ticipan en la vida de la Provincia que los recibe y corren el peligro de ser como cuerpos extraños. 3. Presencias insertas en la Provincia de llegada, por lo cual los hermanos son acogidos como “huéspedes” y viven plenamente en la Provincia que los recibe. Estas presencias pueden hacer una valiosa aportación a las Provincias y han de ser preferidas. La problemática Frente a esta situación que está en evolución y adopta formas distintas en los diversos contextos geográficos y culturales de la Orden, el Definitorio general se pregunta: ¿Cómo «ayudar a la justa inserción de presencias en Entidades distintas de las propias»? (Capítulo general 2009, Mandato 50). ¿Cómo desarrollar una buena «colaboración entre las partes»? (EE.GG. 128 §2)? ¿Cómo acompañar a los frailes que van a otro contexto cultural eclesial y franciscano? ¿Cómo continuar favoreciendo, acogiendo y acompañando las vocaciones? ¿Qué futuro tendrán las Provincias que piden y acogen muchas fraternidades de Provincias extranjeras, pero que son fraternidades que viven aisladas? La visión general El fenómeno no es nuevo, pero hoy se necesita ir más allá de las motivaciones de la urgencia pastoral y entrar en la visión de una solidaridad y reciprocidad entre Provincias hermanas que constituyen la única Fraternidad universal. Una Provincia que tiene más personal va en ayuda de otra Provincia que se ha debilitado en personal y en vocaciones, en nombre de una solidaridad fraterna. Este tipo de apoyo se da sobre todo a la vida de la misma Provincia, y después a sus actividades pastorales, activando una reciprocidad de dones, por lo que unos reciben ayuda y los otros se enriquecen de una nueva experiencia de vida franciscana. Esto comporta que los frailes que llegan se inserten plenamente en la Provincia que los acoge (vida en fraternidad, formación permanente, encuentros locales y provinciales, etc.), para contribuir a la vida y a la misión franciscana, antes que ser una ayuda a las Diócesis. Algunos criterios 1. Observar fielmente lo establecido por los EE.GG. 128 §2, a saber: - interesar a la Conferencia respectiva, la cual debe enviar su opinión al Ministro general, - tener el consentimiento de los Definitorios de las dos Provincias interesadas, - tener también el consentimiento del Definitorio general, - elaborar un contrato entre las partes. 2. El contrato debe contener al menos los elementos siguientes: responsabilidad y uso de los inmuebles, inserción de los hermanos en la Provincia, cuidado de las vocaciones, actividad pastoral. 3. En los primeros meses, los hermanos que llegan deben de ser introducidos en el contexto de la Provincia, de la cultura y de la Iglesia local. 4. Para asegurar la mejor forma de colaboración, se examinen las situaciones concretas individuales, caso por caso. 5. Tratar el tema de la solidaridad entre las Provincias en las Conferencias y en la unión de Conferencias (UFME, UCLAF, FCAO, etc.) para desarrollar la sensibilidad hacia las provincias más débiles e identificar orientaciones prácticas para la presencia de los hermanos en otras provincias. 6. En las regiones en donde las provincias actuales no tienen fuerzas vitales, promover fraternidades interprovinciales y/o internacionales para dar vida a una nueva presencia franciscana. PRESENTACIÓN Queridos hermanos Ministros y Custodios, Con mi saludo fraterno de Paz y Bien, os presento lo que el Definitorio general, en la sesión del 19 de julio de 2012, ha aprobado respecto a las presencias de hermanos en el territorio de otras Provincias y Países. Este tema ya ha sido tratado en el sexenio precedente. El Definitorio general envió un cuestionario a todas las Provincias y Custodias para hacer un censo de las presencias de otras Provincias en el propio territorio y al mismo tiempo para escuchar sus puntos de vista. Fruto de las respuestas y ulteriores reflexiones del anterior Definitorio general ha sido el Mandato capitular 50, en el cual se pide que el Definitorio general acompañe a las antedichas presencias y que se observen “las indicaciones legislativas contenidas en los Estatutos Generales”, aprobados en el mismo Capítulo (cf. EE. GG. 128 §2). Cumpliendo este mandato capitular y partiendo de la legislación