La esquizofrenia como condición neurológica debida a un fallo en

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NEUROLOGÍA DE LA CONDUCTA
La esquizofrenia como condición neurológica
debida a un fallo en la lateralización del cerebro:
observaciones macro y microscópicas
M.F. Casanova
LA ESQUIZOFRENIA COMO CONDICIÓN NEUROLÓGICA DEBIDA A UN FALLO
EN LA LATERALIZACIÓN DEL CEREBRO: OBSERVACIONES MACRO Y MICROSCÓPICAS
Resumen. Introducción. La esquizofrenia es una condición definida durante el desarrollo del cerebro. En esta enfermedad,
parte de la sintomatología se asemeja a un trastorno afásico. Estudios recientes sugieren que las estructuras del cerebro que
definen las funciones del lenguaje están lateralizadas de manera anormal en pacientes esquizofrénicos. Objetivos. Revisar la
bibliografía médica buscando evidencia sobre posibles anormalidades en las asimetrías del cerebro en pacientes esquizofrénicos y discutir un nuevo concepto con respecto a la organización jerárquica de la corteza. Desarrollo. Al revisar la bibliografía
hemos de tomar en consideración la limitación de cada técnica. Hasta el presente, los estudios de neuroimagen proporcionan
datos más creíbles que aquellos que se derivan de series de autopsia. Sin embargo, ambos métodos, neuroimagen y estudios
post mortem, presentan datos consistentes con la presencia de una minicolumnopatía en la esquizofrenia. Las minicolumnas
definen conexiones corticocorticales que, a través del proceso evolutivo (encefalización), proporcionan la oportunidad de que
áreas corticales homólogas adquieran su independencia. Esta nueva manera de pensar, derivada de conceptos sobre la modularidad cortical, ilumina posibles mecanismos que dan lugar a la dominancia cerebral y a cómo éstos pueden estar alterados
en la esquizofrenia. Conclusiones. Aunque no hay hallazgos patognomónicos en la esquizofrenia, la mayoría de estudios sugieren la presencia de un fallo en la lateralización del cerebro. Si se comprueba esta conclusión, convendría reevaluar nuestras
opiniones y empezar a considerar la esquizofrenia como un trastorno neurológico. [REV NEUROL 2009; 49: 136-42]
Palabras clave. Anatomía comparada. Dominancia cerebral. Esquizofrenia. Revisión.
INTRODUCCIÓN
‘Ce défaut de symétrie constitue certainement l’un des traits
principaux du cerveau humain’ [1]. El entendimiento de la relación entre la morfología y la fisiología del cerebro es el objetivo
principal de la neurología cognitiva. La mayor parte de la investigación en este campo se dedica al estudio del lenguaje, el logro culminante de la evolución humana. Con todo, muy poco se
ha aprendido desde los días de Broca y Wernicke sobre los sustratos anatómicos del lenguaje. Se acepta que, en la mayoría de
los casos, la integridad funcional del lenguaje depende de la
morfología del hemisferio cerebral izquierdo. Sin embargo, la relación entre esta asimetría anatómica y la concurrente especialización funcional está lejos de establecerse. Algunos investigadores creen que los estudios sobre los sustratos cerebrales del
lenguaje se han retrasado perceptiblemente debido a la gama limitada de técnicas experimentales con las cuales los neurocientíficos pueden estudiar la anatomía del cerebro [2]. Aunque esto
pudo haber sido correcto para estudios de autopsias, técnicas radiológicas actuales ofrecen una manera no invasiva de evitar artefactos de preservación y procesamiento del tejido. Además, la
naturaleza cuantitativa de algunos métodos de neuroimagen
proporciona la oportunidad de estudiar posibles correlaciones
entre regiones homólogas de cada hemisferio. Comprensiblemente, el énfasis de estos estudios radica en aquellas condiciones neurológicas definidas por anormalidades del lenguaje.
