1234- Capítulo II. 3: LA 1ª REPÚBLICA La Convención Girondina (1792-1793) La Convención Jacobina (1793-1794) El Directorio (1795-1799) El encumbramiento de Napoleón. 1- La Convención Girondina (1792-1793) Una vez derrocada la monarquía, se empezará a redactar una nueva Constitución que no será promulgada hasta 1793. En ella se establecía la República como forma de Estado, en la que una nueva cámara, la Convención Nacional ejercería un fuerte poder legislativo. Esta cámara sería elegida por sufragio universal masculino; aunque se levantaron voces para que la mujer tuviera derecho al voto e igualdad legal frente al hombre, no fueron escuchadas. El poder ejecutivo sería ejercido a través de Comités (temporales y revocables) que tendrían que abordar los temas para los que la Convención les comisionara. El más importante de todos será el Comité de Salvación Pública, que ejerció como gobierno provisional y cuya misión era salvar la Revolución. El poder judicial lo ejercerían Tribunales revolucionarios y Jurados Populares designados por la Convención o por las Comunas. Entre las leyes desarrolladas por la Convención destacan la abolición de la esclavitud y de la tortura, el matrimonio civil, el divorcio, el reconocimiento de los derechos de asociación y huelga, los impuestos progresivos y el derecho a la educación pública. Los grupos políticos más importantes de la cámara serán en un primer momento los girondinos y más tarde los jacobinos, aunque ninguno de ellos alcanzó una mayoría suficiente como para gobernar (controlar el Comité de Salvación Pública) solos, por lo que tenían que contar con una gran masa de diputados indecisos de centro (“El Llano”) que daban su apoyo alternativamente a los primeros o a los segundos. Mientras se producía el cambio político, los ejércitos Austria y Prusia, avanzaban de forma inexorable hacia París, por lo que se decidió la Creación del Ejército Voluntario, en el que se mezclaban los uniformes blancos de los antiguos soldados del rey y los azules de los nuevos reclutas. Estos dos colores más el rojo (“la sangre derramada por la libertad”) formarán la “bandera tricolor”, símbolo de la nueva Francia. Miles de voluntarios de todo el país se unieron al nuevo ejército, un grupo de ellos procedente de Marsella, se unirá a la defensa de París cantando una canción que se convertirá en el himno revolucionario hasta los primeros años del siglo XX (ver texto. Cuadrarse y cantar “La Marsellesa”). Este ejército combatiendo bajo la bandera tricolor y entonando “La Marsellesa”, con más entusiasmo que experiencia, conseguirá su primera victoria en la Batalla de Valmy, que marcará un punto de inflexión en la guerra. Los ejércitos invasores serán obligados a retroceder más allá de las fronteras de Francia. Una vez conjurado el peligro de invasión, la Convención tuvo que decidir sobre la suerte de Luís XVI. Tras una reñida votación (un voto de diferencia) se aprobó la Ejecución de Luís XVI en la guillotina, a la que siguió la de su mujer Maria Antonieta (enero de 1793). Los jacobinos y Robespierre fueron los máximos impulsores de la medida, justificándola por la traición del rey a su pueblo. También se trataba de “quemar las naves”, la ejecución de Luís XVI impedía cualquier tipo de acuerdo o componenda con las potencias absolutistas, que llevara a los revolucionarios a renunciar a lo conseguido hasta entonces (ver texto). El resultado de la ejecución fue la Ampliación de la 1ª Coalición, a la que se unieron casi todos los reinos de Europa (a Austria y Prusia, se añadieron Gran Bretaña, España, Portugal, Holanda, Saboya, Nápoles y casi todos los Estados italianos y del Imperio Alemán). Francia fue invadida de nuevo por todas sus fronteras, mientras los girondinos, desbordados por la situación, perdían el control de la Convención Nacional, que encargará a Robespierre la dirección del Comité de Salvación Pública. 