actual, el Definitorio general ha elaborado estas “orientaciones”, que también tienen en cuenta el conocimiento de algunas situaciones y el parecer de muchos Ministros y Custodios que viven situaciones similares, a fin de evitar el riesgo de poner en crisis la identidad misma de la Orden como Fraternidad (cf. CC. GG. 1§1; 38; 40). El peligro al que me refiero es el de favorecer, especialmente en algunos Países, verdaderas fraternidades-islas, sin una consistente relación con la Provincia de origen, a causa de las distancias, y ni siquiera con la Provincia que acoge, porque jurídicamente la nueva presencia depende del Ministro que envía a los hermanos. Por otra parte, las “orientaciones” que presento piden favorecer la reciprocidad y la solidaridad entre las Provincias necesitadas y las Entidades que pueden ofrecer una ayuda, salvando siempre nuestra identidad franciscana. Los hermanos que llegan a un territorio distinto del de la propia Entidad deben de estar dispuestos a una estrecha colaboración con las Entidades que los reciben. Y éstas, a su vez, deben garantizar la buena calidad de vida y misión franciscana, y no sólo el aspecto económico. Por estas razones, lo ideal es que los hermanos que llegan de otras “regiones” vengan realmente para ayudar a las Entidades que tienen necesidad y no sólo a las Diócesis, y para insertarse plenamente en la vida de la Provincia que los acoge. En el caso en que esto no sea posible – y estos casos deberían de ser considerados como verdaderas excepciones – se debe respetar la legislación de la Orden y las presentes “orientaciones” del Definitorio general. En cualquier caso, los que llegan y los que reciben deben preguntarse seriamente cuáles son los motivos por los cuáles están pidiendo y ofreciendo ayuda. No deben olvidar que el redimensionamiento estructural, al que están llamadas todas las Entidades de la Orden, tiene la finalidad de hacer más significativa nuestra vida y misión a partir del Evangelio y de nuestro carisma, favoreciendo en todos los sentidos la superación de una mentalidad provincialista (cf. Portadores del don del Evangelio 31), y no tanto de preservar, de cualquier manera, presencias que tarde o temprano tendrán que ser cerradas. Mientras que el Definitorio general vigilará para que sea aplicado cuanto él mismo ha aprobado, confío a la disponibilidad de los Ministros y Custodios la aplicación de estas “orientaciones”. Roma, 25 de septiembre de 2012. Fr. José Rodríguez Carballo, ofm Ministro general, OFM Prot. 103290 ORIENTACIONES Las Provincias franciscanas nacieron a partir de un impulso misionero que llevó a grupos de hermanos a ir a nuevos territorios bajo la ministratio de un hermano llamado Ministro. Dichas Provincias están constituidas por los hermanos de varias Casas gobernados por un Ministro provincial (cf. CC.GG. 169 §1; CDC 621) en vista de un testimonio de vida y de una misión, y siempre abiertas a nuevas necesidades apostólicas. La referencia a la misionariedad les ha asegurado a los hermanos una cierta movilidad, por la cual aún ahora tenemos hermanos que del territorio de una Provincia van al territorio de otra Provincia por motivos de apostolado, como el primer anuncio en tierras no evangelizadas, la asistencia pastoral a los emigrantes, la petición de los Obispos o de los Provinciales para una ayuda pastoral, y otras. La situación La relación entre los hermanos de una Provincia y los hermanos que han venido de otra, actualmente se configura esencialmente de las siguientes maneras: 1. Presencias autónomas de hermanos que llegaron para realizar un trabajo apostólico concreto, han conservado su independencia de los hermanos locales y, a menudo, han vivido o viven solos. 2. Presencias con un contrato establecido entre los Provinciales de pertenencia y de acogida (cf. EE. GG. 128 §2; 248). Son pequeñas fraternidades de otra Provincia a las cuales se les confía una Casa que es también parroquia, con el fin de conservar en el lugar una presencia franciscana y continuar atendiendo una parroquia de la Provincia. Los frailes, en estos dos tipos de presencia, o se encuentran aislados, o forman islas franciscanas, que dependen jurídicamente de los Provinciales de origen, no par-