Aceptado tras revisión externa: 12.03.09.
Departamento de Psiquiatría. Universidad de Louisville. Louisville, Kentucky, Estados Unidos.
Correspondencia: Manuel F. Casanova, M.D. University of Louisville Department of Psychiatry. 500 South Preston Street, Bldg. A, Room 217. Louisville
KY 40202, USA. Fax: +1-502-813-6665. E-mail: m0casa02@louisville.edu
© 2009, REVISTA DE NEUROLOGÍA
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Se ha presumido que la esquizofrenia es la consecuencia de
una anormalidad en la lateralización del lenguaje [3-5]. Esta
teoría liga la evolución del lenguaje a un cambio genético que
permitió que los hemisferios cerebrales obtuvieran un alto nivel
de independencia [3,4,6]. Individuos con este padecimiento demuestran menos asimetrías anatómicas y funcionales que la población general, especialmente en el lóbulo temporal y su convolución superior. De estos resultados se ha concluido que la esquizofrenia refleja un fallo en la dominancia del lenguaje [614]: ‘Anomalies of structural and functional asymmetry have
been observed in patients with schizophrenic illnesses and these
can be interpreted as a failure, or delay, in establishing dominance for speech in one hemisphere. Some schizophrenic symptoms
(particularly the positive ones) can be understood as deviations
in the interpretation and organization of speech. In a number of
studies, failures in linguistic processing have been demonstrated at the levels of semantic, syntactic and discourse structure.
Schizophrenia, a condition which apparently occurs in all societies with approximately the same incidence, may best be understood as an anomaly of the function which is most characteristically human –language’. [4]
En este artículo repasamos la historia de la investigación
neurocientífica sobre la dominancia cerebral en el estado normal y en la esquizofrenia. Estudios recientes de anatomía comparada aclaran cómo los cambios en la organización modular de
la corteza ayudan a explicar la lateralización hemisférica y sus
trastornos.
RECOPILACIÓN HISTÓRICA
La asimetría cerebral es quizás la característica morfológica más
intrigante del cerebro humano. Esta asimetría abarca la base
anatómica del lenguaje, la orientación visuoespacial y la domi-
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nancia somática. El primer informe publicado sobre asimetrías
funcionales pertenece probablemente a Marc Dax en el año 1836
[15]. Resultados similares fueron redescubiertos más adelante
por Broca [16], quien comunicó el caso de un paciente con afasia como resultado de la lesión de la tercera circunvolución
frontal de su hemisferio cerebral izquierdo. Estas observaciones
se han confirmado posteriormente con el uso del examen de Wada en la evaluación prequirúrgica de pacientes epilépticos. Aproximadamente un 96% de todos los individuos derechos son dominantes para el hemisferio izquierdo, mientras que entre zurdos este porcentaje disminuye al 70% [17]. Esta asimetría funcional sugiere una diferenciación anatómica de igual prominencia.
Eberstaller [18] y Cunningham [19] proporcionaron la evidencia original de asimetrías en la región de la fisura lateral de
Silvio. El alargamiento de la fisura lateral en el hemisferio izquierdo se atribuyó a la existencia de tejido adicional en las regiones insulares temporales y parietales. Estudios más recientes
han confirmado el alargamiento de la fisura lateral en arteriogramas cerebrales [20]. La magnitud de esta asimetría se ha relacionado con la dominancia manual [21]. Estudios similares en
series de autopsia han informado de un agrandamiento del plano temporal izquierdo en el 65% de especímenes normales [22].
Parece claro que la mayor parte de nuestro conocimiento
con respecto a diferencias interhemisféricas se ha derivado de
datos obtenidos en material de autopsia. Algunas de las limitaciones con respecto a la fuente del tejido parecen dignas de señalarse:
– Una limitación en series de autopsia es la inaccesibilidad de
individuos jóvenes y sanos; incluso resulta difícil procurarse
ancianos ‘normales’ en tales estudios.
