SEGUIDORES DE JESÚS 1 noviembre TODOS LOS SANTOS DETALLES DE ESTE DÍA FIESTA Esta fiesta, celebrada con solemnidad, es muy antigua en la historia de la Comunidad Cristiana. Y es muy posible que provenga de culturas anteriores, ya que en dichas culturas ya se hacían fiestas solemnes en honor de sus antepasados ilustres. Así, el emperador Agripa (27 a. C.) hizo levantar un inmenso panteón en honor de Augusto y las personas más significativas de la historia del pueblo romano. En la Iglesia primitiva se celebraba solamente el misterio Pascual, la Resurrección de Cristo. La santidad de los hombres se medía por la participación en la muerte de Cristo; el MÁRTIR era el santo por excelencia. Los primeros santos fueron todos mártires, hombres o mujeres que morían por defender la fe en Jesús Resucitado. La primera noticia que se tiene del culto a los mártires es una carta que la comunidad de Esmirna escribió a la Iglesia de Filomelio, comunicándole la muerte de su santo obispo Policarpo, en el año 156. Esta carta habla sobre Policarpo y de los mártires en general. Del contenido de este documento, se puede deducir que la comunidad cristiana veneraba a sus mártires, que celebraban su memoria el día del martirio con una celebración de la Eucaristía. Se reunían en el lugar donde estaban sus tumbas, haciendo patente la relación que existe entre el sacrificio de Cristo y el de los mártires. La veneración a los santos llevó a los cristianos a erigir sobre las tumbas de los mártires, grandes basílicas como la de San Pedro en la colina del Vaticano, la de San Pablo, la de San Lorenzo, la de San Sebastián, todos ellos en Roma. Las historias de los mártires se escribieron en unos libros llamados Martirologios que sirvieron de base para redactar el Martirologio Romano, en el que se concentró toda la información de los santos oficialmente canonizados por la Iglesia. Cuando cesaron las persecuciones, se unió a la memoria de los mártires el culto de otros cristianos que habían dado testimonio de Cristo con un amor admirable sin llegar al martirio, es decir, los SANTOS CONFESORES. En el año 258, San Cipriano, habla del asunto, narrando la historia de los santos que no habían alcanzado el martirio corporal, pero sí confesaron su fe ante los perseguidores y cumplieron condenas de cárcel por Cristo. Más adelante, aumentaron el santoral con los mártires de corazón. Estas personas llevaban una vida virtuosa que daba testimonio de su amor a Cristo. Entre éstos, están san Antonio (356) en Egipto y san Hilarión (371) en Palestina. Tiempo después, se incluyó en la santidad a las mujeres consagradas a Cristo. El año 539 en Odesa, el 13 de mayo se habla de una memoria de mártires de toda la tierra. La fiesta fue acogida en Roma cuando el papa Bonifacio IV transformó el Panteón, dedicado a todos los Dioses del antiguo Olimpo, en una iglesia dedicada a la Virgen María y a “Todos los Santos”. Esto sucedió el 13 de mayo del 609. Antes del siglo X, el obispo local era quien determinaba la autenticidad del santo y su culto público. Luego se hizo necesaria la intervención de los Sumos Pontífices, quienes fueron estableciendo una serie de reglas precisas para poder llevar a cabo un proceso de canonización, con el propósito de evitar errores y exageraciones. El Concilio Vaticano II reestructuró el calendario del santoral: se disminuyeron las fiestas de devoción pues se sometieron a revisión crítica las noticias hagiográficas (se eliminaron algunos santos no porque no fueran santos sino por la carencia de datos históricos seguros); se seleccionaron los santos de mayor importancia (no por su grado de santidad, sino por el modelo de santidad que representan: sacerdotes, casados, obispos, etc.); se recuperó la fecha adecuada de las fiestas (ésta es el día de su nacimiento al Cielo, es decir, al morir); se dio al calendario un carácter más universal (santos de todos los continentes y no sólo de algunos). A LA LUZ DE LA PALABRA DE DIOS EVANJELIO: Mateo 5, 1-12a - «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán “los hijos de Dios”. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo». HOY, NUESTRA HORA El “cuadro” de este día de TODOS LOS SANTOS es un paisaje impresionante, con infinidad de colores diferentes. Posiblemente, lo que mejor expresa su contenido, es ese enorme campo, lleno de flores, de todas las clases, colores, tamaños… Todos diferentes. Y cada una de ellas tiene una belleza especial y única, no comparable con el resto de las flores porque cada una tiene una grandiosidad y un colorido incomparables… Esto es lo que celebra la Comunidad Cristiana en este día. Y es que estos hombres y mujeres han hecho de la propuesta del Sermón de la Montaña (Mateo 5-7) el EJE DE SU VIDA. Y aquí, cada uno de forma diferente pero profunda y vital, tiene el ENCUENTRO con su Señor y Maestro, y toda su vida queda trastocada y transformada, y… además, para SIEMPRE. Así acontece esa experiencia, que es única y PERSONAL. Eso sí: cada uno/a, aceptando como CAMINO cuanto en el Sermón de la Montaña se