Apuntes para una descripción del individuo como sistema complejo

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Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia
Universidad El Bosque
filciencia@unbosque.edu.co
ISSN (Versión impresa): 0124-4620
COLOMBIA
2004
Carlos Escobar Uribe
APUNTES PARA UNA DESCRIPCIÓN DEL INDIVIDUO COMO SISTEMA
COMPLEJO EXAPTATIVO
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia, año/vol. 3, número 10-11
Universidad El Bosque
Bogotá, Colombia
pp. 123-128
Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal
Universidad Autónoma del Estado de México
http://redalyc.uaemex.mx
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia
Vol. III. Nos. 10 y 11. Págs. 123-128
APUNTES PARA UNA DESCRIPCIÓN
DEL INDIVIDUO COMO SISTEMA
COMPLEJO EXAPTATIVO
Carlos Escobar Uribe*
“La individuación ya no está clausurada en una
palabra, ni la singularidad en un individuo”
Gilles Deleuze
“Los fenómenos sin mecanismos
directos no suelen merecer el
interés o la aprobación de los
científicos en ejercicio”
Stephen Jay Gould
RESUMEN
La nueva biología, en particular la teoría de la evolución, constituye
una herramienta poderosa para reinterpretar la valía teórica del
individualismo decimonónico y ampliar sus consecuencias al
contexto de las ciencias sociales.
Palabras clave: individualismo, evolución, exaptación.
ABSTRACT
The New Biology, namely the evolution theory, is a strong tool as
to reinterpret the theoretical value of the decimononical
individualism and broaden its consequences in the context of
social sciences.
Key words: individualism, evolution, exaptation.
*
Profesor Universitario. Facultad de Ciencias Políticas, Pontificia Universidad Javeriana.
Bogotá. Correo electrónico: carlos-escobar@javeriana.edu.co
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La respetabilidad teórica del individualismo ontológico se nos presenta ambivalente. En el ambiente académico contemporáneo es lugar
común la crítica y el sistemático repudio a los cartesianismos pero, por
otra parte, la subjetividad cartesiana viene siendo objeto de revisión y
reconocimiento incluso por autores del todo refractarios a las orientaciones oficiales imperantes en el capitalismo mundial integrado –Zizek
(1999)–.
Es presumible que el correlato individualista en política sea el liberalismo y su forma canónica, el sujeto cartesiano. En lo que al menos
teóricamente sería su extremo, están las formas asociativas de carácter
marxista fundadas en algo así como un individualismo instrumental
que tiene una pretensión de emancipación de esa su carga de individuación “liberal” por medio de un sueño colectivo, comunista.
La dialéctica ilustrada de occidente, desde el derecho (generaciones reconocidas de acuerdo a los mismos supuestos: primera generación, liberales, segunda generación, sociales) hasta el arte (del genio creador
hasta los colectivos en dramaturgia), ha estado sumida en donde, no
es nuevo decirlo, ha triunfado el supuesto de un individuo ya terminado, ya constituido como si el primado de individuación precediera a lo
individual; como si una suerte de estructura “individuadora” gestase
la individualidad como fuerza extensiva del ser. El precio por semejante tesis no ha podido ser más calamitoso para “los otros”: gran parte de los daños ambientales, sociales y económicos se pueden indulgar
más temprano que tarde al primado individual.
El error consiste en suponer que al individuo lo antecede la individualidad cuando en realidad el individuo no es resultado de una estrategia natural de individuación.
En las líneas que siguen intentaré demostrar que la teoría contemporánea de la evolución permite superar el individualismo ontológico sin
caer en el adaptacionismo como criterio de selección cultural.
En su curso del College de France del año 1982, Foucault recordaba el
carácter arcaico de las técnicas de cuidado de sí. Si bien es con Sócrates
en el Alcibíades, en donde se puede evidenciar explícitamente la teoría
del cuidado de sí, desde la tradición oracular la inquietud por el sí
mismo ha sido la piedra de toque del pensamiento de Occidente. De su
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perfeccionamiento en técnicas independientes en el estoicismo y las escuelas helenistas hasta su recepción medieval, no se había efectuado un
“rompimiento” que vislumbrara una nueva categoría tan poderosa como
determinante de la explicación ontológica y metodológica del mundo.