– Las series actuales ofrecen información limitada debido al
número escaso de participantes. Resulta difícil determinar
la importancia de cualquier diferencia cuando el poder estadístico del método utilizado es pobre.
– Alteraciones morfológicas significativas a menudo preceden a la muerte (p. ej., daño anóxico). Estos cambios pueden alterar las relaciones anatómicas normales. Además, los
artefactos del procesamiento histológico son difíciles de corregir y sólo con el uso de métodos matemáticos relativamente complejos.
– El coste de la autopsia es más sustancial de lo que se reconoce generalmente y se estima, en Estados Unidos, en varios
miles de dólares [23].
Todos estos factores –la incapacidad de recoger una muestra
adecuada (por edad o número total), las distorsiones morfométricas inherentes al tejido procesado y el alto coste de las autopsias– comprometen la información obtenida en series de autopsia.
Como el estudio de asimetrías cerebrales podría proporcionar la
explicación a un sinnúmero de enfermedades mentales, está claro que se precisan otros acercamientos experimentales.
RESONANCIA MAGNÉTICA
Y DOMINANCIA CORTICAL
En las últimas décadas, las técnicas de neuroimagen han sustituido a la autopsia como fuente principal de información anatómica. Un ejemplo de estos estudios de neuroimagen fue proporcionado por Kertesz et al [24] cuando examinaron con resonancia magnética a 20 voluntarios divididos en número idéntico entre zurdos y diestros. El estudio demostró que los surcos cere-
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brales estaban más marcados en el opérculo parietal del hemisferio derecho en seis de los sujetos diestros. Por contra, sólo
uno de los individuos zurdos demostró una lateralización similar. La anchura del lóbulo parietal era mayor en el lado izquierdo para ambos grupos. Asimetrías en la sustancia blanca subyacente podrían explicar la lateralización de esta área cortical. Un
estudio reciente mediante tractografia de difusión por tensores
ha identificado, por primera vez, una asimetría en las proyecciones de la sustancia blanca que conectan el lóbulo temporal posterior con el lóbulo parietal superior [25].
Otra estructura del cerebro que muestra el fenómeno de lateralización son los ventrículos. LeMay [26] hizo referencia al
trabajo de Bruijn [27] sobre neumoencefalografía en 163 casos.
Su estudio encontró que el ventrículo izquierdo era más ancho
que el derecho en un 67% de los casos. Estos resultados se han
confirmado mediante tomografía computarizada [26]. Otros estudios con tomografía computarizada han demostrado evidencia de asimetrías en los polos hemisféricos. Según varios investigadores, el polo del lóbulo frontal derecho y el polo occipital
tienden a ser más anchos y largos, un fenómeno a veces denominado ‘torsión de Yakovlef’ [26,28]. Finalmente, la resonancia magnética ha sido utilizada por Jack et al [29] para estimar
los volúmenes de los lóbulos temporales en 25 individuos normales (todos diestros). El estudio reveló un aumento del 15%
en el lóbulo derecho no dominante. Muchas de estas diferencias
morfométricas dependen del género del sujeto, aun cuando se
han tomado en consideración diferencias en el tamaño del cerebro [30].
Los resultados de los estudios previamente mencionados nos
llevan a varias conclusiones:
– Las asimetrías cerebrales constituyen hallazgos reales y, en
algunos casos, la magnitud de las diferencias puede ser pronunciada.
– Las asimetrías hemisféricas son un fenómeno altamente individualizado. Hay una marcada variabilidad entre individuos y, en algunos casos, las asimetrías pueden ir en la dirección opuesta.
– Se ha observado que en numerosas estructuras cerebrales
puede apreciarse el fenómeno de lateralización hemisférica:
en la longitud y el tamaño ventriculares, en la forma de ciertas arterias, en la longitud de algunos surcos y en el volumen cortical. Algunos de los índices comunicados no tienen
relación alguna con la parcelación del cerebro (p. ej., citoarquitectura, mieloarquitectura, pigmetoarquitectura...) y su
importancia clínica es cuestionable.
