SECOENClfi Secuencia (1995), 31, enero-abril, 113-126 ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464 DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i31.493 Revistadehistorjaycienciassociales Se busca Ia identidady Ia reputaci6n: intelectuales liberales anticomunistas en los EU durantelos afios cincuenta* Avital H. Bloch CENTRO DE INVESTIGACrONES SocrALES UNIVERSIDAD DE COLIMA A traves de la organizacion denominada American Committee for Cultual Freedom (Comite Norteamericano para la Libertad Cultural), en este articulo se estudia el liberalismo intelectual de Estados Unidos y su estructuraci6n alrededor del renovado anticomunismo de los afios cincuenta. A finales de los afios treinta, en Estados Unidos surgi6 una co­ rriente de pensamiento liberal que se opuso a la mentalidad del Fren­ re Popular Antifascista, tendiente al comunismo sovietico, Mientras que la mayoria 'de los liberates y partidarios de la izquierda simpatizaban con el comunisrno en ese momento y lo veian como una fuerza en contra del fascismo, algunos intelecturales trost­ kistas antiestalinistas y marxistas des­ • Traducci6n de Servando Ortoll con la cola· boraci6n de Ruben Carrillo Ruiz. radicalizados, articulaban una nueva idea que contradecia esa tendencia. Ellospensaban que el comunismo y el fascismo no diferian sino que, por el conrrario, se hermanaban en el "tota­ litarismo", y que, como sistemas poli­ ticos, tanto el comunismo como el fascismo se erguian contra la demo­ cracia, la libre cultura y las libertades individuates. Mas particularmente, el regimen totalitario ejemplificado por el estali­ nismo en la Union Sovietica comunis­ ta, fue el peor simbolo de los males politicos para estos individuos y lo colocaron en el centro de su critica, 113 Secuencia, nueva epoca num. 31, enero­abril de 1995 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales La organizacion que fundaron en 1939 para romper la influencia del Frente en la comunidad intelectual, fue el Committee of Cultural Freedom (Comite de Libertad Cultural: CCF). Antiestalinlsta, antitotalitario y antico­ munista, el grupo continua su activis­ mo vigoroso aun despues del colapso del Frente como resultado de la segun­ da guerra mundial. Los lideres del Co­ mite creian que los comunistas debian ser desenmascarados para ser derrota­ dos, porque su amenaza persistia.1 . Los afios de posguerra, sin embar­ go, caracterizados por la guerra fria y la division del mundo entre dernocra­ cia y totalitarismo comunsita, origina­ ron una nueva era de anticomunismo y liberalismo norteamericanos. Una nueva organizacion se fund6 en norn­ bre del liberalismo anticomunista pa­ ra suceder al CCF y combatir el totalitarismo; la nueva asociaci6n se convirti6 en el grupo central de los liberales anticomunistas en Estados Unidos durante la primera mitad de los afios cincuenta. A traves de este grupo se puede entender rnejor el li­ beralismo intelectual anticornunista de este periodo. El American Committee for Cultu­ ral Freedom (Comite Norteamerica­ no para la Libertad Cultural: ACCF) se estructuro en 1951 como miembro principal del Congress for Cultural Freedom (Congreso para la Libertad Cultural: CCf) ­una organizacion con­ federada, activa en Europa y fundada un afio atcis­ y como su punta de lanza de la lucha anticomunista en el l 114 Kutulas, "Committee", 1953. pais, 2 Ambas organizaciones se funda­ ron bajo el concepto de "libertad cul­ tural", que SUS lideres Solian describir como la libertad para involucrarse en actividades intelecturales sin contem­ plar la amenaza totalitaria. De acuerdo con la atm6sfera anticomunista de la guerra fria ­prevaleciente entre estos intelectuales liberates estadunidenses y transferida a sus correspondientes europeos­, ellos pensaban que Ios elementos totalitarios buscaban con­ trolar a los intelectuales independien­ tes y sus actividades, asi como re­ clutarlos en el engranaje propagandis­ tico comunista. Dominado por estos intelectuales liberates "antitotalitarios" norteameri­ canos, el CCF reflejaba la creencia de que debia asumir la enorme responsa­ bilidad de preservar la democracia en el rnundo. La rnision del ACCF ­como lo habia sido del CCF, principalmente en lo referente a Europa­ era politizar a los intelectuales norteamericanos que consideraba apaticos, persuadir­ los de los peligros que el comunismo y adeptos significaban para Estados Unidos y el "mundo libre", y de la lucha en contra del cornunismo como causa de gran importancia.3 Asi, el Comite, si no una organizaclon pura de propaganda, era de indole politica, y sus intelectuales aspiraban a con­ 2 Sobre cl CCF y SUS comienzos veanse Cole­ man, Liberal, 1989; Dittberner, End, 1979; Wald, New York, 1987; Hook, Out of, 1987;. Kristol, "Memories", 1983. 