REVISTA ELECTRÓNICA DE PSIQUIATRÍA Vol. 1, No. 2, Junio 1997 ISSN 1137-3148 Psiquiatría y literatura. A. Rodríguez López ARTÍCULO ESPECIAL Universidad de Santiago. Servicio de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Universitario. Correspondencia: A. Rodríguez López. Comunicación presentada en las 2as. Jornadas de Actualización en Psiquiatría (Palma de Mallorca, 1996). Trabajo reproducido con permiso del autor. "Cada persona es una historia. Existen tantas historias como vidas haya y hay muchas historias dentro de cada vida. La historia que se necesita es la que esclarece el tema clínico de turno". "Las historias no son datos, no son la materia prima o las observaciones elementales que forman la base para una inferencia o una interpretación, sino que ellas mismas son interpretaciones que relatan, en forma narrativa, hechos o sucesos desde el pasado del enfermo hasta sus síntomas actuales, de manera tal que parece entenderse el desarrollo de éstos". "Las historias no son hechos fácticos, aunque en parte puedan constituirse a partir de ellos. La historia es una construcción sobre las relaciones entre acontecimientos, un conjunto de hechos fácticos y presunciones, algunos de los cuales son relatados por el enfermo y otros son asumidos por el autor". Estos párrafos, entresacados de un texto de McHugh y Slavney (1), ¿son Psiquiatría o Literatura?. ¿Es la historia clínica obra del médico o del paciente o el resultado de la colaboración entre ambos?. Preguntas similares se han planteado respecto a la creación literaria. Al reflexionar sobre estos problemas que representan una de las líneas más recientes de la evolución psiquiátrica, la técnica de las NARRATIVAS, de Kleinman, o LIFE STORYS, de McHugh y Slavney, acudió a mi memoria, como en un flash-bock, el nombre de Mircea Ella de y el mito del eterno retorno ¿Estaremos cerrando un ciclo histórico en la Psiquiatría y volviendo a los orígenes? "El pasado no es sino la prefiguración del futuro. Ningún acontecimiento es irreversible y ninguna transformación es definitiva. En cierto sentido, hasta puede decirse que nada nuevo se produce en el mundo, pues todo no es más que la repetición de los mismos arquetipos primordiales; esa repetición, que actualiza el momento mítico en que el gesto arquetípico fue revelado, mantiene sin cesar al mundo en el mismo instante auroral de los comienzos. El tiempo se limita a hacer posible la aparición y la existencia de las cosas. No tiene ninguna influencia decisiva sobre esa existencia, puesto que también él se regenera sin cesar", escribía Mercea Eliade (2). Echemos una hojeada a la historia de la Psiquiatría, vista desde la perspectiva de su implicación con la Literatura para poder acercarnos a una respuesta convincente, ya que, salvo en el caso del Psicoanálisis, cuya interacción con la Literatura es intensa y evidente, como ha puesto de manifiesto entre nosotros el Prof. Guimón en un libro relativamente reciente (3), estas disciplinas han seguido caminos paralelos sin apenas puntos de contacto, cosa tanto más sorprendente si, como decía Saint-Benve, la Literatura representa la conciencia de la humanidad, la historia del espíritu humano exteriorizado de forma intelectual, una especie de espejo en el que se reflejan y se concentran los principales rasgos del pasado. Si esto es así, cuesta trabajo comprender la escasa atención prestada por la Psiquiatría, la disciplina que tiene por objeto el estudio y tratamiento de los trastornos del espíritu (en la más amplia y aséptica acepción del término), a la Literatura. ¡Qué enorme caudal de conocimientos, de comprensión del comportamiento humano normal y patológico, de comprensión de la vida en su más amplio y profundo sentido ha ido dejando fuera de su ámbito la Psiquiatría en sus sucesivos reduccionismos debidos al afán de cientificidad, al deseo de matematización, de adopción de un lenguaje matemático, que, como señalaba Berrios, ha conferido tradicionalmente el sello de cientificidad a otras disciplinas. Se salva de este olvido el Psicoanálisis, que como antes señalaba ha concedido una considerable atención a la literatura clásica y moderna. Guimón resaltaba las numerosas aportaciones del psicoanálisis a la literatura y a la cultura en