“Confío poco en la resignación y, en cualquier caso, prefiero la resistencia” Montse Dopico. Original (en gallego) aquí . Berta Dávila vuelve a situar a sus personajes frente las fronteras en su novela, El último libro de Emma Olsen , con el que ganó el VII premio de narrativa breve Repsol. Hablamos con ella en esta entrevista. Una escritora que sabe que va a morir vuelve a su pueblo de nacimiento para enfrentarse con su pasado. Para traspasar su última frontera. Así comienza la nueva obra de Berta Dávila, El último libro de Emma Olsen , editada por Mar Maior1 . La autora le da, de alguna manera, continuidad en esta novela a reflexiones que empezara mucho atrás, y que su último poemario, Raíz da fenda, apuntaba. Lo cuenta ella en esta entrevista. La muerte, la consciencia de la muerte, es el punto de partida en el libro. Una mujer cuenta lo que guardó porque sabe que va a morir. También en Raíz da fenda estaba muy presente la muerte. Como en Dentro … El enfoque, acostumbra a ser, en tus libros, (también en este último), el contraste, la tensión entre el amor y la muerte. ¿Por qué? En Raíz da fenda la muerte y la enfermedad son los detonadores que llevan a la voz poética a afrontar finalmente la ausencia del otro, a asumir el hueco y la carencia: el luto vivido desde la perspectiva de la que espera a la expectativa de sanar las heridas más difíciles. La relación que se establece entre la muerte y el desamor en el libro es la identificación de éste como pérdida o carencia, como un proceso de abandono con algunas concomitancias con respecto al luto en sí. Se trataba de poner sobre la mesa las heridas, todos los abandonos. Creo que la herida profunda es la clave del libro, hacer de la literatura una herida abierta, expuesta sin cobertores, para quien la quiera recibir, sin ocultaciones y máscaras que la vistan con retóricas festivas. La muerte de Emma Olsen acerca una visión diferente, ya desde el momento en el que se escoge hacer una confrontación en primera persona con esa última frontera, una frontera que el personaje, lúcido siempre, y también casi siempre desafectado, decide atravesar escribiendo sobre algo importante. Y, en ese sentido, el amor es algo importante, todos los tipos de amor, rendir cuentas con los afectos que marcaron una vida entera. De 1 Nota de la traducción, el original Editada por Galaxia alguna manera la relación de deuda y de retirar las máscaras es lo que une los dos libros. El proceso de escritura que relata Emma en El último libro de Emma Olsen tiene ciertas concomitancias con mi propio proceso de escritura de Raíz da fenda , no en un sentido biográfico, como es obvio, pero sí como proceso creativo La protagonista, Emma Olsen, es una escritora de éxito. Al principio de su relato hace una reflexión: parece que la crítica necesita hacer lecturas políticas de los libros, como si no fuese suficiente con escribir “sobre lo que queda de la infancia, sobre la identidad, sobre las fronteras o sobre el color del vértigo. De fronteras iba, precisamente, Raíz da fenda : del paso de la infancia a la etapa adulta… ¿ Es El último libro de Emma Olsen entonces, otra manera de acercarse al mismo tema? Creo que Emma sabe cuando hace esa afirmación, y yo comparto esa idea, que la conformación de la identidad tiene que ver mucho con las fronteras que decidimos atravesar y las que no. Pienso también que el conflicto identitario individual es una cuestión que admite lecturas políticas en el sentido amplio de la palabra. Para mi la identidad personal tiene fundamentalmente relación con la elección, con la capacidad de situarnos en un espacio determinado y no en otro, en un espacio que se puede llamar Faith pero que también puede ser simbólico. Creo que de igual manera que las personas atravesamos en algún momento ese límite difícil que es asumir la condición de adulto y pelear por el propio desarrollo autónomo, también lo hacen las sociedades, en procesos colectivos pero igualmente complejos, multifactoriales y dolorosos. Esa es una de las posibles lecturas políticas, pero es sólo mi perspectiva cuando afronto