3 Kristel, "Memories", 1983, Howe, Mar­ gin, 1982, pp. 205­206; Phillips, Partisan, 1983, pp. no, 158­159; Podhoretz, Making, 1967, pp. 277­280; Pens, Liberal, 1985, pp. 98­100. AVITAL H. BLOCH SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales vertirse en hacedores de la opinion publica anticomunista predominante en Estados Unidos. Practicamente, toda la vieja guardia antiestalinista de los afios treinta, uni­ da a una generacion mas joven de anticomunistas liberales, particip6 en el ACCF. Para mencionar solo a los mejor conocidos, se encontraban alli los veteranos Sidney Hook, fil6sofo, Iider del anterior Committee for Cul­ tural Freedom y fundador del antitota­ Iitarismo norteamericano, mismo que se convirti6 en miembro central del comlte ejecutivo del ACCF; el novelista James Farrell tambien del cornite eje­ cutivo; el critico Dwight Macdonald; el lider del Partido Socialista, Norman Thomas; los editores del Partisan Re­ view, Philip Rahv y William Phillips, Sol Levitas, editor del New Leader y Elliot Cohen director del Commen­ tary, revistas difusoras de la ideologia y programa del CCF;4 Ios criticos lite­ rarios Diana Trilling, directora ejecu­ tiva del Cornite, su marido Lionel Trilling y Jacques Barzun. Tambien habia discipulos jovenes, como los soci6logos Daniel Bell ­uno de los activistas centrales en el cornlte ejecu­ tivo de la organizaci6n­, Nathan Gla­ zer, David Riesrnan y Seymour Martin Lipset; los historiadores Arthur Schle­ singer Jr., Richard Hofstadter y Oscar Handlin; los periodistas Richard Rove­ re e Irving Kristol ­quien tambien fue director ejecutivo del ACCF antes de ser editor de Encounter, 6rgano del Congreso en lnglaterra; los editores de importantes peri6dicos nacionales como James Wechsler, Norman Cou­ sins y Max Ascoli: el economlsta Iohn Kenneth Galbraith, los criticos litera­ rios Norman Podhoretz, mas tarde postulado para la Junta de Directores de la misma organizacion y Jason Eps­ tein; el decano de la Universidad de Harvard, McGeorge Bundy, y el lider de la organizaci6n central en defensa de las libertades civiles, Roger Bald­ win. Estaban tambien intelectuales ex comunistas, hasta entonces ultraorto­ doxos, tales como James Burnham, Whittaker Chambers y Max Eastman, tambien miernbros del Comite.t Puesto que los patrocinadores pro­ venian de otras asociaciones liberates centrales ­principalmente de Ameri­ cans for a Democratic Action (Nortea­ mericanos para una Accion Demo­ cratica: ADA), la League for Industrial Democracy (Liga para la Democracia Industrial: LID), y la American Civil Liberties Union (Union Norteamerica­ na de las Libertades Civiles: ACW)­ la importancia del ACCF fue tal que se instituy6 corno un amplia coalicion de liberales anticomunistas. Mas aun, la membresia del Cornite representaba un amplio espectro de la elite intelec­ tual norteamericana ciertamente con­ vertida, para los afios cincuenta, al anticomunismo.6 Creian que su pa­ pel, a traves <lei ACCF, era convencer 4 Accrca dcl papel desernpefiado por las revistas en cstas cucstioncs veanse Dell, "Dis­ sent", 1962, p. 311; Hook, Out of, 1987, pp. 420­421; Conway, "Intellectuals", 1974, pp. 376­377. 5 Respecto a la transformaci6n de estos con­ servadores, vease Diggins, Upfrom, 1975. 6 Sohre las similitudes entre algunas de cstas organizaciones y el ACCF, por lo quc toca al anticomunismo, vease Gillon, Politics, 1987, SE BUSCA LA IDENTIDAD Y LA REPUTACION 115 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales a la comunidad cultural norteamerica­ benefactor, ciertamente subray6 el na para que participara en una "lucha dominio del anticomunismo vehe­ responsable, seria y persistente en mente dentro del Comite y la desaten­ contra del totalitarismo y sus varian­ ci6n otorgada a otros asuntos.7 tes, especialmente el comunismo ­la Politicarnentc, el ACCF pretendia amenaza actual mas grande para las unir y fortalecer la campafia oficial comunidades