propone, ha destacado algún/algunos aspectos que le han CONFIGURADO, de manera única, con su Señor Jesús Resucitado. De ahí la diversidad de formas, la belleza de su contenido, la fuerza y la invitación que despiertan en cuantos les miran con sencillez de corazón. Por eso, pues, no es posible reducir todo a un ÚNICO MODELO de SEGUIMIENTO. Sería empobrecer cuanto ahí se está brindando u ofreciendo. El hecho de que en cada momento histórico se haya destacado un “estilo” más específico, nos hace caer en la cuenta de toda la FUERZA INTERNA que lleva dentro el Espíritu de las Bienaventuranzas y del Evangelio, que, en cada tiempo y lugar, ofrece el testimonio adecuado, no como contrapuesto a otros vividos y expresados en otros momentos, sino como fruto del mismo Espíritu del Señor Resucitado. ¡Cuán difícil aceptar la “LÓGICA” que se propone en ese marco del Sermón de la Montaña y de todo el Evangelio de Jesús! Esas “pistas” y caminos que conducen a la verdadera FELICIDAD pueden parecer ridículas a una mentalidad apática como se nos propone, hoy y aquí, y que poco a poco, nos penetran por todos los poros de nuestro ser, hasta convertirnos en sus “vasallos” y “consumidores” habituales. Precisamente los SANTOS y SANTAS son quienes han percibido que ahí había algo muy especial; lo han aceptado de forma incondicional y han hecho de su vida y caminar, una BÚSQUEDA, profunda y sincera, de esa FELICIDAD, que nos sorprende siempre y nos llama a un “más allá”. De ahí que celebrar su fiesta nos es “ingenua evasión” de la realidad. Al contrario, es la forma de asumir -con todas las consecuencias- recorrer ese camino que ahí se propone a TODO SEGUIDOR de Jesús de Nazaret. Y es que la propuesta de santidad no es para los privilegiados, para gente extraordinaria. De forma muy clara, el Concilio Vaticano II nos anima a todos los que queremos seguir con cierta coherencia a Jesús de Nazaret, a asumir ese CAMINO con valentía, para así y desde ahí, poder ofrecer a nuestro mundo la LUZ que necesita en su peregrinar por la vida. Hoy y aquí, en este día de TODOS LOS SANTOS, está la sugerente propuesta: hacer realidad el PROGRAMA de las BIENAVENTURANZAS. O dicho en otras palabras: apostar por ser FELICES siendo y estando con los pobres, con los que sufren, con los que lloran, con los que tienen hambre y sed de justicia; siendo misericordiosos y limpios de corazón; trabajando por la paz e, incluso, siendo perseguidos por la causa del Maestro. Si es así, merece la pena que contemplemos con calma y profundidad a todos esos hombres y mujeres, que a lo largo y ancho del mundo y de la historia han sido y siguen siendo TESTIGOS de lo mejor. Es en ese campo lleno de flores, de formas y colores variados y que alegra a una humanidad tantas veces encerrada en la oscuridad. ¡Feliz fiesta de TODOS LOS SANTOS! ORACIÓN Dios y Padre lleno de amor: Tú nos concedes celebrar en este día la gloria y el amor entregado y generoso de todos/as los/as Santos/as, para que así descubramos, como en signo, la inmensidad de tu mismo AMOR; concédenos, Padre, la gracia que necesitamos para seguir irradiando con nuestra vida, ese tu amor eterno a la humanidad. Y así reproduzcamos, de forma viva y ejemplar, el CAMINO realizado por tu Hijo amado, haciendo nuestro el PROGRAMA de las BIENAVENTURANZAS que él mismo nos propone. PLEGARIA AQUÍ ME TIENES, SEÑOR Aquí me tienes, Señor. En tu nombre, iré donde Tú quieras. Me pongo en tus manos. Hazme testigo de tu fe, para alumbrar a los que andan en tinieblas, para ilusionar a los que están abatidos. Hazme testigo de tu amor, para extender la amistad en este mundo. Aquí me tienes, Señor, envíame. Pon tu Palabra en mis labios, pon tu agilidad en mis pies y tu tarea en mis manos. Pon tu Espíritu en mi espíritu, pon tu amor en mi corazón, pon tu fuerza en mi debilidad y tu arrojo en mi duda. Aquí me tienes, Señor, envíame, para llevar el respeto a todos los seres, la justicia a todas las personas, la paz a todos los pueblos, la alegría de vivir y la felicidad a los niños, la ilusión a los catequistas y monitores y la alegría y esperanza a mis quehaceres. AMÉN. CANTO BIENAVENTURADOS SEREMOS, SEÑOR. SEREMOS, SEÑOR. 1. Seréis bienaventurados los desprendidos de la tierra, seréis bienaventurados porque tendréis el cielo. Seréis bienaventurados los que tenéis alma sencilla, seréis bienaventurados, vuestra será la tierra. 2. Seréis bienaventurados los que lloráis, los que sufrís, seréis bienaventurados porque seréis consolados. Seréis bienaventurados los que tenéis hambre de mí, seréis bienaventurados porque seréis saciados. 3. Seréis bienaventurados los que tenéis misericordia, seréis bienaventurados porque seréis perdonados. Seréis bienaventurados los que tenéis el alma limpia, seréis bienaventurados porque veréis a Dios. 4. Seréis bienaventurados los que buscáis siempre la paz, seréis bienaventurados, hijos seréis de Dios. Seréis bienaventurados los perseguidos por mi causa, seréis bienaventurados porque tendréis mi Reino. (E.Vicente Mateu – Disco “UN PUEBLO QUE CAMINA” – Musical PAX)