2- La Convención Jacobina (1793-1794) Cuando los jacobinos llegaron al poder, la situación de la Francia revolucionaria era desesperada y tuvieron que hacer frente a grandes problemas, como la guerra, el hambre, la desorganización del país y la contrarrevolución. Lo hicieron de forma enérgica y contundente, resolviendo en mayor o menor medida estos gravísimos problemas, es decir salvaron a la Revolución, pero a costa de convertirla en una dictadura, como por otra parte ellos mismos habían advertido que ocurriría. La Convención Jacobina, constituye el período más radical de la revolución y en el que se producen cambios más profundos y leyes más avanzadas, pero es también su etapa más sangrienta y violenta, por lo que la actuación de los jacobinos ha sido siempre motivo de polémica entre historiadores y políticos. En 1793 se decía que solo París y una ¼ parte de Francia luchaban contra el resto del mundo. Los jacobinos refundarán la fuerzas armadas con la Creación del Ejercito Revolucionario realizada por Carnot. En él se establecerá el servicio militar obligatorio, entendido como un deber y un derecho de todos los ciudadanos franceses. Esto permitirá la Movilización General por quintas (de forma igualitaria) y levantar un ejército de cerca de 1.000.000 de soldados que equilibrará las fuerzas con las tropas invasoras. Además se incorporaron nuevas tácticas apropiadas a soldados sin experiencia (formación en columna, empleo masivo de la artillería...) y los ascensos por méritos y no por extracción social. La actuación de los generales estaría vigilada por Comisarios enviados por la Convención, para evitar traiciones y deserciones. Esta reforma convertirá al ejercito francés en una maquinaria bélica invencible, que no solo conseguirá expulsar de nuevo a los invasores, sino que inicia las primeras conquistas de la época revolucionaria como Bélgica, Renania, Saboya, Niza y Holanda, donde se creará la primera “República Satélite” (República Bátava, 1794). Sin embargo, las necesidades bélicas obligaron a recurrir a la leva en masa y a las requisas de alimentos para el ejército, lo que creó un gran malestar entre el campesinado, principal perjudicado por estas medidas. Por otro lado, en su intento de que la Revolución no solo realizara cambios políticos, sino que significara una renovación total de la sociedad francesa, cambiaron el calendario gregoriano (de creación católica) vigente entonces y en nuestros días, por el Calendario Revolucionario, vigente en Francia hasta 1806 (ver texto y explicar). Algunos hechos fundamentales de la Revolución francesa como el 9 termidor, el 13 vendimiario y el 18 brumario, son conocidos por las fechas que marcaba dicho calendario. Los jacobinos eran deístas y despreciaban por igual el ateismo (lo consideraban decadente, egoísta y propio de nobles) y el catolicismo (lo consideraban irracional, supersticioso e interesado), por lo que intentaron crear una nueva religión (“Culto a la Diosa Razón”) basada en ideas racionales y que pudiera ser asumida por el pueblo. La nueva religión fue presentada en la Fiesta del Ser Supremo, en la que Robespierre quemó una estatua que representaba el ateismo. No tuvo mucho éxito. Durante esta época también se dieron los primeros pasos para la adopción del sistema métrico decimal. Los cambios sociales producidos por los jacobinos, tuvieron su repercusión en aspectos externos de la sociedad como las costumbres, las diversiones o la moda (pantalones largos para hombres, vestidos de inspiración clásica para las mujeres...), que abandonó la sofisticación alcanzada durante el siglo XVIII. Los jacobinos, además, impusieron la instrucción obligatoria. También establecen una nueva organización del estado: en cinco años Francia había pasado por tres regímenes políticos distintos (monarquía absoluta, monarquía parlamentaria y República), sin que hubiera dado tiempo a establecer una administración estable y operativa, por lo que la desorganización del país era absoluta. Así, los jacobinos crean una nueva división territorial y administrativa del país, más racional y centralista, dividiéndolo en departamentos (territorios pequeños y con poca autonomía) en los que las leyes y su relación con el poder central eran igualitarias. Estos