FORMACIÓN Y ESPIRITUALIDAD LA VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE “ESPIRITUALIDAD DE COMUNIÓN EN EL SENO DE LA MADRE” Mons. Salvador Diez de Sollano y Ortega «La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con el que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres» (LG 65). E l tiempo de la Navidad es tiempo propicio para hablar de la maternidad de María. La Virgen de Guadalupe es la única de las imágenes que en las apariciones de María se aparece como Madre embarazada. El vientre maternal de Santa María de Guadalupe es el maravilloso lugar y símbolo más importante y central del Ayate, es el Santuario del Misterio de la unión divina-humana donde se inicia y crece toda vida que aspira a la comunión de Dios con el hombre y del hombre con Dios. En la misión educadora prenatal de María, misteriosa comunión interactiva de la Madre y el Hijo, durante todo el proceso de la gestación desde la fecundación por el Espíritu Divino, es donde se inicia la Vida de la Mujer y del Hombre Nuevo, la Nueva Creación. La presencia misteriosa de Dios Padre, en la nube mística que rodea a la Virgen María en su imagen de Guadalupe, es el símbolo de la elección del Amor Divino que la acoge para llenarla de la Gracia del Espíritu Santo y fecundarla BOLETÍN • 2013 • 9 íntimo hogar maternal del seno de su Madre; y preguntarle a María cómo fue su maravillosa relación con su Hijo en gestación y con el Espíritu Divino su Esposo en la interioridad de todo su ser. Las respuestas las iremos recibiendo poco a poco a través de esta meditación y en las siguientes. para iniciar en Ella la maternidad divina en la encarnación del Hijo de Dios. En la dócil disponibilidad de María se inicia en Ella la espiritualidad maternal de Comunión con la Trinidad Santa. En María de Guadalupe, María de Nazareth, tiene toda madre el modelo perfecto de la maternidad verdaderamente humana y espiritual que engendra la vida y la hace crecer en plenitud, educándo10 • BOLETÍN • 2013 la desde el embarazo la informa, la forma y la conforma bajo la acción del Espíritu Santo. Juan Pablo II se expresa así: “Aunque se realizó por obra del Espíritu Santo y de una Madre Virgen, la generación de Jesús, como la de todos los hombres pasó por las fases de la concepción, la gestación y el parto. Además, la maternidad de María no se limitó exclusivamente al proceso biológico de la generación, sino que, al igual que sucede en el caso de cualquier otra madre, también contribuyó de forma esencial al crecimiento y desarrollo de su Hijo. No sólo es madre la mujer que da a luz un niño, sino también la que lo cría y lo educa (desde su seno materno); más aún, podemos muy bien decir que la misión de educar es, según el plan divino, una prolongación natural de la procreación. María es Theotokos no sólo porque engendró y dio a luz al Hijo de Dios, sino también porque lo acompañó en su crecimiento humano” (JUAN PABLO II, “María, Educadora del Hijo de Dios”, 4 dic.1996). En este Misterio de Maternidad, habría que preguntarles, en el silencio de la meditación y en la presencia de la contemplación, al Espíritu Santo cómo fue su acción durante el embarazo en María; a Jesús el Hijo de Dios cómo sintió desarrollarse su encarnación en el Los conocimientos expresados aquí acerca de la educación prenatal que María lleva a cabo en su vientre, escuela natural y sobrenatural de virtudes, son confirmados por los descubrimientos científicos recientes, y que de hecho son milenarios. La importan- cia de esta etapa prenatal era muy conocida en las antiguas civilizaciones: los Egipcios, los Indios de Asia y de América, los Celtas, los Africanos y otros, habían dado reglas de vida para la madre, la pareja, la sociedad, que permitían que el niño se formara con las mejores condiciones. En cuanto a los Chinos, hace ya más de mil años, construyeron clínicas prenatales en donde las futuras madres vivían su embarazo con serenidad y rodeadas de belleza (cfr. “¿INFLUYE EL PERIODO PRENATAL EN NUESTRA VIDA?”