Crisis, política económica y desigualdad en España

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De Arriba, Raúl, Crisis, política económica y desigualdad en España.
CRISIS, POLÍTICA ECONÓMICA Y DESIGUALDAD EN ESPAÑA
CRISIS, ECONOMIC POLICY AND INEQUALITY IN SPAIN
RAÚL DE ARRIBA
Departamento de Economía Aplicada
Universidad de Valencia
dearriba@uv.es
Fecha de recepción: mayo de 2014
Fecha de aceptación: marzo de 2015
RESUMEN
Este trabajo analiza el impacto social que tanto el colapso económico como las
políticas desplegadas durante la crisis han producido en España. Esta crisis ha
puesto de manifiesto la fragilidad del crecimiento económico español. Además,
tanto las medidas de austeridad adoptadas a partir de 2010 como las reformas
en el mercado de trabajo y el Estado de Bienestar han empeorado las
condiciones de vida de la población. La consecuencia de estos años de crisis y
política económica es un aumento explosivo del paro, la reducción de los
ingresos personales, la intensificación de la desigualdad y el aumento de la
pobreza.
Palabras clave: crisis económica, política económica, austeridad, desigualdad,
impacto social.
ABSTRACT
This paper analyses the social impact of both the economic collapse and
policies adopted during the crisis in Spain. This crisis has highlighted the
fragility of the Spanish economic growth. In addition, both the austerity
measures adopted since 2010 as reforms in labour market and welfare state
system have worsened the living conditions of the population. The result of this
years of crisis and economic policy is an explosive increase in unemployment,
reduction of personal incomes, intensifying inequality and increasing poverty.
Keywords: economic crisis, economic policy, austerity, inequality, social impact
JEL: H60, E61, E62, I32
INTRODUCCIÓN
Hasta hace bien poco, España era considerada uno ejemplo de cómo un país
periférico podía conseguir altas de tasas de crecimiento durante un largo
periodo de tiempo y alcanzar, e incluso superar, los niveles de renta medios de
la Unión Europea. Sin embargo, con el estallido de la crisis económica
internacional, “el milagro español” evidenció rápidamente la fragilidad de su
economía.
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De Arriba, Raúl, Crisis, política económica y desigualdad en España.
Este trabajo analiza el impacto social en términos de pérdida de ingresos, paro,
desigualdad y pobreza, que tanto el colapso económico como las políticas
desplegadas durante la crisis han producido en España. Dado que el objetivo
de este trabajo es valorar el impacto social de la respuesta a la crisis, nos
centraremos únicamente en aquellas políticas que tienen un efecto más directo
e inmediato sobre esta dimensión: la política presupuestaria, las reformas
laborales y la reforma del Estado de Bienestar1.
1. UNA CRISIS ESTRUCTURAL
La crisis económica actual no es solo el resultado de un fatal accidente
provocado por una mezcla de contagio internacional e incompetencia de los
responsables nacionales. En realidad, se trata de una crisis estructural
explicada por la existencia de varios problemas.
1. Modelo de crecimiento. España vivió entre 1995 y 2007 una de las fases de
crecimiento más intensas de su historia, con el PIB aumentando a una tasa
anual media del 4%. Sin embargo, este fuerte crecimiento no se apoyó en
mejoras significativas de la productividad, cuyo crecimiento fue próximo
cero (Eurostat, 2014a). La razón es que el crecimiento se centró en
sectores de baja productividad y valor añadido e intensivos en mano de
obra poco cualificada, como la construcción y algunos servicios (como
comercio y hostelería), donde se multiplicó la creación de empleo temporal
con salarios bajos (CES, 2013). Un crecimiento acelerado pero frágil, como
evidencia la destrucción de prácticamente cuatro millones de empleos y la
multiplicación por tres de la tasa de paro en los primeros cinco años de la
crisis actual.
La explosión de la actividad inmobiliaria es el rasgo más distintivo del
crecimiento en esta etapa. Entre 2002 y 2007 se construyeron todos los
años más viviendas que en Francia y Alemania juntos, países con el triple
de población y el doble de territorio que España. El resultado de este
desenfreno convirtió a España en el país con más viviendas por habitante
de la Unión Europea (Naredo, 2010). La construcción llegó a suponer el
13,9% del PIB (Eurostat, 2014a), creó una quinta parte de los nuevos
empleos (Recio, 2010), proporcionó beneficios sin comparación en otras
actividades y absorbió una gran parte de los recursos financieros (y deuda)
del país, todo ello a través de la creación de una burbuja inmobiliaria con
fuerte componente especulativo.
