“Si he de morir mañana que me maten de una vez” Dos hechos ocurridos recientemente en la frontera de México con los Estados Unidos están produciendo un cambio importante en la opinión pública norteamericana y, por lo tanto, en las políticas frente al narcotráfico en la región transfronteriza: por un lado, los cárteles mexicanos están generando complicidad en las autoridades estadounidenses, al extremo que el FBI considera que los agentes federales ubicados en la frontera con México son una “amenaza real para la seguridad nacional”. Solo el año pasado se realizaron más de 100 detenciones y más de 130 policías estatales y federales fueron procesados por actividades ilícitas en la frontera. Entre 2008 y 2009 fueron detectados más de 400 funcionarios infiltrados. Y, por otro lado, el domingo 14 de marzo pasado se produjo el ajusticiamiento de tres funcionarios del consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez –dos norteamericanos y un mexicano-, que se suman a los 5 mil quinientos homicidios vinculados al narcotráfico que se han producido en esta zona desde que Felipe Calderón asumió la presidencia de México. En toda la República mexicana han fallecido más de 18 mil personas en el mismo período y por la misma causa. En México y en los Estados Unidos se cuestiona con fuerza la política implementada en la frontera, al extremo que el diario “The Wall Street Journal” afirmó el jueves último que la política desarrollada por el presidente de México, Felipe Calderón, en Ciudad Juárez ha sido un verdadero fracaso. El Washington Post afirma que “para el gobierno democrático de Felipe Calderón, ésta se ha convertido en una lucha por la sobrevivencia –una guerra tan sangrienta y tan importante (para Estados Unidos) como las que se luchan en Irak, Afganistán o Pakistán”.Y en el caso de México, los influyentes diarios como Excelsior, Milenio y La Jornada, entre otros, también cuestionan con fuerza y rigor la política impulsada. Es más, el periódico El Universal señala que estas acciones han “puesto a prueba la estrategia antidrogas del presidente Calderón e incluso su presidencia”. Estas expresiones de violencia y las reacciones de los medios de comunicación muestran el verdadero fracaso del denominado Plan Mérida impulsado por los EEUU para México, El Caribe y Centro América; que –de alguna manera- es la continuidad del Plan Colombia y Plan Patriota para Colombia. El Plan Mérida suponía una erogación de 500 millones dólares anuales para México, 100 millones para Centro América y 50 para El Caribe, por un lapso de 3 años iniciados desde 2008. Y la salida a este fracaso –como ocurre con la ortodoxia- se encuentra en el apoyo a la lógica de “más de lo mismo”, mediante la prolongación de la Iniciativa Mérida, que es apoyada por los secretarios de Estado, Hillary Clinton, y de Defensa, Robert Gates. Hoy el general Victor Renuart, jefe del Comando Norte de Estados Unidos, considera que la guerra al narcotráfico en México durará entre 8 a 10 años más y que para que este plazo sea efectivo, Washington debe seguir otorgando capacitación a México, sobre la base del modelo integrado de seguridad pública y militar que se ejecuta en las operaciones desarrolladas en Afganistán e Irak.