MÉDICOS Y JUECES Detección tardía de carcinoma Los hechos L a paciente, de 39 años de edad, acudió como beneficiaria de una compañía de seguros a la consulta de un médico especialista en ginecología que prestaba sus servicios en una clínica, a fin de someterse a una revisión ginecológica ordinaria. Mediante exploración mamaria externa, el ginecólogo advirtió que la paciente presentaba una masa tumoral de aproximadamente 2 por 4 centímetros en el cuadrante superior externo de la mama izquierda, móvil y no dolorosa. Por ello, el facultativo recomendó la realización de una mamografía. Casi un mes más tarde, la paciente acudió de nuevo a la consulta del citado médico presentándole la mamografía junto con un informe emitido por un especialista en radiología. En dicho informe se hacía constar lo siguiente: “Gran asimetría de las mamas; mama izquierda con abundantísimo tejido glandular y presencia de múltiples nódulos de macrocalcificaciones y microcalcificaciones, que parece de aspecto fibroadenomatoso. Ecográficamente un importantísimo patrón ductal con algunas zonas de aspecto ductal importante sin masas aparentes.” Basándose en el citado informe, el ginecólogo concluyó que la tumoración detectada en la paciente consistía en un fibroadenoma de carácter benigno, por lo que le recomendó que se aplicara un determinado producto en caso de dolor, y que se sometiera a un nuevo control posmenstrual a los 3 meses. Unos 6 meses más tarde, la paciente acudió nuevamente a la consulta del facultativo, manifestando que presentaba fuertes dolores y molestias, y mostrando un fuerte aumento de la tumoración. El médico, sin practicar ninguna prueba complementaria, mantuvo su diagnóstico inicial de fibroadenoma (tumoración de carácter benigno) y recomendó verbalmente a la paciente que fuese operada por un cirujano plástico a fin de evitar una deformidad de la mama. Cinco meses después, y como quiera que los dolores y molestias iban en aumento, la paciente acudió por su cuenta a la consulta de un cirujano. Éste recomendó la necesidad de realizar una nueva mamografía; el informe del especialista en radiodiagnóstico corres- pondiente indicaba el diagnóstico siguiente: “Mama izquierda con retracción del pezón, gran densidad glandular asimétricamente a la derecha, con múltiples microcalcificaciones diseminadas por ambos cuadrantes externos, con engrosamiento de la piel y ecográficamente imagen de masa hipoecoica, irregular y presencia de infiltración grasa y de piel. Sugiere carcinoma inflamatorio.” Ante la gravedad del diagnóstico, la paciente fue sometida pocas semanas después a una intervención quirúrgica consistente en mastectomía radical modificada de mama izquierda y vaciamiento axilar, y se remitieron muestras del tejido extirpado para su análisis anatomopatológico. Dicho análisis confirmó que la paciente presentaba “carcinoma ductal infiltrante de mama izquierda, grado 3 de Bloom, con focos de comedocarcinoma. Metástasis ganglionares linfáticas en 4 de las 10 adenopatías asiladas en el paquete ganglionar del grupo III.” Ante los hechos que acabamos de relatar, la paciente interpuso una denuncia penal contra el ginecólogo que la atendió y las compañías aseguradoras del facultativo y de la paciente. El Juzgado de lo Penal resolvió condenar al ginecólogo, como autor de una falta de imprudencia leve con resultado de lesiones, a la pena de 50.000 pesetas de multa, con 5 días de arresto sustitutorio en caso de impago, así como al pago de una indemnización a la paciente de 10 millones de pesetas y las costas procesales correspondientes; asimismo, el Juzgado declaró la responsabilidad civil subsidiaria de la aseguradora de la paciente. Dicha sentencia fue apelada tanto por el médico condenado, que solicitaba su absolución, como por la paciente, por entender que los hechos eran constitutivos de imprudencia temeraria con resultado de lesiones. La Audiencia Provincial desestima el recurso interpuesto por la paciente y estima el presentado por el facultativo, por lo que acuerda absolver a éste de la falta de imprudencia leve con resultado de lesiones, haciendo expresa reserva —es decir, absteniéndose de pronunciarse— de las acciones civiles para su ejercicio en el orden jurisdiccional civil. El análisis L a sentencia que nos ocupa presenta diferentes aspectos que merecen algún comentario. En primer lugar, es interesante constatar que, para considerar que los hechos puedan ser considerados como delito de imprudencia temeraria –y no como simple falta– no basta con que el sujeto activo reúna la condición de médico; por el contrario, para que la conducta merezca la calificación de delito, se requiere un plus de culpa, que se traduce en la eliminación de la atención más absoluta, no adopción de los cuidados más elementales o rudimentarios exigidos por la vida de relación. Ello no obsta, naturalmente, a que la profesión desempeñada –o, para ser más precisos, la lex artis– sirva para configurar el estándar de conducta aplicable y, a la vista de tal estándar de conducta, determinar el grado de reprochabilidad subjetiva y establecer así si nos hallamos ante un delito de imprudencia temeraria o una falta. También es interesante ver los motivos por los cuales el facultativo es exonerado de responsabilidad criminal. Una de las razones para llegar a tal pronunciamiento fue una cierta dilación y dejación por parte de la paciente en seguir las recomendaciones del médico. Otro aspecto valorado por la Audiencia fue, a la vista del cuadro que presentaba la paciente, el haberla diferido al director médico de la clínica, a través de una llamada telefónica confirmada por éste. Lo anterior deja traslucir, a nuestro juicio, una filosofía que nos parece acertada, consistente en partir de la importancia social y de los riesgos inherentes al ejercicio de la profesión médica, para reservar al ámbito penal aquellas conductas más flagrantes que denoten un grave e inexcusable incumplimiento de los deberes médicos más elementales. En efecto, la vía contencioso-administrativa y la civil –que la sentencia comentada deja expresamente abierta– parecen los cauces naturales para resolver la generalidad de casos de posible responsabilidad médica, mientras que la vía penal debería tener un carácter excepcional. H. Jausàs, abogado. Jausàs, Nadal & Vidal de Llobatera.