la escritura. Igual que en Raíz da fenda la familia es el enlace de identidad con el que hay que romper para madurar, Emma Olsen tiene que romper las cadenas que la atan a su amiga Clarissa, y a su propia familia, que no la acepta como es. Todo el libro viene siendo, desde esta perspectiva, una historia de una lucha por la libertad ¿no? Yo diría que es la historia de una lucha por la diferencia, la lucha de una serie de personajes anodinos que no tienen historia y pelean por tenerla, por se algo por sí mismos. Y es, sobre todo, la lucha de Emma por aceptar los costes de esa pelea constante por la diferencia, una diferencia que no llega sin más sino que hay que buscar, como hace Clarissa. En ese sentido pienso que el libro propone, con todo, una victoria entre la visión del mundo de Emma, que si consigue regresar a Faith, asumir las que fueron sus elecciones, y rendir las cuentas necesarias, con respecto a la visión perturbadora de Clarissa, que necesita constantemente corromper los límites por sus bordes pero se vuelve incapaz de penetrar en ellos porque no es suficientemente valiente. Es determinante el espacio: Faith, un lugar de América donde nunca pasa nada interesante hasta que descubren un ser prehistórico. Pero podría ser cualquier pueblo de cualquier parte del mundo, por ejemplo, Galicia. Hay una mirada a una sociedad opresiva, de disimulos, abandonos y esperas eternas… ¿Es de alguna manera el retrato de sociedades reales concretas? Puede ser el retrato de muchos tipos de sociedades limitadoras y opresivas, a diferentes escalas. Hay familias que son como Faith y que no son ciudades, pero actúan así sobre sus miembros, anudándolos a una serie de preconceptos y requisitos que predefinen de antemano quién es la persona que forma parte de ellas y que la obligan a la ruptura, a marchar de allí, por propia supervivencia. Hay también instituciones que son así, lugares de trabajo que son Faith, pueblos y pequeñas ciudades con sus círculos miserables de relación donde cualquiera puede sentirse igual que Emma aunque no se llamen Faith. La confrontación entre el individuo y el colectivo o colectivos sociales e interpersonales de los que forma parte es un tema que me interesa mucho. Ambientar esta historia en Faith me permitió recrear todas esas cuestiones en una microsociedad diseñada a medida para tumbar una manera de afrontar este tipo de trances. Hay un contraste entre la personalidad de Emma y la de Clarissa. La rebeldía de la segunda acaba desvelándose como otra cosa. La dependencia de emma llega a ser anuladora para ella… y quizá no saldría de ella de no ser por la influencia de otro personaje, un profesor. ¿Quisiste subrayar en este libro la peligrosa frontera entre amor y dependencia ? Es una novela sobre límites, el límite de la amistad y la asimilación, el chantaje emocional como la más peligrosa de las armas, y la necesidad de ser generoso en los afectos. Creo que el señor Montana es el único personaje del libro que es verdaderamente generoso en el amor, el único que no entrega para recibir. Eso es lo que Emma aprende. Y por eso, más tarde, es quién de descubrir el amor por la pareja en el caso de Susan, que apenas forma parte de la novela, el amor de la amistad, como le ocurre con John, y el amor por la hija, Linda, que sí son afectos generosos en la medida en que no reclaman nada. Eso es buena parte de lo que Emma aprende del señor Montana en términos de afectos y a través de la literatura: la necesidad de entregar sin esperar un intercambio. Creo, a veces, que también es lo que hace el escritor cuando es honesto en la escritura: entregar una parte de sí propio sin razón y sin búsqueda. No siempre, en el acto de la escritura existe también una frontera difícil entre el amor y la dependencia. La narración está montada sobre una triple estructura: el relato de Emma y las anotaciones del editor y del traductor. Esto permite hacer la historia más verosímil. ¿Era el objetivo? No lo era al principio. La idea era buscar una manera de introducir la bibliografía literaria de emma de manera que el lector percibiera