departamentos serán dirigidos férreamente desde París, principal feudo “montañés” ya que siempre controlaron su Comuna. Asimismo impulsan algunas de las medidas sociales más atrevidas de la revolución. La guerra (y todo lo que suponía: requisas, escasez de mano de obra, destrucción de cosechas, dificultades de transporte...) trajo de nuevo el hambre a Francia. Los jacobinos intentaron que todos los franceses pudieran alcanzar un nivel de subsistencia mínimo con la fijación de precios máximos para el trigo y de salarios mínimos proporcionales al precio oficial del pan. Esta medida beneficiaba sobre todo a las clases populares urbanas, principal apoyo de los jacobinos, pero perjudicaba a los campesinos propietarios y a los comerciantes, que empezaron a ocultar el trigo a las autoridades, para venderlo en el “mercado negro” a precios muy superiores a los oficiales, agravándose así los problemas de escasez y desabastecimiento. La reacción de los jacobinos, fue la persecución de estos “estraperlistas” o “especuladores” para los que se decretará la pena de muerte en la guillotina. También intentaron redistribuir la riqueza de los franceses a través de los impuestos progresivos: los más ricos pagan un % mayor de sus ingresos, impuestos que serán empleados para garantizar un mínimo de subsistencia a los más pobres a través del Servicio Público. El aspecto más complicado del mandato de los jacobinos fue la lucha contra la oposición o “contrarrevolución”. Desde sus primeros días, la Revolución se había enfrentado con los “realistas” y los “emigrados” y más tarde (1792) con los monárquicos, a los que se unían ahora los girondinos, en desacuerdo con la política jacobina y con su desplazamiento del poder. Esta oposición política cada vez más activa, organizó sublevaciones contra la revolución en distintas regiones de Francia (“La Vendee”, Lyon, Normandía, Marsella...) y empezó a asesinar a dirigentes de la Convención (terrorismo contrarrevolucionario), siendo el Asesinato de Marat cometido por Carlota Corday, el más sonado de ellos. En respuesta los jacobinos dejaron en suspenso la Constitución y sus garantías e iniciaron una feroz persecución de la oposición interna en un período de diez meses al que se conocerá como “El Terror”. Los Comisarios de la Convención como Fouche (futuro jefe de policía de Napoleón y de Luís XVIII) o Bonaparte, recorrieron Francia sofocando a sangre y fuego los levantamientos contrarrevolucionarios. Se establecieron Tribunales Revolucionarios que tras un rápido juicio enviaban a los condenados a la guillotina. De esta manera se intentaba también evitar las matanzas indiscriminadas de prisioneros que habían caracterizado a los primeros momentos de la Revolución. Se calcula que durante “El Terror” fueron guillotinados entre 10.000 y 40.000 franceses entre opositores políticos (”realistas”, monárquicos, girondinos), desertores, especuladores y curas refractarios. La guillotina alcanzó también a algunos “montañeses” como a Dantón (por moderado) o a Hebert (por radical). Estas últimas ejecuciones, socavaron el apoyo que daban muchos “san-culottes” a los jacobinos. En julio de 1794, la Revolución se había salvado y los jacobinos habían resuelto en mayor o menor medida los serios problemas a los que se habían enfrentado. Pero deseaban mantener el Estado de excepción (suspensión de garantías constitucionales) para profundizar en los cambios iniciados o para perpetuarse en el poder. Un grupo de diputados de “El Llano” junto a un sector del ejército, empezó los preparativos de un golpe de Estado contra los jacobinos. Cuando Robespierre se dirigía a la Convención Nacional para solicitar su confianza para seguir al frente del Comité de Salvación Pública, fue herido de un disparo realizado por un diputado conjurado, mientras el ejército irrumpía en la sala y detenía a los diputados jacobinos. Al día siguiente Maximilien Robespierre (llamado “El Incorruptible”) y otros 21 dirigentes jacobinos fueron guillotinados sin juicio previo. (9 Termidor) La Convención Termidoriana solo fue un período de transición