Siguiendo de lejos los pasos de Foucault, y en esta afirmación su caso
es lugar común, es en el momento Cartesiano en donde se evidencia el
surgimiento de esa forma-individuo tan cara a toda la ciencia y filosofía posteriores.
Por otra parte, el caso de la economía y la política resultan en ese sentido paradigmáticos. Desde Adam Smith el primado económico moderno es el individuo. En él se depositan todas las categorías que han
legitimado los discursos capitalistas hasta nuestros días. Desde el bienestar hasta la democracia parten del metarelato individual como estigma de su propia coherencia.
Igualmente, la relación entre Smith y Darwin demuestra la enorme
filiación, no sólo entre economía y evolución, sino, lo que es aún más
importante, la deuda individualista de los dos autores. En la economía
del laissez-faire y en la evolución de las especies, los individuos luchan
por su propio interés.
El acento en la lucha es fundamental. No sólo se busca el interés propio, se lucha por él. Ese principio “bélico” permea una mucho más
amplia gama de relaciones en el ambiente decimonónico. La competencia entre los agentes económicos es sólo el correlato de la terrible
lucha que libran las especies en la naturaleza.
La “eficacia” del sistema se prueba donde el más fuerte sobrevive, eficacia ésta que debe ser entendida como una “abstracción de formas
ideales erigidas en modelos que se proyectan en el mundo y que la
voluntad establece como un objetivo que debe cumplirse” 1 .
1
Jullien, François (1999): Tratado de la eficacia. Editorial Siruela, Madrid. Nótese que el
correlato de eficacia en modelos no occidentales se adecúa mucho más a lo que será la
conclusión del presente trabajo. El mismo Jullien afirma: “En china... el concepto de
eficacia... nos enseña a dejar que llegue el efecto, no a buscarlo, sino a implicarlo, sin
pasar por la relación entre teoría y práctica; es decir, a apoyarse únicamente en la evolución
de las cosas, adecuándonos con la mayor claridad a los acontecimientos del mundo” (Negrilla
fuera de texto).
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La mano invisible actúa como un siniestro adecuador de medios a fines. La eficacia como orden general surge de y gracias a, la lucha individual. Allí lo racional para el individuo es racional para la colectividad,
la lucha del héroe del XIX tiene un efecto colateral deseado: “el bienestar de la sociedad”.
Ahora bien, si el principio de inteligibilidad del pensamiento occidental es el individuo, ¿Qué debe entenderse por individuo?
Las respuestas decimonónicas del tipo dicotómico individuo-grupo,
en donde la individualidad se define en términos de propiedades
excluyentes frente a las de grupo, nos sume en la aporía tradicional del
“principio bélico” con las funestas consecuencias que ha generado en
otros campos en la conciliación entre derechos de diferente generación
en el doble sentido del término: como derechos entre generaciones (las
actuales y las por venir) así como generaciones de derechos.
Si éste es el contenido de la teoría de la selección natural, el panorama
de ampliación de sus conclusiones a los “acoplamientos de tercer orden”
sería por lo menos indeseado. En efecto hasta nuestros días, la historia
de las relaciones entre biología y política o economía sólo han servido
para gestar consignas - Luchad y vencerás! La naturaleza nos guía! que llevan en últimas al afianzamiento de “lenguajes totalitarios” en
palabras de Faye.
Aportación de la teoría de la evolución en el rebazamiento del principio individualista decimonónico
Acudiendo al criterio más ordinario posible, lo individual debe tener a
lo sumo un comienzo y un final además de una estabilidad en la forma. Por más que parezcan autoevidentes, esas características son esencialmente borrosas máxime cuando se intenta afirmar la individualidad
en niveles superiores de la jerarquía orgánica o social.