2. Integración en la UEM y sector exterior. La Unión Económica y Monetaria se
diseñó de tal forma que, por un lado, no incluyó mecanismos de corrección
de los desequilibrios exteriores entre países y, por otro, facilitó la
financiación de los países deficitarios por parte de las economías con
superávit en la misma moneda y, por tanto, sin riesgo de cambio. La
pertenencia de España a la UEM posibilitó un crecimiento descontrolado del
déficit comercial hasta el 8,6% del PIB en 2007 y, paralelamente, una
entrada de capital exterior de forma prácticamente ilimitada, que aumentó
notablemente la deuda externa hasta €1,5 billones (Eurostat, 2014a).
1
Existen otras políticas con impactos sociales colaterales que sobrepasan los límites de este trabajo. Entre
ellas destaca la reforma del sector financiero, una de las grandes políticas desde que empezó la crisis, que
tiene efectos sociales, tanto por los recursos públicos absorbidos susceptibles de otros usos como por los
despidos producidos en el sector durante la reestructuración.
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Sin embargo, ni al déficit exterior ni el endeudamiento en el sector privado
se le prestó atención ni desde el gobierno ni desde la UE, pues la
preocupación era el control del déficit público.
3. Empleo y salarios. El fuerte crecimiento de este periodo estuvo asociado a
un intenso aumento del empleo del 52% entre 1995 y 2007, posible gracias
a un crecimiento de la población activa alimentado en parte por la llegada
masiva de inmigrantes. Sin embargo, buena parte del empleo creado era
precario, con tasas de temporalidad por encima del 30% (la más alta de la
Unión Europea) y salarios bajos. Eurostat estima que el salario mensual
medio en 2006 era €1.691, un 73% el salario medio en la eurozona. Estos
bajos salarios explican el crecimiento negativo de los costes laborales
unitarios reales en este periodo. De hecho, después de Alemania, España
fue el país donde más cayeron esos costes (Eurostat, 2014b).
4. Distribución del crecimiento. La consecuencia lógica de este moderación
salarial fue una distribución de la renta más regresiva, en la que los salarios
fueron perdiendo peso en el reparto del valor añadido desde el 66% de
mediados de los 90 al 61,6% en 2007 (European Commission, 2013a). Si
tenemos presente que al mismo tiempo aumentó significativamente la
población asalariada, el resultado fue que una parte mayor de población se
estaba repartiendo un menor porcentaje del PIB. Este reparto desigual del
crecimiento tuvo su máxima expresión en la persistencia de altas tasas de
pobreza, en torno al 20% de la población, muy por encima de la media
europea (Eurostat, 2014c). Esta realidad muestra que la expansión
económica y el aumento del empleo no garantizaron una reducción de la
desigualdad. De hecho, en España confluyeron altas tasas de crecimiento
(oferta) con salarios estancados (demanda), desajuste manifestado por una
insuficiente capacidad de compra de los consumidores resuelta a través del
crédito.
5. Crédito y endeudamiento. El crecimiento económico, el déficit exterior y el
boom inmobiliario fueron posibles gracias al aumento desmesurado del
crédito proporcionado por el sistema financiero. La consecuencia de ello fue
la creación de una gran bolsa de deuda privada de €2,2 billones,
equivalente al 214% del PIB (BdE, 2014a). Sin embargo, la deuda pública
no solo no aumentó sino que se redujo hasta el 36% del PIB en 2007
(Eurostat, 2014a). La difícil digestión de la burbuja de crédito ha puesto en
evidencia a un sistema financiero, que acumuló una exposición al riesgo
inmobiliario mayor que los países de nuestro entorno, incluido Estados
Unidos (Naredo, 2009), y que ya ha absorbido €246.441 millones
(aproximadamente un 25% del PIB) en apoyos públicos2 (IMF, 2013).
2. LA RESPUESTA DE LA POLÍTICA ECONÓMICA
A pesar de que en 2007 ya se observan síntomas de agotamiento, es en 2008
cuando el crecimiento se congela en un 0,9%, anticipo del inicio de la recesión
que situó el crecimiento en el -3,8% en 2009. La burbuja inmobiliaria explota y
la tasa de paro sube de forma brusca del 8,8% en 2007 al 14,9% y el 19,2%, en
2008 y 2009 respectivamente. La crisis iba en serio y empezaba a afectar
2
Esta cifra incluye ayudas públicas directas, garantías y avales concedidos a las entidades financieras y al
banco malo (Sareb) para sus emisiones de deuda desde mayo de 2009 hasta mayo de 2013.
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gravemente a la población, lo requería una respuesta decidida de la política
económica que evitase la recesión y redujese su impacto social.
Los objetivos e intervenciones de la política económica española durante la
crisis han cambiado en función de las urgencias y hemos pasado de los
estímulos fiscales, en los primeros momentos de la crisis, a las políticas de
austeridad y las reformas estructurales, todo ello en un contexto de fuerte
oposición de sindicatos y otros colectivos sociales, incluidas tres huelgas
generales entre 2010 y 2012. A continuación, repasamos brevemente la política
de ajuste presupuestario, las reformas laborales y la reforma del Estado de
Bienestar.
