco.Universidad Complutense de Madrid. Pag 4. vulneración de unos derechos que se legitiman porque las victimas no son aceptadas socialmente. Una de la categoría que transversaliza esta situación es la raza que según mara viveros “es un correlato del proceso de propagación de esta bio-racionalización del gobierno y de la difusión de estas tecnologías de poder para la administración de la población (…) el tema de la “raza” ha sido abordado en sus nexos con las desigualdades sociales y muy poco en relación con las desigualdades de género y sexualidad, América Latina el orden socio-racial jerárquico de las desigualdades interactúa con la etnicidad. Mientras el orden racial produce unas formas de clasificación social arbitrarias de las apariencias físicas, la etnicidad genera diferencias que conllevan marcas culturales también construidas socialmente Siguiendo a Franklin Gil, en relación con los contextos donde estamos haciendo la reflexión, el papel que juega la interseccionalidad en el ejercicio etnográfico y reivindicativo para develar el cruce de factores que ayudan a entender al situación tales como género, raza, clase, sexualidad, etc. estamos hablando de varias modalidades de relación, que se manifiestas de forma diferente, Y esa aproximación metodológica se puede hacer en varios niveles: en un primer nivel, podemos estar interesados en saber la manera en que se expresan cada una de estas categorías en un problema, y eso lo podemos responder de manera separada. En un segundo nivel, podemos explorar las relaciones entre categorías y el modo en que interactúan unas con otras. En un tercer nivel, estaremos atentos a las modalidades de las relaciones entre categorías, que no son siempre intersecciones (Gil, 2008). 5. El erotismo en los cuerpos Afros de Cartagena. La pregunta que motiva el proceso indagación de afectacion de la “trata de personas” hacia personas afrodescendientes, negras, palenqueras y raizales con practicas sexuales del mismo sexo, está ubicada en el escenario del erotismo, como mecanismos de apuntalamiento d las sexualidades afro, entendiendo éste, como un recurso interior del ser humano que históricamente se ha presentado en una dicotomía conceptual, partiendo desde un plano femenino de la corporalidad hasta un plano espiritual de la contemplación. Asumido en uno u otro escenario lo erótico, como un sentimiento reprimido, no expresado o desconocido por los seres humanos que o lo padecen como una epidemia o lo consiguen como una consagración. La palabra “erótico” proviene de la expresión griega “eros”, entendida como la personificación del amor en todos los aspectos, nacida del caos que encarna el poder creativo y la armonía (2009.12) sin embargo, cuando en el escenario artístico hablo de lo erótico, me refiero a ello como afirmación de una fuerza vital de la energía creativa presente en el cuerpo, llena de poder de expresión y acción en el ambiente vital que se refleja en las relaciones interpersonales y en la cotidianidad de los contextos. Lo erótico según Audre Lorde, funciona de diversas maneras, la primera es: proporcionando el poder que deriva de compartir profundamente cualquier actividad con otra persona, la segunda es la afirmación, abierta y sin miedo, de desarrollar la capacidad de placer…es la manera en que mi cuerpo se mece con la música y se abre en respuesta a ella, escuchando sus ritmos más profundos, así cada nivel de lo que siento se abre también a la experiencia satisfactoria de lo erótico, sea bailando, construyendo una estantería, escribiendo un poema o reflexionando sobre una idea” (2009,129). La eroticidad como un recurso profundamente humano, ha sido altamente desvalorado en la sociedad occidental, pues por una parte se ha promovido la idea de que lo superficialmente erótico es un signo de la inferioridad sexual, y por otra parte, las personas han tenido que sufrir y sentirse despreciables y sospechosas en virtud de su existencia cuando ésta se manifiesta profundamente erótica bien sea por la disposición siempre abierta de compartir la vida o por manifestar y dar rienda a la expresión individual del placer. Estos imaginarios han llevado a la sociedad ha reprimir altamente el ejercicio de lo erótico, representado de manera equívoca y situándolo en el ámbito de la sensación confusa trivial y psicótica, desconociendo lo erótico como fuente de poder e información, confundiéndolo incluso, con lo “pornogr fico”, cuando la pornografía, como lo expresa Lorde, es una negación directa y absoluta del poder de lo erótico, ya que representa la supresión del sentimiento