Estos resultados llevan a la conclusión general de que las asimetrías cerebrales son un fenómeno generalizado cuya naturaleza
resulta difícil de cuantificar y analizar.
DOMINANCIA CORTICAL Y ESQUIZOFRENIA
Se observaron diferencias en las circunvoluciones cerebrales
mucho antes de que se les atribuyera cualquiera función. Wigan
[31] propuso que la lateralización (o carencia de ella) era uno de
los veinte preceptos que probaban la separación entre fenómenos psíquicos y anatómicos. Ésta era la propuesta a la que recurría Wigan para establecer la dualidad de la mente. Su precepto
básico era que esta dualidad no tan sólo existía, sino que también explicaba la falta de sincronización de los hemisferios cerebrales en casos de locura. Varias décadas más tarde, en un pre-
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facio al trabajo post mortem de Crichton-Browne [32], se declara: ‘It seemed not improbable that the cortical centres, which
are the most highly evolved and voluntary and which are supposed to be located on the left side of the brain, might suffer first
in insanity’ [32].
Los psicolingüistas correlacionan el uso normal del lenguaje con el pensamiento abstracto y con la reflexion lógica [33].
Piaget [34] detalló esta correlación, que dividió según una gama
de edades y que modificó de acuerdo con la experiencia ganada
con la interacción ambiental. La esquizofrenia comparte con
otras enfermedades neurológicas las características de un pensamiento concreto y una tangencialidad que a menudo definen
síndromes orgánicos [35]. Ni uno ni otro de estos síntomas ayudan a definir su localización en el cerebro. Las correlaciones
clinicopatológicas que se hicieron inicialmente asociaron la esquizofrenia con trastornos globales tales como la ventriculomegalia y la atrofia cortical generalizada [36,37]. En términos de
topografía, los trastornos del lenguaje han proporcionado mejor
resultado en el ámbito de la neurología, donde los estudios de
lesiones sugirieren leves asociaciones a regiones específicas del
cerebro. Desde las observaciones iniciales de Dax y de Broca a
mediado del siglo XIX, se ha propuesto que el hemisferio izquierdo desempeña un papel principal en la producción del lenguaje. Las lesiones de la región posterior izquierda de la cisura
de Silvio dan lugar a un lenguaje fluido (incluso excesivo), pero
con dificultad del paciente para descifrar el habla.
Las capacidades lingüísticas normales dependen de la percepción adecuada del lenguaje escrito y hablado –su análisis,
almacenamiento, recuperación y síntesis en forma de oraciones–. El resultado del lenguaje es un habla que da expresión fonética al pensamiento lingüístico estructurado. El habla se deteriora a menudo en pacientes con esquizofrenia; entre los trastornos de la comunicación mencionados por Kraepelin [38] en estos pacientes se incluye el habla disártrica y mascullada con la
pérdida de cadencia, así como las oraciones mutiladas con neologismos, la jerga y la ensalada de palabras. En el otro extremo
del espectro, algunos pacientes desarrollaban mutismo o respondían con monosílabos incomprensibles. Rümke y Nijdam
[39] sugirieron que el lenguaje de pacientes esquizofrénicos tenía similitudes con la afasia. Sin embargo, autores posteriores
han encontrado que ésta es una semejanza superficial [40]. Ambas condiciones revelan una diferencia importante: los pacientes afásicos padecen un trastorno cuantitativo en el habla ocasionado por la falta de acceso a símbolos verbales. Estas observaciones repiten la propuesta de Bleuler [41] según la cual los
patrones alterados de la comunicación en la esquizofrenia son
secundarios a asociaciones sueltas o a un proceso anormal del
pensamiento.