general en relación con aspectos tales como la comprensión de la mitología, las leyendas, los movimientos culturales y artísticos y la influencia de las características psíquicas del autor en la génesis y desarrollo de su obra literaria y artística. La influencia ha sido de tal calibre que Guimón, tomando las palabras a Heller (4), afirma que "lo que distingue a la literatura moderna de la poesía en los mitos de la antigua Grecia es que, en los productos literarios actuales, se pone en evidencia la impronta de una época cuya alma ha sido analizada por Freud y lo que quede de esa Literatura llevará la impronta de una conciencia que Freud ha ayudado a hacerse autoconciencia". Pero no es mi intención seguir aquí por esta vía, para la que me falta formación psicoanalítica y, sobre todo, espacio y tiempo para explorar, siquiera de forma esquemática, la inmensa vastedad de este campo. Mi intento es mucho más modesto; pretendo reflexionar sobre los avatares históricos de la relación entre la literatura y la psiquiatría -en el más amplio sentido de ésta; no sólo en el psicoanalítico- condenadas por su objeto a alimentarse y retroalimentarse indefinidamente, caminando parentemente de forma paralela pero encontrándose, a veces, de forma espectacularmente productiva. Me ayudaré de un sencillo esquema para ir narrando esta relación a lo largo del tiempo (Esquema 1). Sobre las formas de afrontamiento de la enfermedad en la sociedad primitiva se ha escrito bastante y se ha elucubrado mucho, con frecuencia con más brillantez que cientificidad; sin embargo, parece razonable pensar que en una sociedad ágrafa la relación interhumana directa debió representar el medio fundamental de afrontamiento de todos los problemas humanos, entre ellos el de la enfermedad y la muerte. M. Foucault (5) expresa bella mente esta relación cuando escribe: "en el alba de la humanidad, de toda vana creencia, antes de todo sistema, la medicina en su integridad, residía en una relación inmediata del sufrimiento con lo que lo alivia. Esta relación era de instinto y de sensibilidad, más aún que de experiencia; estaba establecida por el individuo, por él mismo y para si mismo, antes de entrar en una red social"... "todo el mundo indistintamente practicaba esta medicina. .. que era transmitida de padres a hijos..." "la decadencia comenzó cuando fueron inaugurados la escritura y el secreto" y el saber médico se hizo esotérico.. "Después que Hipócrates hubo reducido la medicina a sistema se abandonó la observación y la filosofía se introdujo en ella " (1° Reduccionismo). La literatura oral primero, a través de los mitos y las leyendas, fue configurando lugares, personajes, héroes y dioses con poderes curativos, fruto de los ensueños de los humanos, como señalaba Lucrecio "en el ensueño se manifestaron por primera vez al alma de los hombres las espléndidas imágenes de los dioses. Esta idea de la importancia de los ensueños para comprender la otra de las grandes dimensiones de lo humano, sobre la que Freud construyó la concepción psicoanalítica, se encuentra vislumbrada a lo largo de las diversas culturas humanas (Demócrito, Lucrecio, Hans Sachs...) Permítaseme aquí una pequeña disgresión para exponer brevísivamente una concepción de la estructura psíquica que puede ayudar a comprender, no resolver, algunos de los problemas más interesantes de la psicopatología clásica, como el de la integración o no de los cuadros delirantes crónicos en el grupo de las esquizofrenias, que tanto preocupó a Krepelin. En otros trabajos (6, 7) he llamado a este modelo de las "dos suturas antropológicas". De acuerdo con este modelo, el ser humano se socializa e individualiza como resultado de dos grandes procesos estructurantes que dan lugar a dos suturas antropológicas, una biopsicológica, que realiza el engarce entre lo biológico y lo psicológico con formando la estructura psicosomática, la otra psico-cultural, que engarza lo psicológico individual con lo socio-cultural, mediante la interiorización de un modelo propio del mundo externo que per mita la integración de la cultura a la que pertenece el individuo. Ambas suturas no son compartimentos estancos sino que se desarrollan simultáneamente, interfiriéndose mútuamente. Esta sutura psico-cultural