verdadero: “la pornografía enfatiza la sensación sin sentimiento” (2009, 126) pues lo erótico no tiene que ver solo con lo que hacemos, significa más bien, cuan intensa y plenamente sentimos mientras lo hacemos, pues una vez conocemos nuestra capacidad de sentir, ese modo de satisfacción y realización, podemos observar cual de nuestros diversos cometidos vitales nos acercan más a esa plenitud. En esta altura surge una pregunta ¿porqué la eroticidad parece la relación necesaria de hombres y mujeres?, ¿porqué no se permite evidenciar ciertas practicas eróticas entre los hombres, independientemente que estos se reconozcan o clasifiquen dentro de una practica sexual no hegemónica (heterosexual)? Pues bien, si el erotismo es tan neutral y en ocasiones se desdibuja en lo expontáneo, igual que muchas categorías sociales, ha caído en el binomio, de lo natural y antinatural, de lo permitido y lo prohibido, de la bueno y lo malo, en concreto de lo que Foucault llama, “normal – anormal” en términos de la sexualidad. El proceso de indagación, al iniciar el acercamiento a la comunidad del Palenque de san Basilio, busca partir de unas prácticas poblacionales específicas, territorializarse en unos ejercicios culturales y habitacionales concretos y tematizarse en indicadores y categorías de análisis que permitan reinventar y proponer acciones y creaciones artísticas; es decir, se acerca al escenario del erotismo que se ha construido en la cotidianidad de los palenqueros que circulan por las calles y el puerto de Cartagena, en la región Caribe en medio de los espacios de encuentro y “cruce” de hombres que articulan, socializan y generan prácticas placenteras con otros hombres, independientemente de su pertenencia a grupos poblacionales disidentes sexualmente. El cuestionamiento a éste punto, se agudiza en la pregunta, ¿porqué los ejercicios del erotismo se debaten entre el argumento dicotómico de la permitido y lo prohibido? O dicho de otra manera, ¿Porqué parece que en la vida cotidiana las expresiones de deseo se suman como una realidad normal en escenarios de feminización y como anormal cuando se acerca a lo masculino? Y en concreto cuestionaría: ¿Porqué las practicas eróticas de los habitantes del Caribe, debe estar mediadas por el género identificando entre practicas de normalidad o practicas de anormalidad, O practicas aprobadas o desaprobadas?. Todo esto, porque el artística encuentra ejercicios eróticos en la cotidianidad entre hombres, que sin asumirse como hombres gays u homosexuales (que debaten la orientación sexual y el género establecido), son invisibilizados, no nombrados o pormenorizados por la distancia de su deseo a su identidad de género (ello solo en lo femenino). Si bien la eroticidad es un escenario siempre expresado en las expresiones sociales, se asume su ejercicio de validez en relación a procesos identitarios de género, designándola como práctica normal o anormal donde, en el terreno de lo normal se encuentran aquellas que tienen aceptación en la sociedad por corresponder a la construcción de género y orientación sexual deseada y en el terreno de lo anormal se encuentran las practicas eróticas, cuyo ejercicio no responden a un género identificado o una orientación establecida (disidencias sexuales) y por tanto, no tiene una validez, o son reprimidas de manera más fuerte por la sanción social y en ese ejercicio aparece una nueva pregunta ¿por qué cuando los hombres que tienen un ejercicios eróticos entre ellos que no pertenecen a un grupo poblacional gay u homosexual, son consideradas como anormales, e incluso más problemáticas que las relaciones gays? ¿Por qué la prohibición de la reflexión de sexualidades entre hombres en contextos afros, esta siendo utilizada como mecanismo de explotación de sus cuerpos, bien sea en el ejercicio de la hegemonia de su penetración (los que lo hacen por poder) o como la unica posibilidad de saciar su satisfacción (los que lo hacen por placer)? Si quisiéramos graficar ésta realidad que aparece, Podríamos decir que hay una pregunta por la eroticidad, que de entrada muestra una realidad, que hace referencia a lo normal y lo anormal, donde lo erótico es normal siempre que este validado por un grupo social, y aplica a aquel o aquella de quien podemos hablar en referencia a ese grupo social, llámense heterosexuales, homosexuales o bisexuales, claro aquí hay una desventaja los grupos homosexuales y bisexuales, frente a los heterosexuales, como lo habíamos planteado anteriormente, pues ellos, representan una hegemonía de género y una adecuación a las construcciones