2.1.
Política presupuestaria
España inicia la crisis sin desequilibrios en las cuentas públicas. Al contrario,
en 2007 el saldo presupuestario arroja un superávit del 2% del PIB y la deuda
pública está en el 36,3%, muy por debajo de lo exigido por el Pacto de
Estabilidad (tabla 1). La deuda en circulación se financiaba ese año a un tipo
medio del 4,53% (Tesoro Público, 2014) y situaba la factura del pago de
intereses en un reducido 1,6% del PIB (European Commission, 2013a). Sin
embargo, la recesión cambia radicalmente la situación y revela la fragilidad de
unas cuentas públicas con una reducida capacidad recaudatoria, consecuencia
del desarme impositivo producido en el periodo expansivo y el alto grado de
fraude fiscal.
Después de un breve periodo inicial de expansión fiscal3, a partir de mayo de
2010 el gobierno español apuesta decididamente por la política de austeridad.
El control del déficit y la deuda pública se convierten en los objetivos
estratégicos de la política económica, en detrimento del crecimiento y el
empleo. De acuerdo con las indicaciones llegadas desde Bruselas, se
establece un objetivo de reducción del déficit desde el 11,4% de 2009 hasta el
3% en 2013, es decir, un ajuste equivalente al 8,4% PIB en solo cuatro años
(Programa de Estabilidad 2011-2014).
El gobierno socialista inicia la consolidación fiscal a través de subidas de
impuestos, como el IRPF y el IVA hasta el 18%, y de recortes en diversos
ministerios, incluida la reducción de los sueldos de los empleados públicos y la
congelación de las pensiones. La llegada al poder del Partido Popular en
noviembre de 2011 supone la intensificación de la política de austeridad. El
Real Decreto-ley 20/2012 aprobado el 13 de julio, contiene un paquete de
ajuste con un ahorro estimado hasta 2014 de €65.000 millones, equivalente al
6,5% del PIB. El conjunto de medidas de ajuste impulsadas incluye tanto
subidas de impuestos (IVA al 21%, IRPF, Sociedades, IBI e impuestos
especiales) como recorte de gastos en todos los ministerios, congelación de los
sueldos públicos, eliminación de una paga extra de los funcionarios en 2012 y
3
En 2008, en línea con los acuerdos de la Comisión Europea, el gobierno socialista impulsó medidas
expansivas por valor de €11.000 millones (un 1,2% del PIB) en un intento por contener la recesión y la
destrucción de empleo. El Plan E (Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo) articuló
este impulso básicamente a través de varios fondos destinados a la reparación de infraestructuras físicas
(Uxó, Paúl y Salinas, 2009).
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congelación del empleo público. Entre las medidas más polémicas y que
impactan directamente con la extensión del Estado de Bienestar destacan los
recortes aprobados en sanidad y educación, por valor de 10.000 millones entre
2012 y 2013, y en prestaciones por desempleo (Programa de Estabilidad 20122015).
El ritmo de ajuste ha sido tan intenso que ha terminado por agudizar aún más
la recesión y ha provocado el enquistamiento del déficit, que alcanza el 9,6%
en 2010 y 2011 y el 10,6% en 2012, y dispara la deuda pública hasta el 86% en
20124 (Eurostat, 2014a). Otra de las razones de la persistencia del elevado
déficit es el coste de las ayudas directas a la banca, que ascienden a €63.000
millones, incluidos los 41.270 millones del rescate procedente del Mecanismo
Europeo de Estabilidad, es decir, un 6% del PIB (IMF, 2013).
2.2.
Reforma laboral
El mercado de trabajo español está sufriendo la crisis profundamente en forma
de aumento explosivo del desempleo. En este contexto, desde el inicio de la
crisis se han aprobado dos reformas laborales, una en 2010 (Real Decreto-Ley
10/2010) y otra en 2012 (Real Decreto-Ley 3/2012). Las razones manifestadas
para reformar el mercado de trabajo son que el nivel de paro es insoportable y
que la causa de ello es un mercado laboral rígido con derechos laborales
desproporcionados, básicamente poca flexibilidad interna, dificultades para el
despido y costes laborales elevados (Banyuls y Recio, 2013).
La reforma de 2010 incluye como aspectos más relevantes medidas para
facilitar el despido individual, ampliando las causas para el despido procedente
(posible ahora aunque la empresa no tenga pérdidas) y reduciendo la
indemnización por despido improcedente de 45 días por año trabajado a 33
(con un máximo de 24 meses) en los nuevos contratos. También aumenta la
flexibilidad interna para que las empresas puedan modificar unilateralmente las
condiciones laborales (jornada laboral, salarios, etc.) si se deteriora la situación
económica, sin necesidad de respetar el convenio colectivo.