representa el magma nutricio en el que nacen los mitos, los ensueños, los delirios parafrénicos y... la poesía. Amigo mío, la verdadera obra del poeta es cifrar y traducir sus ensueños Creedme: la más verdadera ilusión del se le concede en sueños. Todo el arte del verso y del poeta no es mas que la expresión de la verdad del sueño escribe Hans Sachs en Los maestros cantores. Pero volvamos a nuestro esquema. Con la literatura es criba, especialmente con la tragedia griega, los conflictos humanos básicos se ritualizan, se expresan dramáticamente con un fin no sólo lúdico sino también terapéutico. "La evolución progresiva del arte, escribe Nietzsche, es el resultado de la confrontación del espíritu apolíneo y del espíritu dionisíaco, las dos dimensiones básicas de lo humano; de la misma manera que la dualidad de los sexos, engendra la vida en medio de luchas perpetuas y por aproximaciones simplemente periódicas". Estos momentos de tregua negociada, estas aproximaciones periódicas entre los dos grandes instintos son, según Nietzsche, los momentos culminantes de la historia del culto griego, en los que la destrucción del principio de individuación se manifiesta como un fenómeno artístico. Estructuración y desestructuración de la personalidad, culto, rito, mito,... arte... terapia... He ahí el resultado, confuso pero vivo, de ese primer reduccionismo, en el que nace, con Hipócrates, la Medicina como sistema. El segundo reduccionismo, después del triunfo de lo bárbaro dionisíaco durante la Edad Media, es decir, lo dionisíaco sin la templanza de lo apolíneo que caracterizó a la cultura griega, se produce con el nacimiento de la clínica. Ese período, que comienza con la formulación del paradigma de Sydenhan en el siglo XVII, en el que establece la existencia de "entidades morbosas", la consideración de éstas como fenómenos naturales y, en el campo de la Psiquiatría, a la locura como "enfermedad nerviosa", se desarrolla durante el siglo XVIII y cristaliza a finales de éste, como señala Foucault en la obra citada. Esa reflexión de la medicina sobre si misma supone la revalorización de lo percibido más allá de toda teoría, de todo sistema; la descripción más exacta y simple posible de lo percibido establece, en palabras de Foucault, "una nueva alianza entre las palabras y las cosas". Con estos antecedentes inicia, a comienzos del siglo XIX, su andadura la Psiquiatría científica, comienza lo que podríamos llamar "aventura científica " de la Psiquiatría . A partir del paradigma de Sydenhan, resultado de una nueva concepción del mundo basada en la ciencia natural, la locura, reconvertida en enfermedad mental, fue constreñida al reino de lo científico-positivo. Los espectaculares avances de la Medicina durante el siglo XIX con el descubrimiento del origen de las enfermedades infecciosas, y la paralela consolidación "científica" de la Psiquiatría, especialmente en Inglaterra, Francia y Alemania, hizo posible que a finales de este siglo se pudiese sentenciar, como lo hizo Krepelin, que no es que en Psiquiatría se tuviese que trabajar como en Medicina sino que "la Psiquiatría es Medicina". Sobre los avatares de esta evolución he reflexionado con más amplitud en otro lugar (8). Mediante estos sucesivos reduccionismos se fue haciendo desaparecer de la vida humana todo vestigio de su dimensión dionisíaca, cesó aquel fecundo diálogo de la razón y la locura que fue lo más característico y creador de la cultura griega, y lo apolíneo sin contrastes se apoderó de la Psiquiatría hasta desembocar en eso que se conoce como Psiquiatría biológica. Pero, ¿qué ocurrió durante todo ese periodo con la di mansión dionisíaca de la vida de la que no se puede erradicar como el tifus o la tuberculosis?. Aherrojada por el triunfo sin paliativos de lo apolíneo, la locura, como señaló E. Morín (9) se refugió en la voz de los poetas (Hölderling, Nerval, Ataud,... J. Toda la riqueza humana de la locura hay que buscarla en la Literatura. Las auténticas historias clínicas se encuentran en los relatos novelados de los grandes creadores de la novela del siglo XIX, Balzac, Dostoiewski, Tolstoi, Proust, Flaubert, Galdós..., Cervantes se había adelantado, en pleno siglo XVI, a esta técnica narrativa de una psicopatología