Es interesante notar que mientras estudios psicolingüísticos
han sugerido un trastorno afásico en la esquizofrenia, las investigaciones patológicas han indicado una anormalidad en la porción posterior de la circunvolución temporal superior. De forma
temprana en la historia de la esquizofrenia, Southard [42,43]
describió asimetrías del lóbulo temporal. Encontró que la circunvolución temporal superior izquierda era más pequeña y torcida que su contraparte en el hemisferio derecho. La morfología
le sugirió un fenómeno displásico más que un proceso atrófico.
Aunque la naturaleza del proceso subyacente podría ser discutible, Bruton et al [44] describieron anormalidades en los surcos
del lóbulo temporal en pacientes esquizofrénicos provenientes
de la cohorte de Corsellis. La naturaleza filiforme y parcelada de
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la circunvolución superior del lóbulo temporal en sus pacientes
esquizofrénicos se asemeja a la descrita en el síndrome de
Down. Estudios post mortem más recientes, que han medido la
anchura de la cisura de Silvio y la altura del punto de Silvio, dan
crédito a la observación original de Southard [45-47].
Varios estudios de neuroimagen han medido el volumen del
lóbulo temporal utilizando sistemas de resonancia magnética
interconectados a sistemas computarizados de análisis de imágenes. Suddath et al [48] realizaron uno de los estudios radiológicos iníciales en 15 pacientes esquizofrénicos que cumplían
criterios del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales, tercera edición, revisada (DSM-III-R), y 15 controles
emparejados por sexo y altura. Los pacientes esquizofrénicos
demostraron tener una disminución bilateral de su lóbulo temporal debido, principalmente, a una anormalidad en la sustancia
gris. Para aclarar mejor esta anormalidad (es decir, si era difusa
o focal), Casanova et al [49] analizaron la misma población de
pacientes usando una serie de la expansión de Fourier para describir, de manera cuantitativa, la forma de los lóbulos temporales. Los resultados fueron consistentes con una distorsión focal
o multifocal de estos lóbulos. Los más significativos ocurrieron
en los niveles posteriores, donde los autores demostraron una
inversión de la asimetría del plano temporal. Los resultados son
similares a los descritos por otros investigadores [50-52]. En
comparación con Casanova et al [49], Barta et al [53] efectuaron sus mediciones en una región levemente anterior y equivalente al nivel de la corteza auditiva. Las reducciones focales en
la sustancia gris del lóbulo temporal también fueron encontradas por Shenton et al [54], quienes describieron una relación
entre el grado de trastorno del pensamiento y la reducción de
volumen en la circunvolución temporal posterior izquierda. Estos resultados han sido reproducidos por Rossi et al [55] y por
Menon et al [56]. Los cambios mencionados parecen correlacionarse clínicamente con la intensidad de las alucinaciones auditivas [53]. Las anormalidades en el grosor cortical de la circunvolución temporal superior están presentes al inicio de la enfermedad y persisten tras corregir el tamaño del cerebro [57].
La investigación clínica que utiliza resonancia magnética,
tomografía computarizada y estudios post mortem revela muchos casos de asimetría disminuida en pacientes esquizofrénicos [58,59]. De importancia para esta revisión de la bibliografía
son aquellos estudios centrados en la circunvolución temporal
superior (véase la discusión anterior). De esta revisión representativa de la bibliografía destacan diversas diferencias anatómicas, incluyendo el tamaño reducido del lóbulo temporal izquierdo [60], una pérdida en la longitud de la cisura de Silvio [46,
61], la asimetría disminuida en el tamaño del plano temporal
[50] y, en un caso, la asimetría invertida del plano temporal [51].
Hasta el momento, la técnica de difusión de tensores no ha sugerido de manera consistente anormalidades de la sustancia
blanca en la esquizofrenia [62].
En resumen, no hay resultados patognomónicos para la esquizofrenia. Los estudios de la asimetría cerebral muestran un
solapamiento marcado entre pacientes esquizofrénicos y controles. Sin embargo, la mayoría de estos estudios sugieren la carencia o inversión de asimetrías cerebrales.