Por su parte, la reforma de 2012 amplía los supuestos de despido objetivo
(caída de ventas, cambio de las condiciones de trabajo, enfermedad, pérdidas
futuras) y extiende la reducción de la indemnización por despido improcedente
a todos los empleados5. Además, se crea un nuevo contrato para pymes con
un año de prueba y despido gratis y se generalizan los contratos de formación
y prácticas con salarios de €425 hasta los 30 años. Respecto a la negociación
colectiva, la reforma reduce la ultra-actividad de los convenios a un año y
4
El fuerte impacto regresivo de estas medidas sobre PIB y empleo impide el control del déficit y provoca
la explosión de la deuda pública, por lo que en 2013 el gobierno traslada el objetivo del 3% a 2016
(Programa de Estabilidad 2013-2016). Aún así, esta nueva ruta supone un duro ajuste del 10,9% del PIB
entre 2013 y 2016 a repartir, teóricamente, entre un 5,8% del PIB por reducción de gastos y 5,1% por
aumento de ingresos, cuyos efectos están por ver (MECO, 2013).
5
La reforma también cambia las condiciones de los despidos colectivos. Por un lado, elimina la
necesidad de una autorización administrativa y permite a la empresa realizar su propuesta de forma
unilateral, no negociada. Por otro lado, se extiende este tipo de despido también al sector público (excepto
para los funcionarios).
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permite que las condiciones laborales se negocien después a nivel de
empresa.
A pesar de la declaración formal de intenciones, sorprendentemente ninguna
de las reformas se dirige a la creación de empleo. En realidad, tras estas
reformas ha aumentado el paro, han descendido los ingresos salariales y ha
aumentado la inseguridad laboral, todo ello con efectos negativos sobre el
consumo y las posibilidades de recuperación y sobre la cohesión social.
2.3.
Estado de Bienestar
Los recortes en el Estado de Bienestar han adoptado diversas formas como la
eliminación de prestaciones o servicios, el pago por servicios recibidos, el
retraso en la asignación de servicios o prestaciones y el endurecimiento de los
requisitos para acceder a los beneficios sociales (Cruces y de la Fuente, 2013).
Conviene recordar, antes que nada, que estos recortes se realizan sobre unos
niveles de gasto social mucho menores que en la Unión Europea; de hecho, el
gasto social por cada 100 habitantes en 2007, momento en el que alcanza su
nivel máximo, es solamente el 76,4% del nivel medio en la UEM6 (BdE, 2014b).
En el sistema de pensiones, el recorte se produce, en primer lugar, por la
pérdida de poder adquisitivo de la paga sufrido a partir de 20117. Por otra parte,
el sistema de pensiones ha sido reformado dos veces con idéntico objetivo:
contener el gasto global mediante la reducción de la cuantía de las pensiones y
dificultando el acceso al sistema8. La reforma de 2011 aumenta, de forma
progresiva hasta 2027, la edad de jubilación de 65 a 67 años, amplía de 35 a
37 los años para tener derecho a la pensión completa, aumenta el periodo de
cálculo de la base reguladora de 15 a 25 años e introduce un Factor de
Sostenibilidad que reducirá las pensiones cada cinco años a partir de 2027 en
función del aumento de la esperanza de vida. La reforma que el gobierno
conservador aprueba en diciembre de 2013 continúa la filosofía de la anterior e
introduce un Índice de Revalorización anual por el cual las pensiones subirán
entre un 0,25% (si los ingresos del sistema son menores que los gastos) y un
máximo del IPC+0,25% (si el sistema tiene superávit). Las previsiones del
gobierno son que la cuantía de las pensiones se reduzcan entre un 20% y un
25%, como consecuencia únicamente de la primera reforma (MTIN, 2011).
En materia de sanidad, los recortes incluyen la introducción del copago de
fármacos, transporte sanitario, prótesis, órtesis y dietoterapia, la exclusión de
426 medicamentos de uso común de las prestaciones cubiertas por el sistema
público y la exclusión de los inmigrantes no regularizados del sistema (Real
Decreto‐ley 16/2012). En educación, los cambios se traducen en un aumento
del número de alumnos por aula, el recorte de plantillas de profesores junto con
un aumento de sus horas lectivas, la reducción de becas para transporte y
comedor escolar y el incremento del precio de las matrículas en la formación
6
Estos datos no incluyen el gasto en educación, que supone un 84,1% el nivel de la UEM.
Las pensiones han sufrido una congelación en 2011, la pérdida de poder adquisitivo en 2012 (un
aumento del 1% frente al 2,9% del IPC), un aumento insignificante (aunque superior al IPC) en 2013 del
1% para pensiones mayores de €1.000 y del 2% para pensiones menores y, prácticamente, la congelación
en 2014 (subida de solo 0,25%).