mientras los diputados que habían participado en la conspiración preparaban un nuevo régimen político (El Directorio), entrando la Revolución a partir de este momento en una fase mucho más conservadora, marcada por el control político de la Alta Burguesía, que alcanzará en esta etapa sus principales objetivos. Muchas de las medidas tomadas por los jacobinos fueron eliminadas; las económicas fueron de corte liberal y supusieron, entre otras cosas, la eliminación de los salarios mínimos y la supresión del precio máximo del trigo, lo que provocó motines de hambre en algunas ciudades, reprimidos duramente por el ejército. Los clubes y asociaciones políticas fueron prohibidas. Los partidarios de “La Montaña” tardaron en reaccionar debido a la pérdida de popularidad sufrida por los jacobinos, y cuando lo hicieron sufrieron una feroz represión acompañada de Ejecuciones masivas de “montañeses”; miles de radicales y “sans-culottes” fueron guillotinados en lo que se conoce como “El Terror blanco”. Se decretará la Prohibición de La Marsellesa, considerada a partir de ahora como un himno jacobino, y se producirá la Supresión de la Comuna de París, institución dominada siempre por los “montañeses” que será sustituida por un Prefecto designado por el gobierno. 3- El Directorio (1795-1799) En septiembre de 1795 se promulgo una nueva constitución conocida como Constitución del año III, ya que se seguía usando el Calendario Revolucionario. En ella el poder ejecutivo lo componía un Directorio de cinco personas (gobierno de “los mejores”) que resultó ser una institución débil y poco operativa. El poder legislativo sería bicameral, con un Consejo de Ancianos, formado por los antiguos diputados de la Convención Termidoriana (250 diputados vitalicios) que se aseguraban así de por vida un cargo político, y el Consejo de los 500 elegido por sufragio censitario e indirecto muy restrictivo. Se mantuvieron los tribunales y jurados para ejercer el poder judicial. El Directorio resultó un régimen profundamente corrupto, en el que muchos políticos y empresarios aprovecharon para amasar grandes fortunas. Además siempre estuvo amenazado por la inestabilidad, ya que continuaba la Guerra contra la 1ª Coalición y los levantamientos de inspiración jacobina o monárquica. Solo el ejército era capaz de hacer frente a estas amenazas por lo que le convertirá en la única institución con prestigio social y merecedora de cierto respeto en este régimen. Fue capaz de contener a la oposición política mientras seguía consiguiendo victorias en el exterior, lo que llevará a la firma de la Paz de Basilea (1795), por la que España y Prusia abandonaban la coalición antifrancesa. En 1796 España y Francia firmarán el Tratado de San Ildefonso (1796), por el que volvían a su tradicional alianza contra Gran Bretaña, pese a tratarse de una Monarquía absoluta y una República burguesa. El ejército era además la institución en la que la movilidad social era más posible. Cualquiera que ingresara en él podía ascender rápidamente (si sobrevivía) demostrando valor, inteligencia, capacidad y/o liderato, ya que el continuo estado de guerra y las bajas en la oficialidad, permitían ascensos meteóricos. Quizás el ejemplo más claro sea el del padre del escritor Alejandro Dumas, quien pese a ser mulato e hijo de esclava, alcanzó el grado de general durante la Revolución, algo completamente impensable en tiempos del Antiguo Régimen. De entre estos militares emergentes, uno empezará a destacar sobre todos los demás: Napoleón Bonaparte. 