MINICOLUMNAS Y MODULARIDAD DE LA CORTEZA
Algunos elementos anatómicos se repiten de manera regular a
través de la corteza: paquetes dendríticos apicales [63], paque-
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ESQUIZOFRENIA Y LATERALIZACIÓN CEREBRAL
tes mielinados de células piramidales [64], paquetes axonales
de células de doble bouquet [65,66], compartimientos sinápticos [67] y la relación de los elementos mencionados con células piramidales [64]. Estos elementos ocurren en una correlación fija dentro de la minicolumna, un elemento anatómico reiterativo encontrado en todas las áreas neocorticales de mamíferos. La minicolumna es una disposición radial de 80 a 100 neuronas que se asemeja a un collar de perlas y que contiene todos
los elementos representativos de un circuito cortical canónico.
El número total de neuronas en cada minicolumna se duplica
en la corteza estriada de primates. La verticalidad de esta estructura es más patente cuando es dirigida por el eje longitudinal de las células piramidales (laminas III, V y VI) y menos en
aquellas estructuras que contienen una abundancia de células
granulares (laminas II y IV). Experimentos electrofisiológicos
de campos receptivos han demostrado una correlación con la
unidad estructural anatómica visualizada mediante tinción de
Nissl [68]. Una validación similar para el tamaño de la minicolumna se ha revelado en experimentos metabólicos usando C-2deoxiglucosa [69] y la técnica de señales ópticas intrínsecas
[70]. Las minicolumnas tienden a atravesar de 30 a 60 μm de
par en par, dependiendo del área cortical examinada y de la especie estudiada [69-73]. Esta gama de tamaños ha sido relativamente estable a pesar del uso de diversas modalidades de
medición (p. ej., tinción de Nissl, regeneración de nervio, señales ópticas intrínsecas).
La génesis de la minicolumna reside dentro de un grupo de
células que constituyen la matriz germinal periventricular. Una
serie inicial de divisiones simétricas establece el número total
de minicolumnas, mientras que una serie posterior de divisiones
asimétricas es responsable del número de neuronas dentro de
cada minicolumna. La estructura resultante es la (mini)columna
ontogenética [74-78]. Esta minicolumna es así preeminente a
otras formas de organización cortical (p. ej., sinapsis, laminación) y constituye un motivo estructural primario de la corteza
[79,80]. Algunos investigadores han sostenido que la encefalización es el resultado de un numero aumentado de divisiones en
las células germinales que dan a lugar a una sobreabundancia de
minicolumnas [81]. Es decir, la razón por la cual el cerebro humano es mil veces más grande que el del ratón mientras que el
grosor de la corteza tan sólo se duplica o triplica reside en un
numero aumentado de minicolumnas [82].
Alteraciones en el ciclo de división de células germinales
periventriculares tienen efectos no sólo en el número total de
minicolumnas, sino también en la especificación neuronal y la
diferenciación laminar. Éste parece ser el caso en el síndrome
velocardiofacial (síndrome de DiGeorge), en el cual una microcancelación heterocigótica, que ocurre cerca del centro del cromosoma 22, altera la expresión de varios genes relacionados
con el control del ciclo celular, la modulación del citoesqueleto
y la citocinesis. LaMantia et al demostraron que un resultado de
esta microcancelación es la neurogénesis heterocrónica y la especificación dependiente de neuronas piramidales en las laminas II/III y V/VI, sin un cambio significativo en el tamaño del
cerebro [83]. Las alteraciones cromosómicas en esta región
(22q11) se asocian a varias entidades de la enfermedad que manifiestan características autísticas o psicopáticas [84]. Como las
neuronas corticales realizan sus proyecciones de acuerdo con su
pertenencia a diferentes laminas, la alteración de ciclos de división en células germinales afecta no tan sólo a las interconexiones entre las minicolumnas, sino también a su número total.