dernocraticas". La inter­ anticomunista, iniciada en 1947 por la venci6n conservadora de los derechis­ administracton del presidente Harry tas, opositores de antafio a la politica Truman ­esfuerzos que el Cornite social y economica del presidente considero "alarmantemente descuida­ Franklin D. Roosevelt, al New Deal de dos" e "inadecuados" y que culmina­ los afios treinta, y enemigos de aque­ ron con el fortalecimiento de la llos liberales que idealizaban el Estado funesta influencia politica del senador pp. 72­82, 109­111; McAuliffc, Crisis, s.a., pp. 85­91, 116­121; Navasky, Naming, 1981, pp. 48­Sl; New York Public Library, Norman Tho­ mas Papers (en aedelante NTP), caja 120, leg. ACLU, 1954, Thomas a Baldwin, 30 de diciembre de 1954. 116 7 Nash, Conservative, 1979, pp. 84­123. Para una amplia correspondencia entre libera­ tes conservadores veasc New York University, Tamirncnt Library, American Committee for Cultural Freedom Papers (en adclantc ACCFP), caja 5, leg. 5. AVITAL H. BLOCH Ilustraciones de Ana Bonilla. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de las imágenes publicadas en este número de la revista Secuencia, 31. Las imágenes fueron contratadas y/o donadas de forma exclusiva para esta publicación. SECOENClfi Revistadehistoriaycienciassociales Joseph McCarthy en 1950, hasta su caida en 1954.8 Al funcionar al unisono con la cam­ pafia macartista en contra del comu­ nismo en casa, el ACCF debia ajustar sus conceptos y programas de acuerdo con sus simpatizantes y adversarios. El Cornite, por tanto, se involucro en la feroz controversia que McCarthy y su caza de brujas generaron en los circu­ los intelectuales, controversia en la que este grupo tuvo una participaci6n central. Asi, las respuestas del ACCF al macartismo, durante la crisis de los cincuenta, incrementaron el desarro­ llo de sus ideas anticomunistas. Y en el curso de intensos debates ideologi­ cos y a traves de las polemicas en tomo a la cuesti6n de la cruzada ma­ cartista, la ideologia anticomunista de estos liberales =desarrollada casl vein­ te afios atras­­, se defini6 con transpa­ rencia y esculpi6 claramente la identidad particular de su comunidad politlco­Intelectual. El ACCF y sus activistas se vanaglo­ riaban de haber anticipado, como "vo­ ces en el yermo", la lucha anticomu­ nista desde finales de los treinta: mu­ cho antes que McCarthy. Al florecer su influencia politica, los miembros del ACCF afirmaron que, al intensificar la lucha anticornunista, McCarthy "realizaba un servicio publico", com­ pletando un papel que ellos mismos, como minoria y grupo fuera del go­ 8 Cante, Great, 1978; Kurter, American, 1983; Wills int. Hellman, Scoundrel, 1976, pp. 10­11; Rorty y Deeter, McCarthy, 1954, pp. vu­vm, El trabajo de Rorty y Deeter fue un estu­ dio sobre el maeartismo patroeinado por el ACCF y que reafirmaba las posturas oflclales de la organizacion. SE BUSCA LA IDENTIDADY LA REPUTACION bierno, no habian podido desernpe­ fiar con eficiencia. Durante el periodo macartista, el Comite estuvo de acuer­ do con los postulados de McCarthy respecto a la realidad de la conspira­ ci6n comunista ya la necesidad guber­ namental de localizar e investigar a los comunistas ya sus colaboradores. Co­ mo el senador, los miembros del Co­ mite creian que el enemigo es el comunismo [ ... ]Sus Illas incluyen a cornunistas, procomunistas, fllorrojos 6 fellow­travellers [cornpa­ fieros de viaje] entre los que incluian a simpatizantes del Frente Popular de los afios treinta que simpatizaban con la causa comunista sin ser miemhros del Partido Comunista, espias y agentes co­ munistas, involucrados en la subversion y el es­ pionaje. El ACCF se adhiri6 a McCarthy en la finalidad ultima de atacar a ese enemigo hasta "expulsarlo't.? Pese a todo, la relaci6n del ACCF con el macartismo rebasaba las sim­ ples cuestiones de apoyo del segundo al primero. Existian varios factores que afectaban la postura del Comite. Primero, estos liberates ternian la cri­ tica de los macartistas respecto a ser insuficientemente anticomunistas al apoyar SU Campana O, peor aun, a Ser acusados de comunistas o filorrojos. Segundo, puesto que la ideologia de los liberates se habia desradicalizado desde afios anteriores, tambien te­ mian ser identificados con la izquier­ da. Estas fuerzas los persuadieron para 9 Rorty y Deeter, McCarthy, 1954, pp. 3­4, 13, 17, 18. 