8
Ley 27/2011 de 1 de agosto y Ley 23/2013 de 23 de diciembre.
7
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profesional y en la enseñanza universitaria (Real Decreto-Ley 14/2012). De
acuerdos con los cálculos del gobierno, el objetivo de todas estas medidas es
reducir el peso del gasto público sanitario en un 15,6% entre 2011 y 2016 y el
del gasto educativo en un 15,7% en el mismo periodo (Programa de Estabilidad
2013-2016).
También las prestaciones por desempleo han sido recortadas mediante
diversas medidas como la reducción del 60% al 50% de la base reguladora de
la prestación a partir del sexto mes y la eliminación del subsidio para mayores
de 45 años que hayan agotado las prestaciones, entre otros cambios (Real
Decreto-Ley 20/2012)9.
Como consecuencia de estas medidas, el gasto social total se ha reducido casi
€7.000 millones entre 2010 y 2013. A pesar de las medidas descritas, la
contracción del PIB y la presión de la crisis sobre el gasto social, especialmente
sobre las prestaciones por desempleo, explican que su peso en el PIB incluso
aumente del 24,8% en 2007 al 31% en 2013. Si solo consideramos las
prestaciones en especie (como sanidad y educación) se observa una reducción
del gasto de 17.500 millones entre 2010 y 2013, equivalente al 10,7% del PIB 10
(European Commission, 2013b).
3. RESULTADOS
La responsabilidad de la situación económica y social no recae únicamente
sobre la política económica de los gobiernos nacionales. También los
gobiernos regionales y locales y las políticas desplegadas desde la Unión
Europea tienen parte de responsabilidad, al igual que la propia dinámica
económica, especialmente en un contexto de globalización como el actual que
reduce significativamente la eficacia de las políticas nacionales. Sin embargo,
el gobierno tiene la oportunidad de atenuar los efectos de la crisis o, al
contrario, puede agudizar sus consecuencias con políticas equivocadas.
3.1.
Impacto económico
En este apartado analizamos únicamente dos objetivos clásicos de la política
económica, uno perseguido por el gobierno español, el déficit público, y otro no,
el crecimiento económico.
España no tenía problemas con las finanzas públicas cuando estalló la crisis.
Aun así, el discurso sobre el manejo irresponsable del gasto público ha
formado parte destacada del catálogo de culpas por la crisis que ha tenido que
este país. Sin embargo, el superávit público que tenía España en 2007 se
transforma rápidamente en un déficit explosivo del 11,1% en 2009 como
9
Otras restricciones son el aumento de 52 a 55 años de la edad para acceder al subsidio previo a la
jubilación y el endurecimiento de las condiciones de acceso, haciéndolo depender de los ingresos
familiares y no personales; también se dificulta la percepción de la renta activa de inserción de €426 para
mayores de 45 años (durante un máximo de 3 años y una vez agotada la prestación contributiva y el
subsidio asistencial).
10
Como las competencias en educación, sanidad y servicios sociales están transferidas a los gobiernos
regionales, los recortes en estos ámbitos no son solo responsabilidad del gobierno central.
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consecuencia de la abrupta recesión que comienza a finales de 2008 y de la
expansión fiscal de los primeros meses (tabla 1). A pesar de ello, inicialmente
los niveles de deuda pública se mantuvieron bajos, aunque con tendencia
ascendente, pasando del 36,3% del PIB en 2007 al 61,7% en 2010. Esto nos
recuerda que los problemas de las finanzas públicas en España no son causa
sino consecuencia de la crisis económica.
La política de austeridad no ha sido capaz de equilibrar las cuentas públicas.
La deuda pública ha crecido hasta el 93,9% y el déficit todavía está en el 7,1%
en 201311. Entre 2009 y 2013, el gasto ha aumentado 1,6 puntos hasta el
47,8% del PIB mientras que los ingresos públicos han aumentado solo 2 puntos
hasta el 37,1% del PIB, muy lejos del potencial recaudatorio mostrado por
países como Francia que recaudan más del 50% del PIB (European
Commission, 2013a). Las dificultades para controlar los desequilibrios fiscales,
a pesar de la intensidad de los recortes, se deben al fuerte impacto recesivo de
la austeridad (que reduce las bases fiscales, eleva el gasto social por
desempleo y aumenta el peso relativo de la deuda), al coste del rescate a la
banca y al aumento del pago por intereses.