4- El encumbramiento de Napoleón Napoleón (Ajaccio. Córcega 1769. Santa Helena 1821) nació en el seno de una familia de la pequeña nobleza corsa poco después de que la isla pasara a manos francesas tras pertenecer a Aragón, Génova y a un breve período de independencia. Su origen hidalgo (solo los nobles podían ser oficiales del ejército), le permitirá seguir la carrera militar en París donde se forma como artillero. Allí se pondrá en contacto con las ideas de la ilustración y cuando estalla la revolución mostrará simpatías por los jacobinos aunque siempre mostró un claro rechazo por los desórdenes y falta de disciplina de los “Sans Culottes”. En 1793 actuó como Comisario de la de la Convención Jacobina en la reconquista del puerto de Tolón, alcanzando el grado de general de brigada con solo 24 años. Esta actuación le valió la cárcel tras la caída de los jacobinos y le podría haber costado la vida, de no ser por la intervención de su por entonces amante, Josefina de Beauharnais. Rehabilitado por El Directorio, se hace cargo de la guarnición de París, al frente de la cual aborta un Levantamiento monárquico en octubre de 1795 (13 Vendimiario) lo que le convierte en una pieza clave para El Directorio. Campaña de Italia (1796-1797) Austria había ocupado el norte de Italia, desde donde amenazaba los nuevos territorios franceses (Saboya y Niza). Cuando Napoleón se hace cargo del ejército del sur, este se encontraba desmoralizado, mal equipado, mal dirigido y al borde de la derrota. Tras reorganizarlo desarrollará una impresionante campaña, en la que tras derrotar a cuatro ejércitos austriacos, se planta a las puertas de Viena. Austria se verá obligada a firmar la Paz de Campoformio, que dejaba en manos de Napoleón, la mitad el norte de Italia. Allí fundará nuevas “Repúblicas satélite” (Repúblicas Cisalpina -Milán- y Ligur -Génova- y más tarde Helvética –Suiza-, Romana -Estados Pontificios- y Parteneuropea –Nápoles-) a las que trasladará los cambios operados en Francia. Los tributos que exigió a los reinos derrotados, salvarán al Directorio de una inminente bancarrota. La popularidad de Napoleón, convertido en un héroe, creció como la espuma Campaña de Egipto (1798-1799) A Francia ya solo le quedaba un enemigo, Gran Bretaña, cuyo poder se basaba en su poderosa marina, su comercio y su imperio colonial. Napoleón elabora un ambicioso plan para atacar la India, principal colonia británica. Debía conquistar Egipto (sultanato del Imperio Otomano, aliado de Gran Bretaña) y desde allí lanzar un ataque por tierra hasta la India, como ya hiciera Alejandro Magno en la antigüedad clásica. Para ello contó con la ayuda de la marina española, que se enfrentó a la británica en la Batalla del Cabo de San Vicente, lo que permitió a Napoleón conquistar Malta y desde allí desembarcar en Egipto. Derrotará a las tropas del sultán (los mamelucos) en la Batalla de las Pirámides (“Soldados”: desde lo alto de esas pirámides....”), conquistando Egipto (francés hasta 1802). Napoleón introducirá en este Estado feudal, profundas reformas, modernizando su administración y su economía. También destacan de este período, las investigaciones arqueológicas (Champollion) y el expolio artístico que se produce que hoy podemos admirar en el Museo del Louvre. Pero la marina británica al mando del almirante Nelson una vez que derrotó a la armada española, llegó hasta Egipto, destruyendo la flota francesa en la Batalla de Abukir. Pese a encontrarse aislado, Napoleón continuó adelante con su plan, avanzando hacia el norte por la costa del Líbano, donde fue atacado por las tropas turcas y la marina británica, perdiendo casi toda su artillería en la Batalla de San Juan de Acre. Esta derrota unida a una epidemia de peste que diezmó su ejercito, hicieron inviables sus planes y convirtieron la campaña en un auténtico desastre. Aun así, Napoleón y sus aliados en Francia, supieron “vender” la Campaña de Egipto en la prensa francesa como una gran hazaña, por lo que no solo no perdió popularidad, sino que ésta aumentó. Mientras, las potencias europeas aprovechando el bloqueo de Napoleón y su ejército en Egipto, organizarán la 2ª Coalición (Gran Bretaña, Austria, Rusia, Nápoles, Imperio Otomano y Portugal) una amenaza que difícilmente podría resistir el cada vez más débil Directorio. Napoleón abandonará a su ejército en Egipto y tras burlar el bloqueo de la marina británica, llega a Francia en noviembre de 1799, donde con la ayuda de sus colaboradores dentro del régimen (Fouche, Talleyrand, Luciano Bonaparte) organizará un golpe de Estado que hará caer El Directorio y le llevará al poder (18 Brumario).