La década del 70 Constanza Banjul …Ideales, represión, compromiso social y político, militancia, censura, manifestación, muerte, vida clandestina, miedos, alegrías, amigos, enemigos, sueños… La llegada de la Revolución La década del 70`en la Argentina se caracterizó por estar marcada de sucesos antagónicos; algunos, sólo posibles en la clandestinidad y otros, promotores de la permanencia en el poder de un sector que no había sido elegido por la voluntad del pueblo: los militares. Con la llegada al mandato de Juan Carlos Onganía (1966-1970), se instauró en nuestro país una nueva etapa, signada por una dirigencia política impuesta que se autodenominó la “Revolución Argentina”, y que luego se mantuvo en el poder hasta 1973 de la mano de los Generales Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse. Así, se ponía fin al acceso a los derechos constitucionales y quedaba formalmente inaugurada una etapa oscura, en la cual se manipuló la información y se impartió la censura sin menoscabo. Con un fuerte brazo sindicalista que apoyaba - junto con los grupos de mayor poder económico y algunos sectores de la iglesia- las medidas arbitrarias que afectaron derechos, formas de vida y garantías individuales de los ciudadanos argentinos, la dirección militar logró imponerse en el país; no así en la voluntad y el pensamiento de millones de argentinos, que comprometidos con sus ideales y modos de vida, defendieron su causa hasta la muerte. La agitada situación política en los comienzos de 1970 dejaba entrever el delicado escenario que se suscitaba en el país, con la aparición de diversos grupos activistas como Montoneros y ERP- que realizaron prácticas de guerrillas con el fin de luchar por el retorno del General Perón y la derrota de los militares. Estos luchadores, que manifestaron sus pensamientos y los defendieron incluso hasta con su propia vida, no solo son un símbolo de valentía, coraje y honor. Son también, la máxima expresión de libertad. Una libertad pura y en todas sus dimensiones. Esa que nos dice que cada uno es dueño de su vida, de sus ideologías y de sus actos. Libertad que para ser conservada se cobró vidas, desapariciones, momentos de pánico y de terror. Cambio de planes Es en esta etapa de censuras y arbitrariedades, en la que el General Agustín Lanusse, heredero de la dirección militar que se había iniciado en el país con Carlos Onganía (a pesar de que su objetivo básico fuera el de bloquear toda posibilidad de retorno del peronismo al poder), no se comportó como un violento agresor y aplicó cambios políticos profundos, produciendo un viraje estratégico a las imposiciones que la “Revolución Argentina” venía presentando. Lanusse dio por finalizado el bloqueo político interpuesto, restituyó las libertades públicas y privadas y levantó las proscripciones, llegando a proclamar elecciones generales para el 25 de marzo de 1973. El contexto político- social argentino estaba caldeado. La violencia no cesaba. El 10 de abril de 1972 grupos terroristas (ERP) secuestraron y asesinaron al empresario automotriz Oberdan Salustro. Ese mismo día, en la ciudad de Rosario, fue asesinado el comandante del II Cuerpo de Ejército, General Juan Carlos Sánchez. El 15 de agosto del mismo año, se produjo una fuga masiva de presos de filiación peronista, con jerarquía de dirigentes, de la cárcel de la ciudad de Rawson, en la provincia de Chubut. Aquellos que no lograron huir, se entregaron a las fuerzas de seguridad, siendo trasladados a la base naval de Trelew. El 22 de agosto, 16 de los detenidos fueron ejecutados. Este hecho, se conoce como la “Masacre de Trelew”, y es sólo uno de los miles de episodios que ilustran el terror y el exterminio que se vivió en el país por esos años. Las Elecciones y el regreso de Perón En ese mismo período, el General Juan Domingo Perón se encontraba inhabilitado para ser candidato de la república, por lo que el frente que lo nombraba simbólicamente como candidato, designó a su delegado personal, Héctor Cámpora, acompañado del conservador popular Vicente Solano para completar la fórmula. Con esta fórmula, el FREJULI se haría cargo de la dirección del país, habiendo sido reconocido su triunfo en las elecciones el 30 de marzo de ese año. La fórmula del FREJULI había llegado al gobierno, pero el poder político había sido retenido por Perón y "Cámpora era mejor representante de Perón que cualquier otro, pero no era Perón". Cámpora, rápidamente, tomó medidas que fueron aprobadas en el congreso, como es el caso de la Ley de Amnistía. Así, se permitió salir de las cárceles a los presos políticos y Perón, (que había regresado al país en un día que se volvió histórico y recordado como “Ezeiza” por los episodios de violencia que se provocaron en la multitud con la llegada del