—Gœlœlle (Hungría), es la residencia favorita de la emperatriz de

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—Gœlœlle (Hungría), es la residencia favorita de la emperatriz de
Austria, la cual se entrega allí a los placeres de la caza, como una
verdadera Diana. Su jauría está compuesta de 50 a 60 perros de la
misma raza, igual talla e igual pelo negro, amarillo y blanco. Una
dependencia especial ha sido construida para aposentar a estos
perros, con su cocina, su cuarto de baño y su dormitorio. Cada
mañana a las seis un picador despierta a la familia canina y da un
largo paseo con ella durante el cual ningún perro se separa de la
jauría. Por la tarde el picador repite su paseo con los mismos
acompañantes, y a las cuatro tiene lugar la comida en comunidad de
los perros. Mientras que esa comida se prepara, los perros están
encerrados en el dormitorio. El picador entra allí con el látigo
levantado; los animales lo acogen con entusiasmo, pero ninguno de
ellos pasa de la puerta sin su permiso. A una señal suya, la jauría se
precipita hacia el refectorio donde se encuentra preparada la comida,
compuesta de carne y de harina de maíz hervida. En pocos minutos
quedan devorados los manjares. A la caída de la noche el picador
hace chascar su látigo. Aquella es la señal de retirada. Los huéspedes
caninos se encaminan al dormitorio común donde pasan la noche.
—Uno de los más importantes descubrimientos de la ciencia, el del
empleo de la electricidad como fuerza motriz, aplicada ya en varios
países, lo será dentro de poco en Irlanda. A este efecto se ha dado
comienzo en el condado de Antrim (Irlanda) la construcción de un
tranvía eléctrico que recorrerá el trayecto que media entre Portrush y
la Calzada de los Gigantes. Esta calzada, llamada así porque según
una tradición popular, la construyeron unos gigantes para unir la
Irlanda a la Escocia, es una especie de promontorio que consiste en
un vasto muelle formado por columnas de basalto que se adelantan
hasta gran distancia en el mar. Dicho muelle se divide en tres partes,
compuestas de cerca de 40 000 columnas prismáticas de basalto.
Estas columnas, alineadas como tubos de órganos gigantescos, se
elevan 12 metros sobre el nivel del mar, y se sumergen hasta una
profundidad que aún no se ha podido medir. Esta curiosidad natural
atrae durante todo el año gran número de viajeros. Hace pocos días
que, en presencia del preboste de la Universidad de Dublín, se han
inaugurado los trabajos del camino que ha de recorrer el tranvía
eléctrico de la Calzada de los Gigantes. Dicho tranvía será construido
con arreglo al modelo del tranvía Siemens que figura en la Exposición
Internacional de Electricidad de París.
—Acaba de inaugurarse en Liverpool una obra colosal, que no
tendrá igual en Europa. Es un acueducto que habrá de proporcionar a
la ciudad 50 millones de litros de agua por día, llevados de una
distancia de casi 30 leguas. Liverpool se surtía de las aguas del río
Rivington; pero tanto ha crecido la población, que aquel recurso ha
venido a ser completamente insuficiente. En el verano de 1864 tuvo
que pagar la ciudad el agua al precio de la cerveza. Hacía tiempo que
se estaba formando y discutiendo el proyecto Vyrnwy, llamado así por
el nombre del río cuyas aguas van a salvar la ciudad sedienta.
—Una hermosa mañana del 2 de noviembre próximo pasado, los
habitantes de un pueblo francés observaron que las paredes
exteriores de sus casas estaban cubiertas de manchas rojizas como si
hubiese llovido sangre.—La conmoción fue general, y por más que los
aldeanos aguzaron su escaso ingenio no pudieron llegar a descubrir
las causas del fenómeno. No es de ahora solamente la aparición de
este fenómeno, sino que,—como dice un colega,—ya en muchas otras
ocasiones ha tenido el triste privilegio de asustar a los habitantes de
las aldeas.—En 1608 ocurrió en Aix una de esas lluvias llamadas de
sangre que espantó a todo el pueblo. La población en masa acudió a
las iglesias para apaciguar las iras celestes que semejante prodigio al
parecer anunciaban.—Pero un sabio, M. Peiresc hizo notar que
aquellas gotas sanguinolentas no habían caído sobre los tejados, ni
en los sitios expuestos al aire libre, sino en los lugares cubiertos. Hizo
observar además que nadie había sido mojado por aquella pretendida
lluvia y que ninguna persona tampoco la había visto caer. El
fenómeno quedó sin explicar, hasta un día en que Peiresc puso por
casualidad en una caja varias orugas, y observó que una de sus
especies, entre otras, había dejado en el sitio en que cada mariposa
rompe la larva una gran mancha de color de sangre. Aquello fue un
rayo de luz para el sabio, pues la especie de mariposa que lo producía
era aquel año muy frecuente en la comarca. Las supuestas gotas de
sangre no eran, pues, otra cosa que la materia excrementicia roja
que las mariposas habían dejado en su envoltura al romperla. Peiresc
se apresuró inmediatamente a tranquilizar a la opinión pública.
La Opinión Nacional. Caracas, 15 de diciembre de 1881
[Mf. en CEM]
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