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SUSTRATOS MODULARES DE
LA DOMINANCIA CORTICAL
Durante mucho tiempo la neuroanatomía comparada ha estudiado la existencia y el significado de las asimetrías cerebrales
en primates humanos y no humanos [85-92]. Dentro de áreas
del cerebro humano asociadas al lenguaje, como el plano temporal, los estudios recientes de resonancia magnética reflejan la
existencia de asimetrías esencialmente idénticas en seres humanos y en los grandes monos africanos, pero no en los monos del
nuevo o viejo mundo [93,94].
Un examen microscópico de las minicolumnas entre los dos
hemisferios cerebrales reveló la posible lateralización de estas
estructuras. Este hecho quizá fue divulgado por primera vez por
Seldon [95] en su estudio de la corteza auditiva humana; encontró que las columnas y el espacio de la neuropila eran más anchos en el hemisferio izquierdo que en el derecho. Buxhoeveden et al [96,97] examinaron las minicolumnas de ambos hemisferios en seres humanos, chimpancés (Pan troglodytes) y
monos (Macaca mulatta). Estos estudios revelaron que las minicolumnas eran lateralizadas en seres humanos, pero no en el
cerebro de chimpancés o monos. La asimetría consistía en minicolumnas más anchas (generalmente en el hemisferio izquierdo), con mayor espacio en la neuropila, y un valor aumentado
en la dispersión celular. Esta morfología asimétrica de las minicolumnas es altamente sugestiva de diferencias en el patrón de
conexiones entre los hemisferios [95,98,99]. Además, estos estudios no encontraron ninguna evidencia de diferencias izquierda-derecha en el área 9 del cerebro humano [datos inéditos].
En varios estudios se han repetido los resultados en el cerebro de monos: siempre muestran minicolumnas levemente más
anchas en el hemisferio derecho. Aunque estos resultados carecen de relevancia estadística, las diferencias en lateralidad han
sido constantemente más pronunciadas en monos (p = 0,1874)
que en chimpancés (p = 0,8860) [96]. Este patrón fue comunicado por dos estudios que utilizaron poblaciones independientes en el transcurso de varios años [96,97].
Tales resultados ejemplifican cómo las semejanzas de asimetrías anatómicas macroscópicas en los grandes monos africanos y los seres humanos no implican necesariamente diferencias en el circuito cortical del área estudiada. Sin el examen de
la anatomía superficial, podría haberse asumido fácilmente que la
ausencia de asimetría minicolumnar en chimpancés implicaba
la correspondiente ausencia macroscópica. Al respecto, es interesante observar un estudio post mortem de Harasty et al [100],
quienes sugirieron que en individuos (humanos) normales, el
plano temporal izquierdo es más delgado pero abarca más espacio que el derecho. Por tanto, los autores concluyeron que las
asimetrías regionales del plano temporal no se traducían en diferencias volumétricas.
Sobre la esquizofrenia, varios investigadores han utilizado el
análisis de minicolumnas para complementar estudios convencionales de densidad celular. Selemon et al [101] encontraron un
aumento en la densidad celular en la corteza prefrontal de los pacientes diagnosticados con esquizofrenia en comparación con
sujetos normales. Los autores, por varias razones, propusieron
que este cambio en densidad reflejaba no un número aumentado
de células, sino una disminución del espacio entre neuronas (hipótesis de la reducción en la neuropila). Buxhoeveden et al [102]
aplicaron los algoritmos minicolumnares a la misma área de la
corteza y confirmaron los resultados de Selemon et al [101]. El
espacio entre neuronas estaba reducido porque las minicolumnas
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en los pacientes esquizofrénicos se agrupaban de manera más
cercana que en los controles, originando una densidad celular
aumentada. Además, el estudio demostró un espacio reducido
entre las neuronas, principalmente en el área central de la minicolumna. El área afectada se caracteriza por la presencia de racimos apicales dendríticos y la mayor parte de las proyecciones
talamocorticales y corticocorticales [95,98,101,103,104]. Este
ejemplo demuestra que el análisis de minicolumnas puede complementar estudios más convencionales de densidad celular.