un esquema de su mundo literario. Pero no resultaba razonable que una voz en primera persona introdujese determinadas claves en el transcurrir de su discurso novelesco que nada tienen que ver, o sólo en parte, con la historia que le interesa contar. Emma introduce las reflexiones que considera oportunas y el traductor y el editor anotan lo suficiente para que el lector entienda. Lo que ocurre es que, para jugar a ese juego, hay que hacerlo por entero, por eso también se incluyen otro tipo de notas que corresponden a las que pondría un traductor sobre cuestiones más convencionales como las unidades de medida, o un editor para lo que tiene que ver con aclaraciones históricas que considera relevantes. En un momento, Emma explica cómo escoge la poesía. Comenta que, a los 17 años, todos los poemas hablan de ti misma. Y que quizá la escritura es una manera de resistencia. Es inevitable no pensar en ti, cuando afrontabas tus primeros poemarios, siendo muy joven. ¿Es la escritura, entonces, un modo de resistir, de negar el desamparo? ¿ O es como una enfermedad contagiosa, tal como dices en El arte del fracaso ? Fué diferentes cosas en distintos momentos, fué a veces catarsis, a veces necesidad o dependencia. También se escribe por vanidad, por supervivencia o para negar o acusar una diferencia. Creo que mi perspectiva personal, la de ahora, sobre la escritura, es muy coincidente con la de Emma. Es lo que escogí hacer, una de las pocas cosas que para mi son importantes y que pude escoger por mi misma. a mi la literatura también me llevó lejos de Faith. En tu poesía hubo un intento de depuración del estilo, con el paso del tiempo. ¿Podría decirse lo mismo de tu narrativa? Esta es una obra cortita en la que cada frase está medida. Si que lo hay, cada vez soy más maniática y corrijo más, en ocasiones resulta paralizante y poco útil. También sucede que no es lo mismo el tiempo que dedicaba a la escritura en el caso de los primeros libros con respecto a lo de ahora. Eso también tiene que ver con el cambio de concepto del proceso. Aún así, creo que una vez que el libro ya está cerrado y en manos de los lectores hay que aprender a quererlo como una marca del tiempo vivido, aceptar lo que eras cuando lo escribiste como una señal de un recorrido. Y seguir recorriendo lo que sea. Aunque a veces parece que Emma se deja llevar un poco por la inercia ( con Bill, después con el padre de la hija ... ) , en realidad, es tal vez uno de los pocos personajes del libro que toma decisiones conscientes . Clarissa no deja nunca de huir, como las dos imaginaban de pequeñas . Y Emma paga el precio del dolor, la soledad . Se arriesga al fracaso, como decías en El arte del fracaso. ¿Es esa su fortaleza en el fondo? La fortaleza de Emma es reconocer, y ser quien de procesar lo vivido, también lo vivido en forma de inercia, y aunque sea a posteriori y sólo en el momento de la muerte. Es ser capaz de volver a Faith para contarlo. Fracasando para todos, Emma se vence a sí misma. Lo hace también cuando se va de allí. Yo creo que el fracaso es a veces una elección que hay que saber elaborar interiormente, confío muy poco en las cosas que suceden porque sí, que vienen dadas desde no se sabe dónde. Confío muy poco en la resignación y, en cualquier caso, prefiero la resistencia. Este libro, precisamente, El arte del fracaso , fué traducido al japonés. ¿Cómo es que te traduzcan un libro a una lengua completamente extraña para ti? Es fantástico y hermoso, extraño también, pero la sensación de poder estar en las manos de personas absolutamente ajenas, que hablan una lengua que en nada tiene que ver con la mía es muy bonita, un salto al vacío. ¿Tienes algún otro proyecto entre manos? ¿En qué consiste? Estamos ahora esperando, Inma Doval y yo, por un proyecto en común, un albúm ilustrado para niños, que va a editar Biblos a principio de este año que entra. Es un texto que escribí sobre la guerra y el exilio, para niños que hacen preguntas, y al que Inma le construyó un mundo hermoso y especial con la pintura. Este proyecto concretamente me hace mucha ilusión.