General), fue restituido en su Grado de Teniente General. Pero los días de Cámpora entraron en el ocaso y el conflicto estalló con denuncias de López Rega sobre al mal desempeño del mandatario y su responsabilidad en los sucesos acaecidos en el Aeropuerto Internacional Ezeiza. El 13 de julio de 1973, Héctor Cámpora renunciaba junto a Solano Lima, con la aceptación de ambas cámaras. El presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri, pudo asumir provisionalmente la presidencia hasta el llamado a elecciones, que esta vez contarían con la presencia de la fórmula Juan Domingo e Isabel Martínez de Perón, que alcanzaría el éxito con el 62 % de los votos. Gobierno que cayó Perón gobernó durante siete meses. En esos momentos, su salud comenzaba a declinar. El 22 de junio de 1974, se dio la noticia de que el General sufría de "un ligero resfrío". Siguió una semana de incertidumbre en la que la población sospechaba que no era verdadera la información sobre su real estado físico y el día 29 de ese mismo mes, el presidente delegó su mando. Dos días después, el 1 de julio, María Estela Martínez de Perón, vicepresidenta, anunciaba por radio y televisión la muerte de Juan Domingo Perón. La CGT y diversas Organizaciones dispusieron un inmediato para general. El gobierno nacional decretó duelo en todo el territorio de la nación. Así desapareció el más querido y odiado líder argentino, ahondando la crisis y la tirante situación de puja por el poder que ya se venía viviendo. El 1 de julio de 1974 María Estela Martínez de Perón, quedaba en el cargo de Presidente ante la muerte de su marido. En su mandato, orientó su gestión de gobierno con un plan que señalaba cambios sustanciales y con José López Rega como principal sostén. Los síntomas de debacle económica en el primer semestre de aquel año se comenzaron a profundizar, quedando en evidencia la fuerte crisis que atravesaba el país. La inflación en la economía comenzó a crecer sin cesar, mientras las presiones corporativas parecían no percibir la gravedad institucional. La Triple A, auténtica organización paramilitar de extrema derecha dirigida por López Rega, sumergió al país en una ola de violencia brutal, al mismo tiempo que las organizaciones radicalizadas como Montoneros y ERP seguían con su activismo. La caída de la débil democracia Eran meses de auténtico canibalismo político. López Rega terminaría siendo forzado a renunciar y a abandonar el país para no regresar. Este episodio, fue consecuencia de la presión sindical, frente al lanzamiento de una serie de medidas de ajuste económico y brusca devaluación de la moneda, motorizadas por el ministro de Economía Celestino Rodrigo (apadrinado por López Rega), que quedarían en la historia como "el rodrigazo". Frente a tales circunstancias la sociedad civil se encontraría frente a una fuerte incertidumbre económica y un gran terror a la violencia que se venía suscitando. Durante el mes de diciembre, la violencia política vigente, se vio fortalecida por una nueva andanada de virulencia autoritaria que constituiría un antecedente directo de lo que sucedería en la Argentina el 24 de marzo de 1976, en donde todos los ciudadanos despertaron con los tres comandantes en jefes de las Fuerzas Armadas (el general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Masera y el brigadier Orlando Ramón Agosti), a cargo de la dirección del país. María Estela Martínez de Perón, fue destituida de su cargo y embarcada en un helicóptero militar rumbo a lo que sería su primer centro de detención. Comenzaba así, la etapa más oscura de la historia argentina, con el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” ejerciendo el más criminal terrorismo de Estado y sumergiendo al país en su crisis socioeconómica más aguda. Proceso que desembocó en el traslado de la nación hacia una guerra absurda, fundada en un anhelo colectivo de los ciudadanos por recuperar las Islas Malvinas. Así, la Argentina ambigua y agitada, buscó poner orden acallando voces y tendiendo sobre sus tierras un manto de silencio y oscuridad, que mantuvo en las sombras su cruda historia, mostrando al mundo una cara festiva y de progreso que poco tenía que ver con su realidad diaria. Esa que se construyó con torturas y mortificaciones, marcando un antes y un después en los modos de vida y costumbres de los argentinos. Aún hoy, a 30 años de los inicios del proceso, muchos temen y son “prudentes” a la hora de expresarse, sin comprometerse con sus pensamientos y creencias, convencidos que así no correrán riesgos de desaparecer ni de ser silenciados. El miedo y la desconfianza se han enraizado en la tierra argentina. Sin embargo, no han logrado acallar las voces, y el pueblo, aún titilando, sigue sediento de respuestas y dispuesto a expresar…