117 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales presentarse como antirradicales de Iz­ quierda y anticomunistas legitimos.ro Pero los liberales confrontaron pro­ blemas cuya raiz fue Ja; historia de los lideres del ACCF, de ellos mismos co­ mo ex radicales de izquierda. Les alar­ maba que los macartistas ­quienes etiquetaban a todos los liberates como comunistas­ los confundieran con es­ tos (dtimos al no distinguir entre las varias ideologias y particularmente al ignorar su desradicalizaci6n previa, del paso de los antiestalinistas desde el socialismo hasta el llberallsmo anti· rradical y anticomunista. Para no arriesgarse, el grupo busc6 demostrar a McCarthy su fuerte compromiso an­ ticomunista y su dlstancia, al misrno tiempo, de los comunistas y de los fllorrojos liberates, que no eran anti· comunistas y radicales de izquierda. Insistieron en las diferencias cruciales entre su propia ideologia y las de esas tendencias politicas. Con frecuencia encubrieron su propia fase radical en el pasado, eliminando todo contenido soclalista de su liberalismo, e incluso distanciandose de antiguos aliados que seguian profesando inclinaciones socialistas.11 Un concepto slgniflcati­ vo que Jos liberales anticomunistas crearon para manifestar su lealtad ca­ bal a la lucha anticornunista y colocar­ se, como lo deseaban, en el mapa 10 ACCFPcaja 7, leg. 4, Executive Committee Minutes (en adelante F.CM), 1 de marzo de 1952; McAu)iffe, Crisis, s.a., pp. 49­51; O'Neill, Bet­ ter, 1982, pp. 298­312. 11 Navasky, Naming, 1981, pp. 58­06; Pelis, Liberal, 1985, pp. 319­321; Rorty y Deeter, McCarthy, 1954, pp. 17, 34, 35; Hook, Out of, 1987, p. 333; WaJd, Neur York, 1987, pp. 270, 272, 277; Caute, Great, 1978, pp. 170­249. 118 politico del momento, fue la categoria de "anti­anticomunistas". Incluia esta categoria a aquellos quc describian como "tibios en el comunismo"; no solamente a los filorrojos, sino tam­ bien a todos los que no estaban sufi­ cientemente a favor de la campaiia anticomunista o, peor aun, que la cri­ ticaban o actuaban en su contra debi­ Iltandola. En suma, la lista de "anti­ anticomunistas" se componia de todos los criticos del comunismo desde la izquierda. Cuando la cuestion de las liberta­ des civiles de los comunistas y sus seguidores en relacion al macartismo lleg6 a su punto crucial en 1952, los ataques reciprocos mas intensos se produjeron entre los anticomunistas del ACCF y los liberales "anti­anticomu­ nistas", dirigidos por el Emergency Civil Liberties Committee (Comite de Emergencia de las Libertades Civiles: ECLC): el grupo discrepante de ACLU por creer que la Union no aceptaba que los macartistas violaran las Iiber­ tades civiles.12 Mientras esos criticos afirmaban que McCarthy eliminaba derechos constitucionales relaciona­ dos con la libertad de expresi6n al investigar a individuos bajo sospecha de ser comunistas o filorrojos, el ACCF rechazaba tales acusaciones. Sus miembros negaban que la libertad constitucional de adherirse a cual­ quier ideologia politica hubiera sido vlolada, La posici6n del Comite era 12 En lo que toca al ECLC y las vlsioncs anti­anticomunistas, veanse McAuliffe, Crisis, s.a., pp. 116­121; Navasky, Naming, 1981, pp. 50­56; Steele, Freedom, J.954; Harth, Govern­ ment, 1955. AVITAL H. BLOCH SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales que solamente los comunistas cran qulenes abusaban de las libertades cl­ viles para fomentar su conspiraci6n totalitaria. El comunismo era "un mo­ vimiento guiado por la conspiracion y dirigida al totalitarismo, mas que a otra forma de 'disidencia' o 'inconfor­ midad"'. Asi, a diferencia de partidarios de credos "legitimos", ellos no mere­ cian tales derechos. De acuerdo con esta vision pragmatlco­populista, la mayoria de los norteamericanos po­ seia el derecho a decidir que el ideal comunista se oponia a Ios mejores intereses de su pais y, por lo tanto, podia limitar las libertades de los co­ munistas. Respecto a los que argu­ mentaban a favor de los derechos de los comunlstas, los liberales del ACCF pensaban que McCarthy merecia mas reconocimiento que esos criticos pues al menos el era un anticomunista genuino y categorico. Tambien que sus oponentes, por el contrario, de­ mostraban una negligencia Irrespon­ sable al defender los derechos de los comunistas, cuya expresi6n ideo16gica contribuia