sexuales establecidas desde la moralidad social. Mientras que los no heterosexuales, por su parte, son un grupo social en desventaja dentro de su “normalidad” en relación con los heterosexuales, pero sus practicas eróticas, por suscribirse a esa comunidad tienen cierta validez en la medida en que sectores sociales van naturalizando sus construcciones sexuales con leyes y normas de aceptación . Sin embargo, aparecen unos individuos que lejos de las coyunturas de grupos poblacionales cohesionados, se asumen en prácticas eróticas entre el mismo sexo, pero que no se suscriben al escenario de lo homosexual, situación que hace que de un lado se complejise su vida sexual, pues no solo no es heterosexual, como normalmente se espera, sino que no se asumen dentro de esa minoría de no heterosexuales (homosexuales) quienes en su ideología de grupo expresan y sostiene su elección sexual. Estos individuos de inmediato son llevados a lo anormal, una anormalidad invisibilizada que es más aguda cuando se trata de hombres que de mujeres por los procesos culturales permeados de machismo y patriarcado que aún son evidentes. Desde el arte, se han adelantado innumerables producciones en lo erótico, sin embargo, quiero suscribirme mi pregunta de investigación a identificar que pasa en lo erótico en la ciudad de Cartagena, región Caribe cuando se expresa en las relaciones sociales entre hombres, que es mi espacio de movimiento, de producción de trabajo, En ésta ciudad, ampliamente leída como erótica y seductora por sus cuerpos expuestos, sus temperaturas que obligan a al desnudez y por sus orígenes corporales afro descendientes marcados por el placer y el deseo; hay una discusión binaria entre un erotismo que es visto como normal por las acciones del turismo y de la alta valoración de la sexualidad y de otro lado un erotismo entre hombres que es negado y en la mayoría de las veces y es visto como anormal, es en ese escenario, donde ese ejercicio erótico no se nombra no se reconoce por no suscribirse a los grupos normales (heterosexuales) o anormales (homosexuales) que se evidencian en Cartagena. Ese erotismo anormal, invisibilizado, en los hombres, lo llamaremos homoerotismo, no clasificando el homoerotismo únicamente en lo gay, sino como todo aquel hombre biológico o no, que siente inclinación erótica, sin suscribirse a este grupo poblacional o a sus particularidades de agrupación, entonces tenemos que diferenciar practicas homoeroticas o sexuales entre hombres y practicas de orientación sexual, entendiendo que la primera puede incluir la segunda, pero que no necesariamente la segunda contiene a la primera; además es pertinente a ésta altura hacer la aclaración de ¿cuál el la diferencia de un hombre que tiene experiencia homoerotica y un hombre gay? La respuesta es que un hombre gay es el que tiene ejercicio erótico pero además una identificación con unos valores comunitarios a lo que se llama homosexualidad o interés, además de erótico, afectivo por otros hombres, razón que no es necesaria y que casi siempre es inexistente o no es importante en mi análisis de identificar las practicas eróticas entre hombres que tienen sexo con otros hombres en espacios de Cartagena. Esta es la realidad que asombra: ¿cómo aparece y cómo hacer aparecer las manifestaciones de esa eroticidad masculina?. Para ello propongo tres niveles de discusión, al nivel del activismo político, la pregunta por el cuerpo y la reflexión de los referentes sociales. La reflexión por el reconocimiento de Hegel, puede resultar aportante en éste nivel de discusión del artista: en el s mil del “esclavo que lucha con su amo de manera transitoria para que su vida privada tenga la garant a publica”, all la lucha aparece como garantía para proponer asuntos que jamás han sido expuestos o que de entrada son descalificados porque están en desigualdad de condiciones o las jerarquías sociales impiden su surgimiento, en ese orden de ideas, cuando el artista tiene que asumir en público, algo del mundo de lo privado lanza preguntas para garantizar niveles de normalidad y visibilidad, claro, su olfato e intuición artística le permiten proponer en que momento se tiene que develar lo privado en lo publico para volver a lo privado si es el caso o quedarse en lo público si es su pretensión; asunto que hace del activismo político del artista un escenario de conceptos en movimiento de la sociedad, que al materializarlos en lo publico pueden generar reflexión social garantizando interés en lo privado, en lo que hasta ahora solo se evidenciaba desinterés o desinformación. En