JOSÉ SANJURJO SACANELL (Pamplona, marzo de 1872 / Estoril, Portugal, julio de 1936) Hijo de militar carlista, del que quedó huérfano al poco de nacer, estudió en la Academia Militar de Toledo. Su primer destino fue la guerra de Cuba hasta 1898 pero la mayor parte de su carrera y de sus ascensos se ligaron a la de Marruecos, donde alcanzó el rango de general de división en 1921, siendo un consagrado ejemplo de militar africanista. Como gobernador militar de Zaragoza apoyó el golpe de estado de Primo de Rivera, que le envió de nuevo a África como comandante general de Melilla, asumiendo la dirección del desembarco de Alhucemas en 1925 y después de toda la zona, logrando su pacificación definitiva, por lo que recibió el título de marqués del Rif. Tras la caída de Primo esperaba ser su sucesor pero Alfonso XIII optó por el general Berenguer. El 12 de abril de 1931 era Director General de la Guardia Civil y su inhibición ante las manifestaciones callejeras de júbilo resultó importante para que el rey tomara la decisión de abandonar el poder. Fue mantenido en buena parte por ello en ese puesto por los gobiernos de Alcalá-Zamora y Azaña, y llegó a ser elegido diputado como independiente por Lugo en coalición con Derecha Liberal Republicana y el Partido Radical en las elecciones de junio de 1931, pero las elecciones fueron anuladas. Al mando de la Guardia Civil pronto se enfrentó a Azaña como ministro de la Guerra por sus reformas, que rechazaba, el nombramiento de un civil para dirigir Marruecos, y por las matanzas que protagonizaron guardias civiles en Arnedo (Logroño, enero de 1932), en aparente represalia por la muerte de varios miembros del cuerpo a manos de campesinos en Castilblanco (Badajoz, diciembre de 1931). Criticó públicamente la política que se seguía desde el Gobierno Azaña, que en su opinión alentaba desde el poder a los elementos subversivos (al colaborar con socialistas) y éste procedió a sustituirle en 1932. Fue a continuación Director General de Carabineros (los encargados de la persecución del contrabando en las fronteras). Son varios los casos de militares ligados a la gestión del orden público como es su caso que tuvieron tentaciones golpistas (Cabanellas, Queipo, Mola, Muñoz Grandes, entre otros) y él las consumó como cabeza saliente de la llamada «Sanjurjada», una rebelión militar que le tuvo a él como protagonista desde Sevilla (agosto de 1932) y que la judicatura definió como «revolución», siguiendo la jerga de la época. Fracasada ésta, intentó escapar a Portugal pero fue detenido en Huelva. Procesado y condenado a muerte, se le conmutó la pena por cadena perpetua, para más tarde ser amnistiado por el Gobierno Lerroux en abril de 1934. Éste, sospechoso de haber entablado contactos con él antes del golpe fallido y estar al corriente de lo que se tramaba, parece le prometió la amnistía si llegaba al poder y en la campaña electoral de las elecciones de 1933 esto dio lugar a candidaturas radicales y cedistas «por la amnistía» encaminadas a este fin. Una vez amnistiado, se exilió a Portugal. Se convirtió desde allí en el líder reconocido, dada su graduación, de la conspiración militar y civil que desembocará en la guerra civil y que arranca en febrero de 1936. Aunque fracasó en atraer el apoyo de Hitler, parece que tuvo más éxito en conseguir aviones en Italia, contratos consumados y rubricados por el calvosotelista y monárquico Pedro Sáinz Rodríguez el 1 de julio de 1936. De hecho Sanjurjo, llamado a ser el líder de los insurgentes, era una figura muy apreciada por los monárquicos de las dos ramas rivales (alfonsinos y carlistas, como navarro que era), pero no llegó a tomar posesión del destino que le esperaba. El 20 de julio y a bordo de una avioneta que pilotaba Juan Antonio Ansaldo e iba a conducirle a Burgos para hacerse cargo de la sublevación en marcha, el aparato se estrelló al poco de despegar. Ansaldo explicó que el problema fue el sobrepeso que llevaba la avioneta por el empeño de Sanjurjo de cargar todos sus uniformes, galas, medallas y condecoraciones varias y llevárselas consigo a Burgos. Un trágico caso de coquetería con consecuencias mortales. Este fortuito accidente allanó en cualquier caso el camino a Franco a la jefatura de los rebeldes y por tanto del nuevo Estado, y fue en particular dramático para los monárquicos, que contaban con él para una restauración de Alfonso XIII o de Juan de Borbón, en un tiempo más o menos breve, y se quedaron sin un importante valedor de su causa por la que tanto habían apostado. BIBLIOGRAFÍA Cardona, Gabriel (2008): A golpes de sable. Los grandes militares que han marcado la Historia de España. Madrid: Ariel. Sacanell Ruiz de Apodaca, Enrique (2004): El general Sanjurjo, héroe y víctima. El militar que pudo evitar la dictadura franquista. Madrid: La Esfera de los Libros, y también Barcelona: Altaya, 2008.