a promover la conspiraci6n. En otras palabras, su idea era que la libertad estaba en mayorpeligro con los anti­anticomunistas por su ataque a McCarthy, que con McCarthy mismo. I3 Mediante el ataque a sus cncmigos liberates antimacartistas, los activistas del ACCF demostraron su propio com­ promise anticomunista. Pero en sus critlcas tamblen deseaban implicar que ellos, los liberales antlcornunls­ tas, eran liberales genuinos y distintos de los liberales anti­anticomunistas. Los intelectuales del ACCF promovie­ ron la idea de que habia dos tipos de Iiberalismo: el falsamente honrado y cobarde de los liberates anti­antico­ munistas o "tibios con el comunls­ mo", y el suyo, un tipo superior de liberalismo inflexible y realista, guia­ do por una vision moral e inspirado por un compromiso extrema con Ia libertad. Asi, la necesidad de una re­ putaci6n liberal con enfasis anticomu­ nista, que motiv6 al ACCF a adaptar una retorica promacartista, tamblen lo in­ cit6 a crear una postura politica liberal que se consideraba totalmente separa­ da de cualquier version de liberalismo que no fuera anticomunista. Pero lo que complic6 su politica anticomunista y su actitud hacia el macartismo fue tambien su necesidad de ser definidos siempre como libera­ tes y de estar relacionados con los atributos tradicionalmente asociados a los intelectuales liberates: su asequi­ bilidad a razonamientos, mayor edu­ 13 Kristo! "Civil", 1952, pp. 228­236; Kristel, caci6n y pensamiento critlco inde­ "Liberty", 1952, pp. 493­496. La postura de pendlente. Ellos temian Ia etiqueta de Kristo! fue la mas publicitada por scr la mas conservadores que podia imponerles provocativa, pero rnuchas opiniones similares la izquierda si apoyaban mercadamen­ fucron expresadas en privado dentro del Acer: te la cruzada macartista. Para evitar ACCFPcaja7, leg. 4, ECM I marzoy 16abril, 1952; y ACCFP caja 7, leg 4, ACCF Resolution, 29 marzo, esto, desarrollaron un tipo singular de 1952; Cohen a Hook, 30 abril 1952. Vcase critica a esta campafia: el juicio en el tambien Glazer, "Methods", 1953, pp. 244­252; nivel tecnico, que al mismo ticmpo Bell, "Hard", 1954, pp. 23­25; Phillips, Parti­ que mantenia su apoyo baslco, tam­ san, 1983, pp. 150­151, 174­176; Podhoretz, bien satisfacia una deseada autolma­ Making, 1967, pp. 288­291. SE BUSCA LA IDENTIDAD Y LA REPUTACION 119 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales gen liberal. En suma, una postura que los colocara entre los macarttstas en la derecha y los anti­anticomunistas en la Izquierda. Tratando de manipular asi su propia identificaci6n politlca y su superioridad moral, pensaron que recu­ perarian el liderazgo no solo de las co­ munidades liberal e intelectual, sino de toda la campafia anticomunista. Los activistas del ACCF presentaron a McCarthy como un anticornunista legitirno, describiendolo sin embargo, como un "dernagogo vulgar", confor­ mista, reaccionario, ortodoxo, ham­ briento de poder e irracional. Y sus rnetodos, que debilitaban a la campa­ fia anticomunista efectiva, fueron ca­ lifi cados como incompetentes y dirigidos por una "estupidez burocra­ tizada", totalitarios, tecnicamente ina­ decuados e irresponsables. Por encima de todo, afirmaron que mu­ chas de las tacticas estupidas e ineficien­ tes de los macartistas y las acusaciones ilegitimas que hacian eran el resultado de ignorar la esencia de las ideologias politicas y de una incomprensi6n aguda del tema principal, que ellos supues­ tamente dominaban: el comunismo. Su mensaje era que ellos ­los liberates anticomunistas que poseian conoci­ miento secreto del comunismo y sus peligros, basado en la experiencia de las luchas antiestalinistas de los afios treinta­ sabian "c6mo combatir el co­ munismo responsablemente"; esto es, con inteligencia y pragmatismo ­recordando la relacion entre medios y fines­ de manera democratica y eti­ ca, mediante la preservacion de los genuinos valores llberales.!" Sin em­ 14 ACCFP; 120 caja 7, leg. 4, ECM, t marzo 1952. bargo, estos liberates no eran capaces de atacar a McCarthy directamente. Cuando las supuestas estrategias equl­ vocadas del macartismo eran critica­ das en declaraciones publicadas por el ACCF, ni el nombre del senador ni el termino macartismo eran siquiera mencionados. En el momenta cumbre del macartismo, en respuesta al temor de que "si atacamos a