Tabla 1. Déficit y deuda pública
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Déficit público
2,0
-4,5
-11,1
-9,6
-9,6
-10,6
-7,1
Deuda Pública
36,3
40,2
54,0
61,7
70,5
86,0
93,9
Fuente: Eurostat (2014a)
Si bien no se puede afirmar que el crecimiento haya sido un objetivo explícito
de la política económica, constituye el indicador-resumen tradicional de éxito o
fracaso de la misma. En el caso de España, el PIB se ha contraído un 6,8%
entre 2007 y 2013 hasta los €920.954 y el PIB per cápita un 7,3% hasta
€20.200 (tabla 2).
Tabla 2. PIB real en euros (2008-2013)
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
PIB (miles)
979.288
988.021
950.156
948.244
948.721
933.148
920.954
Per cápita
21.800
21.700
20.700
20.600
20.600
20.200
n.d.
Fuente: Eurostat (2014a)
Ello ha deteriorado la convergencia real con la Unión Europea hasta situarla en
el 96% de la media (Eurostat, 2014a). Esta contracción de la actividad ha ido
11
Este dato incluye €4.822 millones de ayudas a la banca que añaden medio punto al déficit
total.
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acompañada de una recomposición de la estructura productiva, producida
básicamente como consecuencia del pinchazo del burbuja inmobiliaria y de los
ajustes de capacidad forzados en el sector financiero. Por estas razones, entre
2008 y 2012 el peso de la construcción en el PIB ha disminuido un 36%,
pasando del 13,6% al 8,6%, y el del sistema financiero un 18,5% (Eurostat,
2014a).
3.2.
Impacto social
Este contexto de depresión económica tiene importantes efectos sociales. Pero
también las políticas de austeridad, las reformas laborales y los cambios en el
Estado de Bienestar afectan a esta dimensión. Para comprobarlo, en este
apartado analizamos, en primer lugar, la caída de la renta personal, derivada
del aumento del paro, de la reducción de las prestaciones por desempleo y de
la devaluación salarial y, en segundo lugar, la evolución de la desigualdad y la
incidencia de la pobreza12.
La evolución de la renta media constituye un indicador más preciso que el PIB
per cápita de los ingresos, incluidas las prestaciones sociales, que reciben los
hogares para cubrir sus necesidades. Entre 2008 y 2012 tanto la renta media
por hogar como personal se han reducido, un 9,5% y un 5,5%, respectivamente
(tabla 3).
Tabla 3. Renta media por hogar y persona en España (2007-2012)
2007
2008
2009
2010
2011
2012
Renta media por hogar
25.277
25.556
25.140
24.176
23.972
23.123
Renta media por persona
9.428
9.627
9.572
9.306
9.326
9.098
Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida (INE, 2014), (2012: provisional).
La causa más inmediata de esta caída de la renta familiar es el aumento del
desempleo. Ante esta circunstancia, las prestaciones por desempleo
constituyen el mecanismo básico de protección de los ingresos. Sin embargo,
mantener un puesto de trabajo tampoco garantiza inmunidad frente a la crisis,
especialmente si los salarios bajan. Todas estas variables se analizan a
continuación.
12
También habría que añadir el impacto sobre la renta de las pensiones, prácticamente congeladas desde
2011 y en su mayoría situadas por debajo del salario mínimo (Cruces y otros, 2013). Este factor ya ha
sido analizado anteriormente. Por otra parte, hay que señalar que los recortes en educación (como el
aumento de las tasas) y sanidad (como los copagos y la exclusión de fármacos del sistema público), los
aumentos de los impuestos y los incrementos de algunos precios (como electricidad y carburantes) no se
reflejan en la renta familiar, pero contribuyen el deterioro de las condiciones de vida de la población. Al
igual que otros factores como el coste de la vivienda o el nivel de endeudamiento familiar.
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De Arriba, Raúl, Crisis, política económica y desigualdad en España.
La crisis española ha destruido casi 4 millones de empleos, prácticamente una
quinta parte del empleo existente en 2007, y ha inflado la tasa de paro hasta
llegar a un alarmante 26%13, más del doble de la media europea (tabla 4).
Con semejante tasa, no es de extrañar que en 1,83 millones de hogares (algo
más del 10% del total) todos sus miembros estén en paro (INE, 2015a).
El número de beneficiarios de prestaciones por desempleo se disparó con el
inicio de la crisis. Sin embargo, llama la atención que, a partir de 2010,
mientras que el número de parados ha aumentado notablemente, los
beneficiarios se han reducido un 10% hasta 2,74 millones de personas (MESS,
2014a). La persistencia de muchos parados de larga duración que agotan sus
prestaciones y el endurecimiento de las condiciones de acceso a éstas tras la
reforma de 2012 explican esta evolución14. Según datos del Ministerio de
Empleo, la tasa de cobertura de las prestaciones es 61,44%. Sin embargo, si
calculamos el grado de protección con las cifras de paro de la EPA, solo el
45,75% de los parados recibe algún tipo de prestaciones por desempleo en
2013. Eso significa que existen 3,25 millones de personas que no reciben ni
ingresos salariales ni prestación y corren un riesgo muy alto de caer en la
pobreza.