con perspectivas de totalidad, y Shakespeare había poetizado trágicamente, en la misma época, las grandes pasiones humanas, rayando con frecuencia y, a veces, traspasando los limites de lo patológico: los conflictos paterno-filiales de amor-odio (El rey Lear, Hamlet), la ambición patológica (Macbeth), los celos (Otelo) y tantos otros dramas humanos que están en el núcleo de la psicopatología, fueron genialmente tratados por el gran dramaturgo inglés. Las frías descripciones psicopatológicas realizadas por la Psiquiatría oficial en la misma época ¡qué poco nos dicen de las personas que sufren, en comparación con las magnificas, exuberantes descripciones de los genios de la Literatura! . Las precisas y brillantes descripciones del delirio de celos realizadas por la Escuela psiquiátrica francesa resultan frías e insustanciales en comparación con la riqueza vivida, plena de calor humano y emociones contradictorias del drama shakespeariano: "Por el universo, creo que mi esposa es honrada y creo que no lo es; pienso que tu eres justo; y pienso que no lo eres... Su nombre que era tan puro como el semblante de Diana, es ahora tan embadurnado y negro como mi propio rostro... " "¡Te besé antes de matarte!... ¡No me queda más que este recurso: darme la muerte para morir con un beso!" Con estas profundas contradicciones sufría, mataba y moría Otelo. Casi medio siglo antes de que Freud -más poeta que psiquiatradescubriese las huellas indelebles de la infancia en la psicopatología del adulto, Marcel Proust hacia estas profundas observaciones desde "su" mundo de Combray: "Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte?. Me daba cuenta de que iba unida al saber del té y del bollo, pero le excedía en mucho y no debía ser de la misma naturaleza.. Dejo la taza y me vuelvo hacia mi alma. Ella es la que tiene que dar con la verdad. Pero cómo?. Grave incertidumbre ésta, cuando ella, la que basca, es justamente el país oscuro por donde ha de buscar. " Su obra está llena de geniales intuiciones como ésta en relación con los celos, el sadismo, la utilización de la enfermedad por el enfermo, el aplazamiento del deseo y tantas otras que harían esta relación interminable. ¿Y qué decir de Dostoiewski?. ¿Quién, en el campo de la Psiquiatría, ha profundizado con tan terrible escalpelo en la mente humana y ha desvelado las razones de la sinrazón, la lógica desgarradora del suicidio o del homicidio, /as vivencias aterradoras e inefables al tiempo de los enfermos epilépticos?. Las "historias" de Raskolnikov, del príncipe Mischkin, de la pequeña Nelly, de los Karamazov, y de tantos otros de sus personajes son historias clínicas en el mejor y más profundo sentido del término en las que los "síntomas" están integrados, tienen sentido y se comprenden dentro del conjunto general de la historia. Entre tanto, la Psiquiatría oficial, a través de las técnicas de exploración psicológica y/o biológica, iba construyendo, con retazos de muchos hombres, una especie de monstruo de Frankestein como modelo de identificación respecto al cual comparar a los presuntos enfermos y determinar lo que es normal y patológico. Sin embargo, como señalan McHugh y Slavney en la obra citada, "cuando nos hallamos ante un enfermo, nuestro conocimiento de las enfermedades, de los atributos y de las conductas motivadas no nos permite conocerlo como persona. Su individualidad expresada en sus opiniones y decisiones, en sus estados de ánimo y caprichos, en sus éxitos y fracasos, desafía nuestros conocimientos y exige además otra perspectiva". Perspectiva que, según ellos, es la de las LIFE STORIES. Los hallazgos biológicos respecto a las alteraciones neurohormonales no permiten ese conocimiento. El asesinato de la vieja usurera por Raskolnikov o el del viejo Karamazov por su hijo Dimitri no son el resultado de un paseo nocturno de la serotonina o de la dopamina que ha decidido "correr una juerga ese día", sino hechos integrados en una historia personal e intransferible. Como decía Nietzsche, "el problema de la puede ser resuelto en el terreno de la ciencia". Me preguntaba al comenzar esta disertación si las frases entresacadas de la obra de McHugh y Navney serían Psiquiatría o Literatura. A estas alturas del discurso, la cuestión