44-46 INTERNACIONAL_14-16 ETA+AGUILAR.qxd 31/01/13 20:05 Página 44 INTERNACIONAL David Cameron anuncia un referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE EL RETORNO DEL ‘ESPLÉNDIDO AISLAMIENTO’ En plena crisis económica y monetaria en la Unión Europea, especialmente, en la zona euro, con la inminente cumbre para ratificar el presupuesto comunitario para el periodo 2014-2020, y tras la negativa a suscribir el Tratado para una mayor integración presupuestaria de los Veintisiete, el primer ministro británico, David Cameron, anunciaba su intención de convocar un referéndum, en el horizonte de 2017, acerca de la permanencia o salida de su país de la UE. Por P. A. N. pea. Eso sí, con la condición de repetir un triunfo electoral conservador en 2015, y nuno prioritario es superar la situación ca antes de 2017. Un largo plazo que, en política, pero si se mantiene la in- opinión de Clegg podría generar demasiada certidumbre sobre los términos incertidumbre. Por su parte, los laboristas de Ed Milliband precisos de la adhesión a la UE, puede afectar a la economía. No creo que han rechazado esta iniciativa, en principio, Bruselas vaya a escuchar a Cameron cuan- pero el debate en su seno ha quedado abierdo pida flexibilidad porque allí de lo que se to porque en las filas socialdemócratas brihabla precisamente es de unión política. De- tánicas también va en aumento el grupo de beríamos ser muy cuidadosos en un mo- los ‘euroescépticos’. mento en el que la economía británica está Más allá de la tradicional tensión entre el todavía a duras penas recuperándose de la peor crisis económica en una generación y no crear un periodo prolongado con un alto grado de incertidumbre porque, en mi opinión, la incertidumbre es enemiga del crecimiento y del empleo”. No se trata de una crítica contra el primer ministro británico, David Cameron, emitida por algún portavoz de la oposición en Gran Bretaña, sino de las declaraciones efectuadas a la cadena de radio pública BBC por parte del actual vice- continente y la isla, muchos analistas sosministro británico, y principal aliado en el tienen que, en realidad, la auténtica motiGobierno, el liberaldemócrata Nick Clegg, vación de Cameron, además de sus deseos tras conocer el anuncio de su jefe de Gabi- de proteger los intereses de la City –el manete acerca de la realización de un referén- yor centro financiero de Europa, y el sedum en el que la población de Reino Uni- gundo del mundo–, y de recuperar ciertas do será consultada sobre la permanencia o competencias nacionales, está en la polítisalida de su país del seno de la Unión Euro- ca doméstica. L El ascenso al poder dentro del Partido Conservador por parte de Cameron se producía, en parte, gracias a su acercamiento al sector más duro de su formación. Pese a que todavía queda tiempo –los comicios generales próximos están programados en 2015–, la irrupción con fuerza en el panorama electoral del United Kingdom Independence Party (UKIP), ubicado en la derecha pura y dura, y firme partidario de la salida de Gran Bretaña de la UE, pone en peligro la reedición del triunfo de los conservadores en las urnas, a los que podría arrebatar un buen número de votos, lo que tendría un efecto demoledor para sus intereses en el muy complicado y poco proporcional sistema electoral británico. Y parece que este discurso, anunciando la consulta popular, al menos, de momento le está dando la razón táctica a Cameron. A la semana de realizar el anuncio del referéndum, una encuesta publicada por los sema- Muchos analistas sostienen que la auténtica motivación de Cameron es la política doméstica 44 4–10 de febrero de 2013. nº 1004 Los socios comunitarios de Reino Unido se encuentran divididos sobre la 44-46 INTERNACIONAL_14-16 ETA+AGUILAR.qxd 31/01/13 20:05 Página 45 narios The Independent of Sunday y el Sunday Mirror establecía una recuperación de más de un 5 por ciento de intención de voto para el Partido Conservador, colocándose ahora como segunda fuerza, con un 33 por ciento de respaldo. Los laboristas continúan en cabeza, con un 39 por ciento, con el mismo apoyo que en el estudio demoscópico anterior, mientras que los socios en el Ejecutivo de los tories, el Partido LiberalDemócrata, también