ese escenario se instala, en el caso particular la pregunta por el cuerpo, otro nivel de análisis, donde lo erótico no es otra cosa que expresión corpórea del ser humano, sin embargo, se debe luchar contra la idea de que la sociedad a buscado “racionalizar lo erótico”, cuando lo asume en la categor a de “normal y anormal”, tratando de condicionar el cuerpo frente aquello que al cuerpo le puede parecer erótico, en la medida que responda a una racionalidad tal como lo discutía Freud, obligando a que el cuerpo aparezca en un binario: “como un veh culo que expresa deseo, y como un objeto cosificado”, el primero hace referencia el cuerpo que a través de los sentidos esta percibiendo emociones con los otros y el segundo, cosificado, cuando el cuerpo es predeterminado para ciertos placeres según los intereses de quien domina las jerarquías sociales o las reifica, ambos escenarios para el cuerpo en la modernidad, están determinados por lo racional. Cuando yo soy hombre, mi cuerpo se ve obligado por lo racional, a emocionarse con aquellas cosas y personas y zonas que la sociedad me valida, pero además mi cuerpo que es cosificado empieza a tener niveles de mayor o menor valoración erótica según los intereses del medio, por ejemplo, si soy joven entonces mi cuerpo es mayor vehículo de eroticidad y si no responde a belleza entonces es menos erótico y allí se empiezan además a entrecruzar relaciones de cosificación social a mayor o menor escala. Finalmente aparece, el referente social, que es la indagación para determinar en referencia al proceso, en que teoría se instala la sociedad para racionalizar esto y controlarlo en algunos casos a partir de las propuestas teóricas de la teoría de la complementariedad corporal y la procreación, como lo propone la antropología cristiana, dándole al cuerpo un papel meramente reproductor y enajenando su deseo, entonces lo erótico se pierde incluso en el escenario de las relaciones heterosexuales que se ven sumidas a la procreación. Pero de otro lado y en los últimos años surgen propuestas desde la Psicología social y la sexualidad para que más allá de la procreación se asuma la sexualidad desde el placer, donde la eroticidad es complementaria e incluso no esta suscrita al ámbito de la procreación, sino que puede leerse solo como disfrute de los cuerpos que no tiene que estar relacionado con su orientación sexual; sin embargo, a un hombre le cuesta ver eroticidad en su “culo”, porque la sociedad lo ha llevado sentirla solo en el pene( órgano de la procreación). Esto tiene que ver con los referentes judeocristianos, donde la teoría de la procreación entiende por su parte, que el cuerpo es un instrumento, que esta puesto para un fin determinado: la prolongación de la especie humana. Donde el deseo y la exploración son totalmente aniquiladas. La eroticidad entre hombres, asunto de nuestra indagación, esta reservada al escenario de lo privado sin garantías de deseo y exploración, aparece el cuerpo como un asunto cosificante y altamente moralizado por la teoría de la complementaridad, asunto que plantea retos no solo metodológicos, sino también transformadores para el quehacer del artista donde tomare con ejercicios subsidiarios, la teoría Queer que replantea los binomios deterministas de la sociedad desde la sexualidad y el activismo político como escenario de propuesta transformadora y provocadora de revisión del entorno social. Podríamos hablar que en referencia a la eroticidad, tal como es asumida en la sociedad a partir de sistemas de vida o de entramados sociales donde en diferentes niveles se dan asomos de experiencia seductora y de complacencia con el deseo entre hombres, suscrito a un macrosistema, un exosistema y un microsistema en el modelo ecológico. 1. El Macrosistema es asumido como el contexto mas amplio de entender la eroticidad, que nos remite a las formas de organización social, los sistemas de creencias, estilos de vidas, que prevalecen en una cultura, entre otros, que en nuestro caso lo suscribimos a la sociedad caribeña. 2. El Exosistema que constituye el nivel intermedio formado por la comunidad mas próxima a las prácticas eróticas; que incluye las instituciones mediadoras entre el nivel de la cultura de la regulación y el nivel de placer individual, es decir el exosistema son los ambientes en los que se da el ejercicio de lo erótico de los cuerpos humanos, que en nuestro caso referimos ambientes de marcación masculina. 