McCarthy pode­ mos ser atacados", una declaracion publica suya se refiri6 a "ciertos hom­ bres y grupos representados como oponentes militantes del comunis­ mo" .15 Como consecuencia de las criticas causticas a los liberates anticomunis­ tas de sus detractores en la comuni­ dad intelectual, los miembros del ACCF esperaban que, al crear una impresi6n de desacuerdo con McCarthy, presen­ tarian ante los circulos intelectuales una imagen admirable, no conformis­ ta y critica, Deseaban probar que su estilo dependia de la verdad y de la sabiduria sin dafiar su sinceridad y devoci6n a la causa. Intentaban ser considerados como defensores de McCarthy, pero lo ridiculizaban para distanciarse de la extrema derecha y de las masas promacartistas. Rorty y Deeter, McCarthy, 1954, pp. H­14, 21­56, 86­103, 128­129; Glazer, "Methods", 1953, pp. 244­252; Phillips, Partisan, 1983, pp. 179­180; Bell, "Interpretation", 1964, pp. S7­58, 64­66; Glazer, "New York", 1984, p. 35. 15 ACCFP, caja 7, leg. 4 ACCF Resolution, 29 marzo 1952. ACCFP, caja 7, ACCF, ECM, 16 ahril 1952. La tactica de no seiialar publtcamente los metodos equivocados de McCarthy, cambi6 en 1954 cuando Rorty y Deeter editaron su cstudio quc dcscnmascar6 sus Hmitacioncs en este sen­ tido. AVITAL H. BLOCH SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales La urgencia por alejarse de la dere­ cha produjo algunos conflictos en el seno del ACCF entre los liberales y la minoria de activistas conservadores, quienes no veian problema alguno en los metodos de McCarthy. Expuestos a una critica creciente de la Izquierda, los activistas del Cornite llegaron a un punto donde temian que hasta los de­ rechistas mellaran sus objetivos y su reputaci6n en la comunidad liberal. Ast, los lideres del Comite optaron por marginar a los conservadores. Sin embargo, respondiendo a su inquie­ tud de que si los liberates atacaban a la derecha ellos mismos podian ser atacados, estos debates no se hicieron publicos y los conservadores perma­ necieron en la organizaci6n. t6 La estrategia politica singular que el ACCF desarrollo, como medio para en­ frentar las presiones sirnultaneas re­ sultantes de sus intentos por disculpar a McCarthy y criticarlo, forz6 a la or­ ganizaci6n a mantener un balance de­ Iicado en su postura. Esta necesidad de enjuiciar satisfactoriamente a las fuerzas opositoras sin contradiccio­ nes obvias, produjo desavenencias entre los miembros de la organiza­ ci6n; sin embargo, fueron sobre suti­ lezas y detalles que con frecuencia eran opuestos, confusos y falsos. Las polemicas eran superficiales y condu­ cidas en un marco de convicci6n de que, fundamentalmente, la cruzada anticomunista de McCarthy era legiti­ 16 Bell "lntcpretation", 1964, pp. 64­65; Dig· gins, Up from, 1975, pp. 215­222 .. Sohre cl debate alrcdcdor de McCarthy entre los censer­ vadores, veasc Nash, Conservative, 1979, pp. 109­123. SE BUSCA LA IDENTIDAD Y LA REPUTACION ma. Por lo tanto, los conflictos internos no generaron ni cismas ni renuncias. Una gama de opinion anticomunista podria residir en el Comlte. La critica ideol6gica o moral, sin embargo, po­ dia ser dirigida solo hacia los adversa­ rios de izquierda, pero sin discrepar de los fines ultimos del anticomunis­ mo y del macartismo. La muerte del macartismo en 1954, combinada con las agudas polemicas adyacentes, el fin de la guerra en Co­ rea y el surgimiento de lo que parecia "un clima Internacional mas calido" hacia mediados de los afios cincuenta, sefialo el germen de una nueva fase para los liberates anticomunistas. Esta­ ba caracterizada por el enfriamiento del entusiasmo anticomunista, ya que el comunismo, tanto domestica como Internacionalrnente, dejo de ser con­ siderado peligro inmediato. Siguien­ do una nueva tendencia, algunos miembros del ACCF repensaron el an­ ticomunismo fanatico. En especial, los miembros de la ADA ­John Ken­ neth Galbraith, Arthur Schlesinger, Jr., Richard Rovere­, hist6ricamente menos comprometidos con la filoso­ fia antitotalitaria, redefinieron facil­ mente sus politicas para crear asi un nuevo consenso liberal. Al no identifi­ carse con aquellos vengativos activis­ tas anticomunistas que estaban "volviendo a luchar, en los afios cin­ cuenta, en las viejas y muertas batallas de los treinta y cuarenta", renuncia­ ron al ACCF en 1955.17 Los lideres centrales del Comite re­ chazaron el escepticismo de lo~ disi­ 17 ACCFP, caja 7, leg 4., Schlesinger a Farrell, 16 marzo 1955. 