recuperaba dos puntos de simpatía de los votantes, colocándose como tercero en disputa, con el 11 por ciento. Pese a la negativa a suscribir el Tratado para una mayor integración presupuestaria por parte de Londres, el resto de sus todavía socios comunitarios se encuentran divididos en este asunto y sobre el alcance real del anuncio de Cameron. La Comisión y el Consejo Europeo han mantenido prácticamente un silencio institucional llamativo, aunque vetaron recien- re temente la posibilidad de reabrir de nuevo los tratados para dar satisfacción a las ya antiguas pretensiones del Reino Unido de mantenerse al margen determinadas responsabilidades comunitarias –no adoptaron el euro como moneda propia, y anualmente son recompensados mediante el denominado ‘cheque británico’, por el que les es reintegrada la parte de su aportación a los presupuestos de Bruselas que no ha sido empleada–. De hecho, muchos piensan que la verdadera intención de Londres es la de amedrentar a sus socios para que acaben abriendo la mano A la semana de anunciar el referéndum, las encuestas situaban a los conservadores como segunda fuerza las intenciones de Cameron y el alcance real de las consecuencias que tendrá. en este asunto, y también se detecta un cierto hartazgo continental, y hasta indiferencia hacia lo que se considera una posición antigua y poco solidaria con el resto por parte del Reino Unido. Además, con el peso omnipresente de Alemania en la actual UE, la regla de la unanimidad ha perdido su poder disuasorio. El veto que cualquier miembro podía ejercer ya no resulta efectivo, y se han creado mecanismos para sortearlos a través de mayorías cualificadas. Las respuestas más sonoras a Cameron llegaban en fuego cruzado. El líder de los liberales en el Parlamento Europeo, Guy Verhofstadt, declaraba que “hay una enorme confusión al otro lado del Canal de La Mancha. No se pueden entender algunas estupideces en un país en el que más del 50 por ciento de sus exportaciones van hacia Europa. No va a haber una UE a la carta para Londres. Eso han sabido verlo hasta sus amigos estadounidenses”. Y lo cierto es que la diplomacia norteamericana ya ha enviado algún recado en este sentido a su socio preferente en Europa. También dejaba ver su enfado el canciller austriaco, Werner Fayman, que, personalizando en el propio Cameron, advertía de que “con mentiras y medias verdades y sin dejar claro su posición no va a ir lejos”. Y desde París, la reacción era todavía más desafiante: “Si Reino Unido quiere dejar Europa le pondremos la alfombra roja”, proclamaba el ministro galo de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius. Tampoco se quedaba atrás el actual presidente del Parlamento europeo, el socialdemócrata Martin Schultz, que reprochaba que “Reino Unido se dedica a repartir culpas, pero tiene una gran responsabilidad en todos los retrasos de Europa”. Hasta la diplomacia española se mostraba muy crítica con la iniciativa londinense. El ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García Margallo, además de calificar como una “pésima noticia” el anuncio de Cameron, sostenía que “pensar en un Reino Unido compitiendo en el mundo con Estados Unidos, China, India o Brasil realmente es no entender el tiempo en el que uno vive”. Menos beligerantes eran las palabras de la canciller germana, Angela Merkel, que denº 1004. 4–10 de febrero de 2013 45 44-46 INTERNACIONAL_14-16 ETA+AGUILAR.qxd 31/01/13 20:05 Página 46 INTERNACIONAL jaba incluso un espacio para permitir deducir que, en el fondo, la Unión Europea sí estaría dispuesta a conceder esa especie de estatuto especial que el Reino Unido no ha dejado de reclamar prácticamente desde su entrada en la Unión, allá por 1973: “Alemania, y yo personalmente, queremos que Reino Unido siga siendo una parte importante de la UE. Estamos dispuestos a hablar sobre las aspiraciones británicas”. Y comprobando el actual reparto del poder en el Viejo Continente, casi se puede dar por sentado que ésa será la actitud final que adopten el resto de Se detecta cierto hartazgo e indiferencia continental hacia una posición poco solidaria los socios de Londres ante el órdago planteado por Cameron. El mismo premier británico ya advertía de