Cápsula 61 - Arquidiócesis de San José

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San José, 9 de setiembre de a.D. 2013
Muy queridos hermanos en el presbiterado:
Dios es Amor y nos concede el privilegio de ser instrumentos de su amor.
LA LITURGIA EUCARÍSTICA
Con la cápsula n. 60 hemos concluido una serie amplia de entregas en torno a la
mesa de la Palabra en la Celebración Eucarística.
A partir de hoy entraremos en la explicación de la Mesa Eucarística o Liturgia
Eucarística.
ESTRUCTURA DE LA LITURGIA EUCARÍSTICA
Los textos bíblicos que nos narran la institución de la Eucaristía nos dicen que
Jesús, en la última Cena, realizó tres gestos o acciones: Primero, tomó el pan y el cáliz
con vino. Después pronunció la bendición y, finalmente, partió el pan para entregárselo
y pasó a los Apóstoles el cáliz, convertido ya en su sangre, Una vez realizados estos
gestos, manda a los apóstoles que repitan esto en conmemoración y recuerdo suyo.
NOTA: La expresión de la línea anterior «repitan esto» tiene un significado mucho
más profundo de lo que ahí aparece. Para una mejor comprensión remito a mi
catequesis sobre el lema del Señor Arzobispo OFRENDA PERMANENTE.
Cuando la Iglesia quiso realizar este mandato, ritualizó estos tres gestos que,
aunque con diversos nombres, han constituido la esencia de la celebración eucarística
durante veinte siglos.
El Misal nos presenta el siguiente esquema:
A. Preparación de los dones, que corresponde al gesto tan simple del Señor de
tomar el pan y de preparar la copa con vino.
B. Plegaria Eucarística, que es Acción de Gracias al Padre por sus dones, sobre
todo por el don más grande que nos ha regalado: por Jesucristo tu Hijo amado.
“La Liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de
donde mana toda su fuerza” (S.C. 10)
Tel. (506)2258-1015 Fax: 2221-2427 Apdo: 497-1000 San José, Costa Rica Dirección electrónica:
pastoralliturgica@arquisanjose.org / www.arquisanjose.org.
C. Comunión: partir el pan y participar del cáliz de la salvación identificados en el
mismo Cristo, Palabra de vida y Pan de redención y repetir el gesto de Cristo en
la última Cena, entregándose a sus apóstoles y a todos los creyentes.
Es el modo como la Iglesia pretende hoy, como ayer, seguir cumpliendo el mandato del
Señor de repetir su entrega en la Eucaristía en recuerdo suyo.
Las dos partes de la Misa, a saber, liturgia de la palabra y liturgia eucarística, constituyen un
solo acto de culto. A decir verdad, no son dos mesas separadas: una conduce a la otra, como
en la revelación del Sermón del Pan de Vida (Jn 6). Jesús sube del Pan de la Palabra al Pan
de la Eucaristía.
En la Liturgia de la Palabra se anuncia la Palabra que salva; en la Eucaristía se realiza y
se vive ese misterio salvador.
Oportunas observaciones:
Hay que mantener la estrecha vinculación entre las partes de la Misa aún cuando se
hagan en lugares diferentes, como se contempla en el Directorio de Misas de Niños, nn.
25 ss.
- El lugar de la Liturgia de la Eucaristía es el altar. Conviene cuidar que en la
Mesa del altar no haya ni hojas, ni folletos, ni libros. Aunque se autoriza que la
cruz y los cirios estén sobre el altar, es aún más conveniente que estén fuera del
mismo (IGMR 117).
- El mantel sobre el altar no debe ser del color litúrgico del día o del tiempo, sino
que en todo tiempo y en toda celebración, ha de ser blanco liso, ojalá de lino o
lineta. (Ib).
- El diácono o el acólito, si lo hay, o en su defecto el mismo sacerdote que celebra,
prepara el altar colocando el corporal y disponiendo el pan y el vino que traen
algunos fieles de la Asamblea desde una mesita colocada en la nave o en el
presbiterio.
Presentación de dones
La Liturgia Eucarística se inicia con la presentación que los fieles hacen del Pan y
el Vino, que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre del Señor. También tienen cabida
otras ofrendas, como dinero para el culto y algunas cosas materiales para ayuda a los
pobres.
Es conveniente que, mediante catequesis oportunas del que preside o de algún fiel
preparado, se haga notar el paso de la Palabra a la Eucaristía. Hasta ahora el centro de la
“La Liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de
donde mana toda su fuerza” (S.C. 10)
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celebración eran el ambón y la sede. En el altar no había ningún objeto, puesto que no
se desarrollaba ahí ningún rito.
También es preciso hacer notar que la liturgia de la palabra no debe hacerse desde el
altar, puesto que sus lugares de realización son la Sede y el Ambón.
Orientaciones prácticas:
- El canto procesional de las ofrendas se justifica cuando dichas ofrendas se
encuentran en la nave y son llevadas desde allí. Esta debería ser la práctica
normal. Si no se hace así, pierde fuerza el rito, puesto que ya no aparece como
presentación de ofrendas.
- Si no hay procesión, es preferible que, al menos algunas veces, la asamblea
guarde silencio y que el sacerdote que preside diga en voz alta las palabras de
presentación del pan y, luego, del vino. Esas palabras tienen un profundo sentido
del diálogo entre Dios y el pueblo que celebra su gloria.
- El Pan y el vino destinados a la celebración nunca deberá ponerse de antemano
sobre el altar.
Continuaremos este tema en nuestra próxima entrega.
Con un cordial saludo, les invito a que continúen compartiendo con nosotros estas breves
reflexiones, y que, con lenguaje catequético, las compartan con el pueblo de Dios.
En Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote,
PBRO. ALFONSO MORA M.
Vicario Episcopal de Liturgia
“La Liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de
donde mana toda su fuerza” (S.C. 10)
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