CONCLUSIONES
La carencia de resultados neuropatológicos en la psiquiatría ha
desalentado a los científicos durante más de un siglo. La investigación ha sido dirigida por resultados no concluyentes, es decir, medidas de tamaños ventriculares que sugerían anormalidades en las circunvoluciones a base de cambios neuronales debatibles. Además, la doctrina neuronal de Cajal ha generado un tipo de pensamiento monolítico en condiciones mentales que es
contrario al conocimiento moderno obtenido por estudios de
neuroimagen funcional y post mortem. Esta perspectiva tradicional ha dado importancia a resultados aislados. Así, la esqui-
zofrenia se definió primero como una condición dopaminérgica,
y más adelante, como noradrenérgica, como serotoninérgica y
como una mezcla de diferentes sistemas de neurotransmisores.
Esta perspectiva sobre la investigación en la esquizofrenia carece de explicaciones mecanicistas. La búsqueda de maneras alternativas de investigar condiciones mentales no es una opción,
sino un imperativo. Un cambio paradigmático para las enfermedades mentales sería considerar la neuropatología desde el punto de vista de unidades modulares, algo que sus componentes
aislados, es decir, las neuronas, no han podido explicar.
Ciento cincuenta años después de la publicación de Wigan,
su propuesta se ha repetido [3,4,105]. Sin embargo, no se ha refutado ni se ha corroborado de forma concluyente. En la bibliografía de la esquizofrenia, centenares de publicaciones han correlacionado anormalidades de lateralización, de la sincronización interhemisférica, y del lenguaje. Los resultados de estos
estudios sugieren una actuación anormal de la dominancia cerebral en la patofisiología de la esquizofrenia. En esta revisión hemos presentado parte de la evidencia y hemos acentuando aquellos aspectos que tienen relación con la modularidad cortical, ya
que ayudan a explicar cambios macro y microscópicos tanto en
la lateralización de hemisferios como en la esquizofrenia.
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SCHIZOPHRENIA AS A NEUROLOGICAL CONDITION CAUSED BY A FAILURE IN
THE LATERALISATION OF THE BRAIN: MACRO AND MICROSCOPIC OBSERVATIONS
Summary. Introduction. Schizophrenia is a neurodevelopmentally defined condition. Some of its salient symptomatology
refers to language abnormalities that resemble an aphasic disorder. Recent studies suggest that brain structures that define
language functions may be abnormally lateralized in schizophrenic patients. Aims. To review the medical literature for evidence
of abnormalities of brain asymmetries in schizophrenic patients, and to discuss a new concept regarding the hierarchical
organization of the cortex by interlinked minicolumns. Development. When reviewing the literature the limitation of applied
techniques have to be taken into consideration. As of present, neuroimaging methods provide more credible data than those
derived from autopsy series. Both neuroimaging and postmortem studies are consistent with the presence of a possible minicolumnopathy in schizophrenia. Minicolumns define a bias in corticocortical connections that throughout encephalization
provide the opportunity for homologous cortical areas to become independent of each other. This new paradigm, derived from
concepts of cortical modularity, sheds insights into the putative mechanisms of cerebral dominance and how they may be at
fault in schizophrenia. Conclusions. Although there are no pathognomonic findings in schizophrenia a considerable majority of
studies make reference to the possible presence of abnormal cerebral dominance. If proven, the cadre of articles would suggest
reevaluating our views in order to consider schizophrenia as a neurological disorder. [REV NEUROL 2009; 49: 136-42]
Key words. Anatomy, comparative. Dominance, cerebral. Review. Schizophrenia.
142
REV NEUROL 2009; 49 (3): 136-142
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