que “cuando llegue el referéndum, y si po- demos negociar un acuerdo –con las condiciones expresadas por el primer ministro y un retorno a la soberanía nacional de varias competencias–como ése, haré campaña para la permanencia en la UE con todo mi corazón y toda mi alma. Porque hay algo en lo que creo profundamente: que el interés nacional de Gran Bretaña está más garantizado en una UE flexible, adaptable y abierta y que esa UE es mejor con Gran Bretaña dentro”. La estrategia del ‘Espléndido aislamiento’ de la época victoriana ha vuelto por sus fueros, si es que alguna vez se marchó. l Una historia de desencuentros Reino Unido se incorporaba a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) en 1973, como miembro de pleno derecho. Y no fue un camino fácil. El euroescepticismo tiene una gran influencia tradicional en las Islas Británicas, aunque una intensa labor de concienciación por parte de unos gobernantes, más europeístas entonces que su población, conseguía que en el referéndum convocado al efecto en 1975, el 67 por ciento de los británicos se mostrase favorable a la permanencia en el seno de la Unión. Pero tampoco desde el lado continental estuvieron por ponerles las cosas muy fáciles. Londres ya había solicitado su adhesión en dos ocasiones anteriores; la primera, diez años antes, en 1963, y la segunda, en 1967. En ambas su candidatura resultaba rechazada, fundamentalmente por el veto impuesto por Francia. Pero el hecho histórico que marca un mayor distanciamiento entre la UE y su socio insular es la llegada al poder de la líder ultraconservadora Margaret Thatcher, que con su labor, junto a la desarrollada al otro lado del Atlántico por el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan, sentaba las bases del 46 actual dominio absoluto del dogma neoliberal. Este hecho se producía en 1979, y las reformas que comenzó a aplicar en materia política y económica –privatizaciones a ultranza, disminución del tamaño del sector público, recetas de liberalización y desmantelamiento de muchos de los elementos del Estado del bienestar y de protección social–iban en aquellos momentos en dirección contraria a la de la mayoría de los países integrados en la Unión Europea. En 1984, tras varios momentos de claro distanciamiento, Margaret Thatcher decidía pasar a la acción y negociar duramente con el resto de los integrantes de la UE para imponer lo que se conoce como ‘cheque británico’ , por el que la entonces Comunidad Europea se comprometía a reembolsar –con el argumento de que su agricultura recibía menos respaldo por parte de Bruselas que otras, especialmente, la francesa–a Reino Unido la cantidad que no había sido gastada de la aportación británica a los presupuestos comunitarios. Una actitud que fue aceptada de mala manera por el resto de sus asociados. Pero las diferencias quedaban 4–10 de febrero de 2013. nº 1004 Thatcher marcó el mayor distanciamiento entre la UE y Reino Unido. aún más profundamente marcadas, y la situación británica comenzaba a ser verdaderamente distinta a la de sus socios, con, prácticamente un estatus especial, cuando la ‘Dama de Hierro’ conseguía su tercera reelección consecutiva, en 1987. Su sucesor, el también conservador John Major, seguía casi al pie de la letra la estrategia de intransigencia negociadora de su predecesora, y durante la negociación del Tratado de Maastricht conseguía para Reino Unido una cláusula de exención, conocida como ‘optout’ que permitía a su país quedarse fuera de la denominada tercera fase de la Unión Económica y Monetaria, lo que, entre otras muchas salvedades, permitiría a Gran Bretaña mantenerse fuera del euro, hasta la actualidad. La llegada de Tony Blair y el nuevo laborismo al poder, constituyó el arranque de una mayor coordinación y entendimiento entre Reino Unido y sus socios comunitarios, incluida Francia; una relación que incluso llegaría a profundizarse durante el mandato del también laborista Gordon Brown. Un breve cortejo que parece haber terminado con la victoria de Cameron y que, no sin cierto suspense, parece que tendrá su desenlace en 2017… O, tal vez antes, si la negociación bajo presión vuelve a permitir una vez más la excepcionalidad británica en el seno de la UE.