3. El Microsistema, que lo entendemos como la referencia a las relaciones “cara a cara”, que constituyen la red de vinculación mas próximas de las personas; o sea es el encuentro propiamente erótico en los escenarios masculinos que permite la seducción y el placer consciente o inconsciente entre los hombres. Finalmente no se puede perder de vista, que la preocupación por la trata de personas que se da en escenarios de sexo entre hombres, parte de una realidad social,: machista, jerarquica y utilitarista del cuerpo, contexto que hace tan difícil las practicas homoeroticas. Los sistemas de vida que en nuestro caso se suscriben a Cartagena, en espacios de encuentro como la playa, los partidos de futbol, los espacios públicos y los lugares de divertimento, donde se dan practicas normalizadas de placer y deseo entre sus acciones cotidianas, nos obligan a denunciar coercividad en ellos y propiciar nuevas visiones de su uso, pues son escenarios que sirven de excusa para desarrollar un “homoerotismo”, en relación con: Un contexto, un medio, una experiencia pero de otro lado la clandestinidad, lso cruces con los turistas y las redes de lugares, encuentros y transacciones se mimetizan entre la ilegalidad y la presion de lo actores ilegales que controlan los cuerpos y explotan la vida de gna de los palenqueros, raizales negros y afro descendientes. BIBLIOGRAFIA. • BAUMANN, Zygmunt. 2007. Amor Líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Fondo de Cultura Económica. España. Boja Jordi. 2003. La Ciudad Conquistada. Madrid, Alianza Editorial. Bourdeu, Pierre (2000). La dominación masculina. Buenos Aires: Anagrama. Butler, Judith (2001) El Género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. México: Paidós. Butler Judith. 2002. Cuerpos que Importan. Madrid: Paidos. Careaga, Gloria (2001). Orientaciones sexuales alternativas e identidad, en Gloria Careaga Pérez y Salvador Cruz Sierra. Sexualidades diversas: aproximaciones para su análisis. Fundación Arco iris por el respeto de la diversidad sexual, Programa Universitario de Estudios de Género, UNAM. México Castañeda Marina. 2000. La Experiencia Homosexual. Para Comprender la Homosexualidad desde Dentro y desde Fuera. México: Paidos. Castells, Manuel (2000) La era de la información. Volumen III: El poder de la identidad. Siglo XXI Editores. México. Eribon Didier. 2000. Identidades. Reflexiones sobre la Cuestión Gay. Prólogo de Oscar Guasch. Barcelona: Bellaterra. Frazer, Nancy (1997) Iustitia interrupta. Reflexiones críticas desde la posición “poscolonialista” Bogot Siglo editores Foucault, Michel. (1990). Vigilar y castigar. México, Siglo XXI. Gamboa, Pablo. 2003. El sentido Urbano del Espacio Público. En: Revista Bitácora, Urbano territorial No 7 Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. Gil, Franklin (2008) “Racismo, homofobia y sexismo Reflexiones teóricas y pol ticas sobre interseccionalidad” En Wade P et al Raza, etnicidad y sexualidades: ciudadanía y multiculturalismo en América Latina. Universidad Nacional de Colombia, Universidad del Valle, Centro Latinoamericano de Sexualidad y Derechos Humanos. Bogotá. Pp. 485-512. Gómez, María Mercedes (2008) Capítulo 8: Violencia por Prejuicio Sexual. In:MOTTA, Cristina; SAEZ, Macarena. La Mirada de los Jueces: sexualidades diversas en la jurisprudencia latinoamericana: Tomo II. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, Red Alas. Gutiérrez de Pineda, Virginia (2000). Familia y cultura en Colombia. Quinta edición. Medellín, Universidad de Antioquia. Honnet, Axel (2005) reificación y reconocimiento, conocimiento. Buenos Aires. Jimeno, Beatriz. 2008. La Construcción de la Lesbiana Perversa. Visibilidad y Representación de las Lesbianas en los Medios de Comunicación. Barcelona: Gedisa. Laplanche, J. y J.B. Pontalis. 1981. Diccionario de Psicoanálisis. Barcelona: Editorial Labor. Pp. 349. Gómez, M. M. 2006a. Op cit. Pp. 21. Meertens, D., Viveros, M. y Arango, L. G. (2005). Discriminación étnico–racial, desplazamiento y género en los procesos identitarios de la población negra en sectores populares de Bogotá. Ponencia presentada en el Seminario Internacional Pobreza, exclusión social y discriminación étnico–racial en América Latina y el Caribe. Clacso–Crop y Cidse. 24-26 de noviembre de 2005. Cali. NUSSBAUM, Martha. 2006. El ocultamiento de lo humano. Repugnancia, vergüenza y ley. Kazt. Buenos Aires. SANGRONIS, Joel. Ecología y posmodernidad. En: www.cneq.unam.mx/cursos_diplomados/diplomados/medio_superior/ens_3/8_mat erial_didactico/mat.../posmodernidad.doc. Consultada el día 17 de abril de 2009. Viveros, Mara (2002). De quebradores y cumplidores. Bogotá: CES–Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.