ARTURO BAREA, LA VERDAD COMO ARMA El contenido del cuento «Proeza», Barea lo incluyó también en La llama1 (1946), la tercera parte de su famosa trilogía La forja de un rebelde. Allí, lo que en el cuento son dos páginas, se ve reducido a sólo media, en una narración más directa. Entre una versión y otra del relato, existen diferencias no sólo en su extensión. En el texto de La llama, publicado ocho años más tarde que el cuento, no sabemos si por una confusión o como licencia literaria, Barea mezcla los datos de identificación de la pequeña de cuatro años herida por la metralla con los de su hermano de seis años, que quedó cojo a causa del bombardeo. Las diferencias entre ambos textos son evidentes: «(...) Uno de los niños, de seis años, quedó tendido en el suelo, vivo, falto de un pie y la espalda abierta4. Otro de diez años5, ileso, pero echando sangre por sus orejas, reventados sus oídos por las explosiones, salió corriendo, llevando a través del campo el cuerpo de la hermanita6 menor de cuatro años. Lo llevó él mismo hasta la casa de socorro: había recibido el polvo de la metralla y tenía más de cien heridas diminutas en su cuerpecito». «Proeza», 1938 «Un chiquillo, a quien habían amputado el pie en el hospital General, de cuatro años, tenía su cuerpecito cubierto con más de cien heridas de metralla pulverizada. El chico mayor con los oídos sangrando, reventados por la explosión, lo había llevado a cuestas a la casa de socorro». La llama, 1946 Sin embargo, en La llama añade más información sobre lo que para él supuso el bombardeo sobre Vallecas: «Me había imaginado que ésta sería una buena historia para ilustrar las consecuencias de la no intervención, pero indudablemente yo no entendía una palabra de lo que se vendía en el mercado extranjero, ni lo que la opinión pública extranjera quería saber»2. Se refiere irónicamente al llamado «Pacto de no intervención», propuesto por Francia y firmado por 27 países europeos, entre ellos Alemania, Italia y la URSS. Un pacto que para estos tres últimos quedó en papel mojado, pues el apoyo a un bando o a otro fue constante durante toda la contienda. En el caso de la Alemania de Hitler, sus Junkers JU52 fueron utilizados durante toda la guerra, como transporte de tropas rebeldes o como terrible bombardero sobre ciudades y pueblos del bando republicano. Como responsable de la Oficina de Censura Prensa Extranjera de la República, Barea era consciente del impacto que un hecho tan terrible y dramático podría tener en la opinión pública europea, al evidenciar la crueldad de la intervención alemana en el conflicto español. Aún a pesar de su cínica afirmación sobre su propio desconocimiento de «lo que se vendía en el mercado extranjero». Asimismo, en la versión del relato publicada en La llama, añade una velada crítica a la creciente insensibilización que la prensa –suponemos que extranjera– sentía ante hechos como el ocurrido en Vallecas: «Había encontrado al padre de tres niños asesinados allí y pensaba que podía hacer lo que los periodistas nunca hacían, porque estas incursiones ya no tenían importancia para ellos»3. Por tanto, al valor literario de ambas narraciones hay que sumar el del testimonio periodístico fidedigno de los hechos acontecidos. Como dice José Rodríguez Richart: «las narraciones de Valor y miedo tanto como la famosa trilogía La forja de un rebelde, como también, por lo demás, las famosas charlas que Barea daba por la radio «La Voz de Madrid», son versión directa, verídica y fiel de lo que Barea ha visto y vivido (...) Todas ellas, en conjunto, pueden considerarse como un documento testimonial de valor innegable sobre los acontecimientos que describe, es decir, concretamente, en el caso de La llama y de Valor y miedo, sobre la conflagración civil española y en especial el sitio de Madrid»4. A esto, el historiador y editor de la obras de Barea, Nigel Townson añade que hay que interpretar los cuentos del autor extremeño en los términos de su labor como «propagandista y censor de la República –de hecho, muchas de las narraciones aparecieron primero como artículos en su programa de radio– como en relación de estar escribiendo en pleno conflicto bélico. En otras palabras, él consideraba sus relatos, al igual que sus programas radiofónicos, como un medio más de lucha contra el enemigo»5. En el capítulo V, titulado «El Frente». BAREA, ARTURO. La forja de un rebelde. Editorial Debate. Barcelona, 2000. Pág. 757. Ídem. 4 RODRÍGUEZ RICHART, JOSÉ. «Algunos aspectos de La forja de un rebelde». Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas. Vol. III. Promociones y Publicaciones Universitarias. Barcelona, 1992. Pág. 227. 5 TOWNSON, NIGEL. En la Introducción de Cuentos completos, de Arturo Barea. Editorial Debate. Barcelona, 2001. Pág. 9. 1 2 3