Anexo 1 Palabras del Superior General a los Sacerdotes de la

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Anexo 1
Palabras del Superior General a los Sacerdotes de la Orden del discurso de Clausura del
Capítulo General Extraordinario de Guadalajara (México), Noviembre de 2009.
Hermanos Sacerdotes
Este Capítulo General Extraordinario se celebra en el año dedicado al Ministerio Sacerdotal. El
Santo Padre Benedicto XVI convocó oficialmente en el 2009 el “Año Sacerdotal” el19 de Julio, día
en el que se celebró el 150 aniversario del nacimiento de Juan María Vianney. “Este año – afirma el
Papa – desea contribuir a promover el compromiso de renovación de todos los sacerdotes, para
que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo” 1
En nuestra Orden de Hermanos, algunos son llamados a la ordenación sacerdotal para poder
proporcionar el ministerio sacerdotal a nuestras comunidades y a quienes servimos en la hora de su
necesidad. Quisiera dirigir algunas palabras de agradecimiento y de aliento a nuestros Hermanos
sacerdotes. Cuando nuestros primeros Hermanos se encontraron ante el sufrimiento humano, con el
que tuvieron que confrontarse, se dieron cuenta de que, independientemente de su naturaleza, el
sufrimiento afecta de forma profunda tanto el cuerpo como el alma del hombre. La Iglesia responde
a esta realidad a través de los remedios de tipo sacramental, como la Eucaristía y el sacramento de
la Reconciliación, además de la Unción de los Enfermos en los casos de enfermedades graves o de
profundo dolor.
Juan de Dios supo mirar en el alma de sus hermanos y hermanas que sufrían, y comprendió que, en
muchas situaciones, son necesarios los remedios espirituales, además de la atención médica o
psicológica. Su enfoque hacia las personas que sufren era de tipo holístico. Es por ello que Juan de
Dios aseguró que un sacerdote acudiese regularmente a su Casa de Hospitalidad para responder a
las necesidades espirituales de los enfermos y de cuantos se hospedaban allí.
Por ello no debe sorprendernos que, cuando el Hno. Pedro Soriano y el Hno. Sebastián Arias
llegaron a Roma alrededor del año 1570 para presentar una serie de peticiones al Santo Padre,
incluyendo la solicitud del reconocimiento como instituto religioso, pidieron asimismo que algunos
Hermanos fueran elegidos para ser sacerdotes y pudiesen encargarse así del bienestar espiritual de
los demás Hermanos de la comunidad y de los enfermos a quienes atendían. Claramente, desde su
comienzo “canónico”, la Orden incluía a Hermanos que contaban con la ordenación sacerdotal a
título de hospitalidad, “llamados principalmente a ejercer el sagrado ministerio y animar el
servicio pastoral.” 2
Ahora me dirijo directamente a nuestros Hermanos sacerdotes, a quienes deseo decir que el
ministerio que realizan en nuestros centros y servicios reviste una importancia enorme, ya que las
personas acuden a los Centros de la Orden en un momento particular de sus vidas, es decir, cuando
se encuentran más débiles, y se sienten oprimidas por problemas no sólo de tipo físico o
psicológico, sino por cuestiones que pesan profundamente en sus conciencias. Necesitan a alguien
que las escuche con el corazón abierto, necesitan una bendición espiritual que les brinde la paz
interior y el valor de afrontar el futuro con esperanza, independientemente de cuál pueda ser dicho
futuro. Cuando están en busca del “médico del espíritu”, ¿quién puede ayudarles más que un
Hermano ordenado a título de Hospitalidad? Nuestros Hermanos sacerdotes son vistos idealmente
como la imagen de Cristo que sana, conforta y ofrece la medicina constituida por el sacramento.
1
2
Carta de convocación del Año Sacerdotal con ocasión del “Dies natalis” de Juan María Vianney.
Constituciones, Art. 52.
1
La posición apreciada que los Hermanos sacerdotes ocupan en la tradición de nuestro estilo de vida
debe mucho al hecho que éstos han sido llamados al sacerdocio entre nuestros Hermanos profesos.
Durante mucho tiempo dijimos a los candidatos que la admisión a la Orden no comportaría para
ellos también la admisión al sacerdocio; en realidad, sólo una pequeña minoría de nuestros
Hermanos profesos solemnes ha sido llamada al sacerdocio a título de Hospitalidad, y normalmente
ello acontece cuando el Hermano ya ha pasado varios años en la Orden y ha ejercido su apostolado,
demostrando su capacidad profesional, formativa o administrativa.
Estamos viviendo un momento en el que la Iglesia lamenta una escasez de sacerdotes, y debe
encontrar una solución frente a las dificultades que conlleva esta situación. Sin embargo, una
solución estable no debe ser la de elegir a sacerdotes procedentes de institutos religiosos cuyo
carisma está dirigido a satisfacer las necesidades del pueblo de Dios, pero que no incluye la
atención pastoral de las personas a nivel de las parroquias.
Sé que hoy en día algunos de nuestros Hermanos sacerdotes están realizando su apostolado a nivel
de las parroquias. No quiero ser crítico en absoluto para con los casos individuales, porque estoy
seguro de que han recibido la aprobación de sus superiores, tras una atenta evaluación.
Sin embargo, siento la responsabilidad de amonestar en contra de dicha tendencia, que se está
convirtiendo en una práctica común. Creo que le sirve de poco a la Iglesia, porque retrasa su
búsqueda de soluciones más apropiadas, y que le sirve de poco también a nuestra Orden, ya que
aleja de nuestros programas de pastoral de la salud a Hermanos que han sido ordenados
precisamente para realizar y para animar dichos programas, que son sumamente necesarios para
nuestras comunidades y para las personas a quienes servimos.
El hecho que algunos de nuestros Hermanos recibieran la ordenación sacerdotal es un gran recurso
espiritual del que goza nuestra Orden. El ministerio de nuestros Hermanos sacerdotes contribuye
ampliamente al servicio holístico que proporcionamos a las personas y a sus familiares. En este año,
que la Iglesia ha querido dedicar de forma especial al ministerio sacerdotal, deseo alentar a nuestros
Hermanos sacerdotes a seguir la tradición de sus antecesores, siendo hombres de oración que
encuentran la fuerza, la motivación y la inspiración en su ministerio, en el estudio de las escrituras y
en la oración personal.
Dado que el próximo año 2010 estará dedicado a la celebración de los Capítulos Provinciales, no
será posible organizar, por parte de la Curia General, ningún evento especial para el Año
Sacerdotal, vistos nuestros compromisos. Sin embargo, el Pontificio Consejo para la Pastoral de la
Salud está organizando una peregrinación, que tendrá lugar en el mes de febrero, a Lourdes y a Ars,
la ciudad natal de San Juan María Vianney, a quien el Santo Padre ha indicado como modelo e
intercesor para los sacerdotes. La Secretaría General de Roma proporcionará cuanto antes mayor
información al respecto. Exhorto desde ahora a nuestros Hermanos sacerdotes a participar en estos
eventos.
Además les invito, en este año particular, a reflexionar sobre su vocación, a renovar el compromiso
que han asumido y hacer una evaluación de su ministerio. En este camino encontrarán el apoyo de
San Juan de Dios, quien en su misión de Hospitalidad siempre tuvo un gran respeto por el
ministerio sacramental, y el de San Benito Menni, que es un gran ejemplo de cómo el llamado de la
Orden a ser Hermano de San Juan de Dios y sacerdote puede transformar una vida dedicada a la
Hospitalidad.
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