Tabla 4. Empleo y desempleo (2007-2014)
Empleo
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
20.689
20.673
19.328
18.905
18.547
17.768
16.758
17.569
5.995
5.457
26,0
23,7
Desempleo
1.834
2.591
4.150
4.632
4.999
5.769
(miles)
Tasa de
8,8
14,9
19,2
20,5
23,2
26,2
desempleo
Fuente: Eurostat (2014) y Encuesta de Población Activa (INE, 2015a)
Por otra parte, buena parte de los empleos existentes son precarios y mal
pagados. El resultado de las estrategias de contratación de las empresas
españolas ante el nuevo marco ofrecido por la política económica
(especialmente las reformas laborales y el deterioro de la protección social) y el
abultado ejercito de reserva alimentado por 6 millones de parados, es una tasa
de temporalidad del 23,6%, casi el doble que la media europea (Eurostat,
2014b), y un proceso continuado de depresión salarial.
Según la Encuesta Trimestral de Coste Laboral, el coste salarial total bruto en
euros corrientes en el tercer trimestre de 2014 es €1.800,46 por trabajador y
mes15, prácticamente el mismo que en 2007 y un 10% menos que en 2011
(tabla 5).
13
Dos problemas adicionales especialmente preocupantes son la existencia de una tasa de paro juvenil
superior al 50% y que la mitad de los parados son de larga duración, por lo que muchos pueden perder el
derecho a recibir prestaciones, si no lo han hecho ya (INE, 2015a).
14
Ello explica que el gasto en prestaciones haya bajado un 13,2% entre 2012 y 2013 (MESS, 2014b).
15
Hay que tener presente que la mayoría de los trabajadores cobran sueldos menores. De hecho, el
porcentaje de trabajadores con ganancia baja (inferior a los 2/3 de la ganancia mediana) es 18,9%, (INE,
2013).
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De Arriba, Raúl, Crisis, política económica y desigualdad en España.
Tabla 5. Coste salarial por trabajador y mes, euros corrientes (2007-2014)
2014T3º
Euros
2013T4º
2012T4º
2011T4º
2010T4º
2009T4º
2008T4º
2007T4º
1.800,46 1.995,68 1.946,91 2.020,13
1.992,9
1.993,15 1.940,29
1.851,4
Fuente: Encuesta Trimestral de Coste Laboral. Tercer Trimestre de 2014 (INEb, 2015)
La consecuencia directa del deterioro de las condiciones laborales y, en
especial, de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios es que tener un
empleo ya no es una garantía para escapar de la pobreza. Esto se evidencia
por la elevada tasa de trabajadores en riesgo de pobreza que ha subido hasta
el 12,3% (Eurostat, 2014c).
Una primera aproximación al fenómeno de la desigualdad la proporciona la
distribución primaria de la renta. La participación de los salarios en el valor
añadido ha descendido del 62,4% en 2008 al 59,5% en 2013, continuando la
tendencia observada durante la fase expansiva (tabla 6). Ello constituye el
primer indicador de que la economía española es cada vez más desigual. Este
estrechamiento de la masa salarial tiene, además, consecuencias negativas
sobre la sostenibilidad de los ingresos del Estado de Bienestar y de las
finanzas públicas en general, dada la cada vez menor contribución del capital al
sistema tributario (CES, 2013). Observamos que la desigual distribución de la
renta no se reduce en épocas de crecimiento y, además, aumenta en períodos
recesivos (Fundación Foessa, 2014).
A pesar de que los salarios son la principal fuente de ingresos de la mayor
parte de la población, la renta personal incluye otras rentas y el efecto de las
transferencias sociales y, por tanto, refleja mejor la situación de los ingresos
disponibles del conjunto de la población y no solo de los que participan en el
proceso productivo. El índice de Gini ha pasado del 31,9 en 2008 al 35,0 en
2012, lo que indica un aumento de la desigualdad en la distribución de la renta
personal de casi el 10% en tan solo cinco años, situando a España muy por
encima de la desigualdad media en Europa. Otra forma de medir la
desigualdad muy utilizada últimamente es la ratio S80/S20, que mide la
posición relativa del grupo de personas con la renta más baja con relación al
grupo con la renta más alta, comparando la proporción de renta total del 20 por
100 más rico de la población con la del 20 por 100 más pobre. En este caso, el
aumento de la disparidad es de un 30%, pasando de 5,7 en 2008 a 7,2 en
2012, de nuevo niveles muy superiores a la media europea. Ello es debido a
que, por un lado, el 20% de la población más pobre ha visto reducir su
participación en la renta del 7,1% al 5,3% y, por otro, el quintil más rico la ha
aumentado del 38,9% al 40,8% (Eurostat, 2014c). Estos elevados niveles de
desigualdad, no solo se traducen en exclusión social sino que son un límite
para alcanzar un nivel de crecimiento sostenido (Fundación Foessa, 2014).