. Conferencia de Marie-Andrée BERTIN, Fundadora y Presidenta de la Organización Mundial de Asociaciones de Educación Prenatal, 4 de Abril del 2001). a partir de los años sesenta y setenta del pasado siglo hasta nuestros días, como son: la reciente y avanzada Psicología Intrauterina, la Fetología, la Neurología, la Fisiología, la Nueva Biología, la Genética Moderna, la Obstetricia, la Psicología Evolutiva, la Pediatría, las múltiples y rigurosas investigaciones pluridisciplinares de las ciencias de la Educación Prenatal Natural, la Psicología de la Personalidad, la Psicología Profunda, la Gestalt, la Psicoterapia Clínica, la Psiquiatría, se nos demuestra lo importantísimo y esencial que es el período gestacional para la educación de sentimientos, aptitudes, virtudes espirituales del hijo, así como de la salud integral de la nueva persona. la Asociación Norteamericana de Psicología Pre y Peri Natal) resume así los resultados de sus trabajos y de los de sus colegas durante varias décadas: “El amor que la madre le da a su hijo en gestación, las ideas que se forman sobre él, la riqueza de la comunicación que mantiene con él, tienen una influencia determinante en el desarrollo del hijo y en su vida futura” (“LA VIDA SECRETA DEL NIÑO ANTES DE NACER”, Dr. Thomas Verny y John Kelly, Ed. Urano). La comunión y comunicación materno-fetal existe en varios niveles, del biológico al sicológico, del telepático al espiritual. El útero es la gran escuela de aprendizaje de virtudes, como bastantemente ejemplifica Thomas Verny en sus obras. Se comprueba científicamente que la madre, Gracias a nuevas ciencias, tecnolo- Por ejemplo, el Dr. Thomas Verny en simbiosis y armonía perfecta gías médicas y psicopedagógicas, (Médico Psiquiatra y fundador de con el hijo, no sólo forma en su BOLETÍN • 2013 • 11 so de fecundación y gestación del Hijo de Dios hecho hombre, los protagonistas que son la Madre y el Esposo, el Espíritu Divino que la fecunda y la asiste, no sólo traen a la vida al Hijo, sino que modelan y transforman su organismo y comportamiento, su ser entero, y ponen las bases de su personalidad futura. Y, por supuesto, también, como veremos, el mismo Hijo de Dios es protagonista en el seno y en el ser mismo de la Madre. seno al hijo biológico sino que lo conforma psicológica y espiritualmente con su manera de pensar, sentir y actuar. Este sublime misterio de vida y comunión madre-hijo está simbolizado en el vientre de nuestra preciosa Virgen Santa María de Guadalupe. Llegada la plenitud de los tiempos (cfr. Gál 4,4-7), en María es inaugurada la Mujer Nueva y por su maternidad en su vientre viene a la existencia el Hombre Nuevo en Cristo, por obra del Espíritu Santo: “Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un Espíritu nuevo”(Ez 36,26). En la experiencia o proce- El niño in-útero es un ser sensitivo, extremadamente sensible, que reacciona sorprendentemente de manera creciente y progresiva desde su concepción hasta el alumbramiento, porque sus moléculas y sus células se informan al mismo tiempo que se forman, se impregnan, bajo la acción, la espiritualidad, las virtudes, los afectos, sentimientos y emociones de su madre y de su padre, así como del medio ambiente que se le proporciona. Es verdadera y esencialmente importante su rol en la transmisión de la calidad humana y espiritual de la vida de su hijo y sus consecuencias futuras. Los dos son educadores y de manera fundamental desde la escuela del vientre materno. Podemos ciertamente esperar y constatar que seres gestados así armónicamente, a la manera en que lo realiza María, traídos al mundo por la madre que los educa espiritualmente desde su seno con amor, diálogo y respeto, sean capaces de construir un mundo más justo, más humano, más fraternal, en donde cada uno encuentre su lugar y pueda desarrollarse al servicio de todos. Esta maravillosa realidad la podemos contemplar simbólica y místicamente en el Hijo nacido de Santa María de Guadalupe por obra del Espíritu Santo. María de Guadalupe gesta en su vientre al Hombre perfecto, con un “cuerpo espiritual” que es al mismo tiempo “un espíritu corporal” en pleno sentido (cfr. Cor 15,4449). La espiritualidad del hijo se constituye en gran medida desde la espiritualidad de la Madre, y la misma Madre es conformada en cierta medida espiritualmente por el Hijo desde es seno materno, como nos lo harán constatar las numerosas investigaciones científicas. La Espiritualidad de Comunión en la maternidad de María de Guadalupe es respuesta y disponibilidad de Ella a la elección del Padre que la hace la tienda de su mística presencia (símbolo de la sombra que la envuelve); a la comunión del Espíritu Santo (la Luz que la invade y rebosa) y a la Gracia del Hijo de Dios que la habita (el nahui ollin que como flor de cuatro pétalos que está en su vientre). Se abre al Dios del Amor y de la Vida en favor de la salvación de la Humanidad, naciendo también en Ella, Santa María, la Iglesia Comunión de los Santos. “El amor que la madre le da a su hijo en gestación, las ideas que se forman sobre Él, la riqueza de la comunicación que mantiene con Él, tienen una influencia determinante en el desarrollo del hijo y en su vida futura” 12 • BOLETÍN • 2013