Darwinianamente la evolución no tiene como actores a los individuos,
o mejor aún, las entidades individuales en el sentido humano no son
agentes evolutivos; sólo lo son en tanto se incluyan la reproducción y
la herencia que posibilitan evidenciar variaciones evolutivamente significativas.
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Al respecto Maturana–Varela afirman: “la humanidad es un sólo sistema unitario integrado: hogar, patria, humanidad son sinónimos” 2. Con
ello el papel del individuo en términos evolutivos está pensado con
miras mucho más lejanas que sí mismo: “La meta de la selección natural no puede definirse por la replicación fiel, sino por la plurificación
relativa. El individuo que produce más de sí mismo a base de incrementar el porcentaje de su contribución a la herencia de la siguiente
generación (como quiera que estén constituidas las unidades o elementos de la herencia) gana en el juego evolutivo” 3 .
En ese sentido la individualidad es paradójicamente una invariante de
organización, y sólo de organización, que está sujeta a múltiples perturbaciones en su estructura y que especifica los elementos concretos
del individuo: “el origen de la vida es una propiedad colectiva esperada de los sistemas complejos de polímeros catalíticos y las moléculas
sobre las que actúan. La vida cristalizó como un metabolismo colectivo autorreproductivo” 4.
La aportación de la biología y de la teoría de la evolución revisada
fortalecen la tesis de “lo humano” como lo colectivo, en un sentido que
no niega la creatividad. El centro de la explicación reseñada es una
evolución no causal, incluso en el límite de la adaptación como fuerza
evolutiva, que acuña conceptos de una gran potencia creadora como
las enjutas y las exaltaciones, es decir, cambios funcionales caprichosos, espontáneos, de agenciamientos colectivos generados por razones
que no tienen relación de utilidad ni adaptación con las posibles respuestas que evidencia la evolución del sistema.
La utilidad actual de una forma o estructura no revela su origen histórico, lo que demuestra que estas funciones actuales no tienen por qué
tener un origen adaptativo, incluso su origen puede ser todo lo contrario a un proceso adaptativo.
Es ya demostrado en el campo biológico que la separación de los huesos del cráneo humano que no tienen en su “origen” una función
adaptativa, hoy son fundamentales para el momento del nacimiento
2
3
4
Maturana, H. 1996: El árbol del conocimiento. Editorial Debate. Madrid, p. 161.
Gould, Stephen Jay, La estructura de la teoría de la evolución. Editorial Tusquets, p. 642.
Ibíd., p. 1241.
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por su gran maleabilidad a efectos de permitir la salida del recién nacido. Otro tanto ocurriría en las ciencias sociales de habérselas con la
aportación biológica para explicar cómo los comités de aguas en Bolivia –que con unos orígenes perfectamente modestos y de hecho creados por intención estatal evidentemente no revolucionaria– llegan a
constituirse como la base de la organización indígena revolucionaria
más importante de América Latina.
Las respuestas no triviales aportadas por agentes sistemáticamente noseleccionados como medio de legitimación ni como estrategia gubernamental de cualquier tipo, son una muestra de la replicabilidad
conceptual que poseen las enjutas y exaptaciones provenientes de la
teoría de la evolución revisada que tiene precisamente el plus de construirse sobre una base explicativa –territorio de frontera tan amplia
como la biología, la paleontología, la arquitectura y la filosofía entre
otros dominios.
En ese contexto los análisis adaptacionistas no dilucidan la historia de
la evolución. No permiten explicar el cambio funcional caprichoso que
es la base de la evolución y siguen suponiendo una especie de relación
implícita entre origen y utilidad.
El principio de las enjutas sugiere que “un alto porcentaje de rasgos
con una contribución importante a la aptitud actual surgió no por razones adaptativas, sino por efectos colaterales de otras fuerzas” 5.
Por el contrario, las enjutas o cambios caprichosos-exaptaciones son
una gran herramienta en procesos de simulación pues permiten incluir variables que desbordan el marco utilidad-adaptabilidad, y que
son en suma la piedra de toque de la evolución, recordándonos en
todo momento que la contingencia es la historia misma de la vida.
5
Ibíd., p. 1288.
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