La pobreza constituye un fenómeno extremo característico de la desigualdad.
La crisis ha creado en España 1,5 millones de pobres más, hasta alcanzar a
más de 10 millones de personas (Eurostat, 2014c). La población en riesgo de
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De Arriba, Raúl, Crisis, política económica y desigualdad en España.
pobreza representa el 20,4% del total (tabla 7). Estos datos hacen referencia
únicamente a la pobreza monetaria relativa y, por tanto, infravalora la
incidencia de la pobreza debido a la caída del umbral de la pobreza que se ha
producido durante la crisis.
Tabla 6. Distribución de la renta (2007-2013)
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
61,6
62,4
62,5
62,4
61,5
60,1
59,5
- Unión Europea-15
30,3
30,8
30,4
30,5
30,9
30,7
n.d.
- España
31,9
31,9
33,0
34,4
34,5
35,0
n.d.
- Unión Europea-15
4,9
4,9
4,9
5,0
5,1
5,1
n.d.
- España
5,5
5,7
6,4
7,2
7,1
7,2
n.d.
% de los salarios en VAB:
Índice de Gini:
Ratio S80/S20:
Fuente: European Commission (2013a) y Eurostat (2014c)
El indicador AROPE, que mide el riesgo de pobreza y exclusión social no solo a
partir del umbral de ingresos, sino también incorporando otros aspectos como
la situación laboral de los integrantes de los hogares o la escasez de recursos
materiales, muestra que la incidencia de la pobreza sube hasta el 27,3%, 4
puntos más que antes de la crisis, y claramente por encima de la media
europea16 (EAPN-ES, 2015). Este aumento de la pobreza es preocupante,
pues la experiencia de recesiones anteriores muestra que sin una inversión
importante en recursos sociales, puede convertirse en estructural (Fundación
Foessa, 2014).
Tabla 7. Porcentaje de población en riesgo de pobreza
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Pobreza monetaria:
19,7
20,8
20,4
20,7
20,6
20,8
20,4
Tasa AROPE:
23,3
24,5
24,7
26,1
26,7
27,2
27,3
Fuente: Eurostat (2014c) y EAPN-ES (2015).
4. CONCLUSIONES
La intensidad de la crisis económica y social que está viviendo España ha
puesto de manifiesto la fragilidad de los fundamentos del crecimiento
económico español. Muchos de los problemas de hoy tienen su origen en las
características de la estructura productiva y el Estado de Bienestar
16
El IV Informe sobre la pobreza de EAPN ofrece un análisis detallado de la pobreza medida a través del
indicador AROPE reflejando su descomposición entre los distintos componentes (EAPN-ES, 2015).
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De Arriba, Raúl, Crisis, política económica y desigualdad en España.
configurados durante la época de crecimiento. Aun así, algún problema más
coyuntural como el aumento del déficit público no aparece como causa de la
crisis económica, sino como consecuencia de ella.
Desde el primer momento, esta crisis económica ha producido un fuerte
impacto social al provocar una gran destrucción de empleo desde sus inicios.
La respuesta a la crisis que la política económica ha ofrecido, sobre todo a
partir de 2010, ha añadido un segundo impacto a la dimensión social de la
crisis. Tanto las medidas de austeridad como las reformas realizadas en el
mercado de trabajo y en el Estado de Bienestar han empeorado
significativamente las condiciones de vida de la población. Los ajustes
presupuestarios se han mostrado pro-cíclicos prolongando la recesión, los
propios problemas fiscales y el desempleo, mientras que las reformas
estructurales han debilitado los mecanismos de protección de trabajadores,
desempleados, pensionistas y, en definitiva, de la población más vulnerable. En
definitiva, la consecuencia de seis años de crisis y política económica es un
aumento explosivo del paro, la reducción de los ingresos personales, la
intensificación de la desigualdad y el aumento de la pobreza.
Esta regresión social está provocando el sufrimiento de muchas familias y
debilita enormemente la cohesión social del país. Pero además, supone un
obstáculo para la recuperación económica en la medida que erosiona la
demanda interna, dificulta el proceso de digestión del endeudamiento privado y
eleva la morosidad en el sistema bancario. Llama la atención que a pesar de la
profunda recesión y el fuerte impacto social de la crisis, en España no se han
desplegado ni políticas de crecimiento, ni de ocupación, ni de redistribución de
costes, ni paliativas. Más bien todo lo contrario. El reparto de los costes de la
crisis ha sido desigual de forma que los ajustes han impactado más sobre los
más débiles.
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