121 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales dentes. Permanecieron hostiles al co­ munismo y hablaron acerca de la ur­ gencia inalterable de "desenmascarar ilusiones acerca del comunismo e identificar las actividades comunistas en Estados Unidos". Una vez mas, al cambiar Ia atmosfera politica, los libc­ rales dlmltentes forzaron al ACCF a exa­ minar su politica de linea dura, mientras que sus conservadores ex­ tremistas querian que el grupo se ad­ hiriera a las posturas anteriores. Teas serias discusiones, derechistas como James Burnham salieron de la organi­ zacion. Sin embargo, los activistas re­ manentes del ACCF, dirigidos ahora por los anticomunistas liberates ­tales como Sidney Hook, Norman Podho­ retz, Diana Trilling y Sol Levitas­, en su anticomunismo fanatico, reafirma­ ron la postura extremlsta original, que continuaron apoyando dentro del Co­ mite, coma cuerpo activo, hasta 1957. En tanto, quienes habian roto con el ACCF representaban a la nueva corriente liberal, para la cual el comu­ nismo ya no era el problema principal en la politica norteamericana; los que permanecieron feales ·a la organiza­ cion, se convirtieron en el simbolo de la ortodoxia anticornunista liberal por el resto de la decada de los cincuenta.P' Sin embargo, la busqueda de Iden­ tidad y reputaci6n de Ios liberates afi­ 18 Desde 1959, la (mica justitkaci6n para la existencia del ACCF, era que fongia como p£o­ pietario legal del Partisan Review. En 1967 la revista se scpar6 del Comlte, el cual se disolvi6 como consecuencia. Se concluy6 que el gmpo habia "durado mas de lo que era tttil". Vease ACCFP, caja 6, leg. 4., ACCF, Board of Director Minutes, 30 ahril 1967; Phil1ips, Partisan, 1983, pp. 162, 165­168. 122 liados al ACCF no termin6 en la era posmacartlsta. A Ia par de ajustarse basicamcnre al viejo idealismo antico­ munista que los distinguia de los nue­ vos Iiberales de la corriente domi­ nante; tambien trataban de adaptarse al nuevo espiritu del campo liberal mas amplio. Toda con la intenci6n de recuperar su imagen como liberates y ser reaceptados por la mayoria liberal. Se percataron de que para fundirse con el nuevo liberalismo requerian algunos cambios en su vision, y una de las primeras cuestiones reconslde­ radas fue el propio macartismo. Dado que la atm6sfera general entre los li­ berates era de un incrementado recha­ zo del macartismo de principios de los cincuenta y de un distanciamiento mayor de la caza de brujas, para los veteranos del ACCF esto significaba una mayor critica a McCarthy. Tenian deseos de reconocer los peligros plan­ teados por las tacticas de McCarthy en contra de la democracia y encontra­ ron mas fallas en SU estilo. Liberados de la necesidad de estar involucrados en un debate politico inmediato, hasta mediados de los sesenta, su forma principal de critica ­o, como algunos liberates la llamaron, "reevaluaci6n"­ era el estudio profundo del fen6meno macartista, Como cientificos sociales e historiadores que eran muchos de ellos, lo escrudrifiaron en el nivel aca­ demico .19 Prominentes sociologos liberales anticornunistas ­tales como Daniel Bell, Nathan Glazer, David Riesman, Martin S. Lipset­ y el historiador Ri­ 19 Veanse los articulos aparecldos en Bell, New, 1955. AVITAL H. BLOCH SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales chard Hofstadter, de manera consen­ sual, etiquetaron el macartismo como parte del fen6meno politico sociolo­ gico de la derecha estadunidense y del anticomunismo reaccionario, que asociaron con las masas descontentas, frustradas, irracionales y antiintelec­ tuales. Segun su teoria, las masas pro­ macartistas heredaron las tradiciones populistas de los pobremente educa­ dos y desplazados agricultores del me­ dio occidente norteamericano y las recien colonizadas areas del pais du­ rante las ultimas decadas def siglo XlX. Ese estrato social, el "criadero de de­ magogos", habia sido el origen del desenfreno y la sin raz6n. Los liberales anticomunistas dirigieron su critica a estos sectores para evitar lo que ellos pensaron que podia ser la reernergen­ SE BUSCA LA IDENTIDAD Y LA REPUTACION cia del anticomunismo reaccionario. Pero, mas significativamente, al inter­ pretar al macartismo en terminos psi­ cologicos, a traves del concepto de "afan de status", los intelectuales con­ cluyeron que la caza de brujas no ha­ bia resultado de una Ideologia politlca ni habia procedido de un liberalismo educado y razonado. 