se presenta irrelevante, ya que ambas son una y la misma cosa; la psiquiatría, al menos en algunas de sus formulaciones, seria una literatura encorsetada por un formalismo seudocientífico,' mientras que la literatura seria una psiquiatría en estado de libertad anárquico. ¡Viva la literatura, viva la anarquía! gritaba enfebrecido y borracho Max Estrella en Luces de Bohemia. La "otra" Psiquiatría, la no biológicista a ultranza, es la culminación de esa vía, no cientifista, heredera de la tradición literaria, del contacto con la vida, que en su caminar guadiánico tuvo fugaces apariciones con el psicoanálisis, con la fenomenología existencial y, después de la Segunda Guerra Mundial, con el movimiento antipsiquiátrico. La extraordinaria proliferación de técnicas psicoterapéuticas que surgieron en esta época no fueron más que el resultado, según R. Castel (10), de esa devolución a la comunidad de su responsabilidad sobre su propia salud mental. El mundo "psi", es decir, la psiquiatrización de la vida y el control sobre la población como efecto espúreo, fue la expresión de esa devolución que está en la línea de aquella relación primitiva del dolor con lo que lo alivia de que hablaba Foucault. En esa situación surgen miles de iniciativas, de programas de prevención, de "terapias para normales", de técnicas que no pasan de ser la expresión de una visión personal e intransferible de la terapia. Las LIFE STORY se encuentran en esta línea, aunque matizada por el origen médico del concepto; son una especie híbrida de las dos vías, científico-positiva y literaria de la psiquiatría . Sociedad "psi", Life story... ¿Estamos ante una vuelta a los orígenes?. ¿Está la Psiquiatría viviendo algo parecido a aquello que U. Eco llamaba la Nueva Edad Media? La Historia clínica, vista desde la perspectiva de la "Lite story" deja de ser un relato de síntomas para convertirse en un símbolo, con todo el poder de persuasión y seducción que un símbolo tiene y que permite situarla más allá de la lógica y de la refutación. Esta perspectiva nos permite comprender el poder curativo del psicoanálisis, que consistiría en la capacidad del terapeuta para "elaborar" o ayudar al paciente a elaborar una historia creíble de su trastorno, independientemente de la veracidad de los datos que la componen. Esta teoría es similar a la "Teoría de la respuesta del lector", última fase de la historia de la Critica literaria, que analiza la obra literaria como una realidad a medio camino entre el texto creado por el autor y la "realización" de ese mismo texto llevada a cabo por el lector, que "rellena" los vacíos de la historia. Parafrenando a Max Estrella: ¡Viva la Psiquiatría! ¡Viva la anarquía! . Referencias 1. McHugh PP, Slavney PhR. Perspectivas de la psiquiatría. Barcelona: Masson; 1985. 2. Eliade M. El mito del eterno retorno. Madrid: Alianza Editorial; 1972. 3. Guimón J. Psicoanálisis y literatura. Barcelona: Kairós; 1993. 4. Keller E. Observations on psychoanalysis and modern literature. En: Kurzweil E, Phillips W. Literature and psychoanalysis. New York: Columbia University Press; 1983. 5. Foucault M. El nacimiento de la clínica. 4a. ed. México: Siglo XXI; 1978. 6. Rodríguez A. Sistemas seudodelirantes culturalmente institucionalizados. An Psiquiatr 1993;9(10):431-5. 7. Rodríguez A. Delirios crónicos: su ubicación nosológica. En: Barcia D. La esquizofrenia. (En prensa). 8. Rodríguez A. De la epidemiología a la antropología psiquiátrica. Rev Psicoanálisis Psicoterapia Analítica 1995;1(2):5-21. 9. Morin E. El paradigma perdido: el paraíso olvidado. Barcelona: Kairós; 1974. 10. Castel F, Castel R, Lovell A. La sociedad psiquiátrica avanzada. Barcelona: Anagrama; 1980. Referencia a este artículo según el estilo Vancouver: Rodríguez López A. Psiquiatría y literatura. Psiquiatría.COM [revista electrónica] 1997 Junio [citado 20 Jun 1997];1 (2):[13 screens]. Disponible en: URL: http://www.psiquiatria.com/psiquiatria/vol1num2/art_7.htm NOTA: la fecha de la cita [citado...] será la del día que se haya visualizado este artículo. info@psiquiatria.com Sumario Principio de página Página principal © INTERSALUD, 1997. Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida sin la autorización por escrito del titular del copyright.