20 En vez de eso, el macartismo tenia que provenir de personas inferiores y peligrosas. Esta condena al movimiento, no era, por 20RortyyDecter,McCarthy, 1954, pp. 104, 110; Bell, "Mood", s.a., p. 311; Bell, "Status", s.a., p. 123; Hofstadter, Age, 1955; Hofstadter, Anti­intellectualism, 1962; Howe, "McCar­ thysm", 1954, pp. 2H­215; Rogln, Intetlec­ tuals, 1967, pp. 9­30, 261­268; McAuliffe, Crisis, s.a., pp. 70­71; Pelis, Liberal, 1985, pp. 151­155, 335­338. 123 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales lo tanto, una autocritica ni un arrepen­ rriente dorninante liberal era conflic­ timiento de los liberates anticomunis­ tivo. Aun en la retorica alterada, los antiguos temores no podian ser supri­ tas de afios anteriores. Los liberates anticomunistas no sa­ midos. Declararon que sus ideas mo­ crificaron mucho de su postura funda­ dificadas por ningun concepto iban a mental de antipatia hacia el bloque caer "en la tramp a de prestar ayuda y soviettco, ni siquiera cuando, a fines beneficio a los comunistas" y que "no de los cincuenta, distanciados de Ios tenian ilusiones acerca de la Union apasionados primeros afios de la deca­ Sovienca". Ciertamente, este grupo si­ da, estaban mas deseosos de rnodificar gui6 mostrando dudas y reservas acer­ sus conceptualizaciones sobre la natu­ ca de las posibilidades de un rela­ raleza del comunismo contempora­ jamiento substancial en la guerra fria neo. La "desestalinizacion" y el nuevo y en el comunismo sovietico, al perci­ regimen en la Union Sovietica, asi como bir, despues de todo, el nuevo espiritu un bloque comunista que parecia me­ de finales de los afios cincuenta entre nos monolitico que antes, los atrajo la mayoria de los liberates, como "Ilu­ hacia Ios nuevos liberales de la co­ siones peligrosas".22 rriente dominante, quienes recono­ Para concluir, las convicciones an­ cian al comunismo como un peligro ticomunistas de los liberates previa­ decreciente. Algunos de los liberales men te afiliados con el ACCF y su anticomunistas estaban entonces dis­ autoidentidad colectiva como intelec­ puestos a cuestionar Io que ellos defi­ tuales dedicados' a la "libertad cultu­ nian como una rigida "preocupaci6n ral", estaban muy enraizadas para ingenua" sobre el comunismo e hlcie­ permitirles rechazar su propio antlco­ ron un llamado a Ia racionalizaci6n munismo. No solo SU compromiso politica. En una suave, renovada y mas con el anticomunismo no se erosiono autentica retorica, hablaron a veces sustancia]mente; los discursos posma­ de la necesidad de un "ciclo ascenden­ cartistas de finales de los cincuenta te de flexibilidad, percepcion verda­ revelaron un enfoque anticomunista, dera, razon y conflanza, que lleve a la constante en su ideologia, misma que paz".21 reforzo el caracter distintivo de la po­ Sin embargo, sus visiones antico­ litica de los intelectuales que habian munistas ortodoxas fueron revisadas estado conectados con el Cornite. Los solamente hasta cierto punto y quiza consolid6 como un grupo Identiflca­ de manera superficial. Los liberates ble, ya avanzados los sesenta, mucho anticomunistas otra vez revelaron que despues de que el ACCF dejara de ser su deseo de fundirse dentro de la co­ su agente unificador organizacional. Vale sefialar=­yesto debera ser motivo 21 Podhoretz, Making, 1967, pp. 292/293; Glazer, "Cuba", 1962, pp. 514, 516; Howe, "Communism", 1956, pp. 524­529; Howe, "Re­ vival", 1963, p. 110; Kristel, "Matter", 1960, p. 55; Conway, "Intellectuals", 1974, pp. 107­109, 112­116; Pelis, liberal, 1985, pp. 347­367. 124 22 Podhorctz, Breaking. 1979, pp. 47, 57· 63, 66, 172­175; Podhoretz, "Cold", 1962, pp. 56­58. ACCFP, caja 12, leg. 2; ACCF, Newsletter, octubrc 1956, pp. (>­7. AVITAL H. BLOCH para un estudio adicional­ que, como los aiios sesenta se solvieron un perio­ do tumultuoso, caracterizado por controversias apasionadas entre estos intelectuales liberates y sus nuevos criticos de la "nueva izquierda", el anticomunismo y su historia reciente se convertiria, una vez mas, en eje central para la reputaci6n de estos liberales, y formativo para su identi­ · dad metamorfosica. 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